Final excitante para el peor día de vacaciones

Dos amigas,una isla llena de magia; nos roban, nos venimos abajo y el intento por reanimarnos sube muchas cosas más que nuestros ánimos

Unos días libres en el trabajo me llevaron a conocer la isla más ansiada por los amantes de la fiesta y tan querida por quienes consiguen acceder a su esencia.

Precisamente esta fama y afluencia de gente hace que algunos se dediquen a pequeños hurtos.

En nuestro 2ºdía en Ibiza visitamos una cala famosa por sus fiestas al atardecer entre fuego y tambores. Fuimos después de comer para asegurarnos de que sabríamos llegar después, a la hora clave. Así que fue llegar, aparcar, echar un vistazo y volver al coche para visitar otras calas mientras llegaba el atardecer.

Fueron suficientes minutos para que nos forzaran la puerta del coche de alquiler, llevándose todo el efectivo y mi cámara de fotos.

De repente los planes se desvanecieron, y nuestra ilusión se vió momentáneamente rota...maldecir puede desahogar pero no arregla nada así que fuimos a la policía, que tampoco arregló nada, y a por otro coche al aeropuerto.

Entre tanto la tarde avanzó y mi amiga; una chica de melena rubia, ojos azules y unos rasgos que a mí me parecen suecos, me propuso seguir con nuestro plan inicial y volver a la cala.

Me pareció la mejor propuesta que podía surgir. Fue así como dejamos atrás las lágrimas y recuperamos las ganas de conocer esa fiesta que las dos queríamos disfrutar.

Llegamos y se oían los tambores sin bajar del coche, fuimos aproximándonos a la multitud y nos dejamos poseer por la magia.

A un lado teníamos dos chicas alemanas inmersas en lo que parecía una danza africana; al otro, varios lugareños bronceados luciendo rastas con ese puntito liberal, rebelde.

Después de un rato dejando a nuestro cuerpo expresarse rítmicamente olvidamos el resto de la tarde y vivimos el momento. Nos dimos cuenta de que no habíamos tomado nada en todo el día y estábamos sedientas, así que nos acercamos a uno de los 3 bares próximos.

El lugar elegido parecía el acertado; una chica, de unos treinta, nos dedicó una sonrisa de bienvenida desde su mesa, brindando con una copa de Baileys.

Tras la barra, dos camareros con camiseta y pareo negro, que a pesar de ser una prenda típicamente femenina me pareció realmente atractivo. Uno de ellos me llamó la atención especialmente y, por supuesto, se lo comenté a mi compañera de viaje según lo estaba pensando: Alto ,moreno, atlético, y con el pelo lo suficientemente largo para recogerlo en un moño, que le daba un toque samurai que me hizo palpitar el clítoris por primera vez en todo el día. Y eso es extraño ya que considero q soy una mujer sexualmente hiperactiva, no porque esté follando a todas horas, sino xq siempre veo sexo en cada lugar al q voy; siempre hay un intercambio de miradas con alguien, un roce, en fin, que podría decirse q irradio sexo y al mismo tiempo lo detecto.

Sin embargo, fue el otro camarero quien se acercó a atendernos y charlar con nosotras. Parecía ser el simpático de los dos, de aspecto más corriente pero con un encanto más que evidente. Le contamos lo del robo y preció conmovido, nos invitó a lo que estábamos tomando, sacó unos chupitos de hiervas ibicencas, otra ronda de copas...para entonces el camarero-samurai se había sumado a nosotros y resultó ser igual de simpático.           Hablamos los cuatro, entre risas y miradas cómplices; sobre el trabajo, las aficiones..y surgió nuestra pasión por los bailes latinos. Al ritmo del siguiente merengue aquel guapísimo camarero me invitó a bailar, no opuse resistencia, claro.

Dos canciones bastaron para hacer saltar la chispa que comenzó con un breve beso, de toma de contacto, al que siguió otro, esta vez explorando su boca, sintiendo su lengua húmeda bailando con la mía, como momentos antes hacíamos nosotros.

Me cogió de la mano y me llevó a una zona más apartada, cerca del agua, donde pude ver varias mesas de merendero.

Me sentó sobre una de ellas, me quitó el pantalón,y con gesto de chico malo lo tiró a un lado para después bajar mis braguitas,que sentí muy mojadas, poco a poco, dejando que se deslizaran hasta mis tobillos. Se arrodilló delante de mí y me abrió ligeramente las piernas, lo justo para llegar hasta el clítoris y darle un beso. Un escalofrío hizo q me tumbara sobre la mesa y me entregara al momento, viendo el cielo estrellado sobre mí, con los tambores de fondo y ese riquísimo camarero devorándome.

Entre lametazos, suaves mordiscos y succiones mi cuerpo se calentó , empecé a vibrar y a pedirle que no parara hasta correrme con una enorme sonrisa dibujada en la boca.

Era mi turno, me bajé de la mesa para descubrir lo que ese atractivo pareo escondía. Ya de rodillas entreabrí la tela y se abrió paso una polla enorme que me quedó a escasos centímetros de la boca. Empecé a lamer, primero despacio, saboreando y recorriendo cada milímetro, para después metérmela en la boca, al principio solo un poco, después entera..

La fui lubricando con mi saliva y aumenté ligeramente el ritmo, sin buscar aún que se corriera, jugué con ella; me la saqué y , mientras con una mano la sacudía, con la boca chupaba sus tensísimos huevos, cargados de leche a punto para mí.

Ahora sí volvía a comérmela y a cogerla con la mano, al ritmo de los tambores. mi saliva hizo que resbalara facilmente por mi mano, y seguí hasta oir cómo se entrecortaba su respiración y cómo ese calor acabó llenándome la boca.

Me levanté , nos vestimos y volvimos al bar. Él a la barra, yyo a contarle todo a Candi, mi amiga, que ya me interrogaba desde lejos con la mirada.     Se había sentado con ella la chica en la que me fijé al entrar: morena, pelo rizado,acento argentino y con un vestido negro que dejaba al descubierto unos hombros muy sensuales. Fue ella quien directamente me preguntó si me había gustado. Me encantó su descaro y le dejé saber.                           " ¿Te has corrido?" , fue su segunda pregunta. A la que respondí mordiéndome el labio inferior con una sonrisa llena de picardía y con el rubor del orgasmo todavía presente en mis mejillas.

Estuvimos hablando y confesando algunas intimidades , verborrea fruto del alcohol y la magia del lugar. Ya iban a cerrar pero nos dijeron que no tuviéramos prisa. En ese momento Candi aprovechó para ir al servicio y mi morena, con la misma naturalidad con la que antes me había preguntado, tomó un trago del Baileys y me dio a beber de su boca. Lo saboreé , nos miramos y tragué esperando otro sorbo. Los camareros observaban expectantes, deseando otro movimiento. Cuando mi amiga volvió del servicio le intenté transmitir lo excitada que estaba por todo lo que estaba pasando, entonces vino mi samurai y ,con la dulce argentina, nos llevaron dentro y entre los dos me quitaron la ropa ,haciéndome sentir la persona más deseada del mundo.

Dentro había un colchón, hacia donde nos dirigimos mientras cuatro manos recorrían mi cuerpo ya desnudo. Se unió a nosotros el otro camarero que podría decir que se arrancó la ropa ansioso por participar. Además de él dos pollas más latían intensamente en espera de su ocasión. Ayudé al simpático a desnudar a la chica, mientras yo la besaba. Detrás de mí estaba desnudo ,con una erección que humedeció mucho más mi entrepierna, mi camarero, que me obligó a ponerme a cuatro patas, y me la metió de un golpe. Mi gemido excitó a la chica que estaba siendo penetrada por el otro camarero. Mis nalgas empezaban a estar rojas de los azotes que me daba, mientras me la clavaba más y más fuerte. Me agarró del pelo,queriendo dominarme,sin saber, o quizá precisamente por saberlo, que eso me hizo q mi clítoris creciera aún más. Otros quisieron ocupar su lugar pero yo solo quería tener dentro al que quise follarme desde que llegué al bar.Dos pollas más disfrutaron de mis manos y mi boca, al ritmo que me marcaban las embestidas.              Vi a mi morena gozar y tuve su coñito tan cerca que tuve que probarlo. Estaba muy mojada, y aquello era caliente, apretadito y me gustó. A ella, por los movimientos incontrolados que hacia supongo que también le estaba gustando.Mi lengua abarcaba su clítoris , hinchado y palpitante. Tuve que parar al sentir cómo aumentaba la intensidad con que me estaba penetrando; se iba a correr dentro de mí y no pensaba perdérmelo. Le agarré con fuerza ese culito prieto y sudado con una mano, y con la otra de los huevos que poco después explotaron y de nuevo me regaló esa leche tan rica.

Mi amiga había permanecido de observadora, y se que las cosas entre nosotras han cambiado inevitablemente. No descarto probar a qué sabe ella la próxima vez.