Finde caliente para las hermanas
Era verano y, llegaban las fiestas del pueblo, el momento donde abandonaba mi ciudad para refrescarme un poco, beber algo, ver a los colegas y por qué no, intentar probar a alguna de las bellas mozas. Este año sería distinto; las hermanas más inaccesibles del pueblo se abrirían de piernas para mi.
Era verano, llegaban las fiestas del pueblo y el momento donde abandonaba mi gris ciudad para refrescarme un poco, beber algo más de lo habitual, ver a los colegas… y por qué no, intentar probar a alguna de las bellas “mozas” del pueblo. Había pasado ya un año desde la última vez y estas escapadas suponían una canita al aire refrescante y excitante a partes iguales, así que mientras en mi coche sonaba “Años 80” de Los Piratas dejaba atrás la rutina, el ruido, la prisa y los atascos.
El camino se me hizo bastante corto, apenas unos 80 kms que pasan volando pero según llegué, me eché una breve siesta y a eso de las ocho empecé a arreglarme. Había quedado con Miguel, uno de mis mejores amigos, y me comentó que iban a estar Paco, Arturo, bueno, el resto de la pandilla en general. Nos conocíamos desde pequeños y habíamos hecho locuras juntos desde pequeños; la primera borrachera, el primer porro e incluso, aunque no le hiciera mucha gracia, el primer polvo, con la hermana mayor de Paco. El pueblo no era nada del otro mundo, uno cualquiera de la sierra norte de Madrid, pero en él habíamos vivido de todo y una vez al año nos veíamos siguiendo la tradición, obviamente comentábamos nuestras conquistas y aprovechábamos para hacer alguna nueva, si es posible esas de “lo que pasa en verano, se olvida en el otoño”. En la pandilla también había chicas, más las invitadas por algún colega a pasar el finde allí, y las copas a precio de pueblo ayudaban a que rara vez nos fuéramos de vacío a casa. Se podría decir que las habíamos catado a todas, o a casi todas, o sin sonar machistas, que ellas nos habían dejado catarlas.
Con ese objetivo en mente bajé a la plaza y mucha seguridad en mi mismo bajé hacía la plaza. Ni soy un chico resultón ni uno de esos triunfadores pero me conservo bien, intento mantener mi atractivo a fuerza de decirle a una chica lo que quiere oír, que si este año estás mucho más delgada, que si me apetecería verlas durante el año para irnos de fiesta, y la cosa me funcionaba, hasta tal punto de repetir con más de una. Este año la plaza estaba llena de puestos, desde el típico de churros hasta unos nuevos de bocatas de panceta y lomo, ideales para llenar el estómago cuando uno está a dieta de vino y coca-cola, o de cerveza, que coño. Sin embargo el destino me reservaba una visión fuera de lo habitual y había algo nuevo en el cuadro del pueblo. Este año la sorpresa fue ver a las hermanitas más deseadas del pueblo: Laura y Mónica Sánchez, conversando con los chicos de la pandilla. Siempre habían sido las estiradas del pueblo, famosas por sus capturas en la ciudad y por tener el chichi demasiado fino para nosotros los paletos. De vez en cuando bajaban con algún novio de esos de gimnasio, o bien de entrenar en un gimnasio o de poder comprarse un par de gimnasios, algún afortunado con más cartera que polla que a cambio de un par de toqueteos era capaz de aflojar billetes.
Mónica se podía decir que era de las chicas más bonitas del pueblo, apenas 1,70 mts, morena de pelo por los hombres, dos pechos no demasiado grandes pero bien puestos y erectos, y un culo muy redondo sin ser grande, se notaba que se cuidaba y aparte le gustaba vestir con camisetas de tirantes y vaqueros ajustados, un bollito con una cara normal sin ser fea; Laura sin embargo no tenía tantas curvas como su hermana e incluso se podría decir que tenía una cara de normalucha tirando a fea, su mayor problema residía en que apenas tenía pecho y no sabía casi como vestirse, siempre iba con ropas holgadas, pantalones caídos, y estropea las conversaciones con su actitud borde y prepotente, pero el patito feo me ponía y mucho, creo que algo en su mirada decía que tenía mucho vicio, que en la cama debía de hacer de todo, quizás para así compensar la falta de otros atributos. Supongo que los genes se habían repartido caprichosamente, la simpática tenía buen cuerpo pero una cara normal, y la guarra hubiera matado por tener un cuerpo mejor y eso le había agriado el carácter… pero igualmente, por lo estiradas que eran, por la inaccesibilidad que tenían, las dos se habían convertido en mujeres muy deseadas.
Tanto era así que habíamos intentado enrollarnos con ellas mil veces pero nunca habían consentido que las tocásemos ni un pelo, nos veían como los “paletos” del pueblo, una diversión para echarse una risa, ponernos calientes y luego llegar a casa para echar un polvo con el pijo de ciudad de turno… habían pasado ya como cuatro años desde la última vez que hablaron con nosotros y eso convertía en un golpe de suerte el hecho de que estuvieran hablando con la pandilla y más concretamente con mi amigo Miguel. Según me vio me saludó desde lo lejos para que me uniera a ellos y antes de acercarme, mini en mano, hice una promesa; este año o me liaba con alguna chica nueva o al menos intentaría que una de estas dos zorras me tocase un poco la polla por fuera del pantalón en una discoteca; lo que era seguro es que no me volvería a casa con las manos vacías.
La noche pues comenzó bien, fuimos a un bar, luego a otro y entre medias estuvimos tomando cervezas por los soportales del pueblo. Normalmente rara vez se ven más de 20-30 personas en los bares pero, siendo fiestas, no se podía casi ni que pasar. Eso hacía también que estuviéramos apretados de más y en un par de estas, Mónica, la mayor, se rozase conmigo para ir al baño, para pedir… lo que hizo que de vez en cuando le dedicase un par de miraditas de curiosa complicidad. Debían ser ya casi las 2 de la mañana cuando decidimos ir a una zona más tranquila, en la parte de atrás de la gran urbanización donde vivíamos casi todos… unos aprovecharon para agarrar unas botellas en el colmado del pueblo, otros para sentarse con su parejita en el banco y yo, junto a Miguel, me senté sobre el césped. Rebusqué en mi bolsillo y saqué una piedrecita de costo, de hachís, que guardaba con mucho celo para un día tan memorable como otro cualquiera.
Busqué papel, saqué un cigarro y comencé a quemar la piedra con la intención de hacerme un buen porrito que me ayudara a pasar la noche. En esto que estoy y una voz femenina me susurra desde arriba.
-Ey, vaquero, ¿me puedes dar un poco de eso?
Levanté la mirada, vi un par de piernas en las que perderme y me dí cuenta que era Mónica la que me hablaba. Me hice un poco el sueco ante la putita puesto que ya estaba un poco cansado de los desplantes de años anteriores…
-¿De qué hablas?
-No te hagas el buenazo conmigo… te estabas haciendo un porro.
-Mmm, vaya, me has pillado –sonreí por lo estúpido de la situación- sí, mira, me iba a hacer un canutazo ahora… si quieres lo podemos compartir.
-Me gustaría, aparte hace mucho que nos vemos – dijo no sin antes mirar a los lados para ver si su hermana nos miraba. Cogió y se sentó junto a mi… Miguel casi como un resorte murmuró un “vaya, voy a echarme más kalimotxo” y se levantó como si le picara el culo. Supongo que no quería arruinarme el momento.
-¿Y bien que has estado haciendo? – dije mientras cerraba el canuto.
-Nada, poca cosa, he estado estudiando alemán este año y ahora mismo estoy sin trabajo.
-Bueno, como la gran mayoría del país, no?
-Sí, supongo que sí, pero quería irme de vacaciones con mi chico a Hamburgo…
-Vaya, ¿te has echado novio?
-No, bueno, es un rollito, llevamos sólo un poco de tiempo – dijo Mónica dándole una gran calada al porro.
Fueron pasando los minutos y entre calada y tragos al mini de cerveza nos fuimos animando y me lancé un poco… en una de las risotadas le puse la mano en la rodilla y me acerqué a su oído para susurrarle algo.
-¿Sabes? Hoy has venido muy arregladita.
Mónica se puso tensa durante un segundo, me miró fijamente e hizo un amgo de apartar la mano… para luego estallar en risas durante dos minutos. Su hermana y Miguel nos miraron, llevaban ya un tiempo hablando un poco apartados y Miguel rápido la agarró de la cintura para que volvieran a la conversación (y me dejaran en paz). Laura rápido le quitó la mano de ahí y le lanzó una mirada mandándole un poco a la mierda pero aún así siguieron hablando.
Nosotros seguimos a lo nuestro y fui tomando más posiciones, acercándome más, cada vez hablándole más bajito y en un descuido le metí un pico rápido. Mónica me miró con los ojos vidriosos y poniéndome la mano detrás de la nuca me dedicó un beso donde pude saborear brevemente su lengua. Nos separamos y volví a mis quehaceres de liarnos otro porro.
-¿Sabes? Tú también estás muy bueno – y nos volvimos a dar el palo. Cuando nos separamos vi que Laura nos estaba mirando con cara de pocos amigos. Cogí a Mónica, empecé a meterle mi lengua en su boca y fui tirando de ella hacía a mi hasta que conseguí sentarla en mi regazo. El beso pasó de húmedo a una auténtica lucha de lenguas en la que aproveché para estrujarle un poco la teta derecha por encima de la camiseta. Mónica respondía positivamente y no sé en qué momento propuso ir a su casa. Ahí la pandilla se disolvió y nos quedamos Mónica, Laura, Miguel, que aceptó de buen grado acompañar a Laurita para que no se quedara de sujetavelas, y yo. Ya en el camino de subida mientras nos metíamos mano por todos lados vi claro que esta noche podría haber suerte, la zorrita y yo íbamos más rezagados y en uno de mis viajes aproveché para bajar del cuello al inicio del pecho hasta que pude ver la aureola de un pezón. Mónica de vez en cuando miraba el móvil como esperando algún mensaje o algún mensaje de whatsapp o algo. Me reventaba porque no sólo quería comerle los morros y así no se podía.
-Deja de mirar el móvil no?
-Es por Luis… digo, mi n… el chico con el que salgo… seguro que el pobre me echa de menos jaja
-Si supiera lo bien que lo estás pasando…
-No te rías, estoy haciendo fatal…
Y deslicé mi mano derecha por su culo hasta meterla entre las dos piernas. Se puso rígida, me miró y aproveché ese momento para tirar hacía arriba, tocándola un poco el inicio del coño; aunque tuviera que ser por fuera del pantalón esa caricia no pasó desapercibida para ella que rápidamente se tiró a mi boca. Aquello me descolocó, sobre todo por la forma de besar. Primero me chupo un poco el labio de abajo, luego abrió su boca y su lengua salió a recibir a la mía. Apreté a un más y Mónica instintivamente cerró las piernas aprisionando a mi mano ahí.
-Esta noche te tendrá que echar de menos – y sin darme tiempo a sonreír se lanzó otra vez buscando mi lengua. Sabía bien, como a fruta pero con un toquecillo de alcohol y había estado deseando este momento desde pequeño. Miré de reojo a Miguel y vi en su cara el calor de la envidia.
Llegamos a su casa y aprovechamos para entrar los últimos, casi a tumbos.
-Mmmm, me pones muy bruto, Mónica
-Ahhh, mmm, mmmm, estás muy caliente… vas muy deprisa.
-¿Quieres que vayamos a tu habitación? Mira ya como estoy – e institivamente bajó su mano a mi paquete. Tocó la polla por fuera y dejó escapar un “ohhh” casi inaudible. No la dejé titubear y continué comiéndole la boca a saco, mientras con una mano le palpaba bien el culo. Habían pasado ya como quince minutos de intercambio de salivas y cuando terminamos el beso y empecé a chuparle el lóbulo de la oreja moví mi mano derecha de su culo a su braqueta, como intentando buscar su cueva del amor por encima de los vaqueros.
-Bueno, mmm, bueno, para, aummm… mmm, vale, vámonos a la habitación de arriba… mmmm, al menos ¿me comerás un poco el coñito antes? por favor… – dijo con cara de resignación; estaba hecho, había cedido a mis ataques.
-Pero bueno! Que frase es esa? Jajaja Claro! Te voy a comer enterita… ¿vamos a tu habitación que estaremos más tranquilos?
-Sí, ven, espera que se lo diga a mi hermana…
-Tranquila, no te va a echar en falta – Un rápido vistazo me bastó para ver que mi amigo Miguel seguía intentando dar cuenta de su hermanita aún a pesar de lo estrecha que llevaba toda la noche y aprovechando la distracción, le pegué un buen azote a Mónica en el culito; esta noche iba a ser mío.
-Auu, bestia!
-Mónica, tienes un culo espectacular… quiero dejar la marca para que se vea que hoy me pertenece!
Sonrió un poco, tiré de ella escaleras arriba y antes de abrir la puerta de su habitación aproveché para volver a comerle la boca, tenía tanta ansia como yo y por qué no decirlo, besaba muy bien.
-Ahhh, tengo ganas desde que te vi… si no te hubieras lanzado, no sé como hubiera acabado la noche…
-Tranquila, lo vamos a pasar bien, me gustas mucho y estás muy buena… abre la puerta, venga… te voy a dar lo tuyo.
Mónica se contoneó un poco mientras abría, como una modelo esperando para salir, y una vez entramos, me pegué a su espalda y deliberadamente acerqué mi paquete a su culo… lo que hizo que pegara un pequeño respingo al notar mi erección y girase la cabeza hacía a mi.
-Espérate, no? – dijo entre risitas
-Llevo toda la noche así por tu culpa.
-Entonces lo mejor será que vea lo que tienes aquí y si es posible le de un par de besitos – lentamente se agachó, me bajó el pantalón junto al calzoncillo y mi polla prácticamente le sacó un ojo. La miró y le dio un besito en mitad del tronco; un detalle que aunque confirmaba que era una puta pija reprimida me puso más caliente si cabe.
-Es más grande de lo que imaginaba
-¿Más grande que la de tu novio?
-Jajaja, un poco más sí… ¿pero la sabes manejar, vaquero?
-Prueba a chupar la puntita, ya verás como ella se pone al día – dije mientras me descapullaba un poco
Y Mónica comenzó a chupar, primero se la metió bien adentro, luego la sacó reluciente de saliva y comenzó a meterla de nuevo, se metió sólo la punta y comenzó a darle golpes con la lengua.
-Ahhh ah ah ah ah
-Slurps, slurps, teg gugta?
-Mucho, sigue, sigue – mientras dejaba ir unos gemidos
Y de repente alzó la derecha y me agarró los huevos. Ufff, un relámpago me recorrió todo el cuerpo de abajo a arriba. Si no hubiera sido por la paja que me hice antes de salir me hubiera corrido ahí mismo; la cogí de las manos y la separé de mi. Se levantó, se limpió un poco las babas con la mano derecha y se tumbó en la cama invitándome a subirme ahí y chuparle su cuevecita del amor.
-Ahora te toca a ti cumplir con lo pactado
-Por supuesto Mónica, vas a ver las delicias que hago con la lengua
-Menos lobos y cómeme el chichi, por favor, estoy que me subo por las paredes
Y sin darle tiempo a rechistarme más besé la parte interior de sus piernas, primero poco a poco, soplando un poco para que se agitara y poder colocarme las piernas por encima; cuando estuve bien seguro de que mi presa no se escaparía le pegué un lametón rápido de abajo a arriba. Mónica se revolvió y dejó escapar un “ughhhh” alto y claro, comencé a darle pequeños besitos en los labios… de abajo, alternando con un par de generosos lametones y soplando un poco hacía el clítoris. Como una buena leona no paraba de agitarse, se llevó la mano izquierda a su teta y comenzó a pellizcarse el pezón.
-Mmm, el chico con el que estoy liada no me lo come así
-Sshhhh, mmmm, mmmuuua, ¿no le gusta bajar al pilón?
-Hhaaah, es mmm, ahhhh, c-c-c-ariñoso-o-o, mmmm, ahhh, no, no me lo como como tú
-Verás ahora – y puse uno de mis dedos en mi boca, lo mojé un poco y se lo metí sin contemplaciones en el coñito, acariciando el clítoris… y de ahí bajé hacía el culo, ensalivando bien la zona… Mónica comenzó a revolverse con más fuerza y mi lengua prácticamente se estaba follando su coño, dentro, fuera, ensalivando bien, no era el mejor coño que había probado, tenía los labios más bien pequeños, pero olía bien y sí, sabía muy rico… la fricción comenzó a hacerse mayor y tras un par de espasmos y un “mmmmmmm” larguísimo Mónica prácticamente se corrió en mi boca.
Entonces paré, me puse de rodillas y la miré con determinación. Tenía la polla totalmente empinada y necesitaba meterla en algo caliente rápido o me bajaría la erección. Mónica me devolvió la mirada y cuando me fui a tumbar encima para empezar con el misionero me paró en seco:
-Ponte un condón, vale?
-¿No te cuidas? Pensé que lo íbamos a hacer pelo
-No sé, tomó la píldora, pero póntelo, vale? Otro día lo hacemos a pelo
¿Cómo? ¿Qué iba a haber otro día?
-Venga, cari… ponte una gomita y ya verás que bien lo pasamos – dijo la muy zorra dándome un mordisco en el cuello. A regañadientes saqué un condón que me habían dado en uno de los bares, de esos de Jagermeister, negro, y enfundé mi soldadito mientras ella iba quitándose los pocos restos de ropa que le quedaban, apenas los calcetines y su reloj. Me sorprendió que en pelotas estaba aún mejor de lo que imaginaba, era un cervatillo en manos de un tigre y estaba ahí para reclamar mi pedazo de carne.
El primer polvo fue memorable. Me tumbé y Mónica me montó y comenzó a botar sobre mi. Le pegué cuatro meneos hasta que cogí y le agarré las tetas con ambas manos. Dimos la vuelta y sobre esa postura comencé a empujar con el culo para metérsela bien adentro.
-Sigue, cabrón, sigue!
-Tenías ganas acumuladas, eh?
-Calla y métemela bien… dios, que gustooooooo!
Le tuve que meter dos dedos en la boca para que no chillase tanto, Mónica me los chupó mientras me dedicaba una mirada que me recorrió de arriba abajo. Le agarré ambas manos y Mónica se dejó llevar con un suspiro… creo que a todas las chicas les gustá sentir que somos unos cariñosos a la vez que unos cerdos capaces de meterles la polla cuando se les antoja. Comenzamos a bombear cada vez más rápido y Mónica se incorporó para comerme la boca, paramos un poco el ritmo y me empezó a acariciar el pecho mientras se oía la lucha de lenguas. Me miró, se separó y dándome la espalda comenzó a rozar mi polla con su culo, describiendo círculos que me hicieron ver las estrellas. No aguanté y se la metí en esa postura, follándomela a veinte uñas… hasta que me desparramé dentro del condón. Nos quedamos quietos, yo encima de ella, empapados de sudor y cuando me separé agarré la gomita con mucho cuidado.
-Mmm, la has llenado bien vaquero!
-¿Te gustaría probarla?
-No seas cerdo!
Cogí y la apoyé contra mi y con una mano comencé a acariciarle el clítoris… comenzó a tener espamos de puro placer y agarrando la goma se la metió en la boca y estrujó el contenido hacía abajo como un flash… Luego se lo tragó, me sacó la lengua y dejó escapar un “mmmuy rico, ves? Estás contento? Me pones muy cachonda, cabrón!” que me hizo sonreir de puro gusto.
Había sido una buena ración de sexo y tras tanto rabo y conejo, me estiré en la cama junto a ella. Mónica aprovechó este momento y siguió besándome el cuello como una loca, pegándome lametazos y mordisqueando mi oreja. Me había quedado bien servido pero el jefe tenía ganas de marcha, no estaba ni a media asta así que le dí la vuelta y la puse con la cara en la almohada, bajé hasta su culo y metí mi cara entre los dos frentes, comencé a chuparle un poco el coñito y el culo hasta que levanté la cabeza y vi que estaba gimiendo como una perra; en ese momento deslicé mi lengua desde el final de la espalda hasta su nuca pegándole un buen lametón. Mónica pegó un par de espasmos y dejó ir un suspiro bien largo. Le cogí de las manos y las llevé a su espalda como para ponerle unas falsas esposas. Escupí un poco sobre su chuminito y se la clavé sin contemplaciones. Comencé a empujar y Mónica empezó a responder gimiendo como una loba. De ahí a estrujarle las tetas fue un suspiro, dios, las tenía bien duritas y mientras empecé a bombear bien rápido, Mónica no paraba de gemir y de estrujar la sábana con sus manos.
-Ahhh, ahhh, para, ahhh, diooosssss
-¿Te gusta, eh? Eres una putita…
-Calla y sigue, ahhh, ahhh, que buenooo!
Noté que me iba rápido así que me salí de dentro, me saqué el condón y dándole la vuelta me subí encima de ella, coloqué mi polla entre sus dos tetas y comencé a follármelas. La muy guarra le pegó un lametón a la polla y comenzó a chuparme la punta cada vez que salía entre sus dos tetas. Estaba que explotaba y con mi mano derecha comencé a tocarle el clítoris para que me pidiera a gritos que parase.
-Ahhhh, me vuelves loca cabrón!
-Chúpamela, chúpamela
-Gggaaahhhh ziiiii
-Me corro, me corro, me corrrooooaahhhhh
Mi polla empezó a temblar y salió lefa como para llenar una botella; me acerqué a su carita y la zorrita me abrió la boquita para recibirla… aunque yo quise ser un poco travieso y los dos primeros disparos se los metí directamente encima de la cara, luego en su boquita, algo que Mónica recibió de muy buen grado… Mi instinto no me había fallado, y la morenita había cumplido; tras dos polvos quedé bien agotado. Entonces limpió la cara quitándose todo el semen y se llevó la mano a la boca para comerse todos los restos… luego se acurrucó, empezó a acariciarme el pecho y apoyó su cabeza en mi hombro hasta quedar totalmente dormida. Habíamos dejado un buen olor a sexo en la habitación y creo que yo también dormí una o dos horas. No recuerdo exactamente cuándo me desperté pero aproveché que esta prácticamente roncaba para levantarme a por un vaso de agua, tanto ejercicio me había abierto la sed. Me puse los pantalones sin ni siquiera buscar mis boxers ni la camiseta para bajar a la cocina.
Avancé por la casa y según cerré la nevera me encontré con su hermana Laura mirándome fíjamente. Me extrañó no ver a Miguel allí pero bueno, suponía que le habría dado boleto, Laura tenía fama de borde y tres o cuatro copas no iban a cambiar eso. Me vio llegar, se echó a un lado de la encimera y me miró con cara de pocos amigos.
-Hola
-Hola?
-¿te has acostado con Mónica, no? Sabes que tiene novio?? – dijo visiblemente enfadada.
-Lo que tu hermana haga o deje de hacer es algo que sólo le concierne a ella – repliqué sin subir el tono de voz
-¿Cómo te atreves? ¿Sabes? Su novio la quiere mucho…
-¿Y qué pasa? Si la quiere mucho no debería descuidarla… y tu hermana también tiene derecho a pasárselo bien, ¡no va a ser una estrecha como tú!
-¡Eres un cabrón!
-Ya has visto lo que le ha importado que un chico esté con ella… tenía que meterle la mano en la boca para que no gritase de lo que se corría. – dije triunfalmente.
Entonces me miró y se dio la vuelta para dejarme con la palabra en la boca, yo la miré a ella e instintivamente le agarré del brazo para que se girase; lo que no me esperaba es que aprovechase el giro para acercarse y plantarme un beso. Me quedé de piedra pero reconozco que empezó a gustarme el giro de los acontecimientos. Primero un breve roce de labios a lo que siguió otro, y otro, y otro pico, y a ese pico le sucedió una lucha de lenguas y un par de chasquidos de saliva mientras intercambiábamos fluídos.
-Mmmmm, eres un hijo de puta, era yo la que tenía que haberme liado contigo, no mi hermana!
-Eso Laurita todavía tiene arreglo – y volví a comerle la boca, esta vez amasando a dos manos su magnífico culo.
-Espera, mmmmm, para, mmmmm,…
-Shhh, déjate llevar, vale?
-Mmmm, vale, mmm, sólo liarnos, vale? hace mucho que no estoy con un chico – y juro que por un momento vi arrepentimiento en esos ojos de pura zorra.
-Seré cariñoso, no tenemos por qué hacer nada que no quieras – mentí mientras le acariciaba un pezón por encima de la camiseta, intentando calmar sus nervios. Estaba muy cachondo y notar la teta latir bajo mi mano no estaba ayudando precisamente a que me bajara la erección. Laura no tenía tantas curvas como su hermana pero tenía una mirada de vicio que lo decía todo y me la iba a follar bien follada.
-Mmmmmmm
-Podemos estar sólos tú y yo, podré verte desnuda… podrás tocarme y quedarte bien satisfecha… ¿no es lo que quieres?
-mmmmm, sí, para, aummm, no sé si será lo mejor con mi hermana arriba…
-estoy muy caliente Laurita – dije en apenas un susurro
-mmm, yo también, me gustas mucho, mmm
Cerré sus labios con un beso, más profundo, jugando de manera furiosa, casi animal, con su lengua mientras le pasaba la mano por la espalda para tirar de ella hacía mi, para hacer el contacto más intenso si cabe. A los dos minutos se separó de mí y pude ver en su mirada la lujuria de una veinteañera.
-Bueno, mira, te la chupo y ya, vale? Así no haremos ruido… - mientras me da pequeños picos y ronroneaba cerca de mi oreja como una gatita en celo, comenzó a tocarme el paquete por encima del pantalón, restregando la mano arriba y abajo. No sabía cuantos disparos me quedarían pero fue quitarle la camiseta y ver sus pequeñas tetitas para que mi pistola se pusiera firme y en posición, mi polla estaba pidiendo a gritos que la metiera en caliente.
-No te va a bastar con chupármela… te la vo a meter hasta las orejas
-Ahhh, para, ahhhh, vale, vale, tengo ganas de que me folles.
No dije nada pero sí que un gran “vamos pa’lla” se dibujó en mis adentros y sin darle oportunidad de que se echase para atrás la agarré de la mano y tiré de ella hacía el sofá del salón. Estaba un poco sonrojada, quizás por los envites que nos habíamos metido ya en la cocina o quizás de la excitación, y esta noche iba a ser mía, iba a darle material para que se estuviera tocando una semana.
-¿Y Miguel?
-Ha intentado enrrollarse conmigo pero es un baboso, ahhhh, mmmm, a mi me gustas tú… Quiero que me eches un buen polvo! –
-Te voy a borrar el coño a lametazos…
Y fue dicho y hecho, le besé los labios, soplé, le abrí la rajita y comencé a follármela con la lengua. Laura se retorcía, me tiraba del pelo y gemía casi de manera inaudible … estuve como cinco minutos hasta que comenzó a correrse y a apretar sus piernas por mi cuerpo… Me levanté y la miré, y de ahí a comerle los pezones pasó un suspiro, alternaba uno y otro y mientras con mi mano empecé a tirar las braguitas hasta sacárselas completamente. Francamente me pone más unas buenas braguitas lisas que un tanga que no deja nada por descubrir… su coño rosadito quedó al descubierto del todo, estaba brillante por la reciente corrida, y con apenas unos pelillos encima y un olor delicioso, recordé su sabor, su gusto a coño recién lavado y con ganas de volver a ser degustado. Empecé a soplar suavemente en su oreja y seguí comiéndomela casi literalmente. Laura se retorcía y cuando dí una primera pasada con mi polla sobre su coñito pegó un respingo.
-Ahhhhhhh
-¿Te gusta?
-No pares, por favor, me tienes loca…
-No tenías tú también un novio que te hacía esto bien – dije seguido de otro lametazo de arriba abajo
-Nadie me ha puesto tanto como tú, de pequeña, augghh, siempre me gustaste muchooo, porque eras un puto chulo.
Sonreí, primero introduje un poquito la puntita, luego otro poquito y con una mano comencé a pellizcar un poco el clítoris mientras hacía de brocha con mi soldadito. Laura gemía como una loca, le hacía falta un buen polvo y yo se lo iba a dar; echó para atrás y se subió encima de la mesa, abrió las piernas y levantó el dedo llamándome para que la montara del todo. Cogí una pierna, la puse en mi hombro, cogí la otra, la separé, escupí un poco en su rajita y sin más vueltas le metí el rabo al completo hasta que pegó un pequeño chillido.
-Auuu ahhh eres un bruto, mmmm, me gustaba más cuando me la metías poco a poco…
-Shhh, zorrita, no querrás despertar a tu hermanita, no?
-Ahh, cabrón, fóllame, fóllame como una perra!
-A eso voy, te la voy a meter una y otra vez hasta que te corras
Y comencé a bombear, aguantando sus piernas y metiendo y sacando mi polla. Al poco tiempo estaba empapado de sudor, la levanté para cambiar de postura y comenzó una lucha entre los dos. Quería darle la vuelta y ponerla a cuatro y ella se resistía, me agarraba de la polla y me mordía el labio para que no me separase. Le pasé la mano por la espalda y bajé hasta el culo, empecé a acariciar su agujero y tanteé para meterla un dedito, no hizo falta seguir más porque perdió su resistencia y se agachó besándome el pecho, siguió bajando pegándome auténticas lamidas hasta que se hincó de rodillas.
-¿Quieres que te la chupe, no? A todos los tíos os pone. – y comenzó a meterse mi polla en su boca, a ensalivarla bien y a emitir pequeños sonidos de chupadas. Me agaché un poco, me ensalivé un poco la mano derecha y acto seguido le pegué cuatro palmaditas sobre el chochete abierto. Laura se sacó la polla y comenzó a chuparme los huevos, creo que con sus novios siempre habría llevado la voz cantante pero esta vez era yo quién mandaba aquí.
-Levántate y date la vuelta
-Slurps, slurps, qjeee? Por el culo no, por favor
-No, zorrita, tu culo lo dejaré otro día pero quiero follarte mirando ese pedazo de culo que tienes
-gggg vale, ahhh, métemela, que se queda fría jajaja
No la dí un descanso, se la metí y agarrándole las tetas empujé hasta caerme encima de ella, echándole mi aliento en la nuca… no aguanté muchos más viajes y saqué la polla para correrme abundantemente encima de ella, en su culo, salpicando su rajita y soltando un “ahhhhhh” que creo que se oyó en todo el pueblo. Cuando terminé de soltar toda mi leche ella nos dimos un par de minutos de descanso, un par de minutos que nuestras respiraciones se acomodarán a su ritmo normal y Laura comenzó a mirar en la encimera, buscando un papel para limpiarse… antes de que pudiera hacerlo, le pegué un manotazo y la atraje hacía mi.
-Quiero que te acuestes con mi corrida en tu ropita
-Eres un cerdo
-Sí, pero de los que a ti te gustan – y rápidamente le subí las braguitas y se las coloqué, aprovechando para tocarla bien el pubis, le dí la vuelta y la pegué una nalgada que le debió dejar rojo el culete. Se volvió para darme una ostia y la paré, le dí un beso y le metí la lengua hasta que empezó a luchar con la suya de nuevo. Sabía a zumo y lo saboreé como nunca he saboreado nada, prácticamente la dejé sin respiración. Después de cinco minutos de explorar su culo y escuchar sus gemidos de loba, nos separamos, se río mientras decía “hasta luego… mmm” y se volvió a su cuarto dejándome más descargado que la ostia.
Avancé por el pasillo, subí por las escaleras y cansado me metí en la cama sin mover mucho a Mónica para no despertarla. Reconozco que tenía mucho mejor cuerpo que su hermana pero Laura era toda una leona y se había ganado hoy su nuevo título de guarra del pueblo. Me preguntaba si la madre sería igual y le gustaría que le comiesen el chichi como a estas dos hijas de castilla. Esos pensamientos y alguna idea más daban vueltas en mi cabeza cuando ví que Mónica me miraba. El pulso se me aceleró de sólo pensar que podría haber oído la fiestecita que me acababa de montar con su hermanita…
-Me lo he pasado muy bien, estás hecho un campeón… - dijo mirándome fijamente
Respiré aliviado y según me acerqué a ella deslicé mi mano izquierda por su vientre hasta tocar los poco pelillos que tenía en su pubis…
-Y yo… tienes un coñito muy rico
-Mmmm, gracias, mmm, le gusta que le acaricien…
Y tras tocarla un poquito se acomodó debajo de mi brazo, cerró los ojos y aproveché su último suspiro para subir mi mano a sus tetas, pesarlas un poco y cerrar los ojos… unos segundos más tarde estábamos ya los dos durmiendo hasta bien entrada la mañana.
Ya debía de ser la una aproximadamente cuando decidimos plegar y marcharnos de allí. Ellas bajaban hasta la ciudad así que abusando de su confianza (o más bien no?) convencí a Mónica para que me acercasen. No fue muy difícil convencerla, aunque estuve haciendo un poco el remolón para ver si me la chupaba de nuevo y no había manera; bajó su mano, agarró mi polla y le pegó un buen achuchón pero rápidamente saltó de la cama, se puse sus braguitas y su camiseta y con “voy a ducharme” me dejó ahí colgado y todo caliente. Cogí mi teléfono, miré la hora y me revolví un poco más en la cama… Esto no iba a quedar así, me puse mis boxers y me acerqué al baño para entrar en él sigilosamente… La idea de sacarle un mañanero en la ducha se me metió en la cabeza, así que descorrí la cortina y pude contemplar su cuerpo desnudo. Realmente estaba mejor de lo que me parecía, ahora con buena luz pude ver sus tetas, las pequeñas marcas que dejé en su cuello ayer… Cuando oyó la cortina, Mónica se sobresaltó y pegó un pequeño saltito. Luego me miró, sonrió un poco intentando taparse pero al ver la tontería que quería hacer abrió sus brazos y me miró desafiante.
-¿Vienes a metérmela de nuevo, no?
-No quería desperdiciar la oportunidad de darte los buenos días debidamente – dije con una sonrisa mientras me tocaba un poco la polla para volver a ponerla dura.
Mónica miró mi polla, vió que no tenía condón puesto y creo que vi en sus ojos la mirada de “me da igual, métemela” porque la cogió en sus manos y se la clavó en el chochete.
-Que gustooo… arfff, ¿siempre la tienes así de tiesa?
-Sólo cuando se la meto a chicas como tú – y como tu hermana, pensé.
La cogí y la senté en un poyete de la ducha, puse mis manos en la pared y empecé lentamente a darle mientras me retorcía un poco. Mónica comenzó a besarme el cuello, a emitir pequeños gemidos entrecortados, mientras el agua seguía cayendo y apantallaba un poco los gritos de zorra que pegaba.
Rápidamente cambiamos de posición, pegó su culo a mi paquete, lo que hizo que pegara un respingo y se la metí de nuevo mientras la agarraba de las caderas; esta, o estaba muy necesitada o debía tener al novio seco.
-Rápido, cabrón, métemela
-Ahh, Mónica, cómo me pones
-Dame bien, agarrame las tetas
-¿Te gusta que te retuerza los pezones?
-Sí, cógemelos, los tengo bien duritos
Comencé a acariciarles las tetas y fui retorciendo uno a uno los pezones mientras mi polla entraba y salía de su cueva del amor. El vaivén se hacía impresionante y mientras el agua seguía cayendo sobre nuestros cuerpos… cuando de repente, en medio de la faena, llamaron a la puerta… ni que decir tiene que me quedé helado.
-Mónica? Vas a estar mucho rato? - Era Laura.
-Noo, auu, tranquiiiila, ahooora salgooo – dijo entrecortada mientras seguía moviendo su culo al vaivén de mi polla.
-Mmm, vale, Mónica, no tardes mucho, tenemos que volver a Madrid – dijo Laura con un tonito un poco recriminatorio. Sin duda sabía que estaba pasando ahí dentro y la jodía. ¿Celos, quizás? Nosotros volvimos a lo nuestro aunque mi corrida estaba próxima.
-Tú sigue, cabrón, sigue taladrándome
-Calla, zorra. Toma, cómo te gustan las pollas.
-Sí, me gustan mucho, ahhhhhhh
Cogió mis dos manos y comenzó a retorcerse como una serpiente, se estaba corriendo como una loca. Yo cerré los ojos y comencé a correrme dentro de ella, pegué una, dos, tres embestidas más y me dejé caer encima de ella mientras soltaba un intenso gemido. No sé de dónde saqué tanta leche esa noche pero conseguí sacarla un poco y echarle un par de disparos en su espalda. Mónica se volvió, me pegó un morreo mientras me exprimía la polla y nos quedamos abrazados dos o tres minutos, no sabría precisar. Lo siguiente que recuerdo fue verla coger el jabón y extenderlo por nuestros dos cuerpos.
-Me gusta cuando estás bien pringadita de mi leche…
Ella se rió y se extendió la lecha por sus partes bajas…
-El gel es mejor si tiene un poco de… de leche… de leche recién exprimida… calentita, jajaja
-Veo que te ha molado mi idea de ducharnos juntos
-Eres un fiera, lo he pasado muy bien.
Nos aclaramos rápidamente y luego compartimos una toalla. Aproveché para meterla mano todo lo que pude, empecé en su culo, comencé a subir su espalda mientras me comía la boca y cuando no se lo esperó le dí la vuelta y comencé a sobarle las tetas y a darle pequeños besitos en los hombros. Comenzó a ronronear como una gatita en celo y joder, que duras tenía las tetas, no eran grandes pero estaban tan bien puestas… cuando terminamos comenzamos a vestirnos, abrió un poco la puerta para ver si estaba Laura y al ver que no estaba salimos hacia su habitación donde terminamos de vestirnos.
Unos minutos más tarde estábamos en el recibidor donde Laura nos esperaba con su habitual cara de pocos amigos. Sí, definitivamente eran los putos celos, quería tener mi polla sólo para ella, y de muy mala gana hizo el camino a Madrid en el coche. Ellas dos delante, yo detrás aprovechando para mandarle un mensaje a Miguel, “Mónica me ha dejado seco, que manera de follar, luego te cuento”; lo de Laura creo que lo iba a guardar hasta que al menos profanase su culo, no es plan de contar todo a la vez o la pandilla no se lo creería. Las hermanas Sánchez eran unas putitas de cuidado y ya era hora de rociar de leche esos páramos tan secos, que coño, me propuse meter mi polla bien en caliente la próxima vez, quizás en mi piso, por separado… quizás hasta las convenciese un día de hacer un trío y así Mónica vería que su hermana no es tan mojigata como ella creía.
Hicimos el pequeño trayecto casi sin hablar, supongo que ninguno de los tres teníamos muy claro si deberíamos volver a vernos o dejar esto como una experiencia de una sola noche. Cinco minutos después estábamos delante de mi casa y aproveché para despedirme de Mónica con un beso largo y bien húmedo, quitándole toda la respiración. Supongo que se bajó para darme dos besos y cuando le puse la boca lanzó sus brazos a mi cuello para agarrarme bien. Calculo que estuvimos un par de minutos hasta que su hermana Laura comenzó a ponerse nerviosa, seguramente Mónica pensó que era por la espera pero yo tenía bien claro que eran los celos lo que ardía en su coño y en su cabeza.
-Me tengo que ir… - y bajo su mano derecha a mi bragueta para agarrar mi zona del amor por fuera del pantalón mientras despegaba sus labios de los míos – esto será un pequeño recuerdo para que no te olvides de mi pero por favor que esto quede entre nosotros, vale?
-No te preocupes… aunque no me importaría repetir – lancé una última mirada a su escote y echándole morro aproveché para darle un pequeño apretón a las tetas – tienes todo muy bien puesto, Mónica.
Intercambiamos una última sonrisa y entré en la casa sin mirar atrás, había sido una noche muy larga y daba la impresión de que me iba a pasar factura puesto que tuve un dolor de huevos, de esos dolores que no hacen daño, durante varias horas… no sé cuando me desperté pero miré el móvil y tenía un mensaje. Lo agarré y miré la pantalla, era de Laura, ponía “Cabrón! ayer me dejaste bien follada… Siempre me has gustado y ahora encima me tienes bien caliente, si quieres que deje a mi hermana en casa y echemos otro polvo, dímelo”. Sonreí, algo me decía que las hermanas todavía me iban a dar buen juego.
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