Fin de semana en la playa (2)
Nos levantamos tarde ese día y leugo de reponernos decidimos ir a la playa y tratar de encontrar nuevas experiencias que aumentaron más nuestro deseo entre nosotros cuatro
Fin de semana en la playa (2)
Y llegamos al día sábado en la casa de playa, como era evidente nos levantamos algo tarde. Nueve de la mañana, vestíamos short y polo y nos disponíamos a desayunar algo ligero, recuperar energías para ir a la playa. Partimos rumbo a la playa con nuestros respectivos trajes de baño, todo era aparente cordialidad entre los cuatro que estábamos allí pero Sandrita estaba más apegada a mí que a su gran amiga Anita.
Nos metíamos a la playa las tres juntas mientras Eduardo descansaba a un lado de la playa y los pretendientes no se hicieron esperar al encontrarnos solas y alegres disfrutando del lugar. Vinieron tres chicos a encontrarse con nosotras que estábamos dentro de la playa y el agua nos llegaba hasta por encima de la cintura y debajo del pecho. Llegaron hasta nosotras con un balón en la mano invitándonos a un juego a lo cual aceptamos y mientras jugábamos conversábamos tratando de conocernos un poco más; finalmente quedamos en asistir a una fiesta en la noche muy cerca del lugar y que llevemos a nuestro padre también, de hecho dijimos que de Anita solo era su tío porque ella es de piel blanca en cambio Sandrita y yo somos piel canela como Eduardo.
A la fiesta de la playa asistimos los cuatro y nuestros pretendientes estaban esperando por nosotras, por un momento pensé en invitarlos a la casa de la playa pero decidimos saber cómo eran por lo de las reglas de la sociedad hipócrita. En lo mejor de la fiesta pudimos observar a una chica que estaba pasada de tragos, que se movía al compás de la música, sola, casi sin ritmo, parecida a Anita pero de cabellos más rubios que los de mi prima. Anita se acercó a ella, la tomó de la mano y empezó a bailar con ella bajo la atenta mirada de nosotras y de nuestros nuevos amigos, bebiendo y bailando. Cuando el baile terminó, Anita rodeó su mano izquierda sobre el cuello de la chica, con su otra mano tomó su barbilla, le levantó su cara y acercó sus labios a los de ella y le dio un deseable beso, intenso y largo. Desde cierta distancia, Eduardo sonreía y los chicos se impresionaron con la escena. Mi prima hizo un ademán para despedirse de la hermosa chica pero ella con sus dos manos tomó una de las de ella y la jaló hacia ella como diciéndole que no se vaya de su lado, entonces Anita la invitó a nuestro grupo. La incomodidad se hizo evidente y poco a poco nos dejaron solas a nostras cuatro y nos reunimos con Eduardo y Anita le presentó la chica y ella se presentó como Alejandra, estudiante universitaria. Para Alejandra todos éramos muy buenos amigos y nada más que eso. Me llevé a un lado a Sandrita con el deseo de estar a solas con ella y conversar un rato.
Nos quedamos un tiempo corto y después salimos los cinco juntos, eran como las tres de la mañana, Anita, Alejandra y Eduardo caminaron unos metros delante, Sandrita y yo unos metros más atrás tomadas de la mano como dos buenas hermanitas. Él aprovechaba los momentos y de cuando en cuando le acariciaba las nalgas a Alejandra mientras caminaban hacia la casa de la playa. Al llegar a la casa Sandrita y yo nos quedamos sentadas un rato en la puerta mientras Anita, Eduardo y Alejandra entraron a la casa, a la habitación donde él dormía. Al notar que estaban en la habitación a puerta cerrada decidimos entrar a la sala. Desde allí podíamos escuchar los gemidos y las caricias que se daban, Sandrita y yo nos miramos y nos propusimos espiarlos, la escena era muy excitante, estaba Anita echada en la cama con las piernas abiertas, Alejandra le estaba comiendo el coño y detrás de ella Eduardo le penetraba el coño. Al terminar él le bañó las nalgas de leche a Alejandra, terminando Anita con la amiga haciendo un estupendo 69. Esta situación me excitó a mí, que empecé a acariciarle el coño a Sandrita. Ya en la habitación, desnudas, nos echamos en la cama atravesadas de modo que el coño de Sandrita estaba cerca de mi boca y el mío cerca de la de ella, nuestros dedos penetraban nuestros coños y nuestras lenguas masajeaban cerca del clítoris y el clítoris, los gemidos y las caricias iban de una habitación a la otra, ya no importaba nada en ese momento. Sandrita y yo terminamos abrazadas, besándonos y así quedamos dormidas, ya sin atrevernos a espiar que sucedía en la otra habitación.
Nos levantamos muy temprano Sandrita y yo, nos encaminamos hacia la cocina para prepararnos algo de comer. Mientras lo hacíamos no se escuchaba más que el ruido de los platos, cortar de la fruta de nosotras, le sugerí a Sandrita que fuera a ver cómo estaban los amantes. Sabía lo que iba a ver, me fui detrás de ella y pudimos ver a los amantes desnudos y dormidos en la cama, Eduardo en medio de Anita y Alejandra. Pasó mucho rato para que ellos se levantaran, comieron algo ligero porque ya Sandrita y yo ya lo habíamos hecho, se despidieron de Alejandra, quedando nosotros solos como habíamos llegado. Mientras esperábamos ponernos a tono para disfrutar del último día de playa, estaba en uno de los dormitorios, vestida con una tanguita, boca abajo, de modo que mis nalgas se me veían muy bien, hasta allí llegó Anita para después salir y hacer un gesto a Eduardo para que entre en la habitación ante la atenta mirada de Sandrita. Allí estaba yo, leyendo, con un pequeño hilo dental que me cubría la raja, con las piernas ligeramente abiertas. Eduardo se detuvo en la puerta, giré mi cabeza hacia él para verlo y le lancé un beso volado, a la distancia y regresé a mi lectura. No pasaron más de cinco minutos en que Sandrita entró en la habitación por lo que Eduardo tuvo que salir de la habitación ante la mirada de Sandrita. Entró Anita en la habitación, me acarició las nalgas con deseo para decirme si tenía ánimos de ir a la playa y le dije que hasta dentro de un rato que estemos de más ánimos. Luego simplemente me giré, ella acercó sus labios a los míos y nos dimos un gran beso. Sandrita se acercó a nosotras, le pedí que se sentara al lado de nosotras, acaricié sus pechos por encima de traje de baño y de una vez le dejé desnuda de sus pechos para besarlos, acariciar todo el contorno de sus pechos, besar sus pezones, morder con mis labios sus pezones. Luego acerqué mis labios a los suyos para darnos un gran beso, mis manos seguían acariciando sus pechos y mis dedos jalando sus pezones mientras que ella hacía lo mismo con los míos, Anita cerca a nosotras le empezó a quitar su calzoncito a Sandrita, le abrió las piernas y su lengua empezó a recorrer la entrada del coño, el clítoris y los bordes del coño.
Luego de unos acalorados momentos Sandrita se echó en la cama, me subí en ella y puse mi coño en su boca, ella tenía sus manos sujetas a mis nalgas, me movía de adelante hacia atrás frotando mi coño en su boca y su lengua la tenía fuera de su boca en línea recta en actitud de penetrar mi coño y de vez en cuando la movía como rascándome con su lengua deseosa. Anita en cambio, lamía, rozaba, frotaba y mordía con sus labios el clítoris de Sandrita y sus dedos la penetraban una y otra vez muy rápidamente para provocar el primer orgasmo de la nena. Eduardo entró con su verga grande y dura, Anita se separó del coño de Sandrita solo unos pocos segundos y en ese instante él la penetró ante la excitación de la nena, Anita se dedicó a morder los pezones de Sandrita y acariciar y estrujar sus pechos, mientras yo estaba con mis labios unidos a los de ella, jugueteando con nuestras lenguas, ahogando sus gemidos de placer que le estábamos dando los tres a la nena.
Eduardo la tomó de sus caderas y aceleró sus embestidas hacia su querida hija, Anita y yo nos dábamos grandes besos ahora y lejos de la cama, recostados sobre la pared del cuarto, desnudas, nuestros dedos hurgaban nuestros coños, entraban y salían al mismo tiempo que nuestras lenguas se masajeaban entre sí. Nuestros dedos se movían tan rápido como las embestidas de Eduardo a Sandrita. Ante el orgasmo inminente Eduardo vació su leche en el vientre de su hija, al ver esta escena, con mi lengua procedí a limpiarle la poca leche que le quedaba en su verga y después darme un gran beso con Sandrita donde intercambiamos la leche de papi. Estuvimos más de diez minutos descansando y rememorando aquellos deliciosos momentos de placer que nos habíamos dado. Anita se fue hacia la mitad de la cama para meter en su boca la verga de Eduardo que se hallaba acostado en la misma, puse a Sandrita en posición de perrito, la hice retroceder para ponerla al filo de la cama con las piernas abiertas, con mis dedos pulgares le abrí más el culo a Sandrita y hurgarle con mi lengua hasta donde el largo de mi lengua me permitía penetrar su culo. Eduardo bajó de la cama y se puso recostado en la pared de la habitación justo detrás de Sandrita y yo, Anita estaba arrodillada ante él sosteniendo su verga con una mano y su boca que se metía y sacaba esa verga hasta donde le permitía el tamaño de esa verga. Sandrita se puso con las rodillas en el suelo, su cuerpo desde sus caderas hacia arriba, en la cama, piernas ligeramente abiertas y detrás de ella seguía con mis dedos abriendo más su culo y mi lengua queriendo explorar cada vez más hondo dentro de ella. La nena estaba a punto de experimentar un nuevo orgasmo cuando mi lengua dejó de hurgar en su culo y una verga grande y dura la penetró, dando ella un sobresalto que hizo que la verga se le metiera más de prisa ante los quejidos y gemidos de Sandrita. Eduardo la tenía sujeta de las caderas, levantándole más el culo para penetrarla más rápido y hasta el fondo a la nena. Anita y yo fuimos a la otra habitación con las puertas abiertas de ambos cuartos nos dimos un 69, llegando a saborear nuestros flujos, tantas veces realizado.
Así, permanecimos dentro de la casa de la playa, teniendo el sexo más intenso y excitante, amor filial, el dulce placer de alcanzar lo prohibido.