Fin de Semana (4)

"Estoy cachondísima no pierdas detalle, disfruta y observa de lo zorra que soy capaz de ser por ti"

Continuación de los anteriores relatos Fin de Semana

1ª parte :

http://www.todorelatos.com/relato/66146/

2ª parte:

http://www.todorelatos.com/relato/66287/

3ª parte:

http://www.todorelatos.com/relato/68748/

Después del paseo por el campo, volvimos al hotel para la hora de la comida. Mientras volvíamos, acordamos que mi mujer procuraría insinuarse a los chicos para ver si surgía algo a la noche. Al llegar nos llevamos la desilusión de que se habían ido a pasar el dia fuera y no volverían hasta la tarde-noche, según nos contaron los dueños. Así que comimos y decidimos ir después al pueblito cercano de compras, pues nuestra intención era buscar algo que llevar por la noche al cumpleaños de Carlos y no ir de manos vacias.

Mi mujer se puso un vestido veraniego de tirantes y falda corta de vuelo muy floreado. Tras preguntar cómo llegar al pueblo nos montamos en el coche y nos marchamos en busca del regalo.

El pueblo, la verdad, no era gran cosa. Pequeño y con una calle principal donde se localizaban el 90% de las tiendas. La calle estaba solitaria, no se veía un alma. Estuvimos mirando los escaparates y no vimos nada interesante que regalar, resultaba difícil pues no conocíamos los gustos de Carlos. Al final entramos en una tienda de ropa, en el escaparate tenían una blusa que le gusto a mi mujer, no se pudo resistir.

La tienda estaba tan vacía como la calle, salvo por el dependiente de entre 50 o 60 años, que leía el periódico detrás del mostrador mientras esperaba que entrara alguien. No tenía mucho material pero lo que tenía era variado para intentar cubrir todos los gustos. El dependiente se levantó, salió del mostrador y nos vino a atender.

El.- Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarles?

Ella.- Buenas tardes, quería que me enseñara la blusa que tienen en el escaparate.

Miró a mi mujer, de arriba a abajo como examinándola.

El.- Bien, buscó su talla, creo que es una 40 mas o menos, ¿no, señorita?

Ella.- Tiene buen ojo para las tallas.

El.- Es mi trabajo, señorita.

El dependiente busco en un colgado y se la mostró a mi mujer. Mi mujer la tomó y mirando alrededor, busco una falda tableada corta a juego en azul marino. Luego preguntó si podía probarse la ropa. El dependiente, señalando una de las esquinas, le indicó que allí había un probador, realmente era un aro superior del que colgaban dos cortinas que se cerraban formando un círculo alrededor de la persona que se cambiaba en el centro. Fue al probador y metiéndose, cerró la cortina. Al salir, la cara del dependiente y la mía debió ser un poema. La blusa le quedaba muy apretada, los botones casi explotaban, no se había abrochado los 2 primeros y sus pechos intentaban escaparse por arriba, incluso a través de la tela blanca se marcaban claramente la aureola de los pezones. Recordemos que las reglas del fin de semana eran no usar ropa interior. La falda ayudaba a dar un aspecto de colegiala traviesa.

Ella.- Creo que una talla más no me vendría mal. -dijo con cara de niña buena.

El.- Si, esta claro que no calcule bien el tamaño de sus te… perdón, su busto.

El dependiente estaba tan nervioso que no acertaba ni las palabras.

Ella.- No se preocupe, ¿tiene una talla más grande?.

El.- Déjeme mirar… quizás en el almacén.

Dicho esto salió por una puerta junto al mostrador en busca de la blusa.

Yo.- ¿Madre mía! Cariño, estás para comerte... nos has dejado con la boca abierta. ¿Como te ha dado por salir así?  -le dije por lo bajo para que no nos oyera el dependiente.

Ella.- No me he podido resistir cuando me he visto en el espejo del probador, jajaja. Además te he prometido ser muy zorra y lo voy a cumplir todo el fin de semana ¿te importa?

Yo.- Me tienes flipando, como me va a importar. ¿Pero hasta donde eres capaz de llegar?

Ella.- Pues vas a flipar todavía más… alejate un poco disimulando buscarme algo, ya verás lo zorra que puedo ser y a ver hasta donde llego.

En eso que sale el dependiente con otra blusa una talla más grande.

Dependiente.- Aquí tiene, espero que esta le vaya mejor si cabe.- La dice con una sonrisa y una mirada todo lujuria.

Mi mujer la toma y al meterse al probador la cortina no queda cerrada del todo y queda una línea por la que se ve a mi mujer, seguro que lo hizo aposta. Yo, haciéndome el distraído, me alejo a observar la situación simulando ojear el genero. Desde donde estoy veo al dependiente que no pierde ojo de la abertura de la cortina. Ella se quita la blusa de espaldas a nosotros y se pone la nueva. Sale menos apretada, pero se le sigue marcando todo, le queda perfecta.

El.- Esta sí es su talla, le queda muy bien.

Ella.- Sí pero… verá, tenemos esta noche una fiesta de cumpleaños y la verdad me gustaría ir totalmente irresistible. La blusa y la falda están bien pero… estoy buscando algo provocativo.- Le dijo mientras le guiñaba un ojo.

El.- Estoooo… tenemos unas camisetas de fiesta que pueden ir muy bien con unas minifaldas que tenemos por allí.- señalando otra percha.

Ella.- Bien, les echaré un ojo.

Después de buscar junto al dependiente entre las perchas, mientras yo seguía haciéndome el distraído, se va al probador con varias prendas. El otro no quitaba el ojo de la cortina otra vez medio abierta. Ella se cambia de espaldas y se quita la blusa y la falda, dejando ver que no lleva nada puesto. Se pone una de las camisetas y una minifalda cortísima, vamos que casi era como un cinturón ancho.

El.- ¿Que tal? Creo que se aproxima bastante a lo que busco.

La minifalda, negra,  tapa lo justo, un movimiento y se la ve todo. La camiseta, de color azul brillante, es de tirantes con un escote en V y junta el pecho haciéndole un canal entre los pechos muy tentador.

El.- Si quiere ir provocativa… lo va, pero si lo que quiere es dar el espectáculo, puede que tenga algo mejor para una chica como usted.

Ella.- No me trate de usted que ya vamos cogiendo confianza ¿no?

El dependiente se va lanzando al ver que yo no intervengo y mi mujer cada vez coquetea con mayor descaro.

El.- ¿Porque no te pruebas esta blusa negra?

Ella.- Pero es casi transparente y yo no uso corpiño, pero... ¿porque no?. Veo que va entendiendo lo que me gusta.

Y se mete al probador. El dependiente está alucinando y ya mira con descaro al probador intentando ver. Mi mujer sale con la blusa y como podéis imaginar se transparentaba toda. Sus preciosos pechos en todo su esplendor se ven a través del tejido y nos vuelve a dejar boquiabiertos. Se da una vuelta como modelando para lucirse completamente.

Ella.- ¿Que te parece? ¿es suficiente provocativo?

El dependiente ha perdido el habla solo mira las tetas y se queda babeando. Mi mujer se da cuenta del bulto de su pantalón y señalandolo le dice:

Ella.- Veo que a ti también te gusta… jajaja. - Y dirigiéndose a mi, me pregunta,- ¿que te parece? ¿estoy irresistible, cariño?

Yo.- Sin lugar a dudas, cariño. Creo que deberías llevarte las dos prendas pero... ¿no querías un camisón para dormir?. He visto uno muy sexy.

Ella.- Pues tráelo, me lo pruebo también si quieres y si a ti no te importa claro. -esto último se lo dijo al dependiente mientras se mordía un labio.

El.- Puedes probarte lo que quieras, pero con ese cuerpo seguro que te queda todo estupendo.

Os podéis imaginar como era el camisón que había elegido. Se trataba de un camisón de tirantes negro, corto a la rodilla, con una raja a cada lado hasta la cadera y de tejido transparente con encajes. Me miró con ojos de diablesa y pasó a probárselo repitiendo el juego de la cortina. El dependiente ya miraba con descaro como mi mujer se cambiaba y como esta vez estaba de lado, alcanzó a ver un pecho desnudo, relamiéndose los labios con la visión.

Cuando salió se la comía con los ojos. Pese a los encajes parecía estar desnuda se le adivinaban a través de la tela los pechos y el coño depilado. Volvió a dar una vuelta para que la viera bien.

Ella.- Me encanta, lo quiero. ¿Cuanto cuesta?

El.- Es lencería de lo más fina, viene de fuera y es bastante cara.

Ella.- Seguro que puedes hacerme algún descuento por “todo” ¿verdad?.

El.- En la ropa tenemos unos márgenes muy ajustados y no…

Ella.- Y si se la cambio por “otra” cosa.- Dijo mientras se acariciaba el cuerpo insinuando todo.

El.- No se ven parejas tan desinhibidas por este pueblo, ¿que te propones, chiquilla?

Ella.- No sé, ¿y si nos metemos en el probador tu y yo durante digamos… 5 minutos, me saco el camisón, me acaricio y dejo que me veas como lo hago?… podríamos llegar a un acuerdo comercial beneficioso para ambos ¿no cree?.

El.- Pues que tendrían que ser 10 minutos y no sería solo mirar, tendría que poder tocar al menos. Si aceptáis os dejo todo a mitad de precio.

Ella.- Ummm, bien el descuento lo podemos discutir al terminar. Aceptamos pero si se sale de lo acordado se acaba el tiempo.

El.- Me parece bien, deje que cierre la tienda para estar despreocupados.- Dicho esto cerró, puso el cartel de “ahora vuelvo” y bajó la persiana de la puerta.

Yo estaba flipando en colores, quien era esa chica, porque mi mujer no era, no. Estaba claro que se había tomado en serio el papel que estaba representando. Yo era un mero espectador pero tampoco podía decir nada, es lo que la había pedido que pasara. Mi mujer se acercó, me besó y al oído me dijo.- Estoy cachondísima no pierdas detalle, disfruta y observa de lo zorra que soy capaz de ser por ti.

Ella se fue al probador y una vez dentro se sacó el camisón. Así desnuda completamente lo llamó con un dedo y cuando estuvo dentro cerró la cortina dejándola descaradamente abierta para que yo pudiera ver lo que ocurría dentro. Me guiño un ojo, me lanzó otro beso y se dió la vuelta para ponerse de frente al dependiente.

Comenzó acariciandose el cuello, bajando a los pechos, se los apretaba y pellizcaba sus pezones. Luego se metió un dedo en la boca, bajando entre los pechos, siguiendo el vientre hasta llegar al coño, se lo metió mientras cerraba los ojos y gemía por primera vez. El se tocaba el paquete sobre el pantalón y no perdía detalle de como se masturbaba ella. Yo me tocaba el pene detrás de unas perchas viendo como mi mujer se daba la vuelta y mientras seguía haciéndose un dedo, se restregaba el culo contra el paquete de él. El, la rodeó desde atrás con los brazos, aferrando con las manos los pechos. Los estrujaba, los acariziaba, pellizcaba los pezones y tiraba de ellos sacando gemidos de ella. Pronto, mientras con una mano continuaba torturando los pechos de ella, la otra inició el camino descendente hacia su coño. Ella apartó la mano llevándola hacia atrás y agarrando su polla sobre el pantalón. Mientras él se hacía dueño de su coño y le introducía sus dedos, ella lo pajeaba. Mi mujer gemía con la cabeza caída hacia un lado y los ojos cerrados, estaba en sus manos. Ella introdujo la mano por dentro del pantalón, abrio los ojos sorprendida y empezo a pajearlo directamente sobre la polla. Antes de los 10 minutos ella se corría con fuertes espasmos mientras él la sujetaba. Una vez recuperada del orgasmo, se dió la vuelta y acercándose a su oído le dijo algo. El se separó con cara de sorpresa y afirmando con la cabeza se bajó los pantalones y calzoncillos, dejando ver una polla de considerable tamaño. Ella me miró, me guiñó un ojo, se relamió y poniéndose de rodillas agarró la polla que se mostraba ante sus ojos y empezó a masturbarla. Estaba claro lo que venía ahora, acercando su boca la beso en la punta y abriendola la engulló hasta la base, introduciéndose la punta en la garganta. Comenzó la mamada sacandosela de vez en cuando para recorrerla con la lengua de arriba a abajo, deteniéndose en la punta a darle toques con la lengua los cuales a razón de sus bufidos le estaba encantando. Mientras le tocaba los testiculos con la mano. Pasando de los diez minutos, avisó que no aguantaba y sacándola se corrió sobre la cara y los pechos de ella. Tenía que llevar tiempo sin hacerlo porque la cantidad que expulsó fue mucha, dejándola bastante manchada. Mi mujer se levantó, cogió su vestido y preguntando por el aseo se fue a limpiar y vestir después de lanzarme una sonrisa de satisfacción llena de semen de otro.

El se subió los pantalones y recogiendo la ropa que se había probado mi esposa, se dedicó a doblarla y meterla en una bolsa de la tienda.

El.- ¿Son pareja?

Yo.- Es mi mujer, estamos casados. Y usted ¿esta casado?

El.- Divorciado. ¿Hacen esto muchas veces?

Yo,- No, es la primera vez. Pero estamos probando cosas nuevas.

El.- Tiene mucha suerte. Ella es guapa y tienen una relación muy abierta. No la pierda, mujeres así no se encuentran, si es la mitad de buena en la cama se la robo.

En eso sale mi esposa del almacén donde estaba el aseo y al oír la última frase, contesta.- Lo soy, pero lo siento, creo que me voy con mi marido. Aunque he de decir que me han encantado sus manos y su polla, jajaja.

El.- Lo dicho tienes suerte, chaval.- Y dándole la bolsa.- Aquí tienes preciosidad, lo acordado es lo acordado, gratis por una mamada.

Ella.- Gracias, ha sido un placer comprar en tu tienda.

El.- Les aseguro que el placer ha sido mío. Si alguna vez quieren llamarme el teléfono está en la bolsa. No te olvidaré, chiquilla.

Salimos de la tienda y nos montamos en el coche. De vuelta mi mujer quería hablar del tema.

Ella.- No sé cómo me he atrevido, ¿lo has visto?

Yo.- Claro que lo he visto. ¿te arrepientes?

Ella.- No sé, no es eso. Me ha excitado como me miraba y como me deseaba.

Yo.- Si, pero el final…

Ella.- Quería hacerlo, cuando le he tocado el paquete y he visto lo que calzaba, no he podido resistirme.

Yo.- Encima te ha salido gratis la ropa.

Ella.- Lo de la ropa es lo de menos, podíamos comprarla, ha sido como me sentía, tenía el control sobre él. Ha sido genial, pero necesito saber... ¿tu has disfrutado, cariño? Porque si lo he hecho ha sido porque he pensado que tu querías que fuera así en tus fantasías.

Yo.- Claro, quería verte así, pero me da miedo perderte.

Ella.- Eso jamás, esto es solo durante el fin de semana, todo quedará entre tu y yo. Cuando volvamos todo volverá a la normalidad, como siempre, tu y yo solos. Si quieres esta noche no bajamos al cumpleaños y lo dejamos como está, no más fantasías.

Yo.- No es eso, a mi me ha puesto tan cachondo como a ti, y he disfrutado tanto como tú. Me encanta que estes tan lanzada, puedes hacer lo que quieras con tu cuerpo, pero que el corazón siempre sea mío.

Ella.- El corazón no puede ser de otro más que de ti. Te quiero a ti y solo a ti.

Yo.- Pues sigamos disfrutando entonces de lo que queda de fin de semana.

Continuará….

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