Follada en un taxi

Iba vestida como un putón, era de noche y volvía de una fiesta.

Me gusta vestirme de mujer, supongo que soy un travesti, o un travestido, no estoy seguro, sólo sé que no soy maricón ni tengo pluma, soy un chico totalmente normal al que le gustan las mujeres y follar con ellas. Pero también me gusta transformarme en un amujer y que los hombres me follen. No hombres afeminados, sino hombres de verdad.

Una noche volvía de una fiesta y me había transformado en mujer para la ocasión: llevaba un vestidito muy corto con la espalda al aire, muy sexi, medias blancas finitas, un tanga negro bien ajustado, sandalias de tacón muy alto y un chaqutón largo sobre los hombros. Iba muy maquillada y con una peluca rubia, larga y lisa. Era un auténtico putón.

Me iba ya a casa después de disfrutar mucho y beber bastante pero sin

haber follado con nadie. Vi un taxi y lo paré. -¿A dónde vamos preciosa? Me dijo. Le di la dirección y me acomodé en el asiento. El vestido era tan corto que incluso con las piernas cruzadas se me veía casi todo. Entonces me di cuenta de que el taxista, un hombre de unos 40 no del todo mal conservado, no paraba de mirarme las piernas por el espejo retrovisor. –Si no mira a la calle tendremos un accidente. Su reflejo en el espejo me miró a los ojos sonriendo: -Es que tienes unas piernas estupendas, dime ¿por qué no las descruzas un momento? Pensé: por qué no; las descrucé lentamente y vi cómo se quedaba alucinado viendo el paquete de mi entrepierna. –No me había dado cuenta de que eras un hombre. Dime ¿por qué te disfrazas de mujer? –Porque a veces me gusta disfrutar de una buena polla como lo hacen las mujeres, cuando me visto de mujer me convierto en otra persona y hago cosas que no haría nunca cuando soy un hombre. –Y dime, ¿has follado mucho esta noche? –Me creerás si te digo que sólo he bebido y bailado pero que no he tocado ni una sola polla? -¿Y no tienes ganas? –Muchas, pero ¿qué puedo hacer? Y le dije esto sonriendo y pasándome la lengua por los labios, mientras con las manos me acariciaba el interior de los muslos. –Yo tampoco he follado en todo el día y estoy bastante caliente, ¿qué te parece si busco un lugar tranquilo, aparco el taxi y pasamos un buen rato tú y yo, y además, como regalo, no te cobraré la carrera. Yo había abierto más las piernas para que me viera mejor y me estaba acariciando la polla, y le dije: -¿Por qué no?

Se dirigió a un lugar apartado, un parque solitario que él conocía, paró el taxi en un lugar discreto y saliendo del coche entró en el asiento trasero. Me rodeó con un brazo y empezó a tocarme la polla por encima del tanga. Yo me acerqué y le besé en los labios, no sabía cuál sería su respuesta, pero abrió la boca y empezó a morrearme con ganas. Empecé a acariciarle la entrepierna, le abrí el pantalón y le saqué la polla, era enorme, como a mí me gusta. Me dijo que se la chupara y así lo hice. Allí estaba yo, vestida de mujer chupándole la polla a un desconocido y deseando que se corriera en mi boca, y me encantaba, estaba como loca de placer. Él mientras tanto me sobaba el culo y no paraba de gemir y de decir que no parara, me empezó a estirar la tira de atrás del tanga y esta se me metía en la raja del culo, era un placer indescriptible.

-Quiero correrme en tu boca. –Sí cariño, córrete. Y casi inmediatamente me soltó un chorro enorme de semen que me bajó de golpe por la garganta. Me incorporé y él se arrimó a mí, aún jadeando, y empezó a acariciarme la polla. –La chupas muy bien, se nota que tienes experiencia. –Me encanta chupar pollas, dime ¿quieres chupar la mía? Se quedó mirando mi entrepierna sin responder, se notaba que no lo había hecho nunca y estaba decidiendo qué hacer. Para animarle le dije al oído que nadie lo sabría y que le gustaría mucho, y a mí también. –Vale, quítate el tanga. Me lo quité y él empezó a tocármela, como si se estuviera masturbando a sí mismo, lentamente, entonces se agachó y me chupó la punta con los labios. Yo empecé a jadear sólo del placer que me estaba dando, y eso le animó del todo porque abrió la boca y se la metió entera. Me la estuvo chupando un rato y para ser su primera vez lo hacía bastante bien.

Entonces paró y me dijo que quería follarme. Me incorporé entre los dos asientos de espaldas a él y me senté encima de él, encima de su polla, que ya estaba enorme otra vez y que entró lentamente en mi culo. Me agarré con las manos a los apoyacabezas y disfruté de esa polla dentro de mí, estaba totalmente llena de ella, empecé a subir y bajar para sentirla todavía más mientras gemía y gritaba de placer. El taxista también gemía y gritaba y me insultaba y eso me excitaba todavía más, subía y bajaba cada vez con más fuerza y él empujaba también siguiendo el ritmo.

Me agarró la polla y empezó a machacármela. Yo no podía más de placer, estaba al borde del éxtasis cuando se corrió salvajemente dentro de mi culo, yo seguí moviéndome hasta que terminó de convulsionarse. Seguí un momento más cos su polla dentro de mi culo, chorreando semen sobre su cintura y sus piernas, mientras me seguía pajeando, más fuerte, más fuerte, hasta que me corrí. Casi me muero de placer. Él siguió machacándomela hasta que dejó de escupir semen. El semen empezó a escurrirse alo largo de mi polla y su mano, me la puso delante de la cara y me dijo que se la lamiera. Era el postre, le lamí la mano con gusto, tragándome mi propio semen.

Luego me senté en el asiento para arreglarme la ropa, él se subió los pantalones y se puso otra vez al volante. Cuando me dejó en mi casa no me cobró, y me dijo: -Si otro día quieres una carrera especial, llámame. Le di un profundo beso de despedida y me fui.