Fin de semana largo

Relato que encontré en la web y me había encantado. No es de mi autoría.

Holis. Este es un relato que encontré en la web hace tiempo y me encantó. No es de mi autoría y nunca pude comunicarme con el autor, pero me gustó muchísimo y no quería dejar de compartirlo.

Espero que lo disfruten.

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Hola. Mi nombre es Fabiana y mis amigos me dicen Faby. Tengo veinticuatro años y lo que les voy a contar ocurrió hace poco más de un mes.

Soy morocha, de ojos marrones y mis medidas son 95, 64, 95. Me considero heterosexual y en el momento que ocurrió todo hacía más de un año que me había peleado con mi novio y nunca había vuelto a tener pareja. Mi vida amorosa se limitaba a masturbarme recordándolo o viendo algún que otro video.

Hace tiempo que trabajo en un estudio jurídico. Con todos los líos que se armaron con el tema del “corralito”, teníamos trabajo de sobra y muchas veces me tenía que quedar en la oficina hasta las nueve o diez de la noche.

Tengo una compañera de mi edad, Lorena, morocha, de cabellos negros lacios y un poco más voluptuosa que yo. Hace un par de meses que trabajamos juntas pero ya nos hemos hecho muy amigas. Ella es una chica muy buena, pero tiene menos suerte que yo en el tema amoroso.

Se venía el último fin de semana largo del año y, por alguna razón, no quería estar sola. Necesitaba compartirlo con alguien. Necesitaba afecto. No podía dejar de pensar en todos mis compañeros de oficina que se iban a la costa y nosotras dos nos teníamos que quedar a ordenar algunos legajos. Me quería morir.

Poco a poco se fueron yendo todos y Lorena y yo nos quedamos solas. Casi había anochecido. Comenzamos hablando de cosas sin importancia y nos fuimos metiendo en aspectos más profundos de nuestras vidas.

Ella estaba sentada en su escritorio, enfrente del mío y me preguntaba si me iba a ir a algún lado. Le comenté que no. La charla derivó en nuestras frustradas parejas y en la desesperación que tenía. _ Estoy tan desesperada que hasta me daría lo mismo si fuera una mujer la que estuviera conmigo el fin de semana. Al menos si fuera bisexual podría duplicar mis chances! _ Respondí medio en broma medio en serio.

_ Si querés podemos probar.

No podía creer lo que estaba escuchando. Al principio me dio un poco de asco pensar en besar a una chica, pero después me dije: “por qué no?” No había nada que perder.

Me levanté y cerré la puerta con llave. Lorena se acercó dubitativamente y me preguntó si estaba segura. Asentí y juntamos nuestras frentes. Estábamos temblando y susurrábamos. Podía sentir su aliento mezclándose con el mío. Dudé y le di un beso en la mejilla, ella me lo devolvió y así comenzamos mientras nos tomábamos de la cintura y nos acercamos más aún. La sesión de besos continuó y fueron haciéndose más incisivos llegando hasta la comisura de los labios hasta que sucedió: el más tímido y tierno beso que me dieran en mi vida. Fue un leve roce, pero suficiente para romper el hielo Nos separamos unos segundos. Temblábamos como hojas. Tenía mariposas en el estómago y me sentía desbordada. Nos íbamos a besar de nuevo y fue en ese momento cuando el encargado de seguridad golpeó la puerta avisando que se había hecho hora de cerrar. _ Tenemos que irnos, Lore. _ Le dije acariciándole la mejilla.

Cerramos todo prolijamente y bajamos por el ascensor haciendo planes para el fin de semana. Quería ir volando a casa, no quería perder ni un segundo. El calor de sus labios había reavivado el fuego en mí.

Estaba terminando de tomarme un café, encendiendo sahumerios y ultimando detalles para recibir a mi esperada visita cuando sonó el timbre.

Nos saludamos con un beso en la mejilla y se sentó junto a mí en el sofá. Conversamos sobre temas intrascendentes, como evitando dar el primer paso hasta que se quedó mirándome fijo y me acarició la mejilla. Fue una sensación tan agradable, tan suave que no pude evitar tomar su mano y besársela. Ella se acercó más aún y ya podía sentir cómo se mezclaban nuestras respiraciones. El corazón me latía como queriendo escaparse de mi pecho, sentía una revolución de mariposas en mi estómago y sus labios en mi cuello. Comencé a acariciar su cabello y sus besos fueron acercándose lenta y sensualmente a mi boca. Nuestros labios se unieron con la misma timidez con que lo habían hecho en la oficina y fueron varios besos tiernos, con sentimiento, sin lascivia. De esos que marcan el inicio de un nuevo mundo de sensaciones. Fuimos abriéndonos poco a poco y sentí la punta de su lengua rozando la mía. Instintivamente nos separamos y Lorena me preguntó si estaba segura. Por toda respuesta tomé su rostro con ambas manos y le introduje la lengua hasta casi tocar su garganta. Lorena me abrazó y respondió a mi beso con la misma pasión entrelazando su lengua en un furibundo combate con la mía.

Nuestras manos exploraban nuestros cuerpos con voluntad propia. Sentí su mano en mis pechos y la magia del momento, y sus deliciosas caricias hacían que se endurecieran. La imité y mis dedos conocieron la turgencia de sus senos, la delicada protuberancia de sus pezones y lo increíblemente placenteras que pueden llegar a ser las caricias compartidas con otra mujer.

Lorena se dejó caer, recostándose en el sofá y me hizo acomodar sobre ella. Nos friccionamos sintiendo nuestros cuerpos, nuestros senos peleaban a la par de nuestras bocas y nuestras piernas se entrelazaban en una danza sensual y caliente.

Lorena colocó sus manos en mis nalgas y comenzó a magreármelas sin dejar de recorrer mi boca con su lengua. Me posesioné de sus tetas y comencé a mordérselas por encima de la remera. Sus dedos encontraron mi raja y se abrían paso a través de mi bombacha cuando sonó el timbre. Maldije en silencio y atendí por el portero eléctrico. Era un vendedor de enciclopedias. Lo mandé de paseo y cuando volví al living me quedé sorprendida al ver a Lorena vestida solamente con la ropa interior, con el vello escapándosele de la bombacha.

Mi reacción no se hizo esperar. Me abalancé sobre ella y me ayudó a desvestirme mientras me lamía toda la cara. Nos volvimos a abrazar y tomadas de la cintura y sin separar nuestras lenguas nos dirigimos hacia mi cama donde nos revolcamos disfrutando de las caricias y besos anhelados, poniéndonos al día con nuestra calentura.

Podía sentir su humedad a través de la tela de su tanga. Nuestras caricias llevaron nuestra calentura a niveles indescriptibles y en menos de lo que me lleva contárselos estábamos completamente desnudas masturbándonos mutuamente. Sus dedos hacían maravillas en mi interior y comencé a moverme arriba y abajo acompañándolos, intentando hacer que entren más aún. Mi mano estaba completamente empapada con sus fluidos y totalmente enardecida comencé a lamer su cuerpo hasta posarme en su vulva. Era la primera vez que veía una concha tan de cerca y su agridulce aroma me hipnotizaba de tal manera que me posesioné y comencé a devorarla con fruición, como nunca antes me había sucedido con un hombre. Lorena en tanto, apretaba mis pezones y se deleitaba con mis senos provocándome aún más placer, si es que eso era posible.

Mi lengua se internó en aquella gruta y saludó a su delicado botoncito. Sus convulsiones no se hicieron esperar y se descargó casi en el acto, apretando mi cabeza contra su vientre y jadeando como loca. El sonido de su voz de hembra en celo me hacía querer más y más y llevé mi mano a mi entrepierna. Lorena, por toda respuesta, me indicó que me volteara, que quería devolverme la gentileza y nos enredamos en el mejor 69 que había hecho en mi vida. Sentía su sabor y la devoraba mientras su lengua pasaba alternativamente de mi concha a mi culo provocándome indescriptibles oleadas de placer. Cuando estuvo a punto de venirse, me pidió que me acostara sobre ella, unimos nuestras vulvas, cuidando abrir nuestros labios en un beso vaginal y nos fundimos en un apasionado beso francés que duró eternidades mientras nos friccionábamos restregando nuestros vientres.

Acabamos casi al mismo tiempo y quedamos exhaustas pero satisfechas. Nos quedamos así, abrazadas, disfrutando del contacto de nuestros cuerpos mientras nos acariciábamos y besábamos con la tranquilidad y el agradecimiento que sólo dos nuevas amantes pueden prodigarse.

Ese fin de semana nos lo pasamos encerradas devorándonos y disfrutando de lo que nos estaba pasando. Cuando volvimos a la oficina todo había cambiado entre nosotras y, más allá de algún besuqueo o algún manoseo en el baño, nunca volvimos a tocar el tema hasta la semana pasada. Actualmente, Lorena está saliendo con un chico y yo me arreglé con mi novio anterior. Estamos bien con nuestras respectivas parejas y el sexo es bueno, pero eso no impide que continuemos con nuestros juegos y nos veamos después de hora en su casa o en la mía. El miércoles fuimos al cine a ver “Besando a Jessica Stein” y nos puso a mil. Bueno, eso se los contaré más adelante.