Fin de semana con Alicia y Sonia (2)

Con las dos totalmente entregadas, acaba la travesía.

La primera parte está aquí .

  • A: Bueno, ¿cenamos y continuamos?

La naturalidad con la que Alicia llevaba la situación nos hizo reír a Sonia y a mi, contagiándose también Alicia. Las dos se fueron al baño a asearse, momento que aproveché yo para sacar ropa algo más cómoda de mi mochila y empezar a buscar algo que hacer para cenar. Llevaba ya un rato abriendo y cerrando puertas para hacer tiempo cuando supe que estaban tardando demasiado, así que me fui en busca de mis musas.

Estaban en el lavabo, con la puerta abierta. Sonia estaba de pie, apoyada en el lavabo y con un pie sobre la bañera. A sus pies Alicia, de rodillas y con una cuchilla de afeitar en la mano. Ambas me miraron cuando entré.

  • A: Estoy arreglando esto un poco - Dijo refiriéndose al vello de su amiga.

Sin decir nada me acerqué a ellas; puse una mano en la nuca de Sonia buscando un beso al que rápidamente respondió y puse mi otra mano sobre la cabeza de Alicia. Con la naturalidad que le caracterizaba, mientras estaba allí arrodillada y depilando a la novia de su primo, prosiguió con la conversación del salón:

  • A: ¿Qué queréis para cenar?

Haciendo como ella, dando nula importancia a la situación, continuamos la conversación hasta decidir el menú. Alicia entonces dió por finalizada la sesión de estética y pasó agua por el pubis de su compañera, mostrando la fina línea de vello que había dejado. Con una sonrisa orgullosa, se puso en cuclillas para levantarse, pero al hacerlo pasó la lengua por el coño de su amiga, que al no esperarlo, se estremeció.

Alicia se marchó sin más a su habitación y reclamó la atención de Sonia diciendo que la iba a vestir para la ocasión. Cuando yo quise entrar a ver aquel espectáculo, se me dieron ordenes de realizar la cena.

Salieron cuando ya prácticamente la comida estaba hecha, ambas vestían dos batas finas. Pese a que todos intentábamos disimular lo nerviosos que estábamos era obvio que teníamos ganas de acabar con lo de la mesa y volver a la acción. La conversación se estaba volviendo absurdamente mundana hasta que de nuevo Alicia hizo lo suyo:

  • Quiero que la próxima te corras en mi cara

Sonia se quedó ojiplática y yo asentí con una sonrisa. Al ver la cara de sorpresa de su compañera, Alicia se levantó de un salto y acabando de tragar la comida que tenía en la boca se levantó y se puso sobre mi. No tardé nada en deshacerme de la pequeña bata que cubría su cuerpo mientras nuestras lenguas bailaban una danza sincronizada.

Se puso de nuevo en pie, y empezó a rebuscar en los cajones de la cocina. Mientras, observé a Sonia, quien seguía comiendo y negando con la cabeza. Alicia no tardó en volver con unos palillos de comida china. Tiró uno sobre la mesa y con el otro se hizo un moño rápido. Miré el perfecto cuerpo de Alicia una vez más. Vestido ahora con un conjunto rojo que sin ser lencería, en ese momento me pareció lo más sexy que había visto.

Aparté mi silla de la mesa, sabiendo lo que venía, y ella respondió como esperaba. Se arrodilló ante mí y sacó mi dura verga del pantalón. La admiró unos segundos y le dió un ligero beso.

Sacó su lengua y la repasó de abajo a arriba de mi tronco, soltando un poco de saliva cuando estaba sobre la punta. Con su mano, extendió su saliva sobre mi pene y empezó una paja mirándome a los ojos, alternando entre una sonrisa y poniendo morritos. La paja dió paso a una mamada lenta, que me hacía disfrutar cada segundo. Yo agarraba su cara y la acariciaba, moviendo de vez en cuando algún mechón rebelde que se desprendía del moño improvisado.

Alicia era una verdadera maestra y se notaba con el uso de su boca. Sonia acabó de comer, recogió su plato y se puso de pie junto a mi. Su escasa altura me facilitaba besarla y chuparle los pezones mientras su amiga seguía con la mamada. Con mi mano tanteaba también los agujeros de Sonia, quien acabó dejando que le acariciase el ano, sin llegar a introducirle el dedo. Avisé a Alicia de que pronto acabaría, ella entonces miró a su prima  política y le dijo:

  • Sonia, acábalo en mi cara. Córrete en mi cara.

Me puse de pie y llevé la mano de Sonia a mi mástil. Ella me rodeó, clavando sus duros pezones en mi espalda y comenzó a pajearme mientras se asomaba como curiosa por un lateral para ver la pintura que iba a dibujar sobre la cara de su amiga.

Alicia, quien iba a ser el lienzo de esa obra, se acercó más a nosotros, quedando mi capullo sobre una de sus mejillas. Unas pocas sacudidas de la tetona bastaron para el primer chorro, que se esparció entre su mejilla y su pelo, un segundo reguero cayó sobre su labio en el momento que giraba su cara para poner la otra mejilla, que también fue bañada por mi semen. En último lugar, un chorro finalizó sobre sus labios cerrados.

Sonia recorrió mi capullo con su mano para recoger aquellas gotas tardías y finalizar su obra, introduciendo sus dedos en la boca de Alicia, que los chupó como si aquello siguiese siendo mi miembro.

Besé de nuevo a Sonia, celebrando su completa liberación sexual y cuando volvimos la vista a Alicia, esta se estaba esparciendo mi corrida por su cara.

  • Dicen que esto va bien para el cutis - y se rió
  • Menuda puta - masculló Sonia - ¿y no te da asco?
  • Para ser la primera vez no, estaba calentito.
  • ¿La primera? - Dije extrañado, pensando que con la experiencia de Alicia, alguno ya habría caído
  • Si, primera. Normalmente en la boca o en las tetas, ya lo sabes… O dentro, depende.

Sonia entonces pasó un dedo por la cara de su amiga y se lo llevó a la boca, tras lo que lo saboreó unos segundos.

  • Yo no me lo trago - concluyó. Decir aquello ante Alicia era saber que aquella noche acabaría haciéndolo.

Alicia se fue a lavar la cara, diciendo que nos esperaría en el dormitorio, así que Sonia y yo pasamos directamente a él. Nos tumbamos y nos empezamos a besar. Nuestras manos bailaban libremente sobre el cuerpo del otro. Alicia entró en la habitación y se tumbó detrás de su amiga, pegada a su espalda. Los besos y las caricias pasaron entonces a repartirse entre los tres, aún así Sonia, al estar en el centro fue la que más recibía.

Aprovechando que ambas volvían a unirse en un largo morreo, bajé mi cuerpo quedando a la altura del coño de Sonia, que sin más, empecé a devorar. Mi lengua jugaba con ella hasta que la mano de Alicia apareció y giró a su prima, quedando ahora frente a su culo. Ali había usurpado mi papel, pero ahora tenía una nueva oportunidad. Separé las nalgas de Sonia y hundí mi lengua entre ellas. No se lo esperó y al principio me exigió que parase, pero unos pocos lametones fueron suficientes para que sus súplicas pasasen a ser gemidos. La primera vez que dos lenguas se ocupaban de sus agujeros y ninguna de ellas era la de su novio. De nuevo Sonia no tardó en tener unos espasmos que tensaron su cuerpo y ante los cuales mi lengua aceleró sus movimientos.

La mojigata ya no se quejaba ni suplicaba calma, sólo daba las gracias. Pero la que había orquestado todo aquello no había sido saciada, y no iba a serlo con tanta facilidad.

  • Me toca a mi.

Y como si mentalmente nos hubiese dado órdenes, se tumbó boca abajo en la cama, hincando sus rodillas, lo que dejó una elevación suficiente como para que cupiese la cabeza de Sonia, y así lo hizo.

Me puse sobre el cuerpo de Sonia para repetir en su amiga lo que le había hecho a ella. Cuando separé las nalgas de la directora de aquel juego, noté como mi polla reposaba sobre su amiga, así que decidí que jugaría con las dos a la vez. Abrí bien las piernas de Sonia y sin más, la penetré de una embestida.

  • ¡Dios! - Gritó un segundo antes de continuar con la comida de coño a su amiga.

Las manos de la sumisa se cogían fuerte a las nalgas de su prima, por lo que ya las separaba, pudiendo yo emplear una mano para sujetarme y la otra para ir jugando con mis dedos en el interior de Alicia.

Coordiné mis lentas penetraciones a Sonia con mis movimientos de lengua en el culo de Alicia, quien gemía y pedía más. Una vez noté que ya dos dedos entraban con relativa facilidad en su ano, me puse de rodillas.

Probé una primera vez, pero su ano puso resistencia a la entrada de mi capullo, así que dirigí mi polla a su coño y la empapé con sus jugos, recibiendo también algunos lametazos de Sonia.

La coloqué de nuevo frente a su culo. “Dale” dijo ella misma, así que obedeciendo, la hundí como una estaca. Alicia dió un grito, pero como me había ordenado hacerlo, seguí. Siguió emitiendo quejas hasta que se acostumbró, entonces me pidió que aumentase el ritmo. Con una mano me apoyé con ambas manos en los hombros de Alicia, haciendo un gran último esfuerzo, que sirvió para lograr la recompensa: un sonoro y fuerte orgasmo que hizo temblar la cama.

Alicia se levantó y quedé sobre Sonia. Recordando sus palabras, se la metí en la boca y acabé la faena. Ella no rechistó y atrapó mi capullo con la boca, sin importarle que hubiese estado antes en el culo de su amiga. Me corrí y no tardó en tragarselo, abriendo la boca para enseñarnos a los dos que había cumplido con su faena. Alicia le sonrió y la besó.

Los tres nos sentamos finalmente en la cama, exhaustos pero deseosos de más.

Concluimos que como nos quedaba todavía mucho por delante, no íbamos a gastarlo todo el primer día.

Jugamos un par de veces más durante el día siguiente, hasta que por la tarde tuve que irme.

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Espero que os haya gustado este relato, se agradecen todas las valoraciones y comentarios!