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Unas vacaciones en la playa con una cuñada que pide a voces ser follada es demasiado para nuestro protagonista.

Me llamo Carlos, tengo 30 años y estoy casado.

Una de mis mayores obsesiones es mi cuñada la hermana de mi mujer. Tiene 27 años, un culo perfecto y unas tetas respingonas. Me tiene muy obsesionado, y tengo unas ganas tremendas de follármela, pero de momento tengo que contentarme con hacerme pajas pensando en ella , y más todavía desde este verano pasado.

Como cada año vamos a pasar parte de las vacaciones a una casa que tienen mis suegros en la costa cerca de la playa. Y este año coincidimos una semana con mi cuñada y su marido. Ya os podéis imaginar la situación; allí estamos todo el día en bañador, ya que tenemos una piscina, y mi mujer y mi cuñada van con minúsculos bikinis e incluso ellas se suben a la terraza de arriba de la casa para tomar el sol en pelotas.

Así es que mi cuñado y yo vamos todo el día con un calentito subido,e incluso he visto cómo más de una ocasión a mi cuñado se le iban los ojos -y la polla- detrás de mi mujer.

Conforme iban pasando los días de esa semana yo iba tomándome más libertades y confianzas con mi cuñada y ella me seguía el juego, por lo que yo pensaba que al final llegaríamos a algo, y por eso esperaba cualquier oportunidad para atacar.

Esa oportunidad llegó una mañana que fuimos a la playa, y mi cuñado se quedó en casa, mi mujer y su madre se fueron a una peluquería y yo me quedé en la playa con mi suegro y mi cuñada. Para postre mi suegro se fue al espigón de la playa a ver a los pescadores. Estuvimos un rato hablando tumbados en la arena, pero yo tenía las gafas de sol puestas y no dejaba de mirarle descaradamente el culo y las tetas. Entonces se pusieron cerca nuestro una pareja de chicas a las que me quedé mirando porque la verdad es que estaban muy buenas, y mi cuñada me dijo que tuviera cuidado que se me iban a salir los ojos de las gafas, y luego me preguntó si me habían gustado, a lo cual respondí con una sonrisa picaresca y le dije que estaban muy bien.

Entonces fue cuando me preguntó: Y yo, ¿cómo estoy?. Mi respuesta fue al grano: Estás para echarte un polvo.

Ella se quedó parada, y yo más , no sabía cómo le había podido decir eso; me levanté y me metí en el agua pensando en las repercusiones de lo que le había dicho. Desde el agua la miraba a ella y ella me miraba, hasta que se levantó y se metió en el agua y me preguntó que por qué me había ido de repente, le dije que es que me había pasado un poco. Ella me contestó que no pasaba nada que ella me había preguntado algo y que yo le había respondido, y que le había gustado la respuesta y que eso iba a quedar entre nosotros dos. Entonces me sinceré y le dije que ella me ponía a cien . Por la expresión de su cara notaba que aquello que le decía le gustaba, así es que decidí ir a por más.

Le cogí con las dos manos por el culo y la apreté contra mí. Ella me dijo que si me había vuelto loco que nos podían ver, pero yo no le hice caso y la cogía con más fuerza, y nos empezamos a besar, yo la apretaba con fuerza contra mi polla, y la saqué del bañador para que ella la notase aún más.

Le eché la braga del bikini a un lado y le fui a meter la polla, pero ella se separó de golpe y me dijo que no, que estábamos en un sitio que nos podía ver cualquiera.

Yo le dije que me había puesto a cien y que no podía salir del agua, a lo que ella se sonrió y me cogió la polla y empezó a masturbarme. Me puse detrás de ella a un lado y mientras ella me masturbaba yo le tocaba el culo, y luego le empecé a masturbar a ella, mientras le decía que quería follármela de todas las formas posibles.

Pero tuvimos que dejarlo precipitadamente porque vinieron mi suegra y mi mujer, así que mi cuñada salió primer y al rato salí yo. Después volvimos a casa y le dije a mi cuñada que teníamos que acabar lo que habíamos empezado, y ella me dijo que tuviera paciencia, pero los hombres para algunas cosas no tenemos paciencia, así es que me fui a la habitación con la idea de hacerme una paja pensando en mi cuñada, pero cuando llegué a la habitación allí estaba mi mujer cambiándose de ropa y poniéndose el bikini, un bikini que era de su hermana, lo cual ya me acabó de encender del todo, y me lancé sobre ella, que me dijo que me esperase que se quitara el bikini a lo cual yo no le dejé porque aquello me daría más morbo ya que aquel polvo iba dedicado a mi cuñada.

Empezamos a follar con intensidad, y le dije a mi mujer que la quería follar por el culo, pero me dijo que no, que no teníamos tiempo para tanto porque teníamos que ir a comer. Al momento mi cuñada nos llamó por el pasillo para ir a comer, y mi mujer me dijo que le diera caña para que no se dieran cuenta, así que la puse a cuatro patas y la follé con fuerza. Mi mujer soltaba unos gemiditos controlados y vi que por debajo de la puerta había una sombra que se movía, imaginé que era mi cuñada que nos había llamado y se había quedado por allí. Empecé a gemir más alto y hablar más alto controladamente para que mi cuñada nos oyera, poco después descargué toda mi leche en el conejo de mi mujer, y nos fuimos a comer.

Durante unos días mi cuñada y yo vivíamos en un entorno de complicidad y coquetería sin que llegáramos a más, hasta que una tarde me levanté de la siesta y vi que mis suegros y mi mujer se habían ido, entonces subí al terrado y encontré la sorpresa, la obsesión de mis fantasías sexuales estaba allí follando con su marido. Ella estaba sobre él cabalgándolo. Cuando ella me vio me sonrió, y empezó a actuar para mí. Mientras follaba se acariciaba las tetas y se masturbaba, yo medio escondido no paraba de mirar y hacerme una paja, su marido no pudo aguantar aquella cabalgada y se corrió, entonces ella le puso el coño en la boca, y entre la lengua de su cuñado y sus dedos se corrió mirándome fijamente a la cara. Dio un suspiro y le dijo a su marido que iba al lavabo yo me fui rápidamente para abajo y me metí en la casa y ella entró después, se fue directamente a por mí, se puso de rodillas y empezó a chupármela. Yo estaba alucinando pensando que se cumplirían todas mis fantasías, noté que me iba a correr así que se la saqué de la boca y le dije que quería follarla, pero me dijo que no que no había tiempo para eso y que no teníamos preservativos, con lo que siguió mamándomela y masturbándome, pero le cogí la cabeza y empecé a follármela por la boca, noté cómo la leche me subía con fuerza y le dije que me corría. Ella intentó sacar la polla de su boca pero yo no le dejé y eso fue lo que hice. Empecé a descargar mi leche en su boca mientras veía cómo ella cerraba los ojos y tragaba con cierto asco, fue una corrida sensacional y ella seguía chupándome la polla, pero ahora con más suavidad.

Se levantó y con restos de semen aún por la boca me preguntó si me había gustado, a lo que le dije que había sido fantástico. Me dijo que teníamos que repetirlo con más tiempo y más tranquilidad.

Han pasado cuatro meses de aquello, y aun ansío el momento de encontrarme a solas con esa magnifica hembra.