Folla mi culo despacito que quiero correrme
Una universitaria descubre nuevos placeres. En este relato me pongo en la piel de una mujer
Mi nombre es Agustina, pero mis amigos me llaman Tina. Soy rubia, alta, flaca, de ojos castaños, mis tetas son pequeñas y mi culo redondito.
Esta historia empezó en la habitación que compartía en la residencia universitaria con mi amiga Remedios. Una tarde estando yo en pijama mirando unos apuntes boca abajo sobre la cama llegó Remedios con su teléfono móvil en la mano, lo echó delante de mí, se sentó en el borde de la cama y me dijo:
-Si miras el video que tengo en el móvil y no te acabas masturbando me rapo la cabeza.
Poniéndome de lado la miré y le dije:
-No estarías muy favorecida con la cabeza rapada, pero eso no ocurrirá, no estoy para videos y menos para masturbaciones, mañana me espera un día muy movido.
Remedios tenía interés en que viese el video, ya que me iba a contar algo que normalmente no se cuenta.
-Yo también lo tengo, pero lo miré con Andrea y acabamos masturbándonos, besándonos y el resto te lo puedes imaginar.
-No te reconozco, tú no eres de esas.
Mi amiga Remedios, que era morena, que medía un metro setenta y tres, que estaba rellena y que le sobraba de todo, desde belleza hasta culo, me preguntó:
-¿De cuáles?
-De esas, ya sabes.
-Todas somos un poco lesbianas.
-Yo no.
-¿Cuántas veces deseaste hacer el amor conmigo al verme desnuda en esta habitación?
-Ninguna.
-Yo muchas. Te deseé cada vez que te vi desnuda.
Era mi amiga y no quería darle un desplante.
-A ver, Reme, dormimos en la misma habitación desde hace nueve meses. ¿Por qué me dices eso ahora?
-Porque vamos a acabar la carrera y probablemente no te vea más.
-Pues no debiste hablar de tus sentimientos hacia mí. Me has puesto en una situación comprometida. No sé si mandarte a la mierda o si decir que me siento halagada.
-Ya me has dicho las dos cosas. Me voy a duchar.
¿Qué tendría aquel video para que mi amiga cayera en los brazos de Andrea? La jodida curiosidad pudo conmigo. Cogí el teléfono, miré en videos. Solo había uno. Remedios me había engañado, ya que cuando lo puse la vi a ella y a Andrea. Alguien las había grabado. Estaban desnudas, besándose, de los besos pasaron a comerse las tetas, a frotar tetas y pezones... A masturbarse mutuamente... Nunca pensé que me calentaría viendo a dos mujeres follando. De la sorpresa inicial pasé a mojarme. Mi mano se metió dentro del pijama y fue directa al coño. Masturbándome vi a Andrea comerle el coño a mi amiga y empecé a lubricar una barbaridad. Mis dedos me iban a dar un orgasmo en cuestión de segundos. No lo hicieron porque Remedios se metió desnuda en la cama, me miró, sin decir ni una palabra me quitó el pantalón del pijama, metió su cabeza entre mis piernas, lamió mi coño encharcado, luego su lengua ocupó el lugar que ocupaban mis dedos. Entró y salió varias veces en mi vagina, después lamió mi clítoris y lamiéndolo me sacó una corrida bestial.
Al acabar de correrme me besó y me dijo:
-Ves cómo todas tenemos algo de lesbianas.
Mentí cuando le dije:
-De eso nada, me cogiste desprevenida.
-¿Entonces no me vas a comer el coño tú a mi?
La verdad es que me intrigaba saber a qué sabía su coño. Le pregunté:
-¿Te duchaste?
-No, aún tengo en coño lleno con los jugos de mi corrida y con los jugos de la corrida de Andrea.
-¿Y eso a que se debe?
-A que hice tiempo para que empezaras a masturbarte.
-Me refiero a que se debe que tengas jugos de Andrea en tu coño.
-A la tijera con que acabamos el polvo. ¿Me lo comes?
-Lo debes tener asqueroso.
-Lo tengo más jugoso que nunca.
Remedios puso su coño empapado delante de mi boca. Le dije:
-Te huele a pescado.
-¿Comes o no comes?
Se lo comí, y me excité al hacerlo, me excité tanto que me masturbé mientras lo hacía, y me corrí de nuevo cuando ella se corrió en mi boca.
-Ves cómo eras algo boyera.
Cómo no podía negar lo obvio, le dije:
-Sí, algo de boyera tengo.
La verdad es que me encantara, pero también me gustaban los hombres, de hecho mi siguiente polvo fue en el pueblo con mi tío. Lo follé para meterle los cuernos a mi tía, ya que no trago a las beatas, a las santurronas..., a esas que te miran de mala manera si ven que llevas puesta una falda corta o un escote demasiado pronunciado, y mi tía Miriam era una de esas. Ella no me miraba mal, pero me llamaba la atención con tanto cariño que me daba asco oír sus babosadas de mujer perfecta. Por eso para joderla iba a meterle los cuernos con mi tío, un calzonazos que hacia todo lo que mi tía decía: Que si a misa, a misa, que si a planchar, a planchar... En fin, que hacía con él lo que le salía del coño.
Ese día mi tía lo había mandado a la casa de mis padres a pintar mi habitación. Mi padre, ella y mi madre fueran al monte con el tractor a por leña.
Mi tío era un hombre moreno, muy alto, muy fuerte, con cara de bonachón y poco hablador. Estaba en mi habitación inclinado con un mono azul puesto echándole el tinte a la pintura cuando fui por detrás y le eché las manos a los huevos y a la polla. Se enderezó con rapidez, con la rapidez del que estando despistado le clavan una polla en el culo. Giró la cabeza y me preguntó:
-¿Qué haces, Tina?
-¿No es obvio?
Mi tío ya se había empalmado. Me puse delante de él, le bajé la cremallera del mono. Acaricié su pecho peludo con las dos manos y le planté un beso con lengua que lo dejé medio tonto. Después le saqué la polla, la metí en la boca y mi tío ya se corrió. Sentí su leche calentita en mi boca y mi coño se alborotó. Para mí que era la primera vez que se la mamaban, ya que al acabar de correrse, se la sacudí, se la mamé, y en nada se volvió a correr. Después de tragar, le dije:
-Das más leche que una vaca.
Quité la falda y las bragas, le di la espalda, me apoyé con las manos en la pared, me abrí de piernas y le dije:
-Fóllame.
Frotó su polla en mi coño mojado y al momento se le puso dura. Mi tío pasaba de los cuarenta años, pero debía de follar una vez al año, ya que tenía reservas de sobras, de hecho se volvió a correr al meter la punta de la polla en mi coño. Parecía un adolescente con eyaculación precoz. Luego me folló cómo un loco sin medicación... Al sentir cómo me corría se corrió dentro de mí. Después me di la vuelta y le dije:
-Cómeme el coño.
Mi tío se agachó y metió todo el coño en la boca una y otra vez. Su leche y mis jugos se la iban llenando. Me di cuenta de que en su puta vida había comido un coño. Tenía que enseñarle a comerlo, le dije:
-Mete y saca tu lengua de mi vagina.
Extrañado y empalmado, me preguntó:
-¿De dónde?
-De mi coño.
Era guiado... Ya metiera y sacara la lengua de mi coño unas treinta veces, cuando le dije:
-Ábrelo con las dos manos, lame por los lados y mete y saca a lengua del coño.
Hizo lo que le dije. La verdad es que me estaba haciendo un cunnilingus delicioso, ya que su lengua era enorme. Luego le señalé el clítoris y le dije:
-Lame solo aquí y con la punta de la lengua.
Al lamer sentí que me iba a correr. Él sintió mis gemidos y se emocionó. Afortunadamente me desobedeció, dejo de lamer el clítoris, lamió los labios, metió la lengua dentro de mi coño, al sacarla lamió mi clítoris de nuevo y me sacó una corrida larga y copiosa que cayó dentro de su boca y que mi tío se tragó.
Al levantarse tenía un empalme brutal. Su polla apuntaba al techo. Quite la blusa y le dejé ver mis tetas. Las cogió con las dos manos, las apretó y las mamó con ganas. Dejé que se hartara de tetas, luego volví a a darle la espada, apoyé las manos en la pared, me abrí de pierna, chupé un dedo, lo metí en el culo, lo saqué y después lo chupé para que no se sintera incomodo al hacerme lo que le iba a pedir.
-Cómeme el culo cómo si fuera el coño.
Mi tío se agachó lamió la raja del culo, después abrió las nalgas y metió y sacó su lengua de mi ojete incontables veces. Me puso a punto para lo que yo quería.
-Métemela en el culo, tío.
Mi tío estaba deseando meter donde fuera. Al meter la punta de la polla dentro de mi culo se volvió a correr. Le había pasado lo mismo que con en el coño. Corriéndose la metió hasta el fondo, luego me folló con cuidado. Pasado un tiempo le dije:
-Despacito, tío. Folla mi culo despacito que quiero correrme
Me folló despacito. Metí dos dedos dentro del coño y me masturbé sintiendo su polla desfilar encima de ellos. Al rato sentí su polla latir dentro de mi culo y su leche llenándomelo. Aceleré el mete y saca, pero no me corría. Saqué los dedos del coño, hice que volasen sobre mi clítoris y entonces sí, me corrí cómo una cerda. Intenté agarrarme a la pared porque mis piernas temblaban tanto que no me sujetaban. Mi tío viendo cómo mis uñas bajaban arañando la pared dejó de cogerme por la cintura, me agarró por las tetas, y me dijo:
-Tú sí que eres una mujer y no lo que tengo en casa.
Me aparté de la pared, vi que la polla seguía dura, me di la vuelta y le dije:
-Cógeme por las nalgas, levántame y clávamela en el coño.
Me cogió y me la clavó en el coño. Le rodeé el cuello con los brazos, lo besé con lengua y le dije:
-¿Esto es lo que tienes que hacerle para dominarla?
-Me arañaría.
-No si la coges por detrás y le rasgas el vestido con tus manos. Al darse la vuelta levantas la mano y le dices que si habla, si chilla o si se revuelve le das una hostia que la dejas a dormir. No le quites el sujetador ni las bragas, rómpeselas. No la beses en la boca, cómele las tetas con voracidad y después cómele el coño cómo te enseñé. Después de correrse cógela cómo me tienes cogida a mí y dale duro.
-¿Así?
Mi tío me folló a romper, pero yo quería más, le dije:
-Más duro, dame más duro, tío, dame más duro que estoy a punto de correrme.
Me dio y nos corrimos los dos. Al acabar y ponerme en el piso, lo besé y le dije:
-Después de correrse acabará besándote cómo te besé yo.
Al día siguiente mi tío andaba con un ojo hinchado. Parecía ser que la beata para santa no iba. La hija de nuestra vecina, una rubita muy guapa que cuando nos cruzábamos en la calle me miraba con ojos de corderita degollada, o sea, que se le notaba a las leguas que le gustaba, sentada en un escalón que había delante de la puerta de su casa, me dijo:
-¿Quieres que te cuente un secreto de tu tía?
-Cuenta.
-Me tienes que dar algo a cambio.
-¿Qué quieres?
-Que me dejes darte un beso con lengua.
-Una hostia es lo que te voy a meter, niña.
-No tan niña, ya tengo diecisiete años.
La espabilada sonreía cómo lo que era, una putita.
-¿Y el beso dónde me lo darías, Puri?
-En mi casa.
-Ya, pero en que parte de mi cuerpo.
-A lo mejor tienes que bajar las bragas para dártelo.
Tuve que bajar las bragas para dármelo, y a ese beso siguieron unos cuantos besos más... La jodida sabía latín. No voy a daros detalles para no hacer el relato demasiado largo, pero os diré que la putita me dio un repaso en el que me corrí tres veces. Después de comer su coño y de correrse en mi boca me moría por correrme de nuevo, pero cómo su madre iba a volver del trabajo tuve que correrme al llegar a mi casa. Me masturbé pensando en ella y me corrí, y no una vez, me corrí dos veces.
Tres días después de follar con Arturo fui a su casa vestida con una minifalda corta, unas sandalias de tacón y una camiseta donde se marcaban los pezones de mis tetas, lo hice para provocar a mi tía, seducirla y después humillarla por haberle pegado a mi tío. Encontré a mi tía de rodillas fregando el piso de la sala de estar con un cepillo. Fui a su lado y le pregunté:
-¿Qué pasó con la fregona?
Miró hacia arriba, vio mis bragas blancas y dijo:
-¡Ala! Enseñándolo todo, como una cualquiera.
-¿Te preguntaba por la fregona?
-Estoy purgando una culpa.
-¿Qué hiciste?
-Le pegué a Arturo.
Me había confirmado lo que yo ya creía saber. Le dije:
-¿Tomamos un café y me cuentas que te hizo para levantarle la mano?
Solo le faltaba una esquina por fregar. Recogió, yo tiré con el agua sucia y al ratito mi tía estaba en la cocina haciendo café y contándome lo que le hiciera mi tío.
... Y no me arrincona contra la pared y me dice que me va a dejar el vestido para hacer trapos.
-¿Estaba borracho?
-Cómo una cuba, a pesar de que no le gusta beber.
-¿No será que no le dejas beber?
-Ese ya es otro cantar.
Mi tía Miriam estaba de pie enfrente de la cocina y cerca de la pared. Fui a su lado, la cogí por las muñecas. La empujé contra a pared y le comí la boca. Se enfureció.
-¡Puta! Te voy a sacar los ojos.
-Una corrida, eso es lo que me vas a sacar, guarra.
Le di la vuelta, la empotré contra la pared, saqué una esposas que llevaba dentro de las bragas y la esposé. Antes de darle la vuelta le dije:
-Si hablas, si te resistes o si me das una patada te pongo los dos ojos negros.
Le di la vuelta y se quedó quieta cómo una muerta. Mordí su vestido en el escote y se lo rasgué de arriba a abajo. Luego le rompí la combinación que llevaba por debajo, le rompí el sujetador y las bragas. Tenía las tetas medianas, con areolas oscuras y pezones grandes, grandes y de punta. Al coño lo rodeaba una enorme mata de vello negro. Le volví a comer a boca. Mi tía no me devolvía los besos. Le eché la mano al coño. Lo tenía empapado. Le metí dos dedos dentro y la masturbé al tiempo que le magreaba, le chupaba, le mamaba las tetas y le lamía y mordía los pezones. Al ratito comenzó a gemir. La besé y sus labios chuparon mi lengua. Era lesbiana cómo me había dicho Puri. La vi con los ojos cerrados, las palmas de la mano contra la pared y abierta de piernas y me entraron unas ganas locas de correrme, pero mi misión era otra. Me agaché delante de ella, le abrí el coño y le pasé la legua por él, lento al principio, y después cada vez más rápido hasta que explotó. Mientras se corría fue deslizando su espalda por la pared. Quedó sentada en el piso sobre el vestido roto. Al tenerla rendida y vencida tocaba humillarla, le dije:
-Prepárate a recibir la lluvia de Agustina.
Bajé las bragas, levanté la mini falda y le meé en la cara. Me puse tan cachonda que al acabar de mear me masturbé delante de ella... Cuando me iba a correr le levanté la cara con la mano izquierda, le puse el coño en la cara y acabé en su boca.
Después de abusar de ella, me preguntó:
-¿Por qué me has hecho esto, Agustina?
-¿Querías que te follara cómo Puri?
Cayó de burro abajo. Ahora lo entendía todo.
-¡La mato! A esa cabrona, a esa enferma, a esa hija del diablo, la mato, la mato cómo Miriam me llamo..
-¿Y después con quien vas a follar?
-Yo no conozco más polla que la de mi marido ni he visto más coños que el tuyo y el mío.
Me dejo de piedra. La había cagado bien cagada.
-¡No jodas! ¿Me estás diciendo que esa mocosa me la metió doblada?
-No sé cómo te la metió, pero mejor te será que me vayas soltando y que cuando puedas me compres un vestido nuevo unas bragas y un sujetador
-¿No me vas a quitar los ojos?
-Los tienes muy bonitos para quitártelos.
Mi tía Miriam no había estado antes con una mujer, pero después de soltarla... No lo digo porque... Bueno sí, lo digo, acabó comiéndome el coño y yo se lo volví a comer a ella.
A Puri no la mató, la mató a polvos Puri a ella, y mi tío, mi tío se cansó de follar con mi tía y conmigo.
Quique.