Finde casi inesperado
Nada podía ir peor, nada podía acabar mejor...
Todos tenemos un amigo que es el más ligón, que es un poco más guapo, un poco más divertido, un poco más inconsciente, o quizá un poco de todas ellas y otras. Pues esta historia ocurrió cuando este amigo se quedó soltero y nos juntábamos mucho para salir de fiesta. En aquella ocasión mi amigo Marcos, que no era muy ducho en ordenadores, vino emocionado con historias porque había descubierto las redes sociales para ligar, algo que para él siempre había sido innecesario.
Había conocido a una chica que me contó que vivía en otra provincia, en otra comunidad, algo lejos de nosotros pero que le estaba gustando mucho hablar con ella. Se llamaba Isabel y me mostró un par de fotos que le había mandado ella y la chica era muy guapa. En pocos días pasó de las fotos a la cam. Ya no se escribían, se veían por cam y hablaban.
El fin de semana llegó y Marcos me dijo que fuera a su casa antes de salir de fiesta. Llegué allí y mientras se arreglaba para salir me hablaba de la chica y de que se estaba planteando ir a verla.
-Vamos a ver si está conectada antes de irnos y la ves, ponte a un lado y no hables -me dijo.
Le hice caso y efectivamente ella estaba conectada. Me fijé que era guapa, sí, y por el escote se le adivinaban unas tetas de infarto pero tenía la impresión de que era un poco más gordita de lo que parecía en las fotos. A pesar de que yo no tengo prejuicios de esa clase cuando me gusta una chica, conocía demasiado bien a mi amigo ligón en ese aspecto. Hablaron un poco, realmente había una compenetración entre ellos y pronto cerró y salimos de fiesta a una zona de pubs.
Aquella noche hablamos mucho sobre ella y él intento convencerme varias veces para que le acompañara de viaje a verla. Yo ya lo conocía bien y no estaba dispuesto a ir para que él se perdiera con ella para follar y yo me quedara por ahí buscando que hacer en un sitio donde no conozco nada. Finalmente me confesó que tenía miedo de ir sólo por si no le gustaba en persona o si no tenía nada que hacer con ella. Al parecer la chica estaba bastante dispuesta a hacer de todo con él, al menos por lo que él me contaba, pero a él le daba miedo sobretodo porque ella era muy reservada con su cuerpo.
Los días pasaban y las cosas se volvieron más fuertes entre ellos hasta el punto que se amaban y se odiaban, se enfadaban por internet y luego se querían otra vez. Todo siguió así hasta que volvieron a estar bien y decidió que iba a ir a verla aunque fuera sólo. Unos días después Marcos me llamó.
-Tienes que venir conmigo -me decía algo emocionado.
-Que no, en serio, es tu viaje, yo no pinto nada allí -dije sincero.
-Escuchame -insistió- me ha dicho que ella irá con una amiga, es perfecto para ir los dos -explicaba con interés.
Aquello empezaba a parecer una cita a ciegas organizada para no ir él sólo y no me gustaba mucho la idea. Finalmente me dejé convencer y organizamos un viaje de fin de semana, de ida y vuelta. Sábado ir a verlas y domingo volvernos. Una noche de hotel para descansar y con habitaciones separadas por lo que pudiera pasar. Obviamente él con sus posibilidades de follador seguro que le iría bien, yo me tomé el viaje más como un entretenimiento y a ver como era la amiga, ya que no sabíamos nada de ella porque él no le había preguntado.
Recuerdo que nos perdimos con el GPS porque había unas carreteras que no estaban actualizadas, pero llegamos por la tarde cerca de la casa de Isabel. Bajamos del coche y esperamos impacientes, sobretodo él, a que llegara. Cuando apareció, Marcos fue el más simpático del mundo como le caracteriza, se saludaron efusivamente y hasta le dio un pequeño pico en los labios.
Morena, de cabello largo rizado, ojos marrones claros medio verdes, pechos sugerentemente grandes como ya sabíamos, y un cuerpo de chica más bien gordita como ya habíamos adivinado también. Me dio dos besos y olía de maravilla. Creía que las cosas se torcerían rápidamente entre Isabel y Marcos, pero fuimos a tomar algo mientras esperábamos a su amiga y todo fue bien, fue una charla muy amena entre los tres. Un mensaje llegó al móvil de Isabel, su amiga no llegaría hasta la cena. Fue la excusa para también contarnos un poco de como era su amiga y enseñarnos alguna foto en el móvil, no pintaba mal.
Llegó la hora de la cena e Isabel nos llevó a un local "de moda" allí. Lo cierto es que no me gustó mucho, era de tapas, de pie y con la música muy alta. Apenas podíamos hablar los tres sin gritar a la oreja. Marcos fue al baño y ella se acercó a mi oreja para hablar.
-Deja de jugar con los cordones -me ordenó y rió apartando mis manos de los cordones que colgaban de mi moderna camiseta. Se acercó más a mi para hablar de forma más confidente. -No sé como disculparme -empezó-, pero mi amiga no va a poder venir -me decía mientras yo no dejaba de mirar su escote tan abierto y tan cerca-. Mira, no miento -me dijo mostrando el mensaje de su amiga en el móvil. El móvil me interrumpió mi visión de su tremendo escote y leí el mensaje.
-No pasa nada -dije muy correcto-, te lo perdono si me llevas a un sitio donde haya más chicas guapas como tú -añadí para quitar hierro al asunto, aunque en mi interior ya vaticinaba que no era mi noche.
-¡Gracias por el piropo pillín! Eso está hecho -dijo ella guiñándome un ojo.
Sus ojos eran preciosos y sus labios carnosos movían en mi interior un fuerte deseo de besarla en aquel momento. Marcos volvió del baño y pensé en la suerte que tenía con es preciosa chica. Me cogió de los hombros y fuimos a por otra cerveza, no me iba a dejar aburrido prometió en confesión de colegas. La noche seguía bien, entretenidos, reíamos y poco a poco Marcos me hacía ver que sí, que quería follar con ella pero que tampoco le preocupaba mucho. Lo pasaba bien como cuando salíamos y conocíamos a esta o a otra o a cualquiera.
Llegamos a una discoteca, pequeña, era pronto y no estaba muy llena. Todos empezamos a beber más allí y en un momento dado ellos se pusieron un poco acaramelados en medio de la música, así que yo me fui a la barra de nuevo a pedir más. Cuando me quise dar cuenta salían juntos afuera sin avisar. La música y la bebida no terminaban de animarme, y aunque sabía que no era buena idea, salí a buscarles. No les vi así que fui donde habíamos dejado el coche.
Les pude ver a cierta distancia, detrás del coche besándose y ella ya tenía la polla de mi amigo fuera, en su mano, con un claro movimiento de masturbación. Ella se agachó sugerente y a mi se me puso dura de imaginar, pero decidí volver adentro antes de que me tacharan de mirón o cualquier otra cosa. Mi sorpresa fue que tardaron muy poco en entrar, casi tras de mi. "¡Vaya mamada rápida!" pensé.
Pero algo pasó. Aparentemente cada uno por su lado, Isabel se situó a un lado de la barra a pedir y Marcos vino directo a mi al otro lado a invitarme a otra aunque no había terminado la mía. No paraba de decir que lo íbamos a pasar bien y la bebida que pidió la tomó casi de golpe. Pidió otra y se fue más al centro a bailar al lado de unas chicas más jovencitas haciendo tonterías. Efectivamente algo pasaba.
-Os veo un poco raros a los dos -dije acercándome a ella-. ¿Va todo bien? -me interesé.
-Tú amigo es un poco gilipollas -respondió ella con rabia. Yo quedé en silencio fingiendo sorpresa-. ¿Sabes? tenía muchas ganas de... -se interrumpió a sí misma-, me da asco pensar que se la iba a chupar -dijo finalmente ahora con ojos tristes- Debo parecerte una puta cualquiera -añadió sin mirando el suelo.
-No, para nada, eres muy sincera y... -dije casi sin saber que decir.
-¡Es que es un bocazas! -me interrumpió- ¡Guapo y subnormal! ¡No sé en que estaba pensando! -volvió la rabia en ella-. Me voy fuera a fumar -añadió levantándose.
Estaba dejando de fumar nos contó un rato antes, pero se la veía nerviosa. En ese instante Marcos se acercó para llevarme de nuevo a por unas copas. Yo seguía sin terminar la mía. Luego me presentó a María y a Esther, dos jovencitas monas pero demasiado jovencitas y además se las veía con muy poco interés por nadie. La noche siguió igual, intenté hablar con Marcos pero cada vez estaba peor, se había tomado demasiado en serio lo de pasarlo bien sin control, así que salí un momento fuera a ver si estaba Isabel pensando que igual era mejor irnos. Y allí estaba sentada en un escalón del aparcamiento al parecer con el segundo o tercer cigarro.
-Deja de fumar -le dije en modo gracioso de padre enfadado.
-Y tu deja de jugar con los cordones -me respondió sonriente, recordándome la manía que tenía yo con aquella camiseta.
-Marcos no está bien y quizá será mejor irnos -expliqué con decepción. En aquel instante Marcos asomaba por la puerta vomitando en un rincón donde había unos arbustos del parking.
-Sí, será lo mejor -dijo tranquila y seria.
Yo fui a coger a mi amigo para llevarle al baño y luego irnos al coche. Aunque ni yo ni ella estábamos para conducir, el coche era de ella y ella había bebido menos y conocía como llegar. Estábamos cerca. Marcos estaba K.O. en el coche, balbuceó cosas hasta quedarse dormido. Llegamos al hotel y ella me ayudó a subirlo a la entrada del hotel. Nos dimos dos besos de despedida, nos alegramos de conocernos y se volvió a disculpar por lo de su amiga antes de irse.
¡Joder como pesaba el cabrón! El ascensor nos dejaba casi enfrente de la habitación de Marcos y la mía estaba a la vuelta de la esquina. Lo dejé caer en su cama, sin zapatos, apagué la luz y me fui a la mía. Yo me dejé caer en la cama también cansado y un poco mareado y mientras pensaba si ir a la ducha, escuché unos golpecitos en la puerta. ¿Marcos se habría despertado y querría explicaciones?. Me levanté con pereza y cuando abrí allí estaba Isabel.
-Creo que no puedo volver así a casa -dijo- y había pensado que si no te importa que me quede un rato y hablamos -añadió.
-¿Seguro que no quieres quedarte en la habitación de Marcos? -me daba pena pero también me sentí mal por la situación, me sentía como un peluche de recambio.
-No seas tonto... -respondió- aunque merezco esa respuesta -añadió mientras jugaba con mis cordones.
-Deja de jugar con los cordones -dije imitando su voz en plan gracioso.
A pesar de todo, mientras le hablaba, me había perdido en sus ojos. Nuestros labios se buscaron y se encontraron con ganas, con muchas ganas. Cerré la puerta y la atrapé de forma bruta contra la pared. Apagó la luz con su espalda sin querer pero eso nos encendió más. Mis labios buscaron su cuello, gimió, y mis manos bajaron la parte de arriba del vestido dejando libres aquellas deseadas tetas. La excitación nos envolvió y nos enloqueció.
Sus manos apretaban mi culo contra ella, contra la pared, entre sus piernas abiertas. Mi erección se volvió evidente. Apenas veíamos nada pero cuando intenté bajar más el vestido me empujó hasta la cama, me desabrochó el pantalón rápidamente y se metió en la boca mi polla dura. ¡Que boca caliente a ciegas! ¡Que delicia de labios! Subió hasta sus tetas y aquellos dos pedazos de carne enormes que apenas veía envolvieron mi polla. Deseé que mis ojos se acostumraran más rápido a la oscuridad para disfrutar de mi visión privilegiada. Unas pocas sacudidas follando sus tetas y estuve a punto de correrme.
-No, no, no -gemí separando mi polla de sus tetas para no correrme.
Le sujeté la cabeza para que no se moviera de su posición de rodillas frente a la cama. Me puse detrás, le subí el vestido, le bajé las bragas con impaciencia y lamí su coño ya mojado. Gimió muy fuerte. Tenía un culo enorme y un coño bien grande y ancho. Lo lamí y lo volví a lamer abriéndolo cada vez más, y cada vez gritaba más. Nos iban a escuchar. Menos mal que la habitación de Marcos estaba enfrente y no pared con pared. Me dio miedo pero al mismo tiempo no podía evitar ya metérsela y la hundí hasta el fondo. Gritó fuerte otra vez pero mordiendo la sábana.
-Espera, espera -dijo después de unas fuertes penetraciones.
Yo estaba caliente como nunca y sorprendido por la parada pero sacó un condón de su bolso y me lo puse mientras ella se subía a la cama y me esperaba acostada bien abierta de piernas. La chica era grande, me agarré a sus tetas y hundí mi polla en aquel coño chorreante y deseoso. Gritaba. Se mordía su propia mano para no gritar y luego mi brazo pero gritaba mucho. Le puse una de las pequeñas almohadas de la cama en la boca y la mordió fuerte gritando muy loca.
Me asustaba porque era muy exagerada y nos iban a escuchar seguro pero al mismo tiempo me excitaba más. Empecé a acelerar y meterla cada vez más rápido y más fuerte y los gritos se convirtieron en gemidos de placer ahogado. Respiraba cansada y fuerte. Se había corrido gritando menos que follando. Yo estaba cerca también y quería correrme en sus tetas. Me acerqué a su boca, ella se volteó para seguir mamando como al principio. Saqué el condón y empezó a masturbarme y lamerme los huevos al mismo tiempo. ¡Sabía muy bien como hacer!, no aguanté y dirigí todo el deseo de mis chorros a sus tetas.
Nos duchamos y nos quedamos tirados en la cama. Se quedó hablando conmigo aún más de una hora. Sobre ella, sobre mi, sobre Marcos, sobre su amiga. Finalmente decidió que era mejor irse. Sabíamos que no se repetiría y no volvimos a hablar de ello. Ni siquiera tenía su teléfono pero no se lo iba a pedir a Marcos, que hoy, todavía no sabe lo ocurrido. Para él fue una escapada que se le fue de las manos pero que lo pasamos bien sin follar.