Follada en el cine por un extraño

Un extraño me folla en el baño del cine, mientras mi marido nos observa desde la puerta. Ese es el suceso que desencadena una nueva etapa en mi vida y me convierte en la esposa infiel que siempre soñé ser.

Vereis, soy una mujer joven, de veinticinco años, hace solo un año que me casé con mi marido Federico. Le conocí cuando tenía 22 y desde el momento en que le conocí supe que él era el hombre de mi vida, por eso me casé con él. Pero supongo que mi verdadero yo tenía que salir tarde o temprano a la luz, pues a pesar de que traté de serle fiel, ayer mismo le fuí infiel con un extraño y en su propia presencia. Mis anteriores relaciones precisamente fracasaron por mis infidelidades. No sé qué me pasaba, pero en cuanto llevaba tres o cuatro meses con ellos, sentía la necesidad de acostarme con otros. El morbo de hacerlo a escondidas, de serles infiel y ponerles los cuernos, me causaba aún un placer mayor que los orgasmos que me proporcionaban mis amantes.

Cuando conocí a Fede y me pidió ser su novia, decidí dejar atrás mi faceta de mujer infiel y traté de serle todo lo fiel que pude, y mientras fuimos novios y durante nuestro primer año de matrimonio así ha sido, pero ayer. No sé, volví a sentir ese placer que me produce ser infiel, con el añadido de que además él presenció mi infidelidad. Fue algo, no sé cómo calificarlo. Vereis, era viernes noche y como cada viernes noche, decidimos ir a cenar fuera y luego al cine. Eran casi las doce cuando entramos al cine, no había casi nadie, solo algunas parejas y tres o cuatro hombres solos. Nos sentamos en el centro de la sala, junto a un atractivo hombre moreno de unos 35 años, alto y muy bien parecido, me extrañó que estuviera solo en el cine a esas horas de la noche de un viernes. Puesto que hacía calor yo había elegido un vestido ligero, corto por encima de las rodillas, de tirantes y que se abría por delante como si fuera una blusa. Nada más sentarme empecé a abanicarme, pues tenía calor y me desabroché el primero de los botones. El hombre a mi lado enseguida dirigió sus ojos a mi canalillo y vi como su verga se ponía dura bajo los pantalones. La luz se apagó y a los pocos minutos, empecé a sentir una mano subiendo por mi pierna izquierda. Fede sentado a mi derecha, tenía su brazo por detrás de mi espalda y observaba atentamente la pantalla. Miré la mano y luego al tio, que me guiñó un ojo, mientras me sonreía pícaramente. No tardó en llegar a mi entrepierna, así que abrí mis piernas y dejé que accediera, sus dedos rozaron mi sexo por encima de las braguitas y gemí, lo que alarmó a Fede que me preguntó:

  • ¿Te pasa algo, cielo? - Gracias a Dios, el cine estaba a oscuras y eso le impedía ver la mano de mi vecino metida entre mis piernas.
  • ¡Oh, no, nada! - Le respondí tratando de disimular. Pero mi amante había apartado ya las braguitas y estaba acariciando mi clítoris suavemente.

Gemí de nuevo, sintiendo como se humedecía mi sexo.

  • ¿Nena? - Preguntó de nuevo Fede, que desvió su mirada hacia mi entrepierna justo en el momento en que mi improvisado amante sacaba la mano rápidamente para que él no se diera cuenta. - ¿Qué pasa ahí? ¿Te está metiendo mano este sinvergüenza?
  • ¡Oh, no cielo, él, bueno, se le cayó un poco de Coca-cola y estaba ayudándome a limpiarlo. - Le mentí - Gracias señor, ya está, no se preocupe.

Volvimos a concentarnos los tres en la pantalla y a los pocos segundos, el atractivo hombre de mi lado, acercó su boca a mi oido y me dijo:

  • Seguro que tu novio no te sabe follar, te espero en medio minuto en el baño para follarte como tú te mereces.

Esas palabras me pusieron a mil y vi como se levantaba de su asiento para dirigirse al baño, mientras yo sentía mis braguitas llenándose de mi humedad. Esperé  unos segundos y le dije a Fede:

  • Voy al baño, vuelvo enseguida.

Me levanté de mi asiento y me dirigí al baño. Al traspasar la puerta dudé entre dirigirme al de hombres o mujeres, pero enseguida, la puerta del baño de hombres se abrió y mi amante cojiendome de la mano, me dijo:

  • Ven para acá, putita.

Me hizo entrar en el baño y me arrinconó contra el lavamanos, donde apoyé mi culo. El desconocido empezó a besarme con urgencia, desabrochando mi vestido. Me bajó los tirantes y dejó al descubierto mis senos desnudos (no llevaba sujetador) y empezó a sobarlos y chupetearlos. Gemí excitada, deseando más y más. Sentí su mano, subiendo mi falda y metiéndose en mi entrepierna de nuevo. Sus dedos hurgaron mi sexo, y un nuevo gemido salió de mi garganta. Entonces mi improvisado amante, se puso de cuclillas frente a mí. Me hizo abrir las piernas, me bajó las braguitas quitándomelas y guardándoselas en un bolsillo del pantalón, introdujo un par de dedos en mí y luego acercó su boca a mi sexo. Empezó a lamer y chupetear mi entrepierna, haciéndome estremecer y gemir. Y justo en ese momento vi como la puerta, que quedaba justo frente a mí se entreabría. Era Fede que al verme semidesnuda y excitada se quedó paralizado frente a nosotros. Verle allí observando como un extraño me poseía y me hacía perder el sentido, aún me excitó más y sentí como mi sexo palpitaba excitado.  Lo que animó a mi amante a levantarse, bajarse la cremallera del pantalón y sacar su miembro dispuesto a darme la mejor de las estocadas, y así lo hizo, sin más, sin protección, sin importarle que mi marido estuviera observandonos desde la puerta, porque estaba segura de que él lo había visto en el espejo que estaba tras de mí.

Cuando su larga e hinchada verga se clavó en mí, mi gemido fué largo y fuerte. Y enseguida mi amante dijo::

  • Mira como me follo a tu novia, cabrón, seguro que contigo no disfruta tanto.

Observé a Fede, que seguía inmóvil obsevándonos desde la puerta, y mirando a su entrepierna pude ver su polla dura como una piedra. ¡Estaba excitado y disfrutando de la visión de su mujer siendo follada por otro!

  • ¡Oh, Fede, por favor, yo… ooohhhh! - Gemí tratando de justificar mi actitud y sintiendo como la enorme verga de mi amante entraba y salía de mí haciéndome estremecer de placer.

No  tardé mucho en correrme, mientras veía como Fede se sacaba la polla y empezaba a menearsela observando como aquel extraño me follaba.

  • ¡Oh, Dios, que coño más caliente tienes zorrita! ¿Te gusta, verdad? Te gusta que te folle.
  • Sí, síiii, síiiiii - gemí alcanzando el orgasmo y convulsionandome, a la vez que lo hacía mi marido, observandonos desde la puerta.

También mi amante se corrió, y tirando de mi pelo me hizo arrodillar frente a él diciéndome:

  • Traga zorrita, traga y limpiamela bien después.

Obedecí, sintiéndome una puta, pero una puta satisfecha y feliz. Lamí su polla, tragándome su semen y se la dejé reluciente. Cuando terminé el tío me empujó a un lado y me echó un billete de 500 diciéndole a Fede.

  • Tienes una putita estupenda, toma mi tarjeta y llámame si quieres volver a ver como me la follo.

Fede de rodillas junto a la puerta cogió la tarjeta y me miró como si lo que acabara de suceder no fuera con él. Se levantó y se acercó a mí, yo creía que iba a pegarme o a reñírme o que se yo, pero en lugar de eso, me tendió la mano y me ayudó a levantarme.

  • ¿Te ha gustado que te follara ese tío? - Me preguntó.
  • Bueno, yo… -  No sabía que responderle, si ser sincera con él o decirle que el tío me había obligado - Vamos se sincera, a mi me ha vuelto loco verte con él al principio, pero luego, me ha encantado, me ha puesto a cien ver como otro tío te follaba.

Sentí un espasmo en mi entrepierna al oír esas palabras y entonces decidí ser también sincera:

  • Sí, me ha gustado que me follara, pero lo que más me ha gustado ha sido que tú estuvieras ahí viendo como el cabrón me follaba y te excitaras y masturbaras mientras lo hacía. Yo… no debería haberlo hecho pero… - Fede puso su dedo sobre mi boca haciéndome callar.
  • Estoy bien, cielo, no pasa nada. Vámonos a casa.
  • Sí.

Ambos nos vestimos y nos fuimos a casa. Aquella noche, follamos como nunca antes habíamos follado y disfrutamos como nunca el uno con el otro. Y de madrugada, tras el tercer orgasmo de la noche, Fede cogió la tarjeta del tío y dijo:

  • Creo que mañana le llamaré  - En sus ojos había una divertida mirada de picardía  que me estremeció y me hizo sonreirle excitada.