Fin de semana de sexo-Viernes (Parte 6)
Empieza el fin de semana de sexo con Cris, Carla, Silvia y Maria. No se lo que tienen preparado, pero estan desenado ponerme el cuerpo encima...
Sexta parte de esta serie. Empieza el fin de semana...
Aquí esta la primera parte: http://www.todorelatos.com/relato/85904/
Aquí está la segunda parte: http://www.todorelatos.com/relato/85937/
Aquí está la tercera parte: http://www.todorelatos.com/relato/86019/
Aquí está la cuarta parte: http://www.todorelatos.com/relato/86028/
Aquí está la quinta parte: http://www.todorelatos.com/relato/86113/
Era lunes y hacia dos días de la mejor noche de mi vida. Ya estaba recuperado pero me mantuve firme sobre la única condición expuesta por mí. Para evitar tentaciones, Cris y yo decidimos no quedar en toda la semana. A ambos no nos gustaba estar tanto tiempo sin vernos, aunque sea, pero pensamos que era lo mejor y según Cris, lo más justo para las demás. También me dijo que así podría preparar mejor el plan del viernes con ellas.
Yo por mi parte, estuve pensando en diferentes cosas para aquel fin de semana inolvidable. A veces me obligue a detenerme y dejar de pensar, porque si no hubiese acabado masturbándome y no quería faltar a mi condición. Imagine muchas cosas, pero sabía que llegado el momento todo sería un desmadre. Las cuatro andando desnudas por la casa. Yo también. Olor a sexo en cada rincón de la casa. Me estaba excitando demasiado y decidí dejarlo para el fin de semana. Eso sí, desde el lunes hasta el viernes, a la mañana busque métodos para aumentar mi cantidad de semen y cosas por el estilo para mantener el tipo y hacerlas disfrutarlas.
El jueves a la tarde, Cris me mando un mensaje diciéndome que el viernes me avisaría sobre lo que tenía que hacer, así que yo solo tenía que esperar. Pero el viernes después de comer en mi casa todavía no había recibido ningún aviso de ninguna de ellas. Estaba impaciente la verdad. Que añadido al calentón que tenia encima, hacia que cada minuto sin saber de ellas, fuese una hora.
Por fin, alrededor de las 18:00 de la tarde, un mensaje me llegó. Era Cris. Me mando coger cierta ropa, tanto normal como interior, e ir a buscarlas a todas a una pequeña plaza en frente de la casa de Silvia. Rápido como el viento, hice lo que Cris me pidió y salí escopeteado de casa. Llegue unos minutos tarde, por culpa del trafico, aunque fui andando. Pero allí las encontré, Cris y Silvia sentadas en un banco con una pierna cruzada sobre la otra de forma muy sexy y Carla y María de pie enfrente de ellas, hablando.
No pude hacer otra cosa más que fijarme en ellas cuando las vi, estaban increíbles. Cris llevaba una minifalda de color morado oscuro de unos quince centímetros de ancho, lo que dejaba mucho que ver acompañada por una medias altas del mismo color que la minifalda, que le llegaban hasta la mitad de los muslos, con unos zapatos de tacón alto de color morado oscuro, pareciendo que no llevaba nada. Por arriba llevaba solo una camiseta de tirantes de color rosa que conjuntaba con el morado del resto de la ropa, que aquel día fue uno de mucho calor. Tenía el pelo suelto y liso que le bajaba por toda la espalda. Carla vestía unos leggins negros junto a unos zapatos de tacón alto, también negros, y una camiseta de manga corta roja, que dejaba ver un precioso escote. Tenía el pelo recogido en una coleta, de forma muy sexy. María, me sorprendió vistiendo unos pantalones vaquero pitillos muy ceñidos, con unos zapatos normales, ya que no sabía andar con tacones. Por arriba llevaba una camisa blanca de los más sugerente, con algunos de los botones de arriba sin abrochar dejando ver su escote. El pelo lo tenía ondulado como siempre, aunque esta vez resaltaba su belleza más que otras veces. Por último, Silvia, llevaba un vestido sin mangas de color verde apretadito, que le llegaba hasta la mitad de los muslos, marcándole mucho el culo y los pechos, los cuales creaban un atractivo escote, además de unos zapatos de tacón alto. Tenía el pelo liso al igual que Cris.
Se notaba que las cuatro estaban maquilladas, pero no era nada exagerado. Un poco de pintalabios o brillo, raya de ojos, coloretes... Esas cosas. A medida que iba avanzando podía verlas mejor y disfrutar más de las vistas. Cuando me quedaban pocos pasos, se dieron cuenta de mi llegada y se voltearon hacia mí.
-Hola.- Salude dando dos besos a todas, ya que no podía tratar mejor a mi novia por ser precisamente eso, mi novia. Todas me saludaron y me devolvieron los besos. Me quedé de pie entre María y a Carla.
-¿Preparado?- Me preguntó Cris mirándome.
-Nunca he estado tan preparado.- Le contesté sonriéndole a lo que todas también sonrieron.
-Muy bien.- Empezó a decir María. -Aquí empieza nuestro plan. Ahora mismo tienes que decirnos lo que más te gusta de cada una, lo que menos y que nos harías, referente al sexo, aquí mismo.- No me esperaba eso realmente, pero tras mirarlas un poco empecé a hablar.
-Da igual el orden, ¿Verdad?- Pregunté a lo que María, que era quien me había explicado lo que tenía que hacer, me contestó asintiendo con la cabeza. -Pues empezaré por ti.- Le dije a María mirándola de arriba abajo. Ella se sorprendió un poco, y se sonrojo mientras parecía escanearla. -Lo que más me gusta de ti, ahora mismo, es tu atrevimiento. Conociéndote como eras antes, y verte ahora vestida así, y con esas ganas...- María se sonrojó mas ya que no estaba a acostumbrada a que la piropeasen de esa manera. -Lo que menos es tu timidez y pesimismo. Creo que podrías ser más feliz si cambiases eso.- María pareció apuntarse eso en una libreta mental. -A ti, te pediría que me hicieras un striptease. Para ver tu lado más excitante.- De nuevo María se sonrojo y tuvo que desviarla mirada de mi.
-Gracias.- Susurro ella. -Muy bien, ahora otra.- Me contestó María.
-Carla... ¿Qué me gusta más de ti? Tu sensualidad. Es desbordante y me vuelve loco.- Carla sonrió.- Lo que menos... Tus pocas ganas de compartir. Sobre todo a mi.- Puntualicé, cosa que todas entendieron y se rieron, excepto Carla que se hizo la ofendida. -Que te haría aquí mismo... Esto es mas difícil... Te exigiría una de tus increíble mamadas.- Aquello pareció satisfacer a Carla, que sonrió.
-Solo te quedan dos.- Me informo María, aunque realmente, ya lo sabía.
-Cris... Mi querida Cris... Lo que más me gusta de ti es tu sinceridad y el amor que transmites.- Cris sonrió mientras cambia de posición sus piernas dejándome ver un pequeño tanga morado. -Lo que menos, es lo bruta que puedes parecer a veces. Si lo pensases antes un poco, creo que te ahorrarías muchas discusiones.- Cris resopló sabiendo que aquello era cierto. -No tengo ninguna duda de lo que hacerte... Te quitaría ese tanga que tienes, dejándote el resto de la ropa y te haría cabalgarme y gemir y gritar de placer, para que todos viesen lo golfa que puedes llegar a ser.- Cris movió sus piernas como si quisiera rozar su vagina, ya que aquello le había hecho excitarse muchísimo.
-Joder, Javi... Me pones mucho.- Admitió.
-Venga Javi. La ultima y terminas.- De nuevo María.
-Silvia.- La observé allí sentada en el banco, con las piernas cruzadas, aquellos tacones altos, ese vestido tan apretado. -Me encanta lo provocadora que puedes llegar a ser. Pero en cambio no me gusta tu lado... Puritano por así decirlo. Es como si escondieses a la verdadera Silvia, bajo un manto para que nadie sepa cómo eres en realidad.- Silvia me miraba a los ojos. Yo por el contario, no podía dejar de mirarle todo el cuerpo y disimularlo volviendo a mirarle a los ojos. -La verdad, no me hace falta pensarlo mucho. Te quitaría la ropa interior de abajo, y tras levantarte un poco el vestido, te comería el caño como nunca y bebería tus fluidos, hasta secarte.
-¿Que ropa interior?- Me pregunto separando las piernas y dejándome ver su depilada vagina, de la cual salían unos pocos fluidos que ella misma se encargo de recoger con un dedo sin que alcanzaran el vestido, y después chupo su dedo. Me excité como nunca, y Cris, Carla y María también se excitaron.
-Perra.- Susurro Carla, aunque Silvia sabia que esta no le estaba insultando, le guiño un ojo provocativamente.
-A ver, chicas, tranquilicémonos.- Dijo Cris tras levantarse. -Una vez hecha la prueba de María, ahora te toca la mía. Tienes que tocarnos aquí mismo, en busca de cuatro llaves. Cuando las encuentres te diré para que las necesitaras.
-Como te gusta...- Le dije a Cris, mientras me acercaba a ella. Una vez a su lado, fui a tocarla para buscarla la llave que ella tendría. -Te voy a dar una pista. Cada una lo tiene en una parte importante, tanto para nosotras como para ti.- Tras aquella frase soltó mi mano. Libre ahora, pensé en lo que me dijo.
-Importante para mí como para vosotras...- Susurraba para mi, mientras me alejaba de Cris y me quedaba un poco mas atrás de Carla y María pensando. A su vez Cris volvió a sentarse. Las cuatro me miraba, mientras pensaba y las observaba. Pocos minutos después, creí ya tener la solución. -Creo que ha sido un poco fácil, ¿No?- Les pregunté irónicamente sin buscar su respuesta.
-María, tu llave está en una de tus manos.- Le acusé mientras le cogía ambas manos y se las abría suavemente. Como esperaba su llave estaba en su mano derecha. -Seguramente será por que fue con la mano que toco su primera polla. La mía.- Todas se querían sorprendidas y María se puso roja.
-Cris. La tuya estará entre tus tetas.- Le dije metiendo mi mano en su escote. Cuando la saqué tenía otra llave mas. -Me imagino que será, por la cubana que me hiciste. Como nadie sabe aquello, tu siempre serás la primera.- Comenté, aunque Cris y Carla, lo entendieron, María y Silvia se sorprendieron de mis deducciones.
-Silvia. La tuya ya sé donde esta, pero antes de decirlo... ¿Por qué no nos vuelves a enseñar tu precioso coño?- Silvia se quedo quieta, ya que sabía que había acertado. Lentamente abrió las piernas, y la su llave estaba introducida en su vagina como si esta de una cerradura se trátese, dejando fuera la parte más ancha de la misma. Metí la mano entre sus piernas y extraje la llave, de la cual caía un poco de los flujos de Silvia. Limpie con mi lengua la llave.
-Ya van tres de tres y solo faltas tú, Carla.- Le dije mirándole solo a ella. Carla me sonrió sensualmente y me guiño un ojo. -La tuya ha sido la más difícil de encontrar. No se me ocurría nada que nos pudiese enlazar de una manera igual a la de las otras chicas. Hasta que medí cuenta.- Me acerqué a ella y le di un beso introduciendo mi lengua en su boca. Tal como pensé toque su llave y tuve que forcejear un poco con ella para sacársela. -Cuatro de cuatro.- Dije sujetando las cuatro llaves en mi nao derecha.
-¿Como lo has adivinado?- Me preguntó Carla un poco ofendida, por haberlas vencido de aquella manera.
-Yo mismo dije el escondite antes. Cuando te dije que es lo que te haría aquí ahora mismo.
-Una mamada...
-Eso es. Tu estas orgullosa de tus mamadas, y yo las adoro.- Le dije devolviéndole el guiño de antes. -¿Y ahora que, Cris?- Le pregunté.
-Con esas llaves podrás abrir unos pequeños cofres que están en casa de Silvia, pero como puedes ver, las llaves son casi idénticas y los cofres que los abren también. Así que una vez arriba, te moveremos las llaves y los cofres, y tendrás que coger dos llaves y buscar su cofre correspondiente.
-Me gusta. ¿Que hay dentro de cada cofre?
-Eso tendrás que averiguarlo tú solo.
-Basta de cháchara, ahora es mi turno.- Nos cortó Silvia levantándose. -Ahora mi prueba.
-Dispara.- Le anime.
-Está bien. Mi prueba es más sencilla. Tienes que decirnos a cada uno a donde nos llevarías de viaje y para qué.
-Vaya... Esto es un poco difícil, a su manera.- Silvia, se rio mientras volví a sentarse y me miraba. -A ti, Silvia, creo recordar que te gustaría visitar el polo norte. Por lo que te llevaría allí y para que no pases frio te calentaría yo todos los días.- Silvia se mordió el labio inferior imaginándoselo. - Cris, a ti te llevaría a un país asiático donde aprendiésemos posturas nuevas para practicarlas todos los días. -Cris, sonrió excitada. -María, tu y yo, nos iríamos a África. A un lugar caluroso, para obligarte a llevar poco ropa y que te acostumbrases a ello, obviamente tendríamos sexo todos los días, jeje...- Reí mientras María se sonrojaba. -Carla, nos iríamos a Japón. Conociendo tus fantasías de los disfraces, te compraría cosplays diferentes para tener sexo todo el rato.- Carla, sonrió satisfecha y excitándose, solo imaginándoselo.
-Quedo yo. Ultima prueba.
-Venga, venga, que estoy en racha.- Bromeé haciendo que todas se riesen.
-Vale, ahí voy. ¿Cuántos orgasmos tuvimos cada una la otra noche?- La pregunta me pillo completamente desprevenido. La verdad es que no tenía ni idea. Podía ver Carla completamente excitada recordando lo de aquella noche.
-Déjame pensar... Hasta antes de que mi lapsus mental, puedo contar...- Hice el gesto típico con las manos como si estuviese contando. -Un total de once orgasmos.
-Muy bueno, pero te he pedido los de cada una.
-Si me dejases acabar... Como te decía fueron un total de once orgasmos. Dos de María y otros dos tuyos. Tres de Cris, y por ultimo cuatro de Silvia.- Carla, se quedo sorprendida por mi acierto.
-Estoy sin palabras. Creo que ya está listo.- Comentó Carla.
-Muy bien, subamos a mi casa pues.- Respondió Silvia poniéndose de pie a la vez que Cris. Con la cosa de las pruebas eran ya casi las 9:30. Subimos en el ascensor, pero una vez en el piso las cuatro chicas entraron y yo me quede fueran, diciendo que antes de entrar y hacer de este fin de semana algo inolvidable, quería prepararme bien, por lo que me dejaron la puerta abierta mientras ellas aprovechaban para preparar unas ultimas cosas.
Un buen rato después entré en la casa. No había ninguna decoración nueva, ni nada extraño, cosa que me sorprendió pero no me disgustó. Fui directo al salón donde me esperaban las cuatro, vestidas de la misma manera. Una especie de pijama, compuesto por un short gris, y una camiseta de tirantes blanca. En frente del sofá, estaban los cuatro cofres, de los que me había hablado Cris, sobre una mesita. Deje las llaves al lado mientras me dirigía a la butaca para sentarme y esperar instrucciones.
-A ver Javi.- Dijo Cris, cogiendo las llaves. -Voy a revolver las llaves y luego tendrás que elegir dos de las cuatro, ¿Vale?
-Vale.- Contesté y comenzó a revolver las llaves en sus manos. Después las dejo sobre la mesa y yo elegí dos de ellas, las otras dos las cogió Carla y las dejo en un cenicero cerca del sofá.
-Ahora tienes que abrir los cofres a los que les corresponda cada llave. Cuando lo hayas hecho, te diré mas cosas.- Tal y como me dijo, probé las llaves. Abrí el primer cofre y el cuarto. Dentro del primero había un lubricante y dentro del segundo una pastilla de jabón. -Muy bien estos objetos son unas pistas para buscar a sus dueñas. Primero tendrás que buscar a la dueña del lubricante y luego a la de la pastilla de jabón. Si las encuentras a la primera recibirás su premio, sino, tendrás que traer el objeto aquí y seguir con el siguiente. Una vez acabes con los dos, vuelve aquí y avísanos que has acabado.
Tras oír las instrucciones de Cris, me fui a la cocina donde espere un rato, hasta que la voz de Cris, me permitió buscar a la dueña del lubricante. Sabia más que de sobra a quien tenía que buscar, y tras cruzarme con Silvia en su cuarto, encontré a María en el salón. Ella parecía esperarme, y cuando me vio con el bote en la mano, se sonrojo.
-Parece que acerté.- Dije acercándome a ella.
-Si...- Contestó ella. -Ven, siéntate. Te tengo que dar tu recompensa.- Me dijo, y una vez me senté, ella se arrodilló entre mis piernas y me quito los pantalones y los calzoncillos. Masturbó lentamente mi pene, hasta que este alcanzó su máximo tamaño, tras lo cual, ella se deshizo de su camiseta y un sujetador blanco muy bonito, dejando sus pechos desnudos. -Esta vez voy a acabar lo que empecé en el cine.- Me dijo mientras cogía el lubricante.
-Entonces, prefiero que lo hagas como aquella vez.- Le contesté mirando sus pechos.
-Vale.- Sonrió mientras dejaba el bote. -Si quieres tocarlas, no te cortes.- Me dijo, más atrevida que nunca. Pero antes de que pudiese hacerlo, María lleno mi pene con su saliva, después escupió sobre su mano y comenzó a masturbarme. Fue increíble. Parecía que había buscado información para excitarme mas mientras me masturbaba, añadido al no haber hecho nada en toda la semana, la paja de María me hizo jadear de placer en seguida. Como pude, estire una de mis manos hasta sus pechos los cuales toque con muchas ganas.
-María... Esto es... Increíble.
-Gracias, Javi. Quiero que lo disfrutes.- Me dijo ella sin dejar de masturbarme y llenando de saliva mi pene y su mano siempre que lo necesitaba.
-Como sigas así, no voy a poder... aguantar mucho mas...- Le confesé muy excitado.
-Lléname de tu corrida, Javi. Córrete sobre mi.- Escuchar hablar así a María me excito lo suficiente para acabar por eyacular, y tal y como me pidió, todo mi semen cayo entre su cabeza y sus pechos, manchándola con mi semen. Tras los últimos espasmos de mi orgasmo, María sigue masturbándome lentamente mientras se tragaba el semen de su boca y se restregaba el resto del semen por todo el cuerpo, disfrutándolo. -Que ganas tenia de tu corrida.
-Y yo de una paja así. Me parece que ya sé que te pediré en otro momento.- Le dije riéndome a lo que ella pareció agradarle la idea. Tras limpiarme, me subí los pantalones y me despedí de María. Volví a la cocina donde cambie el bote lubricante por la pastilla. -Esto es muy fácil, pero no sé quien me espera. Si Cris o Carla.- Dije para mí mismo, dándole vueltas aunque en el fondo, sabía que me iba a llevar premio y no me importaba si era una u otra.
Finalmente llegue al baño y en la ducha, desnuda, estaba Cris.
-Por fin has llegado. ¿Vas a follarme o qué?- Me sorprendió lo directa que iba, pero en seguida me desnudé y entre en la ducha con ella. Cris abrió el agua y en pocos segundo acabamos empapados. -Trae es polla aquí.- Me dijo Cris, mientras se agachaba y me agarraba mi pene que ya volvía a estar completamente erecto. Cris me hizo una gran mamada bajo la ducha. Cuando finalizó se colocó contra la pared y yo la penetré fuertemente y a buen ritmo. Se notaba que hacía tiempo que no se desfogaba por que sus gritos de placer fueron increíbles y me excitaron más que nunca. Nos besábamos, nos tocábamos todo el cuerpo sin dejar que mi pene dejase de entrar y salir de su vagina, tras un buen rato, Cris alcanzó un orgasmo y yo eyacule en su boca. Tras tragarse todo el semen, limpio mi pene con su boca durante un buen rato.
-Echaba de menos tu coño, Cris.- Le dije saliendo de la ducha.
-Y yo tu polla, Javi.- Me contestó aun bajo el agua.
-Bueno, me voy que tengo que ir a llamaros.- Me reí sabiendo lo mal que había sonado eso, ya que ella estaba allí.
-Yo salgo ahora.- Dijo ella cuando yo salía del baño vestido de nuevo, y con el pelo mojado. Tras volver a la cocina, las llamé y todas aparecieron en seguida. Viendo las caras de satisfacción de María y Cris, Carla y Silvia supieron que habíamos tenido sexo, y sintieron cierta envidia.
-Ahora, a cenar.- Dijo Cris, poniéndose a preparar la cena. Las otras tres chicas la ayudaron y yo tuve que sentarme a esperar, ya que no me dejaban hacer nada. Fue una cena bastante normal, pero todo estaba muy rico y estar rodeado por cuatro salvajes leonas con ganas de sexo y vestidas de aquella manera, me excitaba mucho y me hicieron la cena mucho más amena.
Cuando terminamos Silvia me explico como íbamos a dormir. Ellas en su cuarto y yo en el de invitados.
-Pero recuerda, mañana te quedan los otros dos cofres.- Me recordó Cris, mientras se despedían y se iban al cuarto de Silvia, mientras yo me quedaba solo. Entre en mi habitación y me quede solo. Me desnude hasta quedarme con los calzoncillos y me tumbé boca arriba en la cama.
Debían de ser cerca de las 00:00 cuando la puerta de mi habitación se abrió y por ella entraron dos chicas. Estaba tan oscuro que no las reconocí.
-Ya es mañana.- Reconocí la voz de Carla.
-Por lo que te damos nuestro premio.- Esta vez fue Silvia la que habló.
-¿Pero y los cofres?- Pregunté mientras notaba como unas manos recorrían mi cuerpo.
-Ya no importa. Ahora es sábado. Los juegos eran para el viernes.- Rio, pícaramente Carla.
-Eso me gusta.- Dije sonriendo.
-Javi, somos las únicas sin hacer nada, así que ya nos puedes dar mucho, ¿Vale?- Me pidió Silvia cerca de mi cara.
-Ni lo dudéis.- Les dije y como si aquello hubiese sido el pistoletazo de salida, Carla, me quito los calzoncillos, me masturbo un poco hasta notar mi pene completamente erecto y comenzó con una de sus mamadas, a la vez que Silvia me colocaba su vagina en la cara. Solo pude agradecerle a dios por aquel regalo y comencé a lamer la vagina de Silvia. Bebía sus fluidos y estimulaba su clítoris mientras Carla no para de introducir mi pene en su boca. Aquel sí que fue un trió soñado. Estar comiendo la vagina más rica que conocía mientras la chicas más excitante que conocía me hacia una de sus increíble mamadas.
Poco después, Silvia tuvo un orgasmo entre grandes gemidos, por la falta de estimulación durante toda la semana y yo lo aproveche para no dejar caer ninguna gota, mientras Carla se subía sobre mi e introducía mi pene en su vagina. Escuché y noté como Silvia y Carla se besaban, se lamian los pezones mientras gemían de placer. Sus cuerpos comenzaron a sudar, y me resultó muy estimulante encontrarlas tan excitadas. Sus cuerpos eran puro vicio y no querían detenerse. Tras un rato largo, ambas llegaron al orgasmo. Se tumbaron en la cama recuperándose mientras yo encendía la luz.
-Joder... Normal que tenga la poya tan dura.- Les dije al verlas desnudas, sudadas, excitadas y con la vagina completamente húmedas. -Hoy no vais a dormir.- Les amenacé a lo que ellas respondieron con una gran sonrisa. Ya que Carla no había recibido una de mis comidas, todavía, la tumbe cerca del borde de la cama y tras abrirle bien las piernas me hundí en su vagina. Estaba rica, muy rica, pero no tanto como la de Silvia, no por ello le di un segundo de paz, y con grandes gemidos, clara tuvo otro orgasmo llenándome la boca con sus fluidos la vez que yo lo bebía sin intentar desperdiciarla.
-Javi, necesito tu polla... Follame...- Silvia estaba de pie contra la pared, con una pierna apoyada en la cama, dejando su vagina bien abierta. Tras terminar con Carla, me coloque tras Silvia y después de mojar mi pene con sus fluido le penetré. De nuevo aquella estrecha vagina me hizo gozar como un niño, y sin quererlo aumente el ritmo de mis embestidas. Sus gemidos llenaban mis oídos excitándome como nunca. Carla se colocó a mi lado mirando como embestía a Silvia desde atrás.
-Se ve muy bien eso... Hazme a mi también.- Me pidió Carla poniéndose de espaldas a mí, a cuatro patas. Por acto reflejo acerque mi mano hasta su vagina y le introduje un par de dedos, y la penetré de aquella manera mientras seguía embistiendo a Silvia. Ahora las dos estaban gimiendo, y mi excitación aumento. De pronto, Carla cogió mi mano húmeda por su vagina, y estirando uno de mis dedos comprobé que me pedía que le estimulara analmente. Nunca antes una mujer me había pedido eso, y aun mas excitado que antes, lo probé. Su ano absorbía mi dedo, mientras Carla gemía aun más que antes. Finalmente Silvia llego al orgasmo mientras que Carla seguía gimiendo.
-Dale a ella... Luego te pediré mas. Me dijo Silvia respirando entrecortadamente. Acerque mi pene a la vagina de Carla, pero esta me detuvo.
-No, ahí, no. Más arriba.- Me especificó Carla colocando la punta de mi pene justo en su ano. -Follame duro.- Aquellas palabras me dieron la fuerza necesaria para empujar mi pene dentro de su ano, e introducirlo lentamente. Tenía mi pene tan húmedo por la vagina de Silvia que entro muy fácilmente en Carla, la cual gemía y gritaba de placer. Era más estrecho que la vagina de Silvia y me volví loco. Una vez estuvo entera dentro, empecé a embestirla a ritmo lento pero constante. Seguramente Cris y María estarían escuchando los gemidos de Carla.
-¿Te gusta el culo de Carla?- Me preguntó Silvia a mi lado.
-Es... Increíble...- Conseguí balbucir sin parar un segundo. Nunca antes había tenido sexo anal, pero aquella experiencia estaba siendo increíble.
-Dame mas... Javi... Mas...- Su voz se confundía con sus gemidos, pero tal como me pidió yo aumente mi ritmo, lo que provoco nuevos y más fuertes gemidos por parte de Carla, que en seguida alcanzó un nuevo orgasmo. Carla se dejo caer exhausta sobre la cama. A su lado Silvia estaba en la misma posición que lo había estado antes Carla.
-Mi culo no va a ser menos que el de Carla, ¿No, Javi?- Me pregunto con una sonrisa provocativa, con la que consiguió lo que quiso. Me coloqué tras ella y tras humedecer mi pene en su vagina, subí un poco más arriba y apoye la punta en su ano. -Javi...- Parecía suplicar Silvia, cuando lentamente le introduje mi pene en su ano. Si su vagina ya era estrecha de por si mi pene casi no entraba en su ano. Aunque lentamente acabo succionándolo todo entero. Silvia desprendía ríos de fluidos por su vagina de lo excitada que estaba, y con solo moverme un milímetro de donde estaba, un nuevo gemido salía de su boca.
-Silvia... Adoro follarte...- Le confesé cuando comencé a embestirle lentamente, haciendo que gritase y gimiese como una loca por el placer.
-Ooo... No pares Javi... Sigue, sigue...- La voz de Silvia sonaba provocadora, por lo que no dude en darle lo que me pedía. Con una fuerte serie de embestidas Silvia tuvo un nuevo orgasmo acompañado de grandes gemidos, tras el cual cayó en la cama junto a Carla. Yo empecé a masturbarme ya que me quedaba poco para mi limite. Acaba de tener sexo con aquellas dos diosas, habíamos hecho de todo, incluido sexo anal, cosa que me gusto mucho y espere el momento de poder repetirlo.
-Chicas... Voy a correrme...- Aquello pareció despertarlas y enseguida se acercaron a mi pene. Sus lascivas caras esperaban mi semen y aquello me hizo alcanzar un gran orgasmo mientras eyaculaba en sus bocas. Con las bocas llenas de semen, Silvia y Carla se besaron, pasándose la una a la otra el semen y su saliva, para finalmente tragarse aquella mezcla de fluidos. Caí rendido sobre la cama.
-A sido increíble.- Me felicitó Carla.
-Ya lo creo.- Afirmó Silvia.
Nos tumbamos en la cama desnudos, sudados y abrazados. Aquel solo había sido el primer día del fin de semana, todavía quedaban el sábado y el domingo, cargados de sexo. No pude evitar tener una erección pensando en aquello y el trió de Silvia y Carla. Ambas se dieron cuenta y me masturbaron lentamente, hasta que los tres quedamos completamente dormidos.