Flor - La malhumorada gerente del banco (I)

Cómo conocí a Flor, una malhumorada gerente el banco y cómo, poco a poco, fuimos cumpliendo nuestras fantasías.

La compañía en la que trabajo, fue adquirida en 2016 por una empresa Norteamericana. Esto provocó que tuvieramos un cambio de cede de trabajo, cambios de jefes y cambios en la nómina en la cual nos depositaban.

La tarjeta de nómina donde antes me abonaban mis pagos, ya no me servía para nada, así que, después de muchos embrollos, acudí a la sucursal de Banco Azteca donde la activé originalmente para que me ayudaran a darla de baja.

Al llegar al escritorio, pienso que la chica de atención a clientes era nueva en el puesto ya que no lograba encontrar cosas en su sistema, se ponía nerviosa y me daba información contradoctoria... Y aquí es donde aparece la protagonista de mi historia: Flor.

Flor era la gerente de esa sucursal bancaria. Con 36 años en ese entonces. Una mujer con sobrepeso, pero sin vientre abultado, con un gran par de nalgas, unos pechos muy grandes que parecían querer salirse de la blusa blanca que llevaba, cabello chino y un rostro que dejaba ver el malhumor que se cargaba.

Le preguntó a la ejecutiva qué era lo que ocurría, ella le respondió que no lograba dar de baja mi tarjeta. Con un tono de voz altivo, Flor le dijo a la chica que se hiciera a un lado. Efectivamente, Flor tampoco pudo, así que le pidió a la chica que fuera dentro de cajas para ver quién podria ayudar a solucionar el problema. Cuando la chica se fue, Flor me dijo:

- Discúlpenos, no sabe lo difícil que es encontrar buen personal en estos tiempos. A cada rato debo cambiar de ejecutivos, porque ninguno hace bien su trabajo...

Mientras me hablaba, yo disimuladamente miraba ese enorme par de pechos. Han visto cómo se hace una pequeña abertura en las blusas abotonadas de las mujeres y dejan ver un poco de sus sostén y de piel? Pues eso se le veía a ella. Yo le respondí:

- No se preocupe, incluso no es necesario que den de baja la tarjeta. Con que cambien el tipo de servicio, para mí es suficiente.

Regresó la chica sin ninguna respuesta, a lo que Flor me pidió que le escribiera en un papel mi nombre y número telefónico para mandarme un mensaje una vez que el problema fuera resuelto. Y se lo di, obvio, mi número secundario.

Al día siguiente recibí un mensaje de ella donde me contaba que el problema fue resuelto y si podía acudir cualquiera de esos días por mi nuevo plástico (ya que ella decidió mejor cambiar el tipo de cuenta). Le respondí que el día viernes acudiría y no quedó en más...

Al llegar al banco el viernes por mañana, me vio y con mucho entusiasmo me saludó:

- M...!! Qué gusto que hayas venido, te esperaba! Mira, ven siéntate conmigo.

Su actitud me pareció muy muy rara. Me senté y al tenerla de frente vi que su blusa tenía un botón desabrochado y se le podía ver un escote bárbaro. Mientras ella me explicaba los beneficios de la nueva cuenta, yo trataba de ver la computadora y mirarla a los ojos, pero era imposible... De cuando en cuando y discretamente (según yo), miraba ese escote monumental y ese enorme par de tetas. Y comencé a ponerme nervioso al no poder controlar mi mente.

Me dio la tarjeta, nos despedimos con un abrazo muy efusivo de su parte, sentí sus grandes pechos en mi pecho y me retiré.

Pasé días sin saber qué hacer. Tenía su número, ella tenía el mío. En mi imaginación me veía chupando y ahogandome con esos enormes pechos, recordaba lo duros que los senti cuando me abrazó y me animé a escribirle... Grande fue mi sorpresa cuando me dijo que esperaba que le enviara algún mensaje, porque le caí muy bien. De diciembre de 2016 a febrero de 2017, platicabamos mucho por WhatsApp. Me contó que era casada, que no podía tener hijos, del estrés del trabajo, de las situaciones con esposo. Al poco tiempo, las conversaciones fueron aumentando de tono contándome que su marido no la tocaba (lo clásico), que ella tenía muchos deseos, me mandaba fotos de su dildo, pero que ella no quería uno de plástico sino uno de carne para exprimirlo hasta hacerlo acabar. Mientras escribo esto, tengo mi celular a un lado leyendo las tomas de pantalla que hice de esas conversaciones. Me preguntaba si me gustaba el sexo anal, si me gustaba el sexo rudo, que le encantaba el sexo oral, que ella buscaba a alguien con quien tener sexo nada más ya que no tenía tiempo para "involucrarse", me explicaba que tenía un sobrino que le encantaba pero que por ser familia nunca se animó a más. Yo la incitaba a que probara eso, pero ella se negaba. Me contaba sus fantasía: hacer un trío, ir a un cine en donde yo la penetrara mientras ella se la chupaba a alguien más. Y me confesó que el abrazo que me dio lo hizo a proposito porque yo le había gustado y quería ver si haciéndo eso, mi pene se pondría duro... y sí se puso durísimo jajaja.

Hasta que llegó el día. Quedamos de vernos para ir a un hotel.

La cita fue un sábado de febrero de 2017 fuera de metro Bancarra del Muerto a las 03:00pm. Originalmente los sábados yo salía a las 07:00pm y mi hora habitual de llegada a la casa era a aproximadamente a las 08:00pm. Pedí permiso en mi trabajo para salir a las 02:00pm y me embarqué hacia el iugar de la cita.

Por supuesto, iba nervioso. Aunque en mi horario de trabajo mi mujer nunca me busca, rogaba al cielo porque no me llamara o me mandara algún mensaje. El trayecto hacia dicho metro se me hizo eterno, hasta que llegué 5 minutos antes de la hora pactada.

Le mandé mensajes preguntándole dónde venía, dónde estaba, pero no me respondía. Le marqué en varias ocasiones y lo mismo, no había respuesta...

Hasta que, cerca de las 03:15pm recibí su mensaje "Estoy estacionada detrás del Seven Eleven, estoy en un auto negro. Te espero".

Tomé aire para tratar de tranquilizarme y fui caminando hacia el lugar donde me dijo. Ahí estaba el auto con ella dentro, vestida muy distinta a como la había visto en el banco. Llevaba una blusa roja holgada y el cabello con un chongo.

Abrí la puerta del copiloto, ingresé al auto y la saludé... sólo cerrar la puerta, me abalancé sobre ella para besarla... Caray! Fue un beso desesperado, con ganas, sus labios eran gruesos. Meti mi mano detrás de su espalda y estaba empadada en sudor, cosa que me prendió aún más. Ella trató de disculparse pero no la dejé terminar y volví a besarla. Se separó de mí, volteó hacia varios lados cuidando que nadie mirara y me dijo "Mete tu mano".

Metí la mano por debajo de la blusa y... Maldita sea! Sentí esos pechos por los cuales había fantaseado mucho tiempo. Sólo los acaricié y cuando me disponía a bajar para chuparselos, me dijo:

- Aquí no, nos pueden ver. De camino para acá vi un hotel que se ve muy lindo.

Me incorporé, le dije que fuéramos a ese hotel y comenzó la marcha. Llegamos al hotel Liebe. Ingresamos, pedimos una habitación. Cuando la malla de la cochera decendió en su totalidad, nuevamente comencé a besarla, pero ahora también besé su cuello mientras le tocaba los pechos por encima de la ropa. Ese sabor a sudor me ponía muy mal...

Me separó y me dijo con una voz sexy " Te quiero adentro "... Salimos del auto y subimos las escaleras para ingresar a la habitación.

Por la buena costumbre que siempre tengo, me fui a lavar las manos. Ella se puso detrás de mí, me abrazó por la espalda mientras que por enfrente acariciaba mi pecho y mi vientre. Restregaba su cuerpo detrás de mí. Me sequé las manos, me di vuelta, la apreté contra mí y comencé a besarla con desesperación. Ella me desabotonó y quitó la camisa, yo hice lo mismo con su blusa... Y ahí estaban frente a mí esos pechos tremendos cubiertos por su ropa interior color beige. Los tomé con ambas manos desde abajo, quería sentirlos, quería comprobar su tamaño... y eran unos pechos muy duros. Los apreté, alcé la cara para verla a los ojos y ella me miraba con lujuria. Volví a besarla mientras le apretaba los pechos. Ella misma se quitó los pantalones y yo hice lo mismo con los míos. Los dejamos ahí en el suelo, mientras sin dejar de besarnos, caminábamos hacia la cama.

Estando en la orilla de la cama, ella me empujó, bajó mis calzoncillos y me dió el mejor sexo oral de mi vida. De verdad no saben qué maravillas hacía esa boca. Lo pasó un poco por su cara primero y sin avisar lo metió entero a su boca. Podía sentir unicamente el contacto con su lengua. Ella tomó mis manos y las puso sobre su cabeza, dándome a entender que yo manejara la intensidad. Cuando lo sacaba de su boca, salía mi pene lleno de saliva, me escurría hasta los testículos, me masturbaba y me miraba a los ojos con una sonrisa pícara.

Se levantó, se quitó su panty y su sostén.... Y nuevamente sin avisar, se montó sobre mí y se metió mi pene así a pelo. Yo tenía sus tetas desnudas en mi cara. Eran gigantes, un poco más pequeñas que el tamaño de mi cabeza, eran duras, no le colgaban. Siempre he pensado que quizás eran operadas y no me di cuenta...

Nuevamente la tomé por los pechos mientras les pasaba la lengua fuertemente, se los recorría, con los labios jalaba los pezones. Mientras tanto ella se movía desesnfrenadamente sobre mí. Sentía cómo sus músculos vaginales me apretaban, lo caliente y empapada que estaba; sentía como sus grandes nalgas se reposaban sobre mi puvis... De pronto apretó su cuerpo contra el mío. No gritó, no gimió, sólo apretó mucho su cuerpo... Había tenido un orgasmo.

Se quedó recostada sobre mí. Por su peso, yo no aguanté mucho y la recosté hacia un lado. Estaba bañada en sudor y me dijo:

- Ya quería sentir uno de carne...

Y nos comenzamos a reir.

La abracé. Le acaricié el cabello, la espalda, las piernas suavemente. Pláticamos un poco de lo que había sucedido y la voz se le entrecortó. Le pregunté por qué quería llorar, pero me dijo que era de alegría, cosa que no le creí (más adelante supe por qué fue). Para cambiar de tema me dijo " Pero tú no has terminado... ", así que se incorporó. Yo estaba recostado sobre la cama y nuevamente me dio ese sexo oral de campeonato. Lo metía todo en la boca, casi se ahogaba,ahí lo mantenía mientras jugaba con su lengua. Me dijo:

- Sabe muy rica tu verga con mis jugos.

Ufff, me puso al cien esa frase. Pero luego dijo una mejor:

- Recuerdas que te conté que quiero probar el sexo anal? Qué te parece si me la metes así?

Yo ni tardo ni perezoso, me imcorporé. Ella se puso en 4... Por dios, qué cuadro! Ese gigante par de nalgas. Se las abrí para ver su vagina y su ano. Me dio un morbo enorme verla así... ver así a la gerente mandona, despota, que con el uniforme de su trabajo se veía tan imponente. Verla así en 4 esperando que se le metiera por su culito.

Para devolverle el favor y sin avisar, le pasé la lengua por su ano. Ella soltó un respingon. Se lo comencé a chupar, a pasarle la lengua.. Sentía cómo ella tensaba su cuerpo, obviamente era algo que su esposo nunca le había hecho.

Puse mi pene en la entrada de su ano, pero no lograba entrar. Estaba muy apretado. Así que dirigí mi pene a su vagina... Madre mía, estaba muy mojada. Se ve que le había encantado el beso negro que le di.

Comencé a darle suavecito. Alcancé mi celular y tomé algunas fotos. Era fascinante ver cómo ese gigante par de nalgas se comía mi pene. Ella dio la orden "Dame fuerte!". Dejé el celular a un lado, la tomé por las caderas con ambas manos y se la metí fuertemente. Nuestros cuerpos chocaban, ella gemía a más no poder. Hasta a mí llegaba su olor a hembra.

Pero ya no pude más, saqué mi pene de ella y eyaculé sobre su espalda soltando yo algunos gemidos por los fuerte que fue. Me detuve a ver el cuadro... Ella en 4, con mi semen escurriéndole por un costado de la espalda.

Me levanté al baño, para quitarle eso con una toalla. La limpié y me limpié. Exhausto, me recosté con ella para abrazarla, para darle pequeños besos en su boca mientras intentaba recuperarme. La sentí rara nuevamente así que le pregunté qué ocurría. Al fin ella se animó a decirme:

- Es la única vez que nos vamos a ver verdad?

Ahí comprendí por qué le dieron ganas de llorar minutos antes. La abracé y le dije que no, que me encantó haberla visto y que esta era la primera de muchas veces que nos encontraríamos.

Era momento de partir. Le alcancé su ropa que estaba en el suelo y mientras ella estaba sentada en la cama desnuda arreglando su ropa para ponérsela, pensé:

"Carajo, lo que me comí!"