Final sin Retorno 06
Asistir a una discoteca sin poder tener una erección y ver a mi esposa bailar con otro tipo, creo que puede pasar como una prueba; ¿pero la podré superar?
Tras dos días de uso, casi no me había acostumbrado al bicho que aprisionaba mi polla. En al menos unas tres ocasiones me había causado un dolor tremendo, en el momento que alguna imagen, un toqueteo o algún recuerdo incluso me llegaba a producir cierta excitación. Por su parte Cristina también me ayudaba y se comportaba de manera muy pero que muy condescendiente. Evitaba ponerse demasiado cariñosa y también ponerse alguna ropa que sabía que me provocaba tremendamente. Pero claro, yo debido a eso olvidé en parte su parte del trato y eso lo pagaría.
_Hola mi amor... - pregunté a Cristina - ¿qué tal tu día?
_Ha estado fatal hoy... y encima más llego a casa y me reciben así...
_¿Qué sucedió?
_Bueno nada grave, pero me fastidió mucho; venía caminando para el departamento y cuando pasé la esquina y estaba sacando mi llave, estas se cayeron en un agujero de manera que me tuve que agachar a tomarlas y justo cuando las tenía en mis manos, pasó un chico en una bicicleta y me ha agarrado el culo con ambas manos, no podía ponerme en pie y tampoco evitar que lo haga... el mocoso se ha dado gusto conmigo.
Un pinchazo de ira estuvo por brotar de mí ser, pero al menos logré controlarlo por poco. Logré controlarme momentáneamente para evitar armar un alboroto, pero poco falto para que salga a buscar al imberbe que se atrevió a agarrar a mi esposa de esa forma.
_No ha sido nada, pero realmente me ha fastidiado que me tenga así agarrada sin dejarme levantar. Pero no te preocupes cariño, ya se me pasará el disgusto...
_Estos chicos no respetan nada... - dije tragándome las palabras que quería sacar, al tiempo que mi esposa sonreía finamente; en ese instante tuve la duda de si lo que me había dicho era real o se lo estaba inventando por el tema de las pruebas, ya esto empezaba a hacerme dudar de cualquier cosa.
El viernes llegó y mi esposa me invitó a tomar una copa en algún bar de la zona rosa, algo ligero como para poder pasar tiempo fuera de casa ya que tras la semana de abstinencia la necesidad estaba a flor de piel y no sería estar solos en casa sin poder hacer nada.
Bailamos durante un tiempo, pero el dichoso aparato me fastidiaba terriblemente, especialmente cuando mi esposa se acercaba más insistentemente y mi verga no podía corresponderle por el fuerte jalón que me pegaba al instante de excitarme. Llegado un momento se me trabó en una posición nada cómoda y tuve que ir al baño para acomodarlo.
Cuando estuve de vuelta, me encontré con que mi esposa estaba en la barra con una nueva copa y conversando amenamente con un tipo al que yo no conocía. Era un muchacho de cerca a los 25 años, alto y fortachón, que seguramente pasaba largas horas de su vida frente a una máquina de ejercicios rompiendo cada vez sus propios records.
_Hola - les dije a ambos pero mostrando mi rostro más condescendiente y calmado, no quería generar otro tipo de malentendido que volviera a cero mis avances con esto de mis celos. - _¿Qué están tomando?
_Ven Esteban, te presento él es Ricardo, mi instructor del Gym. Ha venido con unos amigos a la disco, me ha visto y ha venido a saludarme.
_Hola como estas… - vi claramente como su sonrisa se iba apagando, seguramente habría pensado que Cristina estaba con algún grupo de amigos o, si había suerte, sola, pero que esté acompañada de un hombre no era parte del plan que seguramente él estaba imaginando.
_Que tal, ¿cómo estás? - me dijo apretando fuertemente mi mano, a lo que respondí igualmente aunque obviamente su apretón era mucho más potente que el mío.
Charlamos un rato más, hasta que se nos pegaron una chica más y un muchacho, todos conocidos del Gym de Cristina. Charlaron completamente de cosas del ambiente que compartían, de lesiones, logros e incluso romances entre los miembros. De repente Ricardo pide a mi esposa bailar un rato y me dejó solo con aquellos chicos con los cuales no compartía absolutamente ningún tema de conversación, pero que se esmeraban en sacar algunas cuestiones para compartir, aunque estaba seguro que no tenían ninguna intención de hacerme sentir bien, sino más bien de hacerme el tonto para dejar a Roberto bailar con mi esposa.
Mientras tanto en la pista de baile, Rodrigo y Cristina bailaban cómodamente un ritmo de moda, claro está que pronto cambiaron a bachata y algunos recuerdos de una negra noche me vinieron a la mente; luchaba con todo mi ser para no ofrecer ningún espectáculo, no quería ni siquiera verlos bailando, pero mis ojos no se podían apartar de lo que sucedía en la pista. Rodrigo había tomado a mi esposa de la cintura, mientras ella con una mano en su hombro y otra siendo sostenida por la mano del grandulón, bailaban muy pegados, demasiado para mi gusto, pero realmente no hacían nada más que bailar.
Pronto Rodrigo acercó su rostro al oído de Cristina, quien cada vez le reía más todas las gracias a aquel atlético muchacho; de repente fue solo un flash, una milésima de segundo, digamos que incluso pudo ser mi imaginación, vi como la boca de aquel mastodonte daba un beso en el oído de mi esposa, no podía afirmarlo, pero estaba seguro que lo vi, aunque también pudo ser en mi solo un destello de luz mal enfocado. Tomé otro vaso de cerveza que me ofrecían aquel par de cómplices de Rodrigo, pero tras un solo sorbo más lo dejé, bajo ninguna circunstancia iba a quedar borracho y a merced de aquellos tipos que apenas si conocía.
De pronto, una nueva ráfaga de luz me permitió ver por una fracción de segundo la mano de aquel gorila justo en el trasero de mi esposa, que sin disimulo bailaba junto a aquel tipo. Respiré hondo y me convencí que realmente no había visto nada, ¿cómo en el transcurso de un par de bailes aquel tipo había podido agarrar el trasero de mi esposa sin que ella ni siquiera de signos de protesta?, ¡eso no podía ser! Tras unos minutos más y sin que mis ojos vuelvan a notar nada raro, volvieron a la barra, Cristina de un solo trago bebió el resto de la bebida que tenía y al igual Rodrigo comenzó a reírles todas las ocurrencias a los chicos.
De mi parte logré controlarme completamente y aunque no pude comprobar nada, mi mirada de disgusto debió ser más que suficiente para que todos se den cuenta que aquel baile no me había gustado para nada. De manera que al fin de cuentas aquellos chicos dijeron que irían a buscar más bebidas y se apartaron de donde estábamos nosotros, pero justo al despedirse pude notar como Rodrigo daba su beso de despedida a Cristina muy cerca de su boca, lo que ya fue de por si resultaba demasiado.
_Hey, ya deja intentar besar a mi esposa... -dije algo alterado, pero tratando de guardar las formas ya que no quería una bronca justo este día- No te pases de la raya...
_No pasa nada chico... solo somos amigos...
_Esteban, por favor, no vayas a hacer una escena...
_No peleen por mi amigos... nosotros ya nos vamos...
No pasó a más, pero lo que justo no debía hacer, pues lo hice. Cristina iba a tratar de calmarme, pero estaba claro que con quien realmente ahora estaba enfadado era conmigo. Susana había dicho que ningún episodio de celos y a la primera semana no lo conseguí. Cómo podía ser tan visceral y cómo me dejaba llevar por mi carácter, era increíble incluso para mí mismo ya que ni siquiera yo me reconocía.
_Tranquilo Esteban, no te enfades, no pasó nada...
_No me trates como a tu perro -le dije con toda la buena voluntad a Cristina - Aquel tipo te estaba manoseando e intentando besarte y tú ni siquiera pones un pero.
_Rodrigo no me ha manoseado en absoluto y créeme que si hubiera intentado besarme yo mismoa le hubiera cruzado la cara de una bofetada.
_Pero si yo los vi...
_Esteban... por favor. Estás seguro de que viste algo o solamente quisiste ver; cuéntame ¿que es lo que has visto?, mientras bailábamos estábamos abrazados muy cerca pero no ha pasado nada más, cuando Roberto se despedía la persona detrás le empujó y se acercó demasiado a mi boca, yo lo noté, pero claro solo viste lo que querías ver. Vamos Esteban... si quisiera ponerte los cuernos creo que al menos intentaría que no estuvieras presente... ¿no crees?
Me miró a los ojos y creo que pudo ver mi decepción conmigo mismo ya que era completamente cierta cada palabra que me había dicho. Me abrazó muy fuerte y me dio un morreo de campeonato, aunque no duró mucho ya que tras hacerme que la agarre de la cintura y que baje mi mano por su trasero, aquel maldito aparato aprisionó mi verga y le dejó claro que no iba a permitir que levante vuelo.
Fuimos a casa, sin mucha más historia, yo hubiera querido hacer algo más con mi esposa, pero la directriz de Susana no nos permitía nada, por lo que finalmente fuimos a dormir.
Al día siguiente por la noche, era el momento que teníamos para poder desahogarnos de toda la abstinencia mantenida, pero claro el dictamen de Susana había sido muy drástico, podremos tener solamente el sexo oral que yo le pueda brindar a mi esposa; ya me estaba haciendo a la idea.
_Ven amor... será mejor no hacer nada... - dijo ella ante la mirada sombría que veía miraba en mi rostro - si tienes que aguantar sin poder correrte, pues yo igual lo aguantaré contigo.
_No, esto ha sido una torpeza de mi parte, no tienes por qué tú sufrir con estas consecuencias. Pero es que no aprendo, me dejo siempre llevar por mis celos y acabo haciendo cosas que realmente son estúpidas. De veras que lo intento mi amor, pero por más que lucho realmente no logro nada, soy un completo desastre...
_Tontorrón... tú nunca has sido un desastre, eres tierno, comprensivo y me amas; tu carácter creo que es lo que juega en contra.
_¿Tú crees eso?.
_Claro mi amor, no debes tener celos ya que puede suceder cualquier cosa pero yo seguiré amándote a ti sobre todo y no pienso dejarte por ningún tipo por más fortachón o guapetón que sea...
_¿Ni aunque esté forrado en dinero? - susurré al oído de mi esposa mientras acariciaba su espalda con mis manos, sabía la respuesta, pero quería que me lo dijera.
_Uuuuy... Creo que si está muuuuy forrado podría considerarlo... jejeje… como en la película con Demi Moore… jejeje.
_Eres una zorra... - le dije con todo mi amor, mientras apretaba su nalga y el dichoso aparato me lanzaba un latigazo de dolor justo en lo más sensible de mi verga, recordándome que hoy no tendría consuelo.
_Mi esposa tomó mi cabeza y la dirigió directamente a su entrepierna, con mis manos podía sentir claramente el calor de su piel, pronto mi boca pudo descubrir cómo a pesar de lo que dijo que podría aguantar al igual que yo, su coño estaba completamente encharcada y para mi gusto deliciosa.
Lamí hasta lo más profundo que mi lengua podía ingresar en aquella gruta del placer, acaricié su cuerpo y sentí sus temblores, durante no sé cuánto tiempo me dediqué en cuerpo y alma a hacerla gozar hasta que durante no menos de un minuto sus contracciones me hicieron notar como un fuerte orgasmo inundaba su ser; pero todo esto no fue gratuito, aquel maldito aparato que estaba anclado a mi verga me recordaba insistentemente que no debía excitarme, de manera que tras esta deliciosa comida al final terminé con un amortiguamiento de toda mi zona baja, como si hubiera quedado dormido por horas en una posición extraña, casi no podía ni pararme.
Por motivos diferentes quedamos tendidos en la cama hasta poder recuperarnos completamente, podía sentir como mi esposa aún disfrutaba de algunos temblores en su cuerpo, mientras que yo intentaba recuperar la movilidad del mío. Creo que otra semana así no podría soportarla, por lo que realmente tendré que superar mis miedos y mi ira de manera que no tenga que pasar por esto nuevamente.
_Estuvo fantástico mi amor - dijo mi esposa ya recuperado el aliento, mientras yo permanecía muy quieto tratando de evitar que el dolor fluyera por mis piernas.
_Me alegro de que te haya gustado, porque con este aparato creo que no podremos volverlo a hacer.
_Ooooh cariño, ¿Estuvo tan mal? - comentó, al tiempo que intentaba tocar el dichoso aparato mientras yo se lo impedía - Lo siento mi amor... no sabía que fuera tan malo para ti... Nunca más haremos algo así… lo siento….
Rápidamente Cristina tomó su control y abrió el maldito aparato de tortura. Con sus manos lo retiró lentamente mirando como mis huevos y mi verga se encontraban enrojecidos casi hasta el punto de encontrarse morados, y con claras vistas de haber estado aprisionados fuertemente.
_Mi amor, como lo siento... no debí dejar que suceda. Lo siento mucho, me dejé llevar... No sabía que podía ponerse así.
_Gracias por abrirlo... ha estado matándome.
_Debes estar completamente fastidiado con esto, creo que debemos considerar lo que estamos haciendo; te estás haciendo daño y verte así a mí también me duele muchísimo.
_Si te dijera que olvidemos esto del aparato... ¿Lo pensarías?
_Claro amor, yo creo que podemos buscar otra forma de hacerlo, esto realmente te está haciendo sufrir mucho.
_Sabía que me apoyarías, pero creo que realmente no podemos tirar el tratamiento en la primera semana; te agradezco por querer apoyarme en quitármelo, pero mejor apóyame para soportar tener que llevarlo... Va a ser duro, pero lo haré por ti, por tener dicha de disfrutar la vida junto a ti, sin más celos estúpidos.
Unas lágrimas resbalaron por sus mejillas, haciendo que su tierno rostro realmente se vea todavía más bello que de costumbre. Me abrazó rápidamente y entre una mezcla de ternura y calor nos quedamos dormidos. Aunque al día siguiente las cosas volverían a su cauce, ese momento con mi esposa ha de quedar en mi pupila para siempre.