Fin de curso (3)

Cuando todo parece perdido, María recibe una oportunidad para descubrir todo lo que está pasando, su familia y amigas dependen de ella ¿lo logrará?

-Aunque tendrás que ganártelo- continuó Juan -pero antes pongámonos cómodos- añadió girándose hacia la madre de María -Número 7, adopta la postura 13-

María contempló con los ojos llorosos como su madre caminaba totalmente desnuda, hasta llegar frente a su amo, donde se colocó a gatas. Con una perversa sonrisa de satisfacción Juan alzó ambas piernas y las colocó sobre la espalda de Rocío, quien ya no era mas Rocío, ya no era una prestigiosa abogada de éxito que cobraba miles de euros por cada caso, ahora era 7 tal y como atestiguaba el tatuaje en su nalga, y 7 solo sabía follar y obedecer.

-No llores pequeña- dijo el chico -te aseguro que disfruta-

-¡Hijo de puta!- respondió la chica, furiosa, haciendo que su dueño se sonriese.

-Mira, me caes bien, has sido la única que le ha echado huevos al asunto, la mayoría de estas- dijo señalando a las inmóviles estatuas de carne que le rodeaban -solo lloraron, aunque a algunas hasta les gustó... pero tu me has plantado cara, así que te daré una oportunidad-

María alzó la vista, mirándole.

-Si, mira, este es el trato, seguirás con tu vida normal, como hasta ahora, seras totalmente consciente de todo lo que pasa... si logras convencer a varias de mis esclavas de cual es su verdadera condición y denunciarme ante la policía, es decir, si la mosquita logra escaparse de la tela de araña, te contaré como empezó todo y desapareceré, todas seréis libres, bueno, mas bien esclavas de vuestras vidas-

La chica le miró, incrédula

-No hay trampa ni cartón pequeña, simplemente me largaré y montaré mi harén en otro sitio, mi sentido de la venganza está mas que satisfecho... aunque claro, si no quieres siempre podemos hacer que todo siga como hasta ahora...-

-¡No!...no... acepto- dijo mirándole a los ojos, temerosa de perder su oportunidad

-Muuy bien...- dijo Juan con una sonrisa, levantándose y acercándose a la maniatada chica -Ahora... " Encadénate" -

El cuerpo de María se estremeció cuando todos sus músculos se pusieron en tensión de repente, forzando sus ataduras mientras su mirada se vitrificaba a medida que los neuroconectores que enlazaban su voluntad con su cuerpo se desconectaban, pronto estuvo en el mismo estado que el resto de su familia.

-Ahora dormirás durante una hora- le dijo Juan -y cuando despiertes empezará nuestro pequeño juego...-

María se despertó en su cuarto, durmiendo en el suelo, como si todo hubiese sido un mal sueño... pero los moratones de sus ataduras le confirmaban que no había sido así. Agotada, se irguió, llevándose las manos a la cabeza, que le dolía mucho, ¿donde estaba su cama? Fue entonces cuando se dio cuenta de que ahora veía la realidad tal y como era, y su cuarto distaba mucho de ser como lo recordaba.

Las cuatro paredes estaban vacías a excepción de una estera en el suelo, donde había estado durmiendo, su escritorio con el ordenador (eso no había cambiado) y un armario, las decenas de libros que tenía habían desaparecido dejando solo paredes vacías... o no tan vacías.

Antes ella creía tener numerosas fotos y posters, y las tenía, pero los sonrientes rostros de sus hermanas y ella se habían llenado de semen, las reuniones con sus amigas se habían tornado en grandes orgías y los posters de sus grupos favoritos habían pasado a mostrar a Juan, rodeada de ella o sus amigas adorándole como a un Dios.

En un súbito ataque de rabia, se acercó a uno de los posters, dispuesta a arrancarlo, sin embargo cuando llegó frente a el su brazo no se movió ni un milímetro, no respondía, de hecho ni lo sentía, era como si se lo hubiesen amputado. Asustada, retrocedió, tocándose el inerme brazo con su otra mano, en cuanto su mente se desvió del hecho de arrancar el poster, volvió a sentirlo. Con miedo, comprendió que no podía hacerlo, se lo habrían ordenado mientras estaba... se dio cuenta de que no sabía nada, no sabía como Juan lograba controlarlas... estaba indefensa, su arma debía ser el conocimiento.

Calmándose, se dirigió hacia la puerta, necesitaba pensar con claridad. Al abrirla vio la decoración de la casa tal y como era en realidad... no muy distinta de la de su cuarto. Al bajar al salón se encontró con sus dos hermanas en el sofá, viendo la televisión mientras su madre preparaba algo de café en la cocina... una mañana normal en su casa, sin que tuviesen los síntomas de estar... controladas por Juan, pero lo que sus hermanas veían en la televisión era a ellas mismas, a cuatro patas en aquel mismo salón, tenían dos grandes vibradores introducidos en sus culos, el temblor de estos las hacía gemir y retorcerse de placer con los muslos manchados con el producto de su excitación, tras ellas, al fondo, pudo ver a su madre y a Juan, cenando en la mesa del comedor, manteniendo una civilizada e interesante charla a la luz de las velas mientras bajo ellos, el culo de María era penetrado rítmicamente por el chico, movimiento cuyo impulso aprovechaba María para lamer el sexo de su madre.

-Me encanta este concurso- dijo una de las hermanas de María, Carla.

-Si, el presentador esta buenísimo- rió Eva

María las miró, desolada, era como si tuviesen una venda en los ojos... una venda que hasta ayer ella llevaba. Antes de que la viesen subió a su cuarto en silencio y cerró la puerta con pestillo.

-A ver María, piensa- se dijo -aquí solo ganarás con lo que te sobra, inteligencia...-

Rápidamente encendió el ordenador, necesitaba saber hasta donde llegaban los tentáculos de ese cabrón … y solo había una forma, por muy desagradable que fuese.

No conocía la dirección de la página, pero le bastó con abrir el historial, la había estado visitando todos los días, sin ser consciente... temiendo lo que iba a ver, pero sabiendo que era lo que debía hacer, dio un click y accedió a la web que su hermana le había enseñado mientras estaba cautiva.

Una imagen de ella y su mejor amiga, la dio la bienvenida a la página, ambas estaban de perfil, cubiertas de lefa, se miraron unos instantes antes de darse un largo y húmedo beso, jugueteando con la semilla de sus amos entre sus bocas, deslizándose por sus barbillas y cuello antes de separarse y mirar a cámara con expresiones incitantes y miradas vidriosas...

Mientras la imagen se transparentaba hasta desaparecer, dejando ver la página en si, María temblaba de rabia, pero debía controlarse, concentrarse... guardándose su ira, comenzó a investigar.

La página era como una parodia de la de su instituto, había recuadros con todos los cursos. Instintivamente pulsó sobre el que daba acceso al suyo, al hacerlo accedió a una nueva pestaña, era como una foto de Orla con la diferencia de que solo había chicas. Allí vio fotografías de todas y cada una de sus compañeras de clase, de ella misma... e incluso de sus profesoras que eran atractivas, pero no eran fotos de Orla, todas estaban sonrientes, con aquellos ojos inertes y cubiertas de lefa, con el cabello sumamente desordenado, como si acabase de echar un polvo salvaje, bueno... sin el como.

Algo turbada, pulsó en la fotografía de su tutora Sara, de nuevo se cargó otra pestaña, en ella aparecía una gran foto de su tutora, desnuda, sujetando sus grandes pechos mientras separaba las piernas, en la misma postura en la que había visto a sus amigas. A pesar de rozar la cuarentena, mantenía un buen cuerpo, atractivo sobretodo por sus exuberantes formas y sus enormes pechos.

Al lado de la fotografía había una especie de... ficha.

-Nombre: Sara López

-Número de Serie: 3

-Edad: 39

-Antigua Profesión: Profesora de Lengua y Literatura

-Nº de Contratación: 555 679 839

-Email de Contratación: Puppet@555mail.com

-Personalidad implantada: Objeto

-Rango: 0

Bajo la ficha había una galería de sus vídeos mas visitados, el primero se llamaba "Sarita Doll", y tenía cerca de diez mil visitas, sin saber muy bien por que, pulsó para verlo. Tras unos instantes de carga, el vídeo se abrió.

En la pantalla apareció un primer plano del rostro de Sara, sus ojos estaban igual de vidriados que el del resto de esclavas, y su rostro, carente de toda emoción, miraba al frente, directamente a los ojos de María, haciendo que un escalofrío la recorriera. Tenía la boca todo lo abierta que podía, lo cual, junto con su inmovilidad, le hacía parecer casi una muñeca hinchable.

Poco a poco la cámara fue retrocediendo, se encontraba desnuda por completo, de rodillas con las nalgas apoyadas en los talones, con sus dos manos sostenía sus grandes pechos, alzándolos y juntándolos. Su quietud era total, no movía ni un musculo, ni siquiera parpadeaba o parecía que respirase, era una estatua colocada junto a la puerta de entrada de una casa decorada como la de María, con fotos de la propia Sara y otra chica.

La cámara continuó enfocándola unos minutos, haciendo zoom sobre las diversas partes de su cuerpo, deleitándose en su inmovilidad.

Al poco, el silencio del video se vio roto cuando la puerta se abrió, María se vio a si misma y a varias de sus amigas, junto con la chica que aparecía en las fotos de, entrando en la casa, todas iban vestidas con cortas gabardinas que dejaban ver sus piernas enfundadas en medias y vertiginosos tacones que estilizaban sus piernas.

La imagen volvió a enfocar a Sara, quien no había movido ni un músculo. Las chicas, de las que solo se veían las estilizadas piernas, iban pasando una a una a su lado, riéndose de aquel bonito mueble mientras dejaban caer sus llaves y sus móviles sobre las grandes tetas de su tutora.

La imagen no tardó en cambiar y se volvió a mostrar a Sara, en el mismo sitio pero esta vez se hallaba de pie. La escena se repitió, solo que esta vez las chicas colgaron sus abrigos de sus grandes tetas, y, entre risas, dejaban sus llaveros y sus móviles sobre sus tetas o en el interior de su boca, la desconocida chica incluso le metió el suyo por el humedecido coño para jolgorio de sus compañeras.

La escena volvió a cambiar y esta vez Sara apareció a cuatro patas, aunque con la misma expresión en su rostro. Al juzgar por las paredes y las baldosas se encontraban en la misma casa. Sobre ella, boca arriba, se encontraba aquella chica desconocida, llevaba unas finas medias negras, como los altos tacones que cubrían sus pies, en el torso portaba un corsé que dejaba libre sus grandes pechos, que se bamboleaban anárquicamente con cada embestida de Juan, que la sujetaba por las caderas, follándosela usando a Sara como mesa. Las manos de la chica, embutidas en largos guantes negros, se deslizaban con fuerza sobre su bulba o acariciaban sus grandes pechos mientras gemía con fuerza, con su largo cabello marrón cayendo sobre su mesa humana.

Tras unos minutos mostrando el excitante espectáculo, la escena volvió a cambiar, no así sus personajes. Sara sujetaba a la chica pasando sus brazos por sus axilas, o mas bién la chica usaba como asidero a la inmóvil profesora, que seguía mirando al frente con sus ojos vidriosos y su boca muy abierta. Juan sujetaba las nalgas de la joven, que tenía sus piernas rodeando sus caderas, y la penetraba ritmicamente, arrancándolo incoherentes gemidos de placer a la chica, cuya cabeza descansaba entre los grandes pechos de Sara, quien no se inmutaba ni movía lo más mínimo.

Ofuscada, María cerró el video, ya había visto suficiente. La ficha de Sara volvió a aparecer en pantalla, sin embargo esta vez María vio algo que no había visto la primera vez que entró, bajo los vídeos, había otro apartado.

"Esclavas Asociadas"

Frunciendo el ceño, la chica clicó y un desplegable apareció en pantalla, había varias categorías, "Alumnas", "Compañeras" ... Allí pudo verse a ella misma y a sus compañeras de clase y a otras profesoras, pero fue la última sección la que mas turbó a María "Familia" , al pulsar apareció el rostro de la chica que había visto antes en el vídeo … era Irene, la hija de Sara.

Con un indescriptible sentimiento de impotencia y asco, producto mas del saber que ella tendría muchos vídeos parecidos que del hecho en sí, María pulsó repetidas veces el botón de retroceso, deseando salir de allí.

Fue entonces cuando volvió a ver la primera pantalla... y el número de clases que había en la web, todas con los mismos horrores... por dios si allí había hasta clases de 1º de ESO, ¡Esas niñas tenían 13 años!. De repente, se dio cuenta del basto alcance de los planes de Juan... y tembló.

Apagó el ordenador bruscamente dándole al botón de la torre antes de hundir el rostro entre sus manos, aquello era una locura y su cabeza estaba hecha un hervidero de pensamientos. Sin embargo, no tardó en recomponerse, un pensamiento primaba sobre los demás, todas aquellas chicas dependían de ella, ella era la única que podía parar esa locura, no podía fallarles.

La primera pregunta que debía responder era como demonios lograba controlarlas de esa manera, con un gesto de decisión en el rostro, encendió el ordenador.

Pasó tres horas completas navegando por Internet, buscando información veraz sobre los procesos hipnóticos... no encontró nada digno de mención, tan solo numerosas páginas de ocultismo o fantasía... y la poca información seria que encontraba insistía en que no se podía obligar mediante hipnosis a hacer algo en contra de la voluntad de uno... Justo cuando empezaba a desanimarse, ocurrió algo.

En el mismo instante en el que el reloj del escritorio marcó las 12:00, María sintió como un escalofrío recorría su cuerpo, sus músculos se pusieron en tensión, como si todos se contrajesen a su vez. Un súbito ataque de miedo la recorrió, ¿había faltado Juan a su promesa?¿estaba solo jugando con ella?.

Sus pensamientos se interrumpieron cuando sintió como su cuerpo se movía... sin que ella interviniese, se levantó y se dirigió al armario con ese andar mecánico que había visto en las otras esclavas... pero seguía consciente, ¿qué demonios estaba pasando?

Fue entonces cuando recordó las palabras de Juan "seguirás con tu vida normal, como hasta ahora , seras totalmente consciente de todo lo que pasa... " el muy bastardo había sido literal. El miedo atenazaba su estómago, pero luchó contra el, no podía caer, se lo debía a su familia, así que se dispuso a contemplar como un testigo mudo lo que hacía.

Abrió el armario y sacó el último cajón de una cajonera interna, dejando ver un conjunto de lencería. Con dos rápidos movimientos se desprendió del pijama, quedando totalmente desnuda, antes de comenzar a vestirse con lo que había en el cajón.

Se trataba de unos altos tacones de aguja y unas finas medias estupendamente elaboradas, al igual que los largos guantes que se colocó y que le llegaban hasta mas allá de los codos, y nada mas.

Así "vestida" salió de su habitación y entró en el gran cuarto de baño, allí, frente al espejo, sus dos hermanas y su madre se maquillaban. Como en una coreografía perfecta a la que María se sumó, las cuatro se movían al unísono, pintando sus labios, echándose rimmel... sus dos hermanas iban "uniformadas" del mismo modo que María, sin embargo su madre sumaba a aquella vestimenta un apretado Corsé que realzaba su estupendo pecho, además sus tacones eran mas altos y su maquillaje, mas sutil y bello, a diferencia de sus hijas, que se estaban maquillando como zorras baratas.

En vez de horrorizarse, María prefirió analizar la situación, sabía que no podía hacer nada por impedir lo que estaba pasando así que debía aprovechar lo que pudiese. A juzgar por lo que veía mientras se maquillaba parecía haber una... jerarquía entre las esclavas, como si hubiese "rangos", tenía que averiguar mas sobre eso.

Cuando hubieron acabado, las tres hermanas se giraron al unísono y se dirigieron cada una a su cuarto, su madre, en cambio, se tapó con una gabardina y se dirigió al garaje. María se vio a si misma cerrar el armario, preguntándose que demonios iba a pasar. Al poco volvió a sentarse frente al ordenador y cerró las webs en las que había estado indagando para volver a introducirse en aquella maldita página....

Pero esta vez, en lugar de dirigirse a la galería de cursos se dirigió a otro apartado, donde tecleó un nombre de usuario y una contraseña, ambas el mismo número: 36. María nunca se lo había visto consciéntemente, pero supo que ese número estaba tatuado en su cuerpo.

Accedió así a una nueva pestaña restringida, donde encontró varios iconos:Órdenes, Contratos y el que pulsó, Webcam. Al hacerlo, el susodicho aparato de su ordenador se encendió, y María se vio a si misma en la pantalla, con sus grandes pechos al descubierto. A la derecha de la pantalla comenzaron a brotar varios parpadeantes iconos anaranjados, peticiones. Como una impotente espectadora, observó como su mano hacia click y abría la primera.

La imagen de otra Webcam apareció sobre la suya, mostrando a varios chicos. Aunque María creía estar curada de espanto, no pudo evitar sorprenderse al ver a Mario, aquel chico no tendría mas de doce años y vivía en la casa de al lado, mas de una vez había jugado con el cuando era mas pequeño, le había devuelto los balones que empeñaba en su casa o invitado a las fiestas que hacía con sus amigos.... y ahora... ahora era su puta.

-Hola María- tecleó el chico, con rostro ansioso, mientras sus dos amigos reían nerviosamente.

-Número 36 a su servicio- tecleó María, con expresión ausente, provocando aun mas risas nerviosas en los chavales.

-Nos cuesta un dineral verte por aquí, pero no podíamos aguantar mas hasta que reuniésemos el dinero para contratarte, pero tranqui, pronto podrás saborear nuestras enormes pollas- el atrevimiento del chico, que hacía tiempo que lo habría impulsado a entrar en la casa de su vecina de no ser porque el bombardeo subliminal al que era sometido cada vez que accedía a la página le obligaba a mantener un total secretismo y a seguir las normas, provocó risas y palmadas en la espalda entre sus compañeros. María no respondió, solo aguardaba órdenes, y estas no tardaron en llegar.

-Enseñanos mejor tus tetas, puta-

Al instante, María aferró sus pechos y los acercó a la cámara.

-Tócatelas- escribió el chico, haciendo que María comenzara a acariciarlas en toda su extensión, apretándolas y bamboleándolas atrayentemente o acariciándose los pezones, que crecieron rápidamente al mismo tiempo que su sexo se humedecía. María, al darse cuenta de que se estaba excitando no pudo evitar odiar con toda su alma a aquel puto niñato al que consideraba su amigo y que ahora estaba allí con sus colegas, masturbándose con ella.

-Me encantan tus tetazas zorra, con lo putilla que sois todas en esa casa y luego os hacéis las tontas- dijo el chico, escribiendo con una única mano -hazte un buen dedo, correte para nosotros-

De inmediato María colocó la Webcam en la posición adecuada y alzó ambas piernas, apoyándolas en la mesa, muy separadas, dándoles a los chicos una perspectiva insuperable de su depilado sexo. Con una incitante sonrisa que contrastaba con los insultos que mentalmente le dedicaba, María deslizó una de sus enguantadas manos por su bulba, masajeándola suavemente mientras la otra acariciaba sus pezones. Uno de los chicos no aguantó mas y se corrió abundantemente, manchando sus pantalones y haciendo que sus compañeros se rieran de el, entretanto, ajena a todo, María se acariciaba el clítoris y los labios con mano experta mientras alzaba sus pechos y jugueteaba con sus pezones y su lengua, poco a poco la excitación fue aumentando hasta que se encontró introduciéndose varios dedos con fuerza y gimiendo a gritos, como una perra en celo, uno a uno, los chicos fueron eyaculando, hipnotizados por el erótico espectáculo.

Al fin, tras un largo rato, María se corrió con fuerza, bizqueando y aullando de placer mientras sus fluidos impregnaban sus muslos y la silla. Una vez hubo acabado regresó a su posición inicial, y tecleó: "Espero que haya disfrutado de los servicios de 36, para una próxima sesión ya sabe donde dirigirse". Aprovechando los últimos segundos de conexión que tenía, Mario la miró con lujuria antes de responderle "Pronto lo harás en persona zorrita"...

El tiempo pasó lentamente para la desesperada María, quien veía como su cuerpo era exhibido ante totales desconocidos sin que pudiera hacer nada, al fin, a las 3, vió como sus manos cerraban la web y como su cuerpo volvía al armario y se vestía con ropa normal, antes de que notase como todos sus músculos se relajaban, su cuerpo volvía a ser suyo...

Su primer impulso fue gritar, maldecir y romper lo primero que pillase, pero su lado racional se impuso, tras calmarse unos instantes, se preparó para confirmar sus sospechas. Silenciosamente salió de su habitación y se deslizó por el pasillo hasta la puerta de la habitación de su hermana Carla, la cual entreabrió silenciosamente, estaba "uniformada" aún, sobre su cama, con las piernas muy separadas y el portátil entre ellas, ofreciendo su coño a la webcam. Rápidamente María cerró la puerta y se dirigió a la habitación de su hermana Eva, allí la encontró frente a la pantalla del ordenador, de pie, dándole la espalda, con su cuerpo doblado en un ángulo de 90º mientras se introducía un enorme vibrador por su culo.

Tratando de pensar fríamente, de no horrorizarse, María volvió a su habitación, tras todo aquello había una... rutina, todos los días a las doce seguramente todas las chicas se conectarían y exhibirían para los clientes... o quizá hubiese turnos, aquello era importante, tenía que conocer su rutina diaria... por desagradable que fuese.

Pero hasta que acabase el día no podía estar quieta, decidida a aprovechar el tiempo que tuviese de libertad, corrió al ordenador y accedió a la página.

Cuando accedió esta vez la presentación fue distinta, en lugar de ella y Estefanía dándose aquel beso blanco salieron Sara y su hija Irene, Sara estaba de rodillas, en la misma posición que en vídeo, con la diferencia de que por su boca abierta se deslizaba lentamente un hilo de semen, que goteaba sobre sus enormes tetas también cubiertas, al igual que el resto de su cuerpo, de fluidos. Tras ella se encontraba Irene, quien acariciaba los cabellos de su madre con una mano mientras con la otra hacía un gesto con el dedo, incitando al espectador a entrar. Iba vestida con unos altísimos tacones, unas medias de encaje y un liguero, un corsé que dejaba al descubierto sus grandes pechos y unos largos guantes. La vestimenta se completaba con un pequeño sombrero que llevaba algo ladeado en la cabeza y del cual caía un fino velo y varias joyas de aspecto caro. Su belleza, sutil e insinuante contrastaba con la tosca desnudez de su madre, de rodillas y recién salida de un bukkake.

María miró a la chica y recordó su teoría sobre los rangos, si era cierta debía tener un rango muy alto... tendría que investigarla, pero eso sería mas adelante, su madre había salido fuera, no había seguido la misma rutina que sus tres hermanas, si su teoría de los rangos era correcta quizá podría averiguar algo sobre como aquel bastardo controlaba a las chicas.

Rápidamente accedió a la sección donde se había registrado para las webcam, si su contraseña había sido su "número de serie" la de su madre sería igual. Con cierto nerviosismo producto de la incertidumbre, tecleó el número de su madre, 7. Tras unos instantes, accedió a su ficha personal.

Allí, aparte de la humillante fotografía, comprobó que efectivamente había rangos entre las esclavas, el de su madre Rocío era 4, si eso era mucho o poco no podía saberlo pero parecía haber un gran abismo comparado con el 0 de Sara, que la convertía en poco mas que un mueble. Rápidamente accedió a la carpeta "Órdenes" en cuyo interior había numerosos mensajes, María abrió el mas reciente de ellos, en su interior solo había una dirección...

No sabía cuanto tiempo le quedaba de libertad, así que anotó con prisa aquella dirección y salió de la casa, maldiciendo mil veces el no haberse sacado el carnét de conducir aún, paró a un Taxi y le entregó al conductor el papel con la dirección.

Un domingo a aquella hora, cuando la mayoría de personas estaban comiendo, no había mucho tráfico en la carretera lo que hizo que en media hora llegase a su destino.

María pagó al taxista y salió apresurádamente. En cuanto alzó el rostro y vio el edificio que indicaba la dirección, palideció.

Ante ella se encontraba el instituto privado Sagrado Corazón.

Conocía la fama de aquel instituto, era el mas prestigioso de la ciudad, donde la "jet set", los ricos empresarios, los famosos y los terratenientes mandaban a sus hijas para que fueran educadas por un férreo sistema religioso de valores.

A pesar de ser domingo la verja estaba abierta, símbolo inequívoco de que habían estado esperando público. Temiendo llegar tarde María corrió al interior, al franquear la verja se encontró en un patio en torno al cual se alzaba el edificio, con forma de U, rodeado por un jardín que lo separaba de la verja..

María fue a correr hasta la entrada, formada por una serie de barrotes metálicos unidos por una estructura de cristal. Pero tras ella vio a unas siluetas, inmóviles en aquella postura rígida y antinatural que tan bien conocía, a buen seguro que aquellos esclavos se asegurarían de que nadie ajeno al plan entrase, tendría que buscar una vía alternativa.

Con paso rápido, comenzó a rodear el edificio, buscando una posible entrada, pero las ventanas de la primera planta tenían verjas y ella no tenía forma física como para trepar hasta la segunda. Cuando ya comenzaba a desesperarse, llegó a la última fachada antes de volver al punto de partida, allí encontró su salvación. Un andamio se alzaba hasta la segunda planta, levantado para que los obreros pudieran tratar los serios casos de humedad y desconchones que afectaban a aquella pared, la menos visible al público por los altos árboles que se alzaban junto a ella. Rápidamente María subió por las escaleras y, abriendo una de las ventanas, entró al segundo piso.

Aquella ala del edificio estaba destinada a la dirección, la biblioteca y el salón de actos, no había aulas. Suspirando aliviada, María miro a su alrededor, el instituto tenía una decoración sobria, con suelos decorados con embaldosados blancos y paredes grises y lisas, sin mas adorno que algún ocasional crucifijo. Por todo el pasillo había varios tablones de anuncio a los que María se acercó, en el primero de ellos solo había cuadros de notas y convocatorias de exámenes pero en el segundo un gran cartel llamaba poderosamente la atención.

En el aparecían varias mujeres de pie, juntas, en actitud decidida, una iba vestida de médico ,otra con vestimentas de ejecutiva, otra de policía... sobre ellas había impresa una leyenda.

"Congreso: El papel de la mujer en la actualidad

con la colaboración de la prestigiosa abogada Rocío Sanchez García

Lugar: Salón de actos a las 12:30"

María tragó saliva, esa era su madre, y hacía ya tres horas que el congreso había empezado. Temiendo llegar tarde María echó a correr, conocía aquel instituto, había ido a varios congresos y concursos matemáticos en aquel mismo salón de actos, este tenía una planta baja, donde había gran número de asientos y un escenario, sobre aquella planta había una segunda, a modo de grada, donde se podían albergar mas espectadores y a la que se podía acceder desde el piso en el que María se encontraba. Echo a correr por los pasillos en dirección al salón de actos.

Al llegar frente a la puerta que daba acceso a las gradas, escuchó una amalgama de fuertes gemidos de placer que se vio rota por un coro de voces frías, impersonales.

-!EL AMO DEBE SER OBEDECIDO¡- Clamaron, haciendo que María se estremeciese, ¿habría llegado demasiado tarde?.