Fin de semana con mi primo Eduardo
Despues de no verlo por algunos años la noticia de poder ver a mi primo me result genial, por acontecimientos ajenos a mi, termine pasando un par de dias fabulosos a solas con el.
Fin de Semana con mi Primo Eduardo
~ Amigos lectores, una vez más mil gracias por todos sus lindos comentarios y por alentarme a que escriba más relatos de mis aventuras. Espero les guste esta narración. Para que puedan entender los protagonistas de mis relatos por favor lean los primeros que he publicado anteriormente. ~
Enero 17, 2019
Estaba acostada en la cama soñando que un grupo de cuatro hombres enmascarados me estaba sometiendo a una rica orgia donde yo era el centro de atención y tenía penes duros por todas mis entradas, (algunos de mis lectores con los que he conversado por correo electrónico me preguntaban cuál es mi fantasía más oscura y caliente; está es esa). Débilmente escuché el timbre de un teléfono y me pregunté por qué ninguno de estos hombres no se detenía para contestar el teléfono. Al salir de mi letargo, me di cuenta de que el teléfono que oía era el mío en la mesita de noche. Miré el reloj cuando contesté el teléfono y vi que eran las 8 de la mañana. Estaba un poco molesta ya que era sábado, el día en que podía dormir o permanecer en cama por más tiempo ya que Gabriel está en casa y puede preparar el desayuno.
"Hola, dormilona," me saludó una voz alegre, me di cuenta de inmediato que era mi primo Eduardo en Búfalo, NY. (Muchos de ustedes saben que soy de Nueva York, EE. UU.). Desde que me mudé a Florida hace casi 3 años, no lo había visto, aunque hablamos por teléfono al menos una vez al mes.
Mi primo Eduardo me lleva un par de años de edad, somos como hermanos ya que él ni yo tenemos hermanos. De niños jugábamos a todo y pasábamos mucho tiempo junto especialmente durante las vacaciones de escuela. Esto siguió hasta nuestra adolescencia donde los juegos infantiles se tornaban más en charlas sobre música, películas de cine, sus conquistas amorosas y mi novio. Eduardo era un hombre apuesto, delgado y moreno en comparación a mí que soy tez blanca y bajita. Tuvo un divorcio bien feo hace un año y vive solo en una casa amplia que por lo visto incrementa sus ansias de vernos después de tanto tiempo.
"Prima", dijo, "tengo dos semanas de vacaciones de trabajo y pensé que a ti y a Gabriel les gustaría visitarme si a ese sobrino ingrato le apetece venir y traerte con él". Mi hijo Gabriel y mi primo Eduardo se llevaban muy bien y siempre se pasaban molestando por equipos de futbol o política o cualquier cosa que pudieran pensar. Gabriel siempre decía que era uno de sus tíos favoritos.
"Eduardo, eso sería genial. Lo hablaré con Gabriel y te haré saber cuál es nuestra decisión". Después de hablar con Eduardo, me acosté y me acurruqué con Gabriel que no se había movido de su profundo sueño. Todavía me sentía sexualmente excitada de mi sueño y puse mi brazo alrededor de él y metí la mano a través de la ranura de sus calzoncillos y tomé su verga flácida en mi mano y comencé a moverla hacia arriba y hacia abajo. Mi hijo se dio la vuelta boca arriba, comenzando a despertarse de su sueño y al mismo tiempo comenzando a tener una erección. "¿Mmmm mama, que haces?", Gabriel me preguntó. "Mi amor me siento un poco caliente" respondí en su oído. Mi hijo se giró hacia mí y me alzo mi camiseta de pijama por encima de mis pechos. Comenzó a lamer mis pezones que se endurecían y saltaban de mis senos.
Gabriel me empujó suavemente hasta que yo quede de espaldas y se montó encima de mí. No me había dado cuenta de lo mojada que estaba de mi sueño hasta que él comenzó a empujar su verga dentro de mí y comenzó a moverse frenéticamente dentro y fuera de mi coño. “Despacio mi amor que tenemos todo el día para esto" le dije. “Demasiado tarde mama estas muy buena y no me aguanto" Gabriel gimió y sentí los espasmos de su verga y su cálida semilla explotando dentro de mí. Se levantó después de unos minutos, permitiendo a mí también levantarme y dirigirme a la ducha. Cuando me paré desnuda debajo de la ducha lavando mi cuerpo, me agaché y comencé a frotarme el clítoris, ya que no me había corrido con la cogida tan fugaz rápida que mi hijo me había dado. De pie, con el semen de mi hijo corriendo de mi coño a mis muslos y mezclando con el agua de la ducha, aproveché la oportunidad para masturbarme recordando tan delicioso sueño hasta llegar a un fabuloso orgasmo.
Secándome con una toalla, volví a la habitación y le dije a mi hijo que estaba sentado al borde de la cama de la llamada telefónica de mi primo Eduardo. Gabriel tomó la toalla de mis manos y envolvió sus fuertes brazos alrededor de mi cintura, pausadamente bajando y apretando mis grandes nalgas con sus manos. "Eso sería genial", dijo. "Tengo una cita importante el próximo jueves, pero podríamos irnos el viernes si eso está bien contigo, de hecho, iré a la oficina ahora y haré todos los arreglos con el personal de turno para que se encarguen de la empresa por dos semanas ". Fruncí el ceño y puse mala cara, "¿Realmente tienes que ir hoy a la oficina?” Sonrió y puso su cara en medio de mis pechos, inhalando profundamente el aroma de su madre recién bañada. No pudo evitar y tomo una de mis tetas en su boca haciéndome gemir suavemente. Adoro cuando chupa mis pezones como lo hacía cuando ere un bebe. Le acaricié la cara y le dije que parara o me obligaría a ejercer mi autoridad maternal sobre él y evitar que fuera a la oficina. De verdad quería pasar la mañana follando con mi hijo.
Después del desayuno, Gabriel se dirigió a su oficina y llamé a Eduardo para avisarle que nos iríamos temprano el viernes.
Llego el viernes y estábamos preparando el maletero para irnos después de empacar nuestras maletas la noche anterior cuando sonó el teléfono. Gabriel corrió a contestar el teléfono. Regresando unos cinco minutos después, mi hijo tenía una expresión sombría en su rostro. "Lo siento, mamá", dijo, "era la oficina, el gerente de planta ha estado involucrado en un grave accidente automovilístico y tendré que quedarme y organizar las operaciones de la empresa.
Mi hijo noto mi expresión de consternación por el accidente la cual se tornó en un poco de tristeza por no poder hacer este viaje familiar. Gabriel sintió mi desilusión y dijo: "¿Qué tal si vas y visitas al tío Eduardo sola? Te llevaré al aeropuerto y podrás volar en lugar de que nos vayamos conduciendo. No te preocupes por Jessica, llamo a la niñera que usamos siempre y listo". Proteste por no querer ir sin mi hijo y mi nieta, pero al final me convenció para que fuera a ver a mi primo.
Rápidamente llamé por teléfono a Eduardo y le dije que estaba llegando por avión y que si podía recogerme del aeropuerto. El avión llegó a tiempo a las 3:15 pm y me llené de alegría al ver a Eduardo esperando en las puertas de arribo. Mi primo me recibió con un gran abrazo casi sofocándome, sentí mis pechos apretándose sobre su fuerte pecho. Mis pezones son muy sensitivos y cualquier estimulación hacen que pongan duritos, gracias a Dios llevaba una chaqueta que le impedían a Eduardo ver su estado de erección.
El camino desde el aeropuerto hasta la casa de Eduardo tomó aproximadamente una hora y cuando llegamos a su casa, me disculpé y me dirigí a la habitación de huéspedes para cambiarme por algo más cómodo, tenía ropa pesada por lo frio de la temporada en norte del país.
Sentada en la cama me quité la blusa de lana y el sostén. Ya saben ustedes que odio andar con sostén si no es necesario. De repente me di cuenta de que no había cerrado la puerta del dormitorio. Eduardo apareció repentinamente en la puerta y, mirándome, dijo: "Vaya primita, ciertamente has cambiado desde que jugábamos a los médicos y enfermeras." Pude sentir el enrojecimiento de mis mejillas pero pensé, qué diablos, no debería avergonzarme si el me viera, de hecho habíamos tenido este tipo de “accidentes” en el pasado y él era como un hermano para mí. Dije. "deja de mirarme así niño cachondo, no es la primera vez que ves mis tetas", le dije sacando mi lengua haciendo una mueca infantil como cuando éramos niños.
El respondió “si, pero no eran tan grandes ni tan invitadoras cuando eras más joven primita”. Mis pechos no son tan grandes pero para mi edad todavía conservan un aire de juventud. Lo más lindo de ellos es que terminan en unos pezones rosaditos que pudieran ser la envidia de cualquier muchachita 20 años más joven que yo.
"Vaya, ya lárgate primo", le dije a Eduardo, "Deja que una chica se desvista y se cambie en paz". Eduardo se rió y salió de la habitación y yo seguí cambiándome a un par de pantalones cómodos y una camiseta. Después de cambiarme, volví a la sala donde Eduardo estaba sentado en el sofá. Pensé que detecté un bulto en sus pantalones, pero no estaba segura, tal vez se había estado frotando su verga después de ver mis senos, lo cual me hizo estremecer momentáneamente.
Nos sentamos a hablar y conversar de muchas cosas que nos habían pasado y de parientes, el pobre hombre no quitaba sus ojos de mi pecho, también era culpa mía por andar sin sostén. Con el frio del ambiente tenia los pezones duros y se notaban sobre la tela blanca de mi camiseta. Antes de que nos dimos cuenta eran las 7:30 pm. "Vamos", dijo mi primo: "Vamos, vamos a comer algo". Cenamos en un pequeño restaurante no muy lejos de su casa complementando nuestra comida con varias botellas de vino.
Regresando a la casa después de nuestra cena, Eduardo se sentó a mirar televisión y yo me dirigí a la ducha. Necesitaba un baño caliente para sacarme el frio que llevaba encima. El vino que había bebido me había afectado un poco y parecía que todo se había dirigido a mi vagina. Con el mango de ducha de mano fijado en un ajuste pulsante, lo sostuve con el chorro de agua contra mi clítoris. Al mismo tiempo estaba masajeando mis labios vaginales. Llevaba mis manos a mis nalgas, las agarraba y las acariciaba imaginando que mi hijo estaba conmigo, piñizcaba mis pezones mordiéndome los labios para no gritar de tanto placer. Podía sentir mi orgasmo surgiendo, y hundiendo dos dedos en mi coño, me folle hasta llegar a un orgasmo demoledor.
Después de la ducha me vestí solo con un camisón de dormir de seda y mi bata gruesa para no tener frio. Baje a la sala y vi que Eduardo había cambiado de canal y estaba viendo una película porno por cable, creo que pensó que me tomaría más tiempo en la ducha. Rápidamente tomó el control remoto para cambiar a otro canal pero le dije: "No te preocupes por mí, si quieres ver ese programa, lo veré contigo". Eduardo estaba algo avergonzado pero siguió viendo la película.
La película siguió el argumento habitual, el hombre encuentra a la chica, el hombre besa a la chica, el hombre manosea a la chica, el hombre se come a la chica y el hombre se folla a la chica. Me interesaba bastante la parte en la que el hombre se comía a la chica, ya que Gabriel y yo amamos hacer esto. Siempre estoy comparando técnicas. Mi hijo se ha convertido en un maestro besador y lamedor de la vagina de su madre.
Todavía me sentía extremadamente caliente y un poco mareada, me senté al lado de mi primo y me acurruqué a su lado porque hacía un poco de frío en la sala y el me rodeó con su brazo para acercarme más a él. Su brazo me abrazo alrededor de su costado y su mano descansó contra el costado de mi seno. El contacto de su mano ere electrizante pero me que callada y no proteste. Pude sentir la humedad en mi vagina como resultado del vino, la película porno y la mano de mi primo que descansaba sobre mi teta.
Miré hacia abajo en el regazo de Eduardo y pude ver que la película porno que estábamos viendo también tenía un efecto en él, ya que sus pantalones se estaban alzando como resultado de la gran erección que estaba experimentando. Me levanté del sofá, fui a la cocina y volví a llenar nuestras copas con vino. Me percate que me seguía con su mirada y yo como buena zorra caminaba ondulando mis caderas para que el vaivén hiciera menear mis nalgas más exageradamente. El camisón que llevaba puesto era corto y terminaba justo al final de mis cachetes. Volviendo a Eduardo, me aseguré de que me inclinara delante de él y le diera la oportunidad de mirar por la parte delantera de mi camisón mis tetas y mis pezones erectos. Estaba cachonda y no me importaba que mi primo me viera de esta manera.
Creo que fue una mezcla de nostalgia del pasado y la intimidad de la situación, pero me senté en el suelo entre las piernas de Eduardo y le pedí que me diera un masaje en el cuello. Esto es algo que solíamos hacer cuando éramos adolescentes mientras conversábamos sobre sus novias y mi novio (el padre de Gabriel). Comenzó a frotarme el cuello y, reclinándome hacia atrás, pude sentir su miembro erecto contra la parte posterior de mi nuca. Comenzó a mover sus manos hacia mis hombros masajeándome suavemente, después de unos minutos, sus manos se movieron por la parte delantera de mi bata abriéndola y encontrando mis pechos los acaricio sobre la seda mi camisón. Esta acción me sacó de mi letargo y me levanté bruscamente diciendo: "Eduardo, que te pasa descarado, después de todo soy tu prima y no soy una de tus conquistas" Eduardo se mostró muy arrepentido y, al terminar la película, sugirió que era hora de retirarse a nuestras camas.
Acostada en mi cama, repasé mentalmente el evento de la noche y me angustiaba la forma en que reaccioné ante Eduardo cuando trató de manosear mis senos. Me levanté de la cama y fui a su habitación, golpeé suavemente la puerta y entré. Mi primo estaba acostado de espaldas y se apoyó en un codo cuando me acerqué a la cama. "Eddie", dije (así lo llamaba de cariño), "quiero disculparme por la forma en que te hablé antes, creo que fue porque me sentía un poco borracha y extrañaba a Gabriel". No quería que mi primo supiera que estaba tan caliente. Eduardo me hizo un gesto para que me sentara en la cama junto a él. "No", dijo. "Debería ser yo quien se disculpe por intentar aprovechar tu estado de embriaguez". Mientras estábamos hablando, mi primo me frotaba suavemente la espalda a través de mi bata, que desconocido para él, me estaba poniendo cachonda. Continuamos hablando y de repente me estremecí por mi estado de vestimenta y la temperatura en la habitación. Eduardo se movió hacia el centro de su gran cama, corrió las sábanas e indicó que debía ponerme bajo ellas para abrigarme. Nos acostamos en la cama a una distancia prudente de cada uno y seguimos hablando. Después de aproximadamente media hora dije que volvería a mi habitación. Eduardo se volvió hacia mí y se montó sobre mí, besándome apasionadamente en los labios. Al principio me resistí un poco, pero luego descubrí que era muy placentero y comencé a devolverle el beso. Me giré para tenerlo de frente, puse mi pierna sobre la suya y empujé mi coño inflamado (ya no era un coño sino una CONCHA ardiente, con ganas de ser follada) sobre su muslo, exponiendo mi propio muslo desnudo a sus manos juguetonas.
Eduardo me levantó un poco de la cama y me quitó la bata y el camisón dejándome desnuda. Luego también se quitó sus pijamas y me acercó a él. Podía sentir su polla erecta contra mi estómago. Me agaché y gentilmente empecé a frotar su polla, el gimió al contacto de mi suave mano contra su pulsante verga. “Primita que rico se siente tu mano” dijo él. “¿Te gusta que te la acaricie así mi amor?” Le pregunte. El asintió con su cabeza. Su mano se movió hacia mi coñito depilado y dos dedos me penetraron y su pulgar comenzó a masajear mi clítoris. Echó hacia atrás las sábanas y se arrodilló entre mis piernas, se inclinó hacia delante y se metió un pezón en la boca, succionando suavemente mientras que al mismo tiempo continuaba cogiéndome con sus dedos. “Siempre me han encantado tus tetas primita, me gustaban ya desde cuando jugábamos a doctores y enfermera, me acuerdo como te las acariciaba fingiendo que te escuchaba el corazón y después por la noche me hacía unas pajas fenomenales pensando en ti”. Eso me calentó muchísimo y de lo profundo de mi ser salió un gemido largo y apasionado.
Con una voz muy cariñosa y sensual dije "Eddie, papi chúpame el coño como esa pareja de la película". Realmente no podía creer que le estaba pidiendo a mi primo que me hiciera esto, pero en ese momento todo sentido y razón había dejado mi cuerpo y todo lo que quería era placer sexual, Eduardo comenzó a deleitar mi cuerpo besando y mordiendo el interior de mis gruesos muslos moviéndose de lado a lado y de vez en cuando pasaba su lengua por la ranura que hacían mis labios vaginales. “Que ricas piernitas tienes mamita, me encanta que sean carnosas y gruesas.” Sus manos se deslizaban furtivamente hacia mis nalgas para apretarlas y manosearlas mientras yo llevaba mis manos a mis pezones para apretarlos entre mis dedos.
Mi clítoris hinchado sobresalía de su capullo como una pequeña bala rosada y húmeda y cuando mi primo lo tomó suavemente entre sus dientes, pude sentir que mi orgasmo comenzaba a emerger. "Oh, Dios mío que ricoooooo, chupa mi coño papi", le grité a Eduardo, “me estoy corriendo mi amor”, “Oh Dios mío, Dios mío, ahhhhhhhhhhh me vengooooooo”. El orgasmo que experimenté fue uno de los más intensos que he tenido y pude sentir los músculos de mi vagina en un espasmo fuera de este mundo.
"Cógeme primo, por favor cógeme duro mi macho lindo, así, así me gusta" imploré. Me acerqué entre nosotros y guíe la verga dura y pulsante de Eduardo en mi coño. Inmediatamente comenzó a follarme y sentí que se me venía otro orgasmo. "Primita, me corro, quieres que te la saque" dijo él. "Nooo mi amor, no", grité y con mis piernas y muslos lo envolví en un abrazo incestuoso y pasional. Le impedí que sacara su verga, “solo quiero sentir que me coges y que explotes dentro de mí". “Me corro”, dijo Eduardo. Comenzó a follar más rápido y más fuerte. Mi orgasmo también comenzó, incluso más intenso que el anterior. En ese momento perdí el control de todas mis funciones corporales y cuando mi orgasmo alcanzó su punto máximo comencé a arrojar chorro tras chorro de mis jugos en pequeños disparos que chocaban con la marea de semen que mi primo me inyectaba al mismo tiempo que los espasmos, atormentando mi cuerpo me llevaban a la gloria.
Cuando baje de mi euforia orgásmica, estaba muy avergonzada, aunque mis jugos no habían empapado la cama, la sábana estaba ligeramente mojada. Comencé a disculparme con mi primo, pero él no quiso nada de eso. Pensó que era genial poder hacer que su primita se corriera tanto. “Tenía mis ideas que eras toda una zorrita Marlene, ahora ya estoy seguro de eso”. Lo abrase y lo bese por un largo rato. “Bueno primo, ya sabes como soy, si se te antoja mi conchita en el futuro solo tienes que mandarme a buscar”. Salimos de la cama, cambiamos la sábana y nos dirigimos a bañarnos juntos. Aunque nos besábamos y acariciábamos bajo la ducha, ambos estábamos demasiado cansados para seguir con el asunto. Volviendo a la cama dormimos desnudos en los brazos de ambos hasta la siguiente mañana
A la mañana siguiente nos despertó el teléfono que sonaba en la mesita de noche. Eduardo lo contestó y en mi estado de sueño le oí decir "Hola, sobrino, ¿cómo estás? Sí, ella todavía está en la cama, muchacho, realmente nos tiramos la casa anoche, terminamos ebrios como un par de perros” dijo el mientras me acariciaba mis nalgas desnudas. En mi estado de letargo solo pude sonreír y recordar los eventos de la noche pasada. “Que rico fue cogerme a mi propio primo, tremenda zorra que soy” me dije a mi misma. “Dame un minuto la conseguiré para ti”. Eduardo puso su mano sobre la boquilla, esperó aproximadamente un minuto antes de pasarme el teléfono. Mientras dejaba pasar el tiempo se arrimó hacia mí y me dio un beso muy dulce en mi espalda haciéndome estremecer del gusto. Me paso el teléfono y me acomode en la cama boca arriba. “Hola cariño" dije y comencé a hablarle a mi hijo. Eduardo movió su mano sobre mi vientre hacia mi vagina, abriéndole las piernas para que pudiera penetrarme con sus dedos mientras hablaba con mi hijo. Quería gemir y gritar a lo alto pero solo podía morderme los labios para contener mi placer. Cerraba los ojos y solo podía escuchar a mi hijo en una voz atenuada. Si el pobre muchacho me viera en esta situación seguro que le daba un infarto ya que es muy celoso conmigo. Gabriel me dijo que había arreglado todo en su empresa y que hoy mismo tomaría camino a Búfalo. Llegaría al siguiente día tarde por la noche y todos podríamos pasar unos días juntos. Después de que mi hijo hubo colgado, le conté a Eduardo los arreglos y él me dijo que sería mejor que aprovechemos el tiempo disponible que teníamos hasta que Gabriel llegue con mi nieta. Empujé a mi primo sobre su espalda en la cama y lo monte haciendo que su ya dura verga se introduzca una vez más en mi hambrienta conchita. Que delicioso era saltar sobre esa verga dura, sus manos me agarraban las tetas y jugaban con mis pezones, me apretaban la cintura, tomaban mis nalgas para hacerme más presión sobre su verga. Introducía sus dedos en mi boca y yo se los chupaba. Y yo aullaba como una perra, gemía como una zorra y gozaba como una puta.
Durante el resto del día nos chupamos y follamos, y cuando mi hijo llegó al día siguiente por la tarde, ya habíamos saciado toda nuestra pasión sexual. Gabriel nos encontró vestidos y estábamos sentados, charlando como cualquier primo “normal". Los días siguientes no dejaron que estuviera sola con mi primo y yo me enfocaba en cuidar a mi nieta para no pensar en la rica verga dura de mi primo, fue una situación algo difícil, pero al final Gabriel, mi nieta y yo regresamos a la Florida como si nada hubiera pasado. Como siempre, mi hijo Gabriel nunca supo lo que había ocurrido en los dos días que estuvimos separados y nunca sabrá de las relaciones íntimas entre mi primo Eduardo y yo.
Ya estoy haciendo planes para regresar a Búfalo a pasar unos días con mi primo querido, pero sola esta vez.