Fin de semana en Cuernavaca (5)

Pasan las horas, y ellos siguen amándose, disfrutándose, deseándose como animales salvajes...

  • Vamos a bañarnos, te dije

  • ¿a bañarnos?

  • si, vamos, levántate... si puedes claro..... Y sonreí pícaramente dirigiendo mi mirada a tu sexo.

Caminé de espaldas a la alberca, sin dejar de mirarte, provocando con mi mirada que te levantaras del césped y me siguieras hasta la piscina... intentaste agarrarme justo en el borde y me dejé hacerlo. Dejé que me abrazaras y que restregaras tu sexo hinchado y ardiente por mi pubis mientras me besabas los pechos.

Me llevaste hasta la escalerilla y haciendo que me agarrara en ella, me arqueaste el cuerpo hacia delante con delicadeza, recorriendo mi espalda con tus manos suaves y me penetraste allí mismo, estabas desesperado por hacerlo, por poseerme, por hacerme tuya.... y te volví a sentir dentro de mí, toda tu fuerza y la de tu masculinidad que me envolvía, que me llenaba las entrañas y después..... Después me volviste a abrazar, a besarme con dulzura...

  • no sabes de qué manera te deseo, dijiste

  • vas a enloquecerme, no puedo dejar de desearte, de querer hacerte mía una y mil veces, añadiste.

  • no dejes de hacerlo, nunca dejes de desearme de esa manera, te contesté.

  • démonos una ducha, arreglémonos y salgamos a dar un paseo por la ciudad, quiero pasear contigo de la mano (dijiste eso como el que está orgulloso de mí, como el que quiere salir a la calle y, sin decirle nada a nadie, quiere que todo el mundo le vea feliz, radiante del brazo de su amor, de su amada, de su adorada dama y eso, eso me hizo sentir bien)

  • si, salgamos, nos vendrá bien dar una vuelta, hace un día precioso, ¿crees que habrá mercado hoy? te pregunté mientras entrábamos en casa......