Fin de semana en Murcia (Final)
Amigos lectores para entender mejor este relato, es aconsejable leer la primera parte del mismo. Así mis andanzas se entenderán mejor.
Amigos lectores para entender mejor este relato, es aconsejable leer la primera parte del mismo. Así mis andanzas se entenderán mejor.
Después de despedirnos de Irene, nos ponemos en marcha hacia la playa. Llegamos a ella sobre las 12h del mediodía. Era pequeña y coqueta, llena de entradas de mar entre las rocas con pequeños espacios de arena al final, habiendo una zona especialmente ancha en donde estaba la mayoría de gente. Pero hoy, por suerte, no había más de 5 ó 6 personas.
-¡Ésta sí que es una playa! – dije yo.
-¿Sabéis si es nudista? – pregunta Sonia.
-Pues, que yo sepa, no – dice Carlos -. ¿Qué pasa? ¿Quieres ponerte en pelotas? Me la vas a poner tiesa y no voy a poder bañarme tranquilo, ¡jaja!
-¡Joder, qué bestia!- dice Sonia -. ¿Es que no puedes ver una chica desnuda sin empalmarte? ¡Así de troglodita eres! Pues que sepas que no sería la primera vez que lo hago, pero ahora, por bocas, no lo voy a hacer.
-¡Eh, eh, eh! – les corto -. Tranquilitos los dos, que acabamos de llegar. Vamos hacia ese lado de la playita, que hay un buen hueco.
Al ir de camino hacia allá, pasamos por delante de un chico que está tomando el sol. Tendría más o menos nuestra edad, lleva un bañador ajustado de natación y está bastante fibrado. Además, tiene la piel muy bronceada y depilada, por lo que se le marcan los músculos. A Sonia se le van los ojos. Nada más dejarlo atrás, se oye:
-¿Carlos? ¿Eres tú?
-¡Hostia! ¡Luis! ¡Qué sorpresa, tío! – exclama Carlos.
-Volviendo al mismo sitio de vacaciones, ¿eh? ¡Si es que somos unos tradicionales, jaja! -Mira, te presento a dos amigos – dice Carlos -. Éstos son Sonia y Sergio.
Nos saludamos, y al saludar a Sonia, Luis le pone la mano sobre su cintura. Noto cómo se le pone la piel de gallina y se queda un poco descolocada. Está claro que este chico le ha gustado desde el primer vistazo. ¡Qué calentona! Como es lógico, invitamos a Luis a ponerse con nosotros. Mientras acabamos de llegar, Luis nos cuenta que hoy es su último día de vacaciones y que quiere aprovecharlo, pero que llevaba toda la mañana solo y se estaba aburriendo. Aún nos lo está contando cuando empieza el espectáculo. Tras dejar todos las toallas y bolsas en la arena, y empezar a colocarnos, Sonia se va desvistiendo. Primero, se quita la camiseta y sus tetas redondas y firmes saltan hacia fuera, sólo retenidas por el sujetador en forma de triángulo de un bikini blanco que hace resaltar su moreno. Parece como si el bikini recogiese esas preciosas tetas, como si lo hubiesen diseñado expresamente para ella. Y casi sin darnos cuenta los tres, embobados que estábamos mirándole descaradamente sus pechos, se desprende del pareo que llevaba alrededor de esa cinturita y deja ver una braguita del bikini diminuta. No es un tanga, sino unas braguitas blancas de cintura muy baja, con un triangulito tapando sólo su coñito y unido con finas tiras a otro triángulo casi del mismo tamaño que apenas cubre parte de ese culo tan redondo y respingón que tiene. Tan poco cubre, que los cachetes de su culito están totalmente al descubierto. Parece una auténtica diosa, y nos ha puesto a los tres como una moto. De hecho, cuando acaba de colocar el pareo en su bolsa, y de darnos un primer plano impresionante de su culo casi desnudo, se da la vuelta, nos mira y dice con tono insinuante:
-¡Hey! ¡Que estáis embobados! ¿Qué miráis, morbosillos?
La muy zorra lo ha hecho todo a propósito, para calentarnos. Y viendo el éxito de su numerito, aprovecha para dejarnos en ridículo. Se gira y me dice:
-¿Vas a dejar que me miren de esa manera?
-¿Y qué quieres que haga? Con lo buena que estás y ese pedazo bikini que llevas, toda la playa está pendiente de tí – le contesto -. ¡Si es que estás para comerte!
Y le planto un morreo y le sobo el culo un poco, como queriendo decir a los demás, y sobre todo a Carlos y Luis, que "Se mira, pero no se toca. Ésta es mía".
El ambiente queda bastante caldeado y se produce un silencio incómodo que interrumpe, afortunadamente, Carlos sugiriendo un baño refrescante (y de paso, tranquilizante). En el agua, al principio, hay un poco de distancia entre Sonia y yo y ellos dos. Todavía están con su bikini metido en la retina y no saben bien cómo reaccionar. Rompo el hielo haciendo una aguadilla a Carlos, que responde inmediatamente, y en seguida estamos los 4 ahogándonos unos a otros como si nada hubiese pasado. O bueno, eso parece. Luis se está centrando mucho en Sonia, agarrándola por debajo de los brazos y lanzándola al agua. La primera vez que se lo hace, le roza ligeramente los pechos por debajo. La siguiente vez, ya aparecen disimuladamente algunos dedos trepando por la curva de sus tetas. A la tercera el magreo es tan evidente que no puede levantarla, porque le habría hecho daño.
Sorprendentemente, la escena me ha puesto caliente, así que aprovecho para lanzarme sobre ella, zambullirnos los dos y meterle la mano por debajo de las bragas. Tiene el coñito caliente, el jueguecito la está poniendo cachonda. Nada más emerger del agua, Luis me vuelve a meter dentro y viendo que voy a tener que bucear para escaparme, abro los ojos. Entonces veo como a apenas un metro de mí, Sonia está agarrando la polla de Carlos por encima del bañador para desequilibrarle más fácilmente. Al salir del agua, oigo cómo ella se parte de la risa, diciendo a Carlos lo fácil que es vencerle si se le aprietan sus "puntos débiles". No necesito preguntar de cuáles se tratan. El caso es que después de un juego tan aparentemente inocente, me ha puesto a cien ver cómo le meten mano a Sonia y cómo mete mano ella. Supongo que tengo algo de voyeur
Tardamos un rato en salir del agua, en plan tranquilos. Los chicos están igual de empalmados que yo, y no es plan de dar el espectáculo. Para cuando volvemos del agua, una de las dos parejas que habían en la playa se va. Empieza a ser la hora de comer y seguramente tienen que volver a la ciudad, así que lo cogen con tiempo. Nos tumbamos en las toallas a tomar algo de sol y nos ponemos a charlar. Nos reímos bastante, sobre todo cuando Carlos saca su repertorio de chistes. Hablamos de muchas cosas, del máster que va a hacer Sonia, de las locuras de mis primos, de los problemas de Luis con su jefe y de la mudanza que Carlos tiene prevista hacer. Comemos de los bocadillos que llevábamos preparados e invitamos a Luis, que acepta encantado. Una vez acabamos, nos pasamos una hora larga hablando animadamente, acompañada de cervezas. Sin darnos cuenta, la otra pareja que quedaba en la playa se va también.
-¡Por fin se han ido esos! Ahora ya puedes quitarte el bikini, Sonia – dice Carlos
-¡Qué pesadito, el tío! – responde Sonia -. Hacer nudismo no me da vergüenza, es sólo que hoy no me apetece.
-¡Anda, va! Me vas a decir que no te apetece ponerte toda morena – añade Luis, que parece haberse animado con el tema. - A Sergio no le importa, ¿a que no?.
-¡No, qué va! Si yo, encantado, ¡jaja! – me estaba gustando cómo se estaba poniendo la cosa, y las cervezas tenían bastante que ver en eso.
-Eso, tú ayudando – me dice Sonia, en tono medio reproche, medio en broma -. ¡Si es que todos sois iguales! Me voy al agua.
Como es lógico, nos vamos todos. Al levantarme, noto los efectos del alcohol, pues me tambaleo un poco. Pero veo que no soy el único. Luis cae de culo al suelo nada más levantarse, lo que provoca una carcajada general. Y se ve que al caer, el bañador se le desplaza un poco y se asoma la punta de su polla. El resto se puede adivinar fácilmente, pues la tiene dura y se le marca en el bañador. La tiene grande, de unos 20 cm.
-¡Que se te ve el nabo, tío! ¡Jaja! – río yo.
-¡Hostia! ¡Puto bañador enano! A la mínima que me muevo, me pasa lo mismo – dice, mientras se apresura en volverla a meter dentro.
-No me extraña – dice Sonia, con la mirada fija en su paquete -. Con esa pedazo polla, cualquier bañador se queda pequeño.
-¿Te ha gustado verla? Si quieres te la enseño otra vez – le dice Luis -. Pero con una condición: que tú me enseñes las tetas.
-¡Sí, anda! Tú flipas, chaval – le dice Sonia -. Aún no he tomado tantas cervezas.
-¿Y si todos te enseñamos la polla? – dice Carlos, y Luis y yo asentimos.
-¡Venga ya! ¿Los tres os vais a sacar la polla sólo por verme las tetas? Tenéis mucha jeta, ¿no?
-Piénsalo bien: por enseñarnos las tetas un segundo, vas a ver tres pollas a la vez. Cualquier chica lo haría sin dudar un segundo – Carlos parece tenerlo muy claro…
-Que no, que no…- titubea, mientras me mira de reojo, como pidiendo permiso.
-Anda, Sonia, si dices que haces nudismo y seguro que no montas este follón – le digo yo, dándole ese permiso que buscaba.
-…¡Madre mía!… ¡Estáis locos! – suspira -. Bueno, va. Pero primero vosotros.
Ni cortos ni perezosos, los tres nos bajamos el bañador hasta las rodillas enseñándole nuestros cipotes. A Sonia se le abren los ojos como platos. No me equivocaba con el tamaño de la de Luis, que además está depilado con lo cual su polla parece aún más grande. Pero la de Carlos no está nada mal, un poco más corta que la mía, que mide 18 cm, pero muy gruesa. Los tres estamos empalmados, con el capullo apuntando desafiantes a esta zorrita que nos estaba poniendo a mil. Y nos volvemos a subir los bañadores. Es entonces cuando le toca su turno. Hay un amago de escape, como que le da vergüenza, pero entre los tres le cerramos el paso. Así que no le queda más remedio que agarrarse el top del bikini por debajo de las tetas y levantárselo, dejando al descubierto esos pezones rosaditos pero ya con un toque moreno del sol, que tanto he chupado y mordisqueado estos días. En cuanto quiero darme cuenta, ella ya se está cubriendo las tetas otra vez.
-¡Noooo, noooo! Espera un poco más, ¿no? – se lamenta Carlos.
-Joder, tía, que apenas nos ha dado tiempo para verlas – dice Luis.
-Habéis dicho un segundo y un segundo es el tiempo que habéis tenido. Ése era el trato – zanja Sonia.
Pensaba que la cosa había acabado, la veía a ella como la única centrada de los cuatro, la única a la que no parecía afectarle el alcohol de las cervezas.
-Pues te propongo un nuevo trato – insiste Luis -. Esta vez, haremos intercambio de prendas. Tú nos das el top del bikini y nosotros te damos nuestros bañadores.
La propuesta es arriesgadísima. Sonia puede pillar un cabreo tal, que puede marcharse ahora mismo. Ya no hay vuelta atrás, el silencio expectante de Carlos y mío nos delata.
-Tú no te andas con rodeos, ¿eh? – dice, por fin, Sonia.
-Pues no, yo tengo las cosas claras – dice Luis -. A nosotros nos ha encantado verte las tetas, y a tí te ha gustado vernos las pollas. ¿Por qué no estar a gusto los cuatro, en vez de estar reprimiéndonos? Tan sólo es mirar, no es nada del otro mundo.
-¡Jaja! Veo que tienes respuestas para todo – dice Sonia -. Seguro que así te has llevado a más de una a la cama…
-Y a más de dos, ¡jaja! – presume Luis.
-¡Jaja! – ríe Sonia, mientras le botan las tetas -. Menuda manera de calentar a una chica…
-Ya, pero funciona, ¿a que sí? – dice Luis.
-¡Jaja! ¡Voy ahora y te digo que me has puesto cachonda! – dice Sonia.
-No pasa nada por reconocerlo. Nosotros estamos cachondos y lo decimos sin problemas – dice Luis -. A tí también te ha calentado, reconócelo.
-Bueno… un poco – dice Sonia.
-Normal. Después de ver tres pollas delante tuyo… – digo yo, para tranquilizarla -. No están mal, ¿eh?
-…No, la verdad es que no – dice Sonia, mirándolas de reojo, como deseando volverlas a ver sin bañador de por medio.
-Muy bien, pero entonces, ¿aceptas o no? – dice Carlos, ya ansioso.
-Bueno, vale – dice Sonia, mientras sus mofletes se ponen cada vez más rojos -. Pero me devolvéis el top en cuanto os lo pida, ¿vale?
-Tienes nuestra palabra – dice Carlos, con la cara radiante.
Entonces Sonia se va desatando lentamente el lazo de la espalda, quedándole suelto el sujetador del bikini. Levanta sus ojos verdes y se nos queda mirando, de pie con el agua por encima de las rodillas, el pelo mojado goteando su piel y el bikini colgándole del cuello, sobresaliendo las tetas por los costados, cubriendo sólo sus pezones.
-¿Y vosotros qué? Tenéis que hacer una cosita también, ¿no?
No tardamos ni medio segundo en despojarnos de los bañadores y dejarlos flotando alrededor de sus piernas. Noto cómo le brillan los ojos al ver de nuevo nuestras pollas, levanta la vista y nos echa una mirada pícara. Con un guiño y una risita nerviosa, se suelta el lazo del cuello y nos lanza el top del bikini.
-¡Joder, qué tetas! – dice Carlos. Su polla parece que va a reventar.
-¡Qué pasada! Nunca había visto unas tetas tan bonitas – dice Luis -. Qué envidia me das, Sergio. Tú las puedes tocar cuando quieras.
-Y no veas qué gustazo da – digo yo.
-Tócaselas ahora – dice Carlos.
-Sí, sí – anima Luis -. Sóbaselas delante nuestro.
Sonia no dice nada. Sólo me mira, con la cabeza un poco agachada por la vergüenza. Pero está deseando que le acaricie las tetas. Esto se calienta cada vez más. Me acerco a ella. Está callada y ruborizada. Con un dedo le acaricio un pezón y le da un escalofrío. Con dos dedos empiezo a marcar el contorno de su pezón. Noto cómo se le entrecorta la respiración. Entonces le cojo suavemente las dos tetas con las palmas de las manos y empiezo a masajearlas, mientras que con los dedos le pellizco los pezones. Ella deja escapar un gemidito ahogado mientras cierra los ojos. Me coloco detrás suyo mientras sigo magreándole las tetas, subiéndolas y bajándolas, apretándolas fuerte, estirándolas, juntándolas, amasándolas. Ella entreabre los ojos y ve a Carlos y Luis meneándose las pollas a apenas medio metro nuestro. Con la mano me coge la polla y empieza a pajearme despacio, arriba y abajo, y suelta un largo suspiro. Para entonces yo ya le he empezado a lamer el cuello de tal forma que vuelve a cerrar los ojos. Entonces les hago gestos con las manos a los chicos para que se acerquen y captan el mensaje en seguida. Suelto sus tetas justo para que, en el momento en que abre los ojos para ver qué está pasando, vea como Carlos y Luis se le ponen a chupar cada uno una teta, mordisqueando sus pezones. Eso hace que empiece a suspirar más fuerte y sin importarle que se le oiga. Entonces, de un tirón, le bajo las braguitas hasta los tobillos y le empiezo a masturbar el coñito sin miramientos ni delicadezas mientras le doy un bocado en el cuello. No pasan 20 segundos cuando Sonia empieza a correrse como una perra, convulsionándose, dando gemidos sin control y apretando fuerte las cabezas de Carlos y Luis contra sus tetas.
-¡Aaah… aaaah! ¡Mordedme los pezoneeess…! ¡Aaaah…! ¡Más fuerteee…! ¡Más fuerteeeee!, ¡aaaaaahhhhhhhhhhhhhhhh, aaahhhhhhhhhhhhhhhhhh!
El orgasmo es brutal, intensificado por el dolor de los mordiscos que Carlos y Luis le han dado en los pezones. Sonia está con los ojos cerrados de cara al cielo y manteniendo a duras penas el equilibrio. De hecho, soy yo quien la sujeta. Al cabo de unos segundos, que parecen minutos, recupera poco a poco el aliento.
-La mejor corrida de mi vida… – dice, extasiada.
Sin embargo, los chicos no dejan de chuparle las tetas. De hecho, Carlos se las magrea con energía mientras Luis va bajando hacia su coñito con la lengua. No le vamos a dar descanso. Yo aprovecho para azotarle las nalgas y apretarlas con fuerza, y le digo al oído:
-Ahora te vamos a follar los tres, putita.
Me la llevo a la orilla, le pongo de cara a mí, le agarro del cuello y le dirijo con firmeza hacia mi polla. Ella se arrodilla y tantea con la boca abierta para metérsela dentro. Está jadeando con nerviosismo, es consciente de que está a punto de ser el centro de una orgía. Luis se pone a chuparle el culito, separando los cachetes para poder meterle la lengua por el agujerito.
-Mmmph… – gime Sonia, con mi polla metida en su boca, chupándola con entusiasmo.
-Te gusta que te chupen el culo, ¿eh? – dice Luis.
-Mírala, cómo disfruta – dice Carlos, mientras se pajea mirando la escena -. Con qué zorra te has enrollado, ¿eh, Sergio?
-Pues Irene no se queda corta. Ayer, cuando dormías, nos pajeamos uno delante del otro – le digo, triunfante.
-No jodas, tío – dice Carlos -. ¡Serás cabrón! Pues ahora vas a ver lo que le hago a tu chica.
Y aparta a Luis, que tenía su cara enterrada en el culito de Sonia, se arrodilla detrás, se agarra la polla y dice:
-¿Te han dado por culo alguno vez, niña?
-¡No, espera…! – suplica Sonia, sin demasiada convicción.
-Seguro que sí – dice Carlos, mientras moja con saliva su verga y empieza a meterle la punta.
-Aaah… Nooo… mmmhh… Por favor, nooo… aaah … – apenas llega a decir ella, con los ojos cerrados.
-Asíííí… – gime Carlos al metérsela toda dentro -. ¡Qué culito tan prieto! ¡Esto es la gloria! –
Pues yo también quiero de eso – dice Luis.
Se coloca debajo de Sonia boca arriba y le mete la polla por su coñito de un sólo empujón, de tanto que está chorreándole. ¡Qué espectáculo! Una chica cañón chupándome el cipote mientras es follada y enculada a la vez. Tres pollas entrando y saliendo de ese cuerpo delicioso. Se siente llenada por todos sus agujeros.
-¡Ca… cabrones! – gime, sin apenas poder respirar
-¡Joder, joder! ¡Esto es increíble! – balbuceo -. ¡Me corro, Sonia! ¡Trágatela toda!
Sonia empieza a succionarme la polla haciéndome incluso daño, siento que me va a arrancar el glande, pero lo único que siento es que los huevos se me vacían dentro de su boca.
-¡¡Ooh, ooh, ooooh!! ¡ooohhh!
En mitad de mi corrida, me saco la polla de su boca y con la mano me masturbo a lo bestia para echarle lo que me queda de leche por toda la cara de Sonia, por su pelo y por sus tetas.
-¡Aaaaah…! – suspira -. Así me gusta, nene.
Me echa una mirada lasciva y empieza a mover su culito. Quiere que la sigan penetrando los dos a la vez. ¡Me encanta lo putita que es! Luis y Carlos no tardan en volver a bombearla, ahora van sincronizados y los pollazos impulsan a Sonia hacia adelante, teniendo que sujetarse firmemente con los brazos en la arena para no desequilibrarse. Están penetrándola como animales y todos tienen los ojos cerrados para disfrutar del momento. Es impresionante ver a tres cuerpos desnudos enganchados, sudorosos y frotándose unos con otros de una forma casi instintiva. Los gemidos van creciendo, sienten que les falta poco para correrse. Entonces, Carlos se levanta y le pone la polla delante de Sonia.
-Quiero que me la chupes como se la has chupado a Sergio – dice.
Siguiendo sus órdenes sin apenas abrir los ojos, Sonia agarra la polla, se la mete en la boca y empieza a mamársela con desespero. Yo, viendo la escena, vuelvo a empalmarme y aprovecho para metérsela por el agujero que ha dejado libre Carlos. Es la primera vez que doy por culo y estoy muy excitado. No me cuesta nada introducírsela, lo tiene muy abierto.
-¡Joder! ¡Esto de dar por culo es la hostia! – llego a decir.
Siento como mi verga penetra por sus calientes entrañas y cómo éstas me la aprietan con fuerza. Nunca pensé que sería tan increíble. Me gusta tanto que noto como me falta poco para volverme a correr, y eso que lo he hecho hace apenas 5 minutos. Tan centrado estoy en el placer que estoy sintiendo que vuelvo a la realidad cuando oigo a Luis gemir:
-¡Aah, aaaah, aaaaaahh! ¡Hostia, jodeeerrrr!¡Me corro, jodeeerr! ¡Ooh, ooooh…!! ¡ooooooooooooooooooooooohhhhhhhhhhhhh!
Se saca la polla del coñito de Sonia y le suelta la leche por encima de sus nalgas y espalda. Carlos lo ve y no puede más. Agarra a Sonia por el pelo y suelta:
-¡Toda, putita! ¡Trágatela todaaa! ¡aaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!
Ella no para de masturbarle la polla con frenesí mientras traga todos los chorros que Carlos está soltando. Mientras, le pasa la otra mano por debajo de los huevos y le mete un dedo por el culo de golpe. Carlos pega un grito de dolor pero no puede hacer nada. Sonia no deja de pajearle y succionar con la boca y de meterle el dedo hasta el fondo de su culo, le ha entrado como una desesperación que le hace perder el control. Carlos intenta apartarla, pero no puede. Se le ponen los ojos en blanco, se convulsiona y grita con la voz ronca:
-¡siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii,aahhhhhhhhhhhhhhhhhh!
Y se pone a soltar más leche, apenas unos segundos después de haberse corrido. Está teniendo como una continuación más intensa del primer orgasmo. Tan brutales son sus espasmos que, finalmente, Sonia le suelta. Carlos pierde el sentido de la orientación y cae rendido sobre la orilla. Sólo quedamos ella y yo. Sigo bombeándole el culo con energía. Ella parece totalmente en trance, gimiendo como una puta cada vez más intensamente. Verla en esta situación hace que me caliente al máximo.
-¡Sonia, me corro otra vez! ¡Me corro otra vez…
-¡Aaah, aaaah…! ¡Sííí, córrete en mi culo, cabrón! ¡Suelta tu leche en mis entrañas! ¡Maldito hijo de puta! ¡¡Dame más fuerteee…! ¡Aaaaahh…!!- parece poseída
-¡¡Ooh, ooooh… ooooooohh… ooooooooooohhh!¡sííííííí!¡me corrooooooohh…
-¡¡¡Me corro yo también…!!! ¡¡¡aaah, aaaaahh… aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhh…!
Los dos nos corremos a la vez. Le suelto chorretones de semen dentro suyo, le doy pollazos tan fuertes que acabamos desequilibrándonos y caemos sobre la arena totalmente agotados. Los cuatro quedamos tirados sobre la orilla como muertos. No decimos nada, sólo se oye el sonido de las olas llegando a la orilla y refrescándonos la piel sudada. Hemos tenido la mejor experiencia sexual de nuestra vida, y lo estamos asimilando. Pasan varios minutos hasta que Luis se levanta como puede y sin decir nada, se va a las toallas a secarse. Son las 19h y empieza a ser tarde. Los demás nos vamos levantando a nuestro ritmo. Rescatamos nuestros bañadores, que están flotando todavía, nos vamos a las toallas y empezamos a recoger las cosas. No decimos nada. Las palabras sobran ahora mismo. Nos despedimos de Luis, que ha acabado sus vacaciones a lo grande. Acompañamos a Sonia a la estación hasta que coge un tren hacia Valencia, no sin antes una despedida muy cariñosa e intercambiar teléfonos y correos electrónicos.
Carlos y yo tomamos el coche de vuelta para Ciudad Real, saboreando este increíble fin de semana. El lunes por la mañana, de vuelta al trabajo, parecía que todo había sido un sueño. ¿Había sido real? ¿O ha sido todo fruto de mi imaginación? Estoy reflexionando en estas cosas cuando abro el correo electrónico y, entre los mails nuevos, hay uno de una tal Sonia.
Lo abro y leo:
"¡Hola, nene! ¿Qué haces el próximo fin de semana?”
FIN