Fin de visita a mi pueblo

Ultimos días en mi pueblo y me usaron bastante el culo.

Después de haber observado a Carlos con mi amiga, decido regresar a mi casa bajo la lluvia, cuando estoy pasando frente al bar, sale Marlene y me habla:

-Disculpe, señora, me dijeron que usted está sola en su casa.

-Si, por qué.

-Es que necesito buscar donde quedarme mientras pasa la lluvia, no hay salida del pueblo y no tengo donde quedarme. El bar lo cierra y no puedo quedarme en la habitación.

-Bueno, está bien, así me acompaña mientras se vuelve abrir la carretera para salir del pueblo. ¿Cómo se llama usted?

-Marlene, señora.

-Ah, usted es la que me han hablado varios jóvenes del pueblo, la prostituta que trabaja los fines de semana en el bar. Ayer vine a buscar a mi marido y estaba culiando con usted, no la culpo, es su trabajo.

-Disculpe. Señora, yo lo hago con el que me paga por mis servicios, yo no se quien es su marido.

-Bueno, olvidémoslo y vamos a mi casa a prepararnos para pasar la lluvia allá.

Compramos provisiones en el pueblo y busco a Edgar para que me ayude a llevarlas a la casa. Está con varios amigos y estos nos acompañan a la casa. Se quedan observando a Marlene que viene conmigo y comentan entre ellos, varios ya han culiado conmigo. Edgar no pierde tiempo y le acaricia las tetas a Marlene.

-Yo la he visto en el bar, usted es hermosa pero no he podido culiar con usted.

-Esté tranquilo, ahora se las voy a dar cuando lleguemos a la casa.

Caminan juntos abrazados, ya Edgar se está asegurando el polvo gratis. Los demás continuamos nuestra marcha, los jóvenes me van acariciando mis tetas y mis nalgas.

Les digo:

-Tengan paciencia, esperen que lleguemos a la casa.

Muy poco después, sentí un ligero roce en el culo. ¿Sería fortuito? Seguramente. Pero al segundo, no las tuve ya todas consigo, y había una razón para ello, a saber, que el primer contacto fue en la nalga y éste cayó derechito sobre la raja. Claro que tampoco estaba segura de la intencionalidad. Al tercer roce, sin embargo, tuve la certidumbre de que no era sólo la cola de los muchachos lo que engrosaba tras de mi, sino también la del joven que me estaba tocando…y es que la mano se quedó en mi culo. Casi me encogí de hombros mentalmente,"bueno, ¿y qué? No pensaba rectificar mi postura, y a lo mejor hasta me dejaba meter mano un poquito-por encima de la falda, se entiende, que yo no era una zorra.

Un dedo del hombre se movió ligeramente hacia abajo, siguiendo la brecha de mi culo, y se quedó allí plantado. Al poco, otro movimiento levísimo, y la yema del dedo (había vuelto la palma hacia mi, el muy cerdo) ya estaba sobre el ojete. Cuando se empezó a mover, acariciándome, ya no había ninguna duda, pero yo mantuve su postura."Vale, guapo, disfruta" Lo malo, o lo bueno, es que a yo también empecé a darle gusto el juegecito furtivo, y que sentí el primer chisporroteo de placer entre las piernas.

Tenía ganas de verle la cara a mi tocador, pero no me atreví a volverme. Noté como me clavaba el dedo, ya descaradamente, en el culo, y como la mano comenzaba a descender hacia mi vagina. Debía tenerla semioculta por la gabardina. Súbitamente, me di cuenta, de que estaba mucho más mojada de lo que creía, pues aunque escampó a ratos, durante mi enloquecido paseo, hubo momentos en que había aceptado impávida el chubasco sobre mí.

Incapaz de infiltrarse por entre mis apretados muslos, la mano del hombre se explayó con la mayor osadía por mi culo. Me sobó las nalgas, y luego el maldito dedo recorrió dos o tres veces, descarado, toda la raja, aumentando mi placer, cuyas piernas comenzaron a temblar. Me sentía incapaz de moverme. Me di cuenta de que mi magreador no estaba sólo, pues cuchicheaba con alguien más.

-¿Qué os parece? El culo, por lo menos, lo tiene de primera.

Me hice la despistada.

Me tenía el dedo firmemente incrustado en el culo cuando se puso a hablarme bajito. Sentía su aliento en la coronilla:

-Doña Haydee, dicen mis amigos que si le gustaría sentarte con nosotros en la sala de su casa. Además, una mujer sola esta aquí expuesta a cualquier cosa, y nosotros te protegeremos. Al fin y al cabo, ¡ya tenemos un poco de confianza¡

Y el dedo hurgó un poco más a fondo, subrayando la confianza. Yo no le di respuesta alguna a la proposición, ni rechacé la mano, que era la derecha, pues la izquierda apareció ahora sobre mi hombro con algo de dinero, mientras la voz decía:

-Toma, como estás de primera, compra algo de tomar para todos. Somos siete, incluyéndote a ti y Marlene…Y no te preocupes por la invitación, pues eso no significa que tengas ningún compromiso con nosotros. Si quieres que nos divirtamos un poco, bien, y si no, tan amigos.

¡Que hablador era el tio¡Y yo estaba tan derretida, tan hipnotizada, que tomé el dinero sin rechistar. Ya era la una y pico y había pocas personas en la calle por la lluvia, y yo quedé acodada en la caja del mini súper, con el culo un poco en pompa. Mi magreador había avanzado tras de mi, y ahora sentí sobre mi culo otra cosa que no era ya,¡ OH, no¡, la mano, sino una polla bien tiesa. Me la apretó todo lo que pudo y la voz sinuosa, ya ronca, llegó de nuevo a mis oídos:

-¡Cuatro como esta para ti sola…¡

Salió un grupito de gente:

-Cinco refrescos, por favor.

Entraron en fila india, sin que yo me atreviese a mirarlos, ya que mantuve todo el tiempo la cabeza baja. Fuimos hasta una sala que se encontraba a oscuras y cuando traspasamos las cortinas no pude ver nada. Pero mi amigo estaba en todo. Me tomó del brazo y me condujo hasta una fila de asientos que-sorprendentemente, permanecía sin gente.Era hacia el final del mini súper, y enseguida entendí porqué estaba vacía,¡había una columna delante¡.Sólo se veía una pequeña lámpara. Me hicieron sentarme en una butaca que tenía ambos brazos rotos. No se veía absolutamente nada. Se sentaron dos a cada lado mío. El que estaba a mi izquierda no me dio un momento de respiro, poniéndome la mano sobre la falda, encima del muslo. Por la voz supe que era mi magreador:

-¡ Caramba, bien que te ha llovido encima¡ No me había dado cuenta

A continuación extendió la gabardina sobre mi regazo. Sólo entonces pensé un instante en mi situación.¿Cómo escaparme de aquella encerrona?. Bueno, tampoco es que tuviera ninguna obligación de mostrarse casta y pura, después de lo del sinvergüenza de mí marido. Me dejaría sobar un poco por mis amigos. Antes había pensado que por encima de la falda. Ahora estaba dispuesta a permitir el magreo por encima de la braga. Y…eso, una vez saciado mi apetito, una vez "vengado mi honor", me marcharía muy digna. Nadie podía impedírmelo.

La raja ,la de la falda escocesa, caía a la izquierda. La mano de él se había infiltrado ya

por allí, ascendido por la media, llegando a la carne desnuda del muslo.

-¡Quítate la enagua¡

Me la quité.

-¡Dámela¡.

Se la di..

Trepó la mano, ya sin impedimentos, me acarició los pelos de las ingles, me agarró el coño.

-¡Abre las piernas¡

Las abrí, y la mano se engolfó entre ellas, palpando, recorriéndome toda la raja. Me estaba dando un gusto tremendo, casi como si fuera a correrme de un momento a otro. Noté que me salían del coño líquidos candentes, como si fuera una principiante. El también lo notó.

-¡Que caliente estas tía¡

La mano de mi vecino de la izquierda comenzó a trepar por el otro muslo, pero por la cara inferior, como si fuera en busca del culo

El charlatán habló de nuevo

-Cierra un momento las piernas y levanta el culo, que voy a quitarte las bragas.

Lo hizo. Me las bajó del todo, y vi. de reojo como se las guardaba en un bolsillo del pantalón. Bueno, las cosas no estaban saliendo como las había planeado, pero es que el tipo estaba resultando tan expeditivo

-Ahora ya puedes abrir los muslos de par en par, y saca el culo para afuera todo lo que te sea posible

Yo lo hice. Quedé despatarradísima. Me estaba desabrochando la falda por la cintura, y pronto se la abrió del todo, separando ambos lados. Estaba con el coño al aire bajo la gabardina. Sentí la mano descendiendo por mi vientre, oprimiéndome luego el coño, bajando por la abiertísima raja,"revolcándome" en mis humedades…Tuve que gemir a la fuerza. El otro había infiltrado la mano por debajo del muslo y me recorría el culo, que estaba entero fuera del asiento, mientras el primero comenzaba a masturbarme, pellizcando el clítoris, introduciéndome un dedo en la vagina, y deteniendo el masaje cada vez que yo estaba a punto de corremse.

Quizás había llegado el momento de abandonar la sala, toda digna. Lo malo es que no podía moverme. Casi no deseaba moverme.

Gemí. Nuevamente estaba al borde del orgasmo con las manipulaciones de ambos, y él se detuvo, sin sacarle los dedos del coño.

-Has estado a punto de correrte otra vez,¿no? Me llamo Paco, el que te está tocando el culo es Mariano, el que tengo a mi lado es Jaime, y el de allá es Gustavo y es un guarro…le gusta que se la chupen y chupar.

Empezó a mover la mano, deliciosamente, mientras Mariano iba introduciéndome en el culo todos sus dedos, alternativamente.

-Aquí no se puede hacer nada

Fue Paco el que había hablado.

-Puedes venir con nosotros a mi casa, que está cerquita.

-Vamos a cambiar el sitio a nuestros amigos para que te vean bien.

Y, efectivamente, trocaron sus asientos con los amigos. Seguía yo con las piernas abiertas, al borde del orgasmo, deseando ser tocada a fondo

Jaime, me agarró el chocho, pringoso y cálido como estaba, mientras que Gustavo, se limitaba de momento a desabrocharle la blusa. Oprimió las tetas por encima del sujetador, y luego me las sacó por la parte de arriba. Aún en la penumbra, pude verme mis grandes pechos, tan morenos, y me enorgulleció de que siguieran tan firmes.

Jaime pareció excitarse más al contemplarlos y musitó:

-Quiero verte el coño.

Y, uniendo la acción a la palabra, me retiró la gabardina. Apareció mi vientre moreno, y allá abajo la mancha de negrura, con la mano de Jaime hundida en su pelambrera inferior.

Oyó a Paco:

-Vámonos de una vez para la casa de doña Haydee.-Ya te lo hemos tocado y ahora queremos vértelo a fondo.

Era un razonamiento raro, pero me pareció perfectamente lógico: claro, si les había dejado tocármelo,¿por qué no les iba a permitir vérmelo?. Bueno, se lo enseñaría, y luego me marcharía muy digna.

No me devolvieron ni el imperdible ni las bragas. Si me descuidaba y venía un poco de viento cualquiera de los transeúntes podría verme el coño. Todavía no me había atrevido a mirar a mis "amigos".Salí como había entrado, precediéndolos, y ellos marchaban detrás haciendo comentarios obscenos.

Llegamos hasta el portal mi casa antigua. Precediéndoles, y alguno iba tocándome el culo sin parar. Vio de refilón a Paco mientras abría la puerta ,pero sin mirarle del todo. Era alto, moreno, delgado…ni muy joven ni muy viejo. Me di cuenta de que no era muy buena definición, pero a mí en este momento no me importaban mucho las caras, los tipos o los años.

Entramos por un pasillo, en el que Paco encendió todas las luces, llegando a un cuartito de estar con dos balcones. Las persianas estaban echadas sobre la barandilla, librándoles de las posibles miradas indiscretas, y Paco dio más luces.

-¡Pasa, guapa¡

Hurgó brevemente en mi cintura y me dejó sin falda. Yo seguí mi camino hacia la pared de enfrente y cuando no pude avanzar más me paré. Era consciente del espectáculo que estaba ofreciéndoles. Dos medios muslos morenos y hermosos sobre las medias negras y un culo turgente. Avanzaron también ellos, y "oyó su silencio" Noté manos palpándome las nalgas, dedos siguiendo el carril de mi trasero y luego otra mano que se infiltraba por entre mis piernas apoderándose del chocho. Oyó a alguien:

-¡Vaya,que culo¡

Y ropa que caía.

-¡Venga, enséñanos el coño¡

Seguía dándome vergüenza, pero por otra parte deseaba desesperadamente ser penetrada por los ojos…y por más cosas. Se volvió poco a poco y quedó enfrentada a ellos. Jaime, debía ser Jaime, se había quitado ya toda la ropa, y su enhiesto miembro me apuntaba directamente. Alguien, debía ser Gustavo, me estaba desabrochando mi blusa y me la quitó, dejándome sólo el sujetador y las medias. Por cierto, el sostén era de los que llegan a la cintura, corrigiendo los pequeños michelines de la maternidad. Aquella visión pareció excitarles aún más.

Gustavo se hizo un lío al pretender quitarme el sostén, y optó por levantármelo por encima de las tetas, que volvieron a escaparse de su encierro. Así quedé, mirándoles, con el sujetador remangado por encima de mis tetas. Me empujaron suavemente a hacia la alcoba, enseñándoles otra vez el culo:

-¡Túmbate boca arriba¡…Muy bien, así. Abre las piernas. Dobla las rodillas…Separa más los muslos,¡venga¡

Ocho ojos estaban clavados en mis partes más íntimas, y no me pude contener. Levantaba el culo, alzaba el chocho, ofreciéndoselo, bien abierto bien húmedo, y grité con voz de bestia en celo:

-¡¡¡Folladme, por favor¡¡¡

Un momento después, Jaime me la había introducido hasta el fondo, y acto seguido estaba al fin jodiéndome poderosamente. Se había apoderado de mis nalgas con las manos, y me chupaba las orejas, la boca, el cuello…Los demás seguían en la habitación, desnudándose afanosamente, y empecé a notar otras manos sobre mí. Tenía los ojos cerrados y seguí así al desbordarse Jaime dentro de mi vagina y mientras gritaba como una perra herida. Alguien, probablemente Paco, me hizo ponerme boca abajo. Con el culo en pompa, con las piernas bien abiertas, y me la metió a su vez. No es extraño que mi segunda corrida fuese superior aún a la primera, y que aullara como una bestia, de nuevo

Mariano comenzó a lamerme el culo, y a continuación me introdujo un dedo, primero suavemente, y cada vez con más fuerza. Noté como la punta de la polla se introducía poco a poco. No pude aguantar más y eché el culo para atrás. La polla de Mariano entró de golpe. Era la primera vez que me la metían por el culo y yo volví a los mismos deleites de antes y al final estallé de nuevo en un prolongado orgasmo. Paco y Jaime estaban en el cuarto de estar. Les oí llamar por celular. Decían algo así como "menudo chollo, ya veréis que sorpresita. No entendía nada.

Gustavo era muy guarro, en efecto, pero lo chupaba…Y fue el que más disfruto de mis tetas, hasta entonces casi ignoradas. No solo me las mamó a conciencia, sino que me hizo acariciársela con ellas, masturbarle un rato…y luego con un sobaco, que llevaba aún sin afeitar. Al final nos corrimos ambos en pleno "sesenta y nueve".Acabé cansadísima, y me hubiera gustado cerrar los ojos y dormir profundamente. En esto sonó el timbre de la puerta. Me mandaron a que fuese a abrir.

-Y mi ropa?

-Vete a abrir así.

Salí desnuda, tan sólo con una media puesta. Abrí la puerta y vi…cuatro, cinco, seis tíos más. Doce ojos se quedaron prendidos de mi desnudez.

-¡Vamos¡

Les precedí hacia la alcoba. Cinco o seis manos iban magreándome y para cuando llegaron a la alcoba uno se había sacado ya la verga, que superaba el calibre de todas las anteriores. Me tumbé sobre la pringosísima cama, abrí las piernas y me dejé penetrar por aquel tremendo ariete, mientras los demás iban desnudándose alrededor de la cama.

Pensó por un segundo en el imbécil de su marido. Ya vez tú, seguramente estaría tan ufano por tirarse a otra tía, mientras que yo, sin mover un dedo, tenía diez pollas para mi sola.

Estaba bien penetrada cuando escuche la voz de Marlene:

-Vaya, doña Haydee, parece que me va a hacer buena competencia en mi trabajo, estoy viendo que lo hace con mucha experiencia,

Le contesto jadeante de las embestidas:

-Eeesstooo looo ha…haa…goooo poooorrrr placer porque yo no trabajo de prostituta, cuando tengo oportunidad me dedico a culiar con alguno que me provoque y me lo proponga.

-Haydee, vengo a ayudarle con la mitad de ellos, ya Edgar tuvo su premio y lo dejé cansado y dormido en la habitación del fondo.

-Dedíquese con los muchachos que vinieron con nosotras, ellos vienen llegando y no han pasado por mi.

Marlene se acomoda con ellos y comienzan a cogérsela sobre la alfombra de la sala, después la colocan en cuatro patas y por las embestidas se bambolean ricamente sus melonescas tetas. A mi me colocan en cuatro patas también y uno por uno me va culiando, se cambian una vez me hayan llenado la vagina de su leche, uno de ellos se coloca debajo mío para mamarme las tetas, no me ha cogido todavía, espera que me desocupen la vagina para meter su gran verga, cuando me penetra llega otro y comienza a meterme la verga poco a poco en el culo, siento que voy a tener un gran orgasmo al sentir mis dos agujeros penetrados a la vez. Los dos me disparan el semen a la vez dejándome el culo y mi vagina chorreantes.

Observo a Marlene que se la están cogiendo los cinco a la vez, uno le tiene penetrado el culo, otro la vagina, uno en cada una de sus grandes tetas y se masturban, y al otro le mama la verga. Todos comienzan a disparar su semen a la vez, su culo, su vagina, sus tetas y su boca están llenas, está bien bañada de leche.

Nos dormimos cansados totalmente desnudos en la alfombra de la sala, cuando despierto de madrugada les hablo a los muchachos para que se marchen para sus casas, sigue lloviendo torrencialmente. Cada uno busca su ropa, Marlene está dormida desnuda en el sofá, la cubro con una cobija para que no tenga frío.

-Gracias, doña Haydee.

-Bueno, jóvenes, cuídense mucho.

Se me acerca uno de ellos y me besa:

-Gracias, no pensé que una mujer de su edad me hiciera disfrutar mucho del sexo. Lo sentí mejor que con mi novia de 18 años, usted tiene un cuerpo sensacional, unas buenas tetas y una rica vagina. Marlene también está buena, pero ese es su trabajo.

-Gracias, joven, por hacerme disfrutar a mi también de estas buenas cogidas que me dieron.

Salen todos rumbo al pueblo, me quedo parada en la puerta con mi cuerpo pegajoso de semen y de mis líquidos vaginales, he disfrutado mucho mi estadía en el pueblo. Cierro la puerta y al pasar por la sala, despierto a Marlene para que se vaya a dormir a la habitación, la acompaño hasta donde está Edgar, se mete a la cama con el.

-Vaya, regresó.

-Si, Edgar, estaba ocupada con doña Haydee atendiendo los jóvenes, ella se había quedado sola con ellos.

Me acerco a ellos:

-Si, Edgar, ella me ayudó ha atender a los muchachos, sino hubiera quedado yo muy cansada y no hubiera podido terminar, sus amigos disfrutaron mucho la visita a mi casa.

Marlene se acomoda sobre el para que le mame sus hermosas tetas y ella le acaricia la verga y la para completamente para comenzar a metérsela despacio en la vagina hasta quedar completamente penetrada. Comienza a cabalgar sobre ella y la desaparece por completo en sus entrañas.

Les digo.

-Los dejo solos, me voy a descansar, yo no estoy acostumbrada a estas fiestas, cuando mucho he pasado con un hombre toda la noche pero descansamos para seguir después.

Salgo de la habitación hacia el baño, desde ahí escucho los gemidos de Marlene donde Edgar está culiando con ella y le hunde hasta el fondo su verga.

Me bañé bien para limpiar todos los rastros de semen en mi cuerpo, me doy una buena dormida hasta las nueve de la mañana.

Me despiertan unos ruidos en la cocina, me levanto y está abierta la puerta de la habitación de Marlene, me asomo y no está. Camino hacia la cocina y lo primero que observo es donde Edgar le tiene bien penetrada la vagina desde atrás, la tiene sostenida en la mesa con sus enormes tetas prensadas en la mesa. El tensa su cuerpo y le dispara su semen.

-Tome, Marlene, lo poco que me queda de semen, me la ha ordeñado toda la madrugada.

-Buenos días, parece que no se cansan de culiar. Y ahora están tomando el desayuno.

-Doña Haydee, Marlene parece que nunca se cansa.

-Porque estoy acostumbrada a hacerlo.

Se acomodan y nos preparamos para desayunar.

La salida del pueblo está cerrada, el río creció mucho. Edgar se regresa al pueblo dejándonos solas. Escuchamos en las noticias que es por el paso de un huracán por el Caribe, las lluvias se van a mantener casi por una semana. Marlene se va a tener que quedar en el pueblo, me va a acompañar por esta semana. Como no hay nada que hacer me retiro a mi habitación a dormir y recuperar fuerzas. Me despierto y hay silencio en la casa, voy a la habitación de Marlene y la encuentro culiando con Carlos, la tiene bien penetrada, tiene sus piernas en los hombros y su verga esta con un intenso mete saca en la vagina de ella, le acaricia las tetas intensamente. Se escucha un grito de éxtasis de parte de Marlene:

-Aaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhh, riiiiiiiiiiiiiccccccccoooooooooooo, noooooo meeeee laaaaaaa ssaaaaqueeeeeeesssssss.

Se la hunde hasta el fondo y comienza a tensar su cuerpo para disparar el semen en las entrañas de su hermosa vagina. Les digo:

-Sigue, Carlos, sigue, que se ven bien ricos culiando.

Comienzo a acariciarme mi clítoris y mis tetas:

-Tómeselo todo, Marlene, que siento rico.

Ella aprieta la verga de Carlos al estilo perrito y le saca todo el semen.

El se la saca y se acuesta al lado de ella con su verga chorreante de semen, ella está jadeante, saboreando la buena cogida. Yo me acerco a la verga de Carlos y se la comienzo a limpiar a lengüetazos, hago que se vuelva a poner bien erecta, me le subo y la comienzo a cabalgar a la par de Marlene, me la desaparezco por completo en mi veterana vagina, le viajo intensamente hasta hacerlo que tenga otra eyaculación.

-Carlos, esta es mi despedida.

-¿Porqué, Haydee?

-Lo vi en el pueblo culiando con mi amiga, quédese con ella, está sola y es lo que usted necesita.

Se marcha para el pueblo a la casa de mi amiga y se queda a vivir con ella

Este día descansamos en la noche. Los jóvenes por la lluvia no podían salir de sus casas, solo Edgar se quedó con nosotras el resto de la semana, pasábamos desnudos en la casa, en cualquier momento nos poníamos a culiar con el.

Cuando ya se restableció la salida del pueblo, Marlene se marchó. Un hermano llegó a ayudarme y así yo poder regresar a mi casa. Mi marido me llegó a recoger a la salida del pueblo ya que solo a pié se podía salir.

En mi pueblo donde vivo actualmente me estaban esperando, me necesitaban en la escuela ya que había un albergue con gente damnificada por las lluvias, viven cerca del río que pasa a las orillas.

Me reintegro a mis actividades, en la escuela tengo que coordinar la alimentación y el albergue de las familias. Le pongo especial atención a una familia con cinco hijos y decido ayudarle a la mujer en la atención personal de su marido.

Continuará

Haydee