Física y Química
Había suspendido física todas las veces posibles que un ser humano puede suspender física. Primero, segundo, tercero de BUP. Y al llegar a COU arrastraba todas esas asignaturas pendientes conmigo.
Había suspendido física todas las veces posibles que un ser humano puede suspender física. Primero, segundo, tercero de BUP. Y al llegar a COU arrastraba todas esas asignaturas pendientes conmigo.
No es que fuera tonta, era el resultado de las elecciones de una familia de grandes científicos. Que habían considerado que la rama en cuestión me daría un futuro mejor.
Yo la detestaba...
<< Una pelota cae de una montaña a una velocidad de 10 km/h.... >>
Y ya no había más problema, ni pelota, ni montaña... mi poder de abstracción se lo había llevado todo a surcar los cielos.
A quién coño le importara a que distancia caen las esferas que pueden volar...
Me temo que al profesor, y de él dependía mi posterior acceso a la universidad para estudiar filosofía, que era lo que yo realmente quería.
Aquel día, acababa de realizar el último examen del último curso. Un tres de diez, me puntuó... sobre decir que era generoso, para lo que yo había estudiado... pero harta de arrastrar esa tarea conmigo, fui a su despacho a poner cartas en el asunto, para siempre...
Cuando llegue revisaba unos papeles, él era un chico joven, clásico en el vestuario, pero de aspecto desenfadado, Cuando me vio entrar sin permiso, me increpó...
“No se puede pasar sin llamar a la puerta”
“Pues se ve que si se puede” - dije yo.
Y guardo silencio, mirándome y analizándome como propiamente haría un científico.
Yo le sostuve la mirada... y tras unos minutos de irreverencia visual, subí un poco más la ya de por si minúscula falda, mostrándole el tanguita donde había colocado la calculadora.
- “Esta es la nota que quiero...” - marque un 10, y le mostré los dígitos con una sonrisa perversa...
Para mi sorpresa él me devolvió la sonrisa... y tras unos segundos de silencio forzadamente largos me respondió:
“Y que vas a hacer para conseguirlo?”
“Lo que sea necesario, profesor...”
Desabroche mi camisa y me acerque con decisión, dispuesta a darle una lección que no olvidaría.
Nunca llevaba sujetador, y no era la primera vez que había apreciado como me miraba, especialmente los días de frío, cuando más se marcaban mis pezones.
Así, con los pechos desnudos, me coloqué frente a él, y acto seguido le cogí las manos y las puse sobre ellos, para que me magreara.
No tardo en levantarse de la silla, agarro mis caderas y me estrecho contra él, para besarme lento y profundo... y al cabo de unos minutos cuando se detuvo para volver a mirarme... y le propiné una bofetada. Directa y con clase. Precisa y delatora. Y a la que siguieron algunas más que disiparon cualquier duda.
Su semblante había cambiado y el flujo mojaba mis bragas. Así que le desabroche el pantalón y le arrebate el cinturón de cuero.
Le baje los calzoncillos y le agarre del pelo para que se pusiera de nalgas contra la mesa. Doble el cinto a la mitad y le azote...
Él emitió un gemido, ese tipo de sonido entre el dolor y el placer. Y yo temiendo que alguien nos descubriera, me quite el tanguita, más mojado aún y se lo metí en la boca.
Lo continue azotando y le susurré al oído:
- “Nunca más volveré a estudiar Física y Química. Y quiero tener la mejor calificación...”
Y lo continué azotando, hasta que asintió con la cabeza.
Le di la vuelta y le agarre fuertemente de la entrepierna.
- “Eso está mucho mejor. Presiento que a partir de ahora nos llevaremos muy bien”
Y con el mismo cinturón le ate las manos y le indique que se tumbara sobre la mesa.
Su polla estaba durísima y entregada a mi perversión, me subí sobre el y le puse el culo sobre la cara. Cortándole a ratos la respiración para debilitarlo... y frotando mi coño contra su lengua dispuesta para mi deseo.
A la par le castigaba las pelotas, con aquella regla de madera que tantas veces había usado en la pizarra. Sin dejar de Follarle la cara que ya estaba toda empapada de mis fluidos.
Solté la regla de madera, y le agarre la verga caliente y húmeda. Y justo cuando la campana del colegio sonaba me corrí y me desplomé sobre el, que había salpicado toda mi falda.
Con una sensación extraña, me limpié como pude y volví a abrocharme el uniforme. Le desaté las manos, lo besé en los labios y cuando estaba en la puerta para dirigirme a clase de gimnasia, (que era la que me tocaba), le dije:
- “Volveré... esto no acabó aquí...”
Y sin ropa interior, con una sonrisa de oreja a oreja, deje su aula.
Victoriosa, satisfecha y liberada.