Fin de semana de sexo-Domingo (Parte 8)

Se acaba el fin de semana, pero mis cuatro chicas siguen queriendo sexo... Yo no seré quien se lo quite.

Y aquí está el ultimo día del fin de semana de sexo… ¡¡¡Domingo!!!

Aquí esta la primera parte: http://www.todorelatos.com/relato/85904/

Aquí está la segunda parte: http://www.todorelatos.com/relato/85937/

Aquí está la tercera parte: http://www.todorelatos.com/relato/86019/

Aquí está la cuarta parte: http://www.todorelatos.com/relato/86028/

Aquí está la quinta parte: http://www.todorelatos.com/relato/86113/

Aquí está la sexta parte: http://www.todorelatos.com/relato/86129/

Aquí está la séptima parte: http://www.todorelatos.com/relato/86636/

Me desperté algo cansado pero relajado. A mí alrededor estaban Carla y María, las cuales dormían plácidamente, por lo que decidí no despertarlas y me quedé descansando con los ojos cerrados sin llegar a dormirme. No pasarían ni veinte minutos cuando Silvia entró en la habitación en silencio y despertó primero a María y después a Carla, dejándome allí solo. Yo me hice el dormido hasta que las tres chicas salieron de la habitación. Una vez solo, Me incorporé y me senté en la cama con la espalda apoyada en la pared. Estuve un rato pensativo hasta que decidí salir e ir a la baño. Las cuatro mujeres estaban en la cocina y parecían no haberse dado de mi presencia en el baño. Tal cual entré, salí a los pocos segundos y me dirigí a la cocina donde mis cuatro ninfas del sexo cocinaban y preparaban cosas completamente desnudas. La primera en verme fue Silvia.

-Buenos días.- Me saludó guiñándome un ojo y siguió con su tarea.

-Hola, guapo, ¿Qué tal?- Me preguntó Cris.

-Bien, bien.- Le contesté.

-Hoy es el ultimo día, habrá que pasarlo a lo grande, ¿No?- Me dijo Carla acercándose a mí.

-Por su puesto.- Le contesté yo pellizcándole un poco uno de los pezones, obligándole a morderse el labio inferior de placer.

-Malo.- Fingió molestarse y siguió a lo suyo.

-Hola, Javi.- Me saludó María un poco tímida.

-Buenas.- Le saludé yo, con una sonrisa.

-Veras… Es que…- Empezó a hablarme María entrecortadamente.

-Javi, María quiere pedirte que pases lo que queda de mañana con ella porque tiene que irse pronto.- Soltó de pronto Carla, haciendo que María se pusiese completamente roja de vergüenza.

-Claro, pero, ¿Por qué tienes que irte?- Le pregunté.

-Me ha llamado mi madre. Me tengo que ir, pero… Quería estar un poco mas contigo.- Se sincero con bastante esfuerzo.

-Pues vamos a hacer lo que quieras, ¿Si a tus amigas no les importa?

-Claro que no.- Respondieron casi a la vez las otras tres, cosa que pareció aliviar a María.

-Pues vamos.- Le dije a María extendiendo mi brazo. Ella lo agarró y nos fuimos a mí a cuarto. -Cuéntame lo que quieres.- Le dije con voz dulce para que se relajase.

-En cuanto salga del cuarto, me marcharé.- Empezó a hablar. -Y cuando me vaya de la casa, nunca más lo volveremos a hacer.- Parecía triste. -Por eso quiero… Que… Que…

-Lo que tú me digas, María.- Le intenté tranquilizar.

-Me quiero ir de aquí manchada con toda tu corrida.- Aquello me sorprendió y me excito notablemente. -Javi, quiero hacerte la mejor paja. Quiero que me recuerdes como la mejor haciendo pajas de las cuatro, y quiero me manches entera con tu corrida, porque no pienso limpiarme ni una pizca. Cuando terminemos, me voy a vestir tal y como este, y me marchare así, feliz y contenta.- Mi pene creció. Las palabras de María habían conseguido excitarme mucho y me sentí bien, sabiendo lo que pensaba María.

-Tus deseos son ordenes para mi.- Le contesté con una sonrisa.

-Gracias, Javi. Gracias.- Y sin decir nada más se arrodillo delante de mí, metiéndose entre mis piernas y teniendo mi pene apuntándola. -No la olvidaré. He aprendido mucho gracias a los dos.- Me acarició suavemente el pene. Parecía realmente triste. -Solo espero que disfrutes.- Y tras darle un suave beso en la punta, comenzó a masturbarme lentamente. Sus manos parecían no querer hacerme ningún daño, como si un objeto muy valioso se tratase. De vez en cuando descendía y una de sus manos y acariciaba mis testículos, proporcionándome un mayor grado de satisfacción y excitación.

-Me encanta, María.- Le dije mientras disfrutaba de su masturbación. Aquello pareció gustarle y poco a poco comenzó a aumentar la velocidad de su mano. A ratos dejaba que un hilo de saliva resbalara por su boca y cayera sobre mi pene, humedeciéndolo. Ella esparcía la saliva por todo mi pene y seguía masturbándome. Me encantaba mirarla y que ella me devolviese la mirada sin parar de masturbarme, me excitaba mucho.

Poco a poco ella se fue encendiendo y pude ver como de vez en cuando descendía una de su manos hasta sus pechos y los agarraba y se pellizcaba los pezones, para luego seguir descendiendo y masturbarse a si misma. Verla masturbarme y masturbarse a sí misma, mientras se mordía el labio inferior completamente excitada y envolviendo, de vez en cuando, mi pene con su saliva, me provocó que comenzase a llegar a mi limite. Ella pareció darse cuenta y aumento la velocidad de su mano. Estaba por eyacular y ella parecía que también iba a alcanzar un orgasmo.

-María... Me falta poco...- Le intentaba decir, disfrutando de aquello.

-Córrete, Javi. Suéltalo todo sobre mi.- Me dijo completamente excitada y mirándome a los ojos, sin dejar de masturbarme, provocando que finalmente eyaculase. Mi esperma salió disparado y cayó, la mayor parte, sobre sus pechos y también sobre su cara. Aunque ya no salía mas semen de mi pene, María siguió masturbándome manteniendo mi grado de excitación alto. Tras un buen rato "limpio" mi pene con su boca, tragándose mi semen. Se levantó satisfecha y tras esparcirse los restos de semen de mi su cara se marcho de la habitación. Yo me quede tumbado en la cama exhausto. Unos minutos después apareció María en el cuarto.

-Bueno, Javi. Gracias por todo. Nos vemos.- Se despidió de mi desde la puerta. Yo me levanté para acompañarla a la puerta y pude ver como lo que me había dicho antes sobre mi semen era cierto, ya que partes de su camiseta estaban mojadas y pegadas a su cuerpo.

-Un placer, María.- Le despedí cuando nos juntamos con las otras tres chicas. Se despidieron entre las cuatro y María se marchó.

-¿Que tal con María? ¿Que habéis hecho?- Me preguntó Carla pegándose a mí.

-Bien, muy bien.- Le contesté. -Hemos estado muy a gusto. Yo por lo menos.- Sonreí y me fui al salón.

-Pero cuéntame...- Me pedía Carla siguiéndome, mientras Cris y Silvia se iban a su cuarto.

El rato que pasó desde que se marchó María hasta que fuimos a comer se fue volando. Como el día anterior comimos sin prisas, y esta vez fueron Silvia y Carla las que se quedaron a fregar y limpiar. Cris se durmió en el sofá y yo seguí viendo la tele, pero un provocativo paseo de Carla me obligo a levantarme y seguirla hasta su cuarto. Una vez allí, Carla cerró la puerta para que nadie nos molestase.

-Antes has sido de María... Ahora me toca a mi.- Ronroneó. Se dirigió a la cama con el mismo andar provocativo de antes y se sentó en el borde la misma. -Ven aquí, Javi.- Me invitó con un ligero movimiento de su dedo índice indicándome que me acercara. Tal como lo pidió yo lo hice y me coloqué frente a ella. Simplemente por la situación, y obviamente por el pedazo de monumento que tenia sentada frente a mí, mi pene fue aumentando de tamaño lentamente. Ella se dio cuenta y rápidamente agarro mi pene el cual comenzó a masajear sin mucha prisa pero con ganas.

-Eso ya lo ha hecho María.- Le dije para provocarle y ver su reacción.

-Con que tenemos esas, ¿Eh? Pues mira y disfruta.- Me dijo y sin esperar mi reacción se introdujo mi pene, ya completamente erecto, en la boca. Un escalofrió de placer me atravesó todo el cuerpo, desde mi pene hasta la cabeza y vuelta para abajo. Sus labios suaves y carnosos, su lengua rápida y juguetona, y sus sutiles movimientos provocaban en mi un inmenso placer cada vez que mi pene desaparecía dentro de su boca. Lo hacía muy bien y, sobre todo, sabia como hacerlo.

-Joder, Carla. Nunca nadie me la ha chupado como tu.- Le admití con la respiración entrecortada. Ella no paró pero pude ver como sonreía ligeramente, sin dejar de hacerme la mamada. Poco a poco, mi pene fue quedando empapado por la saliva de Carla, cosa que me excito. Al igual que verla masturbarse a si misma. Poco a poco fui llegando a mi final. -Carla... Me queda poco...- Me escuchó y de pronto acelero increíblemente el ritmo unos pocos segundos que me llevaron a rozar el orgasmo, pero de pronto se detuvo en seco, y cogiendo una cinta de seda de la mesilla de la cama, realizo un muy fuerte nudo al rededor de la base de mi pene.

-Ni se te ocurra correrte.- Me dijo como si estuviese enfada. -Todavía te queda mucho por hacer.- Y acto seguido, se colocó a cuatro patas sobre la cama, abriendo los labios de su vagina con una de las manos, permitiendo que sus fluidos resbalaran por sus muslos. Yo estaba rozando mi orgasmo, pero aquella cinta tan apretada me impedía llegar a él, añadido a la nueva posición de Carla, lo único que pude hacer fue, agacharme y hundirme en aquel paraíso y comencé darle largos e intensos lametazos por toda su vagina, jugando con su clítoris, introduciendo mi lengua, e incluso de vez en cuando subiendo hasta su ano para estimularlo, cosa que lo disfruto. Tras un buen rato desguatando a Carla, me levante y con el pene completamente erecto la penetré lentamente por su rosada y depilada vagina.

-Voy a echarla de menos.- Le dije una vez estuve completamente dentro de ella.

-Y yo.- Me confesó. Por lo que sin mas preámbulos, comencé a envestirla disfrutando de aquella grata sensación, donde parecía que mi limite estaba muy lejos, pero a la vez tenía la sensación de estar a punto de alcanzarlo. Mientras mis embestidas aumentaban de fuerza y velocidad, entre Carla y yo, nos dedicamos a estimular su ano, para prepararlo. Tras un buen rato en aquella posición un fuerte grito de placer de Carla me avisó que había alcanzado su orgasmo. Yo por mi parte, notaba como si la cinta de seda fuera a explotar y todo mi semen fuera a salir disparado, pero el invento pareció aguantar, y con una mirada morbosa y llena de lujuria, entendía que es lo que tenía que hacer.

-No te conformas con poco, ¿Verdad, putilla?- Le pregunté sabiendo que aquello le excitaría.

-No. Necesito mas.- Parecía completamente desesperada. -Dame con tu polla.- Sus palabras parecían casi gemidos, mientras se lo imaginaba, pero no le hice esperar. Antes de que pudiese hacer o decir otra cosa, acerque mi pene completamente húmedo, por los fluidos de su vagina, a su ano y la penetré fuertemente. Mi pene entró fácilmente, gracias a los fluidos de Carla y a lo gran dilatado que tenía el ano. Desde mi primera embestida, Carla no paraba de gritar de placer como si no hubiese un mañana, y aquello me excitaba tanto que no reduje la velocidad o la fuerza de mis embestidas, lo que la hacía gritar cada vez mas. Poco a poco, ella fue alcanzando su límite, a la vez que yo notaba como si mi pene fuese a reventar la cinta.

-Carla... Voy a reventar la cinta.- Le dije como pude.

-Espera, cuando yo me corra, te la quito y me llenas toda entera, por favor.- Sus palabras eran casi ininteligibles por culpa de sus gritos, pero imaginarme el volver a correrme dentro de su ano, me excito mucho, tanto que hice un "sprint" final, que le hizo alcanzar un nuevo orgasmo. -Ahora Javi. Lléname entera.- Me pidió, soltando el lazo de la cinta, dejando libre mi pene y permitiendo el paso a mi semen el cual salió como un chorro de agua de una manguera de bomberos, a la vez que alcanzaba el mayor orgasmo de mi vida. -Lo noto. Lo noto. No pares, sigue llenándome.- Gritaba ella de placer mientras una gran cantidad de semen salía de mi pene mientras yo seguía embistiéndola. Tras notar como mis pequeñas convulsiones y mi fuerte eyaculación cesaban, me caí desplomado y casi sin aliento sobre Carla, la cual también trataba de recuperarse.

-Nunca me había corrido así.- Le comenté cuando nos tumbamos sobre la cama.

-Nunca se habían corrido en mi de esa manera.- Me contó ella. Nos miramos y nos besamos. Seguimos hablando un poco más, pero cuando recuperamos el aliento, caímos dormidos, presas del cansancio.


Dormimos cerca de una hora o una hora y media, hasta que Silvia nos despertó con un suave beso en los labios.

-¿Qué tal la siesta?- Preguntó sentándose en el borde de la cama.

-Bien.- La verdad es que me había sentado genial, ya que no me notaba casi cansado después del sexo con Carla.

-Pero mejor lo de antes.- Rió Carla recordando lo mismo que yo.

-Vaya par de golfos estáis hechos.- Nos riño Silvia como si fuese nuestra madre, a lo que nosotros nos reímos. -Bueno, ahora me toca a mi… Lo siento, Carla.- Dijo Silvia riéndose mientras me cogía de la mano y me llevaba con ella, dejando a Carla sola. Seguí a Silvia hasta el baño. –Vamos a relajarnos, ¿Vale?- Me preguntó mientras llenaba la bañera.

-De acuerdo.- Contesté yo con una sonrisa, y cuando la bañera estaba llena y lista nos metimos.

No estuvimos ni cinco minutos tranquilos ya que Silvia comenzó a acariciar mi pene con uno de sus pies. Ni corto, ni perezoso, yo alague mi pierna para acariciarle su vagina. Poco a poco mi pene fue aumentando de tamaño, al igual que iba notando como su vagina se calentaba cada vez mas.

-Javi, eres bueno con las manos, con los pies y con tu polla… Joder como me pones.- Se excitó cada vez mas.

-Me parece que tengo un poco sucia la polla…- Le deje caer a Silvia, que en seguida lo entendió y se acerco a mí, y tras darme un beso, se sumergió bajo el agua y comenzó a hacerme una mamada. A los pocos segundos volvía a salir del agua para coger aire y volver a sumergirse hasta que cansada de estar saliendo y entrando del agua se apoyo contra la red de rodillas y abriendo su vagina con una de sus manos.

-Javi... Follame.- Estaba tan excitada que sus palabra era pura excitación. Me incorpore y me coloque tras ella, para penetrarla. Segundos después nuestros cuerpo provocaban pequeñas olas con el agua de la bañera por el vaivén de nuestros cuerpos ante mis embestidas, las cuales hacían gemir de placer a Silvia. A medida que mis embestidas aumentaban de velocidad y fuerza, sus gemidos también eran más altos, hasta que tuvo un orgasmo, tras el cual me miro con la respiración entrecortada. -Ahora me toca a mi.- Y acto seguido me obligo a sentarme de nuevo, pero esta vez Silvia se sentó sobre mí, introduciéndose el pene en su vagina.

-No te creas que voy a desaprovechar esta oportunidad.- Le dije mientras llevaba una de mis manos a uno de sus pechos mientras mordía ligeramente el otro pezón. Aquello excito tanto a Silvia que en seguida comenzó a moverse sobre mí para arriba y para abajo introduciendo y sacando mi pene de su vagina. De nuevo, de su boca no paraban de salir gemidos de placer, mientras me agarraba la cabeza y me la apretaba contra sus pechos cada vez que le mordía uno de los pezones. De vez en cuando me sacaba la cabeza de entre sus pechos y nos besábamos sin que ella se detuviese, hasta que noté como poco a poco iba llegando a mi limite. Pensé en avisarle, pero tras recordar su petición decidí dejarla disfrutar del momento.

-Javi, tu polla es increíble.- Me decía entre gemidos. Yo le tocaba cada parte de su cuerpo, le besaba, le mordía suavemente, disfrutaba de ella, tanto como ella de mi hasta que finalmente tuve mi orgasmo. Eyacule con bastante fuerza y mi semen lleno a Silvia por dentro, esta al notarlo y darse cuenta de todo, se excito tanto que de nuevo tuvo un nuevo orgasmo. Siguió moviéndose unos segundos más hasta que paró, dejando mi pene dentro de ella. -Gracias, Javi...- Respiraba rápidamente. -Ha sido lo mejor del mundo.- Sonrió y me beso apasionadamente. -Creo que me he vuelto adicta.- Bromeo riéndose.

-Pues hoy es tu ultimo día conmigo.- Le avise y pude notar cierta decepción en su cara.

-En realidad ya no lo vamos a hacer mas.- Me dijo separándose un poco de mi, provocando que mi pene, ya de vuelta a su tamaño normal, resbalase por su vagina y saliese. -Pensamos en que hoy, ultimo día, cada una tuviese su tiempo contigo y listo.- Me contó, ya separándose de mi y apoyándose en el otro lado de la bañera. -A la mañana María, al medio día Carla, a la tarde yo y a la noche Cris. Esta ha sido nuestra última vez, pero estoy contenta por todo lo ocurrido.- Parecía que tenia la mirada perdida. -No me arrepiento de nada.- Dijo sonriéndome.

Yo no sabía que decir, la miraba a los ojos buscando las palabras adecuadas pero nada salía de mi boca. Finalmente miramos al techo y nos quedamos en silenció tranquilos y relajados. Pasaron los minutos y nadie hablaba, hasta que de pronto, Silvia se levantó y me extendió su mano.

-¿Te importa si vamos al salón? Quiero ver la tele contigo.- Me pidió, a lo que yo accedí encantado. Tras secarnos mutuamente salimos al salón, que estaba vacío y nos sentamos a ver la tele como si fuésemos una pareja.


Sobre las nueve apareció Cris, desnuda, como todo el fin de semana y le hizo un gesto a Silvia para que se fuese con ella. Silvia se despidió de mi con un beso, como si ya no nos volviésemos a ver nunca más. Una vez ambas se marcharon, me quede solo viendo la tele, alrededor de media hora, hasta que Cris volvió a parecer sentándose a mi lado.

-Hola cari, ¿Que tal el fin de semana?- Me pregunto tras darme un pico.

-Pues siendo sinceros... Una pasada.- Le contesté. -Sexo, comida, buena compañía, dormir... ¿Qué más puedo pedir?- Le pregunté irónicamente.

-Ummm... No sé...- Fingió pensar para responderme. -¿Qué te parece acabar el fin de semana con las tres juntas?- Aquello me pillo desprevenido. No me esperaba que realmente fuera a añadir algo mas a la lista que yo había hecho. Y menos que fuese utilizar el tiempo que le correspondía de estar solos, para estarlo con Carla y Silvia también.

-Pues no estaría mal.- Contesté yo, aunque Cris pudo notar lo contento que estaba por poder volver a tener sexo con aquellas tres a la vez.

-Me alegro.- Sonrió ella. -No les he dicho, nada así que pensaran que estaremos toda la noche juntos.- Empezó a explicarme una especie de plan. -Tras cenar ellas se volverán a su cuarto y nosotros nos iremos al tuyo. Media hora después entremos en su cuarto para follar todos juntos, ¿Te apetece?- Me preguntó, acariciando mi pene.

-Estoy impaciente.- Esta vez no intenté esconder mi entusiasmo. Cris se rio y tras darme unos buenos lametones en mi pene erecto y haberlo introducido en su boca varias veces, se levantó y se fue a llamar a Silvia para preparar la cena.

Al cabo de un rato fuimos a cenar, y como era el ultimo día abrimos una botella de vino para celebrar aquel fin de semana, aunque echamos en falta a María. Fue una cena tranquila y amena, pero se notaba que las chicas no estaban muy acostumbradas al alcohol, por lo que sin darnos cuenta acabamos con la botella en muy poco tiempo. Una vez terminamos de cenar y viendo el estado de las tres mande a Cris a mi cuarto y despedí a las otras dos al suyo, para recoger la cocina.

-Ya estoy aquí Cris.- Le avisé entrando en mi cuarto cuando la encontré haciéndose dedos, tirada en la cama y apretándose los pechos.

-Cómeme el coño, que me arde.- Me pidió casi suplicándomelo. Yo me tumbe en la cama y me hundí entre sus piernas y comencé a lamer su vagina, la cual estaba completamente húmeda y, como había dicho Cris, ardiendo. Por culpa del alcohol, Cris alcanzó un orgasmo muy pronto, entre gemidos de placer, y viendo que ya había pasado el suficiente tiempo, decidimos que era hora para ir a por las otras dos. Yo andaba bastante bien, pero a Cris se le había subido bastante el vino. -Chicas... Tengo un problema, ¿Me ayudáis?- Dijo de pronto Cris, entrando a saco en la habitación. Carla y Silvia estaban sentadas en el suelo desnudas y bebiendo unos cubatas que se habían preparado.

-Claro.- Contestaron las dos casi a la vez.

-Es que veréis... Esta polla es mucho para mí, y sabiendo que estáis aquí...- Me metió en la habitación de un tirón y dejo caer aquella propuesta, mientras las dos, miraban mi erecto pene.

-Tu déjanoslo a nosotras.- Contestó Carla levantándose.

-Gracias chicas, sois muy buenas amigas.- Contestó Cris mientras se acercaba a ellas.

-Si estamos encantadas.- Le contestó Silvia levantándose y llevándosela a la cama, donde la tumbo y tras ponerse encima comenzaron a besarse y tocarse. Aquello me excito mucho más de lo que ya estaba, y aquello no paso desapercibido para Carla, que me miro con una mirada llena de lujuria, y mordiéndose el labio inferior se acerco a mí de manera sexy y provocativa.

-Voy a ayudarte con eso.- Me dijo cuando estaba justo delante de mí, agarrando mi pene. Lo comenzó a acariciar, y después me masturbo muy lentamente sin apartar la mirada de mis ojos. Me tenía como hipnotizado, y de pronto me beso. Fue un beso largo y muy excitante. Aprovechando aquel estado en el que me encontraba, Carla, se escurrió por uno de mis lados hasta colocarse detrás de mí, pegando sus pechos contra mi espalda, pudiendo notar sus duros pezones, y siguió masturbándome desde ahí.

-Mira como se divierten esas dos zorritas.- Me dijo, y yo miré a la cama. Silvia estaba sobre Cris y cada una tenia hundida su cabeza en la vagina de la otra. Carla pudo notar como mi excitación aumentaba y con su mano sobrante empezó a acariciar mis pezones, sin dejar de soltar mi pene. Silvia y Cris se dieron cuenta de que las miraba y aunque se pusieron un poco coloradas, no dejaron de lamer la vagina de la otra con ganas y entusiasmo. –Te gusta verles, ¿No?- Me pregunto de forma sensual queriendo provocarme más de lo que ya estaba.

-Ya lo creo.- Contesté como pude.

-¿Te gustaría verles más veces así?

-Por supuesto.- Esta respuesta sorprendió a Silvia y Cris, sobre todo por qué no se esperaban la pregunta de Carla, pero las dos parecieron alagadas y siguieron a lo suyo.

-Vamos a mirarlas más de cerca.- Me invitó Carla, con un ligero empujoncito sin soltar mi pene. Poco a poco fuimos acercándonos hasta llegar al lateral de la cama. Me acerque más hacia la cara de Cris para ver como disfrutaba de la vagina de Silvia.

-No me mires, Javi… Que me da vergüenza.- Me dijo Cris.

-Me pone mucho verte comerle el coño a Silvia.- Le dije, cosa que le gusto a Cris y se hundió mas, dentro de la vagina de Silvia, provocando que Silvia tuviese que parar y salir de la vagina de Cris para gemir a gusto. -Levántate Silvia, que voy a follármela.- Le avise. Ella se incorporó y acompañado por Carla, me coloque entre las piernas de Cris. Tras humedecer la punta de mi pene, la metí lentamente dentro de Cris. Una vez la tuve toda dentro de ella, comencé a embestirla.

-No me dejes fuera.- Me riño Carla poniéndose de pie sobre la cama y metiendo mi cabeza entre sus piernas. Cris estaba siendo penetrada por mí, mientras comía el sexo de Silvia, a la vez que yo hacía lo mismo con la vagina de Carla. Tras un buen rato, en el que todos disfrutábamos, las tres chicas tuvieron un orgasmo a la vez. Carla tuvo que sentarse en la cama mientras que Silvia se tiraba sobre Cris, poniendo su cara casi sobre su vagina.

-Siempre que estamos juntos os corréis a la vez.- Les dije mientras sacaba mi pene de dentro de Cris.

-Trae eso para aquí…- Me dijo Silvia agarrando mi pene, aun lleno de los fluidos de Cris, e introduciéndolo rápidamente en su boca, haciéndome disfrutar.

-Sabia que eras zorra, Silvia, pero no tanto.- Dijo Carla, llevando su mano hasta la vagina de Silvia y acariciando su clítoris.

-Yo también quiero…- Dijo Cris, saliendo de debajo de Silvia, y acercando su cabeza a mi pene para lamerlo junto a Silvia.

-Mira la otra perra.- Comentó Carla, poniéndose a mi lado, para tener las mis vistas que yo. -Tienes una zorra y una perra, mas cachondas que nadie, queriendo tu pedazo de polla, ¿Estarás contento?- Pregunto irónicamente, para luego besarme mientras Cris y Silvia, parecían haberse excitado aun mas, escuchando como las tratábamos. Aprovechando que Carla estaba mi lado acerque mi mano hasta su vagina y comencé a masturbarla, comprobando que estaba muy húmeda y caliente.

-Carla, estaba pensando que quizás una buena puta les podría enseñar cómo se chupa una polla.- Le dije sin dejar de acariciar su clítoris, provocando que se mordiera el labio inferior de la excitación. Pareció entender mi indirecta, muy directa, sin importarle que la llamase así, y se metió entre Cris y Silvia, y empezó a hacerme una mamada ante las atentas miradas de sus amigas. No tardaron en unirse a ella con sus lenguas y sus manos.

-Me calienta mogollón que nos insultes, Javi.- Me comentó de pronto Cris incorporándose dejándoles a Carla y Silvia mi pene.

-¿Insultaros?- Pregunté yo sorprendido. -Yo os llamo por lo que sois.- Le dije sonriendo. Aquello pareció excitarla aun mas y volvió a unirse a sus amigas que también parecían haberse excitado mas, ya que pude ver como cada una se masturbaba a si misma sin dejar de jugar con mi pene. -¿Lo veis? No podéis negar lo que sois.- Les dije disfrutando como nunca.

-Pues yo quiero que te folles el culo de esta zorra.- Me pidió Silvia, levantándose para apoyarse contra la pared y poner el culo hacia fuera.

-Lo siento, chicas, pero el deber me llama.- Les dije a Cris y Carla, quitándoles mi pene de sus bocas, y dirigiéndome a Silvia que estaba estimulando su ano. -Tranquila Silvia, tengo la polla tan mojada que entraría por cualquier sitio.- Le comenté y sin darle tiempo a responder, introduje mi pene en su ano hasta el fondo. Tras dejar que Silvia se recuperase de la sorpresa inicial, empecé a embestirla haciéndole gritar de placer. Se agarraba los pechos y pellizcaba los pezones, buscando excitarse más.

-No pares, Javi, no pares.- Me pedía Silvia entre gemidos y gritos, hasta que finalmente alcanzo un nuevo orgasmo. Le temblaban las piernas y cuando saque mi pene de su ano, Silvia, se sentó en el suelo para recuperarse. Yo me di la vuelta y pude ver a Carla de pie, enseñándome su vagina mientras estaba hundida entre las piernas de Cris, formando un ángulo recto con su cuerpo.

-¿Pero que tenemos aquí?- Pregunté acercándome por detrás a Carla. Ninguna de las dos contesto. -Una putilla comiéndole el coño a una zorra…- Comenté humedeciendo la punta de mi pene con los fluidos de Carla, tras lo que la penetré lentamente. -¿Te gusta su sabor?

-Me encanta.- Me contestó casi gimiendo.

-Pues aprovecha.- Y acto seguido comencé a embestirla fuertemente. Su lengua jugaba con el clítoris de Cris, que gemía de placer.

-Calla y come, perra.- Dijo de pronto Silvia colocando su vagina en la boca de Cris, la cual empezó a lamerlo, sorprendiéndome a mí. Pronto, las tres chicas empezaron a mezclar sus gemidos de placer en una deliciosa armonía, que nos excitaba a los cuatro.

-Chicas… Me corro…- Les avise, sin dejar de embestir a Carla.

-¿En quien te quieres correr, Javi? ¿En la puta, en la perra o en la zorra?- Me preguntó Silvia.

-Quiero… En las tres…- Contesté como pude. Acto seguido las tres chicas se arrodillaron ante mí, estando en el centro Carla, a su derecha Silvia y a su izquierda Cris, mientras yo me masturbaba. Finalmente eyaculé en sus caras y bocas, que me miraban llenas de lujuria. Mi semen resbalaba por sus rostros hasta sus pechos. Aquella imagen me encanto y e excito en gran medida. -Quedaos quietas, un segundo.- Les pedí saliendo rápido del cuarto y yendo al salón. Cuando volví ellas seguían en la misma posición y cuando vieron lo que traía en las manos sonrieron y se abrazaron. Con mi móvil les saque una foto, que guardaría como oro en paño. Tras sacarles la foto, todas se restregaron el semen por el cuerpo, y Carla se metió mi pene en su boca para "limpiármelo". Cuando termino, Cris y Silvia nos esperaban tumbadas en la cama.

-Ha sido un fin de semana increíble.- Dijo Silvia.

-Ya lo creo.- Contestó Carla tumbándose en la cama.

-Durmamos todos juntos.- Dijo Cris, que aunque no lo hubiese dicho, lo íbamos a hacer de todas formas.

-Buenas noches guapas.- Les deseé con un pico a cada una. Dormimos muy a gusto. Seguramente fue la mejor noche que pasamos.


Por la mañana me desperté junto a Carla, que se despertó al notar mis movimientos. Me miró, me sonrió y aunque era ya lunes, y el "trato" se había terminado, me dio un beso en la boca, que yo se lo devolví gustoso. Se levanto dejándome ver todo su cuerpo desnudo y se marcho de la habitación dejándome solo. Me quedé tumbado pensando en el increíble fin de semana que acaba de vivir. Me levante y me vestí con unos calzoncillos tipo bóxer, y unos pantalones vaqueros y salí a la cocina. Para mi sorpresa allí estaban Cris y Silvia, completamente desnudas.

-¿Pero que hacéis todavía así?- Pregunté cómo si estuviera alarmado, pero sin dejar de mirarlas.

-¿Nos has visto desnudas todo el fin de semana, y por que ya no podamos hacerlo te va a molestar vernos desnudas?- Me contestó con aquella pregunta Cris, mientras Silvia se reía.

-No, pero como pensaba...

-A veces piensas demasiado.- Me corto Cris colocándome el dedo índice en la boca. Minutos después estaba desayunando con las tres completamente desnudas. Durante la mañana nos dedicamos a recoger y limpiar la casa. Sobre la una del mediodía, Cris y yo, nos vestimos y tras despedirnos de Carla y Silvia, que también estaban vestidas, nos marchamos de la casa, recordando todo el fin de semana.