Follada por Mario

Ámbar trabaja en una gasolinera cuando un nuevo compañero, Mario, comienza la formación con ella...

A Ámbar no la apetecía formar a un nuevo compañero... Siempre lo mismo... machotes que la devaluaban por ser mujer y trabajar en una gasolinera... A pesar de ello, la tocaba hacerlo igualmente porque era la que más tiempo llevaba en la empresa y conocía absolutamente todo. Además, Lucas, su jefe, tenía una gran confianza y admiración depositadas en ella, por lo que sabía que si no respondía la persona a formar, Ámbar se lo diría y podría evaluar si superaba o no el periodo de prueba.

  • Viene en 10 minutos. Acuérdate de hacer hoy la caja con él. - Dijo Lucas.

  • Sí, jefe... La caja y la limpieza de los baños, que aquí se hace de todo... - Refuñó Ámbar.

  • Jajaja, no te enfades conmigo, sé que le enseñarás a hacer su trabajo bien. Nos vemos mañana. Bueno... yo vigilaré las cámaras... así que luego os veo, pero mañana me cuentas tú todo.

  • No mires tanto que aquí hay poco que ver...

  • Sí, jefa, jajaja. Hasta mañana.

  • Chao...

Ámbar fue a atender a un cliente, mientras pensaba en las cámaras... ¿La observaría su jefe? ¿Cada cuánto lo haría? ¿Le atraería verla? La encantaba la idea de imaginar a su jefe masturbándose mientras la veía trabajar... a veces mostraba un poco más de escote por si la estaba viendo, aunque era consciente de que su relación no era más que de jefe y empleada. Cobró al cliente y se fue a reponer los refrescos.

Al salir del almacén un hombre alto, gordo y desaseado la esperaba afuera...

  • Hola, soy Mario.

Ámbar se quedó algo sorprendida, estaba bastante desaliñado, pero tenía unos rasgos preciosos. Unos ojos verdes enormes y una sonrisa perfecta...

  • ¿Qué le ha pasado a tu uniforme? ¿No sabes que aquí hay que venir bien? Esto es una gasolinera y damos una imagen...

  • Perdona, es que, venía con mi bici y me he caído... No sé si puedo pasar al baño...

Ámbar se sintió fatal por haber juzgado tan pronto a su compañero.

  • Ah, sí, claro. ¿Te has caído? Jo, qué mala suerte... Bueno, tranquilo, ya todo irá a mejor... Perdóname, soy Ámbar.

  • Eso espero... es que estoy empezando a cuidarme y prefiero moverme solo en bici... y bueno, soy algo novato.

  • No pasa nada. Al final a la izquierda tienes el baño de caballeros, pero no vayas a ese que es para todos los clientes, nosotros tenemos uno cruzando el almacén, ahí estarás más cómodo. Tómate tu tiempo.

  • Gracias.

Mario cruzó el almacén y Ámbar no pudo evitar mirarlo de arriba a abajo y pensar en las proporciones de su cuerpo... "Seguro que tiene una buena polla para reventarme", pensó. Se fue a colocar los refrescos para despejar su mente.

Mario tardó unos 15 minutos, y aunque estaba más limpio su uniforme, él seguía oliendo a sudor... A Ámbar la atraía ese olor y solo pensaba en cómo podría bañarlo en la ducha del vestuario y descubrir su cuerpo poco a poco... Según pensaba en ello, notó cómo se mojaba su coñito... Una humedad leve, pero suficiente para hacerla sentir algo sucia por sus pensamientos.

Apenas hubo clientes, por lo que tuvieron tiempo de hablar y conocerse algo mejor...

  • Vale, pues vamos a cerrar, Mario. Hacemos la caja, y bueno, yo suelo ducharme, que ya que el jefe nos puso ducha, aprovecho y luego me voy de fiesta. ¿Te importa cerrar la caja a ti mientras me ducho?

  • Sin problema, ya te he demostrado que sé contar.

  • Jajaja, sin duda. Te aviso cuando esté lista para que puedas pasar a cambiarte.

  • Claro.

Ámbar se fue al baño de los empleados, en donde había una pequeña ducha. Se desnudó y miró su cuerpo en el espejo... Delgadita, algo musculada, con unas tetas bien grandes y los pezones rosados. Comenzó a acariciarlos suavemente, acariciando su cuerpo... era el momento de ducharse y tocarse para bajar las revoluciones que Mario había provocado en ella. Se escupió las tetas y comenzó a restregar su saliva por ellas...

Oía a Mario de fondo cerrando la puerta con llave por la seguridad de los dos... y de repente... la luz se fue.

Ámbar se quedó a oscuras... "Mario ha apagado la general en vez de solo la gasolinera", pensó.

  • ¡Mario! ¡Mario es el interruptor de la izquierda!

La puerta del baño se abrió de repente.

  • ¡Mario espera, no entres!

  • Lo sé, pero es que a mí también me apetece una ducha.

Ámbar se hizo a un lado, pegándose en la fría pared de azulejo... Notó que Mario entraba en el baño lentamente, y según se acomosaban sus ojos a esa oscuridad, pudo ver que estaba totalmente desnudo... Volvió su institno más sucio...

  • Así que eres grande en todo ¿eh?

  • ¡Callate! Llevo toda la tarde viendo tu tanguita, preciosa. Y ya no puedo más.

  • ¡Dúchate y lo hacemos! Apestas a sudor...

Mario la puso de espaldas a la pared, se acercó a su oído y la susurró:

  • Putita, tú me vas a lavar bien, y luego nos duchamos.

  • Mmmmm. ¿Soy tu putita?

  • Eres una zorra y una guarra. Pero vas a estar más sucia ahora.

Colocó su mano derecha en el coño de Ámbar. Estaba bien mojadito... Acarició con la otra sus tetas y notó la humedad en ellas.

  • Ufffff me ha tocado una putita rica y caliente ¿eh?

  • Mmmm, ¿vas a follarme?

La pellizcó los pezones con dureza, mientras frotaba su clítoris con rudeza.

  • Mójame la mano bien, zorra.

  • Mis tetas, ahhh, ¡me haces daño!

Dejó sus pezones para dedicarse solo a su coñito. No dejaba de masturbarla, hasta que de repente, Ámbar notó una presión en su ano.

  • Es un plug putita mía. Voy a romperte enterita y quiero empezar dilatando ese culito.

Ámbar se retorció de placer... el plug estaba lleno de lubricante y la resbalaba todo el producto por sus piernas. Mario la giró con brusquedad y comenzó a besarla lentamente. La forzó a abrir la boca para escupirla dentro.

  • Trágatelo Ámbar.

  • Mmmmm... estás rico, hijo de puta...

Mario la agarró por los hombros y la obligó a agacharse. No la dio opción a rechistar... aquella polla gruesa estaba a la altura de su boca, y Ámbar solo quería darle placer. Comenzó a lamer con timidez, y Mario la forzó para que se tragase toda su polla. Ámbar se ahogaba con ella y con sus arcadas se provocaba babas que llegaban al suelo. Aquella polla apestaba a sudor, tenía un sabor salado, pero Ámbar estaba encantada, sentirse como una esclava la hacía ponerse más y más cachonda.

  • ¡Cómetela entera pedazo de puta!

  • Mmmm.

Mario le sacó la polla, y mirándola a la cara la escupió de nuevo en la boca.

  • Dámelo zorra.

La alzó apoyándola contra la pared, y la obligó a que escupiera sobre él todas sus babas.

  • ¿Ves? Los dos estamos sucios...

  • Me encanta... Eres un cerdo...

  • Y lo que te queda por ver... ¡A cuatro patas, perra!

Bajó a Ámbar y la colocó a cuatro patas en el suelo. Comenzó a jugar con el plug de su culo, y al ver lo rápido que había dilatado su ano, se lo quitó. Ámbar sintió cómo a pesar de estar dilatada, la polla de Mario era enorme para ella. La presió hizo que se le escaparan las lágrimas con las primeras embestidas....

  • Qué pedazo de polla, cabrón. ¡Pon más lubricante, joder!

  • ¿Te reviento, eh? Mmmm...

Un chorro frío cubrió el culo de Ámbar.

  • Toma lubricante putita mía. No te quejes porque te voy a cabalgar hasta llenarte.

  • Mmmm. Sí... soy tu putita...

Mario endureció las embestidas, Ámbar notaba sus pechos moverse con brusquedad, y cuando estaba a punto de correrse el calor llenó su culito.

  • Mira si eres puta que acabo de mearme dentro de tu culito...

  • ¿¡Qué!? -Ámbar se sintió confusa, se sentía sucia, pero la encantaba estarlo... Y más por Mario.

  • Chupa el plug, guarra. Dámelo que te lo voy a meter para que aguanter más mi meada dentro, cerda.

Ámar obedeció, y tan pronto como notó su culito cerrado por el plug agarró a Mario y lo tumbó boca arriba en el suelo y le dijo:

  • ¿Te gusta follar putas, eh? ¿Y dejarlas bien sucias?

  • Mmmm. fóllame Ámbar.

  • No.

Ámbar se levantó y comenzó a mearle sobre la polla.

  • Aprende hijo de puta... Soy una cerda en todo, y aquí tú eres como yo...

  • Mmmm... sí...

Cuando acabó, Ámbar se colocó sobre él y comenzó a lamer su piel. Sabía a sal por lo que había sudado. Y mientras se apoyaba sobre él, acercaba su coño a la polla de Mario:

  • ¿Quieres meterla?

  • O me cabalgas o meto el puño, tú decides.

  • Mm.... es tentador, pero hoy no...

Ámbar comenzó a cabalgar a Mario.

  • Qué mojadira estás... ¿Eres buena eh?

  • Cállate, ahora yo mando.

Ámbar se movía en círculos para darle más placer... y de repente un gran chorro salió disparado de su coño.

  • ¡Me corro! ¡Me corro!

  • Mmmmm, síiii, córrete sobre mí, Ámbar....

Ámbar paró agotada, y se sentó en el suelo... Pero eso no había acabado... Mario la agarró, la abrió las piernas y siguió follándola.

  • Zorra, hasta que no me corra no paro.

A Ámbar la escocía el coño... pero Mario no la dejaba... Estaba agotada y solo quería descansar. Pero ahora él la poseía y no la dejaba.. Notaba cómo la llenaba... y sin casi darse cuenta, volvió a correrse con Mario dentro de ella.

  • ¡Ahí te va, Ámbar!

Mario se corrió dentro de ella.

  • No te muevas, Ámbar.

  • ¿Por? ¿Pasa algo?

  • Sí, te vas de fiesta con otro plug... Quiero que me tengas dentro toda la noche.

  • Mmmm... ¿Y tú qué vas a tener de mí?

  • Me quedo con tu tanguita.

  • Jajaja, no. No puedo ir sin ropa interior.

  • Vas a ir sin ella... y mañana veré si te la devuelvo.

  • ¿Qué te hace pensar que vayas a venir mañana?

  • Que eres una puta y necesitas que te reviente otra vez...

  • Premio.

Ya calmados, se besaron lentamente... Juntos se metieron en la ducha, y mientras Mario la enjabonaba, presionaba los plugs de Ámbar.

¿Qué pasaría al día siguiente?