Follada con mi vecino bakala 1

Después de unos minutos y notar mi pelo lleno de pre, empecé a gemir más fuerte y Fran supuso que me iba a correr

Follada con mi vecino bakala 1

Estaba a punto de terminar el verano y ahora había que volver a la rutina, y encima nos habíamos mudado a una casa más grande y tenía que organizar mi habitación entera. Mi hermana se había cogido la habitación que daba al jardín trasero y yo me cogí la que daba al delantero. Mi habitación era mucho más grande, ya que era una habitación de matrimonio. Después de subir cajas y cajas a mi habitación y ocupar medio pasillo empecé a desembalar una a una después de haber montado los muebles. No sé ni qué hora era pero mi madre nos llamó para comer a mi hermana y a mí. Después de comer unas pizzas volví a mis quehaceres. Después de mucho desempaquetar y de mucho sudar terminé de colocar todo y decidí darme una ducha. Después de ducharme como siempre tenía un empalme de aupa, pero aún no teníamos línea de internet en casa, ya que el técnico vendría mañana por la mañana así que decidí salir al jardín trasero a tomar el fresco.

Mis padres se habían ido a cenar con mi hermana a una cadena de comida rápida y la verdad es que a mí esos sitios no me gustaban, ya que me costaba lo mío mantener mi cuerpo en buena forma. No es que estuviese mazao, pero tenía mis músculos de la natación y el ciclismo. Estaba solo con un bóxer de color azul y mi polla estaba intentando salir todo el rato. Me la coloqué para que si seguía creciendo se fuera hacia los laterales y no hacia arriba. Pensé en ponerme algo de música y así esperar a que se bajara ella sola, aunque sabía que era difícil, porque este verano solo había follado una vez y fue a finales de Junio. Entré al salón en busca de mi ipod, pero no lo encontraba en ningún sitio. La verdad es que soy un poco despistado con las cosas y pocas veces me acuerdo de dónde las suelto. Cogí las llaves del coche y me puse un bañador que tenía preparado por si me apetecía darme un baño en la piscina por la noche. Al salir de la casa, ya vestido por lo menos sin que se me notara tanto que la tenía morcillona, abrí el coche y allí estaba, en el asiento del copiloto. Al cogerlo y sentarme en el coche para buscar los cascos oí varias motos que aparcaban delante de la puerta de mis vecinos. La curiosidad me pudo y disimuladamente empecé a mirar. Eran cuatro, cuatro bakalas de la vieja escuela como digo yo. Tres de ellos iban engominados y el otro lo llevaba tan rapado que aunque se pusiese gomina no serviría de nada. Iban vestidos con vaqueros ajustados y camisetas ajustadas, marcando músculos. La verdad es que estaban muy bien, por lo menos hasta donde yo veía. Me cagué en mi mismo por tener el coche tan sucio, porque no podía distinguirlos bien por la ventanilla del copiloto. Me dije a mi mismo que que coño hacía un tío de veinte años observando a niños de no más de dieciocho. Salí del coche, lo cerré y saqué las llaves de casa y cuando iba a abrir la puerta unos gritos me hicieron devolver mi atención al vecino.

—¡Qué pasa Fran, hermano! —Desde mi posición solo podía escuchar, pero no ver, pero de todas formas decidí entrar en casa y abrir la ventana del hall, para escuchar sin que fuese un canteo quedarme delante de la puerta solo con un bóxer y un bañador.

—Venga vámonos a las fiestas, que seguro que hay alguna guarra deseando comernos los rabos. —Después de ese comentario se rieron y empezaron a pasar delante de nuestra casa y se pararon para mirar mi coche.

—Mirar que guapo el coche —dijo uno que era más bajito que los demás y que después me enteraría que se llamaba Dani, como yo. Todos se quedaron mirándolo.

—Joder, a ver si alguno se compra un coche y tenemos ya sitio pa follar siempre que queramos —dijo uno que llevaba la camiseta roja mientras se apretaba el paquete.

—Venga, vámonos, que no llegamos al final. —Todos continuaron su camino y gracias a esa parada para ver mi coche pude observarles mejor. Eran más pequeños que yo, pero tampoco mucho, alrededor de dieciocho años. Todos iban al gimnasio a diario, porque tenían unos brazos que flipas

Ver al tío ese agarrándose el paquete hizo despertar a mi rabo otra vez, pero yo seguía haciendo mi voto de castidad a expensas de encontrar a uno que me diera lo mío. Seguía absorto en mis pensamientos cuándo empezó a sonarme el móvil. Era mi madre. Que se iban a ir a casa de mis tíos, que vivían por la zona y que mi hermana se iba a quedar allí a dormir. También me dijo que si quería que me fuese con ellos, pero decliné la invitación, ya que estaba demasiado caliente como para poder pensar en otra cosa. Me fui otra vez al jardín y me puse a escuchar música con un altavoz que tenía. Creo que me quedé dormido en la tumbona, porque fui consciente de la realidad cuando escuche las motos de los amigos de mi vecino. Miré la hora y eran las cinco de la mañana. Sí, me había quedado dormido con la música puesta. Apagué la música y me fui hacia mi habitación a dormir. Cuando pasé por delante del hall vi que alguien estaba mirando por las ventanillas del coche. Abrí la puerta pensando que era un gilipollas haciendo la gracia.

—¿Te mola o qué? —dije con el tono más chulo que podía poner. La verdad es que más que chulo quedó como si fuera un vendedor y él fuera un posible cliente. El chaval solo giró la cabeza y se me quedó mirando. Era uno de los que había visto pasar por delante de mi casa.

—Está guapo —empezó a caminar hacia la puerta de casa. Tenía andares de malote como si por donde el pasaba se tenían que apartar los demás. Cuando llegó a la luz del farolillo de la entrada pude verle mejor, y la verdad es que estaba muy bueno. Mediría un poco más que yo, tenía el pelo rubio oscuro corto, ojos verdes y la piel morena. Iba vestido con una camiseta amarilla y unos vaqueros ajustados oscuros. Llegó a mi altura y solo me pude quedar mirando esos hipnóticos ojos. —¿Vives aquí? —Hizo un movimiento con las cejas como si yo fuese lerdo y no hubiese escuchado la pregunta.

—Sí, nos hemos mudado hoy.

—Yo vivo aquí al lao, soy Fran —y me estiró la mano. Le di un apretón y note que tenía mucha fuerza.

—Yo Dani.

—Bueno tío, ya nos veremos, que estoy muerto y me voy a casa, que me he hartao a follar —y dio una sonora carcajada. Empezó a alejarse y no podía quitar la vista de ese culo, ese contoneo. Cuando desapareció de mi vista cerré la puerta y me fui a mi habitación a dormir. Esa noche soñé que Fran me follaba como una puta y me destrozaba con ese enorme cuerpo que tenía. Al despertarme noté que la tenía como una piedra y que estaba el bóxer mojado. Me metí los dedos y saqué todo lo que pude para metérmelo en la boca y saborearlo. Es una manía que tengo desde que empecé a tener poluciones nocturnas y cuando me masturbaba. Siempre me bebía mi semen. Me fui a la ducha y me puse un bóxer rojo y un pantalón corto blanco. Bajé las escaleras y en la puerta había una nota pegada.

“Dani, hoy tenemos una reunión hasta tarde. Tu hermana está en casa de los tíos, que va a pasar allí lo que quede hasta que empiece el curso. Desembala alguna caja y colócalo en su sitio. El técnico del internet dijo que vendría sobre las doce. Gracias hijo. Papá”

Cojonudo, otro día solo y no puedo llamar a nadie, porque mis amigos viven en otra ciudad a más de dos horas en coche. Despegué la nota de la puerta y la hice una bola para tirarla. Cuando sonó el timbre. Al abrir me vi a un tío de más de cincuenta con pinta de no haberse lavado en meses. Me dijo que era el técnico de la compañía de internet. Le dejé pasar y le empecé a decir dónde estaban las clavijas del teléfono. Creo que al tío le iban los rabos, porque no paraba de mirarme de reojo los abdominales y muchas veces me miraba los pezones. Llevaba mucho tiempo sin nada pero no me apetecía hacerlo con un tío así, pero si me gustaba calentar al personal. Así que me estiraba los brazos para que me viera bien, me colocaba el paquete por encima del pantalón y el hombre empezó a ponerse nervioso. Me lo imagine desnudo y follándome y se me quitaron las ganas de seguir haciendo el calienta pollas. Me crucé de brazos y al cabo de media hora (creo que tardó más para ver si yo quería algo) terminó de poner todo. Le acompañé a la puerta y me miró a los ojos con cara de cordero degollao, pero le dije que muchas gracias y adiós. Cogí el portátil y me fui al jardín para mirar unas cosas del correo.

Al salir me senté en la tumbona y empecé a mirar el correo. La verdad es que la casa estaba bien, no era zona nada ruidosa y estaba bien comunicada con la capital. Empecé a leer el correo atrasado cuando oí como alguien se bañaba en la piscina de al lado. Agudicé el oído para saber si era Fran el que se bañaba y subir a la habitación de mis padres y poder verle en bañador. Solo se estaban bañando, pero había mínimo dos personas, porque había dos sonidos diferentes al nadar.

—Así que son nuevos —supuse que estaban hablando de nosotros y me quedé en completo silencio.

—Sí tío. El del coche es un pipiolo. —¿Pipiolo? ¿yo? Pero si le saco más edad seguro.

—Jajajaja, madre mía. Será un niño pijo de esos.

—Pues no sé, pero a las cinco de la mañana, cuando llegué a casa, salió de su casa medio en bolas. —Porque será que la gente no cuenta bien las historias nunca. Él estaba mirando mi coche y por eso salí, a ver si se piensan que estaba espiando… bueno ahora sí estaba espiando, pero por la noche no.

—A lo mejor estaba follando.

—Pues si estaba follando, no sé que hacía saliendo de la casa dejando a la piva a medias. —Los dos se rieron y sonó como algo metálico.

—¿Y tú qué tal ayer? Porque a las tres desapareciste y no supimos na.

—Me cogí a una que estaba to pedo, y la follé to la boca y el coñito. No veas como costó que entrara, pero al final entró todo. Cuando la estaba follando el coñito no veas como gemía la puta, la tuve que poner la mano y to pa que se callara.

—Joder Fran, haberme avisao y la hubiese tapao la boca con la polla.

—Quita, que a mí tríos con dos tías sí, pero na más. Jajajajaja. Esta noche si la vuelvo a ver te la paso y la revientas tú. —Me la habián puesto dura y tenía un dolor de huevos que no debía ser bueno. Me fui a dentro y me puse a desembalar cajas y más cajas y a colocar todo en su sitio para ver si así dejaba de pensar en el calentón. Cuando oí algo que se caía al suelo en el jardín. Me giré y mi portátil estaba en el suelo al lado de un balón de fútbol. Salí corriendo a recoger el portátil, por suerte no le había pasado nada. Llamarón al timbre y fui a abrir. Era Fran con su amigo. Los dos estaban mojados y en bañador. Fran llevaba unas bermudas y su amigo uno tipo slip. Tenían más abdominales que yo y tenían la piel tostada por el sol. Me quedé mirando sus pezones que estaban duritos, listos para comerlos.

—Perdona…

—Dani, me llamo Dani.

—Eso Dani. Mira es que se nos ha colao el balón en tu jardín. Que si nos lo das. —Ni perdón ni nada y encima su amigo no paraba de sonreír.

—Sí claro —fui al jardín y les di el maldito balón. —La próxima vez tener más cuidado que le habéis dado al ordenador. —Los dos se quedaron mirándome y se fueron sin decir nada. Eran chulos y encima prepotentes. Cerré la puerta y me cagué en ellos.

Ya habían pasado tres meses desde que nos vinimos a vivir y mi madre y la madre de Fran se habían hecho muy amigas, que es algo que no se podía decir de nosotros. Algunos fines de semana ellos venían a comer o nosotros íbamos a su casa. Era una familia de lo más normal. Tenían dos hijos, Fran y una niña de la edad de mi hermana que se hicieron íntimas. Yo intenté hablar con Fran alguna que otra vez, pero solo respondía con sí, no o con un pequeño bufido, así que ya pasaba. Al final ni él ni yo coincidíamos en las comidas, porque o él no estaba o yo me había ido con los amigos que hice en la universidad.

Teníamos las vacaciones de navidad en la universidad así que decidí tomarme esas semanas como descanso, porque llevaba al día todo y solo repasaría un poco por las mañanas. Mi hermana estaba en el salón con la hermana de Fran (he llegado a pensar que estas dos se despiertan a las cinco de la mañana y quedan en casa de una o de otra). No eran más de las ocho y media y parecía que llevaban apalancadas en el sofá más de cinco horas. Estaban haciendo zapping buscando anuncios de juguetes y comentando que querían para navidad. Pasé de ellas porque mi hermana es muy pesada cuando llega la navidad. Entré en la cocina y mis padres estaban tomando café

—Buenos días hijo —dijo mi madre. Mi padre siempre saludaba en el desayuno levantando la taza.

—Buenos días. ¿Oye desde cuándo llevan ésas sentadas en el sofá? Parecen yonkis de los anuncios de juguetes. —Mi padre se rió y se levantó dándome una palmada en el hombre al pasar por mi lado.

—No parecen, son. Ahora me las tengo que llevar al centro comercial para hacer la lista de Papá Noel y los Reyes magos, así que imagínate… —Mi padre agachó la cabeza y salió de la cocina. Mi padre era un buen hombre, no tenía mucha personalidad pero siempre intentaba que todo el mundo estuviese feliz.

Me senté con mi madre y me empezó a decir que el padre de Raquel (hermana de Fran) estaba de viaje fuera y que volvería para después de año nuevo y como Fran estaba castigado porque solo ha aprobado una, pues su madre no podía ir al centro comercial para comprar porque decía que si dejaban a Fran solo no hacía nada. Yo la miraba con cara de no importarme mucho, pero a mi madre le encanta hablar así que yo solo tenía que asentir y mirarla a los ojos de vez en cuando. La ayude a recoger la cocina mientras ella seguía contándome obra y milagros de Fran. Mis padres sabían que era gay y la verdad es que nunca ha sido ningún problema para la familia. Seguí ayudándola a limpiar y una frase que dijo me obligó a prestarla toda mi atención.

—¿Cómo? —la dije mientras cerraba el lavavajillas.

—Que si podrías ayudar a Fran con algunas asignaturas estas navidades. —¿Ayudar a ése? La parte sexual de mi ser me dijo que si, adelante, que podría tocarle, olerle y verle de cerca. Mi parte racional me dijo que no, que era un gilipollas y un chulo. Al final ganó mi parte racional.

—Mamá, tengo muchas cosas que hacer y no puedo estar perdiendo el tiempo.

—Vamos Daniel. —Cuando mi madre me llama por el nombre completo malo —. Sé perfectamente que solo vas a repasar por las mañanas alguna asignatura, así que no seas así y ayúdale. —Me miró con esa mirada que tenía, que sabía que o lo hacía o que tendría consecuencias. La verdad es que parece que mi madre es egoísta, pero nunca me piden que haga nada y me dejan mucho a mi aire.

—Vale, está bien.

—Perfecto, hoy a las cuatro de la tarde viene a casa. Nosotros nos llevamos a las pequeñas a la casa de María (madre de Fran) y así no os molestamos. Mi madre salió de la cocina y me puse a mirar la lluvia caer. La mañana pasó sin mucho ajetreo. Mi madre y yo nos pusimos a limpiar mientras mi padre estaba fuera con las niñas y luego me puse a repasar algo de la universidad. Comimos los cuatro, ya que Raquel se quedaba a comer en su casa. Recogimos entre todos la cocina y me fui a la habitación de mi hermana para coger una silla de despacho que siempre tenía con un oso de peluche. Tiré el oso a la cama y empecé a arrastrar la silla. La llevé a mi habitación hasta que mi madre me gritó que se iban ya. Les grite que se lo pasaran bien y empecé a despejar un poco el escritorio de mis apuntes de la universidad cuando noté una presencia. Me giré y allí estaba Fran, delante de mi puerta. Tenía cara de pocos amigos y llevaba una mochila en su mano. Iba vestido con un chándal nike de color negro con rayas en los laterales de color blanco, un abrigo y unas deportivas blancas reebok muy curradas.

—Pasa, deja la mochila en la cama. —Entró y lanzó la mochila contra la cama. Se puso a mirar la habitación poco a poco. Se quitó el abrigó y lo dejó en la cama, con más cuidado que la mochila. Debajo del abrigo solo llevaba una camiseta de tirantes ancha, que se podía ver perfectamente los pezones por el lateral.

—¿Ésta es tu habitación? ¿o la de tu hermana? —Su pregunta me dejo de piedra. Le miré mientras seguía mirando la habitación y vi que llevaba dos pendientes de esos que imitan a un diamante en cada oreja. No estaba peinado, pero se le había quedado la forma de la cresta en el pelo y llevaba un cordón de oro en su cuello. No era un culturista, pero tenía muy buenos músculos y la verdad es que mi parte sexual deseó desnudarse y ponerle en culo delante para que me follase, pero seguro que era un homófono.

—Sí, es mi habitación ¿por?

—Porque parece de una tía. Ni un poster de un coche, ni de una tía medio en bolas, ni nada. —Lo que supuse, el típico machito hetero, pero como viese una pequeña señal me lanzaba. Anda que no me había comido pollas de heteros cachondos que piensan que una boca es una boca.

—Bueno —dije intentando cortar la conversación—. ¿Con qué quieres que te ayude? —Fran me volvió a mirar con esos ojazos verdes.

—La verdad es que esto es idea de mi madre. Yo la verdad es que estaría mejor en casa jugando a la play. —Estaba empezando a cabrearme su actitud, como si yo quisiera estar aquí.

—Tampoco es que yo quiera hacerlo, pero me lo han pedido como un favor, así que si te sientas y me dices que es lo que no entiendes, acabaremos rápido —. Se sentó en la silla a mi lado y sacó un libro de matemáticas. Lo abrió y me esperaba que estuviera lleno de dibujos o garabatos, pero tenía apuntes en los márgenes.

—No entiendo nada de esto —. Eran ecuaciones de tercer grado y sistemas de ecuaciones con tres incógnitas. Se lo expliqué con algunos ejemplos y cuando me giré para ver si me seguía o estaba perdido en las nebulosas estaba mirándome fijamente. Ahora mismo tenía cara de niño bueno y sus ojos me estaban penetrando. Le tenía a menos de diez centímetros de mi cara y me moría por lanzarme y darle un beso, cuando sacó la lengua y se humedeció los labios. Mi corazón no sé si se paró o iba tan rápido que no podía ni oírlo. Le miraba la nariz, los ojos y esa boca con esos dientes blancos. Dijo algo, pero tenía un pitido en los oídos y no escuché lo que decía.

—¿Perdón?

—Que sí, que lo entiendo.

—De acuerdo, ahora haz tú éstos, a ver qué tal. —Le puse unos cuantos problemas y me levanté de la silla para dejarle sin agobios. Al levantarme aspiré profundamente su olor y olía a colonia y un poco a macho. Me puse sentado en la cama y mientras él estaba absorto en los problemas me puse a leer unos apuntes en la cama. Al sentarme, se cayó su mochila al suelo. Al recogerla del suelo vi que había dos preservativos XXL. Los metí rápido en la mochila y la volví a poner encima de la cama. Pasaron algunas horas y al final parecía que entendía todo. En el fondo quería aprender y se le notaba, pero había que estar encima de él en cada segundo. Fran al final se fue y yo me casqué una paja imaginando como su supuesto pollón me follaba como si fuera una tía.

Los días fueron pasando y por las tardes Fran venía a que le ayudara con lo que no entendía. Siempre solía venir de mala ostia y con cara de pocos amigos, pero el día veintinueve de Diciembre vino con otra cara. No era una cara de felicidad, pero tampoco era con la cara de perdona vidas que llevaba siempre. Dejó la mochila y se sentó en la silla. Hoy estaba muy distraído y me costaba bastante que prestara atención.

—Venga Fran, no querrás repetir. Si apruebas las recuperaciones del primer trimestre luego ya no vas atrasado.

—No puedo repetir más. —Me giré para verle—. ¿Cuántos años crees que tengo? —Echó para atrás la silla, se paró en medio de la habitación y se levantó.

—¿Dieciséis? —pregunté con miedo.

—Jajajaja, que va hermano, tengo diecisiete, en Enero cumplo dieciocho. Por eso no puedo repetir más veces, ya he repetio dos—. Me había quedado con que me había llamado hermano. Parece que ya no era un pipiolo y la verdad es que esta era una buena oportunidad para ver hasta donde picaba el pez.

—¿Hermano? —Puso cara como de vergüenza por haberme llamado así—. Yo pensaba que era un pipiolo—. Abrió más los ojos y empezó a sonreír.

—Jajajaja, que oído tienes, ¿eh? —se acercó y me dio una pequeña colleja. Me estaba pillando por Fran. Con su actitud de malote me daba un poco de asco, aunque en la cama eso me pone muchísimo, pero con la actitud de colegueo me estaba gustando y mucho—. ¿Nos escuchaste?

—Hombre, es lo que tiene vivir al lado y hablar en el jardín, que todo se oye.

—Jajajaja, perdóname hermano, no pensé que nos habías oído.

—No pasa nada, yo pensaba que eras un matón de tres al cuarto. —Nos reímos los dos y se sentó en la cama. Yo me giré para verle.

—Hermano, estoy cansado de tanto estudiar. Podíamos tomarnos un día de relax, ¿no?

—Si claro, pero aún te queda mucho. Además ¿cómo es que hoy no has venido con la cara de matón de siempre?

—Porque tu madre le ha dicho a la mía, que le has dicho que estoy hincando mucho los codos y me deja salir en Nochevieja.

—Hombre es la verdad, estos días te lo has currado, además viniste la tarde de Nochebuena y navidad y no pensaba que fueras a venir.

—Estaba obligado si quería seguir teniendo la moto, perdona si te he jodido las vacaciones. —Puso una cara de pena que estaba para comérselo.

—No, no tranquilo. Mis amigos de la uni no están en Navidad porque se van a casa de los familiares.

—¿Vas a la universidad? —dijo con tono de incredulidad.

—Sí, claro

—¿Cuántos años tienes?

—Diecinueve, cumple veinte en Abril.

—Joder hermano, si somos casi iguales, jajajaja.

—Ya ves.

—Pues un día me tienes que llevar a la universidad, que allí seguro que hay muchos coñitos y bocas que callar. —La conversación empezaba a ir por un camino que me gustaba y la verdad es que el pez había picado un poco el anzuelo.

—Pues no te creas, hay de todo. Yo llevo sin nada desde Octubre (uno de mi clase me folló en los baños, pero la verdad es que era bastante patoso y no me gustó mucho).

—Yo llevo sin nada desde Septiembre, desde las fiestas del barrio. Que me trisque a una por la boca y por el coñito. —Cuando decía la palabra coñito me ponía malo, muy malo. Ver su boca diciendo eso me la ponía dura. Iba a hacer una jugada arriesgada, pero muchas veces funciona. Cuando un tío tiene buen miembro, siempre está dispuesto a enseñarlo.

—Pues por la boca a mi no te creas que me gusta mucho —me miró extrañado—, porque no siempre pueden abrirla mucho.

—Jajajajaja, joder hermano, ¿tú también calzas bien?

—Hombre, la tengo gorda.

—Seguro que yo te gano. A mí me llaman Fran el caballo —premio, pensé.

—Anda, anda, exagerado, que la gente miente mucho.

—¿No te lo crees? Ponme una porno y ya verás, que ahora está dormida, pero enseguida despierta—. Abrí el portátil y se lo pasé. Empezó a teclear algo y luego empezó a sonar una tía gimiendo. Yo ya tenía la polla a reventar.

—Mira Fran, no seas trolero. Si la tienes más grande que la mía te hago lo que quieras. — Fran levantó la cabeza y me miró directamente a los ojos.

—¿De verdad?

—Sí, a ver si superas esto —. Me bajé los pantalones y el slip, dejando mi polla dura apuntando hacia él. La verdad es que tenía buena polla, 21 centímetros y gorda que costaba abarcarla con la mano.

—Bua hermano, estás to palote. Mira —. Se levantó de la cama y dejó el ordenador al lado. Se bajó muy lentamente los pantalones del chándal y pude ver sus musculados muslos sin un pelo. El paquete era enorme, se le salía el rabo por un lateral del bóxer. Empezó a bajarse el bóxer mientras me miraba y de su jaula salió el pollón más grande que nunca había visto—. ¿Ves? Te supero en tamaño y de gorda. Me mide veinticuatro y es mucho más gorda que la tu… —se quedó mirándome la polla y luego mirándome a los ojos. No sabía lo que pasaba pero estaba muy serio mientras me miraba. Bajé la mirada a mi polla y estaban cayendo hilos de pre al suelo. Lo recogí con un dedo y dude en tragármelo, pero estaba muy cachondo y de perdidos al río. Me metí el dedo lleno de pre en la boca. Fran se me quedó mirando sin saber qué hacer. Observe que tampoco se tapaba su rabo, así que no íbamos mal del todo.

—¿Nunca has probado la pre? —Se levantó y se quitó la camiseta.

—No nunca. He probado mi corrida un par de veces pero me da asco. —Su polla empezaba a babear también y pensé, venga Dani, ahora o nunca. Cada paso que daba hacia él era como un mundo. Su enorme polla peluda apuntando hacia mí. En cada movimiento que hacía él del pollón chocaba con sus abdominales y soltando el juego del deseo, en ese torso sin un pelo. Me puse a su altura y con mi dedo recogí su pre y me la metí en la boca. Estaba mucho más fuerte que la mía y me gustaba. Se me quedó mirando a la cara como me lo tragaba.

—Está bueno —sentencié.

—¿Eres gay? —preguntó extrañado.

—Sí, ¿por?

—No por nada… —hizo una pausa— Me han dicho que los tíos la chupan mejor que las tías y que el culo es más prieto que un cuñito, pero las tías no me dejan probarlo.

—Porque no tendrán práctica. —Yo no iba a dar más pasos, ahora deje que su excitación hiciera el resto. Su polla seguía escupiendo pre y ya había un buen charco a sus pies. Al mirarle los pies me di cuenta de que eran los pies más bonitos que había visto nunca y eso que yo no soy muy fetichista de pies. Noté como estiraba un poco los músculos, como cogiendo fuerzas.

—A mi me mola mandar, gapos, sexo fuerte. —Su voz era de excitación total y sus ojos se habían cerrado un poco, lo que le daban un aspecto más de malote. Mi polla volvía a escupir y yo lo recogía con el dedo y me lo metía en la boca.

—Eso mola, a mí me gustan esas cosas. —Fran no dijo nada me miró a los ojos y es como que pude leer su mente y asentí. El sonrió y se abrió un poco más de piernas. Iba a follarme el tío que me estaba volviendo loco desde que le vi mirando el coche, después de tantas pajas pensando en él. Me arrodillé y abrí la boca esperando a que me acercara ese pollón, pero no pasó nada. Abrí los ojos y allí estaba él de pie mirándome sin bajar la cabeza y serio.

—Limpia el suelo puta, que lo he llenao. —Al principio me quedé a cuadros, pero me gustaba ese rollo. Un malote de barrio haciéndome sentir humillado y tratándome como una puta. Empecé a lamer el charco de pre que había creado y noté que me puso el pie en la cabeza mientras lo lamía—. Así, venga, déjalo limpito—. Cuando terminé de limpiar el suelo y tragarme toda su pre me quitó el pie de la cabeza y se sentó en la cama.

—Ahora límpiame los pies que los tengo manchados. —Caminé a gatas y empecé a lamerle los pies. Me metía todos los dedos a la vez y después uno a uno. Mientras le miraba la cara y sonreía como si hubiese conseguido algo que siempre quiso. Le dejé los pies llenos de babas y se levantó. Me dio un empujón en la frente y me caí de culo. Empezó a caminar y tenía su pollón casi tocándome la boca y me lancé a comérselo, pero me sujetó la cabeza con ambas manos.

—Abre bien la boquita —. La abrí como me dijo y pensando que iba a recibir su pollón la abrí lo más que pude, pero lo que entró en mi boca fue un gapo que no dude en saborear y paladear —. Jajajaja, te lo tragas todo—. Le sonreí y me dio un pollazo en la cara.

—Toma pollazo en la geta, toma pollazo, que a las putas os gusta que os den con un buen pollón. —Tenía la cara llena de su pre, pero me daba igual yo sacaba la lengua para poder recoger los hilillos que caían. Al acercarme su polla a la nariz pude oler que olía a semental. Olor a limpio, lefa y pis. Todo en uno.

—Abre bien la boca, que te la voy a meter hasta el estómago. —Dicho y hecho. Me metió la polla hasta la garganta y me estaban dando arcadas, pero me controlé y empezó a follarme la boca como un bestia. Coloqué mis manos en sus nalgas, que estaban super duras y musculadas. Cuando pensaba que la iba a sacar de mi boca, le empujaba su pelvis con las manos para que no saliera entera.

—Jajajaja, pero que puta eres. Tranquila, que es toda para ti. —Y me la metió hasta que sus huevos chocaron con mi barbilla y mi nariz aspiró el olor de vello púbico. Me cogió de la cabeza con las manos y empezó a moverme con mucha fuerza. De mi boca salían babas, pre y flemas y caían por todo el suelo y por mi cuerpo. Fran no hacía ningún gemido, estaba como en silencio, solo se oía como se la chupaba. Decidí dar un paso más y empecé a estimularle el ano. Acto seguido sacó su polla de mi boca y me dio un bofetón que me hizo girar la cabeza. Tenía la mejilla que me quemaba y la boca dormida de la follada que me acababa de pegar. Me cogió del pelo y se agachó hasta que nuestras caras quedaron a la misma altura.

—El único agujero que juega hoy es el tuyo. Túmbate bocarriba en la puta cama. —Y me lanzó un gapo a los labios y lo lamí para meterlo dentro. Me tumbé como me dijo y se puso de cuclillas a la altura de mi boca. Yo no sabía qué hacer, pero él no tardo en empezar. Dejo sus enormes huevos y ya sabía yo que tenía que hacer. No me cabían los dos en la boca así que empecé con uno y luego con otro. Ésta vez sí que gemía y empezó a cascármela como un bestia. Bajando la piel al máximo y luego subiéndola. Después de unos minutos y notar mi pelo lleno de pre, empecé a gemir más fuerte y Fran supuso que me iba a correr. Se levantó de la cama y me dejó con la paja a puntito de terminar.

—Levántate y córrete en mi polla. —Me levanté y Fran se tumbó en la cama. La habitación debía oler a macho porque estaba todo cerrado, pero en ese momento me daba igual. Me puse entre sus piernas y empecé a cascármela como un loco. El mientras me miraba y sonreía, se veía que era un cerdo y que le molaba todo esto. Empecé a sospechar que esto ya se lo habían hecho alguna vez porque que un hetero te diga que te corras en su polla me parecía muy raro. Estaba a punto de correrme y no paraba de gemir.

—Venga, échame to la lefa en mi pollón, venga. —Al decirme eso empecé a escupir y a escupir lefa. Dos tiros fueron a parar a su pezón izquierdo y los demás a su pollón.

—Ahora empieza lo bueno puta. Límpiame el pezón, venga. —Me puse de pié y me acerqué hasta su duro pezón que empecé a lamer. Tenía la piel muy suave y el pezón durito. Cuando estaba limpiándoselo me puso la mano en la cabeza y me empotró contra su pectoral.

—¿Te gusta chupar pezones de macho? Pues venga, abre la boca y límpiamelo todo. —No me dejaba separar la boca así que hice modo ventosa con su pezón y empezó a gemir. Con el brazo libre empezó a tocarme el ano, que lo tenía muy abierto. Me metía un dedo y luego me metía cuatro de esos enormes dedos.

—Joder la puta como abre el agujero. Venga, que ahora viene tu premio zorra. —Me quitó la mano de la cabeza. —Venga, siéntate encima del mástil. —Me puse a  mirarle el pollón, que babeaba con mis babes, su pre y mi corrida. No me costó meter la cabeza, pero cuando pensaba que iría poco a poco, dio un golpe de cadera y me la metió hasta el fondo. Grité pero me puso la manaza en la boca.

—Shhh, tranquila, que eso le pasa a todas, ya verás ahora. —Me rodeo con los brazos y se levantó. Parecía un koala agarrado a su madre. Pero estaba agarrado y empalado. Empezó a follarme de pie, subiéndome y bajándome con sus manazas. Notaba como sus huevos chocaban con mi culo. Ésta vez sí gemía y sudaba. Era un auténtico semental y me encantaba. No podía parar de gemir y gemir y cada vez más alto. El me decía que me callará y sonreía, pero no podía, era superior a mis fuerzas. Mi polla estaba entre sus abdominales otra vez dura y me estaba haciendo una paja. Al ver que no me callaba me dio un beso. Al principio fue sin lengua pero después mi lengua encontró la suya y empezamos a jugar. De repente me la sacó de golpe y me dejó en el suelo. Estaba fuerte pero no para cargar conmigo todo el polvo. Me puso de espaldas a la pared y me volvió a follar, mientras me decía al oído:

—Joder, joooder, como mola follarte el culo, joder, aaaaaah, aaaah. Es que… está tan prieto… aaah. ¿Vas a ser mi puta siempre que quiera?

—S… ¡sí! — Al decirle que sí empezó a follarme más y más fuerte. Sus pelotas sonaban como palmadas cuando chocaban con mi culo.

—Vas a saber a qué sabe un buen macho —me la sacó del culo de golpe—. Arrodillate.—Me arrodille y abrí la boca. Estaba masturbándose como me había masturbado a mí y estaba resoplando. —Toma leche del caballo. —Echó varios chorros, pocos fueron a la boca, pero si algunos. Sabía diferente a la mía, sabía más… a hombre. Después de correrse le temblaban las piernas, como a mí, pero antes me recogió lo que quedaba de lefa en la cara con los dedos y me o metía en la boca. Yo se los relamía y no quería que los sacara de la boca. Pero todo lo bueno se acaba, se fue dando tumbos a la cama y se tumbo en un lateral, me miró y me hizo ademán de que pusiera con él. Estiró el brazo y puse mi cabeza en su sobaco.

—Lámeme el sobaco. —Yo seguía con la polla dura después de la bestial follada y las piernas me temblaban y el culo me ardía, pero empecé a lamérselo. El cogió mi polla y empezó a cascármela otra vez. Me corrí en menos de un minuto, pero me corrí poca cantidad y todo cayó en su mano. Apretó el puño para que no se escapara nada y me lo dio para que lo chupara. Me lo bebí todo y me quedé acurrucado a su lado.

—Te has portado como un campeón, hermano. —Y me acarició el pelo.

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Espero que os haya gustado y no dudéis en escribir un comentario, tanto si es bueno como malo, eso es lo que nos dan ganas de seguir escribiendo