Fin de semana en el Pirineo...

De como una excursión en la montaña puede convertirse en una sesión de sexo...

En primavera, pasamos un fin de semana en la Vall D’Arán. Tenemos una forma un poco "sui generis" de hacer montaña. Nos dirigimos a los lagos de Los Colomers, que son una serie de lagos, situados en el Círculo glaciar de los Colomers, cercano a la Pica d’Estats, el pico más alto de Catalunya y una vez llegados al Lac Major de Colomèrs, dónde está el refugio libre que ahora está en obras de remodelación, nos dedicamos a disfrutar de la naturaleza, ver aquellos lagos que ya casi habían perdido en su totalidad la nieve y el hielo que los cubría... A esas alturas, ya no hay árboles, tan solo prados y rocas y unas florecillas muy vistosas.

Lo más profundo y lo que más llama la atención, además del hermoso paisaje, es el absoluto silencio que se oye y no es un contrasentido, se oye el aire y nada más, ni tan siquiera algún pajarillo se atreve a desafiar aquellas alturas, sólo el halcón peregrino, que para eso Álvaro, nos da clases cada vez que nos acercamos.

Una vez pasada la noche en nuestras tiendas, bajamos por la pista forestal del Aiguamotx hasta Artíes, muy cerquita de Baqueira, dónde vamos a parar al Parador Gaspar de Portolá, el descubridor de California y allí disponemos de unas habitaciones abuhardilladas para descansar y reponernos.

En ésta ocasión, sólo fuimos tres amigos, José Javier, Joseja para sus amigos y JJ para mí, que sé que le hace rabiar, Álvaro y yo. Mi amiga Marta, se encontró indispuesta a última hora y como ya teníamos las reservas, fuimos nosotros tres solamente.

Mientras estábamos acampados, Álvaro nos estuvo leyendo varios relatos eróticos, entre otros estuvo muy pesado con uno en que una mujer se encuentra desnuda, con las piernas abiertas, ofreciendo su sexo a una persona que está a punto de entrar por la puerta. Después se volvió a poner pesado con el tema de los tríos, que si lo habíamos hecho, que si lo haríamos, que si que opinión teníamos, etc. Vamos, estaba disparando con bala, yo sé positivamente que le gusto, pero me atrae más JJ, es más salvaje, mientras Álvaro es más suave, más complaciente, en fin, demasiado atento para mi gusto.

En la tienda no hubo gran cosa, porque estábamos cansados, algún beso, algún toqueteo, etc. El día D estaba al llegar al Parador, una ducha reconfortante, un ataque a la cocina, dónde los dos se pusieron como cerdos con la olla aranesa y el civet de jabalí, yo fui más comedida y sólo tomé ensalada y trucha a la llosa. Después de acompañar la comida con un buen vino y tomar una copa de brandy, que nos dejó un pelín achispaditos, nos retiramos a las habitaciones.

JJ se sabe mover bien y te hace llegar al clímax rápidamente. Últimamente tiene problemas de insomnio, así que tomó unas pastillas y se quedó dormido como un tronco, dejando escapar algún suave ronquido. Yo me había dado una ducha rápida después de hacer el amor y cuando me disponía a volver a la cama, desnuda como estaba, únicamente cubierta con el albornoz y unas zapatillas del Parador, se me ocurrió pensar si Álvaro estaría despierto. Así que cogí la tarjeta y me acerqué a la habitación de Álvaro y golpee ligeramente la puerta. Me abrió un Álvaro adormilado, que se despertó de repente al verme entrar. Le comenté que JJ estaba dormido y me apetecía tomar algo, pero que me daba palo tomarlo sola. Me preparó un cuba libre, con las bebidas del mueble bar y se preparó él otro. Su habitación tenía un sillón en el que me acomodé, pasando las piernas por encima del brazo, poco a poco, el albornoz fue resbalando, dejando al descubierto casi todo el muslo. A Álvaro se le iban los ojos, a pesar de que su conversación versaba sobre nuestra excursión a los lagos.

Con el cuba libre ya en las últimas, me solté el lazo del albornoz, fue el pistoletazo de salida. Álvaro comprendió para que había ido a verle, por si tenía alguna duda... Se acercó a mí y suavemente me besó en los labios, un beso sin lengua, pasó a besarme con pequeños besitos por el cuello, las orejas, mordisqueando el lóbulo, haciendo que se me pusiera la piel de gallina. Luego hizo algo peor, introdujo su lengua en el interior de mi oreja, Dios!, me recorrió un escalofrío y una sensación como de una descarga eléctrica, mientras la piel de mi brazo y mi pierna se ponían no ya de piel de gallina, sino de gallo de pelea, mis pezones se endurecieron en el acto y noté que mi entrepierna se humedecía por momentos y aún no había empezado nada.

Siguió con sus besos por el cuello y me giró la cabeza para mordisquear mi nuca, mi vello estaba totalmente erizado, mis pezones parecían que iban a estallar. Fue dejando resbalar su lengua por mi espalda, yo estaba que me derretía, quería sexo, pero parecía que lo le interesaba... Cuando llegó a la altura de las caderas, volvió a subir y fue entonces, cuando sus manos acariciaron mis pechos, los cubrió con sus palmas y fue amasándolos, suavemente, mis pezones debían estar taladrando las palmas de sus manos, así que los acarició y los presionó ligeramente, volvió a subir con su lengua y ya estaba a la altura de mi hombro y ahora sí, por fin su boca se dedicó a uno de mis pechos, llegó hasta el pezón y lo besó, lamió y después lo succionó. Sentí como si todo mi cuerpo quisiera escaparse hacia su boca. Ensalivó ambos pezones y con sus dedos, empezó a oprimirlos, apretando mientras sus palmas acariciaban mis pechos. Poco a poco empezó a estirarlos y me asombró ver como daban de sí, creo que si hubiese seguido estirando, todo mi ser, hubieran sido esos dos pezones. Continuó deslizándose, hasta llegar a mi ombligo, besándolo, utilizando su lengua, alrededor y en el interior del mismo.

Por fin descendió hasta mi sexo totalmente depilado para la ocasión. Cuando llegó a la altura de mi vulva, estaba ya tan excitada que mis fluidos salían de ella y notaba como se deslizaban por fuera. Utilizó su lengua, para pasarla por la totalidad de mi rajita, separando si podía ser aún más mis labios. Introdujo su lengua en mi vagina, que debió dejársela totalmente impregnada de mis fluidos. Tanto sería así, que introdujo dos dedos en ella y al poco me los acercó a mi boca, que los lamí y chupé con fruición, intentando excitarlo algo más. Con especial atención se instaló en mi clítoris que estaba alcanzando una dureza y unas dimensiones considerables, siguió con sus labios y su lengua, masajeándolo de tal manera que no pude más que dejarme ir y saborear mi primer orgasmo.

Siguió lamiendo mi vulva nuevamente y cogiéndome de los muslos, me fue haciendo resbalar despacio en el sillón, dejando mi ano a su altura, aunque ya estaría más que lubricado, jugueteó con su lengua, lubricándolo aún más con su saliva y empezó con un dedo a trabajar en él, haciendo movimientos circulares y pronto su dedo desapareció en mi interior, noté como mi esfínter se dilataba con la entrada de otro dedo? No sé cuantos tenía en mi culo, pero su pulgar apareció en mi vagina, yo notaba como sus dedos hacían una pinza en mi interior, yo no podía resistirlo y además volvió con su lengua a mi vagina y a mi clítoris, pensaba que me iba a derretir. Los espasmos de mis caderas, estaban indicando que el orgasmo se acercaba de nuevo y volví a disfrutarlo con su boca en mi vagina.

No pude más y empecé a besarlo como una posesa, su boca sabía a mi sexo y alcancé su pene y rápidamente lo introduje en mi interior. Yo estaba sobre él, pero estirada, con mi pecho contra su pecho, nuestras bocas al alcance, mirándonos directamente a los ojos. Al poco, fui incorporándome y con un movimiento de caderas, conseguí un tercer orgasmo.

Estaba agotada, pero debía darle un premio, así que introduje su pene en mi boca y fui haciéndole una felación, acariciándole su escroto y cometí el error de introducirle un dedo en su ano, masajeando su próstata y sin darle tiempo casi a avisarme, su esperma entró a borbotones en mi boca, me dije que se merecía el premio de ver como lo engullía. Cuando noté que se había relajado, acabé de lamer las gotas que quedaron sueltas, y masajeando su pene, acabé con toda la reserva que no había salido al exterior.

Seguí acariciando sus testículos y poco a poco, su pene pareció tomar vida de nuevo. Me estiré sobre él, haciendo que mi pezones coincidieran con su boca, en cuanto notó mi cuerpo sobre el suyo, volvió a la actividad, acariciándome con mucho mimo, volvió a besar todo mi cuerpo, besando tiernamente mi vulva, para prestar más atención a mi culito, me cambió de posición y empezó a acariciar con la punta de su pene mi ano, haciendo como si quisiera entrar, como si no, como si sí, como que entró despacito y con un vaivén de un poco adelante otro poco atrás, me penetró por completo, notaba la suavidad de sus testículos chocando con mis nalgas, siguió moviéndose con un ritmo lento que me enervaba, notaba como entraba y salía de mí y empecé a masturbarme poco a poco, acariciando mi clítoris que para entonces estaba ya escocido, pero aún así conseguí tener un nuevo orgasmo y al oírme, puso en marcha el suyo, corriéndose en mi interior y dejándose caer pegado a mi, sin sacar su polla de mi interior, fue cuando la flacidez se hizo evidente, cuando fue desapareciendo de mi cuerpo, notaba como su semen resbalaba por mis glúteos, pero ya no quise moverme y quedamos así juntitos, hasta el amanecer, en que volviendo a ducharme, deposité un suave beso en los labios de Álvaro, que me agarró por la mano y volvimos a besarnos apasionadamente y si no me deshago de su abrazo, seguro que volvemos otra vez, pero yo tenía que cambiar de habitación.

Más tarde en el desayuno, JJ no acababa de entender nuestras miraditas cómplices y dijo que parecía que estábamos más tontos que de costumbre. Desde ahora, tendré que prestar más atención al suavecito de Álvaro.