Florencia
Florencia es chica de pueblo y se relata su primera y gran experiencia sexual.
Florencia era una auténtica chica de pueblo, junto a sus padres regentaba la única casa rural de la comarca. Su aspecto descuidado escondía unas curvas voluptuosas y unos pechos de infarto. Odiaba aquel pequeño pueblo que hacía tiempo cortó sus alas. Siempre sintió una poderosa atracción hacia los hombres, y un deseo feroz y ardiente que guardaba tras el que dirán. No se le conocía novio, desde aquella vez que aquel chico del pueblo de al lado la dejó, asustado y herido en su tradicional forma de pensar, cuando ella quiso ir más allá del misionero; ella no sería una buena madre y ama de casa, pensó.
Desde entonces guardaba sus ganas, y su deseo se volvía casi locura con el paso del tiempo.
Este verano, se hospedaron en su albergue, un par de turistas nórdicos, de unos treinta años, altos y en muy buena forma física. Cuando Florencia los vio aparecer por la puerta, sintió ese fuego que tanto le atormentaba y que no encontraba forma de apagar. Esa noche estaba ella al cargo por la ausencia de sus padres, y cambió su pueblerina indumentaria por la ropa que usaba para ir a la ciudad, se arregló un poco el pelo y pintó de rojo sus carnosos labios. Los dos hombres cenaron allí, y Florencia les atendió gentilmente, sin entender una sola palabra de lo que decían, pero entre gestos y sonrisas la comunicación era más que fluida. Niels y Axel, así se llamaban, no quitaban ojo a las curvas de Florencia, y al calor de los vinos, Axel aprovechó para propinarle una palmadita en el culo, a quién no pareció disgustar. Entre risas, los dos chicos se despidieron de ella y subieron a su habitación compartida.
Florencia no podía más, pensó que era esa noche o quizás nunca, así que cogió la llave y entró en la habitación mientras ellos dormían, ambos estaban en la misma cama, guardando las distancias pero compartiendo el gran colchón, así pues, se acercó a los pies de la cama, levantó las sábanas y fue subiendo sigilosamente hasta que dio con la polla de Niels, quién ya se había percatado de la situación y se hacía el dormido. Florencia engulló aquel rabo que fue ganando en tamaño y que la dejó sin respiración cuando se mostró en todo su esplendor. No daba crédito a lo que estaba haciendo, y su coño estaba tan húmedo que su flujo chorreaba hacia sus piernas. Axel reaccionó alucinado, y mientras Florencia llenaba su boca con aquella enorme polla, fue a los pies de la cama, dónde esperaba desesperada desde hacía años, aquella chorreante vagina y sus dulces y húmedos labios. Sacó su dura polla y atravesó su coño con ella, mientras ella disfrutaba con los encantos de Niels. Gemía de placer como nunca había podido hacer, y deseaba más que nunca conocer el sabor de una buena corrida. Sus dos manos no abarcaban la dura polla de Niels, que terminaba de cubrir con su boca, y que llevaba con lujurioso frenesí hasta su garganta. Pasaron así un buen rato los tres, hasta que finalmente, Niels llenó su boca de pasión, y Florencia empalada por delante y por detrás, y con la dulce fruta de la pasión en su boca, rompió en un terrible orgasmo que parecía no tener fin. Axel la dejó caer sobre la cama, le dio la vuelta, y acercando su gran aparato a su boca, rompió en un río de semen que volvió a llenar su boca y que rebosaba por la comisura de sus labios.
Florencia sonrió, cerró los ojos, y durmió con ellos hasta la mañana siguiente.