Fin de semana en la nieve

Se ruborizo, ese hombre la hacia estremecer, pensó en las maravillas que podrían hacer juntos bajo unas sabanas al calor de una chimenea, como sus cuerpos se buscaban, se deseaban... . Se levantó del taburete, dejando atrás esos pensamientos, que no la dejaban pensar con claridad.

Tenía las manos al rojo vivo, a causa del frío invernal, entró en el bar y observó que solo había dos personas en la barra, se dirigió hacia ella, el camarero la recibió con una sonrisa y le dio los buenos días. – " No tan buenos, la verdad"- respondió ella con otra sonrisa y soplándose las manos para darlas calor. – " Me sirve un café bien caliente y desearía leer la prensa"-.

  • " Con el café la puedo ayudar, pero con la prensa no, el único ejemplar del que disponemos esta siendo usado por aquel caballero"- Dijo el camarero haciendo un gesto con la cabeza hacia el caballero, ella giro la cabeza y le vio.

  • << Ufa, que guapo, ¿ Cómo no me habré fijado en él antes?>>- pensó. Al momento, el camarero le sirvió el café.

Se disponía a saborear su café calientito, cuando notó que alguien estaba detrás de ella. Se giró y lo vio, con una amplia sonrisa, sentía derretirse bajo el taburete.- " No he podido evitar oír que necesitaba leer la prensa, así que como un caballero que soy, se lo entrego para que lo pueda leer, pero la verdad, no se pierde gran cosa" -. La dijo sonriendo.

  • << Dios mío, estoy ante el hombre que puede llegar a ser el padre de mis hijos, y no se me ocurre nada que decirle, tierra trágame. >>.

  • " No se hubiese molestado, solo quería ver el estado de las carreteras- Logró balbucear- me disponía a pasar el fin de semana en la nieve, pero con este temporal no sé si podré salir."- Sonrió.

  • " Pues con mas motivo se lo entrego, no me perdonaría que le pasara algo en la carretera por mi falta de educación, de verdad acéptelo". Dijo esto ultimo extendiéndole el diario. Ella lo acepto con manos temblorosas.

  • << Pero ¿ qué té pasa? Parece que sea la primera vez que ves a un hombre. La verdad, un hombre como este nunca, que idiota soy, le voy a dejar escapar, pero ¿ Qué le digo? >>- Pensaba todo esto mientras pasaba las paginas, hasta llegar a la sección de trafico. -<< Bien, tengo el puerto abierto, me podré ir. >>-

  • " Muchas gracias, me ha sido de gran ayuda"- Dijo ella devolviéndole el diario.

  • " ¿Ha tenido suerte?.

  • " Oh, si, esta el puerto abierto, así que podré disfrutar de un fin de semana en la nieve, que la verdad me hace falta, relajarme del estrés de la ciudad, del trabajo... . Ya me entiende. << ¿ Estas flirteando? No me lo puedo creer.

  • " La verdad, yo también me disponía a pasar el fin de semana en la nieve, también me hace falta.

Ella tomó su taza de café y se produjo un silencio incomodo, dejo la taza en la barra y se limpio los labios con una servilleta.

  • " Bueno, pues entonces me imagino que nos veamos, muchas gracias de nuevo.

  • " Ha sido un placer ayudar a una mujer en apuros y además tan hermosa.

Se ruborizo, ese hombre la hacia estremecer, pensó en las maravillas que podrían hacer juntos bajo unas sabanas al calor de una chimenea, como sus cuerpos se buscaban, se deseaban... . Se levantó del taburete, dejando atrás esos pensamientos, que no la dejaban pensar con claridad.

  • " Espero que disfrute de su fin de semana"- dijo ella a modo de despedida, sonrió y se dirigió hacia la salida.

Al salir, el mismo frío que había dejado al entrar, lo volvía a sentir al salir, fue hasta su coche, se subió y arrancó. Se frotó la cara para intentar quietar de su mente la imagen de aquel hombre. Miró por el retrovisor y salió de la estación de servicio. Después de os horas de viaje, dos horas en las que no dejó de pensar en él, llegó a su destino. Una acogedora cabaña con una pequeña estación de esquí. Entró en la cabaña con una pequeña maleta y sus esquíes. Fue hasta recepción y una chica la atendió. Después de tomarle los datos y darle su correspondiente llave, hizo una seña, y un mozo salió al encuentro de la joven. Agarró la maleta y los esquís. – " Sígame por favor-" Le dijo el mozo mientras se dirigía con paso ligero hacia las escaleras, subieron y la llevo hasta su habitación, era una cabaña pequeña, contaba con tan solo diez habitaciones, muy bien repartidas y decoradas, todas contaban con chimenea y cuarto de baño con jacuzzi.

  • " Estupendo, empieza mi fin de semana, pero que diferente hubiese sido, si ese hombre estuviese a mi lado.

La chimenea esta encendida, con lo cual la habitación tenia una temperatura agradable, se quito la ropa, llenó el jacuzzi y se sumergió en él. No dejaba de pensar en ese hombre, cerró los ojos y le vio, vio sus ojos, su sonrisa, pensó en sus manos recorriendo su cuerpo, ella instintivamente comenzó a acariciarse, rozó sus senos, bajo sus manos hasta su vientre, jugó con su ombligo, hasta que llego hasta ese punto donde se concentraban todos su deseos, estimuló su clítoris, se metió un dedo en la vagina, luego dos, no dejaba de pensar en él, quería que fuera él quien estuviera haciendo esas maravillas, pensó en lo fantástico que seria ser penetrada por ese hombre... estaba cada vez mas excitada, subió la temperatura de su cuerpo, se contrajo y con un gemido delicioso llegó a un orgasmo grandioso. Después de esta experiencia tan grata, se metió en la cama y se durmió placidamente, hacia tiempo que no dormía tan bien.

A la mañana siguiente se levanto feliz, risueña, bajó a la cafetería y después de un suculento desayuno salió a esquiar un rato. La mañana era fantástica, lucia un sol espléndido, subió al telesilla, y cuando llegó arriba salto de el y comenzó a esquiar. Empezó a descender a gran velocidad, sin saber por qué, se sintió libre, descendía, casi no se la veía de la velocidad que había alcanzado. Cuando que quiso dar cuenta, no pudo evitar llevarse por delante a la persona que esta delante de ella. Chocaron los dos y cayeron al suelo. Ella calló boca arriba y cuando se hubo recuperado del golpe se incorporó, al intentar ponerse en pie, calló de nuevo y se quejó de su tobillo derecho. Se quitó los esquíes, y pudo ver que el pie se la estaba hinchando. Por otra parte segunda persona afectada por el choque se dirigió hacia ella.

  • " Perdóneme, pero iba a tanta velocidad que no pude verle, ¿ Se encuentra bien?- Dijo ella preocupada. La otra persona se quitó el gorro y las gafas, y para sorpresa de ella, pudo ver que se trataba del hombre que había conocido el día anterior.

  • Vaya por dios, la segunda vez que la veo y mire en que circunstancias, ¿ Se ha hecho daño?

Ella bajó la mirada avergonzada, y se frotó el tobillo, unas lagrimas rodaron por sus mejillas, a causa del dolor y la vergüenza que estaba pasando. Él le levantó la cabeza y limpio sus mejillas.

  • " No llores niña, te ves muy fea llorando, y es una pena, venga levanta el animo, iremos a la cabaña y allí te curaremos este tobillo." – Su voz sonó tierna, conciliadora. Intentó levantarse nueva mente pero el dolor a hizo perder el equilibrio, él la agarró de la cintura y poco a poco se dirigieron a la cabaña.- " Por cierto es la segunda vez que coincidimos y no nos hemos presentado, mi nombre es Arturo, caballero andante, a sus servicios." - Ella sonrió.

  • " Me llamo Sofía, de verdad, perdóneme.

  • " No tengo nada que perdonar, en todo caso dar gracias al señor, por hacer que una mujer como usted allá caído sobre mí como caída del cielo, si lo llego a saber hubiese rezado antes, pero solo rece anoche, por volverla a ver.

Volvió a sonreír, ese hombre, Arturo era una maravilla. Llegaron a la cabaña y subieron a la habitación de Sofía.

Ya en la habitación se tumbo en la cama. Arturo le dijo que iría a enfermería a buscar un antiinflamatorio, y subiría enseguida. Momento que ella aprovechó para ponerse cómoda.

Al subir Arturo se encontró con que Sofía estaba tumbada frente a la chimenea, estaba dormida. La rozó la mejilla y despertó.

  • Ya estoy aquí, déjame ver ese tobillo. – Ella se sentó y quito la manta que cubría su cuerpo. Arturo pudo comprobar que su imaginación no le había fallado y que esa mujer tenia un cuerpo de ensueño, estaba vestida con un camisón de seda que hacia resaltar su figura. Tomó su pierna y untó un poco de aquel ungüento. El aroma era embriagador, una mezcla de plantas medicinales con una gotas de esencia a jazmín. Comenzó a frotarle el tobillo, después de un rato comenzó a ascender hasta su rodilla, ascendía mas, Sofía echó hacia atrás la cabeza, la gustaba, tenia una manos delicadas, suaves.

Arturo ya acariciaba a Sofía con ambas manos, se puso a su altura y la besó, ella le correspondió, ahora su mano se dirigía a su sexo, lo rozó, lo tocó. Mientras ella le dejaba vía libre y él descendió apartó la mano para dar paso a su boca, besó sus labios y sintió como el clítoris salía de su escondite, como un capullo que esta floreciendo, lo lamió, Sofía arqueaba su cuerpo. Era maravilloso, introducía su lengua en la vagina, la introdujo un dedo, dos... estaba tan excitada. Abrió mas las piernas, sintiendo que llegaba al orgasmo, él acelera el ritmo, palpitaba ella gemía, bebió todos sus jugos, era delicioso, toda ella era deliciosa. Después de recuperarse, le toco el turno a Arturo.

Hizo que se tumbara en la alfombra, comenzó a besarle el cuello, el lóbulo de la oreja, se gimió, ahora descendía pos su pecho terso y bronceado, paso su lengua por sus pezones, bajo hasta su ombligo, dibujo círculos en él con un dedo. Bajo su mano hasta su sexo, esta duro, firme como un soldadito, lo besó con la puntita de la lengua y con un gemido se lo llevo lo introdujo entero, el se arqueo, deseaba que se lo tragara entero, era maravilloso, subía y bajaba de manera deliciosa, se ayudó con una mano, y cuando se dio cuenta de que estaba punto de caramelo cesó con el vaivén. Le miró a los ojos, y vio que los suyos estaban llenos de lujuria, se sentó sobre él, puso el pene erecto a punto de entallar en la entrada de su vagina y entró sin ninguna dificultad, Cabalgo como una autentica amazona, hasta que los dos llegaron a un orgasmo sísmico, entre gemidos y sudor, ella se acomodo a su lado y entre besos y caricias se quedaron dormidos en la alfombra.

A la mañana siguiente, ella despertó, y en lugar de encontrar a Arturo encontró una rosa junto con un una nota que decía: Te espero en la cafetería, no me hagas hacerte esperar que cada minuto sin ti es una agonia. Arturo.

Pasaron todo el día juntos, riendo, hablando, haciendo planes... Siendo felices.

Al pasar el tiempo, Sofía recordó el día que lo conoció. Y recordó lo que pensó, que iba a dejar escapar al padre de sus hijos, pero no era así. Iba a ser el padre de su hijo.

Arwenladiosa.