Fin de semana en la playa

La amiga de Dolores está triste y se va con ella a la playa. El hijo de Dolores se unirá a ellas.

Dolores colgó el teléfono. Llevaba un buen rato hablando con María, su amiga de toda la vida. Se pasó todo la conversación tratando de consolarla, de calmarla. Se acababa de divorciar y aún no lo había superado.

-Luuuuucas - gritó.

Lucas estaba en su habitación, estudiando. Oyó a lo lejos a su madre llamarlo.

-Dime mami.

-¿Puedes venir un momentito?

Después de toda la mañana estudiando con la cabeza pegada a los apuntes de Anatomía Patológica, Lucas necesitaba relajarse y por eso había encendido el ordenador y había cargado su página porno favorita, "Maduras Calientes". Se disponía a hacerse una relajante paja mirando a aquellas macizas cuando su madre lo llamó. El viernes era el último examen del curso y después, si todo iba bien, tendría un veranito tranquilo. Hasta ahora había aprobado todo. Se acercó al salón colocándose hacia un lado su ya inflamada polla.

Miró a su madre desde la puerta, sentada en el sofá. Estaba preciosa. 45 años pero aún muy hermosa. No sabía si le gustaban las mujeres maduras por su madre o si le gustaba su madre porque le gustaban las mujeres maduras. ¿Fue primero el huevo o la gallina?

-¿Qué 'paisa'? - preguntó a su madre.

-Tesoro. María está fatal con lo del divorcio. Le he dicho que se venga conmigo al apartamento de la playa. No te importa quedarte solo unos días, ¿Verdad?

-Claro que no. ¿Cómo está ella?

-Uy. Creo que si le das un cuchillo ahora les cortaba el cuello a todos los hombres del mundo.

-Jajajaja. No será para tanto.

-Uf. Sobre todo a su marido. Bueno, a su ex-marido.

María, la amiga de su madre, tenía misma edad que ella. Era algo más bajita y más entradita en carnes, pero igualmente apetecible. Y con un hermoso par de tetas, las cuales habían sido las protagonistas de unas cuantas masturbaciones.

-Un cambio de aires le sentará bien - dijo Lucas.

-Eso le dije. ¿Seguro que tú estarás bien?

-Que sí.

-¿El viernes es tu último examen, no?

-Sí. Por fin.

-¿Qué harás luego?

-Pues no sé. Descansar. Tirarme a la bartola.

-¡Si se deja es lo mejor que puedes hacer! jajajaja

A su madre siempre le gustaba hacer esa broma con la tal Bartola.

-Pues después del examen vente con nosotras. No creo que pueda aguantar yo sola a María toda la semana.

La idea de poder admirar a las dos mujeres le atraía. Sobre todo a su madre. Hacía meses que no la veía en bañador o bikini.

-Vale. Así quedamos.

-Gracias tesoro. Eres un sol.

La sonrisa con que ella le obsequió le deslumbró. Si no fuera su madre... quizás... Pero lo era. Su mente racional le decía que mirarla así era inmoral. Que los deseos que sentía eran impuros. Pero eran solo eso, deseos. No podía luchar contra ellos. La verdad es que tampoco quería luchar. Le gustaba sentirlos. Le gustaba fantasear, echar su mente a volar, aún sabiendo que nunca nada de todo lo que imaginaba se haría realidad.

-Voy a seguir estudiando. Chao.

-Vale. Voy a preparar la comida.

Lucas volvió a su habitación. Su polla seguía dura. Cerró la puerta. Iba a echar el cerrojo, pero no lo hizo. Una de sus recurrentes fantasías era que su madre abría la puerta y lo pillaba en plena paja. Se sacó la polla, se acostó en la cama y empezó a tocarse.

Cerró los ojos y e imaginó...

La puerta se abre de repente.

-Oye, Lucas, te...

Su madre se calla de repente con los ojos fijos en su polla. La boca medio abierta.

-Estoy cachondo, mami.

-Uf, ya lo veo.

-¿Me echas una mano?

-¿Qué?

-Que si me echas una mano con esto - le dice, mostrándole su herramienta en plenas facultades.

Ella, lentamente, se acerca a la cama sin dejar de mirarle la polla. Se sienta a su lado.

-¿Quieres que mami te haga una rica paja?

-Ummm, sí, por favor. Hazme una pajita, mami - dice soltándose la polla y mirando como su madre acerca su mano hasta su dura estaca y la agarra.

-Uf, que dura tiene mi niño la polla. Verás que rico lo que te hace mami. Te dejaré relajadito para que puedas seguir estudiando.

Lucas contempla como la mano de su madre sube y baja a lo largo de su verga. Los ojos de ella van de la brillante cabeza de la polla a sus ojos. En su boca, esa preciosa sonrisa que tanto gusta a Lucas.

-¿Te gusta mi polla, mami?

-Es preciosa, mi vida. Es grandota y gruesa... como me gustan a mí.

La paja es lenta. De vez en cuando su madre le suelta la polla y le acaricia los huevos.

-¿Están cargaditos los huevitos de mi niño?

-Llenitos mami.

-Ummm, pues vamos a dejarlos sequitos.

Ella reanuda la sensual paja y lo lleva poco a poco a un intenso orgasmo. El cuerpo de Lucas se empieza a tensar.

-Aggg, mami, que... rico...me... corro...me corro...

-Sí, sí, córrete mi amor. Dale a mami toda tu lechita.

Primero su pecho y después la mano de su madre se llenan de su abundante semen, que sale de la punta de su polla a borbotones. Chorro tras chorro que ella contempla extasiada. Al final, cuando no sale ya más, exprime la polla desde la base para dejarla sin gota.

-Wow, mi niño iba cargadito.

-Gracias mami. Ha sido fantástico.

-De nada, tesoro. Una madre tiene que echarle una mano a su hijo en todo lo que pueda. Cuando quieras otra pajita, u otra cosa, me llamas.

Lucas abrió los ojos. Se miró. No era la mano de su madre la que estaba llena de leche, sino la suya. Su pecho subía y bajaba al ritmo de su jadeante respiración, aún agitada por el intenso orgasmo. La puerta de su cuarto permanecía cerrada. Se limpió con papel higiénico y volvió a estudiar.

+++++

El martes por la mañana Dolores pasó por casa de María a recogerla. Ésta la esperaba con la maleta frente al portal de su casa. La ayudó a meter la maleta en el maletero y partieron hacia la costa. Les esperaban 300 km de carretera.

-¿Qué? ¿Cómo estás María?

-Bien. Mejor. Gracias por todo, Lola. La verdad es que necesitaba un cambio de aires. La casa se me estaba echando encima. No soporto estar...sola.

-Pero mujer. Tu mari...tu ex-marido ya no estaba casi nunca en casa.

-Ya. Pero por las noches sentía su calor. Ahora ni eso...

-Sabías desde hace mucho que tu matrimonio estaba muerto.

-Ya lo sé, Lola, ya lo sé. Ya no lo amaba. Pero es la costumbre. Estoy acostumbrada a tenerlo cerca. Me costará volver a vivir sola.

-Bueno, date tiempo, mujer. Ya verás como dentro de poco estarás estupendamente.

-Eso espero.

Mientras recorrían la larga carretera, empezaron a hablar de otras cosas. Dolores intentaba que su amiga pesara lo menos posible en su situación. Parecía que lo había logrado hasta que de repente María se puso a llorar.

-Cabrón. Asqueroso de mierda - dijo, llevándose las manos a la cara.

-Tranquila, mujer.

-¿Cómo quieres que me tranquilice? Lo pillé follándose a aquella mocosa...en mi sofá. Se la estaba follando en mi sofá. No he podido volver a sentarme allí.

Dolores no sabía que decir. María le había contado la historia. Le contó como un día, hacía unos meses, había llegado a su casa antes de lo previsto y había descubierto a su marido follando en el sofá del salón con una jovencita que no tendría más de 25 años. La chica, al ser descubierta, simplemente se vistió y desapareció.

Encima, el muy cabrito de su marido trató de disculparse e incluso de echarle la culpa a ella. Le dijo que ya no era como antes. Que ya casi nunca quería sexo con él, y que él necesitaba más.

-¿Al final supiste quién era esa chica?

-No. Seguramente sería alguna putilla barata. ¿Cómo si no se iba a acostar una chica joven con Manuel? Calvo, gordo... Y pesado. Muy pesado.

-Sip. Yo tampoco lo entiendo. De joven no estaba mal, pero se ha estropeado mucho.

-Muchísimo. ¿Nosotras no tanto, no? - dijo María, mirándose de arriba a abajo.

-Jajajaja. Tampoco somos unas jovencitas. Pero yo aún levanto... miradas.

No le dijo, que sobre todo de Lucas. Pero eso era algo solo de ella.

-Bueno, cabrona. Es que tú estás estupenda. ¿Cómo lo haces?

-No sé. No hago nada especial.

-¿No comes?

-Jajaja. Claro que como.

-Pues yo como como un pajarito y mírame.

-Mujer, que no estás nada mal. Seguro que también más de uno te mira.

-Jejeje, pues sí. El chico de la carnicería no que quita ojo de encima - dijo, tocándose las prominentes tetas.

-Jajajaja, no me extraña. Siempre has estado bien cargada de pecho.

-Bueno, unas tienen una figura de modelo y otras tenemos un buen par de tetas.

Las dos mujeres rieron con ganas. Al fin parecía que María empezaba a tomarse las cosas mejor.

Hicieron a medio camino una parada en una estación de servicio. Echar gasolina, hacer un pis y desayunar en la cafetería. Se sentaron en una mesa y pidieron dos cafés con leche y unas pastas.

Se los sirvió un chico joven, con la cara llena de granos y un piercing en la nariz. Cuando se marchó, Dolores le susurró a María.

-Ese chico no dejaba de mirarte las tetas.

-¿Sí?

-jaja, sí. Creo que hasta babeaba y todo.

María miró al joven, que tras la barra desvió la mirada al ver que ella le estaba mirando.

-¿Crees que se le habrá puesta dura, Lola?

-Jajaja. Yo que sé. Pero seguro que sí. Los jóvenes se ponen a tono enseguida. ¿Ves?

-¿Que si veo qué?

-Que aún te miran los hombres, tontina.

-Pero si no es más que un mocoso. No tendrá más de 17 o 18 años.

-Bueno, será un proyecto de hombre. Pero te comía con los ojos.

María se terminó el desayuno con una sonrisa en la cara. De vez en cuando miraba al camarero, que siempre miraba para otro lado al ser descubierto.

María tuvo una idea. Se desabrochó un par de botones de la camisa, exponiendo aún más sus dos enormes tetas.

-¿Qué haces, loca? - le increpó Dolores al ver lo que hacía.

-Jeje. Ahora veras... Oye - dijo, dirigiéndose al chico - ¿Nos traes la cuenta?

El chico sacó el ticket y se lo llevó. No pudo evitar mirarle las tetas. Los ojos se le abrieron como platos al comprobar que el escote se había agrandado sobremanera.

-¿Cuánto es? - le preguntó María

El chico no dijo nada. Sus ojos estaban clavados en el canalillo.

-Oye. ¿Cuánto te debo?

-¿Eh?

-Deja de mirarme las tetas y dime cuanto te debo.

Las dos mujeres vieron, divertidas, como la cara del pobre chaval se tornaba de un rojo intenso.

-Son... se...seis euros, señora.

-¿No me haces un descuento por el espectáculo?

-Yo...no puedo...solo soy un empleado.

-Vale, Vale. Toma. Quédate con la vuelta - dijo, dándole siete euros.

-Gracias, señora.

María y Dolores salieron del local riéndose con ganas. Se subieron al coche y continuaron camino.

-Jajaja, María. Mira que eres mala. El pobre muchacho se puso rojo como un tomate.

-Jajaja, sí. Seguro que esta noche tiene material para cascársela.

-¡Seguro!

Sobre las dos de la tarde llegaron a su destino. Un apartamentito que Dolores y su difunto marido habían comprado en primera línea de playa. Descargaron las maletas y se instalaron.

-Tú duerme en la habitación pequeña. Al menos hasta que venga Lucas.

-¿Vendrá tu hijo?

-Sí. El viernes tiene el último examen y después pasará el fin de semana con nosotras. ¿No te importa, no?

-Claro que no. Un hombre guapo y joven en casa, no uno gordo y calvo. Buen cambio, para variar.

María se asomó al balcón, que daba a la playa.

-Juan y tú hicisteis una buena inversión con este apartamento.

-Sí. Lástima que él no lo pudiese disfrutar mucho.

La playa estaba bastante llena de gente, pero no de una manera exagerada. Niños jugando en la orilla, familias comiendo, gente tomando el sol.

-Bueno, María. ¿Qué hacemos?

-Aún no tengo hambre. Podríamos tomar un poco el sol y después comer algo en cualquier chiringuito.

-Perfecto. Estoy más blanca que un pedo.

-Jajaja. Y yo.

Cada una se fue a su habitación a cambiarse. A los pocos minutos se encontraron en el saloncito.

-Wow, cabrona. Te van a comer con los ojos - le dijo María a su amiga

Dolores se había puesto un bikini que no hacía más que resaltar su cuerpo.

-¿Tú crees? - dijo, dando un vuelta.

-Ya lo creo. Ya quisieran ese cuerpo más de una veinteañera.

-Nah, no es para tanto. Tú tampoco estás nada mal, mujer.

María iba con un bañador floreado.

-Estoy gorda.

-¿Pero qué dices, loca? Solo tienes un poco de barriguita.

-Y unos muslos como columnas.

-Exagerada. Ya verás como también en la playa se te van a comer con los ojos.

Se pusieron unos pareos, cogieron las toallas, una sombrilla, se encasquetaron sus gafas de sol y salieron hacia la playa.

Buscaron una zona tranquila y lo dispusieron todo. Momentos después se embadurnaban con protector solar y se tumbaron a tomar el sol.

Al poco, María le dijo a Dolores.

-Lola, ese barrigudo de allí no te quita ojo de encima.

-Pues a ti aquella pareja de chicos no dejan de mirarte.

-¿Eh?

María buscó con la mirada hacia donde señalaba con disimulo su amiga y descubrió a dos chicos que la miraban y se reían.

-Joder, se están riendo de mí.

-No seas boba. Seguro que uno de ellos le habrá dicho al otro alguna burrada con respecto a tus tetas.

-¿Tú crees?

-Claro mujer.

Se olvidaron por un rato de los hombres y disfrutaron del intenso sol del medio día, el cual, enseguida, calentó sus cuerpos.

-Uf, que calor. Este sol no es bueno. No deberíamos estar mucho rato - dijo Dolores.

-Y ya me está entrando hambrecita. ¿Comemos?

-Vale. Podemos dejar las cosas aquí. Las vigilamos desde el chiringuito ese.

-Perfecto.

Se pusieron otra vez los pareos y se acercaron hasta el local para comer. Regaron la comida con cerveza bien fría.

Después de la comida volvieron a la sombrilla y cuando al sol bajó un poco, se tumbaron otra vez. Sobre las seis regresaron al apartamento

-¿Te duchas primero? Quiero llamar a Lucas a ver como está.

-Okis.

María dejó a Dolores hablando con su hijo y se metió en el baño. Se desnudó y antes de meterse en la bañera, se miró en el espejo.

Recordó las miradas del camarero y la de aquellos dos muchachos. Si la miraban era porque debían encontrarla atractiva, aunque quizás fuera solo por su tetas. Las observó mejor y las sopesó en sus manos.

-Bueno, ya no estáis tan tiesas y duras como antes, pero la verdad es que no estáis nada mal jajaja.

Miró su cuerpo. Mentalmente lo comparó con el estilizado cuerpo de Dolores, y se dijo, que aunque no podía competir con ella, no estaba nada mal. No se encontró tan gordita como hasta ahora.

-Que te den Manolito. Tú te pierdes este cuerpo serrano.

Se metió en la bañera y se dio una relajante ducha.

Lucas estaba en plena relajante paja entre tema y tema cuando sonó el teléfono. Al ver que era su madre, no se soltó la polla. Siguió subiendo y bajando su mano lentamente.

-Hola mami.

-Hola tesoro. ¿Todo bien?

-Claro, todo perfecto. No te preocupes por mí. ¿Y por ahí que tal?

-Uf, mucho calor. Recién llegamos de la playa.

Lucas cerró los ojos. Se imaginó a su madre en bikini y aceleró el ritmo de la paja. Le daba mucho morbo masturbarse mientras hablaba con ella por teléfono.

-Pues yo me he pasado el día estudiando.

-Ay mi niño lindo. Descansa un poco.

-Sí, tranquila. Que de vez en cuando hago una pausita.

No le dijo que durante esas 'pausitas' se hacía una buena paja mirando porno o acostado tranquilamente en su cama.

-Bien. Recuerda que en le nevera tienes de todo.

-Que sí, mujer. Que no soy un niño chico.

-Para mí sí

Lucas se miró la polla, a punto de estallar.

"No dirías eso si vieras lo que tengo en la mano", pensó.

-Bueno, mamá. Pasadlo bien las dos.

-Vale. Cualquier cosa me llamas.

-Ujum. Chao mami.

-Chao mi vida.

Lucas colgó y su mano subía y bajaba a toda velocidad. Estaba a punto de correrse. ¿Cómo iría su madre vestida? ¿Seguiría aún con el bikini? ¿O quizás llevaría un bañador?

Fuera lo que fuera, estaría preciosa. Se la imaginó con las pernas abiertas pero con el bikini puesto. Y entonces, en ese momento se le ocurrió una idea. Era algo que siempre había deseado hacer pero que nunca se había atrevido. Ahora, con su madre lejos, se armó de valor.

Si soltarse la polla se levantó y se acercó a la habitación de su madre. Buscó entre su ropa interior y sacó algunas de sus bragas.

Las admiró. Las abrió y pasó sus ojos por la zona que estaría en contacto con su coño. Aunque estaban limpias y sabía que solo olerían a jabón, las acercó a su nariz y aspiró. Incluso llegó a pasar su lengua a lo largo de la zona. Su calenturienta imaginación le hacía pensar que pasaba su lengua a lo largo de la rajita del coño de su madre.

Se tumbó en la cama, justo en donde dormía su madre. Se enrolló unas bragas en la polla y se empezó a pajear con ellas. No tardó en correrse con intensidad, llenando las maternales bragas con una abundante ración de semen caliente y espeso.

Miró las bragas.

-Joder. Las he dejado hechas unas bragas. Jajajaja

Momentos después, mientras las lavaba, pensó que sería fantástico hacerlo otra vez, pero con unas bragas recién usadas.

-Ummm, aún calentitas y olorosas.

Las dejó en la cocina para que se secaran y volvió a su cuarto a estudiar.

María salió del baño envuelta en una toalla.

-Todo tuyo Lola.

-Okis.

Mientras Dolores se duchaba, María se puso crema en todo el cuerpo. Cuando se pasó las manos por las tetas recordó la mirada del muchacho de la estación de servicio.

-Jaja, si me viera ahora así seguro que se corría en los pantalones - dijo a sí misma pasándose los dedos sobre los pezones.

Se empezó a preguntar cómo sería follar con un chico tan joven. Seguro que sería un inexperto. O quizás no. Quién sabe. Los chicos de ahora no son como los de antes.

Se siguió acariciando, pensando, imaginando. Sintió calorcillo entre sus piernas. Notó que su coño se empezaba a mojar. Gimió cuando atrapó sus pezones entre sus dedos.

-Ummm, me estoy poniendo cachonda.

Hacía mucho tiempo que no se calentaba. Desde antes de descubrir a su ex con aquella zorrita. Eran demasiados meses sin placer. Lentamente llevó su mano derecha hasta su coño. Se estremeció al pasar las yemas de sus dedos a lo largo de su ya mojada rajita.

-Agggg, que rico - gimió al frotarse el inflamado clítoris.

-Ya estoyyyyy - gritó Dolores saliendo del baño.

María dio un respingo y sacó la mano de entre sus piernas.

-Me estoy vistiendo. Ya salgo - le dijo.

-Vale.

Cachonda perdida, se vistió y salió al saloncito.

-Bueno, María. ¿Qué hacemos? Aún es temprano para cenar.

-Vamos a dar un paseo por la avenida.

-Vale.

Cogidas de la mano pasearon por la larga avenida. María seguía cachonda, y se sorprendió a sí misma mirando a todos los hombres jóvenes que veía.

-Cuando pimpollo suelto, ¿Eh Lolita?

-Jajaja. Sí. ¿Qué te pasa?

-No sé. Creo que al final mandé al carajo a Manolo.

-Ya era hora. ¡Aleluya!

-¡Aleluya!

Las dos mujeres rieron con ganas. Siguieron caminando, parándose en las diferentes tiendas que había a lo largo del paseo. Pasaron por delante de una que vendía bañadores y bikinis.

-Oye Lola. ¿Crees que aún me sentará bien un bikini?

-Claro tonta. Vamos a ver.

Dolores tiró de María hasta dentro de la tienda. Estuvieron un buen rato mirando y al final salieron cada una con dos bikinis nuevos.

-Mañana en la playa se nos van a comer con los ojos - dijo Dolores.

-Uy, ojalá me comieran con otra cosa.

-¡María! Jajajaja.

-Chica, no sé. Pero no dejo de mirar a los jovencitos.

-Algunos no están nada mal. Bueno, y algún madurito tampoco.

Un rato después se pararon en un lindo restaurante y se sentaron a cenar. Regaron la comida con una botella de vino de la cual dieron buena cuenta.

Sobre las 11 de la noche volvieron al apartamento. María se sentó en el sofá y Dolores en el sillón.

-Creo que el vinito se me ha subido a la cabeza, Lola.

-Y a mí. Pero estaba rico.

-Ummm, ya lo creo.

María volvió a sentir cosquillitas en los bajos. Miró a su amiga.

-¿Lo echas de menos? - le preguntó.

-¿Qué cosa?

-El sexo.

-A veces.

-Ya hace mucho de lo de tu marido. ¿No has pensado en volver a tener una relación?

-La verdad es que no. Me volqué tanto en Lucas que no tuve tiempo. Ahora ya es tarde.

-Mujer, pero si somos aún jóvenes. Y de buen ver. Seguro que tendrías muchos pretendientes.

-¿Y tú? ¿Lo echas de menos?

-Pues, la verdad que hasta ahora no. Ya desde mucho antes de pillar al cabrón estaba dormida ahí abajo. Pero...uf.

-¿Uf?

-Sí, Uf. Hoy con esas miraditas como que se me ha despertado.

-Jajajaja.

-Encima ríete.

-Necesitas un hombre, María.

-Sí, uno que me quite las telarañas del coño.

-Jajajajaja. Eso, eso.

-Bueno, me voy a la cama. A ver si se me pasa... el mareo.

-Buenas noches. Que descanses.

María se fue a su habitación, se puso un pijama y se acostó. No era el mareo lo que quería quitarse, sino la humedad que no había abandonado su coño en toda la tarde.

Con la mano izquierda empezó a pellizcarse sus duros pezones. La derecha la metió por dentro del pijama y recorrió la raja de su coño con las yemas de dos dedos.

-Agggg, que rico....

Cerró los ojos y empezó a imaginar. Se vio a sí misma en la estación de servicio. Aquel muchacho le miraba, embelesado, las tetas.

-Deja de mirarme las tetas y dime cuento te debo.

El chico que se imaginaba no se puso rojo.

-Perdone que se las mire así, señora. Pero tiene Vd. un impresionante par de tetas.

-¿Tú crees?

-Ya le digo. Lo que disfrutaría yo con esas dos.

-Vaya con el mocoso. ¿Y qué harías tú con estas dos? - le dijo levantándolas con sus manos.

-Preciosa, después de follarte bien el coño, te follaba esas dos preciosidades hasta dejártelas bien llenas de leche.

-Ummm eso me harías.

-Eso te voy a hacer.

La coge de la mano y la hace levantar. Tira de ella en dirección a la parte de atrás del local. Ella gira la cabeza hacia Dolores.

-Espérame un poquito. Me van a follar.

Entran en un almacén lleno de cajas. Allí mismo, el muchacho la abraza y la besa con pasión. Le coge una mano y se la lleva hasta su polla.

-Mira lo dura que la tengo. La tengo así desde que entraste por la puerta. Sácamela.

María le baja la bragueta, mete la mano y le saca una buena polla. Larga y dura. La agarra con las dos manos y la aprieta.

-Ummm que linda polla tienes, cabrito. La quiero toda dentro de mi coño. ¡YA!

La hace sentar sobre unas cajas. Le quita las bragas, le abre las piernas y se la empieza a follar. De un tirón le hace saltar los botones de la camisa y después le arranca el sujetador.

-Madre mía. Pero que tetas.

-Comételas. Y no dejes de follarme

Sin dejar de bombear, el muchacho agacha la cabeza y empieza a besar, a lamer, a morder, sus dos masas de carne. María gime de placer al sentir los dientes cerrarse sobre sus pezones.

-Aggggggggg, que rico....fóllame..., fóllame asíiiiiiiiiiiiiii.

La agarra por las caderas y se la folla bien fuerte, bien duro, clavándole la polla hasta el fondo de su encharcado coño, una y otra vez. Hasta que ella estalla en un fuerte y arrollador orgasmo.

El chico le saca la polla y la hace arrodillar delante de él. Le mete la polla entre las tetas y se mueve adelante y atrás, follándoselas

-Tía, que gusto....dios....me corroooooo

En la cama del apartamento el segundo orgasmo estalla en el cuerpo de María, que con los ojos cerrados, imagina como la polla del chico se corre con abundancia entre sus tetas. Imagina que con sus manos se extiende la corrida, llenándose la nariz con el dulzón aroma del semen fresco. Es algo que le gustaba mucho hacer cuando su ex se corría en sus tetas. Algo que cada vez hizo menos hasta que dejó de hacerlo.

Se quedó jadeando sobre la cama, con una sonrisa en los labios. A los pocos minutos, se durmió.

+++++

-¿Qué tal dormiste? - Le preguntó Dolores cuando entró por la mañana en la cocina, atraída por el olor del café recién hecho.

-Ummm, muy bien. ¿Y tú?

-Muy bien. El sol cansa.

-Sí. Bastante.

-¿Se te pasaron... los calores? Jajaja. - le preguntó divertida Dolores.

-Uy, un poco sí. Hice algo que hacía muuucho tiempo que no hacía.

-¿Qué cosa?

-Un... dedito. Bueno, dos.

Las dos amigas se miraron a los ojos. Ambas pensaron lo mismo. Pero habían jurado no volver a hablar más de aquello. Llevaban 30 años sin haber sacado jamás el tema.

-¿Qué plan tenemos para hoy? - dijo Dolores desviando la mirada.

-Playa, sol, mar. Descansar

-Estupendo plan. ¿Te pondrás uno de los bikinis nuevos?

-Sip. ¿Y tú?

-Vale.

Desayunaron y después fueron a ponerse la ropa de baño. La primera en salir al salón fue Dolores. A los dos minutos salió María.

-Wow, María. Estás espectacular.

-¿Tú crees? ¿No me queda pequeño? Uf, no sé. Creo que las tetas se me van a salir en cualquier momento.

-Jajaja. Si eso pasa, habrá revuelo en la playa. No seas tonta, que te queda de maravilla. Ya verás como no te van a dejar de mirar.

-Vale. Pues vamos a la playa.

Cuando María llegó a la arena iba pletórica, exultante. Había sentido las miradas de varios hombres clavados en ella. Sacó pecho y estiró la toalla cerca de la sombrilla. Se sentó sobre ella y se empezó a poner crema.

Un madurito a la izquierda dejó caer el periódico que leía y se quedó embobado mirándole las tetas. Ella, disimuladamente, se exhibió. A la derecha había un grupito de chicos y chicas. Uno de ellos la miraba embelesado hasta que una de las chicas, seguramente su novia, le dio un codazo.

María se sentía muy muy bien.

A Dolores también la miraban. Las dos juntas formaban una muy atractiva pareja. Ellas se hacían las locas, pero estaban encantadas de despertar esa admiración en la población playil masculina.

Media hora después, con el cuerpo ardiendo por el sol, María le dijo a Dolores que iba a darse un chapuzón. Se levantó y contoneó las caderas sensualmente. Sabía que la estarían mirando. Dolores se fijó como un chico joven, sobre los 23 o 24 años, salió detrás de su amiga y se puso a nadar cerda de ella.

Cuando María regresó, el joven se quedó en el agua. Llegó toda mojada y se tumbó boca abajo en la toalla.

-¿Viste aquel chaval? Uf, me miró descaradamente las tetas mientras me bañaba.

-Jajaja, sí, lo vi. Ahora está en el agua, sin salir.

-jajajaja. Seguro que está esperando a que se la baje la polla.

-Jajaja, sí. Seguro.

-¿Crees que se la meneará allí?

-Jaaaaaaaaaa, mira que eres bruta, María. Pero quien sabe.

María miró hacia el agua. Allí seguía el chico, con el agua por el pecho. Las manos estaban sumergidas.

-Mira, tiene las manos debajo del agua. Seguro que se la está meneando a mi salud.

-Capaz es.

María lo deseó. Que el chico se estuviese haciendo una buena paja. Por ella. Para ella. Notó que se empezaba a poner otra vez cachonda. Sus pezones, aplastados contra la caliente toalla se pusieron duros. Y su coño se mojó más de lo que ya estaba por el agua salada.

-¿Y si volvía al agua? ¿Se atrevería el chico a decirle algo? ¿O incluso a tocarla? Pensó que se dejaría meter mano. Se dijo a sí misma que incluso ella sería capaz de cogerle la polla bajo el agua. Que le haría una buena paja hasta hacerlo correr.

Dolores la miró. Vio a su amiga con los ojos cerrados y una leve sonrisa en los labios.

-¿Qué piensas, pillina?

-Uf, Lolita. Este sol me está quemando.

-Sí sí, el sol. Tú lo que necesitas es un buen macho que te quite esos calores.

-Ummm, sí. Un jovencito incansable.

-Jajaja, mujer, no seas asalta cunas. Confórmate con un madurito simpático. Vigilas las cosas. Voy a darme un bañito yo también.

-Vale. Fíjate si el chico ese se la está meneando.

-Quita, quita.

Pero lo hizo. Con disimulo nadó cerca del joven. Pero no vio nada raro. Simplemente, nadaba.

Media hora después las dos estaban debajo de la sombrilla, mirando a la gente.

-Mira Lola. Muchas mujeres están en top-less.

-Sí. Ya me he fijado.

-¿Te animas?

-Uy no.

-Antes lo hacías.

-Eso era antes. Ya no soy una jovencita.

-Mujer, pero si tienes un cuerpo precioso, lo sabes.

-Es que no me apetece.

-Yo lo hice una vez. Pero la playa estaba desierta.

-María, si te sacas esas dos tetas, más de uno se ahoga.

-Jajajaja. Exagerada.

Como el día anterior, comieron en uno de los chiringuitos y después se fueron a hacer la siesta. María, en la semi penumbra de su habitación, se frotaba el clítoris y se pellizcaba los pezones. Se imaginaba a sí misma en el agua, rodeada por dos apuestos jovencitos. En cada mano tenía una dura polla, que pajeaba mientras ellos le magreaban las tetas. Su boca iba de una a otra. Al fondo, en la arena, Dolores la miraba.

Y entonces empezó a recordar aquel día, hacía tantos años. Estaba en casa de Dolores, estudiando las dos en el cuarto.

Pero enseguida empezaron a hablar de chicos. Las dos aún eran vírgenes. Y las dos deseaban dejar de serlo. María había empezado a salir con un chico.

-¿Besa bien? - le preguntó Dolores

Estaban las dos boca abajo, una al lado de la otra, con los libros delante de ellas.

-Ummm, sí. Pero tiene las manos muy ligeras.

-¿Sí? ¿Te mete mano?

-Uf, sí. Le encanta magrearme las tetas.

-Es que estás muy cargada de pecho, María.

-La verdad es que me encanta que me las toque.

-¿Y tú.... al él...?

-¿Yo a él qué?- preguntó María aún sabiendo a que se refería Dolores.

-Que si tu, ya sabes. Que...si se la tocas.

-Ummm, sí. Cuando me acaricia las tetas yo se la acaricio sobre el pantalón. Se le pone dura. Pero el otro día...UF.

-¿Qué pasó? ¿Qué pasó?

-Me estaba besando y acariciando: Me tenía muy caliente. Cuando se la fue a tocar, el muy cabrito se la había sacado.

-¡Coño!

-Al principio me asusté. No me lo esperaba. Pero el me cogió la mano y me hizo cogerle la polla.

-¡María!

Las dos muchachas se miraron. Aquella conversación las había excitado. Sobre todo a María. Los ojos de María se posaron en los entreabiertos labios de Dolores. Los encontró preciosos, sensuales.

-Lola...me encantó sentir su polla en mi mano. Me pidió que le hiciera una paja.

-¿Se la hiciste?

-Sí

-Wow.

María sentía su coño palpitar. Los labios de Dolores entreabiertos, tan sonrosados. Era tan guapa. Sin saber porqué, acercó los suyos a los de su amiga y la besó.

Dolores se quedó sorprendida.

-¿Qué...qué haces? - le preguntó.

-Así me besa.

Las dos se quedaron unos segundos mirándose. Dolores aún sin creer que María la había besado y María sin creer que lo había hecho.

Pero lo volvió a hacer. Volvió a acercar sus labios y besó a Dolores. Más tiempo. Cerró los ojos. Sentía un agradable cosquilleo por todo el cuerpo. Entreabrió sus labios y con la lengua lamió los labios de Dolores.

Se separó de nuevo. Abrió los ojos y comprobó que Dolores tenía los suyos cerrados y la boca entre abierta.

Dolores no entendía que le pasaba. Era la primera vez que la besaban así. También tenía el cuerpo lleno de agradables cosquillitas, que aumentaron cuando María la volvió a besar. Y esta vez abrió su boca y buscó con su lengua la otra lengua.

El beso, su primer beso, se tornó apasionado. Sintió entre sus piernas eso que sentía cuando por las noches se acariciaba en la oscuridad de su cuarto. Juntó las piernas con fuerza, sintiendo una oleada de placer recorrer su cuerpo.

De repente, Dolores se echó sobre ella y la hizo darse la vuelta, quedando boca arriba y Dolores boca abajo. Se miraron unos instantes, ambas con los ojos brillantes, llenos de deseo. Y se fundieron en un nuevo beso, Entrelazaron las lenguas.

-Él me acaricia así - le susurró María llevando una mano a uno de sus pechos y acariciándolo

-Ummmm, María...esto...no...no está bien.

María le cerró la boca con la suya, y siguió acariciándola. Sin separar los labios, empezó a bajar lentamente su mano, acariciando el cuerpo de Dolores. Llegó a su falda y metió la mano por debajo. Lentamente, la llevó hasta las braguitas. Con el corazón desbocado, empezó a acariciarle el coñito por encima. Dolores estaba muy mojada, como ella.

La deseaba. Deseaba tocarla, acariciarla. Metió las manos por debajo de las bragas. Acarició su sedoso pubis y fue en busca de la virginal rajita.

Pero en ese momento Dolores salió del trance en que estaba. Le apartó la mano y se zafó, saliendo de la cama.

-No quiero seguir, María. Será mejor que te vayas.

-Yo...Dolores... lo siento.

-Vete por favor.

-Vale. Me voy.

Cuando salía por la puerta, Dolores le dijo.

-No quiero que jamás hablemos de lo que ha pasado. Jamás

-Está bien.

Les costó varias semanas volver a ser las de antes, pero al final pudieron seguir con su amistad. Nunca sacaron el tema. Nunca insinuaron nada.

Ahora, 30 años después, en la cama del apartamento de Dolores, María frotaba su clítoris recordando aquel momento. Se preguntó que hubiese pasado si Dolores no la hubiese detenido. Si cuando metió su mano por dentro de las bragas Dolores no se hubiese levantado, asustada.

Habría seguido. Habría recorrido con sus dedos el mojado coñito de Dolores y la habría masturbado sin dejar de besarla. Habría hecho como ella estaba haciendo ahora. Frotar su clítoris con las yemas de sus dedos. No habría parado hasta hacerla correr con sus caricias, y después le habría pedido que se lo hiciera a ella. Le habría pedido que le hiciera una pajita como aquel chico le hizo después de haberle hecho ella a él lo mismo.

30 años después, María se corrió con intensidad imaginando que su amiga la hacía estallar con sus dedos. Se quedó unos segundos jadeando, con los ojos cerrados. Se preguntó que hubiese sido de su amistad si Dolores no la hubiese parado. Quizás habrían terminado. O quizás no.

Eran demasiado jóvenes, demasiado inexpertas. Apenas empezaban a conocer el placer. Todo había quedado en un recuerdo enterrado en su mente que resurgía de vez en cuando.

Siempre fue más abierta en el sexo que Dolores. Los primeros años con su ex fueron años llenos de intensas experiencias. No había nada que no intentaran. Incluso una vez él le pidió que deseaba verla con otra mujer. Ella accedió y gozó entre los brazos de la chica que eligieron. Cuando se besaban volvieron los recuerdos de aquel día con Dolores. Y cuando hicieron un 69 siendo observadas por su marido, deseó que la chica fuera Dolores.

De esa parte de su vida nunca habló con su amiga. Era lo único que la había ocultado. Después, el paso del tiempo fue enfriando la relación. El sexo comenzó a desaparecer poco a poco. Hasta que pilló a aquel cabrón follándose a la chica en su propio sofá.

Ahora todo aquello había vuelto. El deseo había regresado.

Cerró los ojos para dormir.

+++++

Por fin llegó el viernes. Lucas fue a la Facultad para hacer el maldito examen.

Salió contento. Aunque tardaría unos días en saber la nota, sabía que lo aprobaría. Tanto tiempo encerrado en casa habían dado sus frutos.

En la cafetería se encontró con Pedro, un compañero.

-¿Qué Luquitas? ¿Cómo te salió?

-Muy bien la verdad. ¿Y a ti?

-Joder, creo que cateo seguro.

-Pues ya sabes. Ajo y agua y a estudiar para septiembre.

-Síp, no me queda otra. ¿Qué va a hacer este verano?

-Aún no lo sé. Este finde me voy a la playa con mi madre y una amiga suya.

-Joder, que aburrido.

Pedro no conocía a su madre ni a María. Si no quizás hasta se hubiese apuntado

-Nah, hombre. A tomar el sol, que estoy más blanco que un pedo.

-Jajaja, sí. Pues nada, que lo pases bien con tu mami y su amiga. Seguro que se pasan las noches jugando a las cartas. Jajajaja. Chao

-Chao. Ya nos veremos por ahí.

Se marchó a su casa, cogió la maleta que tenía preparada y se dirigió a la estación de tren. En tres horitas estaría en la playa. En tres horitas tendría a su madre y a María casi desnudas delante de él.

Una vez el tren arrancó, llamó a su madre.

-Hola tesoro. ¿Qué tal fue todo?

-Todo perfecto, mami. Apruebo seguro.

-¡Cuánto me alegro, tesoro!

-Ya estoy de camino. Llegaré sobre las tres.

-Ah, perfecto. Te esperaremos en la playa para comer juntos.

-Okis. Hasta ahora.

Dolores colgó. Estaban ya en la playa desde hacía rato.

-Era Lucas. Llegará sobre las tres. ¿Le esperamos para comer?

-Claro. Será agradable comer con un hombre, para variar.

-Sí. Dice que el examen le salió bien.

-Es un buen chico.

-El mejor. Ummm, será amor de madre.

Hacía un tiempo que María no había coincidido con Lucas. Siempre estudiando. Era un guapo mozo. Alguna que otra vez lo había visto mirándole las tetas, pero nunca le dio importancia. Se preguntó si seguiría mirándola.

+++++

Puntual, cosa rara, el tren llegó a su destino. El apartamento no estaba lejos y Lucas fue andando. Tenía llaves, así que subió y entró.

-Mamá. Ya llegué - gritó.

Pero nadie le contestó. Recordó entonces que su madre le dijo que lo esperarían en la playa, así que decidió dejar la maleta y cambiarse antes de bajar.

Entró en el cuarto pequeño y descubrió que había ropa de mujer. Entonces cayó en la cuenta de que María debía de dormir allí.

-Vaya. Creo que me tocará el sofá.

Iba a salir de la habitación cuando vio a los pies de la cama unas prendas. Sintió curiosidad y se acercó. Era ropa interior. De María. Lo supo en cuando cogió el sujetador y vio lo grande que era.

Miró las bragas. ¿Estarían usadas? Las miró y comprobó que sí. La polla se le puso morcillona. Se llevó las bragas a la nariz y las olió.

-Ummmm, joder. Huelen a coño.

Se sacó la polla, dispuesto a hacerse una buena paja oliendo las bragas de María, pero se dio cuenta de que ellas podrían volver en cualquier momento y pillarlo in fraganti, así que las dejó donde estaban y se acercó a la ventana. Trató de encontrarlas en la arena, pero había demasiada gente y podrían estar debajo de cualquier sombrilla.

Pero entonces la vio. Su madre subía desde la orilla, secándose el cabello. La miró. La admiró.

-Joder mami. Pero que preciosa eres.

La siguió con la mirada hasta que llegó a una sombrilla. Allí vio otros pies. Tenía que ser María. Su madre se metió también debajo de la sombrilla.

-Bien, ahora sí.

Se dio la vuelta y volvió hacia la habitación de María, pero se paró en seco. ¿Tendría su madre también bragas usadas? Cambió de dirección y fue al dormitorio principal.

No vio nada por el suelo. Ni en los armarios. Una lucecita se le encendió en la cabeza. Las veces que él había estado fuera de casa, ponía la ropa sucia en una bolsa y la lavaba (bueno, la lavaba su madre) al volver a casa. Quizás ella hiciera lo mismo. No tenían lavadora en el apartamento.

Buscó en la maleta de su madre y allí la encontró. Una bolsa cerrada. La abrió y encontró un tesoro. Había varias bragas. Todas usadas. La polla le daba brinquitos, asomando por la bragueta.

Cogió unas rojas preciosas y las olió.

-Ummm, mami, que rico huelo tu coñito. Lo que daría por comértelo bien comido.

Cogió otras color celeste y con las dos bragas en la mano volvió a la ventana. Miró y comprobó que las dos seguían debajo de la sombrilla.

Se envolvió la polla con las bragas celestes y se puso las rojas sobre la cara. Y allí, mirando por la ventana, ladeado para que no pudieran verlo desde fuera, se empezó a hacer una maravillosa paja aspirando los íntimos aromas de su deseada madre.

Tan cachondo estaba que se corrió en pocos minutos. Una impresionante corrida que salió disparada de su polla más de un metro, cayendo al suelo. Varios potentes chorros, varias placenteras contracciones.

-Agggg, mami...que rico...toda mi leche para ti...

Se quedó unos segundos más, jadeando, recuperándose. Después, devolvió las bragas a donde las encontró, limpió bien el suelo y se cambió de ropa.

Bajó a la playa y se acercó a la sombrilla.

-Hola. Ya estoy aquí.

-Tesoro. Ya has llegado - dijo su madre levantándose y dándole un gran abrazo.

A Lucas le encantó sentir como las tetas de su madre se aplastaban contra su pecho.

-Hola Lucas. ¿Cómo estás? - le preguntó María, que seguía tumbada en la arena.

Lucas lo intentó, pero no pudo evitar que sus ojos se posaran fugazmente en las dos tetazas de la amiga de su madre. Encima vestía un bikini que no hacía más que resaltarlas.

María se dio cuenta de esa fugaz mirada.

-Muy bien María. ¿Y tú?

-La verdad que muy bien. Estos días me han sentado de maravilla. ¿Me ayudas a levantar?

-Claro.

Le tendió las dos manos. Ella se agarró y la levantó. Los ojos de Lucas fijos en el canalillo que separaba sus dos maravillas.

-¿No me das un beso? Hace mucho que no nos vemos.

Le dio dos. Uno en cada mejilla. Su piel era suave y caliente. Olía a aceite de coco. La presión de sus tetas contra su pecho hizo que su polla creciera un poco.

-¿Tienes hambre, mi amor? - le preguntó su madre.

-La verdad es que sí.

-Y nosotras. Pues vamos. Recogemos y vamos a comer.

Las ayudó, guardó la sombrilla y los tres se dirigieron a la avenida. Se rezagó un metro para poder mirarles el culo.

"Joder, pero qué buenas estás las dos. Va a ser un fin de semana interesante", pensó con los ojos yendo de un culo al otro.

María giró la cabeza y le miró. Sonrió.

"La cabrona sabe que le estaba mirando el culo".

Ella no solo lo sabía, sino que lo meneo con descaro para darle al guapo mozo un buen espectáculo.

"Ummm que guapote se ha puesto Luquitas. Y yo que zorra, meneando el culo para él" - se dijo María, sin dejar de contonear las caderas.

Eligieron una terracita en donde ellas habían comido ya un par de veces. Pidieron unas cervezas bien frías en lo que esperaban la paella que encargaron.

-Tu madre me dijo que saliste contento del examen.

-Sí. Ahora me voy a olvidar de todo hasta octubre.

María y Dolores se habían puesto sus pareos para comer, pero el de María estaba abierto, dejando bien a la vista sus pechos. Le encantaba ver como los ojos de Lucas se posaban en ellos de vez en cuando.

Hablaron de cosas intranscendentes hasta que María le empezó a preguntar por chicas.

-¿Qué tal tu novia? ¿Por qué no te la trajiste?

-Ahora mismo estoy sin novia, María.

-¿Cómo es eso? Un chico tan... guapo.

-Ya ves.

-Si yo tuviera 20 años menos no te me escapabas - le dijo, mirándole a los ojos.

Dolores, por debajo de la mesa, le dio con el pie a María. La muy jodía estaba flirteando con su hijo. Con su niñito. Pero se quedó con la boca abierta cuando su 'niñito' le respondió.

-Bueno, la verdad es que no me importaría tener una novia algo mayor que yo.

-¿Sí? Vaya, qué interesante. Qué interesante.

En ese momento llegó la paella y el camarero les sirvió. Cuando se marchó y Lucas miró hacia las tetas de María, vio que los pezones se le marcaban. Sus ojos estuvieron varios segundos mirándolos. Subió la mirada y se encontró con la de María. Ella le sonrió. Lucas le devolvió la sonrisa.

Otra patada por debajo de la mesa de Dolores hizo que empezara a comerse el arroz.

Cuando terminaron de comer, Lucas les preguntó que qué solían hacer a esas horas.

-Pues dormimos un poco la siesta, hasta las cinco o así, y después volvemos a la playa un rato - dijo su madre.

-Ah, perfecto. Me vendría bien una siestecita a mi también.

-Pues vamos.

Subieron al apartamento. Lucas cogió dos cojines para acomodarse en el sofá.

-Uy, no no - dijo María - Ese sofá es muy incómodo. Duerme en mi cama.

Dolores y Lucas la miraron con ojos como platos. María los miró al uno y al otro varias veces, hasta que rompió a reír.

-Jajaja, que caritas habéis puesto los dos. Yo dormiré con tu madre en la cama grande.

-Ah, vale... -dijo Dolores.

-No hace falta, María, de verdad. No es la primera vez que duermo en este sofá.

-Que no, que no. En la cama estarás más cómodo.

Las dos mujeres se fueron a la habitación de matrimonio y Lucas a la pequeña.

En cuanto se metió en la cama, se agarró la polla y empezó una lenta y placentera paja. ¿Qué pasaba con María? ¿Lo estaba provocando? Se dijo que no, que quizás todo eran imaginaciones suyas, ensoñaciones de su calenturienta mente.

Pero el pensar que aquellas dos preciosas mujeres estaban acostadas en la misma cama, a pocos metros de él, no hizo sino calentarlo más de lo que ya estaba.

En la otra habitación, María estaba acostada mientras Dolores hacía pis. Cuando Dolores se acostó, le dio una tercera patadita.

-Eres una guarra. Llevas todo el rato provocando a Lucas.

-Ummm, es que está tan bueno. Me come con los ojos. Sobre todo las tetas.

-Calla cochina.

-Se nota que le gusto.

-Bueno, es un hombre. Y a los hombres les gustan las tetas grandes.

-Oye...Lola... ¿Tú crees que querrá... follarme?

-¡Pero María! ¿Te has vuelto loca? Que es mi hijo, por dios.

-Uf, lo sé. Pero tengo el coño ardiendo.

-Pues hazte una paja, joder. Y deja a mi hijo en paz.

-¿No estarás celosa?

-¿Celosa? María, definitivamente estás majara.

-¿Entonces qué más te da si me folla o no me folla?

Dolores se dio la vuelta, enfadada. A los pocos minutos oyó gemir a María. Se dio la vuelta y la miró. No se podía creer lo que vio. María se acariciaba las tetas con la mano izquierda y la derecha la tenía metida por dentro del bikini.

-Pero... ¿Qué haces?

-Umm, lo que me dijiste...una...agggggg.....pajita....que...rico....

Se volvió a dar la vuelta, dándole la espalda. Pero no pudo evitar oírla gemir, sentir el leve movimiento de la cama.

-Eres una descarada, María.

-Yo...lo siento Dolores...pero es que...aggggggg estoy muy caliente....Es esto o me voy a la habitación de al lado para que Lucas me folle bien....agggg...dios....bien...folladaaaaaaaaa.

La cama tembló. Dolores notó que el cuerpo de María botaba ligeramente en la cama. Aquella cabrona se estaba corriendo como una perra salida. Fue un orgasmo largo, que terminó con ligeros jadeos de su amiga.

-Ummm, Lolita...Lo necesitaba. De verdad que lo necesitaba.

-Cállate ya. Quiero dormir.

-Vale. Me callo.

Ninguna de las dos durmió. La una, María, pensando en el guapo mozo que dormía a escasos metros de ella. La otra, Dolores, enfadada. No le gustaba nada que María sintiera esos deseos hacia su Lucas.

+++++

Sobre las cinco Dolores se levantó. Al poco apareció Lucas.

-¿Descansaste, tesoro?

-Sí un poco. Me sentó bien la siestecita. ¿Y tú?

-Sí - contestó, seca.

Detrás apareció María. Ella y él se cruzaron las miradas.

-¿Vamos a la playa? - preguntó Lucas - Ahora con el sol menos fuerte es como mejor se está.

-Vale, vamos - añadió María - Oye, ¿No será que nos quieres ver otra vez en bikini?

Dolores le echó una mirada glacial, la cual María obvió.

-Bueno, jeje, la verdad es que es un placer admirar a dos hermosas mujeres.

-¿Oíste Lola? Tu hijo dice que somos dos hermosas mujeres.

-Ya - dijo Dolores, otra vez seca. - Vámonos ya.

Lucas llevó la sombrilla y siguió las dos mujeres. María meneó de nuevo su culito para deleite de Lucas. Llegaron a la playa y él plantó la sombrilla mientras las mujeres estiraban las toallas.

Cuando Lucas vio como su madre empezaba a poner crema en las piernas, no pudo resistirse. Se acercó a ella.

-Déjame ayudarte, mamá.

-Gracias mi vida.

Lucas le puso crema en los muslos, en los brazos y en la espalda. Le encantaba pasar sus manos por la suave y cálida piel de su madre. No se atrevió a ponerle crema por delante.

-Lista.

-Gracias mi amor.

María, que había estado atenta a todo, se dirigió a Lucas y con vos sensual, le dijo.

-¿Y a mí no me pones cremita?

-Claro. Por supuesto.

"Cabrona", pensó Dolores.

Lucas extendió la loción solar con olor a coco por la espalda de María, por sus brazos.

-Por delante también, por favor. No quiero quemarme las...ya sabes.

Los ojos de Dolores echaban chispas cuando vieron como Lucas le ponía crema a María por la barriga y sobre todo, cuando vio como lo hacía por la parte superior de las tetas. No oyó como él le decía a María.

-Sí, mejor no se vayan a quemar estas dos... preciosidades.

-Gracias... guapo.

María bajó fugazmente su mirada hasta la entrepierna de Lucas. Comprobó con alegría como el bulto había aumentado.

Lucas se sentó en la arena y empezó a mirar hacia el mar, hacia la gente que paseaba por la orilla. María miró hacia donde él miraba y vio que había un grupito de chicas en top-less.

-Son lindas, ¿No? - le preguntó.

-Pshé, sí no están mal.

-Si yo tuviese su edad no me importaría hacer top-less. Pero ya no soy lo que era.

Él la miró.

-Pero María, si estás de toma pan y moja.

-¿Tú crees?

-Claro que lo creo. Ya quisieran muchas de esas estar como tú.

-Gracias Lucas. Es agradable que le digan cosas bonitas a una. Sobre todo un jovencito como tú.

Dolores apretaba los puños. Aquella guarra seguía provocando a Lucas.

-¿Así que piensas que yo podría hacer como ellas?

El corazón de Lucas latió con fuerza.

-Por supuesto.

-Es que hace mucho que no lo hago.

-Venga mujer, que no se diga.

-¿Tú crees?

-Que sí.

-Vale. Uf...

Con asombro, Lucas vio como María se llevaba las manos a la espalda y se desabrochaba el sostén. Con la boca medio abierta, se quedó mirando las dos impresionantes tetas de María, al fin liberadas de toda tela.

-Wow, María. Vaya par de peras...Ops, lo siento.

-Jajaja, tranquilo. No pasa nada.

Si pasó. La polla de Lucas alcanzó su máximo esplendor y si vio obligado a ponerse boca abajo.

-María, por dios. Estás loca - protestó Dolores.

-Quita quita. Pero si es lo más normal del mundo. No soy la única que lo hace.

-Pero todos te están mirando.

-Pues que miren. No me importa.

-Pero... está Lucas.

-A él tampoco le importa. ¿Verdad que no, Lucas?

-Claro que no

Quizás la suerte le siguiera sonriendo. Probó.

-Mami, tu también deberías hacerlo. Tu cuerpo es precioso.

Dolores se quedó sin habla, mirando a Lucas. A su hijo, que acababa de decirle que tenía un cuerpo precioso.

-Venga, Lolita. Desmelénate un poco, mujer.

-No. Déjame en paz, María.

-Tú misma.

María se puso a tomar el sol sentada. Lucas no le quitaba ojo de encima. Los pezones se le endurecieron y el coño se le empezó a mojar. Él seguía boca abajo.

"¿Se le habrá puesto la polla dura? ummm, seguro que sí. Le he puesto la polla dura a un guapo jovencito", pensó María, con una sonrisa en los labios.

Cuando la polla de Lucas se bajó un poco, se levantó.

-Voy a darme un baño - dijo.

-Te acompaño - añadió María levantándose.

-¿Vienes mami?

-No. Me quedo cuidando las cosas.

-Vale.

Dolores se quedó mirando como María y Lucas iban hacia la orilla. Lucas cogió carrerilla y se lanzó de cabeza contra una ola que empezaba a romper. María entró despacito y fue nadando hacia donde estaba Lucas. El agua le llegaba justo hasta los pezones, y con el vaivén del mar hacían que las tetas aparecieran y desaparecieran.

A lo lejos, Dolores se preguntaba que coño le estaría diciendo esa jodía María a Lucas. Nada bueno, seguro.

-Está rica el agua, ¿No Lucas?

-Sí, fresquita.

-¿Te puedo hacer una pregunta?

-Claro.

-Vale. ¿Por qué habiendo tantas chicas jóvenes con lindos pechos al aire no dejas de mirarme las tetas?

Ella esperaba que él se pusiera rojo, que se cortase un poco. Pero Lucas no era de los que se ponen rojos.

-María, simple y llanamente porque tienes las tetas más bonitas de toda la playa.

-Jajajaja. Vaya. Gracias por el cumplido. Viniendo de un pimpollo como tú es más... lindo.

-Bueno, la verdad es que siempre me han gustado.

-jeje, lo sé. ¿O crees que no notaba como me comías con los ojos?

-¿Lo notabas?

-Claro. Las mujeres siempre notamos esas cosas. Aunque no digamos nada.

"¿Es eso cierto? ¿Sabe ella que la deseo?", se preguntó Lucas pensando en su madre.

-Oye Lucas. Antes, cuando te pusiste boca abajo ¿Era para tomar el sol o por otra... razón?

-Quieres que sea sincero.

-Sí, por favor.

-Pues me puse boca abajo porque tus preciosas tetas me pusieron la polla dura como una roca.

-Ummmmmmmm ¿Sí?

-Sí. Y ahora la tengo otra vez dura. ¿Quieres comprobarlo?

María se estremeció de pies a cabeza. Aquel juego estaba yendo quizás demasiado lejos. Miró hacia donde estaba Dolores y la vio con la mirada fija en ellos.

-Será mejor que me vaya. Tu madre...me mata.

-Espera, María.

Ella no esperó. Nadó hacia la orilla y volvió hacia la sombrilla. Lucas se quedó en el agua hasta que su erección pasó y también regresó junto a las mujeres.

Vio, apenado, que María se había vuelto a poner la parte de arriba del bikini.

"Mierda. Creo que se acabó el juego. Lástima.", pensó.

Al rato volvieron al apartamento. Hicieron turnos para ducharse. El ambiente se notaba tenso. Dolores apenas hablaba.

Sobre las nueve salieron a cenar. La cosa seguía tensa. Lucas trató de animarlas, pero su madre miraba para otro lado. Y María no decía nada.

Después de la cena pasearon un ratito por la avenida y se tomaron una copa en un pub. María repitió y Dolores casi ni probó la suya.

-Tengo sueño. Me voy a dormir ya - dijo Dolores.

Lucas se quedó expectante a ver si María se quedaba con él, pero para su pesar, María dijo que también quería irse a dormir ya.

-Pues yo me quedo un poco más, si no os importa. La noche está muy agradable.

-Claro tesoro. Disfruta: Perdona a esta vieja que es tu madre

-De vieja nada.

-Hasta mañana.

La miró alejarse.

-Pues vaya faena - se dijo. Compuesto y sin... novia.

Las dos amigas caminaron juntas, pero apenas sin hablar. Subiendo el ascensor María ya no pudo más.

-¿Qué coño te pasa, Dolores?

-¿A mí? Nada.

-¿Cómo que nada? Si no has abierto la boca en toda la noche.

-Tú sabrás.

-¿Yo sé el qué?

Dolores se encaró con ella

-¿El qué? Pero si solo te faltó restregarle las tetas por la cara a Lucas.

-Ah, es por eso.

-Sí, es por eso. ¿No te da vergüenza? Podría ser tu hijo.

-Pero no lo es. Es un hombre y le gusto. ¿Qué hay de malo? ¿No me decías que necesitaba un hombre?

-Sí, joder. Pero no mi hijo.

-Ah. Bueno... solo fue un juego. No ha pasado nada.

-Menos mal.

Llegaron al apartamento. María fue al cuarto pequeño a coger sus cosas y ponerse el pijama. Cuando fue al dormitorio principal, Dolores ya estaba acostada, de cara a la pared. Se metió en la cama y apagó la luz.

-Buenas noches, Lola.

-Buenas noches, María.

En la oscuridad, las dos mujeres tenían los ojos abiertos.

María tenía a Lucas metido en la cabeza. Pensaba en lo que le había dicho él en el agua. Que si quería comprobar lo dura que tenía la polla. Le hubiese encantado tocársela por debajo del agua. Comprobar como de dura le ponía la polla. Y quizás hasta hacerle una buena paja. En su loca imaginación Lucas llegaba incluso a follársela allí mismo, sosteniéndola sobre él.

Estaba ardiendo. Con el coño empapado. Necesitaba placer. Llevó su mano a su caliente coño y se lo frotó sobre el pijama. No pudo evitar gemir.

-¿Qué haces? - preguntó Dolores.

-Yo...aggg, lo siento Dolores. Pero...estoy muy caliente. Tu hijo me ha puesto muy caliente. Seguro que él estará ligando ahora con alguna jovencita y se la follará bien follada, y yo aquí me tengo que conformar con mis dedos.

-María, estás completamente salida.

-Aggggg, lo sé... lo sé.

Pero Lucas no había ligado. Se terminó su copa, paseó un poco y decidió irse a dormir también él. Quizás María se había dejado alguna braguita en el cuarto, y si no la cataba a ella, al menos se cascaría una buena paja a su salud.

-¿Sabes que me dijo en el agua?

-Calla.

-Ummm me dijo que le gustaban mucho mis tetas.

-María, por favor.

-Agggg y me dijo que....uf...que tenía la polla dura.

-¿Te...te dijo eso?

-Sí. Lucas me dijo que tenía la polla dura. Tenía ganas de tocársela...Dios...Lolita...que cachonda estoy.

En ese momento oyeron la puerta. María paró su mano en seco. Las dos mujeres se quedaron escuchando. Oyeron como Lucas entraba en el baño y después como entraba en la habitación pequeña, cerrando la puerta.

-Parece que está solo - dijo María.

Comenzó a tocarse otra vez. Pensando, deseando. A escasos metros tenía a un hermoso joven que sabía que la deseaba. Pero era el hijo de su amiga. Eso la frenaba.

Su coño se mojaba más y más. Empezó a sudar. A los pocos minutos ya no pudo más.

-Dolores, lo siento.

-¿Qué sientes?

-Lo que voy a hacer, pero no puedo más.

-¿Qué diablos vas a hacer? - dijo Dolores dándose la vuelta.

-Me voy a follar a Lucas. Si él quiere me lo voy a follar.

-Estás loca -

-Puede ser. Pero no había estado tan caliente en mi vida.

Con asombro, Dolores vio como María se levantaba de la cama.

-Vuelve aquí. No hagas una locura. Es... es mi niño.

-Es un hombre. Y le puse la polla dura.

Con la boca abierta, si poder articular palabra, Dolores vio como María salía por la puerta.

-No será capaz. Esa cochina no será capaz - logró decir cuando pudo articular palabra.

Agudizó el oído y oyó como María tocaba a la puerta de Lucas.

-Cabrona. Ha tocado. Esa hija de... ha tocado. Pero él no la dejará entrar. Él no.

Oyó la puerta abrirse.

-¿Puedo pasar? - distinguió a lo lejos que decía María

Ahora es cuando su Luquitas le diría que no. Que se fuera. Que se largara y lo dejara en paz. Pero no oyó nada de eso. Solo como la puerta se cerraba otra vez. Se quedó expectante, esperando oír como María regresaba a la cama.

Esperó. Y esperó. María no regresó. En lugar de eso, oyó risitas. Y después, gemidos

-Cabrona. Esa cabrona al final lo consiguió. Se está follando a Lucas.

Trató de no escuchar, de pensar en otra cosa. Pero los sonidos de gozo eran cada vez más evidentes. Sobre todo de María, que parecía estar pasándoselo muy bien. Se dio la vuelta y se tapó la cabeza con la almohada.

-Aggg, que polla Lucas...que polla tienes...Dios...fóllame...fóllameeeeeeeeeee

Dolores se dijo que la cosa estaba muy clara. En ese mismo momento, Lucas, su niñito, se estaba follando a María. Le estaba metiendo su polla y la muy cabrona se lo estaba pasando de miedo.

Una parte de su cabeza quería dejar de oír los gemidos. La otra parte tenía curiosidad. ¿Qué estarían haciendo? ¿Cómo se follaría su Luquitas a aquella... zorra?

-Agggg. Sí sí...me corro...me corrooooooo

Oír como María se corría fue demasiado. Se levantó dispuesta a separar a aquellos dos. En la oscuridad del saloncito se acercó a la luz que salía por la puerta del cuarto. Y entonces oyó a Lucas.

-¿Te gusta mi polla, María?

-Si siii siiiiiii, no dejes de follarme... fóllame....más massssss.

-Y a mí me vuelven loco tus tetas. Si supieras las veces que me la he meneado pensando en ellas.

"Así que es eso", pensó Dolores. Son las enormes tetas lo que le atrae de María a Lucas. Todos los hombres eran iguales. Se morían por unas tetas.

-Y claro, las mía son del montón - dijo, bajito

Oyó besos, lametones, a María gemir y gemir. Se acercó a la puerta y se arrodilló, mirando por el ojo de la cerradura. La cama estaba justo delante, lateral a la puerta, así que los puso ver a los dos.

Se quedó sin respirar. Ambos, desnudos. Lucas encima de ella, con la boca chupándole uno de los pezones. María con las piernas abiertas, siendo follada salvajemente. Dolores miró como las caderas de su hijo subían y bajaban.

Se quedó quieta, mirando. Lucas llevó su boca al otro pezón y amasó la teta con la mano. Sus ojos fueron hacia las caderas de Lucas.

-Uf...como se la folla. Debe de ser...

De repente, el cuerpo de María se tensó. Arqueó la espalda, elevó su pecho y estalló. Con el ojo que miraba por la cerradura abierto al máximo, Dolores miró como su amiga se corría con intensidad. Su Lucas no paró. No dejó de clavar y desclavar su polla de aquel coño.

Solo dejó de moverse cuando el cuerpo de María se quedó quieto, relajado. Solo entonces paró. Dolores vio con rabia como Lucas la besaba. Como María abría su boca y sus lenguas se entrelazaban.

Lucas le dijo algo al oído a María.

-O dios, sí...hazlo...ummm Lucas...que maravilloso eres.

"¿Hacer qué?", se preguntó Dolores. Supo enseguida que era. Vio como Lucas se levantaba un poco y empezaba a bajar. Vio como le besó y lamió las tetas. Y vio como siguió bajando.

"No irá a..." - pensó.

María la sacó de dudas cuando acarició la cabeza de Lucas y le dijo.

-Sí...cómeme el coñito. Es todo tuyo. Dios...Lucas... cómo me pones.

Asombrada, Dolores vio como Lucas besaba la barriga de María, como seguía bajando hasta que finalmente metió su cara entra las piernas.

"Se lo está haciendo. Le está....lamiendo ahí...Dios...".

A ella jamás su marido le hizo algo así. Y ahora su querido hijo se lo estaba haciendo a su amiga. Sintió rabia. Aún no lo sabía, pero sintió celos.

María empezó a gemir, a contonearse, a restregarse contra la cara de Lucas.

-Aggg, Lucas, que rico...qué bien lo haces... no pares...no pares....hazme...correr en tu boquita.

Dolores oía a su amiga. Oía los Ummm Ummm de Lucas. No oía su propia respiración, agitada. Tan absorta estaba mirando la escena que se desarrollaba delante de sus ojos que no se dio cuenta de que su propio coño echaba fuego. De que sus pezones estaban más duros que nunca.

Ni de que su mano, lentamente, había llegado a sus bragas.

Se mordió el labio cuando las manos de Lucas, sin sacar la boca de entre las piernas de María, subieron por su cuerpo y empezaron a amasar los dos grandes pechos, aumentando la intensidad de los gemidos de su amiga

-Lucas...Lucas...tu lengua...agggg que rico la siento. ¿Te gusta? ¿Te gusta como sabe mi coñito?

-Ummm - dijo Lucas separando un momento la boca - Me encanta como sabe tu coño María. Y como huele.

Dolores nunca había oído hablar así a Lucas. Gimió al frotarse la rajita de su coño sobre las empapadas bragas. Se quedó mirando como su niño volvía a hundir su cara entre las piernas de María, como ella le apretaba la cabeza contra ella.

-Aggg, cabrito...agg...que...me corro...que me corro...otra...veeeeeeeeeeeez.

Ahora toda la espalda de María se separó de la cama. Cerró los ojos con fuerza, sin dejar de apretar la cabeza de Lucas contra ella.

Fue un orgasmo intenso y largo, que llenó de jugos la cara y la boca del joven y dejó a la madura mujer derrengada sobre la cama, acariciando, ahora con suavidad, el cabello de Lucas.

-Ummm, Lucas, que placer. Nunca me lo habían comido así. Eres maravilloso.

Él le dio un beso en los muslos. Besos que pincharon de celos a su madre.

-María...

-Dime.

-Te voy a follar las tetas.

-Ummmm ¿Sí? ¿Me quieres follar las tetitas?

-Hace años que lo deseo.

-Pues ven aquí y hártate de teta.

Lucas se arrodilló y entonces Dolores pudo verle la polla. Abrió los dos ojos. La polla de su hijo era grande y estaba brillante. No apartó el ojo de aquella polla. Lucas se puso con una rodilla a cada lado del cuerpo de María y la acercó a las tetas.

Ella las juntó alrededor de la polla y Lucas empezó a moverse.

-Aggg, que rico, María. Dios, que tetas tienes. Son... perfectas.

-¿Te gustan mis tetitas?

-Tus tetazas.

El muchacho se las folló cada vez más fuerte, sin saber que era observado por su madre, arrodillada tras la puerta. Sin saber que su madre había metido su mano por debajo de las bragas y se frotaba el clítoris con fuerza.

-¿Te vas a correr cariñito? ¿Me vas a llenar las tetas de leche?

-Agggg, sí, sí....todas...aggggggggggg Dios...

Dolores lo vio todo como a cámara lenta. Como Lucas sacó la polla de entre las tetas de María. Como se la agarró con una mano y como un enorme chorro de semen salió disparado, alcanzando a María en la cara. Como los siguientes disparos fueron dirigidos uno a uno a cada pecho, cubriéndolos de blanco.

Y en ese momento, cuando el cuerpo de su hijo estallaba de placer, Dolores empezó a correrse, apretando los dientes, mojando sus dedos. En ese momento ella fue consciente de lo que estaba haciendo. Se estaba masturbando mirando como su hijo se follaba a su mejor amiga.

Aún en pleno orgasmo, Dolores empezó a llorar. Cuando pudo moverse se levantó y volvió sin hacer ruido a su cama. Se acostó y se tapó las manos, ahogando su llanto.

Lloraba porque su niño, al que adoraba, al que le había dado todo, por el que moriría, había preferido a María.

¿Cómo iba a ella a competir con María? María tenía esas dos enormes tetas que volvían loco a todos los hombres, y ella no tenía nada. Nada.

Lloró amargamente largos minutos, diciéndose que era una tonta por llorar así. Por llorar porque Lucas se hubiese acostado con María.

-Tonta, estúpida. ¿Pero por qué coño lloro? ¿Cómo me iba él a preferir a mí? ¿Cómo iba a preferir a su...madre?

Solo dejó de llorar cuando el cansancio y el sueño la vencieron.

+++++

La mañana amaneció soleada.

Dolores, sola en su cama, abrió lentamente los ojos. Se llevó los dedos a ellos y se limpió las resecas lágrimas. Escuchó, pero no oyó nada. Solo silencio. Él único sonido venía de la calle.

Estaba sola en la gran cama. María no había vuelto. Había dormido toda la noche en la cama de Lucas. En aquella pequeña cama. Los dos...juntos. Sintió ganas de volver a llorar, pero se dijo que no. Que no volvería a llorar por aquello.

Se levantó y fue al baño a orinar y a limpiarse la cara. Se miró al espejo. Vio sus ojos hinchados, ligeramente rojos.

"¿Cómo iba a fijarse en mí? Solo soy una... vieja. Solo soy su madre".

Sin peinarse siquiera, fue a la pequeña cocina a prepararse un café. Después haría su maleta y volvería a su casa. Los dejaría solos. No podría soportar seguir allí.

Lucas se despertó al oír ruidos. Tenía su brazo por dejo del cuello de María, que desnuda, dormía con su cabeza apoyada en su pecho. Notó el peso de las maravillosas tetas sobre él.

Recordó la magnífica noche de sexo que habían tenido. Lo caliente que era María. Lo abierta que era a todo. Se le empezó a poner la polla más dura de lo que ya la tenía. Otro ruido de la cocina le hizo pensar en su madre.

"Seguro que anoche nos oyó follar. ¿Qué habrá pensado?"

La había notado muy seria toda la noche. Recordó como se fue temprano, dejándolos. Pensó que debería hablar con ella, así que con cuidado de no despertar a María, se levantó de la cama y se puso unos slips y la parte de abajo del pijama. Antes de salir miró hacia la cama. María dormía ahora boca arriba.

-Joder. Después me follaré esas tetazas - susurró.

Salió y cerró la puerta. Se dirigió a la cocina. Allí, de pie, preparando café, estaba su madre.

Vestía un pijama cortito, ajustado, que dibuja perfectamente su tentador culito.

-Buenos días, Mami.

-Hola - contestó Dolores, secamente, sin volverse.

Generalmente por la mañana se saludaban con un beso. Lucas siempre se acercaba a ella y la besaba castamente en la mejilla, deseando besarla en la boca y ella le regalaba una maravillosa sonrisa.

Se acercó a ella, quedándose a su espalda.

-¿Cómo estás, mamá?

-Bien.

-¿No me das un beso?

-Que te lo de ella.

Lucas se sorprendió de esa respuesta. Era como si su madre estuviera molesta con él. ¿Quizás estaba... celosa?

Se acercó más a ella. Casi rozándola.

-Me gustan más tus besos.

Dolores no dijo nada, pero sintió un estremecimiento. Y uno más intenso cuando Lucas se pegó a su espalda y la rodeó con sus brazos.

-Te quiero mucho, mamá.

Ella cerró los ojos. Llevó sus manos a las de él, que la rodeaban por la cintura.

-Y yo a ti, mi vida.

Lucas tenía el pecho pegado a la de su madre, pero separadas las caderas. Si se pegaba del todo ella notaría su dura polla clavada contra su culito. Acercó su boca por el lado derecho y la besó en la mejilla. Cálida, suave. Sintió como ella le apretaba con sus manos.

-Hueles tan bien, mami - le dijo, dándole otra beso, sintiendo otra vez como ella le apretaba.

El deseo hacia ella era demasiado fuerte. Tenerla allí, abrazada, sintiendo su calor, oliendo su delicado perfume pudieron más que su miedo. Se pegó totalmente a ella. Presionó su polla contra el culo de su madre, abrazándola con más fuerza.

Ella no hizo nada. No se separó. Siguió con sus manos sobre las de él.

El siguiente beso no fue un casto beso en la mejilla. El siguiente fue un sensual beso en su cuello, que hizo a Dolores estremecer de pies a cabeza y ladear la cabeza para ofrecerse.

-Mami... te deseo

Las palabras resonaron en la cabeza de Dolores. "Te deseo.... te deseo". Él la deseaba a ella. Sentía contra su culito la dura polla. Se movió hacia él. Meció sus caderas contra su hijo. Le restregó el culo contra la polla.

-Lucas...mi vida...esto...no puede ser...soy...soy tu madre - le dijo, sin dejar de moverse.

-Lo sé. Sé quién eres. Y aún así te deseo. Siempre te he deseado. Siempre.

-¿Siempre?

-Sí mami, siempre.

Lentamente, las manos de Lucas subieron por el cuerpo de Dolores hasta llegar a sus tetas. Las abarcó con las manos. Las acarició, notando los pezones duros.

-Ummmm, mami. Cuánto tiempo he deseado acariciarte así - le dijo, volviendo a besarla en el cuello.

-Aggggg, Lucas, mi vida...No son...como las de María....

-Pero son las tuyas.

Lucas metió las manos por debajo del pijama de su madre y las llevó nuevamente hasta sus desnudos pechos. Los acarició, pellizcando los pezones entre sus dedos.

-¿Sabes lo que hice ayer cuando llegué?

-¿Qué hiciste?

-Fui a tu maleta... cogí dos braguitas tuyas. De la bolsa de la ropa sucia.

-¡Lucas!...Agggg

-Las olí mami. Olí tus braguitas. Aún olían a tu....coñito.

Las piernas de Dolores le temblaban. Todo el cuerpo. Y el coño le ardía. Le latía entra las piernas. Su hijo, su niño, la deseaba. Su niño había olido sus braguitas.

-Y.... después - le susurró Lucas al oído - después me hice una paja con ellas mientras olía otras.

-Agggg.... Lucas... mi vida...mi amor...

La mano derecha de Lucas abandonó el seno que acariciaba para bajar por la caliente piel hasta el pantaloncito del pijama de su madre. Se metió por debajo y siguió bajando hasta llegar a los suaves vellos del pubis. Los acarició.

-Mami...anoche...mientras me follaba a María, deseaba que fueras tú. Deseaba que fueras tú la mujer a la que le metía mi polla hasta el fondo de su.... coño.

Cuando dijo la palabra coño, sus dedos recorrieron la rajita del coño de su madre. Estaba empapada, anegada de jugos. Encontró su clítoris y lo frotó.

Dolores ya no puedo más. Sintió como su cuerpo se tensó de repente y estalló en uno de los orgasmos más intensos de su vida. Se convulsionó contra el cuerpo de Lucas, cerró las piernas atrapando la mano entre ellas y se corrió en oleadas de puro placer.

Los dedos de Lucas quedaron llenos de los jugos de su madre. La besó con ternura en la mejilla mientras ella se recuperaba del intenso placer. Después le dio la vuelta.

Se miraron a los ojos. Ella tenía las mejillas sonrosadas. Así, despeinada y con los ojos brillando, estaba arrebatadora. Fue ella la que acercó su boca a la boca de Lucas para darse el primer beso de amantes. Un beso con los labios abiertos. Un beso lleno de gemidos y con las lenguas buscándose.

El café empezó a subir, a resoplar en la cafetera. Lucas apagó el fuego, cogió a su madre por las caderas y ella se abrazó con los pies a su cuerpo.

La llevó así cogida hasta el dormitorio principal.

-Mami... al fin te voy a follar. ¿Lo deseas? ¿Quieres que te folle?

-Dios sí...fóllame mi amor. Clávame tu enorme polla en el coño.

-¿Enorme? ¿Cómo sabes que es enorme?

-Anoche les miré. Miré como...como te la follabas.

-Vaya. ¿Por qué no entraste?

-Me sentí llena de celos. No pude.

La tumbó en la cama. Le bajó el pantaloncito del pijama, el cual tenía una mancha de humedad. Mirándola a los ojos, se lo llevó a la nariz.

-Ummmm, mami. Me encanta el olor de tu coñito.

Dolores se estremeció. ¿Se lo haría? ¿Le comería a ella el coño como se lo había comido a María? Se quedó mirando como él se sacaba el pantalón y los calzoncillos. Sus ojos se quedaron clavados en la dura polla.

-Mira como me pones la polla, mamá. Pídemelo.

-¿Qué?

-Que te folle. Pídeme que te folle.

Dolores abrió sus piernas, mostrándole a su hijo el sitio por el que había salido. Lucas miró el lindo coñito de su madre. Estaba abierto, lleno de jugos, brillante.

-Fóllame me amor. Fóllame ya.

A pesar de lo mojada que estaba, el coño de Dolores llevaba muchos años cerrado. La penetración fue lenta, pero poco a poco Lucas consiguió meterle toda la polla. Ella nunca se había sentido tan llena.

Cuando él empezó a moverse, ella empezó a gemir.

-Aggg, sí, mi amor...que rico....fóllame...fóllame así....

La boca de Lucas iba del cuello de su madre a sus labios. Sus manos le acariciaban los pechos sobre el pijama. Y su polla entraba y salía del cálido y estrecho coñito materno.

María abrió los ojos. Lo primero que oyó fue gemidos. Gemidos de Dolores. Buscó con su mano el cuerpo de Lucas. No estaba.

-¡Coño! Esos dos están follando. La muy cabrona me puso ayer la cara larga y ahora va y se folla a su hijo.

Desnuda como estaba, se levantó con sigilo y se acercó al dormitorio principal. Se asomó y allí los vio. Lucas estaba sobre Dolores, follándola. Su culo subía y bajaba entre las abiertas piernas de su madre. La besaba con pasión.

María se puso cachonda en el acto. Se empezó a acariciar las tetas y el coño, mirando como Lucas se follaba a su amiga. Mirando como Lucas se follaba a su madre.

Poco a poco se acercó a la cama y se acostó junto a ellos. Se frotaba el coño con intensidad, mirándolos. El primero en darse cuenta de que estaba allí fue Lucas.

-Ummm Buenos días, María.

-Hola guapo.

-Me estoy follando a mi madre.

-Uf, ya lo veo. Sigue, dale caña, que seguro que tenía telarañas en el coño.

Dolores, con la cara rota por el placer, miró a su amiga. En ese momento un orgasmo estalló en su cuerpo y cerró los ojos, apretó los dientes y se arqueó sobre la cama. Lucas no dejó de follarla. María se clavó dos dedos en el coño, mirando como su amiga se corría.

-Sigue... sigue follándola...mira como se corre.

Lucas sentía las contracciones del orgasmo de su madre en su polla. Estaba haciendo correr a su madre. El deseo de tantos años por fin se consumaba. La besó con pasión, taladrándola sin parar. Ella lo rodeó con sus piernas, atrayéndolo más hacia sí.

-Chicos, vaya polvo que estáis echando... qué envidia.

-No te preocupes María - le dijo Lucas sin dejar de bombear - Después te follaré a ti

-Ummm, ¿Sí? ¿Me follarás también a mí?

-Sí.

-¿Le dejarás Dolores? ¿Dejarás que tu niño me folle después a mí?

Dolores miró a María, su amiga. Comprendió que lo que había sentido eran celos. Creer que Lucas prefería a María en vez de a ella la atormentaba. Pero ahora sabía que no era así. Que él la deseaba, que siempre la había deseado. Que esas miradas que notaba de él eran de deseo. Ahora que había dejado salir sus propios deseos enterrados en lo más profundo de su ser ya nada temía de María.

-Agggg, dios...sí... sí...pero...ummm, primero a mi....a miiiiii

Los tres continuaron gonzando. Lucas y Dolores entre ellos, y María masturbándose mirándolos. Lucas sintió que no iba a tardar mucho en llegar a la cúspide de su placer.

-Mami....que rico...me voy a correr.

-Sí mi amor....córrete...córrete.

-Me correré dentro de ti. Te voy a llenar con mi leche.

-Aggg, Lucas...mi vida...Lléname de ti....Lléname de ti...

La besó en la boca, dio un último empujón y su polla estalló en el fondo del maternal coño. Cuando Dolores sintió el latigazo de calor, se corrió con él, apretándolo tanto con sus piernas que apenas le dejaba respirar. Fueron varios cañonazos de espedo semen que la llenaron por dentro.

A su lado, María también se corría, mirando como madre e hijo gozaban del placer prohibido. Se quedó mirando como después Lucas besaba con ternura a su madre. Como ella lo miraba, le sonreía. Se la veía inmensamente feliz.

Lucas se salió de su madre y se acostó a su lado, entre las dos mujeres. Los tres, jadeando.

-Tengo que hacer pis. Estoy que me meo - dijo, levantándose y corriendo hacia el baño.

Las dos mujeres le miraron el lindo culito.

-¡Qué bueno está tu hijo! ¡Y qué bien folla!

-Ummm, nunca me follaron así. Con tanta intensidad.

María se acercó a Dolores. La miró a los ojos.

-¿Me perdonas por haberme...tirado a tu hijo?

-Ummm. Sí, tonta. - respondió Dolores, sonriendo.

Antes de que Dolores se diera cuenta, María había bajado su cabeza y la había besado en la boca.

-No me diste oportunidad hace 30 años. Te lo digo ahora. Me encantó besarte.

Dolores no dijo nada. María volvió a besarla, abriendo la boca, buscando su lengua. Sintió contra su pecho el peso de las tetas desnudas de María.

-¿Vas a salir corriendo otra vez? - le preguntó.

-No. Esta vez no.

Se fundieron en un intenso beso. Las manos de María acariciaron los pechos de Dolores. Gimió cuando sintió como Dolores le acariciaba los suyos.

Hacía 30 años, cuando la mano de María empezó a acariciar el coño de Dolores, ésta había salido corriendo. Ahora, cuando volvió a hacerlo, solo gimió

-Ummm, que mojadita estás, Lolita.

Metió un dedo dentro y lo sacó lleno de flujos y semen.

-Tienes el coñito lleno de la leche de Lucas.

-Agggg, sí... me lo dejó...llenito.

-Umm, debe de estar muy rico - le dijo, besándole el cuello.

-María...aggggg.

-Riquísimo - añadió, besándole una clavícula.

-Aggggg.

-Exquisito - besando uno de los pechos sobre el pijama.

Dolores tenía los ojos cerrados. Sentía los dedos de María dentro de ella. Sus besos bajando por su cuerpo. Se estremeció de pies a cabeza cuando los cálidos labios de María la besaron en el desnudo ombliguito.

-Tengo que probarlo. Llevo 30 años esperando, Lola.

-María...dios...

Dolores abrió los ojos y vio como María, mirándole fijamente a los ojos se acomodó entre sus piernas, como sacó su lengua y, acercándola, le lamió la raja de su coño de abajo a arriba. Jamás pensó que la primera lengua que lamiera su coño fuese la lengua de otra mujer.

-Ummm, que rico...que rico huele tu coñito, Lola. Y que bien sabe.

Cuando Lucas volvió del baño se encontró con el morboso espectáculo de María con la boca entre las piernas de su madre y su madre apretándosela contra ella.

-Sí, sí...María...cómeme...cómemeeee.

La polla se le puso dura en el acto. Se empezó a pajear mirando la caliente escena, sus dos mujeres, amándose.

María sorbía los jugos mezclados con semen que salían del coñito de Dolores. Le pasaba la lengua alrededor del clítoris, haciéndola gemir. Y ella misma gimió cuando sintió unos dedos acariciarle su propio coño.

-Eso es, María, cómele el coño a Mami.

Su madre abrió los ojos un momento. Le miró y le sonrió, pero los volvió a cerrar cuando un largo e intenso lametazo de la lengua de María la llenó de placer.

María, sin separar la boca del sabroso coñito que se estaba comiendo, acercó sus piernas hasta quedar arrodillada, ofreciendo su hermoso culito al joven.

Lucas aceptó la clara invitación. Se arrodilló detrás de María, acercó su polla al encharcado coño y se la clavó de un solo golpe.

-Aggggggggggggggg Dolores....Lucas...me está... follando...

Dolores no dijo nada. Le cogió la cabeza y se la apretó contra su coño. La habitación se llenó de los gemidos de los tres amantes. Lucas, agarrando las redondas caderas de María, se le empezó a follar bien fuerte. Con cada empujón hacía que su boca presionara más fuerte contra el coñito de su madre, aumentando su placer.

Durante varios minutos siguieron gozándose, hasta que Dolores no pudo aguantar tanto placer. Arqueó su espalda, apretó sus puños y se corrió contra la boca de María, mojándola con sus abundantes jugos. María tampoco aguantó las poderosas embestidas de Lucas y se corrió, apretando los dientes y sintiendo todo su cuerpo tenso.

Después del poderoso orgasmo cayó hacia adelante, sin fuerzas, liberando la polla de Lucas de su agradable encierro.

El muchacho se quedó mirando a las dos bellas mujeres. Su deseada madre. Su caliente amiga. María se acostó al lado de Dolores. Él se puso en medio. Abrió los brazos y las dos mujeres se acomodaron, apoyando sus caras en el varonil pecho.

Las acarició con dulzura. Lentamente, las dos mujeres abrieron sus ojos. Se miraron la una a la otra y se sonrieron. Dolores acercó sus labios a los de María y la besó.

-Si hubiese sabido que era tan rico, hace 30 años no habría salido corriendo.

María llevó una mano hasta la polla de Lucas.

-Aún la tiene dura - dijo.

Dolores llevó una de las suyas y entre las dos empezaron a acariciarle.

-No le dimos tiempo a correrse. ¿No crees que deberíamos hacer algo al respecto, Lolita?

-¿Qué propones?

-Pues...no sé. Oye Lucas. ¿Quieres que tu madre y yo te hagamos una buena mamada hasta que te vaciemos estos huevitos tan lindos?

-Joder, sí. Sí quiero.

-Ya oíste, Lola. Tu hijo quiere que le chupemos la polla.

-Pues vamos a ello.

Lucas se incorporó un poco, apoyándose en sus codos. No quería perderse el espectáculo. Lo más morboso y erótico de su vida estaba a punto de pasar.

Las dos mujeres se acostaron boca abajo, una cada lado de su cuerpo. Las dos agarrando con una mano su polla.

-¿Así que quieres que mami te chupe la polla, eh? - dijo sensualmente Dolores.

-Sí, mami. Chúpame la polla.

Con los ojos entornados, vio como la boca de su madre se acercó a su polla. Ella la soltó y fue María la única que la sostuvo por la base. Dolores primero le dio un besito en la punta y después se la metió en la boca, empezando a chupar.

-Agggg, mami...que rico...me encanta...tu boquita...

Dolores chupó unos segundos, pero enseguida María quiso su parte.

-Déjamela a mí un ratito.

Dolores se la sacó de la boca y María la engulló. Lucas no se podía creer tener tanta suerte. Era un sueño hecho realidad. Dos hermosas mujeres chupándole la polla a la vez. Y una de ellas, su madre.

Los siguientes minutos no los olvidaría en su vida. Las dos mujeres se turnaban en chuparle la polla. Cuando una la tenía en la boca, la otra lamía el tronco y le lamía los huevos. En ocasiones las dos lamía la cabeza de la polla a la vez, mirándole a los ojos.

-¿Te gusta Lucas? ¿Te gusta como tu madre y yo te chupamos la polla?

-Síiiiiii, sí...No paréis....Me vais a hacer correr.

-¿Has oído Lolita? Tu niño se va a correr.

Una le agarró la polla por la base. La otra justo por encima. Acompasadas, al mismo ritmo, subieron y bajaron las manos, con las lenguas lamiendo la brillante cabezota de la polla.

El cuerpo de Lucas se contrajo. Se tensó. La polla tuvo un espasmo y un enorme chorro de leche salió disparado y alcanzó a su madre en la mejilla derecha. Ellas movieron la polla y el siguiente disparo alcanzó de lleno a María. Ninguna cerró los ojos. Ninguna dejó de mirarle a los ojos mientras su polla descargaba todo su contenido sobre sus caritas. Siguieron pajeándole cuando su polla dejó de disparar. Siguieron lamiéndole la punta de la polla hasta dejársela limpia. Después, se miraron.

-Mi hijo se ha corrido en tu cara.

-Ummmm. Y en la tuya.

Lucas jamás creyó ver algo así en vivo. Las dos mujeres besándose y lamiéndose su leche la una a la otra. Cuando terminaron, se unió a ellas y se besaron los tres a la vez.

+++++

No volvieron a la playa ese día. Ni el domingo. Se lo pasaron encerrados, durmiendo y follando. Dolores le pidió a Lucas que le comiera el coñito. Él lo hizo, regalándole los mejores orgasmos.

El domingo por la tarde regresaron a casa. Los tres agotados, vacíos, pero llenos de placer.

-Oye mami. ¿Por qué no le pides a María que se quede en casa todo el verano?

-Bueno - dijo Dolores- Si ella quiere

-SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII - gritó María.

"Wow, este va a ser sin dura mi mejor verano", pensó Lucas. "Espero sobrevivir a estas dos"

FIN

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