Fin de semana anal
Me tumbo en el sofá y abro las piernas. Me noto húmeda y disfruto de esa sensación. Tras dudarlo unos instantes me dedico a sacar una foto de mi conchita y mandársela a Javier. Después de unos instantes recibo un mensaje:
Es sábado y amanezco cachonda. No recuerdo lo que he soñado pero sé que es con algo erótico. No ha sido de esos sueños en los que a veces sin poder controlarme me corro. Cuando eso me ocurre no lamento el orgasmo, sino el no haberme podido tocar lo suficiente. Cuando eso me pasa, de alguna forma siempre quedo insatisfecha, con ganas de más.
Sonrío porque esta vez el subconsciente no me ha “traicionado” y podré terminar la faena más tarde. Está claro que la conversación telefónica de ayer con Javier ha tenido qué ver.
Javier es mi marido y por motivos de trabajo está fuera hasta la semana que viene. Pienso que es una pena, ya que como otras veces me ha pasado, después de levantarme húmeda y mojada Javier me ha comido el coño bien comido regalándome un explosivo orgasmo. Sin embargo, sé que hoy tendré que valerme por mi misma.
Consigo calmarme y me levanto de la cama. Me acerco al salón. Vivimos en la última planta del edificio más alto de la ciudad. Gracias a la amplia cristalera del salón, disponemos de luz natural hasta que cae la noche. Observo que hoy es un día de perros y pienso que seguramente me quedaré en casa todo el fin de semana. Tengo comida suficiente y películas para estar entretenida.
Preparo el desayuno mientras termino de desperezarme completamente. Como las tostadas viendo blogs y videos de Youtube. Ya que mi fin de semana consistirá en sofá y televisión, termino viendo un video de recomendaciones de películas. Entre video y video me encuentro con uno titulado: las 10 mejores películas eróticas que tienes que ver. Hago click en el video y las imagines comienzan a excitarme. Culos, tetas, orgías y demás invaden la pantalla. Me obligo a mi misma a parar aunque el pulso ya se me ha disparado y he empezado a tener el pijama mojado. No llevo bragas y la costura del pantalón me roza el clítoris dándome pequeñas dosis de placer. Intento engañarme diciéndome que es suficiente, pero sé que en el fondo estoy deseando regresar a la cama y dar rienda suelta a mi imaginación.
Me dirijo al baño y me desvisto. Pienso que una ducha me espabilará y me quitará este calor que se está focalizando en mi coñito. Estoy desnuda y veo que mis pechos están hinchados. Se nota que antes de que me llegue el periodo su tamaño aumenta, al igual que mis ganas de sexo. Otra vez me lamento de que Javier no esté aquí.
Decido que a pesar de no tener mucho vello me depilaré, ya que así no tendré que hacerlo durante la semana. Cuando me agacho a coger la cuchilla que tengo guardada un cajón, mi culo roza la esquina de la pared, quedando la misma entre mis nalgas.
- Dios…-se me escapa un pequeño jadeo
Paso un minuto en esa postura, restregando mi ano contra la pared mientras hago que busco algo en el cajón. Me digo a mi misma que debería disfrutar y simplemente me dejo llevar durante un minuto más mientras mi coñito comienza palpitar. Aguanto las ganas de frotármelo. Todavía no, pienso. Está claro que las 10 mejores películas eróticas han tenido su efecto en mí.
Me meto en la ducha y con el agua corriendo por mi cuerpo, comienzo a depilarme el pubis. Tengo el clítoris tan hinchado por la excitación que tengo que hacer presión sobre él para esconderlo mientras me depilo. Esta presión hace que quiera más, sin embargo, me contengo.
Mientras me depilo una pierna, el agua cabe en cascada acariciando mi ano. Resoplo y jadeo. Es tremendamente excitante. Recuerdo la conversación telefónica de ayer con Javier:
- Mi amor, mientras no esté, quiero que explores ese culo que tienes. Cada vez que te follo y lo miro no puedo contenerme y un día de estos no me voy a poder controlar y voy a entrar sin aviso. Por eso quiero que te des placer en ese culito poco a poco. Prepáralo para mi polla. No uses nada más grueso que tu dedo. Quédate con ganas de mi.
Comienzo a jabonarme los brazos y a continuación las tetas. Están enormes y sensibles. Estoy utilizando un jabón con estructura de aceite. Deja la piel suave y es agradable al tacto. Comienzo a frotar mi vagina. Meto los dedos entre mis labios y acaricio mi clítoris una y otra vez. Si antes estaba hinchado ahora está a punto de estallar. Al igual que yo. Dejo esta zona y paso a la espalda…donde termino haciendo círculos con mi dedo sobre mi ano. No puedo parar, simplemente la curiosidad no me deja. Quiero más. Introduzco un poco el dedo en mi ano mientras comienzo a jadear más fuerte. Desde luego en una sensación diferente a acariciarme el clítoris o la vulva, pero cuanto más me acostumbro, más me gusta. Sin embargo, no llego a meterme todo el dedo. Prefiero ir paso a pasa y prolongar esta agonía que sin duda estallará en un sonoro orgasmo.
Continúo enjabonándome el cuerpo. Cualquier excusa es buena para tocarme. Paso la esponja por mi coñito varias veces. Estoy muy caliente.
Salgo de la ducha y me seco. Me pongo el sujetador y las zapatillas de casa. Nada más. Me siento sexy. Voy al salón a por el móvil. El roce de mi chochito contra mis muslos me da mucho gusto. Me tumbo en el sofá y abro las piernas. Me noto húmeda y disfruto de esa sensación. Tras dudarlo unos instantes me dedico a sacar una foto de mi conchita y mandársela a Javier. Después de unos instantes recibo un mensaje: “Veo que alguien ya ha empezado con los deberes sexuales…ojalá pudiera lamerte. Fóllate el culo”.
Me río y me dirijo a la habitación en busca de ayuda. La polla de plástico que se adhiere a la pared, aceite con aroma a Argán que con solo olerlo mi coño se humedece y dos de mis pañuelos largos de Hèrmes, a pesar de que a partir de ahora siempre que los lleve me recordarán a este momento. Con eso bastará. Mientras camino hacia la sala no puedo remediarlo e introduzco dos dedos en mi vagina. El deseo es tan intenso que decido tumbarme en el suelo, abrir bien las piernas y mientras con una mano me abro el coñito, que por cierto está muy resbaladizo por la cantidad de jugos, con los dedos de la otra mano muevo el dedo índice de arriba abajo y de derecha a izquierda, sin llegar a introducírmelo esta vez. Estoy tan mojada que se puede oír como mi dedo chapotea en mi flujo. Después de esto y con los dedos empapados, acaricio mi ano. A pesar de no hacer falta, decido poner un poco de aceite en mi culo hasta que queda completamente mojado. Me levanto, recojo mis cosas y decido terminar lo que he empezado.
Coloco la chaise-longe (en la que planeo apoyarme boca abajo con la parte superior del cuerpo) entre la lámpara de pie y la mesa. Todo ello queda en frente de la cristalera, en el que hay un hueco para mi. Coloco la polla de plástico que tiene un adhesivo contra la cristalera, a la altura en la que quedará mi vagina. Perfecto, pienso. Será imposible mover la mesa y la lámpara es muy frágil con lo que tendré que contraerme más y más para dar rienda suelta al orgasmo. Decido atar una pierna contra la mesa y la otra pierna contra la lámpara. Además, en el pequeño espacio que tengo, podré retener el dildo dentro de mi cochito. Mientras hago esto, mis genitales se rozan y se expanden provocándome más y más excitación. Me sorprende no haber explotado aún.
Estoy tan excitada que voy directa al grano. La polla adherida a la pared descansa sobre la entrada de mi ano mientras mi dedo malicioso no da tregua a mi clítoris.
- Oh sí…más…sí…oh…así….así…que bien..sí…-me doy cuenta de que sueno como una actriz porno.
Mi ano empieza a contraerse e involuntariamente deseo empujar la polla dentro de mi ano. Sin embargo, recuerdo la promesa hecha a Javier. Es hora de dar más atenciones a mi coño. Mientras con un dedo vuelvo loco a mi clítoris, introduzco la verga en mi vagina. A pesar de no ser tan grande como la de Javier, sirve para complacerme en mis sesiones masturbatorias.
Jadeo, gimo y emano flujos. No me aguanto más y vuelvo a dedicarme a mi ano. Estoy tan excitada que me he metido toda la polla dentro y mi vagina choca contra el cristal. Sigo acariciando el clítoris con la mano izquierda. Miro de lado a lado. Estoy atada y sé que mis piernas no se van a mover. Sé que al estallar “no tendré escapatoria” y podré retener mi dedo en mi culo y el consolador bien dentro de mi coñito. Pensar en el orgasmo me excita aún más si cabe.
Con decisión y deseo, introduzco mi dedo índice derecho en mi inundado ano. Poco a poco pero sin pausa. Un sinfín de emociones me invaden. Sé que simplemente quiero más. Dentro y fuera. Ahora más despacio…y ahora más lento. Meto el dedo hasta el fondo….ahora lo saco…provocando contracciones. Mi culo también quiere más.
Empiezo a moverme lo más salvajemente que puedo y que mis piernas me lo permiten. Estoy descontrolada, gimo bien fuerte y digo cosas sin pensar:
-Folláme ahí …. Sí…más adentro…lo quiero todo…chúpame…lámeme…sí…sí…AH…ah…
Continúo así durante diez segundos más: vagina, clítoris y ano. Cuánta excitación, qué de sensaciones me recorren el cuerpo. Acelero el ritmo y mientras mi vagina absorbe la polla, mi dedo enloquece a mi parte favorita y me dedo está hundido en mi culo, explotó inundando la cristalera de fluidos blancos.
Como estoy atada y no puedo moverme demasiado mientras me corro (aunque este era el objetivo) , gracias a ello y al sinfín de sensaciones mi orgasmo se prolonga y entre contracción y contracción decido continuar así y correrme un par de veces más.
Va a ser un fin de semana interesante.