Follada brutal con un rumano y un marroquí.
Vienen a reparar una mancha de humedad y acaban rebentándome el culo.
Vivo en un edificio relativamente nuevo, o más bien podríamos decir que no es muy viejo, el año de construcción fecha del 1999, pero últimamente estaban apareciendo algunas tacas de humedad por las paredes. En mi caso aparecieron en el comedor, una mancha que se iba haciendo más grande a mesura que transcurrían los días. Así pues, llamé a los del seguro y me dijeron que mañana mismo enviarían a alguien a echar un ojo y repararlo. Pasaron a la hora convenida, cuando la tarde ya empezaba a terminar, así no tenía que pedirme horas de fiesta en el trabajo. Picaron el timbre y al abrir la puerta me encontré con dos hombres unos diez años mayores que yo, debían rondar los cuarenta, uno era marroquí y el otro me pareció que de algún país del este, y efectivamente más tarde confirmé que era rumano. Les hice pasar al comedor y estuvieron comentando la jugada, posiblemente tan solo les ocuparía una hora de trabajo pero ahora no tenían el material y mañana tenían el día un poco liado. Tan solo me podían hacer un hueco al mediodía, si no tendría que esperar ya a la próxima semana, y visto la velocidad con que avanzaba la mancha de humedad pedí fiesta al trabajo y les dije que sí, que se pasasen mañana.
A las 13 horas puntuales llegaron a casa, yo recién me había acabado de duchar y todavía iba con la toalla atada a la cintura cuando les abrí la puerta. Pasaron y tanto el uno como el otro me observaron de arriba abajo y se les dibujo una sonrisita en los labios. Eso me hizo recordar que anoche antes de acostarme pensé en la posibilidad de montarme un trío con los dos. En el imaginario popular ha quedado la idea de que para que te follen como a una perra no hay nada mejor que rumanos y marroquís, porqué según dicen, ellos son muy machos y te follan el culo sin ningún atisbo de cariño, no vaya a ser que te creas que son maricones como tú y vayan comiendo pollas y poniendo el culo para que lo revienten otros hombres. Pero como he dicho, eso es cosa del imaginario popular y tampoco hay que hacerle mucho caso. Me preguntaron donde podían llenar un cubo de agua y les dije que en la ducha del baño mismo, y que yo mientras tanto me iba a vestir. El hecho de estar ante esos dos hombres tan solo con una toalla me había puesto muy caliente, así que aproveché y me toqué un poco sin llegar a correrme, cuando se largaran ya lo haría más a consciencia. Ahora quería quedarme con su imagen y utilizarla luego para masturbarme como dios manda. Me puse una camiseta y un pantalón corto ya que estábamos a finales del mes de mayo, sin nada debajo, para estar más fresco y salí de nuevo al comedor. Al llegar al comedor me volvieron a mirar de arriba abajo, y lo que antes había sido una sonrisita ahora ya era un descaro total. Sonreí nerviosamente y pregunté qué pasaba, y el marroquí dijo “nada, que te has dejado algo en el baño. ¿Lo quieres?”, y se saca un tanga del bolsillo, que efectivamente, me lo había dejado en el baño después de ducharme. Me puse muy nervioso y caliente a la vez, no sabía muy bien qué decir, no me salían las palabras hasta que el rumano dijo “nos gustaría verte con él puesto, ¿por qué no te lo pruebas aquí delante nuestro?”. No me lo podía creer, me estaban pidiendo que me pusiera el tanga delante suyo, los dos tipos que ayer noche imaginé que me follaban ahora me estaban pidiendo que me probara el tanga delante de sus narices, que querían ver cómo me quedaba. “¿Te atreves?”, dijo el marroquí mostrándome mi tanga. “Por supuesto”, respondí, y me lanzó el tanga para que me lo pusiera.
Me quité la camiseta de la manera más sexy que sé, desafiándolos con la mirada, después me bajé los pantalones y comentaron que qué putita soy, sin ropa interior y todo empalmado por tener dos machos delante. Me puse el tanga en la nariz, aspiré fuertemente y me lo puse, me di la vuelta y saqué el culo hacia fuera, giré la cabeza y les pregunté si les gustaba, si me quedaba bien. Dijeron que sí, y que lo que querían ahora era follarse a la maricona que tenían delante, mientras se sobaban el paquete. Me puse a cuatro patas y me acerqué hacia ellos, no paraban de tocarse unos paquetes que iban en aumento. Cuando estuve delante de ellos me puse de rodillas y apartaron las manos y pasé a ser yo el que les sobaba las pollas por encima del pantalón. Iban creciendo y creciendo y se las lamía dejándoles mi saliva encima de la ropa del trabajo. A la que el rumano se quitó la camiseta el otro le siguió, estaban fuertes y tenían los pectorales muy marcados. Me cogían por la nuca y me aproximaban a su entrepierna, hasta que no pude más y empecé a desabrocharles. Les bajé de golpe pantalones y calzoncillos, primero al marroquí y luego al rumano, y de allí brotaron dos pollazos totalmente erectos. El de Andrei, el rumano, (al final supe sus nombres) medía unos 17 centímetros, y el de Faik rondaba alrededor de los 20, ambos bastante gruesos. Me metí esos dos pollazos en la boca, primero uno y después el otro, les comía los huevos, les mordía el tronco y se los lamía. Ellos me cogían del pelo y de la nuca, me las hacían tragar hasta el fondo. Babeaba y caía saliva sobre mi pecho, de vez en cuando me obligaban a mirarles a los ojos y me escupían en la cara o me daban leves bofetones. También me hacían abrir la boca y me escupían dentro, mientras se la chupaba a uno el otro me daba golpes con su polla en el cachete. Me pasaban el uno al otro como si fuera un balón, me sentía utilizado, me sentía su puta y me encantaba. Cuando se hartaron de que les mamase la polla me dijeron que me pusiera en cuatro encima del sofá, que me iban a reventar el culo. Me subí y me puse mirando a la pared dándoles el culo. Andrei me cogió del pelo con una mano y con la otra me lo azotó y yo no paraba de gemir. Pocas cosas hay que me gusten más que esto. “Mira Faik, como le gusta a nuestra maricona que le dejen el culo rojo. ¿Empiezas tú o empiezo yo?”. Y Faik dijo que empezará Andrei, cosa que agradecí por prudencia, ya que el falo del marroquí era ligeramente más grande y mejor ir por partes. Así que el rumano me bajó el tanga, me abrió las nalgas de par en par, escupió en mi agujero y me la metió de golpe. Al principio tuve que retener un grito de dolor, pero poco a poco el placer fue abriéndose paso y empecé a disfrutar la tremenda follada que me estaba dando. La verdad es que llevaba unas semanas que me estaban follando el culo cada dos o tres días y lo tenia bien entrenado. “¿Te gusta la polla rumana, maricón? Ahora mi amigo te dará polla marroquí, así sumas dos orígenes más a tu lista. Aunque con lo puta que eres seguro que ten han follado muchos como nosotros”. Que me hablase de esa forma solo hacia que ponerme más caliente, aunque se equivocaba, ellos dos eran el primer marroquí y el primer rumano que me la metían. Sus embestidas eran brutales, sentía que me llegaba hasta el fondo, como si me tuviera que perforar el vientre, me volvía a coger del pelo y a azotarme mientras me daba bien duro. Faik se masturbaba esperando a su turno, que ganas tenía de que me metiera su polla, así que con la mano derecha le tocaba los huevos y acabé masturbándolo hasta que Andrei le dejó sitio. Pero él no quería follarme a cuatro patas, me puso boca arriba, con mis piernas en sus hombros y agachándose un poco me la metió hasta el fondo. Me agarraba fuerte de las piernas con los dos brazos y empezó un mete saca más brutal que el de su amigo, desde luego este par estaban en forma. Yo cada vez estaba más caliente y notaba como me faltaba poco para correrme. Andrei se sentó sobre mi pecho y me daba pollazos en mi boca, que iba alternando con escupitajos mientras me decía lo guarro que era y lo mucho que me gustaba que me follasen dos hombres de verdad. Notaba el culo muy dilatado así que me atreví a proponerles que me la metieran los dos a la vez, cumpliendo así una de mis fantasías.
No se lo pensaron dos veces, Andrei se puso debajo mío tumbado en el sofá y Faik cubriéndome por arriba. Primero me la metió el rumano y entro sin problemas, cuando le tocó el turno al marroquí no hubo muchos más problemas, tras un leve forcejeo estaban las dos dentro y empezaron a bombear al unísono. No me lo podía creer, tenía las pollas de dos machos alfa en el culo que me estaban haciendo tocar el cielo. Faik me agarraba por el cuello levemente, sin llegar a presionar y me soltaba algún escupitajo de vez en cuando, vaya tres guarros estábamos hechos. Estuvimos unos diez minutos en esa postura increíble. Los tres lo estábamos gozando al máximo, gimiendo, gritando casi sin respirar. Sabía que en nada me estaría corriendo y ellos igual, así que les pedí otro favor, que se corrieran en mi cara. Me encantaba notar los trallazos de lefa en mi rostro. Me puse de rodillas en medio del comedor y acercaron sus pollas, el primero en correrse fue Andrei, soltó seis o siete chorros de semen que impactaron en medio de mi cara, e inmediatamente se corrió de manera todavía más abundante Faik. Era espectacular la cantidad de leche que tenía guardada este hombre en los huevos. Me golpearon con sus miembros para soltar las ultimas gotas y les lamí el capullo a los dos para dejárselas bien limpias. Después con las dos manos me metí todo su semen en la boca no sin antes jugar un poco con é, hasta que abrí la boca de par en par, les mostré todo lo que tenía, y me lo tragué. “Vaya perro estás hecho”, dijo Faik, “terminamos de arreglarte la pared y nos vamos, pero no dudes que volveremos, siempre nos gusta repasar nuestras obras”. Y así fue, al cabo de dos días volvieron a comprobar si la mancha había vuelto a aparecer, pero la única mancha que aparece es la de semen en mi tanga cada vez que les veo subirse por las escaleras.