Final del encuentro en la mansión de la lujuria

Su morcillón rabo colgaba como un péndulo con el glande cubierto por una prominente piel así como unos enormes y peludos huevos que también se balanceaban en aquella postura junto a uno de mis muslos.

Salimos con la copa en la mano el detrás de mi devorándome seguramente con la mirada, dirigiéndome a unas hamacas que había en la orilla de la piscina en una zona con cospes y  protegidas por un toldo donde si bien antes de llegar me fije dos maduros bien entrados en años estaban de pie mientras una mujer también de bien ver y buen aspecto para sus años andaba arrodillada delante de ambos agarrando con cada mano un miembro y dando cuenta de ellos con una suculenta mamada.

Hice ademan de parar a ver pues uno de ellos al tenia de buen tamaño dificultando a ella el metérsela en la hambrienta boca por el grosor a la vez que el otro con algo menos de volumen aunque también de buena presencia se la restregaba por la cara, cuando mi acompañante insistió en que continuara, mirándole sorprendía  que no quisiera ver aquello cuando me dijo al oído que era su esposa y no quería quedarse mirando pues igual pensaba la vigilaba.

Comprendí rápidamente que allí el nivel de celos era muy bajo y la permisividad muy alta, llegando a las hamacas donde me invito el a sentarme con el previo ocupar una.

Me senté en uno de sus muslos mientras tomaba un trago de la copa dejando el la suya en una mesa que había al lado  y comenzando a acariciarme dulcemente mientras me hablaba de cosas banales.

Su morcillón rabo colgaba como un péndulo con el glande cubierto por una prominente piel así como unos enormes y peludos huevos que también se balanceaban en aquella postura junto a uno de mis muslos.

Una mano por la espalda bajando hasta mi trasero y la otra entre mis piernas llegando hasta mi sexo me hacía entrar en poco tiempo en calor mientras él me observaba con mirada fija mientras me hablaba.

Llego su mano a mi sexo y rápidamente sus dedos comenzaron sabiamente a jugar con él, viendo como mis pezones se pusieron tiesos y puntiagudos por las magia de sus caricias acerco la boca y con la punta de la lengua jugo con el que más cerca tenia, haciéndome gemir de gusto y abriendo mis piernas un poco más para que jugara con mi chochito con más libertad.

Menos mal que íbamos a descansar le dije cariñosamente, mientras él me replico, pues estamos descansando esto es un reconstituyente, cortando la conversación nuevamente al llevarse a su boca un pezón que devoro con sapiencia.

Acerque mi piernas a su entrepierna y la frote con el lateral de ella notando aquello iba entrando en vida pues por arte de magia se estiraba mientras la piel se iba contrayendo dejando semidescubierto su enorme glande rosado  al que anhelaba ya chupar y comer.

Deje la copa tras un sorbo y guardando un poco en mi boca le bese y le  di de beber de la mía traspasándole champan a su garganta  mientras buscando su jugosas y cálida lengua con la mía.

Le encendió y comprendió estaba yo ya dispuesta y caliente para lo que quisiera, acercando mi mano ahora a su pecho y tras meterlo en su frondoso y blanco pectoral se lo acaricie con fuerza mientras le mordía el labio de abajo al sentir arder con su mano en mi coñito.

Su grueso rabo paso de ser una morcilla gorda a un poste de la luz pues la enorme cabeza ya descapullada apuntaba hacia arriba con una rigidez insultante.

Baje la mano y la agarre con descaro pajeando aquel grueso miembro que ahora al tacto me asustaba continuando el con su mano haciéndome llegar un orgasmo que hizo lo abrazara con fuerza y pasión mientras mi cuerpo se convulsionaba ante la intrusión de sus dedos en mi sexo.

Le mire con deseo su grueso rabo y tras dejarme libre mis chochito mojado, me metí entre sus piernas y echándolo hacia atrás a la hamaca sin haber soltado de mi mano aquel rígido pollon me lo intente meter en la boca devorando a besos y lametones su rosada y suave cabeza.

Ufffffffff mmmmmmm gemía con voz ronca y varonil mientras  yo comía con desesperación aquella gruesa polla que anhelaba y deseaba como si se me fuese el alma en ello, haciéndole gozar y mover  su cadera ante las acometida de mi boca, sujetando mi cabeza por el pelo como intentado fuese más despacio.

Tranquila que me vas a clavar los dientes como sigas así con esa pasión, que te voy a dar rabo para que te hinches y te sacies.

Baje a los huevos y los devore aun con más pasión si caber mientras sujetaba el miembro por la mitad de su tronco paseándolo lentamente para que no perdiera rigidez.

Que buena eres comiendo, se te ve disfrutas y te gusta me dijo entre gemidos, yo le mire con cara viciosa mientras volvía a meterme su glande en mi boca y lo chupaba con pasión.

Estuve dos o tres minutos hasta que vi por su punta asomar jugos trasparentes que anunciaban estaba muy excitado y sus huevos a punto explotar.

Como acto reflejo separo mi boca e incorporándome levemente me guio hasta sentarme en él, sujetando el su miembro ahora con la mano y llevándolo hasta la puerta de mi sexo que penetro lentamente mientras me dejaba caer sobre él.

Me sentí llena y ensartada por el grosor y dureza de aquel pollon  y tras quedar unos segundos recuperando sensaciones comencé a cabalgarlo suavemente gozando como una perra en celo, mientras el sabiamente con sus manos sobaba y pellizcaba mis pezones.

No podía creer estuviese tan caliente y mojada sentada sobre aquel viejo pero atractivo y fogoso abuelo que pese a su aspecto bien entrado en años demostraba una vitalidad y virilidad  digna de un joven follandome con una sabiduría y pasión que me tenía entregada y sumisa como una esclava complacida.

Pensé se iba a correr pronto pues acelere las montas sobre aquel semental pero anti mi grata sorpresa fui yo la que cayo antes, en un orgasmo descomunal que hizo soltara un pequeño alarido de gusto, incorporándose él y besando mis pechos estos los devoro ahora con pasión y lujuria.

Quede sin fuelle ante aquel gozoso e impresionante orgasmos y ante mi sorpresa, se incorporó manteniéndome clavada con sus rodillas semiflesionadas y sujetándome por la espalda baja, se dio la vuelta y cambio la posición echándome a mi sobre la amplia hamaca que estaba abierta horizontalmente.

Quedo sobre mí y ahora con unos armoniosos y jugosos movimientos de cadera  me iba penetrando hasta la base de sus enormes huevos que sentía golpear con sus fuertes embestidas.

Creo que con la pasión del momento  le tire fuerte de sus cabellos blancos y ya desaliñados mientras gemía casi relinchando como un potro cuando  este monta a la yegua, estando a la merced de aquel viejo macho que ahora con ahínco dirigía su enorme rabo hasta el fondo de mis entrañas.

No podía ser posible me dije para mí cuando volví a sentir otro orgasmos aunque de menor intensidad pero muy placentero, aprovechando el ahora el momento para acelerar y comenzar a inundar mi chochito con unas jugosas ráfagas de pastosa crema que sentía salir con fuerza con cada golpe de cadera.

Su boca sello la mía al comenzar a correrse con una fuerza y pasión que casi me deja sin respiración.

Menos mal que me libero besando mi cuello pues estaba a punto de perder el sentido por la falta de aire y el agotamiento de aquel increíble polvo.

Ni en los mejores presagios me imaginaba me iban a echar un polvete con aquel nivel, quedando rendida en sus brazos mientras ambos nos recuperamos.

Me resguarde ya el resto del tiempo que estuve en aquella estancia lujuriosa y divina, pues salvo una mamada que le regale a otro miembro de los que por allí circulaban, aunque por suerte este se corrió rápido y se conformó con mi suculenta comida, aunque tuve que tragar su manjar por la forma que me sujetaba mi cabeza mientras le comí su fino pero duro estilete.

Me dirigí a uno de los aseos para darme una ducha encontrándome al Francés que ya andaba aseándose también pues parece le habían vaciado sus enormes y gruesas pelotas pues su rabo colgaba dormido y flácido como nunca lo había visto.

Le dije si podíamos regresar pues estaba fundida y no quería correr el riesgo de volver a ser montada más, afirmando el que cuando quisiera pues también creía era el momento de salir de allí, a la vez que me pregunto qué tal lo había pasado.

Le dije que había sido increíble que esperara repetir otra ocasión trayendo a mi esposo cuando este regresara si no le parecía mal.

Me dijo que si y tras despedirnos regresamos a casa, quedándome esa noche en la suya pues insistió en que no durmiera sola pues mi marido estaba ausente.

Acepte sabiendo que el amanecer sería diferente en su cama a la mía y de echo fue muy grato aunque eso lo contare otro día.