Final Sin Retorno
Los celos siempre han sido algo que han causado mucho daño a la relación con Cristina, tanto es así que es necesaria una terrible terapia para librarme de ellos.
Cuando la conocí realmente cambió mi vida en 180 grados, Cristina es una mujer tremendamente guapa y muy sensual, jamás pasa desapercibida en el lugar que se encuentre, siempre es la admiración de hombres y mujeres, aunque estas últimas a mi parecer siempre guardan cierto nivel de envidia con ella. Nunca entendí por qué ella se fijó en mí, seguramente podía ver mucho más allá de lo que mis palabras podían decir y mis gestos podían mostrar, seguramente me descubrió como el ser que podía acompañarla por el camino que ya tenía pensado, aunque creo que no lo hizo de forma inmediata.
Yo no era ningún adonis ni siquiera digamos que mi buen verbo o mi situación financiera desahogada me hacían más atractivo a las féminas, pero no voy a negar que algún atractivo debía tener ya que las chicas nunca fueron un problema; pero obviamente había una gran diferencia entre las chicas con las que me relacionaba y la belleza que representaba Cristina. Creo que la atracción que ella ejercía en mí era mucho mayor que al contrario, por lo que como corderito inocente quedé totalmente atrapado en la prisión que aquellos ojos y brazos me ofrecían, tras un año de salir juntos y considerar la posibilidad de una vida en común, nos casamos; pero claro no todo fue color de rosa ya que había algunas cosas que con el tiempo resultaron ser la principal causa de nuestros problemas en pareja.
Por un lado Cristina era una mujer completamente centrada, planificada en cualquier objetivo que se planteaba, yo por mi parte era mucho más de vivir la vida como venga y a ser mucho más de dejar pasar las cosas; no sé cómo pero nos complementábamos y lográbamos sintonizar, e incluso en ciertas circunstancias, movernos a uno u otro de nuestros principales caracteres. Esto en si no es un problema pero al inicio lo fue hasta acoplarnos, lo que sí había algunas cosas que a mí me costaba muchísimo, el poder seguir el ritmo vertiginoso que llevaba mi esposa, lo que al final me producía mucho stress al salir de mi zona de confort, ya que no quería pelear mucho por esos temas y más bien me acomodaba, pero había algo más que era lo que realmente nos generaba más problemas y era algo relacionado completamente a mi... eran mis celos.
Unos celos infundados pero existentes en mi mente, no había día en el que no sentía, al menos una vez, aquella sensación de pérdida, de angustia que me producía ver, sentir o incluso imaginar algo relacionado con mi esposa. Y no es que realmente existiera nada fuera de lo común o excepcional, eran cosas pequeñas como un botón de la blusa desabrochado en verano, una mirada lujuriosa de algún paseante en un centro comercial, una sonrisa exagerada de algún dependiente de local, en fin, nimiedades que hacían que mi corazón saltara y mi boca se llenara con reclamos completamente ridículos, pero muy reales para mí ya que no se imaginan la polvareda que armaba mi esposa en el momento de llegar a cualquier sitio.
Al principio Cristina lo tomaba con aires de inocencia y broma, pero mis continuas escenas de celos después de 4 años de matrimonio que ya llevábamos, comenzó a afectarnos seriamente, ya no lo tomaba tan en son de broma y mucho menos aceptar mis reclamos sobre tal o cual ropa que aunque a mí me parecían completamente justificados en realidad se tornaban ridículos. Por lo que las peleas ahora estaban a flor de piel y por tanto nuestros resentimientos se mostraban más en el momento de nuestras peleas o discusiones. Por parte de Cristina nunca hubo ningún indicio de que ella me quisiera ni tan siquiera en pensamiento serme infiel, pero en mi mente siempre era acosada por un sin número de hombres que al final lo único que querían era llevársela de mi lado. Y claro, ellos siempre resultaban ser mucho más agradables, guapos o incluso adinerados que lo que yo era.
Este grado de hostigamiento fue mermando las fuerzas de ambos, ya no disfrutábamos de nuestra vida en común, como antes; incluso muchas veces hice escenas de celos que avergonzaron tremendamente a Cristina fuera de casa, lo que realmente me hacía sentir fatal luego cuando ya las cosas se calmaban. Yo le había prometido ya muchas veces mi deseo de querer cambiar, pero claro una cosa es lo que uno quiere y otra la que se pueda hacer.
Después de muchas escenas, peleas y discusiones; nada tenía viso de solucionarse de ninguna forma, mis celos incluso a mí me parecían una idiotez; pero claro eso siempre después de pensarlo ya más calmadamente. Al final Cristina estaba realmente muy cansada de todo eso y ya se enfadaba ante cualquier reclamo que yo quisiera plantearle, incluso con los más pequeños detalles; hasta que al fin llegó el día en que todo debía cambiar.
_Pero mujer... cómo vas a llevar esa falda con el corte tan alto... - reclamaba un día que representaría el fin de la paciencia de mi esposa.
_Esteban, es una falda como muchas otras... no comiences de nuevo que ya estoy cansada de estos reclamos.
_Esa abertura se sube demasiado, vas a provocar a todos los que te vean o ¿eso es lo que quieres?
_Ya estoy harta Esteban... no voy a permitirte más escenas de estas, he aguantado durante todo nuestro matrimonio tus celos injustificados, si no cambias tu forma de ver las cosas creo que nuestra relación no tendrá mucho futuro...
_Pero... pero... -sus palabras se quedaron retumbando en mi mente.
_ He conversado unos minutos con Susana, nuestra nueva vecina del décimo piso - me dijo más calmada y tomando mis manos- me contó que es psicóloga de parejas y se me vino la idea de que puede ayudarnos a superar esto, ya que creo que los dos solos no podremos hacerlo y al final lo único que nos causaremos es más y más dolor.
Sus palabras me dejaron helado, nunca antes me había puesto a pensar que mis constantes reclamos hubieran podido causar este efecto en mi esposa, pero realmente era algo que era previsible, no podíamos seguir así.
Tras un beso apasionado y obviamente sin hacer el mayor caso a mis reclamos salió de casa a una entrevista de trabajo para una empresa de publicidad que estaba tratando de contratarla. Yo me quedé de piedra durante al menos unos minutos, tan solo una taza de café me hizo espabilar y poder recuperar la conciencia. Mi esposa adorada estaba contemplando seriamente el que nuestro matrimonio podría resquebrajarse por todo el tema de mis celos. Lo peor de todo es que yo en el fondo de mi estaba seguro que tenía razón y que mis esfuerzos únicamente eran a causa de mi baja autoestima especialmente como pareja de mi esposa.
_Hola amor, ¿cómo estás?, ¿traigo la cena? - preguntaba al llegar a casa, tras el largo día de trabajo que ambos habíamos tenido - ¿Qué tal tu entrevista?
_ Hola cariño, qué tal - la noté preocupada a primera vista, ya que ella usualmente es mucho más efusiva en el momento de nuestro reencuentro diario. Suponía que la entrevista para el nuevo trabajo no había salido tal como ella había querido, pero bueno tan solo era una propuesta y no pasaba nada - Pues la entrevista con Clara ha resultado muy buena pero el enfoque que ellos habían tenido era completamente diferente al que yo pensaba.
_No entiendo.
_Yo pensé que querían contratar a una nueva publicista para alguna campaña o cliente, pero me dijeron que lo que habían visto es que yo había sido modelo, aunque hubiera sido durante un muy corto tiempo, cuando tenía 17 años, y bueno, ahora ya con 32 quieren contratarme como modelo de ropa interior para mujeres de edad media... La paga es muy buena y no debería perder mi actual trabajo, al inicio serían unas cuantas sesiones de fotografía, pero nada más.
Sus palabras quedaron retumbando en mi mente, era obvio que mi esposa era muy, muy guapa y que gozaba de un físico envidiable, que yo disfrutaba tremendamente en nuestros momentos de intimidad, pero que ahora se presente con ropa interior frente a tanta gente me parecía algo impensable.
_ ¿Qué les dijiste? - pregunté tomando saliva, ya que sentía que no sería capaz de verla modelando ante otros hombres-
_Que lo pensaría, ya que ha pasado mucho tiempo desde que había trabajado de modelo - dijo ante mi sorprendida mirada, debido a que suponía que ella había rechazado de plano la propuesta.
_Pero creo que no hay mucho que pensar, yo creo que como mujer casada no estás para esos trotes, eso es de muchachas que aún no tienen ningún compromiso.
¿O sea que tú piensas que yo no puedo hacerlo?
_No es eso mi amor, lo que pienso es que ya eres una mujer casada y que aunque eres joven y muy bella, debes guardar el decoro que una mujer en tu estatus debe mantener.
_Eres un cavernícola, estar casados no significa que yo pueda o no pueda hacer nada que yo quiera. Es una excelente propuesta y realmente la estoy considerando, es algo que no pude hacer cuando era más joven y que ahora tengo la oportunidad. Yo lo estaba pensando principalmente por mi trabajo actual y no por tus egoísmos y taras.
_Pero Cristina, como vas a posar casi desnuda frente a cualquier desconocido.
_ Tanto el fotógrafo como yo somos profesionales y lo único que sucede es un trabajo común entre las personas que trabajan en el medio de publicidad de este tipo, así que no vengas nuevamente con tus celos infundados que ya me tienes harta de tanta idiotez. Y ahora ya no tengo por qué pensar más, aceptaré la propuesta.
_ No dudo de la profesionalidad de cada uno de ustedes, pero realmente no me siento a gusto de que mi esposa pose en ropa interior frente a otro hombre, por mucho que él haya fotografiado a cientos de chicas. Pero yo no me siento cómodo, no me parece una buena idea.
_ Eso mismo - dijo ya alzando su voz- creo que siempre piensas en lo que a ti te sienta bien, tu egoísmo no te deja ver nada más, ¿no has considerado acaso que esto puede ayudarnos económicamente y adicionalmente en que yo podría sentir referente a ello?
Cristina se había enfadado terriblemente y se marchó de forma brusca de nuestra casa, dejándome con muchos de mis miedos a su nuevo trabajo, me dejó con la completa intención de dar batalla a una decisión ya tomada, eso me molestó muchísimo, lo que al final llevó a que no nos habláramos por un par de días hasta que las aguas se apaciguaran.
Al final, y como casi siempre sucedía, fue ella quien cedió en entablar nuevamente comunicación, incluso dio el brazo a torcer en lo referente a la decisión de participar al menos en el casting que le habían propuesto lo que al final me dejo un poco más tranquilo. Lo que si me impactó al final de la conversación con Cristina fue que había tomado una cita con la psicóloga.
_ He conversado con Susana nuevamente y está dispuesta a ayudarnos - dijo ya algo recuperados de los primeros momentos de la reconciliación - me ha dicho que si hubiésemos llegado a ser amigos no podría hacerlo ya que interfería con nuestro proceso de mejora, pero como casi no hemos tenido contacto con ella, no debe haber problema. He concertado una cita con ella para el próximo lunes y de esa forma iniciar nuestra terapia cuanto antes, la debemos ver a las 7 pm.
_ Pero así como así... ¿no te ha pedido nada? - quise zafarme del compromiso, pero al momento tras tremenda discusión con Cristina, pues lo mejor sería asistir, al fin de cuentas creía que incluso podría sacar provecho y conseguir que Cristina no siga con lo de trabajar como modelo.
_Mira Esteban, es importante para nosotros, el tema de tus celos no pueden seguir así, ya se han vuelto algo insoportable, asfixiante, incluso enfermizo y no creo que esas actitudes tuyas sean saludables con nuestro matrimonio.
Considerando que ella había cedido en lo referente a lo de su participación en el casting, pues me toco aguantarme al menos la primera sesión de terapia. Estuvimos de acuerdo y al menos hasta el siguiente lunes traté con toda mi fuerza de no mostrarme celoso, pero claro, solamente era una máscara, ya que en algunas ocasiones estuve más que tentado a increpar a mi esposa debido a cualquier idiotez.
_ Hola chicos, ¿cómo están?, venga, sigan y pónganse cómodos - fue el recibimiento de Susana una vez llegó el momento de nuestra primera cita.
_ Gracias Susana - contestó Cristina mientras se sentaba en uno de los tres butacones que había en el consultorio de la psicóloga, mientras que yo hice lo propio en el mío.
_ Muchas Gracias - contesté de igual forma mientras apreciaba el buen porte y figura de nuestra nueva psicóloga, era una mujer algo mayor que nosotros, pero relativamente joven y muy guapa, claro que no tanto como Cristina, pero generaba un aire de atracción y clase muy difícil de pasar desapercibido, era una mujer realmente muy elegante, atractiva e incluso diría que algo misteriosa.
_ Bueno chicos, primero quiero que me cuenten, como van y en que creen pueda ayudarlos.
_ Nuevamente te agradezco Susana, mira lo que realmente queremos tratar es el tema de los celos completamente desenfocados que tiene Esteban, te cuento...
Durante al menos dos horas estuvimos charlando con la psicóloga referente a todos los episodios que habíamos tenido Cristina y yo, debido a mis ataques de celos, creo que mi amada esposa los narraba con imparcialidad y aunque yo intentaba darles el mayor sentido a mis objeciones, siempre quedaba como un idiota que se ahogaba en un vaso de agua cuando la increpaba armando escenas y reclamos totalmente incoherentes.
Al final de esta conversación sucedió un capitulo algo extraño, ya que Susana empezó a realizarme preguntas que aparentemente no tenían mucha relación con el tema, incluso llegando a hacerme olvidar el motivo de nuestra cita, logrando que al fin me relajara y pudiera charlar ya menos defensivamente. Al tiempo ella iba anotando en su cuaderno algunas de las cosas que nosotros decíamos, levantando claramente nuestro caso.
_Miren chicos, aquí no todo está perdido ni mucho menos, creo que todo puede arreglarse, pero necesitaremos trabajar arduamente en ello, lo que al final resultará en lograr una nueva pareja, más afianzada y sólida, que podrá lidiar con este y muchos otros problemas propios de la pareja. Pero como les dije, es un proceso que requiere trabajo y constancia, ¿están de acuerdo en intentarlo al menos durante los siguientes 6 meses para poder valorar los resultados?
_Si. - dijimos ambos tras mirarnos y acordar seguir con este proceso -
_Muy bien, me alegro mucho. Empezaremos ahora mismo, les voy a explicar un poco esta terapia ya que consta de algunas etapas que deben cumplirse para lograr el objetivo. En la primera debemos generar el proceso de sensibilización, esto para que podamos realmente conocer los límites actuales y las reacciones a los mismos. En la segunda etapa debemos generar la contradicción, en la que trataremos de expandir los límites de autocontrol y la tercera etapa la de afianzamiento, donde estableceremos nuevas fronteras para su relación.
_Y ¿cómo empezamos? - preguntó Cristina ya expectante y ansiosa de iniciar la terapia.
_Bien, si ambos están de acuerdo en la primera etapa vamos a arrancar con dos actividades que van a reforzar mucho su matrimonio, primero quiero que ambos se comprometan a inscribirse en un gimnasio que conozco y que está cerca de aquí, allí deberán cumplir con un régimen de entrenamiento en defensa personal que acordaremos junto con ellos, esto no deberá ser de menos de tres veces por semana los lunes, miércoles y viernes por la mañana. Al mismo tiempo Cristina se inscribirá en el mismo gimnasio, pero solo asistirás los lunes miércoles y viernes por la noche, de igual forma hablaremos de los trabajos con los instructores.
_De acuerdo - dije yo al tiempo que me obligaba a hacer algo que realmente había querido hacer desde hace mucho tiempo.
_La segunda fase a mejorar es la comunicación, de manera que obligatoriamente cada sábado por la mañana como ninguno trabaja se juntarán en su casa y deberán hablar de cualquier tema, que no involucre lo laboral o la familia política durante la mañana, la conversación no deberá durar menos de tres horas y un punto adicional bajo ningún motivo deberán tener sexo desde el jueves por la noche hasta el sábado por la mañana, únicamente deberán hablar o hacer cualquier actividad, pero nada de sexo ni solos y mucho menos juntos, esto es clave en el tratamiento.
_Pero... - traté de protestar, pero la mirada severa de mi esposa hizo que callara -
_ No te preocupes Esteban, que no te voy a dejar sin sexo; el sábado por la noche en cambio deberán tener sexo si o si, por lo que ahí compensarán el resto de la semana, los dejo a su decisión ya que esto no es un campo de concentración, pero así como el viernes no podrán tener sexo en todo el día, el sábado deberán tenerlo al menos una vez.
¿Y qué esperas conseguir con ello? - preguntó Cristina, mostrando una sonrisa muy sugestiva en su rostro -
_No te preocupes, eso ya lo veremos en la segunda etapa de la terapia. Ahora y durante el próximo mes avanzaremos en este plan.
Acordamos todos y cada uno de los puntos, saliendo muy animados, Cristina se sentía muy contenta y optimista, por mi parte había algunas dudas sobre los resultados, pero había dado mi palabra de intentar y participar en la terapia, y yo jamás rompo una promesa.
Fuimos a inscribirnos en el gimnasio, el mismo que estaba vacío a esa hora lo que nos facilitó conocer las instalaciones y los horarios, todo era de primera y nos pareció excelente, para la siguiente semana empezaríamos. Estuvimos todo el día paseando y disfrutando como una pareja completamente normal, me sentía con una sensación de preocupación y expectación, ya que las cosas entre los dos cambiarían y eso me provocaba angustia, vértigo, miedo.
_Hoy es sábado mi amor - dije una vez llegados a casa y ya entrada la noche, con el claro objetivo de terminar el día mucho mejor de lo que había iniciado. - Creo que podemos empezar la terapia hoy mismo.
_Claro que si...
Tomé a mi esposa entre mis brazos dándole un tremendo beso y acariciando su cuerpo sobre la fina tela de su vestido, podía sentir cada curva e inflexión de su cuerpo, Cristina era una mujer que además de un lindo rostro, mantenía una figura muy hermosa y fuerte; deslicé mi mano por su espalda y sus glúteos casi sin rozarla, de manera que cada voluptuosidad rozaba con las puntas de mis dedos. Abrí su vestido sin ninguna resistencia por su parte, mientras ella también habría mi camisa botón a botón, con calma y decisión fuimos dejando la ropa a un lado.
La recamara de nuestro departamento iba a ser testigo de una nueva batalla librada en nuestra cama, de eso ninguno de los dos tenía la mínima duda. Mis manos recorrían nuevamente el cuerpo fuerte y voluptuoso de mi esposa como tantas veces habíamos hecho, sus pechos y sus piernas siempre me habían fascinado y era precisamente en esas zonas donde concentraba la mayor atención mis besos y mis manos. Saboreé toda su anatomía y la supe realmente mía, pude sentir cada estremecimiento y cada sensación que mis manos producían en su cuerpo y a su vez me excitaba más. Sus ajustadas bragas cayeron finalmente, forzadas a mostrar todo el tesoro que cubrían.
_Cariño, estás muy caliente - dijo mi esposa mientras desabrochaba mi pantalón y liberaba mi verga en toda su plenitud.
_ Pues aprovéchala - dije mientras mordía uno de sus pezones que me traían loco desde la primera vez que los vi.
_ Mi esposa ubicó su cuerpo justo encima del mío, aprovechando su flexibilidad logramos un 69 de película, chupe su coño con todo el entusiasmo, gozando de cada caricia que su boca hacía en mi polla, que con toda la energía buscaba entrar en lo más profundo de la misma. Pronto la humedad de su cuerpo inundó mi rostro, fue cuando Cristina se colocó en la posición que realmente le fascinaba; enderezó su torso quedando mi rostro enteramente clavado en su coño ahogándome, asfixiándome, llenándome del elixir que emanaba; ahí tuvo su primer orgasmo, jadeando y empujando fuertemente su sexo contra mi rostro.
Por mi parte no podía más que acelerar la comida de coño que le estaba realizando, mis brazos atrapados entre sus piernas, su mano izquierda apoyada en mi pecho y su derecha agarrada a mi verga, apretándola, sobándola, exprimiéndola con placer y dolor al mismo tiempo.
Al terminar su orgasmo sabía que vendría mi recompensa, tras ponerme un preservativo, ya que ella estaba descansando de los anticonceptivos, rápidamente cambió su sentido y sentándose a horcajadas sobre mí, se introdujo mi polla en su húmeda concha, que tras su primer orgasmo ansiaba poder sentir algo más profundamente. Se empaló ella sola en mi polla, sintiendo cada centímetro de mi cuerpo en el suyo, moviendo esas caderas que seguramente a más de uno había causado admiración y que en ese momento era a mí a quien complacía y permitía disfrutar.
Sus caderas comenzaban a moverse en forma pausada pero sin detenerse, mi excitación iba en aumento; pero quería algo más, quería ver su rostro de súplica por el placer brindado, aguanté al menos un poco más cuando tomándola entre mis brazos le di vuelta quedando ahora sobre ella; ahí descargue toda la tensión que tenía contenida, con toda la fuerza que poseía penetré su cuerpo hasta arrancarle los gemidos que tanto me encantaban, pude sentirla inundar su concha, pude sentir como tras un tiempo más y con una fuerte embestida dejaba mi semilla en su interior, entre gemidos y gruñidos terminamos juntos, extasiados pero felices una noche más