Fin de curso (1)

Primera parte de la historia que pasó entre Carlos y yo a final de 1º de Bachillerato

Antes de empezar, voy a decir que esta historia sucedió cuando estaba en 1º de Bachillerato, es decir, tendríamos unos 18 años.

Bien pues, me explico. Todo esto pasó con alguien a quien considero un MUY buen amigo, de los de verdad, que siempre está ahí. Un tío súper divertido, muy atlético ya que desde los 5 años juega al fútbol. Tiene un cuerpazo trabajado en los entrenamientos diarios y en el gimnasio al que, a veces, voy con él. No es muy alto, pero es de esos que tiene cara de niño, súper travieso, rubio, pelo corto y muy rizado, y ojos verdes. Y he de decir una cosa, es el único tío al que JAMÁS le he visto ni un solo pelo, no sé si es que se depila desde los 10 o que casi no tiene, pero no tiene ni uno solo en TODO el cuerpo :)

Bueno, él se llama Carlos, pero todos le llamamos Carlitos, porque es de los pequeñajos de la clase, y yo, como pone en el perfil, Dani. Siempre le he considerado un gran amigo, bueno, más bien desde que nos juntaron en clase, cuando teníamos 8 o 9 años, y desde entonces, grandísimos amigos.

Como decía antes, todo esto pasó cuando estábamos en 1º de Bachillerato, uno de esos días de final de curso, en el que ya has terminado todos los exámenes y vas al colegio nada más que por obligación. Era un día muy caluroso, lo recuerdo porque fue algo fuera de serie, y nosotros dos fuimos de los pocos que fuimos a clase, y los únicos chicos. Era día de gimnasia, pero a final de curso, el profesor nos deja siempre hacer cualquier deporte con tal de que le dejemos en paz, en su despachito, sospechosamente con la puerta cerrada. Él y yo jugábamos a fútbol cada uno en un equipo con ayuda de otras 4 chicas en cada uno, pero en realidad éramos los únicos que hacíamos algo. Terminó la clase, y como era verano, salíamos a las 2. Ya era la hora, así que al salir de la ducha ya podíamos irnos, y ese día ya habíamos quedado para salir un rato por la ciudad e ir a la playa con los amig@s, y después vendría a dormir a mi casa para al día siguiente irnos de acampada, al final solos porque nadie se apuntó.

Bien, continuemos. Fuimos al vestuario, jamás me había parecido tan grande, estábamos solos. Las duchas eran comunitarias, algo que me solía incomodar, pero había confianza. Abrimos el agua fría, y por primera vez, no sé si por el calor, por un calentón, o porque me dio una venada, me fijé en la polla de Carlitos. No había ni un solo pelo, lo que hacía que pareciese más grande de lo que ya, de por sí, era. Sería más o menos del tamaño de la mía, pero al estar pelona parecía más. Él notó lo que pasaba, pero no dijo nada, y siguió duchándose como si nada. Se me había empezado a empinar, y en ese momento se empezó a incomodar. Le quité hierro al asunto, le di conversación, pero sus respuestas eran escuetas:

-Qué Carlos, menudo calor hoy, eh!

-Si

-Y… A quien llamaste para esta tarde?

-A los de siempre…

-Ya veo, bueno, me voy a secar.

Cogí mi toalla, me la puse sobre la espalda y me fui al banco. Carlos vino al poco tiempo. Ya eran las dos y cuarto, el tiempo pasaba volando. Seguía completamente empalmado, y sentí la necesidad de preguntarle si le hacía una paja a dúo:

-Ey, Carlos, no te pienses cosas que no son, eh! Lo que me apetece es una buena paja, te hace?

-Venga, bueno, pero cada uno la suya, no?

-Si, si, empecemos así…

-Empecemos?

-Calla y empieza, pesado!

Después de decirle eso, se sacó la toalla que traía enrollada en la cintura, la misma toalla azul claro de siempre, esa cortita que le marcaba muchísimo el culo. Empezó a meneársela y enseguida se le empalmó. Estábamos concentrados en nuestras cosas, pensando, yo por lo menos, con la misma rubia impresionante protagonista de mis “sueños húmedos” de siempre. Me subió el calentón aun más, y en un arrebato le agarré la polla a Carlitos. Al tacto era perfecta, suave, sin pelos, pocas venas… Se dejó hacer. Ahora, mientras con mi mano izquierda me encargaba de mi polla, con la derecha meneaba la suya, y parecía que le encantaba, porque de vez en cuando agarraba mi mano por la muñeca para ir más rápido.

Dos y media, preocupado porque no salíamos, David (el profesor), entró en el vestuario, y nos pilló en plena faena. Me quedé inmóvil, al igual que Carlitos, pero a David se le puso una sonrisilla curiosa, como de pervertido, de viejo verde (aunque yo calculo que tiene unos 30 años). Se acercó a nosotros y se sacó la camiseta negra de tirantes, dejando ante nosotros su cuerpo de gimnasio, con todos los músculos perfectamente marcados y mucho pelo, pero recientemente depilado, por el pecho. Se sentó en el banco de enfrente, y se quedó allí sin decir ni hacer nada, mirándonos con esa sonrisilla. Intenté retirar mi mano de la verga de Carlos, y así poder taparme con la toalla, pero inmediatamente él saltó hacia nosotros, se sentó en el medio, y nos pidió que continuásemos, y que le incluyésemos en nuestro particular jueguecito. Así lo hicimos, y a los 5 minutos ya había la suficiente confianza, y cogió David nuestras pollas, y nos dijo que nos relajásemos, que él era un experto en esto de las pajas, que en su adolescencia sus amigos le había hecho un diploma a modo de coña.

Nos relajamos, y empezamos a hablar:

-Uuuuff, que gusto tío, ya entiendo porque te dieron el diploma. Joder David, eres el puto amo!- dijo Carlitos.

-Seeee- fue lo único que pude decir. Era cierto, era una paja como ninguna otra. Iba despacio, lubricaba nuestras pollas de vez en cuando con su saliva, acercando su boca hasta ellas.

-Bueno, chavales, yo creo que me están saliendo muy bien, no? Me vais a tener que recompensar bien, bien, eeh! Y que se os ocurre para devolverme el favor?- Soltó nuestras vergas, se lamió las manos, y después se las secó en mi toalla.

Volvió al banco de enfrente, y se quedó mirándonos, con un pedazo calentón que no se nos iba a ir hasta que nos corriésemos. Carlitos y yo nos miramos, no sabíamos que hacer, no entendíamos a que se refería, o mejor dicho, no queríamos entender a que se refería. Hizo un gesto extraño, abrió mucho la boca, mientras se sobaba la polla, también recientemente depilada. Fue Carlitos quien entonces lo entendió, pero no se atrevió a hacer nada. Me explicó qué quería que hiciéramos, quería que se la mamásemos. Miré a Carlitos, y le hice un gesto como de, venga, va, que más da, no va a salir de aquí lo que hagamos, o si?

-Venga Carlos, tío, acaso te da corte, es una simple polla. Me dirás que no has visto mil veces como las zorras de las pelis porno la chupan!- le susurré para que lo viese como algo normal, aunque ni yo sabía muy bien lo que decía, la verdad.

-Joder, macho, que es David, nos hemos reído un huevo de veces de él porque no sabíamos para que se encerraba en su despachito, y ahora me dices que le coma la polla?- contestó Carlos.

-Cómo! Os reíais de mi por encerrarme? Aaah, ya se, vosotros queréis saber qué es lo que hacía, no? Pues os seré sinceros, aprovecho esos momentos de una forma curiosa: resulta que hago shows privados por webcam…

-QUE?!- dijimos Carlitos y yo, era imposible, no podíamos creerlo, era, era… imposible!

-Os enseño lo que les hago a los que pagan por verme por webcam?- dijo David

Y yo, hablando en coña, le dije: “Venga, estaría de puta madre”. Y de repente se puso de pié, se acercó hasta el armario de objetos perdidos del vestuario y cogió un bote, no sabíamos de que. Se metió en las duchas y nos dijo que nos acercásemos.

-Ahora veréis lo que hago en los shows especiales- nos dijo el profe con esa sonrisilla.

No lo podíamos creer, resulta que teníamos razón cuando pensábamos toda esa clase de cosas cuando se encerraba en el despacho.

Abrió el bote, y se echó un liquidillo transparente en las manos, parecía aceite. Se frotó las manos y comenzó a extenderlo por su cuerpo. Brillaba como los actores porno de los videos que vemos en el ordenador. Se agarró la polla, y se dedicó por entero a ella, se la meneaba mientras nos miraba de arriba abajo.

Carlos me agarró de la mano, como si fuera un niño pequeño con miedo. Me la agarró fuerte, y me llevó con él hasta allí. Entonces él se puso de rodillas y se quedó mirándome con cara de cachorrillo. Me dio mucha pena y fue entonces cuando, aun cogidos de la mano, me agaché con él. Carlos le agarró la polla, y la chupó desde los huevos hasta el capullo. Yo le imité, y me apropié de ella, mientras con mi mano derecha le movía los huevetes. Carlitos le chupaba las piernas, los abdominales, y de vez en cuando me mordisqueaba la oreja y me miraba, y yo, con la mano izquierda le sostenía la verga.

David me cogió de la nuca, y jugaba con mi pelo a la vez que me empujaba hacia si para que me tragase su pene entero, pero era imposible, no por largo, que también, mediría unos 18-20cm, sino por su grosor, era una puta morcilla de Burgos, una cosa descomunal.

Me levanté, y me puse a la altura de David y le abracé, sentía como si fuese un amigo, un hermano. Lo abrazaba con fuerza, y le manoseaba la espalda y el culo, que menudo culazo tenía, duro como una roca y súper apetecible. Se puso Carlos entre nosotros dos separándonos, y se metió la polla de David en la boca, y mientras con los dedos embadurnados en el aceite de del profe, intentaba adentrarlos en mi culo virgen.

Pasaba el tiempo, eran ya las tres y cuarto. David me mandó que fuese a por una cajita que guardaba en la estantería detrás de la red de voleibol. Según me dijo era una caja negra de cartón, no muy grande, y que no pesaba gran cosa. Cogí una toalla, la primera que vi, creo que era la de Carlitos, la pequeñita azul. Tenía que salir del vestuario y caminar unos cincuenta metros hasta su despacho. Salí sin mirar, y por suerte no había nadie. Encontré la caja justo donde él había dicho, la cogí y salí corriendo. Se me calló la toalla, pero no me importó. Quedó de recuerdo en el despacho de David. Abrí la puerta y esta vez tampoco miré, pero escuché que estaba abriendo la puerta del polideportivo, era la jefa de admisiones, que veía con unos padres, pero no me importó, total, ¿que importaba ver a un tío corriendo desnudo por el colegio donde van a ir tus hijos? Jajaja. Bueno, a la historia. Entré en el vestuario y ellos no habían perdido el tiempo. Estaba Carlitos en la encimera de los lavabos, apoyado en el espejo, con las piernas completamente abiertas sobre los hombros de David. Si, el profe le estaba comiendo el culo a mi amiguísimo. Se le veía en la cara el placer que le estaba dando, y la envidia me reconcomía por dentro. Me acerqué a ellos, pero continúaron a lo suyo como si no me viesen, y fue entonces cuando le planté el mejor morreo que le he dado jamás a nadie a Carlitos.

-Joodeeeer!- sacó a David de entre sus piernas y se quedó mirándome. Se puso de pie frente a mí y me besó mientras me agarra la cabeza.

-Eeeh! Qué coño haces? Entonces ven tu pa’ aquí, pillín…- me dijo David, pero le ignoré y seguí abrazado a Carlos. Se agachó y empezó a separarme las nalgas, a escupir en mi culo, a chuparse los dedos para intentar meterlos en mi estrecho culo. Me inclinó para delante, y me separó a un mas el culo para meterme la lengua hasta los intestinos.

-Uuuh, uh, uuuh, uh, uh! Dios, tío, eres mi dios. Que cabrón! Que lengua tienes!- le dije soltando a Carlitos para empujar su cabeza más hacia mí. Fue entonces cuando Carlos bajó para encargarse de mi polla. No sé cuando lo había aprendido, pero la chupaba que te cagas, como si lo hubiera hecho por lo menos mil veces.

Estuvieron así unos diez minutos, y entonces los levanté y los llevé a la zona de los bancos, frente a las duchas. Tiré a David sobre el banco, quizá de forma un poco violenta. Yo sobre él, le besaba. Nuestras pollas se restregaban la una con la otra entre nosotros. Carlitos separó nuestras cabezas, y se sentó sobre la de David, supongo que para que David le volviese a comer el culo, y así mientras yo le comería a él la polla, pero no estaba cómodo, y me negué.

Cogí en brazos a Carlos, le verdad, es muy fácil, siempre ha pesado muy poquito a pesar de sus músculos. Le puse de frente al muro que separa las duchas de los bancos, y le subí la pierna hasta apoyarla en él. Me escupí en la polla para que entrase mejor en su precioso culo, trabajado y sin un solo pelo. No se opuso, y coloqué mi polla a la entrada de su culito. Entonces David se levantó.

-Eh! Joder! Pero que haces? Qué coño le vas a hacer? Pretendes metérsela a pelo?- dijo David.

-Cállate, joder. Te piensas que me importa mucho eso ahora?- le contesté.

-Que putos descerebrados sois los niñatos de hoy en día. Abre la caja, anda, abre la caja…

-Para qué? Qué hay?

-Condones de todo tipo, y lubricante de chocolate…- dijo David

-Coño! Piensas en todo cabrón! Lo tenías todo preparado…- soltó Carlitos

-Sí, bueno, ya ves, mejor estar preparados para estos casos…

-Pues tienes razón. Pásame un condón… no sé, uno cualquiera. Y el lubricante- le dije

-Sí, vale, pero con una condición.

-Cual?

-Que empieces taladrándome a mi- dijo David

-Como tú prefieras. No tengo ningún inconveniente- le contesté

Y así fue, sacó a Carlitos del medio, le sentó en el banco, y en su lugar se colocó él.  Me colocó él mismo el condón, de espaldas, por lo que debía tener experiencia. Su culo tampoco tenía ningún pelo, al parecer era yo el único que no se depilaba también por ahí… Una vez lubricado, se la metí de golpe, y no costó nada porque mi polla resbalaba muchísimo, y su culo claramente no era virgen. Empecé con fuerza, pero tuve que amainar porque notaba que me corría, y la fiesta no podía terminar tan rápido. Seguía con la misma sensación, tuve que apartarme de él.

Me senté al lado de Carlitos, y por no perder tiempo, me recosté para chupársela. David le hizo un gesto como para que se acercase a él, y así fue. El profe se puso de nuevo de frente al muro, y le colocó también a Carlos un condón. Empezó a metérsela, mientras que David le agarraba el cuello con su brazo izquierdo, juntando sus cabezas para poder besarlo. La polla se me estaba desinflando, ya me había quitado el condón, y seguía expulsando liquidillo preseminal, pero si me la tocaba estallaba fijo.

Tuve que dejar pasar un cuarto de hora hasta que me relajé del todo, y entonces me cogí un condón, me lo puse y lo lubriqué. Me acerqué por detrás de Carlitos y le empecé a besar la oreja y el cuello. Agarré mi polla y busqué el bonito agujero, lo encontré y se la clavé. Soltó un fuerte gemido, creo que fui demasiado bestia, no me di cuenta que su precioso culito era virgen, y había repetido la misma experiencia que con David. Le besé con fuerza, como cuando a los niños pequeños les das besos para que no les duelan las heridas, pero a él se lo di en esos labios carnosos. Seguí poco a poco, despacio, agarrándome a sus caderas, y de vez en cuando toqueteando al profe, a quien todavía se la estaba metiendo Carlos.

Lo arrastré hasta apoyarme bajo una de las duchas. Le cogí en brazos, ahora David se había ido, creo que a mear, pero no lo sé. Estaba en mis brazos, y lo apoyé a él contra la pared para mayor comodidad. Caía el agua caliente sobre nosotros, y resbalaba por nuestras pollas mientras yo se la metía a Carlos. Oímos la cisterna suave del meadero, sí, David había ido a mear. Se colocó detrás de mí, y poniéndose otro condón buscó mi agujero con sus dedos. Casi no le entraba el condón, era una polla muy gorda, y pretendía metérmela a mí, un culo virgen. Pero no se lo impedí, me apetecía probar algo nuevo, seguro que estaba bien. Se puso mucho lubricante para que no me doliese tanto, que detalle. Le costó pero acabó entrando. Debía estar muy cachondo, porque enseguida  se corrió sobre mi espalda, había sido una buena experiencia, distinta a cualquier otra. Le hice ponerse de rodillas, y él, instintivamente, abrió la boca. Bajé a Carlitos, lo dejé en el suelo, y empezó a mover su polla rápido para terminar. Me corrí yo primero, y vacié mi leche en la boca de nuestro nuevo profesor preferido. Se tragó mi leche, pero antes me dio un beso para sí poder probarla. Carlos le separó de mí, le agarró de la barbilla y metió su polla, le folló la boca y se corrió directamente en su garganta. El pobre David estuvo a punto de atragantarse.

Tres menos cuarto, ya era tardísimo, no habíamos prestado atención al tiempo, habíamos quedado a las cuatro, ya no nos daba tiempo. David se puso otra vez su jockstrap y su camiseta negra de tirantes, cogió sus pantaloncitos y sus deportivas y salió del vestuario para ir a ducharse a su propio baño, en su despacho. Antes de salir, cuando estaba abriendo la puerta, me acercó a él, y me dijo algo al oído:

-Debes saber algo: jamás he trabajado enseñando mi cuerpo por cam, pero esa misma excusa siempre os pone cachondos, y así consigo que os desvergoncéis. Pero tu calla, esto es algo que solo sabes tú, eh! Jajaja, te has convertido en uno de mis alumnos favoritos, os pondré un 10 como nota final.

-Qué? Qué hijo de puta eres! Cabronazo! Muy buena excusa, no sé cómo nos la creímos… Que detalle, uno de tus alumnos favoritos, pero debes saber que habiendo tenido todo el curso 10, como no me pusieses un 10 en la final, vendría a reclamarte mi nota…- le contesté

-Lo suponía, pero así podríamos volver a… ya sabes, jajaja

-Sí, ya se… Tal vez vuelva a visitarte el año que viene aunque ya no me des clase…

-Eso sí que es un detalle. Bueno, marcho, que estoy cerdísimo por vuestra culpa, cabrones. Adiós!

Se fue cerrando la puerta. Quedamos Carlos y yo solos, otra vez, riéndonos sin decir nada, simplemente pensado que había sido muy buena idea venir a clase ese día. Nos duchamos juntos, metiéndonos mano en plan coña. Nos secamos y nos vestimos. Cuatro y veinte. Ya era tarde, pero no importaba, cogeríamos el bus de las cuatro y media que va a la playa, y allí nos encontraríamos con todos. Así hicimos, vino el bus, lo cogimos, y a las cinco, tras dar mil vueltas en el bus por la ciudad llegamos. Nadie se enteraría de nada de lo que había pasado, nunca, pero esta noche, cuando Carlos viniese a dormir a mi casa íbamos a hablar largo y tendido.