Fin de semana y se me hizo
Después de andar varios meses sobre aquel muchacho, por fin se me hizo!
Pasó junto a mi rozando su pierna desnuda en mi mano, lo vi a los ojos y el a mi, ya estaba hecho, yo le gustaba, y ahora el sabia que el a mi, me dirigí hacia la cocina donde el se encontraba, nos vimos nuevamente y sonreímos, no queríamos que nadie en aquella reunión se diera cuenta de lo que pasaba entre Edgar y yo. Todos salieron hacia la alberca poco a poco, y yo me dirigí al sillón para sentarme, Edgar se sentó al lado mío.
-Bueno ya estamos aquí, y tu sabes ahora que estoy aquí por ti- me dijo mientras me sonreía y me tocaba la pierna.
-Me gustas muchísimo, desde que te presentaron conmigo no he dejado de pensar en ti.
Tocaba mis piernas suavemente con sus manos mientras me miraba fijamente con aquellos ojos claros, yo miraba hacia la puerta para percatarme de que nadie llegara, pasaba sus manos por mis brazos, por mi pecho, por mis muslos, acariciando suavemente cada parte por la cual pasaban sus dedos.
Mi erección se hizo evidente, tome un cojín que se encontraba sobre aquel sillón y me tape inmediatamente, el sonrió y me quito el cojín de las manos, acaricio mi verga por encima del short, con una dulzura y erotismo, que me prendían mas y mas, mientras miraba hacia la puerta.
No podía mas con ese calor que se estaba acumulando dentro de mi, así que tome un poco de cerveza y me dirigí a la alberca donde estaban nuestros amigos, el salió conmigo. Estuvimos jugando dentro del agua sin que nadie se diera cuenta de lo que sucedía entre el y yo. Solo sentía los pies de Edgar tocando mi bulto por debajo del agua y sus manos tocando mis nalgas, apretándolas fuertemente.
Al verlo salir de la alberca, completamente mojado con el short pegado a sus hermosas nalgas y dejando marcado aquel maravilloso bulto; y mostrando su piel bronceada, no podía mas pero tenia que pensar en que nadie se tenia que dar cuenta de lo que pasaba.
Se puso una toalla en la cintura y después se despojo de su short, esa imagen me prendió demasiado, me dirigí hacia el, y lo tome del brazo, lo lleve por toda la casa buscando un lugar donde nadie pudiera vernos.
Llegamos a la parte mas alta, una pequeña bodega, había un sillón algo viejo, así que cerramos la puerta y nos miramos fijamente.
Empezó a besarme las mejillas, mientras desabrochaba mi short, me los quito lentamente mientras disfrutaba de mis piernas, me volteo y se dispuso a acariciar mis nalgas, besarlas, tocarlas, morderlas, yo estaba prendidísimo; lo levante y le fui desenredando la toalla, lo abrace y lo bese fuertemente, con una pasión que realmente me sorprendía.
El, suavemente sobaba mi espalda bajando lentamente hasta mis nalgas, las sobaba nuevamente, sentí sus fuertes manos abriéndolas para introducir sus dedos.
Yo, lo besaba por el cuello, las orejas, mientras acariciaba su hermosa verga erecta; lo tire al sillón y me senté sobre el, lo besaba, lo abrasaba. Me dispuse a besar y descubrir cada parte de su cuerpo, mientras lo hacia solo veía su cara, sus ojos cerrados, y esas pequeñas expresiones en su rostro que tantas veces había soñado con ver.
Pase mi lengua lentamente por toda su verga y poco a poco la fui introduciendo en mi boca, mientras tomaba sus fuertes nalgas con las manos, de vez en vez me detenía para besar sus huevos, sus muslos, su ombligo, y cada parte que podía.
Después de un rato el me levanto y empezó a hacerme lo mismo. Nos acostamos en el sillón, acariciándonos el cuerpo, uno al otros, el rozaba su verga caliente, por mis piernas, por mis huevos y por mi estomago.
Se subió sobre mi para besarme tocarme, bajo lentamente besando mi cuerpo, tomo mi verga y se dispuso a subir y bajar su mano, mientras su lengua saboreaba mi glande, y lo introducía por momentos, de repente sentí toda mi verga dentro de su boca, el se masturbaba fuertemente, por lo cual supuse que terminaría. De igual forma mi verga se deslizaba por sus labios cada vez mas rápido , hasta que no pude mas, y lance aquel chorro caliente en su boca y en sus mejillas, el se levanto y dirigiéndose a mis nalgas , lanzo aquel chorro por mis nalgas, para después esparcir aquel liquido con sus manos.