Follada en Amsterdam

Totalmente real, Mayte vuelve porque así me lo han pedido a contar sus aventuras.

Soy Mayte, había desesperado ya de escribir más relatos, pero una nueva aventura me ha puesto manos a la obra, como hay muchos otros publicados en esta web, no me describiré, excepto para deciros, que cada vez me veo mejor, más mujer, y más atractiva, al menos eso dice el espejo y mi marido.

Estas vacaciones se preveían como las de siempre, sol, calor, playa, y cierto aburrimiento. Mi marido me sorprendíó a finales de julio diciendo que tenía una reunión para un asunto de negocios, una junta de accionistas de EADS, que es una empresa aeronáutica en las que tiene acciones, normalmente se va sólo a las Juntas de Accionistas, pero como era para los primeros días de agosto, me sugirió si quería acompañarlo. Evidentemente dije que sí.

Salimos en avión hacia Amsterdam desde Alicante, un vuelo tranquilo, como siempre me senté en la ventanilla, con nosotros en la plaza del pasillo se sentó un chico que pasó todo el rato hablando con mi marido acerca de sitios donde comer y de ocio de la ciudad, yo decidí dedicarme a leer la revista que había comprado en el aeropuerto, y a tomarme una coca-cola que le pedí a la azafata que pasaba entre los asientos con el carrito.

La verdad es que debieron de sentar el chico al lado mío, era un muchacho de unos veinticinco años, alto, flaco, con barbita de días, y bastante bien educado, al parecer de una familia bien de Alicante, y que iba a visitar a un amigo que estaba en Amsterdam haciendo el Erasmus, al parecer en vez de volver a Alicante su amigo había decidido quedarse en el verano a trabajar de camarero en cualquiera de los cientos de restaurantes que había en la ciudad. Nos dijo que había encontrado trabajo en una pizzería del centro, prometiéndole mi marido que iríamos a cenar pues el hotel en el que nos alojaríamos NH Schiller está en el centro en una de las plazas principales.

Al llegar a Schiphol (aeropuerto de Amsterdam), mi marido se despidió para tomar un taxi, a lo que el chico alegó.

.- No, no, mi amigo viene a buscarme con un Toyota Prius que caben 7 plazas, y cabemos todos, espera voy a llamarlo a ver por dónde está.

Efectivamente el amigo estaba en la zona de taxis del aeropuerto esperando a que saliésemos para recogernos. A mí me resulta engorroso y cortante estas cosas con extraños, pero a mi marido le encantan, le parecen aventuras, así que opté por callarme.

Al llegar al coche, los dos amigos se abrazan, y él que viaja con nosotros lo presenta.

.- ¡Este es Adán! !Sí sí como el de Eva!, jaja, reía divertido. Por cierto ¡yo soy Julio!, Que he sido un maleducado y no me he presentado a ti, dijo mientras acercaba su  cara a la mía con evidentes gestos de estamparme dos besos. Ambos me besaron, Incluso el tal Adán se permitió una mirada de arriba abajo con un gesto de aprobación que no dejaba lugar a dudas de que estaba siendo objeto de todo un examen anatómico.

El tal Adán era algo más bajo, también más guapo, con cara de sinvergüenza, vestido de forma más informal, y se notaba con mucho mundo, cuando entramos al coche, se notaba además que no le hacía ascos a los porros, por el olorcito a “maría” que había en el ambiente.

.- Oye Adán, como te he dicho por teléfono, estos amigos van al NH Schiller, ¿no hay problemas en llevarlos, no? Me da pena que tomen un taxi, estando nosotros.

.- Claro que no encantadísimo, al fin y al cabo trabajo muy muy cerca de ese hotel.

.- Les he dicho que trabajas en una pizzería en el centro, y me han prometido que irán a cenar en ella una noche de las que estén aquí.

.- Así es. Trabajo en la Madonnina, que está precisamente en Rembrandtplein, pegada al hotel que me han dicho que van. Tanto el hotel como la pizzería están muy bien. Si vais allí estaré y por supuesto os haré un precio especial, además de serviros lo mejor de la casa.

El trayecto no fue muy largo, y nos fueron poniendo al día de como y donde ir en la ciudad, a pesar de que mi marido ya sabe bastante de ella.

Al llegar al hotel nos ayudaron a bajar las maletas, y el botones se hizo cargo de ellas y nos la subió a la habitación. Les dimos las gracias. Al despedirnos, Julio nos dijo...

.- Creo que deberiais coger mi teléfono por si necesitáis algo de nosotros.

.- Ok, dijo mi marido apuntando el número en su propio móvil.

El hotel es muy bonito y está muy bien situado. Nos instalamos, y mi marido me indicó que tenía que irse a la reunión, que había empezado esa mañana, pero que lo importante era lo que pasará esa tarde y la del día siguiente, y que no tenía más remedio que irse.

Así que me quedé sola nada más llegar en una ciudad extraña, sin saber que hacer.

Empecé por darme una ducha, estuve un buen rato bajo el agua fresca, y empecé a buscar en la maleta que ponerme. Tampoco sabía dónde ir, así que eché de menos el número de teléfono de Julio, para preguntarle, pero no iba a llamar a mi marido para pedírselo, a lo mejor no le hacía gracia.

Me vestí con unos pantalones vaqueros de forma discreta, y salí a ver como era la ciudad a pie. No hice más que salir y me tropecé de morros con la pizzería Madonnina, estaban montando las mesas, me pareció ver a Adán pero me hice la loca, y miré para otro lado.

.- ¡Mayte!, ¡Mayte! Pocas Maytes debe haber en Holanda, así que era a mí a quien llamaban,

Deduje que él también me había visto, así que no me quedó más remedio que volver la cabeza y atenderlo.

Se acercaba a mí como si me conociera de toda la vida repasándome bien.

Se acercó y me estampó otro par de besos, está vez sus manos cogieron mi cintura con demasiada confianza para habernos conocido hacía unos minutos.

.- ¿Qué haces?

.- Pues he salido a pasear. No sé dónde ir, pero pasearé un rato por los alrededores, me da la impresión que esto es muy bonito.

La verdad es que Rembrandtplein, es una plaza demasiado populosa para mi gusto, y demasiado ruidosa también, pero no se puede negar que todo es precioso.

.- ¿Y tu marido?

.- En la Junta de Accionistas.

.- ¡Ja, ja! ¿Un tío importante no?

.- Pues no sé, no estoy segura.

.- ¿Esta noche os espero a cenar?

.- Cuando venga mi marido se lo preguntaré.

.- Te doy mi móvil, en cuanto te enteres y me llamas que os reserve la mejor mesa.

.- A lo mejor no podemos venir.

.- ¿Por qué?

.- Si la reunión dura mucho, cenan en el hotel de la Junta y siguen de reunión hasta la madrugada.

.- ¡Ah, vaya lo siento! Pero si salís me llamas y os guardo un sitio privilegiado.

.- Vale de acuerdo, así lo haremos.

Saqué mi móvil y apunté su número de teléfono. Iba a despedirme para continuar mi paseo, cuando dijo...

.- Oye, si eso pasa ¿no pensarás cenar sola en el hotel?

.- Pues a ver que voy a hacer, no puedo hacer otra cosa.

.- Claro que puedes, vente aquí a cenar. Podemos llamar a Julio y yo os sirvo la cena.

.- No, no, no creo que eso esté bien.

.- ¿Por qué no? Tu marido le sentará mal

.- No creo, pero no os conozco lo suficiente.

.- Somos buena gente, somos de fiar.

.- No es eso, es que... no sé... me da vergüenza.

En ese instante sonó mi móvil, en la pantalla aparecía la cara de mi marido, Adán lo vio...

.- Tu marido te llama.

.- Sí, voy a cogerlo. Felipe ¡dime! Durante un minuto me contó que nada más llegar le advirtieron que había un tema estratégico que requería una votación que afectaría al valor de las acciones, y que debía quedarse hasta la votación, o ceder el derecho a votar sobre sus acciones, y además que previsiblemente la misma se celebraría de madrugada. Se le notaba consternado, y por la voz requería mi aprobación para quedarse a la reunión que nos había llevado a Amsterdam.

Así que le dije...

.- Cariño no te preocupes, quédate. Yo estoy paseando cerca del hotel. Y esto está muy animado, cuando sea la hora de cenar, cenaré en el hotel, y luego me acostaré. He pasado por la puerta de la pizzería del chico que nos ha ido a buscar al aeropuerto y está muy bien, a ver si podemos ir mañana juntos. Mi marido me dijo que fuera a cenar allí, así no me sentiría tan sola, y que preguntará por Adán. Lejos estaba de sospechar que me encontraba con él.

De pronto me sorprendió diciéndome...

.- Oye coge el teléfono de Julio, y lo llamas y quedáis los tres, así tendrás con quien hablar. Espera. Me dictó el número que apunté en el mismo móvil poniendo el manos libres.

.- ¿Tú crees que es conveniente? Me da vergüenza

.- Sí cariño, son  buenos chicos. Puedes cenar, que aquí se cena más temprano y luego tomar algo por algún pub, que esa zona del hotel es la mejor para salir de noche.

.- Cari, que son dos chicos, me da corte, va a parecer que quiero rollo.

.- Anda no seas tonta, diviértete, que no es para tanto.

.- Vale ya veo que hago, y te cuento. ¡Te quiero! y colgué el móvil.

Adán me dijo...

.- Ahora no tienes excusa. Yo llamo a Julio y os preparo una mesa de las mejores para vosotros dos. Además voy a pedir permiso para salir un par de horas antes, que el jefe me debe muchas horas de más, y estoy seguro no se negará, y nos vamos a tomar algo por ahí.

.- De acuerdo. Manifestando mi aceptación del plan.

Nos despedimos con otros dos besos en las mejillas, y esta vez se paró un poco más de lo habitual en cada una, y la mano de la cintura peligrosamente invadía parte de mi culo.

Estuve unas horas dando vueltas por la calle, sin enterarme de nada, admirando el río Amstel, los puentes, los canales, las casas de madera, etc., pero pensando que el camarero estaba seguro que era una mujer necesitada de algo más que amor. Tampoco tenía claro que esperaba yo de una cita con dos desconocidos, todo era muy extraño para mí.

A la vuelta al hotel, la plaza y los alrededores hervían de gente, de puestos de venta, de pintores de caricaturas, y en una pequeña tienda de ropa, en ella un vestido negro, al estilo de los que usan las inglesas cuando salen por la noche de fiesta. Entré, el precio era una ganga, era más bien un minivestido, que tapaba lo justo, enseñando por arriba con un escote palabra de honor y por abajo, tan corto y ceñido que tendría que estar dándole tirones toda la noche para no enseñar más de lo debido. Me lo compré, pensé vestir de una forma más adecuada a una cita con unos chicos jovencitos como los que había quedado.

Volví al hotel, y me duché de nuevo, me puse una tanga blanca (no había llevado negra), para que no se marcara la costura en el vestido, y me enfundé el vestido. Me sentaba de maravilla, y marcaba mis caderas un tanto provocativamente. Pensé que parecía una auténtica “puta”, pero tampoco me importaba, allí en Amsterdam quien coño me conoce.

Salí a la calle, no sin antes comprobar que los recepcionistas del hotel se quedaron embobados al verme pasar. Estaba consiguiendo el efecto deseado.

Llegué a la Madonnina, en la puerta estaba Julio, con la boca abierta mirándome como quien mira un fantasma, sin saber que decir.

.- Hola Julio

.- Hola Mayte

.- ¿Cómo estás? Vaya cita a ciegas que te ha salido esta noche ¿Eh?

.- A ciegas espero que no sea, pues te juro que nunca jamás he cenado con un pedazo de mujer como tú. Muchachas guapas muchas, pero una mujer como tú, nunca.

Me ruboricé, y llegué a pensar que tal vez me había pasado de explosiva con mi vestido.

Entramos en la pizzería, al vernos Adán casi le da un mareo, a punto estuvo de tirar los platos que llevaba en la mano. Tras servir la mesa se acercó a mí dándome otro par de besos, y está vez estampó la mano en la mitad de mi culo de forma ostensible. Se quedó esperando a ver si decía algo. Aunque yo le sonreí irónica y nada dije.

Cenamos maravillosamente, Julio acabó siendo un gran conversador, y me contó parte de su vida de una forma graciosa y humilde. A veces éramos interrumpidos por Adán, que nos traía comida, que ni siquiera habíamos pedido, y sobre todo vino espumoso tinto italiano Sange de Giuda (Sangre de Judas), cayendo un par de botellas, así que calculé más o menos un litro por persona.

Cuando acabé la cena me sentía ya un poco bebida y bastante desinhibida.

Adán cumplió su promesa y terminó de trabajar al tiempo que nosotros de cenar, tampoco quedábamos muchos clientes así que no fue problema alguno. Salimos los tres del local, y echamos a andar, me coloqué en medio de los chicos y me cogí de ambos brazos, así evitaba tropezar por los efectos del vino.

Entonces sonó mi móvil. Otra vez mi marido.

.- Dime Felipe... Estoy bien...  Acabo de cenar en la Madonnina... Sí, sí, muy bien... Sí, con Julio, y con Adán... Perfecto, todo perfecto... Ahora vamos a tomar una copa por aquí cerca y luego me voy a dormir al hotel... Sí, sí no te preocupes... No te esperaré despierta... Valeeeee... Muy bien cariño, me divertiré... Claro que te quiero... Buenas noches... Buenas noches...

Cerca de la plaza está el Club NYX, no sabría definirlo, si alternativo, si cutre, no sé, pero tampoco iba yo para mucho elegir así vestida, con dos chicos, y un tanto mareadilla.

El club tiene actuaciones en directo por lo que vi en los anuncios de las paredes, un tanto oscuro, con chicos pintada la cara como chicas, travestis, mucho ruido y música fuerte dance, un D.J. pinchando en directo. Mucha gente loca, bailando muy apretados. Es como un tubo, un rectángulo largo y no muy ancho, donde la gente se agolpa, y sientes cuerpos a tu alrededor en un continuo roce.

Cuando entramos las luces directas en la semioscuridad me deslumbraron, y comencé a chocar con tanto cuerpo bailando un poco entre alocados y esperpénticos, los chicos advirtiéndolo me cogieron por la cintura, y casi me llevan a la barra en volandas.

Adán ya aprovechaba para ponerme la mano en el culo con descaro, y yo seguí callada sin objetar nada.

Pedimos en la barra unos cócteles que estaban de moda en esa ciudad, y que no recuerdo el nombre, aunque sí que eran bastante fuertes, y que uno sólo bastó para dejarme en un estado en el que ya no me controlaba casi nada.

La fiesta del club iba a más, unas chicas  con camisetas transparentes y ajustadas bailaban alocadas sobre una tarima, los pechos se les marcaban dejándolas ver perfectamente diáfanas, y cuando una luz trasera las iluminaba estaba claro que no llevaban ropa interior, se les podía adivinar los labios del chocho perfectamente.

En otro momento me habría escandalizado, pero me hizo gracia, ¡A mi qué¡ Ni yo las conozco ni ellas a mí, ni conozco a nadie, ni conozco bien a los chicos con los que voy, así que a mí como si las follan allí mismo.

Comenzamos a bailar con las brazos arriba siguiendo las órdenes del D.J., cuando alguien se apretaba conmigo, si me movía mi vestido subía y enseñaba el tanga blanco por abajo, así que bajaba con las manos la faldita para que solucionar la inesperada exhibición. Todas las veces encontré la cara de ellos fija sobre mi entrepierna, sobre todo la de Adán, que no se perdió detalle ni una sola vez.

Como iba algo bebida, le dije al oído (de otra forma no me habría escuchado con la música tan fuerte)...

.- ¿Te gusta lo que ves?

.- Me encanta. Me respondió al oído. Es lo más bonito que he visto en meses. Daría cualquier cosa por verlo de cerca y sin nada que lo cubra.

Me sonrojé, y noté que también me mojé del gusto que me dio la respuesta.

.- “Pos” no creo que veas nada más allá. Le dije, con airé chulesco.

.- “Pos” espero que sí, yo voy a ver si puedo hacer ese capricho realidad. En tus manos está.

Mas humedad para mi tanga.

.- Creo que te vas a contentar con lo que a veces sin querer enseño.

.- Si es así que remedio me queda, pero si puedo verlo, tocarlo, o disfrutarlo, me encantará hacerlo.

Definitivamente chorreaba. Tenía que llevar cuidado de no enseñar la tanga, pues a lo mejor se vería el efecto de la humedad en ella.

Nos fuimos a la barra a pedir otro cóctel. Yo alegaba no poder, aunque no me hicieron caso y me pidieron otro.

Cuando iba a mitad, y notaba cierto mareo…

.- Oye, ¿eso es un chico o una chica? Pregunté

.- Eso es un chico. Me dijo Adán

.- No puede ser, tiene tetas y mira su cutis. ¡Es una chica! Repuse seriamente.

.- Es un chico

.- Una chica

.- ¿Qué te apuestas? me dijo Adán

.- Otra ronda de cóctel, quien pierda paga.

.- No, no, eso no, no creo que podamos beber más. Y menos tú. Dijo Adán.

.- No sé. Di tú.

.- ¡Un morreo!

.- No, no, no creo que eso esté bien, déjalo no apostamos nada

.- Y si te apuestas la tanga esa blanca que llevas puesta. ¿Hay trato?

Apostar la tanga me parecía bien, me preocupaba que si perdía iría el resto de la noche a pelo.

Pero iba tan puesta a copas que con cara de provocación le dije...

.- ¡Trato hecho!

.- Nos dimos la mano en señal de acuerdo.

Adán se separó de la barra y levantó la mano gritando... ¡Geeeeerrit¡ El chico-chica volvió la cabeza, y le saludó. Adán le hizo un gesto para que se acercara con la mano.

¡La madre que lo parió!, el rarito era amigo suyo.

.- Gerrit, te presentó a mi amiga Mayte. Le dijo en español.

.- ¡Encantadou! contestó en un español tan rarito como él.

.- Gerrit habla un poco de español, los veranos los pasa en Ibiza, haciendo la loca. Dijo Adán en toda su cara.

.- ¡Ay, sí, sí, me encanta Ibiza! Allí si que hay hombres que me dan lo que necesito, jaja. Dijo dejando clara su condición de travesti.

.- ¿Tienes claro ahora que es un chico?

.- Pos no sé, a lo mejor es una chica.

.- Adán estampó la mano en todo el paquete del tal Gerrit, remarcándolo en el pantalón, no es que tuviera mucho que mostrar pero desde luego hay había algo.

.- ¡Vale, me rindo!

.- La tanga. Dijo mientras estiraba su mano derecha.

Julio, miraba alucinando de ver la poca vergüenza de su amigo, o tal vez valorando que yo estaba más bebida de lo que imaginaba o era más golfa de lo esperado.

.- ¿Dónde está el aseo?

.- Ni te molestes, no vas a llegar con tanta gente. Además dará asco, es como un lago de meados. Te aconsejo te lo quites aquí, y así nos das una exhibición.

Entre la rabia por haber perdido, y un poco la excitación, baje las manos, las metí por debajo de la falda y tiré de los hilos del tanga, jalándolo hacia abajo, creo que se me pudieron ver los pelitos del coño, pero la verdad me daba igual. Tiré y lo saqué levantando sucesivamente mis piernas. Hice un ovillo con él y se lo entregué en la mano como un ovillo.

Cuando lo soltaba, noté que uno de mis dedos estaba húmedo, asi que me di cuenta que había olvidado que debía estar mojado por mis calenturas.

La cara de Adán era un tanto burlesca, se notaba que valoraba que hacer. De pronto lo deslió y lo estiró, quedando a la vista de los tres un pequeño manchurrón de flujo, donde debía haber estado hasta hace un rato mi coño. Lo mostró, cosa que me dio algo de pudor y rabia, aunque sólo lo vío claro Julio, y luego se lo puso a modo de casco en la cabeza, siguiendo tomándose la copa como si nada.

Opté por no darle importancia y allí seguimos hablando, no quise bailar por no enseñar más de la cuenta, tras un rato de cháchara, Julio dijo de ir al aseo.

.- Lleva cuidado, es un sitio peligroso. Le dijo Adán. A ver si se aprovechan de ti. Apostilló entre sonrisas burlonas.

.- Llevaré cuidado. Dijo Julio y se marchó entre la gente.

Adán aprovechó para ponerme una mano el uno de mis cachetes del culo, siguiendo hablando como si nada sin retirarla. Me hizo gracia su descaro, y me gustaba el tacto de tocarme sabiendo que no llevaba nada debajo.

Pasados unos cinco minutos volvió Julio.

Algo había pasado, presentaba mal aspecto, e iba mojado.

.- Joder tío, vámonos. Me han tirado un cubata en la puerta del aseo, y al ir a ver quien era, he resbalado con los orines, y he caído delante de todos los que había en la puerta, y estoy lleno de meados. ¡Joder que mierda! Tengo que cambiarme.

.- Vale tío, no te preocupes, vamos a mi casa, te duchas,  te cambias, y mañana lavamos la ropa.

Salimos a la calle.

.- Bueno, yo me voy al hotel a dormir.

.- Espera que te acompañamos. Vamos a cambiar a Julio, que yo vivo al girar la esquina, y te acompañamos al hotel que ya es las 12 de la noche, y esto es Amsterdam y no España, hay mucho borracho y tú estás muy buena.

Dudé unos segundos. Pero la expectativa de poder ser agobiada o algo peor por algún borracho o drogata pudo conmigo, y acepté el ofrecimiento.

Efectivamente la casa de Adán, donde se hospedaba Julio, estaba al girar a la esquina, así que se conocía a todo el mundo por allí.

Subimos al primer piso, una casa antigua pero bien conservada, de pisos que se intuían pequeños.

Adán abrió la puerta, y nos cedió el paso. El piso era pequeño como predije, pero bonito, parecía  decorado por una mujer, probablemente la casera, ya que estaba alquilado. Había dos cuartos de baño, y Adán le pidió a Julio que se cambiara y duchara en el de la habitación principal en donde él dormía, pues había champú, jabón, y toallas, y el otro no estaba aún preparado.

Julio, fue a su habitación y apareció con unos pantalones y un jersey, que había sacado e su maleta, y se metió al cuarto de baño, que por cierto no tenía puerta. Julio nos miró con cara de tonto, como diciendo...

-No hay puerta-.

Adán que entendió la mirada le contestó.

.- ¡No, no hay puerta, pasa algo! Te duchas y si te vemos te jodes. Mayte nos ha dado su tanga, y nos ha enseñado algo más con confianza, y tú te procuras por tu cacahuete, ¡Vamos hombre!

No sabía si había visto algo más. Pensé que era un farol para conseguir que se metiera a la ducha de una vez.

Julio optó por desnudarse en el aseo, y meterse a la ducha. Para que quedase claro que no me interesaba verlo desnudo, me senté en la cama mirando para otro lado.

Adán se sentó frente a mí, en un silloncito que había junto a la puerta del dormitorio.

Me sentía algo mareada de la bebida, y me dejé caer en la cama, de espaldas, abriendo los brazos, tan feliz. Allí recostada mirando el techo, notaba los efectos del alcohol y como se movía la lámpara en mi cabeza.

Adán sentado enfrente estaba callado. Volví mi cabeza, olvidando lo que pasaba en el aseo, y pude ver a Julio, completamente desnudo dándose jabón. Él me miró, y se puso a enjabonarse el pene, para tapárselo, volviéndose pudorosamente de espaldas, y mostrándome su culo lleno de gel.

Adán seguía callado. ¡Que raro! Pensé

De pronto lo vi claro...

Si estaba echada en la cama con un minivestido, que me llegaba a ras del coñito, y no llevaba tanga, eso era qué......

¡Que me estaba viendo todos los pelitos del coño y parte del mismo, Joder!

Me levanté como un resorte, metiendo la faldita por entre los muslos.

Efectivamente estaba embobado mirando mi entrepierna.

.- ¡No hagas eso!, Que estaba viéndote el coño. Si ya te lo he visto, no hagas eso, ¡Anda!

.- Jolines, te estoy enseñando todo.

.- Todo, todo no. Sólo te veía los pelitos y la parte de arriba de tu rajita. Que sepas que me ha parecido todo precioso.

Me moría de vergüenza. Como podía haber sido tan torpe. La bebida me había jugado una mala pasada.

.- Anda enséñamelo bien. Quítate la falta y abre un poquito las piernas.

.- Que no.

.- Por faaaaa.

.- Que no.

.- Anda, no seas mala. Está Julio desnudo y no se queja.

A todo esto Julio que salía secándose, pero con dos toallas, una de ellas anudada como si una falda se tratase.

.- Ves, Julio, entiende que somos amigos y no hay maldad por eso.

.- No es lo mismo.

.- Sí lo es. Además ya te he visto, es para que Julio no se sienta mal. El pobre no te ha podido ver nada de nada.

.- Que se fastidie.

.- No seas mala.

.- Es verdad a mí me has visto desnudo. Y yo no he podido ver nada tuyo. Señaló de pronto Julio. ¡Enséñame algo, por fa!

.- Anda enséñanos los pechos, al menos. Sí solo tienes que bajarte el vestido. Venga. Dijo Adán.

Estaba poniéndome la situación algo alterada, pero de nuevo estaba chorreando. Si he de ser justa, me apetecía enseñarles las tetas a estos dos, a ver que tan valientes eran. Decidí ponerlos aún más a prueba.

.- Vale, os enseño los pechos. Si Julio se quita la toalla y se queda completamente desnudo.

Esperaba que no accediera a ello, aunque en el fondo deseaba que sí lo hiciera.

Julio, tiro de sus toallas, y ambas fueron al suelo. Estaba bastante bien, aunque algo flaco, una polla flácida normal sin pasarse, a lo mejor algo pequeña, pero bien. Se quedó mirándome retador a ver que hacía.

Sin levantarme de la cama. Cogí mi vestido por la parte del escote. Y tiré de él bajándomelo hasta la cintura. Mis pechos quedaron a la vista. Estaba excitada. De forma espontánea eché la cabeza hacia atrás, y exhale el aire de mis pulmones, lo que dejó clara mi excitación y que me estaba poniendo la escena. Un chico desnudo, otro que me había estado mirando mientras no me enteraba, y yo en tetas. ¡Madre mía!

Con la cabeza hacia atrás y los pechos como pitones, cerré los ojos, esperando algún acontecimiento.

Note como la cama se estremecía, por que Julio se había sentado a mi lado. Ni me moví.

De pronto unos labios, y una lengua rozaron mi pezón. La saliva comenzó a llenarlo, y pequeños mordisquitos, comenzaron a darme placer.

Instintivamente y porque lo estaba deseando, abrí mis piernas, dejando a la vista de Adán que seguía sentado, todo mi coño húmedo, caliente, pero cerradito.

Unas manos separaron mis muslos, dejando el espacio suficiente para que cupiera una cabeza, una lengua, pasó rápida por mi clítoris, produciéndome un escalofrío de placer, otra vez, y otra, la lengua bajó por los labios de mi coñito, metiéndose por él y saliendo, follándome con la lengua el coño, y dándome de vez en cuando lametones en la pepitilla. No podía más, grité....

.- Me corroooooooooooooooooo.

Y me corrí entre jadeos y grititos. Adán siguió dándome lametones, y Julio bocaditos, así que tuve unos segundos de escalofríos. Hasta que pedí que pararan.

Julio se levantó, la polla había crecido y tenía un tamaño normal, algo fina para mi gusto, pero estaba dura como una piedra. Apuntó con ella para mi boca, y a pesar de que soy reacia a chuparla a desconocidos, me la metí golosa en la boca. Recién lavadita estaba sabrosa, así que chupe con avidez.

Adán se levantó también y comenzó a quitarse los pantalones. Como pude, por que la polla de Julio no me dejaba, giré la cabeza para ver que hacía. Se desnudó de cintura para abajo. Se sobaba la polla para que creciera, tamaño normal pero gorda, me encanta que sean gordas que me abran bien el coño, y sabía cual era su objetivo.

Se acercó a la cama, tiró de mí levantando mis piernas para dejar el coño expedito, y acercó su polla a mi cueva de placer, creí correrme sólo de pensar que me iba a follar un desconocido, y que me moría de ganas de que me follara ya de una vez.

Rozó su polla por mis labios, los que antes chupaba, que seguían mojados. Me golpeo con ella el clítoris como un martillito. La bajó y la enfiló, y sin miramiento alguno me la clavo, hasta que los huevos dieron con la cama y no entraba más. Levantó cogiéndome del culo mis muslos para permitir una penetración más profunda, y me la clavó entera. Grite de placer y dolor, pero él sabía que quería más. Comenzó a darme polla de forma lenta. Sólo atina a decir.

.- Fóllame duro. ¡Cabrón!

Su ritmo aceleró, el mete y saca era rápido, a veces doloroso, pero muy placentero. Me estaba corriendo sin parar, de una forma extraña, no era una explosión, sólo corridas encadenadas. De pronto llegó la explosión. Julio notando que algo pasaba, sacó su polla de mi boca. Y grite de placer durante unos segundos. Debió oírse en todo el barrio. Ni siquiera noté que Adán se había corrido en mi coño, pero la humedad y que la polla se venía abajo me lo indicó.

Julio volvió a meter su polla en mi boca, notaba como temblaban los músculos que la sostienen, sabía que llegaba el fin. Me disparó en la boca al tiempo que la sacaba, tragué el primer chorro, el resto del semen cayó por mi cara, ojos, y pecho. Una corrida intensa, de bastante semen. Me gusta que se corran encima de mí, no tanto en la boca, pero encima me encanta.

Nos quedamos mirando atónitos. De pronto Adán rompió a reír. Y todos con él.

.- El mejor polvo de mi vida. Dijo Adán. De verdad que eres la mujer más increíble que he conocido. Que suerte tiene tu marido.

De pronto recordé a mi marido. Miré el reloj. Eran la una y media, Supuse que estaría al llegar.

.- Tengo que ducharme. Me levanté y fui a la ducha.

Me desnudé y me metí en ella, el agua caía por mi cuerpo, y comencé a repartirme el gel. Miré para la cama, y mis dos amigos estaban... “dándose una paja”... Sus polla se habían levantado aunque con menos vigor y se pajeaban como locos, mirando mientras me enjabonaba. comencé a sobarme de forma voluptuosa, a darme pasadas por el coñito aún abierto y caliente. No tardaron mucho en llenarse las manos de semen. Se levantaron y se acercaron al water para coger papel higiénico y quitarse el semen de las manos.

Salí de la ducha me vestí. Ellos se vistieron también raudos, y me acompañaron al hotel. nos despedimos en la puerta, me hicieron prometer que si duraba la reunión de mi marido nos veríamos de nuevo. Subí temiendo que ya hubiese llegado mi marido. Así era, al abrir la puerta lo vi quitándose los gemelos de la camisa del traje.

.- Hola cariño, ¿Cómo estás? ¿Cómo ha ido todo?, ¿Ese vestido es nuevo?

.- El vestido me lo he comprado esta tarde. La cena ha ido bien. Y hemos ido a tomar algo a un club bastante raro después. Dije mientras le daba un beso en los labios.

.- Desde luego el club debía ser raro, y tanto, además de música y copas, también daban semen, porque llevas un manchurrón de semen en el vestido.

Miré hacia abajo y vi un pegote de semen a la altura de mi cintura, probablemente que cayó de la mamada a Julio, ya que el vestido estaba arrugado a esa altura.

.- Pues..... No sabía que decir, no quería mentir a mi marido, pero tampoco reconocer que me había follado.

.- Cariño, está claro que te han follado, y supongo que los dos. Lo importantes es que estés bien. La culpa es mía que te dejó con un par de chicos. Dúchate y vamos a dormir.

.- Ya me he duchado.

.- ¡Ah! Que te han follado en una cama.

.- SÍ en la casa de Adán.

.- ¿Lo has pasado bien?

.- Sí, tengo que reconocer que sí. Ha sido algo no buscado. Ha pasado y punto.

.- Vamos a dormir cariño. Te quiero. Mañana tengo Junta, si acaba pronto iremos a cenar a la Madonnina, y estarás conmigo. Si termina tarde, llama a tus amigos, seguro que les das una alegría.

Me dio un beso en la boca. Y nos acostamos a dormir abrazados.