Fin de Semana (I)

Yo estaba como una moto, necesitaba sexo ¡ya! pero me resignaba a que tendría que esperar unos días todavía ¿seguro?

Vaya puta semana, llevamos tiempo planeando vernos y tener una de esas tardes de puro sexo que nos regalábamos de vez en cuando y al final por una cosa o por otra no pudo ser. Yo estaba como una moto, necesitaba sexo ¡ya! pero me resignaba a que tendría que esperar unos días todavía. De momento este fin de semana intentaría relajarme en la salida al hotel con SPA que mi marido muy amablemente había organizado. Yo trataría de disfrutarlo, relajarme y no pensar demasiado en la ocasión perdida con mi "gato", la siguiente semana estaba complicada también pero la siguiente, si, fijo que quedaríamos y nos resarciríamos liberando todas tensiones acumuladas... Así es el adulterio, que se le va a hacer, ya nos había pasado otras veces y seguro que no era la última.

En fin, mientras tanto, llegó el fin de semana y con mi marido habíamos organizado una salida, como de vez en cuando hacíamos. El hotel no estaba mal. Ya habíamos estado otros fines de semana, económico, servicios correctos y muy tranquilo, era finales de Septiembre y lo difícil era elegir entre disfrutar de las instalaciones del hotel con sus aguas termales y espacios lúdicos o salir a disfrutar del buen tiempo y de la playa ahora semivacía tras los excesos de la temporada alta.

Llegamos el viernes, sobre las seis de la tarde, mi marido me dejó en la puerta del hotel con la maleta y el neceser. Mientras él fue a aparcar yo hice cola en recepción para hacer el check-in. Fue en ese momento que casi me da un pasmo, en un momento dado, absorta en mis pensamientos me giré instintivamente al oír abrirse la puerta de los ascensores y lo vi, era mi gato, ¡si! era él, y acompañado de una mujer, supuse al momento que ¡su mujer! él me vio también y me sonrió, que cabrón, lo sabía, lo había hecho a propósito. La de veces que fantaseando me había provocado poniéndome en aquella situación, yo siempre le dije que no, que bajo ningún concepto quería conocer a su mujer, para nada, nunca,... No sé cómo no me caí al suelo, noté como una bajada de tensión, un mareo,... me apoyé en el mango extensible de la maleta y gracias a eso aguanté en pie. Él sonriendo todavía dejó de mirarme y salió con su mujer del hotel cruzándose en la puerta giratoria con mi marido que entraba en ese momento.

Él se vino para mí, comentando lo lento que iba aquello, que si todavía estaba así, etc... yo no reaccioné, balbuceé algo incomprensible todavía en trance. Me miró raro y preguntó:

  • ¿te encuentras bien? tienes mala cara, ¿qué pasa?

No sé cómo salí de aquella, la verdad, di escusas como pude y poco a poco fuimos avanzando en la cola, en cinco minutos ya íbamos hacia el ascensor con la tarjeta magnética de nuestra habitación en la mano. Yo disimuladamente más pendiente de la entrada del hotel que de lo que me decía mi marido, en esas que noto la vibración inconfundible del móvil en mi bolso. Hacía ya tiempo que había aprendido: el móvil siempre en silencio... En fin, aquello volvió a hacerme temblar las piernas, ya estaba, seguro que era él. No me dejaría en paz en todo el fin de semana, Por dentro iba subiendo mi enfado, ¿qué derecho tenía a complicarme la vida de esa forma? ¿No habíamos hablado de ello? ¡Nada de riesgos con nuestras parejas! Aun así, también, enfadada con migo misma, era consciente del leve cosquilleo que notaba mis pezones, de la humedad que en contra de mi voluntad sentía en mis bragas.

Una vez en la habitación, me dediqué a dar vueltas nerviosas por ella, haciendo que deshacía las maletas, todo esto ante la mirada intrigada de mi marido, supongo que se preguntaba ¿qué coño le pasa a esta hoy? Yo impaciente, nerviosa, conteniendo mi necesidad de coger el móvil y ver que me había escrito aquel cabrón.

Era pronto, sobre las seis de la tarde, acordamos bajar a la zona de SPA y disfrutar de ella un par de horas hasta que se hiciera la hora de cenar. Bueno, acordamos es mucho decir, me lo propuso y yo como en una nube asentí. Yo seguía como atontada moviendo cosas de un lado para otro sin poder quitar ojo del bolso que había dejado sobre la mesa de escritorio.  Pues venga, ¡cámbiate! me apremió cuando él ya con su bolsa con bañador, albornoz, etc. me esperaba en pie listo para bajar.

Como un imán que se separa de un metal salí delante de mi marido de la habitación. ¡Joder! ¿Qué me habría escrito? ¿Qué plan tenía? finalmente, de forma instintiva, sin haberlo planeado antes, cuando ya estábamos en el ascensor y antes de cerrarse las puertas, miré dentro de mi bolsa y exclamé, joder! el gorro! voy a por él, ves bajando, ahora voy... Sin darle tiempo a reaccionar salí del ascensor mientras le decía: ves tirando tú, ahora voy, espérame abajo.

A la carrera llegué a la habitación, cogí el móvil del bolso y ansiosa abrí el mensaje:

“jaja, que cara has puesto. A que pensabas que no me atrevería? jaja “

“No te preocupes, relájate, te tengo una sorpresa, fíate de mi.”

“Espero que esta noche bajes a cenar como sabes que me gusta.”

Me quedé pasmada. ¿Estaba loco? ¿Que tenía en la cabeza? Ni hablar, no me pensaba arriesgar, se estaba pasando y él lo sabía. No le seguiría el juego a la primera de cambio le pararía los pies.

Con estas reflexiones bajé y me uní a mi marido. No pude acabar de relajarme en el SPA, yo intentaba disimular pero era consciente de que mi actitud no era la de siempre y que se me notaba. Me esforcé por parecer normal y distendida pero estaba alerta todo el rato pensando que en cualquier momento él aparecería por allí y entonces si que se me caería el mundo encima. En estas sin darme cuenta llegó la hora de subir a cambiarse para la cena, yo me relajé, parece que había tenido sentido común pero y en la cena? allí seguro que coincidíamos, podríamos disimular?

Sobre las 20:15 entré en el comedor junto con mi marido, tensa y nerviosa, pendiente de todo, mirando disimuladamente en todas direcciones,... no estaba. Suspiré relajada. El comedor era muy grande como correspondía a un complejo hotelero como aquel, no sé lo grande que era pero mínimo 500 habitaciones distribuidas en varios edificios que rodeaban las zonas comunes de SPA, comedor  y resto de espacios lúdicos.

No quise pasarme para evitar levantar suspicacias, pero la verdad es que instintivamente me arreglé más de lo habitual y por supuesto me puse un vestido, sabía que era eso lo que él me quiso decir con lo de "como sabes que me gusta". Siempre me decía que así estaba más accesible. Era un vestido de color celeste, nada ajustado pero con un escote que sabía que atraía miradas y con la falda por sobre de la rodilla. Me sentía atractiva con él y confiada en que  en ningún caso quedaría mal en la comparación... ya me entendéis...

Al entrar en el salón del comedor me adelanté y fui yo la que elegí mesa, por supuesto, con la intención de pasar desapercibida, una lo más apartada posible, junto a una pared y lejos de la zona central donde se ubicaban las bandejas con la comida (era selft service). Una vez nos pidieron la bebida fuimos a escoger los primeros, yo atenta a las mesas y la entrada, nada, no estaba. Acabamos el primer plato bastante callados, reconozco que yo no era ese día la más dicharachera y fuimos a por el segundo. Nada, que no aparecía. Yo me comencé a relajar, seguro que al final había recapacitado y evitaría el encuentro, menos mal que tenía un poco de cabeza.

A por el postre me levante yo sola, mi marido no come dulces y me pidió que le trajera yo algo. Estaba esperando tras una señora para coger un trozo de pastel de tiramisú cuando alguien junto a mi, que también esperaba a que la señora se terminara de decidir, me comenta:

  • Veo que me has hecho caso, estás muy guapa, así me gusta.

¡Joder! que sobresalto, era él, que cabrón finalmente estaba allí, no sé cómo había entrado en el comedor sin que yo me apercibiera pero allí estaba. En el primer momento me giré pero inmediatamente me volví esperando mi turno. Sin mirarle le dije:

  • Estás loco, esta me la pagas.

Se arrimó a mi como mirando los pasteles y note como su mano acarició mi culo sobre la falda. No pude evitarlo, me giré y le dije:

  • ¡Para!, no te pases.

Sonrió divertido y se separó. Me dijo:

  • Ya me voy, pero ves al espectáculo de magia de después y a mitad vas al baño.

No me dejó replicar, se giró y se fue.

Después de la cena la gente se fue congregando en un salón cercano al comedor.  Tuvimos suerte y pillamos un buen sitio, bastante centrado y cercano al escenario. Pedimos unas copas y esperamos la hora. Estaba anunciado un espectáculo del Mago Gabriel, ya por el escenario pululaba una chica, seguro que su ayudante, ubicando los accesorios. La sala ya comenzaba a estar llena, la gente ya no encontraba sitio para sentarse. Di un trago a mi copa y me disculpé y fui al baño. Cantaría mucho si lo hacía una vez iniciado el espectáculo.

La entrada a los baños estaban en un salón aledaño, justo a la salida de la sala donde se realizaba el espectáculo estaba Jose, como esperando a alguien, no me miró pero en cuanto pasé a su lado noté como se venía detrás.

Los baños estaban al final de un pasillo, el de las chicas una puerta a la derecha y el de los chicos a la izquierda, enfrente el de discapacitados. Yo sin saber muy bien que hacer avanzaba nerviosa como un flan, no sabía que pretendía, cuando noto a Jose pasar a mi lado, cogerme de la mano y entrar en el de discapacitados arrastrándome detrás de él.

Una vez cerró la puerta, y yo empezaba a despotricar como una energúmena, me hizo el sifón:

  • Psssssssssss, calla tonta, ¿no decías que me echabas de menos y que necesitabas un buen polvo? Pues lo vas a tener.

Me cogió por la cintura y me giro apoyándome contra la pared, yo seguía con mis quejas pero me dejó sin palabras cuando empezó a sobarme el culo y dándome golpecitos en el interior de mis pies me forzó a separar las piernas.

Fue a por faena, con una mano me sobaba los pechos, con la otra subió el vestido y me continúo sobando el culo por encima del culote transparente que llevaba mientras acercó su boca a mi oído y me iba diciendo lindezas del tipo:

  • Calla que lo estás deseando, sé que estás perra y que protestas pero lo que deseas es que no te deje hablar y te folle. ¿a qué si?

Yo estaba a tope, notaba mis piernas temblar de nervios pero a la vez notaba mi braga húmeda y mis pezones duros como piedras. Suspiré y dejé de protestar.

  • Lo siento, no tenemos mucho tiempo, creo que nos esperan a los dos.

Noté su mano entrar ansiosa en mi braga y buscar mi sexo con avidez, con prisas. Yo eché para atrás mi culo, subiéndolo como él me había enseñado, ofreciéndome y facilitándole el acceso.

  • Ummm, siiiiiii

Me mordí el labio y definitivamente dejé de protestar, su dedo entró en mí, dolorosamente al principio pero enseguida abriendo el camino y terminado de lubricar la zona.

Me cogió las manos y me las subió, de forma que quedé apoyada en mis manos contra la pared, las piernas separadas, mi culo en pompa,… se separó de mí en cuanto me tuvo como quería. Noté como sus manos dejaban de acariciar mis zonas sensibles, las eché de menos al instante. Me dijo:

  • Quita y callada zorrita, tendrás lo que quieres, no te preocupes.

Noté que se distanció un poco de mí y oí como se desabotonaba y como se bajaba el pantalón. Me pareció que pasaba una eternidad, lo quería de nuevo tocándome, no sabia lo que hacia, hasta que noté que cogia mi braguita por la cinturilla, por fin, pensé que iba a bajármelas cuando noté un ¡zas! miré sorprendida y con una mini tijera la había cortado. Sin darme tiempo a reaccionar giró y diciéndome: - no te muevas-  la cortó por el otro lado también mientras tiraba de ellas y me quedé desnuda de cintura para abajo. Inmediatamente me forzó a alzar el culo de nuevo y separándome los cachetes buscó con su glande la entrada de mi sexo. Empujó. Me quejé de dolor pero puta de mí, no aflojé la presión, al contrario, estaba tan caliente que deseaba que entrara en mi lo antes posible la quería dentro. Aguanté el envite, aflojó un poco y sin darme respiro volvió a empujar, esta vez si. Encontró el hueco y una vez superada la entrada, se deslizó dentro mío como si me hubiera echado antes medio bote de lubricante. ¡Dios! Que caliente estaba, me había puesto como una moto. Ya pensaría en las consecuencias después pero en ese momento le dije:

  • Siiii, fóllame como tú sabes, cabrón, eres el puto amo.

El polvo no tuvo mucha más historia, me folló a placer, me hizo tener varios orgasmos, o vamos casi uno muyyyy largo, ya que enganchaba uno con otro sin casi intervalo. Durante casi diez minutos me folló, cambiando de ritmo acoplándose a mis orgasmos y relajando cuando él iba llegando para alargarlo. Después de sé cuántos orgasmos, las piernas ya no me sostenían, me flojeaban, el notó que yo ya me agotaba y aumentó el nivel de las guarrerías que me decía a la vez que aumentaba la presión de sus manos en mis caderas hasta casi dolerme y notaba como aumentaba el ritmo de su respiración, aceleró el mete-saca, su miembro se deslizaba con una facilidad pasmosa dentro de mí, y cuando yo ya pensaba que no podría correrme más noté como me venía un nuevo orgasmo, mis jugos resbalaban por mis piernas, era increíble, no recordaba nunca haber estado tan húmeda.

Por fin noté que se acababa, me agarró fuerte y empujó hasta el fondo, sin ceder la presión y noté claramente como su semen recorría su miembro y explotaba contra la pared del fondo de mi matriz. Después de las primeras descargas, aflojó la presión y empezó a salir y a entrar de nuevo, despacio, Me corrí como una perra… definitivamente mis piernas no me aguantaron de la flojedad que me entró y si él no me hubiera estado sujetando me hubiera caído al suelo.

Cuando por fin nos relajamos los dos, me giró me besó por largo rato, él sabe que me gusta y finalmente empujándome de los hombros hacia abajo me pidió que me arrodillara y se la dejara bien limpia, yo lo hice encantada.

Cuando acabé alcé la vista y disfruté al ver cómo me miraba orgulloso mientras me acariciaba el cabello. Mirándome me dio mis bragas rotas:

  • Ten, límpiate.

Me fue bien, notaba la mezcla de mis jugos y su semen deslizarse por mis muslos.

Fui consciente de donde estaba, empecé a ponerme nerviosa, me puse de pie, sonriente y con mirada picará le devolví mis bragas empapadas y me arregle el vestido. Él se estaba ya abotonando el pantalón.

  • He de volver.

  • Si, vamos. Ha sido fantástico, pero si quieres, mañana más.

Diciendo esto, metió su mano en el bolsillo de atrás de su pantalón y sacó una nota que me dio.

  • Lee esto más tarde. Ahora volvamos.

Me besó de nuevo por largo rato.

Abrió la puerta con cuidado se asomó y al ver que no había nadie, se volvió de nuevo hacia mi. Me dio un beso rápido y salió pasillo adelante.

Uf, suspiré, cerré la puerta y me apoyé en ella. ¡Qué fuerte! Ansiosa desdoble la nota y leí:

“Le vas a dar una sorpresa a tu marido, se lo merece. En recepción tienes a tu nombre una reserva para mañana a las 9:30 para una sesión de masaje en el centro de belleza.”

“Realmente son dos, sesiones diferentes, una para ti y otra para él. Véndesela como que es un regalo que le haces. Sé que podrás.”

“A ti te atenderá Manuel, es un conocido mío, te tratará bien, ya verás”

Me quedé con la sensación de que me quedaba sin sangre en el cuerpo. Apoyada en la pared reposé unos segundos para recuperarme un poco, me terminé de arreglar y salí del baño y me dirigí a ver el espectáculo de magia. Al avanzar entre la gente que abarrotaba la sala notaba al andar la sensación de libertad que me daba mi sexo sin bragas.

(CONTINUARÁ)

Agradeceriamos comentarios que seguro nos motivan y ayudan a seguir