Final Sin Retorno 11
Creo que hablar directamente con Cristina y arreglar las cosas sea lo más sensato, antes que las cosas puedan empeorar, pero claro las cosas no siempre salen como uno lo espera.
Al día siguiente y aumentando mi dolor recibí la llamada de Susana, quien desde un inicio había propuesto todo el tratamiento y como tal no sabía si maldecirla por habernos conducido a este estado o agradecerle por influir en Cristina para que no me abandonara de una vez. Trató de consolarme por lo mal que me encontraba y me dio esperanzas para poder recuperar mi matrimonio, aunque creo que lo mejor hubiera sido terminar ya con todo.
_... estaba muy enfadada Esteban, de verdad que estaba a punto, de divorciarse de ti... Logré que me escuchara y al final pude convencerla de que te diera esta última oportunidad, y no creas que fue fácil, estaba, como te digo, decidida a romper con todo, a terminar con todo, ... Pero al fin y al cabo creo que ella se dio cuenta que te ama, más aún que la rabia que pudiera sentir y principalmente porque eres un buen hombre; lo único con lo que no concuerda contigo es en esa falta de control e inseguridad en tus acciones cuando se refiere a los celos que genera en ti, espero que puedas aprovechar el tiempo que tienes ahora y consigas dejar atrás esos comportamientos tan destructivos para ti y para tu familia.
_Pero como voy a vivir sin ella, encima de todo estando al otro lado del mundo... Yo no creo que pueda pasar tanto tiempo sin ella y menos aun sabiendo que ahora va a buscar a otro hombre, creo que me voy a volver loco, ahora mismo pienso que sería mejor dejarlo ya todo y listo... No me creo con la capacidad de seguir adelante sabiendo todo lo que puede suceder.
_Vamos Esteban, tú debes seguir adelante, te quedan aún tres meses en el exterior y por tanto esa separación te da en cierta medida algo de ventaja; aunque no lo creas te será mejor no ver a Cristina durante todo este tiempo ya que sería mucho peor saber o verla cuando ella ya tenga nueva pareja.
_¿Por qué pusiste esa condición? ¿Qué te he hecho yo para que me odies tanto?
_Yo no te odio Esteban, pero tenía que buscar una alternativa viable a tu situación con Cristina, ella estaba muy enfadada contigo y no encontré otra forma de hacerle recapacitar en su decisión sin ofrecerle un cambio real en la vida que estaban llevando; ella me dijo claramente que ya estaba comenzando a dudar de todo, que lo mejor sería dejarte para que ambos puedan buscar la felicidad por caminos diferentes, que tal vez era ella la que lo había generado todo y que lo mejor para ti sería buscar otra mujer.
_Ella te ama, pero sabe que ya no pueden seguir así, tus reacciones tienden a ser violentas e impredecibles cuando tienes ira y enojo, eso ha sido lo que le ha confirmado que esta variabilidad unida a tu baja autoestima ha hecho que desconfíes tanto de ella, buscando siempre pretextos que justifiquen tus ideas antes de buscar los hechos que realmente suceden. Eso yo ya lo sabía, pero era necesario que ella lo interiorice.
_Pero lo único que han hecho ha sido manipular mi mente y mis sentimientos... No ha sido justo, he trabajado por dejar atrás mis celos, pero ustedes solo han buscado enloquecerme.
_Buscamos sacarte de tu zona de confort y lo logramos, pero jamás te hemos engañado, tú sabías que estábamos trabajando en una terapia y aunque las cosas no fueron reales, tú las consideraste como tales y por tanto en tu mente siempre buscaste culpar a Cristina o a mí de lo sucedido y no buscaste la verdad ante todo y te basaste solamente en tus especulaciones. Te manipulamos, claro que sí, pero no para hacerte daño sino para lograr que enfrentes tus miedos e inseguridades, pero jamás te engañamos.
_¿Y ahora qué? - pregunté derrotado ante la lógica presentada por Susana, ahora ¿qué sucedería conmigo y de mi relación con Cristina?
_Mira, ahora estás en una situación completamente diferente; ahora eres libre y puedes trabajar en ti mismo, en tu autocontrol y autoconfianza, ser una mejor persona para lograr mantener a Cristina junto a ti.
_¿Y mi esposa?
_Sé que será muy duro para ti, pero también deberás aceptar lo que va a suceder, Cristina ahora también es libre y deberá buscar en el transcurso de estos meses un hombre con el que pueda iniciar una relación estable, compartirá con él su cama y su día a día, tal como si fuese una mujer separada. Lo que no deberá asustarte es que he pedido a Cristina que busque a alguien que no se parezca a ti, que sea muy distinto tanto en el ámbito relacional como en el físico, para que de esa forma ella también pueda apreciar y recalcar todos los motivos por los que ella se casó contigo y que obviamente no encuentra en otro hombre.
_O sea va a buscar a alguien diferente… - dije con toda la sorna que me era posible, seguramente buscaba a algún modelo de esos con los que se mezclaba en la agencia, aunque tal vez algún fortachón también podía ser el elegido.
_Piensa que ella también tiene el mismo miedo que tú. – dijo Susana al ver mi desolación. – O ¿crees que ella tampoco ha pensado que puedas encontrar o que te vayas con cualquier chica ya sea por despecho o incluso más, que te involucres con alguien a quien también puedas amar? ¿No crees que ella también te pueda imaginar en la cama con tantas mujeres diferentes?, pues te digo que al igual que tú ella tuvo los mismos miedos. Creo que incluso en un momento de desesperación, ante la idea de saberte con otra chica, tuvo el pensamiento de que mantuvieras el candado en tu polla para que no lo hagas, pero esa idea era totalmente desquiciada así que al final la desechó y tuvo que resignarse a vivir lo que tú también estarás viviendo. Venga Esteban, no creas que a ella también le enloquece que encuentres a alguien más, ella es más parecida a ti de lo que crees, pero no lo expresa tan drásticamente.
Yo escuchaba a Susana como si fuera un autómata, la oía claramente, entendía sus palabras y mientras más trataba en comprenderla, mi mente más sufría y se confundía. Mis pensamientos hasta ese momento eran de una persona que en la medida de lo posible estaba cuerda, pero ahora incluso dudaba de ello.
_Todo esto suena fantasioso y como un cuento de locos, pero considéralo como un nuevo empezar, cuando pase todo este tiempo ustedes podrán reunirse nuevamente y evaluarse, ella podrá ver la mejor persona que eres y comprenderá que aún te ama, tú en cambio apreciarás lo que significa estar a su lado y podrás sentirte en paz contigo al saber que a pesar de todo ella te ha elegido a ti sobre lo que pudo ser su nueva libertad. Bajo este nuevo empezar podrán formar la familia que tanto quieren y la felicidad que ustedes se merecen.
_¿Pero y si no sucede eso?
_Pues habrán perdido estos meses y regresado a este momento en el que la separación es inevitable, pero si al menos trabajan en ustedes mismos, seguramente ambos serán mejores personas de lo que son ahora y podrán enfrentar una ruptura de forma mucho más madura. Por el contrario, si todo sigue igual y ustedes no evolucionan, la perdida será aún más dolorosa y requerirán llevarla solos. Con todo esto solo te recomiendo que trabajes en ti mismo y cambies tu forma de ver las cosas y principalmente abras tu mente a reconocerte a ti mismo y sentirte como lo que eres, un hombre notable tanto en lo personal como en lo físico, tan bueno o mejor que cualquiera y principalmente el compañero que Cristina merece para estar junto a ella el resto de sus días.
Tras cerrar la conversación con Susana, y transcurrido el día, estuve meditando a cerca de lo que había sucedido durante todo este tiempo, cómo de la noche a la mañana me había divorciado de la mujer a la que amo y cómo estando al otro lado del mundo en un país con tanta gente a mi alrededor, me encontraba completamente solo. Pero había algo que nadie más hasta ese momento sabía y que incluso yo hasta ese momento no había considerado como una opción. La propuesta de Lixue tal vez podía hacerme enfrentar esta situación con una nueva perspectiva.
No es que no hubiera querido mencionar la propuesta de la chiquilla, es que no había tenido la oportunidad de contarle a nadie aquello. Era todo tan irreal, vivía en ese momento un drama existencial en mi vida y mi matrimonio y no podía contar más que con una chica que había conocido hace unos meses y que para mi martirio o placer me ofrecía algo que ni en mis sueños más desquiciados podría haber visto como una oportunidad real. Aunque no había decidido si podía o debía hacerlo.
Al final tuve una de mis peores ideas, aprovechando el tiempo que había ganado tras mi trabajo de sol a sol, disponía de dos días libres que pensaba aprovechar regresando a mi país, quería hablar con Cristina y poder convencerla para que no vaya a hacer una locura, lo malo es que aún tenía que esperar tres semanas para poder salir ya que no pude encontrar vuelos disponibles y que se ajustaran a mi regreso; saldría el viernes a media noche en china y llegaría a mi país el viernes por la tarde; permanecería durante el viernes y el sábado a medio día regresaría de nuevo, para poder llegar a las seis de la mañana del lunes, todo un lío con los husos horarios.
Con esta justificación pedí a Lixue que espere mi respuesta justo hasta el día después de mi regreso ya que iría a hablar directamente con mi esposa sobre lo nuestro y también sobre su propuesta. Contra todo pronóstico a la chiquilla le pareció una muy buena idea, ya que ella tampoco quería que yo la engañara, a menos que fuera preciso, pero creo que finalmente se sintió aliviada con esta respuesta.
El tiempo pasó lentamente, aunque el trabajo y extenuantes horas en el gimnasio hicieron que mi mente se mantuviera ocupada y sin darme cuenta ya estuve próximo a salir; Susana me informaba de todo lo que Cristina realizaba o al menos de su situación frente a la separación. Por mi parte me había recuperado ya un poco, pero creo que si Cristina se sentía la mitad de mal que yo, la imaginaba inconsolable. Lo bueno es que al igual que yo hice, mi esposa se había dedicado a trabajar incansablemente, ya que por coincidencias de la vida el lanzamiento del nuevo catálogo en el que había estado trabajando junto con las personas de la agencia de Clara era el mismo día viernes cuando pensaba viajar y por tanto le estaba ocupando mucho tiempo para su preparación.
Pensé erróneamente que no tenía por qué interferir ya que yo llegaría a la ciudad el viernes por la tarde y podría hablar con ella hasta la noche, incluso pensé que podría acompañarla, ya que ello había sido un éxito precisamente por el aporte de mi esposa, su carisma y sus ideas. Todo fue planeado, aunque no dije nada a nadie conocido, principalmente porque casi no tenía tiempo más que para hablar con ella y tomar el vuelo de retorno. Llegado el momento tomé una maleta de viaje muy pequeña para casi un fin de semana, ya que efectivamente tenía ropa en casa; tomé muy entusiasmado el vuelo de regreso y enfrenté las doce horas de viaje con todo el ánimo, la ilusión y el deseo por ver nuevamente a mi esposa, pero las cosas no saldrían ni como los planee ni como fue mi deseo.
Lo que debió ser un viaje fatigoso y cansado de 12 horas, se convirtió en un infierno de cerca de 22 horas de viaje en una escala que demoró todo el pronóstico, las típicas justificaciones no bastaron para evitar mi desazón debido a que todo estaba estropeando mis planes. Cuando llegué llevaba ya muchas horas de tener un terrible enfado frente a todo, al desperdiciar el poco tiempo del que disponía. El camino a mi casa fue rápido, en un auto alquilado ya que no me fiaba de los taxis, llegué a la una de la mañana del sábado. Obviamente el coctel por el lanzamiento del catálogo había sido mucho más temprano, suponía que en ese preciso momento aún deberían de estar en algún local de la ciudad festejando, junto a todos los que participaron en el proyecto, por tanto esperaría a mi esposa en casa; sin embargo mi ánimo se vino abajo hasta el punto de plantearme qué demonio había nublado mi mente para que se me hubiera ocurrido tan estúpida idea.
Subí tranquilamente el ascensor del edificio, mi pequeña maleta la dejé olvidada en el auto de alquiler, esperaba poder descansar unos minutos hasta que llegue mi esposa, pero cuál sería mi sorpresa al acercarme a la puerta de mi departamento escuchando claramente un ruido de lo más extraño justo en nuestra sala; pese a mi cansancio pude identificar con claridad que esos ruidos eran justamente algo que jamás hubiera querido escuchar, eran gemidos de una mujer, eran gemidos de una pareja teniendo sexo, seguro, eran gemidos de mi esposa teniendo sexo con otro hombre. Mi vida se derrumbó súbitamente, no podía creer lo que mis oídos estaban escuchando, la cópula de la pareja claramente demostraba que estaban próximos a terminar, un jadeo profundo y fuerte estaba inundando la que hasta ahora había sido mi casa junto a mi esposa.
Mientras sentía como la rabia, desesperación y locura inundaban mi cuerpo pude comprender la implicación de lo que ha de suceder en este período mientras mi esposa y yo nos encontrábamos separados. Tanto ella como yo, ahora éramos libres, pero para que quería la libertad si tenía que aguantar saber que mi esposa estaría con otro hombre. Maldije todo lo que me encontré en mi camino y obviamente en esos momentos la estupidez se adueñó de mi entendimiento... Quería verlos, tenía que confirmarlo, quería ese golpe de gracia que me daría poder saber definitivamente que mi esposa ahora disfrutaba con otro hombre. Tomé el ascensor hasta el último piso, subí a la azotea y bajé rápidamente por la escalera de incendio; traté de no hacer ruido aunque seguramente mi desesperación haría que me descuidara.
Al fin llegué a la ventana de mi sala, la luz de descanso estaba encendida, en el sillón grande de nuestra casa un hombre se encontraba en plena faena, la mujer recostada sobre el sillón con sus largas piernas abiertas en flor recibían los embistes de aquel tipo que enérgicamente daba golpes de cadera cada vez más fuertes. Llegué unos pocos segundos antes de que ellos terminaban, un fuerte bufido marcaba el orgasmo que aquel tipo tenía sobre el hermoso cuerpo de mi esposa.
De pronto, el muchacho cayó a la alfombra después de haber descargado toda su simiente en el sexo de mi esposa que aún desfallecida en el sillón trataba de recobrar el aire tras el esfuerzo realizado. No podía mirar su rostro, seguramente lleno de satisfacción y lujuria, ella aún estaba recostada cuando algo cambió, ella se dio vuelta permitiéndome observar una cabellera rubia que se mostraba alborotada por los momentos vividos. Pero por un segundo mi corazón comenzó a latir nuevamente, Cristina no era rubia, ella detestaba ese color de cabello por lo que ni siquiera en sus deseos más locos se atrevería a pintárselo así. Quizá una peluca... más bien una esperanza... ella no era Cristina, era alguien más...
¿Pero qué hacían en mi sala? ¿Dónde estaba Cristina? Pronto la chica se levantó y, desnuda cual diosa griega, permitiéndome observar un cuerpo joven, muy joven y firme, un cuerpo grandioso y bello... perfecto; pero no era mi lujuria lo que animaba ese momento sino el placer de saber que ella no era mi esposa, el saber que seguramente mi esposa habría de estar en nuestra habitación, pasada de copas y durmiendo... ¿sola?
No lo sabía, no sabía si Cristina estaría en nuestra habitación y mucho menos sabía si ella estaba acompañada... Debía averiguarlo... ¿Pero cómo? Estaba en mis elucubraciones cuando pude ver como la pareja pronto comenzó a vestirse, el muchacho igual de joven y guapo que la chica, seguramente eran parte de los modelos que estaban en el lanzamiento, pronto pude ver como ella, con curiosidad, se dirigía a la puerta de mi habitación y tras un gesto de complicidad indicaba al chico que era el momento de marcharse; no podía entender lo que decían, pero ella seguro que lo estaba apurando. Unos minutos más tarde ellos salían de mi departamento seguramente a continuar la fiesta en algún otro sitio... No dijeron nada a nadie, apagaron las luces y salieron, dejándome en la oscuridad de la madrugada, con el frio en la piel y en el corazón.
Justo en ese momento pude ver como una luz se encendía en el cuarto de invitados, de pronto confirmé como un hombre salía de allí en medio de la oscuridad de la habitación, llevaba solo su bóxer puesto, no pude ver bien su rostro pero se notaba claramente que estaba casi desnudo. El tipo salió al baño y pronto entró nuevamente en la habitación, seguro que estaría acompañado, lo más probable era que estuviera con una chica. Me fui tranquilizando, seguro que hicieron una gran fiesta y las cosas se desmadraron de manera que cada quien se pudo acomodar donde pudo, sin duda invitados por parte de Cristina a la casa. Mi esposa estará en nuestro cuarto ya dormida, seguro que el exceso de alcohol le había pasado factura nuevamente, o tal vez...
En ese minuto la estupidez nuevamente se instaló en mi mente, por lo que sin pensar dos veces abrí la ventana de mi casa lentamente y cual ladrón en la madrugada entré a la sala donde hasta hace unos minutos habían estado ese par de muchachos follando como conejos. El aire estaba impregnado de un fuerte olor a sexo y alcohol, podía sentirse la lujuria inundar el salón en medio de la oscuridad. Me movía muy despacio, tratando de no hacer ningún ruido, evitando chocar con algo, no sabía por qué pero mi corazón estaba saltando como un potro desbocado, estaba seguro que mi esposa estaría en su habitación descansando, pero algo me hacía dudar, algo me decía que no era así... En un momento dado me imaginé que era una nueva prueba de Susana para ver mis reacciones, pero nadie sabía que yo regresaría, cómo podrían haber preparado algo así... No, esto era real, desde hacía mucho tiempo vivía algo que finalmente si era real.
Deseché estos pensamientos de mi mente y me enfilé para la habitación que compartía con Cristina, al pasar por el cuarto de invitados pude escuchar risas y la voz de un hombre que apenas si podía distinguir, no me importaba mucho lo que sucedía ahí, pronto me apresuré a ir a mi habitación. Aunque no estaba cerrada tampoco se podía escuchar ningún ruido en ella; mi corazón parecía querer abandonar mi pecho de la tensión que llevaba, pero no me acobardé, entreabrí nuevamente la puerta y a gatas entré en la habitación. No sabía qué esperaba encontrar, en mi mente estaba la certeza de encontrar a mi esposa durmiendo en esa cama, lo más probable era que se hubiera emborrachado o tal vez solo algo mareada pero muy cansada ya.
Pero ¿qué le diría al verme aquí, en caso de que me descubra?, ¿acaso la sorpresa de entrar a la casa a hurtadillas no haría más que empeorar las cosas?, tal vez pensaría que la estaría espiando y que solo quería confirmar mis sospechas de que me engañaba. Cómo podía explicarle que recorrí medio mundo sólo con la intención de verla y hablar con ella, de pedirle... suplicarle si fuera el caso que lo reconsiderara todo, que volviera conmigo y que no se aventurara en cosas que tal vez tengan consecuencias impensables e irreparables; pero ahora como un ladrón en medio de la noche me deslizaba a los pies de su cama, con la sórdida sorpresa por mi parte y rezando porque estuviera sola, pero casi con la certeza que no lo estaría.
Tras mucho esfuerzo por no hacer ruido pude entrar en la habitación a la vez que me encontré con dos cuerpos recostados sobre la cama, dos figuras dormían en el lecho en el que había compartido tantas cosas con mi esposa, mi mente recreó todo lo que había sucedido, ella junto a otro hombre habían profanado nuestro santuario más íntimo, donde tantas veces nuestros cuerpos se hicieron uno, donde tantas veces la contemplé agradecido a la vida haberme puesto una mujer como ella junto a mí, ahora todo quedaba reducido a cenizas, mi amada Cristina había compartido este mismo lecho con otro hombre, quién sabe cuántas veces más, pero de lo que si podía tener la certeza es de que ella ya no era sólo mía.
Ahora ya sólo me quedaba la opción de armar un alboroto donde seguramente mi esposa terminará por abandonarme, para quedarse con el otro tipo o por el contrario deslizarme hacia la oscuridad y salir de la que fue mi casa cuanto antes, evitando así la humillación de tener que ver al tipo con el que mi amada esposa había compartido el lecho, ese lugar que aún desprendía el olor de mi cuerpo. Al final logré controlar mis celos y mi rabia, pero más que por autocontrol era por el terror y la indecisión, no decidía y permanecí parado como un idiota en medio de la habitación, hasta que ya mis ojos pudieron percibir todos los detalles justo, un segundo antes de empezar a lanzar cosas por los aires.
Pude al fin agudizar mi visión, pude ver como las figuras de las personas en la cama tenían siluetas diferentes a las que pensaba, regresé a ver las ropas tiradas en el suelo y no encontré nada, seguro que estaban vestidos, pero ¿por qué? Miré más detalladamente a las figuras y vi como en las almohadas descansaban dos cabezas con una abundante y larga cabellera, eran dos chicas que por su aroma habían bebido cual cosaco. Por un instante me imaginé que mi esposa me había cambiado por una chica, pero pronto deseché la idea, seguro ambas estarían tan mal con la bebida que debieron quedarse dormidas, pero tenía que confirmarlo.
Me acerqué un poco más para clarificar mi ángulo de visión y pude comprobar que efectivamente eran dos chicas que absolutamente ebrias se encontraban acostadas en nuestro cuarto. Al inicio pensé que una de ellas podía ser Cristina, pero al moverme pude comprobar que ninguna de ellas era mi esposa. De repente una mezcla de alegría y preocupación me embargaron, ya que por un lado no se había acostado con ningún hombre en nuestra cama pero por otra si no estaba aquí, entonces ¿dónde estaba mi esposa? Sin hacer ruido, aunque por la forma en la que dormían las chicas seguro que no las despertaba ni aunque estuviesen en medio de una orgía, me deslicé nuevamente fuera de la habitación, dejándola cerrada aunque no asegurada por dentro.
Nuevamente estaba en medio de mi sala pensando qué había pasado, dónde se encontraba ahora mi esposa; estas subidas y bajadas de emoción me estaban causando un stress increíble, el tener casi por seguro cosas que no eran ciertas y al final sentir nuevamente la misma alegría y preocupación me estaban matando. Pese a todo aún no sabía dónde estaba ella, pero claro creo que no quería aceptar lo que ahora era evidente, el único cuarto en el que no había confirmado nada era el de invitados. Con inseguridad y miedo me fui deslizando ahora hacia su puerta, esta estaba cerrada firmemente, de manera que no podía ni siquiera asomarme, las ventanas del edificio no tenían acceso externo y las cortinas del cuarto me hubieran impedido cualquier vista desde fuera, solamente quedaba escuchar tras la puerta y rogar por no equivocarme nuevamente.
Me acerqué a la puerta que con la forma de construcción de estos nuevos departamentos era una delgada franja de madera que, al menos, me permitirá escuchar lo que decían allí. Cuando pude estar junto a la puerta, mi corazón latía fuertemente, mis piernas casi se veían incapaces de sostenerme; tanta tensión en esa última hora me había dejado completamente sensible a todo. Cuando pude escuchar ya atentamente, no podía entender mucho de lo que decían por lo que tuve que agudizar mis sentidos y mi atención. Internamente rogaba porque mi esposa no estuviera en esa habitación, pero ¿y si no estaba ahora donde podría ir a buscarla?
_... vamos mujer... pero si no me he movido... - decía la voz de un hombre al que no reconocía.
_Mueve tu trasero más allá... mañoso -dijo la voz de una mujer que sonaba casi como mi esposa, pero no la reconocía definitivamente aún, no hablaba con claridad sino entre susurros- te estás pegando a propósito, largo de aquí...
_Pero si casi ni me he movido... no seas rabiosa... si yo quisiera ya estaría no solo pegado a ti...
Suponía que debían estar acostados juntos, tal vez estaban de igual forma tomados y que ahora querían solo dormir. Pero obviamente no se ponían tan de acuerdo con la necesidad de cama que cada uno de ellos tenía.
_Siiii claro... si dependiera de ti ya estarías encima mío sinvergüenza... - dijo la mujer a la que cada vez reconocía más como mi esposa, de forma divertida antes que enojada, lo que seguramente daba más pie al tipo con el que estaba acostada. - Ahora cállate ya y duerme, que mañana tengo mucho que hacer y nos hemos pasado de tiempo y de tragos.
_Pero tengo mucho frio... No creo que pueda dormirme así... - qué estrategia más ridícula pensé, por mi parte, pero todo dependía de lo borrachos o cachondos que se encuentren, tal vez le funcione.-
_Yo no puedo hacer nada con ello... ya duerme...
_Pero si pudiera dormir un poco más cerca de ti seguro tomo calor y concilio el sueño más pronto... vamos mujer.
_Eres un pesado... ya te he dicho que no te me pegues tanto, si quieres duerme cerca pero dejando espacio.
De pronto se oyó como la cama de la habitación de huéspedes rechinaba al movimiento de los cuerpos que estaban en ella, seguro que tratando de acomodarse de una mejor forma. De pronto, unos minutos después, en los que no podía escuchar nada, mi corazón latía fuerte al tiempo que no dejaba de imaginar como en aquella cama, que no era demasiado grande, los cuerpos de aquellas dos personas estaban más que apegados; claro que siempre que imaginaba a la chica el rostro de mi esposa siempre estaba presente.
Pronto se quedó todo en calma, no se escuchaba nada, al menos pasaron cinco minutos, estaba convenciéndome de que la pareja que estaba dentro ya dormía y seguramente nada había pasado entre ellos, pero necesitaba confirmar si era Cristina la chica que estaba en la habitación. Iba a esperar al menos un momento más para que se duerman profundamente y de esa forma tratar de abrir la puerta y confirmar mis sospechas. Era un plan arriesgado, pero mi desesperación nublaba mi razón.
_Yaaaa... te he dicho que no... - de pronto dijo la chica levantando un poquito más la voz, sorprendiéndome ya que pensaba que estaban dormidos-
_Pero cariño... solo es un besito... - decía el chico mientras mi corazón se retorcía ante la imagen de mi esposa besándose con otro - mira que rico que estamos aquí en la cama los dos abrazaditos... solo me falta un pequeño besito para dormirme... No seas mala...
_Noooo, si yo sé tus intenciones y no te conformarás con un besito. - contestó la chica pero ya no tenía la misma firmeza en su negativa, seguro que estaba igual de deseosa que él, ahí fue cuando me convencí que no era mi esposa -
_Vamos, pero si es uno muuyyyyy pequeñito... Ven dame solo....
Pronto se quedaron callados nuevamente, seguro que el tipo había conseguido su objetivo y ahora estaría besando a la chica; en ese momento estaba casi convencido que no era mi esposa, ella jamás se habría prestado para un juego así con nadie, por alguna razón no tenía celos de la situación ya que estaba confiado completamente en que aquella chica no era ella. Pero si no lo era, dónde diablos estaría a esas horas de la madrugada. En ese instante el rechinar de la cama me hizo volver a poner atención a lo que sucedía dentro de la habitación.
Los sonidos de la cama hacían prever que la pareja que estaba acostada estaba moviéndose muy lentamente, casi imperceptiblemente si no fuera por los malos muelles que esa cama tenía, seguro que sus cuerpos pegados muy estrechamente estaban acoplándose para estar más cómodamente y así poder besarse con facilidad. No sé por qué me quedé ahí, escuchando e imaginando lo que aquella pareja estaba haciendo en el cuarto de invitados de la casa que hasta hace no mucho era la mía. Ahora tenía la certeza de que la chica que estaba besándose ahí no era mi esposa, pero por alguna extraña razón no me separaba de aquella puerta.
El rechinar de la cama en ese momento hizo un fuerte ruido, seguido de otros tantos un poco más pequeños, algo seguramente estaba ocurriendo, pero nadie comentada nada, ni una palabra podía distinguir de lo que allí decían, pero de pronto comencé a escuchar algo diferente, algo que realmente me hizo pensar que estaban haciendo algo más que besarse; muy por lo bajo empecé a escuchar jadeos, besos y sobeteos.
_Déjalo ya... no sigas... por favor no... - decía la chica mientras yo escuchaba como muy lejanamente los sonidos que hacían.- Nooo por favor... no...
_Pero si solo es un ratito mi amor, déjame un ratito más...
_Me estás poniendo muy mal... déjalo así o no respondo...
_No respondas mi amor... vamos... déjame a mí...
¿Qué estaba pasando dentro?, no lo sabía a ciencia cierta pero lo intuía... La pareja seguramente estaba tocándose, frotándose, quién sabe si incluso teniendo sexo; lo que si estaba claro era que quietos no estaban. Unos gemidos cortados de la chica daban clara muestra de la pasión que estaba siendo desbordada en esa habitación.
_Así amor, relájate y déjame hacer... -hablaba el chico mientras como repuesta solamente recibía gemidos de satisfacción-
Al inicio reconocí que la labor que el chico hacía debía ser muy intensa ya que los gemidos de la chica comenzaban a ser cada vez más intensos y fuertes, pero justo ahí mi rostro cambió de inmediato y mi sangre se congeló al instante. Esos gemidos eran muy conocidos para mí, los había escuchado en infinidad de ocasiones y para mi desconcierto y frustración estaba claro que la chica que se encontraba al otro lado de la puerta del cuarto de invitados era sin lugar a dudas, Cristina. En ese instante mi mundo se desmoronó a mis pies, que eran incapaces de sostener un cuerpo herido en lo más profundo de su ser, destruyendo completamente la idea que tenía de un mundo soñado.