Fin es comenzar otra vez (05)

Es increible las cosas tan tontas que podemos hacer cuando nos hallamos mal. Ahora Ángel no se conformará con ser el único que me utilice como a una perra, me compartirá con un amigo.

Fin es Comenzar otra Vez 05

Ese fin de semana continuó con su marcha, es fin de semana que me marcó y que marcó a Kike. Hasta este punto, ya saben que ambos nos habíamos separados y que permanecimos así por un mes más o menos. Ya saben que Kike, convertido en Kika, se fue a vivir con Javier tomando el lugar de una esposa, y como este lo hizo partícipe en sus orgías; y que yo me fui con Ángel, de quien me convertí en mujer, amante, novia, y hasta en esposa… y luego en puta.

El día siguiente de que cogimos en su chalet, Ángel me dijo que se quería ir a Las Palmas, un municipio del departamento de Izabal habitado por la etnia garífuna, los hombre de raza negra que llegaron a mi país procedentes de las antillas hace muchos años. No puse objeción, así que nos fuimos poco después del amanecer. Apenas me dejó llevar lo imprescindible… o sea, traje de baño de 2 piezas (que cubrían únicamente lo estrictamente indispensable… el me lo compró) y algo de ropa, digna de una puta cara.

Rápidamente descubrí su gran afición por exhibirme, vi que venía excitado por las miradas lascivas que recibía cada vez que la lancha paraba para hacer una pausa. Así, llegamos a Las Palmas, que me guardaba muchas sorpresas.

Hice reservaciones en un hotel de aquí, te va a encantar

Bueno… – le dije, siguiéndolo.

Yo llevaba una pequeña falda roja, una diáfana blusa blanca que dejaba traslucir la parte de arriba de la tanga roja que tenía puesta. Si no fuera porque estábamos en la playa, seguro me confunden con una prostituta… aunque todos me veían como si fuera tal. Mi piel morena había tomado un bronceado muy bueno, total, estaba buenísima. Pasamos a la habitación, aquella era una bungalow.

Lala, ¿Cómo estás? – extraña pregunta, sabiendo el la respuesta.

Bien… bien… ¿por qué?

Por nada Lalita, por nada… ¿te gustaría jugar algo?

¿Qué cosa? – le pregunté, esperando que la respuesta fuera una juego de mesa o algo así.

Tu solo seguime la corriente

¿Cómo así?

Solo seguime la corriente

Pero no entiendo

Ya entenderás… solo seguime la corriente

Como una tonta mujer sumisa, decidí seguirle el juego… bueno, en realidad ni siquiera decidí, solo no dije que no, que en muchos casos es como decir que si. ese es uno de los problemas con los que tenemos que lidiar las mujeres. Aun los hombres que saben que no es no, sostienen claramente que un "no sé" o simplemente no decir nada, es una especie de si disfrazado, "si, pero echame un poco más de labia para convencerme".

Pasándome un brazo por la cintura, me condujo hasta la pieza, que tenía una hermosa vista al mar. Allí me abrazó y me besó suavemente, yo lo correspondí, el lugar era idílico. Luego se se paró de mi y fue hacia el pequeño bar.

¿Querés un trago? – me preguntó.

No gracias, sabés que no tomo… – me quedé callada, había alguien más en la habitación – ¿hay alguien bañándose?… la regadera está prendida.

Si, es un amigo mío… te va a caer MUUUYYYY BIEN. Humberto, tenemos visitas

Aun no entendía todo aquello, primero me pedía que le siguiera la corriente, luego me salía con que había alguien más en la habitación. El tal Humberto salió al poco rato. Era muy alto, delgado pero con complexión de deportista. Cabello castaño claro enrulado, cara muy varonil y ojos oscuros. No pude dejar de ver que traía un pene colgando pesadamente de entre sus piernas, seguro sería muy grande.

¡Qué buena está Ángel!

Ya vez que yo solo consigo perra de primerísima calidad… – me quedé helada, y casi le digo de groserías si no fuera porque me tomó de la cintura con fuerza, me atrajo hacia el y me plantó un beso – ya sabés, tu solo seguime la corriente. – no sé porqué le hice caso.

¿Ya quedaron la paga?

Si, si… no es barata la pisada, pero estoy seguro que va a desquitar hasta el último centavo

Si no, lo desquitamos nosotros

Ya estaba más que claro, engañada, Ángel me había llevado hasta ese bungalow, en donde, engañado, su amigo Humberto esperaba a su amigo acompañada de una puta: ¡yo! Seguro los 2 pervertidos pensaban armar un trío. No quiero que piensen en mi como una hipócrita, si ya leyeron mis relatos anteriores, sabrán que he hecho mucho más que tríos, pero siempre con mi consentimiento. Me molestó mucho que el mula de Ángel me hubiese hecho aquello, pero seguramente sabía que igual le habría dicho que no de habérmelo propuesto. Y lo pero de todo fue que no tuve fuerza para decirle que no… soy una estúpida.

Quiero chuparte las chiches… – me dijo Ángel mientras le trataba de despojar de la ropa por la fuerza.

¡No! Por favor, pará… ¡no! - protestaba yo, pero eso solo lo incitaba más, a el y a su amigo… pero bueno, ¿quién me manda a callar y a meterme a todo aquello?

Te pagaremos bien nena, no te pongás así… ¿o qué Ángel no te dijo que sería un trío?

¡NOOOOO! ¡No me dijo nada!

¡Qué mula sos mano! – le dijo Humberto a Ángel – Pero bueno, ya estás aquí así que flojita y cooperando… vas a ver que te va a encantar

Humberto aprovechó el forcejeó que mantenía con su amigo para jalarme y tirarme sobre la cama, así, ambos hombres se pusieron rápidamente a ambos lados de mi y me sujetaron los brazos, para ponerse a manosearme las tetas sin problemas. Por lo menos decidieron ponerme caliente antes de pasar a la acción más dura, debo reconocerlo.

Pasaban sus manos sobre mi cuerpo, no dejaban rincón sin tocar o invadir. Ángel se quedó con mis senos, ya descubiertos pues corrieron hacia arriba la blusa y el brasier de la tanga. Humberto paseaba con sus dedos por mi sexo, lo recorría entero, me metía un par de dedos y se aferraba a mi clítoris. A pesar del enojo que sentía contra Ángel, pronto me hallaba caliente y mojada, y lista para continuar.

¡Esta perra ya aflojó! – exclamó Humberto – ¡Te vas a morir del gusto!

Humberto bajó despacio hasta meter la cara entre mis piernas, me bajó la falda y la tanga y agarró a lengüetazos largos todo mi sexo. Por su parte, Ángel se colocó de rodillas junto a mi cara y me dio su pene para que se lo mamara. Me lo metí en la boca dándole gusto, succionando con fuerza y jugando con mi lengua sobre su glande, mientras, abajo, Humberto hurgaba entre los pliegues de mi intimidad con su apéndice bucal y chupaba sobre mi clítoris, sabía muy bien lo que hacía ese cabrón. Estuvimos así por casi 10 minutos, mamando y dejándome mamar. Humberto supo arrancarme un delicioso orgasmo que se bebió completo, ya me tenían sudando, jadeando y empapada.

Los 2 pararon y se levantaron, poniéndome a mi en 4, de perrito. Humberto se puso un condón y me penetró con facilidad, sin embargo, al sentir como un largo y duro tronco me atravesaba, (no le pude ver el tamaño) pegué un grito, que Ángel calló al meterme la verga en la boca. Mis ojos se pusieron en blanco cuando los 2 salvajes se pusieron a cogerme con fuerza por ambos lados, lo estaba disfrutando intensamente, aunque la verga de atrás me dolía un poco.

¡¡¡Mmmmgggg!!!, ¡¡¡Mmmmgggg!!!!, ¡¡¡Mmmmmgggg!!!!

¡Qué rica está!

¡Oí como gime la perra Humberto!

¡Si, no hay duda que le encanta!… ¡Qué puta tan increíble! – y si, gemía fuerte, aun con la talega de Ángel hasta la garganta, – gemía tratando de agarrar aire con una verga que le llegaba hasta la garganta, pues sentía que me partían en dos.

Siguieron cogiéndome así por un buen rato, hasta que decidieron cambiar de posición, me acostaron boca arriba, Humberto se colocó mis piernas sobre los hombros y volvió a la carga, ahora si le vi su arma… ¡Dios mío, medía por lo menos 25 cm y era tan gruesa como al de mi cuñado Arturo! Ángel se colocó de rodillas sobre mi cara, para que le lamiera los huevos y le chupara la verga de nuevo.

¡¡¡¡AAAAAAAAAAHHHHH!!!! ¡¡¡¡¡AAAAAAAAHHHHH!!!!! – gritaba yo - ¡¡¡¡ANIMALES!!!! ¡¡¡¡SON UNOS ANIMALES!!!!… ¡¡¡¡¡AAAAAAAAGGGGGGHHHHH!!!!!

¡Gritá perra, gozalo que se te ve que te encanta!

¡¡¡¡DESGRACIAAAAAAADOOOOOOOSSSSSS!!!!

¡No disimulés Lala, que se que querés más! ¡Decilo! ¡Pedinos más!

¡¡¡¡MMMAAAASSSSSS, MMMAAAASSSS!!!! – gritaba como una puta, estaba totalmente fuera de mi.

Me cogieron así por otros 10 minutos, Ángel gozó como un perro callejero las constantes lamidas que le daba a sus bolas, así como cuando lograba colar un poquito la punta de mi lengua y llegar a rozar su ano. Podía verle la verga palpitándole, lista para reventar. Y con Humberto, el sentir como su tremenda tranca estiraba al máximo las paredes de mi vagina me llevó a un segundo y a un tercer orgasmo, entonces me cambiaron de posición.

Humberto me levantó en sus brazos sin dejar de penetrarme y tomó asiento en un pequeño sillón junto a la puerta. De inmediato me puse a cabalgarlo con brusquedad, buscando el más de profundidad en las penetraciones. La verdad, apenas me cabía la mitad, el resto permanecía afuera pese a mis empujones. Ángel llegó desde atrás con unas oscuras intenciones.

¿Lalita, qué te parece un sanguchito?

¡¡¡¡AAAAAAHHHHHHH!!!!… ¿QUÉ? ¡¡¡¡AAAAGHHHHH!!!!

¿Me prestás el chiquito? – no me dejó ni responder, porque ya estaba presionando sobre mi esfínter anal.

Pequé un grito cuando pudo atravesarlo, traté de empujar y quitármelo, pero Humberto me tomó de las muñecas, no me iban a dejar escapar. Entonces la cosa se puso fea, no sé de donde las sacó, pero Ángel me esposó las muñecas.

Tranquilita Lala, has gozado todo hasta ahora, te juro que vas a gozar más todavía. – me dijo, terminando de empalarme de un golpe.

No sé cómo pude ser tan estúpida de permitir que todo continuara de esa forma, sin oponerme, sin protestar, nada. Me sumí al más profundo sometimiento a los deseos enfermos de esos 2, y lo único que podía hacer era gritar como una loca, una loca demente de placer, de humillación, de vergüenza, de calentura y de… de no sé qué más.

¡¡¡¡¡¡¡¡¡AAAAAAARRRRRGGGGGHHHHHH!!!!!!!!! – gritaba desesperadamente, tratando de sacar de mi ano el ariete que me clavaba cada vez más.

Vieras como lo tiene de apretado… – le dijo Ángel a Humberto.

¡Me encantan los culitos apretados! – agregó el otro, y era cierto, yo no acostumbro el sexo anal, aunque ya lo he hecho, mi recto y ano están muy apretados.

¡¡¡¡¡¡¡¡¡MMMMMMMPFFFFFFF!!!!!!!!! ¡¡¡¡AAAAAAHHHHHH!!!! ¡¡¡¡AAAAAAAHHHHHH!!!!

Lo estás gozando Lala, no lo negués

¡¡¡¡¡ANIMAAAAAAALESSSSSSSS!!!!! ¡¡¡¡¡AAAAAAAAGGHHHGHHHHHHH!!!!!

Los dos estuvieron cogiéndome por un tiempo que me pareció eterno, ya no aguantaba… es cierto que tuve varios orgasmos más, pero estaba desesperada porque aquello terminara, ya no podía soportarlo más. Recibía palo por ambos frentes y mis gritos solo los hacían que los dos sementales me perforaban fueran más salvajes.

Por fin terminaron, me tiraron boca arriba al suelo, se quitaron los condones y se masturbaron fuertemente sobre mi rostro hasta explotar, casi en forma simultánea, llenándome la cara de sus semen.

¡¡¡¡AAAAAGGGGGGHHHHHHHH!!!! ¡¡¡¡QUERIIIIIICOOOOOOOO!!!! – gritó Ángel.

¡¡¡¡QUÉ PUTA!!!! ¡¡¡¡QUÉ PUTA!!!! ¡¡¡¡QUÉ PUTA!!!!… ¡¡¡¡OOOOOGGGHHHHHH!!!! – exclamó Humberto.

Quedaros sentados sobre la orilla de la cama, sus penes aun goteaban semen. Me veían asombrados, cubierta de su blanca leche y de mi sudor. Humberto nunca había visto una puta tan grande como yo, y Ángel no creía lo que fui capaz de aguantar. Lo malo es que una pregunta pasaba por sus mentes: ¿qué más podrá soportar?

Continuará

Garganta de Cuero ( garganta_de_cuero@latinmail.com ).