Folla, que algo queda (y 2)

La orquesta de Tony y Daniel sigue su andadura con éxito.

Folla, que algo queda – Parte y 2

4 – Daniel y yo

Me hubiese gustado quedarme en el pueblo, descansar y pasar la noche con Ernesto, pero necesitaba volver. Teníamos unas galas los días siguientes y observé que Ernesto insistía demasiado. Me quería para él aunque eso significase abandonar todo lo que había conseguido en mi vida. La enorme cantidad de dinero que guardaba en secreto, parecía quererla usar para atraerme, pero no había otra cosa que me atrajera tanto como Daniel y mi pequeño.

Cuando llegué a casa me sentí feliz. Los niños me contaron lo que habían hecho en la piscina y Alex tenía un bonito reflejo rojo en sus mejillas.

Cuando cenamos, todos se veían contentos; charlamos un rato más y nos retiramos a los dormitorios.

Estás cambiando nuestras vidas – me decía Daniel muy triste - ¿Dónde están aquellas noches que pasábamos juntos? Estás abandonando las galas. Parece que a Lino no le importa demasiado porque ahora tenemos más éxito, pero yo quiero aprovechar ese éxito. Entré en la orquesta para cantar y para estar a tu lado. Estás abandonando la guitarra. Alex es una criatura encantadora, pero si sigues buscando todas esas claves y esos rollos que nos ha traído, nos va a separar.

Se echó a llorar. Era la primera vez que veía a Daniel así. Lo abracé con todo mi cariño (que no era menor que el que le tuve desde el principio) y me di cuenta de que algunas cosas me estaban sinceramente apartando de mi camino.

Todo, Daniel – le dije meciéndolo -, todo va a seguir como estaba. Andrés entrará a trabajar dentro de unos días; Fernando vuelve a su pueblo hasta que acabemos nuestro trabajo. Vamos a cumplir nuestros compromisos. Todo ese mal rollo del que hablas se ha acabado. Tenemos un niño del que disfrutar y al que hacer disfrutar. Te dije que se acababa este lío y ya se ha acabado.

Me miró con tristeza y me besó con dulzura. Comenzamos a sentirnos como al principio. Nuestro abrazo se fue haciendo cada vez mas fuerte y pudo notar que mis sentimientos por él no habían cambiado. Follamos aquella noche dos veces y fue cambiando su cara y fueron cambiando sus gestos.

Seamos una pareja como lo habíamos planeado – me dijo más tranquilo -; vamos a trabajar y a compartir nuestras vidas.

Será como lo planteamos – le dije -; yo no quiero cambiar nada.

Me acarició las mejillas y metí mis dedos entre los suaves anillos de su pelo moreno.

Vete pensando, amor mío – le dije -, en un piso más grande y con tres habitaciones. La mejor y más grande para nosotros, un dormitorio para nuestro niño y nuestros amigos y una salita para nuestras máquinas y nuestros instrumentos. Vete pensando que me vas a tener siempre a tu lado. Te quiero.

Con una sonrisa sincera y un beso selló mis palabras.

¿Te has duchado, Tony? – me preguntó acariciando mi pelo -; hueles a canela.

5 – Rutina

Llamé a Lino por la mañana para confirmarle que hacíamos las galas y asegurarle que ya había acabado mis trámites.

¿Ha ido todo bien, Tony? – me preguntó -; ahora hay mucha demanda de vuestra orquesta y he pensado en subir vuestro caché.

Todo bien, gracias – le dije -, seguiremos aprovechando este golpe de éxito que, a decir verdad, creo que se lo debemos todos a Daniel.

No creas – exclamó -, es verdad que Daniel le da a la orquesta otro aire superior; más profesional. Pero, en realidad, todo vuestro espectáculo ha ganado. Vosotros mismos habéis ganado. Tocáis con fuerza. Tengo muy buenas referencias.

Esta tarde saldremos para el pueblo – concluí -; afortunadamente no está muy lejos. Esperamos que todo vaya incluso mejor que antes.

Preparamos el equipo y salimos todos muy contentos. Alex iba atrás hablando con Andrés y con Daniel y, de vez en cuando, se reían a más no poder.

Se instalaron los instrumentos y el equipo en el escenario (era muy grande) y comenzamos a enseñar al pequeño cómo hacer algunas cosas sencillas. Queríamos que se integrara en nuestra vida profesional.

Terminamos con tiempo y fuimos al hostal a refrescarnos. Daniel no dejaba de sonreír. Se le veía feliz. Me abrazó y me besó y nos duchamos juntos. Me parece que no hace falta que describa con detalle cómo fue aquella ducha.

Entró Alex en la habitación cuando aún estábamos desnudos. Iba ya muy bien vestido y peinado; dijo que le había ayudado Andrés. Se acercó Daniel y le dio unos retoques:

Eres el tío más guapo de la orquesta – le dijo -; seguro que te ligas a un chaval como tú y os ponéis a tono mientras nosotros entonamos.

Se inclinó Alex y lo abrazó con fuerzas besándolo en los labios: «¿Vamos ya a la calle?».

Fuimos primero a cenar algo y comenzó el espectáculo. Alex miraba a Daniel boquiabierto y observaba el movimiento de las luces de colores. Al terminar el primer pase, nos pusimos tras los cajones y le sequé los cabellos a Daniel y le besé. Alex subió feliz al escenario y le besé también.

¡Jo, papá! – me dijo -, cuando yo sea mayor quiero ser guitarrista.

Eso es fácil, mozuelo – le pellizqué la nariz -, tendremos un estudio pequeño en casa y te iré enseñando a tocar y a cantar. Seguro que llegas a ser famoso.

Nos fuimos todos a un bar un tanto retirado y no muy concurrido. Así, la orquesta al completo volvía a estar unida como antes… aunque con un miembro más.

Los cuatro días de la fiesta se hicieron un poco rutinarios aunque follamos a placer. Una de las tardes se vino con nosotros Alex y nos hizo corrernos como ya no recordábamos. Él estuvo lleno de caricias y de besos y de mamadas aunque todavía no se corría, sino que echaba aquel poco de líquido que más bien parecía leche merengada (con canela, por cierto). Andrés no iba a quedarse con menos, así que follamos los cuatro la siguiente tarde. De esta forma, pasaron las noches en aquel pueblo y comenzamos a recoger felices.

6 – Flashback

Cargado el equipo en la furgoneta, nos despedimos de la gente del pueblo que tan bien nos había tratado y observé la cara de cansancio de Alex, que no se soltaba de mi cintura con un muñequito en su otra mano.

Papá – me dijo – estoy muy cansado ¿Puedo hacer el viaje de vuelta en la litera?

Me recorrió la espalda un escalofrío al recordar aquel mal sueño que tuve no hacía mucho tiempo, pero le dije que se echase y descansase; el trabajo de aquella semana había terminado.

Cuando ya subimos todos a la furgoneta ya amanecía, dimos la vuelta en la plaza y salimos por la carretera hasta la autovía. Al incorporarnos al carril derecho, vi las luces de un camión que se acercaba a nosotros a toda velocidad y giré en sentido contrario en un peligroso acto reflejo. Dos coches que venían por la autovía tuvieron que hacer también una maniobra peligrosa y acabaron incrustados el uno en el otro. Nosotros caímos a la cuneta que formaba la mediana de la autovía y el camión quedó atascado en ella un poco más adelante. No sé cuánto tiempo pasó hasta que reaccionamos, pero me pareció ver luces azules de la policía y amarillas de ambulancias. Rogué a Dios en un instante que no se hiciese realidad aquel mal sueño que tuve, me bajé despacio de la furgoneta y vi venir hacia mí a un policía que me era conocido.

¡Manu! – reconocí sus andares a contraluz - ¿Qué haces tú aquí?

Por suerte – me dijo -, todavía no soy tonto, Tony. Cuando empecé a ver que cambiabas tu ritmo de vida, me dispuse a averiguar qué te traías entre manos. Tus pasos me llevaron hasta el molino y más allá.

Los policías bajaban a un hombre del camión; el conductor. También su silueta me pareció conocida.

¿Recuerdas a un personaje al que llamaban «el médico»? – me preguntó Manu agarrándome la mano. El médico se llama en realidad Ernesto y es joven, pero con dinero se pueden hacer muchas cosas para conseguir lo que uno quiere: claves secretas en griego, libros antiguos falsos, regalos millonarios… Un rico sin escrúpulos que quiere a un hombre para sí tienes todas las herramientas en sus manos. Ahora lo tenemos nosotros a él. ¿Estáis bien? (sí, sí, le dije). Volved a casa; mañana os visitarán los médicos nuestros por si necesitáis algo.

Gracias, Manu – exclamé -; no puedo creer esto.

No hace falta que lo creas – me dijo sonriente -, sigue tu vida… ¡ah! y guárdame una tarde loca donde follemos todos juntos.

Sonido – FINAL: http://www.lacatarsis.com/Alex_final.MP3