Follada en el hotel

Recién llegado a Madrid tras las vacaciones de Navidad me follo a una viciosa en su hotel

Acabo de volver a Madrid de pasar las Navidades con la familia. Dado que no tengo pareja y que mi vida social está muy limitada por los horarios del trabajo, he encontrado en los anuncios de sexo mi vía de escape para liberar mis necesidades sexuales y mis ansias de dominación y sexo.

Así que ayer día 1, al llegar a casa por la tarde, me metí en una página de contactos y publiqué el siguiente mensaje: “Macho corneador de 45 años busca mujer sumisa de viaje por turismo o negocios en Madrid alojada en hotel que desee un encuentro de dominación y BDSM. Humillación, spanking, sometimiento. Beberás mi leche y te sentirás muy puta. Me desplazo a tu hotel.” Junto al mensaje dejé mi número de teléfono.

Deshice la maleta y me puse a ver la tele un rato. Cené y seguí con la tele. Serían las 11 cuando un wasap sonó en mi móvil. Era un teléfono desconocido que me saludaba con un escueto “hola”.

  • Hola, respondí

  • He visto tu anuncio. ¿Estás disponible para ahora?

  • Sí, ¿qué buscas?

  • Sentirme una puta

  • Si has visto mi anuncio sabrás que busco algo más

  • Si. No tengo experiencia pero me gustaría que me azotes e insultes.

  • ¿Edad?

  • 49

  • ¿Cómo eres?

  • morena, media melena, 155, 60 kg y 90 de pecho

  • ¿en qué hotel estás?

  • xxxxxxxx

  • perfecto, en 1 hora estoy ahí. Cuando llegue te haré una perdida y quedamos en la puerta para vernos y decidir si seguimos.

  • OK

Me cambié de ropa, me aseé un poco y me fui para su hotel con 4 pinzas de tender la ropa en mi bolsillo. Al llegar, la llamé y ella bajó en 5 minutos. Tras un breve saludo y vernos acordamos subir a su habitación.

Nada más cerrar la puerta la tomé de su brazo y la empujé suavemente contra la superficie de madera de la puerta. Le incliné su cabeza hacia atrás para besarla y llevé mi boca a su oído donde le susurré suavemente, "Puta".

Hago que mi mano se mueva lentamente por su cara hasta acariciar su garganta mientras vuelvo a besarla. Mi mano desciende hasta que mi palma llega a su pecho, sobre su corazón. Su ritmo cardíaco está acelerado.

La hago desnudarse mientras le llamo puta, guarra, zorra y demás lindezas. La muy guarra estaba realmente buena. Era muy guapa y aunque con un poco de barriguita no aparentaba sus 49 años. Venía con el coño totalmente peludo, lo que denotaba que había venido a Madrid sin una intención clara de follar. Me encanta comer coños y me doy por un buen comedor de coños, así me lo han hecho saber las mujeres que han gozado con mi lengua, pero me desmotiva sobremanera meterme pelos en la boca así que esa noche no iba a poder disfrutar de una comida de coño en condiciones.

La hice poner a 4 patas, así es como andan las zorras, y le ordené que fuera así al cuarto de baño y que se pintara los labios. El movimiento de su trasero al moverse a 4 patas me puso en un estado de excitación brutal así que me desnudé mientras ella se pintaba.

Salió andando del baño, ya pintada, y cuando llegó a mi altura le di una buena hostia. “Las zorras andan a 4 patas”, le dije. La hice volver al baño y salir gateando como la perra que era.

La acaricié desde el pelo hasta su culo, pasando por su espalda mientras le decía que las putas como ella han venido a este mundo a satisfacernos a los machos como yo y que su placer no me importaba lo más mínimo. Le estiré del pelo y le arquee el pecho mientras apretaba sus pechos con mi otra mano y pellizcaba sus pezones a la par que le hacía hablar sobre lo puta que era ella, lo cornudo que era su marido y lo mucho que iba a dejarse follar por mí. Le pregunté si tragaba semen y si hacía anal. A lo primero me dijo que sí y a lo segundo que no; como era nuestro primer encuentro y tampoco quería que se echara atrás con prácticas nuevas para ella acepté que no iba a follarle el culo.

Me dirigí a mi ropa, que había dejado en un sillón, y saqué las 4 pinzas que me había traído de casa. Tras lamer sus pezones los fui estirando totalmente con una mano mientras le colocaba una pinza sobre cada uno de ellos. Ella emitió un pequeño sonido de dolor con cada pinza, pero se dejó hacer.

Una de mis manos se queda acariciando sus pechos mientras la otra se desliza entre sus muslos. Su coño está muy mojado. Pasé varios minutos jugando con una mano en su humedad mientras que con la otra alternaba caricias en sus pechos y dolor tirando de las pinzas en sus pezones. Ella disfruta, lo noto con el balanceo de su culo tratando de frotarse contra mí. Le separo bien las piernas y le abro y estiro sus labios mayores, colocando las otras 2 pinzas sobre ellos. Ella se queja, pero aguanta.

Me sitúo frente a ella y le pido que abra la boca. Mi pene, completamente erecto, le llena la boca. “Chupa”, le digo. Es buena mamadora. Lame mi polla, la chupa, la besa durante minutos. De vez en cuando le agarro la cabeza y se la mantengo firme mientras le inserto todo mi rabo hasta los huevos.  Cuando noto que no aguanto más le pido que abra bien la boca y saque la lengua. Me corro durante casi 20 segundos, liberando toda la leche acumulada de no follar durante casi 3 semanas. Se traga la corrida con gozo y relame los restos en mi polla dejando en mi cuerpo esa sensación de cosquilleo que conocemos los hombres cuando nos lamen por debajo del glande tras corrernos.

Le hago levantarse y le arranco las 4 pinzas con fuertes tirones. Ella chilla. La acaricio, le beso la mejilla y le susurro lo buena putita que está siendo conmigo.

Le cojo la mano y la llevo hasta la cama haciendo que se incline sobre ella con un suave empujón sobre su espalda. Su torso queda en el borde de la cama y su culo en el aire. Con mi mano la guío para que abra sus piernas y levante su  culo a mi gusto.

"Muy bien” le digo para inmediatamente propinarle un fuerte golpe sobre su culo.

“Quédate quieta”, le digo

Voy acariciando cada una de sus nalgas para posteriormente propinarle un golpe seco y sonoro con mi mano sobre ellas. Tras unos cuantos azotes empieza a jadear y sus suspiros se convierten en gemidos de dolor y placer.

"Buena chica, lo has hecho bien. Esto ha sido un calentamiento, ¿cuántos azotes crees que puedes aguantar?”. Le digo mientras me acerco al sofá donde reposa mi cinturón.

"No lo sé, 10”, me dice insegura.

"Bueno", le digo. Quiero que los cuentes, y que después de cada uno me des las gracias y termines llamándome Señor.

El primer golpe es duro, golpeando su trasero colorado. -¡Uno, gracias, señor!, grita la guarra.

-Dos, gracias, señor.

Otros 8 golpes de cinturón caen sobre su culo. Sobre el quinto empezó a lloriquear pero no se echó atrás.

Me siento en el borde de la cama y le hago sentarse encima de mi regazo. Respira fuertemente mientras observo sus ojos lloriqueantes. "Lo hiciste muy bien, estoy orgulloso de ti, lo hiciste muy bien".

-¿Quieres que te folle?, le digo

-Sí

-Tendrás que pedírmelo como una zorra en celo se lo pediría a un macho. Túmbate y convénceme para follarte.

"Por favor fóllame, quiero tu polla en mi coño, señor, por favor”. Sigo durante unos instantes haciendo que me pida que la folle para finalmente llevar mi polla a la punta de su coño. Se la meto poco a poco hasta que está toda dentro. Y entonces la follo en serio.

No me importa durar poco. Quiero oírla gritar y chillar. Los sonidos que salen de su garganta están lejos de ser humanos. Son sonidos primitivos de intenso placer. Se frota el clítoris duramente con 2 o 3 dedos.

-¿Puedes correrte conmigo, puta? ¿Puedes hacer eso?

-Sí, señor, por favor, señor, quiero correrme

Me corro y ella conmigo.