Fin de año especial
En la cena de fin de año había un chico nuevo, el hermano de una amiga que le cayó muy bien a mi mujer y preferí forzar la situación antes de que me engañara.
FIN DE AÑO ESPECIAL
CLAUDIA:
Como cada año desde hace diez pasamos la noche de fin de año en el ático de Ramón y Conce, es un lugar idóneo y son grandes anfitriones, teníamos que ser 10 parejas.
Me había comprado el vestido, soy muy coqueta y me encanta estrenar algo esta noche, era un vestido rojo cortito abrochado por la espalda que se ceñía al cuerpo marcando mi figura, sujetador?, no, ni en broma, aquella noche la única ropa interior sería un tanga rojo que además sé que mi marido me sacará cuando volvamos a casa.
Juan me confirmó que los esfuerzos no fueron en balde, estaba maravillosa. Llegamos a las 10, de las parejas invitadas ya habían llegado la mitad pero había un invitado de última hora, Pedro, el hermano de Conce que según nos dijo hacía poco que se había separado y decidieron que para que no estuviera solo lo celebrara con el grupo.
Cuando pude hablar con mi amiga a solas le dije:
- Porqué nos habías escondido a un hermano tan guapo?
Y es que Pedro era un hombre bien plantado, alto, fuerte , vamos, de los hombres que gustan a las mujeres. No sé si fueron imaginaciones mías pero cuando me saludó se fijó mucho en mí con una mirada alegadora.
JUAN:
Realmente Claudia estaba radiante aquella noche, no sé, de una manera especial que no podría describir, el vestido rojo le sentaba muy bien, resaltaba con su melena morena.
Cuando Conce nos presentó a su hermano no había duda, los ojos se le salían, me encanta que los hombres miren a mi mujer, solo faltaba decirle: "Mírala que solo la toco yo"
CLAUDIA:
Tal como sospechaba Pedro hizo lo posible para sentarse a mi lado en la cena, no me importó, más bien me gustaba, ya os he contado que soy muy coqueta y me gusta que los hombres me miren, pero solo esto.
Durante la cena se reía mucho de mis bromas, quería por todos los medios que me fijara en él y no lo hacía nada mal.
Cuando pusieron música y bailé era evidente que estaba más con migo que con las otras, incluso alguna amiga me hizo comentarios.
JUAN:
No tenía duda, Pedro quería ligarse a mi mujer pero no me importaba, mejor dicho, no es que no me importara si se la ligaba, lo que no me importaba es que lo intentara porqué mi querida Claudia es fiel y sabía que le gustaban las atenciones pero para nada caería en sus brazos, incluso quise jugar un poco, alejándome sin perderlos de vista y observar hasta donde sería capaz de llegar aquel hombre.
Cuando pusieron música lenta no me dio tiempo a coger a mi mujer, Pedro se anticipó, no me importó, me senté viendo como todos bailaban y especialmente las manos de Padro que nunca hicieron nada reprochable.
CLAUDIA:
Cuando bailábamos Pedro lo hacía muy discretamente pero empezó a susurrarme cosas en la oreja que se podrían definir como atrevidas, primero me decía que era muy guapa, que le encantaba bailar con migo pero después fue subiendo el tono, me dijo que le encantaría que le diera un beso o que estuviéramos solos.
Nunca me había pasado nada parecido y la mezcla de sus palabras aduladoras y el alcohol me hicieron poner calentita pero siempre segura de que allí no pasaría nada, además, tampoco quería, amo a mi marido pero no está de más que un hombre guapo te piropee.
Para que la cosa no avanzara decidí con la excusa de que me dolían los pies dejar de bailar, me fui a sentar con mi marido que inmediatamente me dijo:
- Te comía con los ojos
- No seas tonto, le dije riendo, solo es un hombre que se acaba de separar.
- Ya, pero si pudiera te follaba aquí mismo
Por suerte no había oído lo que me dijo pero no se lo tomó mal, sabe que me gusta que me miren y pero está segura de mis sentimientos y fidelidad.
JUAN:
Claudia estaba contenta, sin duda le encantó las atenciones de Padro, estuvimos un buen rato hablando con otras parejas sin que Pedro se acercara pero si le seguía con la mirada, que uno es gato viejo y se da cuenta de estas cosas.
Conce nos dijo que se había acabado la ginebra, Pedro se ofreció inmediatamente para ir a comprar más "si alguna dama le acompañaba", y claro, todos se habían dado cuenta de que había puesto al mirada en mi mujer y el clamor fue unánime.
CLAUDIA:
No me apetecía acompañarle, estaba muy bien allí pero la presión era total así que después de que mi marido asintiese me fui a por el abrigo, claro que lo que creía que era una casualidad, Conce me lo aclaró.
- Cuidado con lo que hacéis, me dijo al acompañarme al cuarto donde estaban los abrigos.
- Nada no vamos a hacer, le dije muy seria, realmente se ha acabado la ginebra?.
- No, pero pensé que te gustaría.
Me quedé un momento pensando y le dije:
- Ha sido una idea brillante, porqué en el fondo quería continuar escuchando sus adulaciones.
Salimos del ático, Padro llamó al ascensor, cuando se cerró la puerta no esperó ni un segundo, me abrazó y me dijo:
- Sabes, me moría de ganas de estar unos minutos a solas contigo.
- Y tu hermana lo ha preparado todo, verdad?
- Si, sabes que eres muy hermosa, no me cansaría de decirlo
Y su mano se deslizaba poco a poco de mi espalda al culo, cuando llegó a la altura de la goma del tanga se la separé, no opuso resistencia. Al salir a la calle me cogió de la mano, en aquel barrio no nos conocía nadie y no me importó. Llegamos a su coche, un impresionante deportivo, me abrió la puerta y entré, por el camino no paraba de alabarme y decirme cosas bonitas, de nuevo volví a sentir un punto de calentura, hacía tanto tiempo que un hombre no me hablaba de aquella manera que me sentía bien, además no hacía nada impropio, lo de sacarle la mano del culo fue suficiente para que lo entendiera.
Compramos varias botellas y subimos de nuevo al coche, la calefacción ya lo había calentado y para estar más cómoda me desabroché el abrigo, mis piernas quedaban libres y sabía que le gustaría, me dijo:
- Tienes unas piernas maravillosas
- Gracias, le dije
Inmediatamente y sin darme tiempo a reaccionar poso su mano en mis muslos, supongo que la situación hizo que no me opusiera y así llegamos y aparcamos.
De nuevo me cogió de la mano, cuando entramos en el portal me dijo:
- Ahora que estamos solos me darás el beso?
- Claro, le dije inocentemente
Se acercó a mí, puse la cara girada para que nos pudiéramos besar las mejillas pero un certero y rápido movimiento hizo que aquel inocente beso acabara en mis labios, y, sin que todavía sepa el motivo, dejé que continuara, abrí la boca para dejar que su lengua jugara con la mía, sus manos pasaron repentinamente de la espalda al culo, hice un primer movimiento para sacárselas pero ante su insistencia cedí, sin dejar de besarnos se pusieron por debajo de la falsa y me tocaba el culo.
En aquel instante tuve un momento de lucidez y me separé, izo una cara de extrañado, le dije:
- Mira Pedro, me ha gustado pero no está bien, ya me entiendes
- Dame otro beso.
Deje que su boca se volviera a depositar sobre la mía, sus manos recorrían mi espalda y poco a poco avanzaban hacia mis tetas, en un momento estábamos besándonos mientras me las amasaba por encima el vestido, he de confesar que disfrutaba mucho pero otro momento de lucidez me hizo separarme y le dije:
- Por favor, subamos
Nos dirigimos hacia el ascensor y subimos, al entrar Juan me estaba esperando, creo que nadie sospechó nada.
JUAN:
Cuando la vi supe que algo había pasado, sus mirada era de culpabilidad pero se comportaba normal, no quise analizarlo mucho, quizás la había arrancado un beso, no sé.
Lo cierto es que a partir de aquel momento parecían más distanciados, Pedro ya no pululaba alrededor suyo, y Claudia ni se lo miraba, sonaba extraño aquel cambio de actitud, decidí coger el toro por los cuernos y le pregunté:
- Que ha pasado con Pedro?
- Nada
- Nada?, estás segura?
- Bueno, dijo dudando, me ha dado un beso
- En la boca?
- Si, y me ha metido mano al culo y las tetas, me respondió bajando la cabeza
- Y te has dejado?
- Sí, me dijo con igual timidez
- Te ha gustado?
- Si.
No sabía qué hacer.
CLAUDIA
A las preguntas de mi marido respondí con sinceridad, preferí esto que andar con engaños, lo curioso es que no mostró enfado ni indignación, parecía que no le importaba que nos hubiésemos dado el lote, me dejó desconcertada. Pasaron las horas, mi marido actuaba de manera normal y acabé por hacer lo mismo, Pedro se mantenía distante.
Poco a poco la gente se iba marchando pero mi marido no tenía ganas de irse, al final quedamos cinco, Ramon y Conce, Pedro, mi marido y yo, ya eran casi las siete de la madrugada y parecía que nadie tenía sueño.
JUAN:
Estuvimos muchas horas y reflexioné sobre lo ocurrido y un sentimiento que nunca me había atrevido a confesar, deseaba entregar a mi esposa a un hombre, pero a alguien especial.
Cuando ya era muy tarde y el ambiente lo suficientemente íntimo, solo quedábamos cinco, me las arreglé para que nos sentáramos en los sofás, Pedro, Claudia y yo en uno y Ramón y Conce en el otro, las miradas de Pedro a mi mujer eran ya poco disimuladas, la cantidad de ginebra que llevábamos en la sangre nos desinhibía a todos, aproveché una pausa silenciosa en la conversación para decirle a Pedro:
- Te gusta mi mujer, verdad?
- Es muy guapa, me respondió
- Por favor Claudia, levántate que te pueda ver mejor.
Claudia un poco aturdida se levantó, yo también lo hice poniéndome detrás y le dije:
- Vamos a hacer que la puedas ver mejor.
Puse los dedos en la cremallera del vestido, como se abrochaba por la espalda no interrumpía su mirada, sin ninguna queja muy lentamente fui bajándola, solo yo le veía la espalda desnuda y el tanga, los otros tenían la visión de mi mujer con el vestido flojo, cuando acabé de bajarla puse las manos en los hombros y con total pasividad de mi mujer hice que el vestido se deslizara dejándola casi desnuda ante Pedro y nuestros amigos.
- Así te gusta más, verdad?
- Sí, es preciosa.
- Acércate más a Pedro, le dije a mi mujer
Miré también a Conce y Ramón, tenían los ojos clavados en el cuerpo de mi mujer, en sus tetas duras, en sus oscuros y puntiagudos pezones, Claudia se acercó a Padro, le dije:
- Puedes tocarla
Con cierta timidez alzó las manos para acariciar los brazos, el cuello, el vientre, la espalda, los muslos, me senté de nuevo y los dejé que siguieran, mi mujer le encantaban aquellas caricias, Pedro se levantó y abrazó a mi mujer, acercaron los labios y se fundieron en un largo morreo, las manos de Pedro se clavaron en el culo, mi mujer se dejaba sobar y respondía con caricias, le levantó la camisa y le acariciaba la espalda, Pedro puso las manos en el tanga y poco a poco desnudó a Claudia de la única prenda que le quedaba dejando que cayese al suelo, volví a fijarme en nuestros anfitriones, Ramón tenía a Conce recostada en su pecho y las manos en las tetas, pude ver como las entraba por dentro de la blusa sin resistencia, volví de nuevo la mirada a mi mujer y estaba desabrochando los pantalones de su amante, los arrastró con los calzoncillos dejándole la polla dura libre y a la vista de todos, Claudia volvió a acercarse, la polla se le clavaba en el pubis, seguían besándose. De nuevo desvié la mirada a Ramón y Conce, lo que vi era más que evidente, la falda la tenía muy subida y una mano de Ramón, la que no le acariciaba las tetas, se movía en el coño.
Mi mujer dejó de besarse y magrearse con Padro y se arrodilló cogiéndole la polla primero para acariciarla pero después se la puso en la boca para hacerle una perfecta mamada. Yo seguía en el sofá, Conce me llamó para que me sentara a su lado, me cambié de sitio, el espectáculo era fabuloso, mi mujer chupándosela a Pedro y Ramón masturbando a su mujer que ya hacía algún gemido.
Aquella noche estaban pasando cosas que nadie esperaba que sucedieran pero no se habían acabado, una mano me sorprendió cuando se puso en mi pierna, era la de Conce que sin abandonar el placer que le daba su marido la fue subiendo hasta acariciarme el paquete, me desabrochó la cremallera y puso la mano dentro para sacarme la polla, Ramón nos miraba, subió la blusa de su mujer, el sujetador ya estaba levantado, me mostró las tetas de Conce y como las amasaba con una mano, me cogió la mía y la puso en ellas, que placer tocarle las tetas mientras me masturbaba la polla, casi me había olvidado de mi mujer cuando sus gritos me hicieron reaccionar, estaba tumbada en el sofá con las piernas abiertas y la cabeza de Pedro entre ellas.
Pero las sorpresas siguieron, Conce se adelantó y puso la boca en mi polla, en el camino se la había caído la blusa y el sujetador, me estaba haciendo una mamada de campeonato.
CLAUDIA:
Y Pedro me comía el coño como un maestro haciéndome correr varias veces, podía ver a mi marido y como le gustaba la boca de Conce, en eso que Pedro abandonó el coño y se coloca encima, sabía lo que pretendía, apuntó la polla al coño y lentamente me fue empalando, aquella sensación era magnífica, miré a mi marido y los amigos, Ramón estaba sacándole la falda y las bragas a su mujer, y todo sin dejar de chuparle la polla, nuestras miradas se cruzaban pero no podían estar mucho rato ya que lo que sentía en mi interior solo me permitía concentrarme en Pedro y su polla.
Ramón separó a su mujer de mi marido y con delicadeza la puso con las piernas abiertas encima la polla de Juan, desde mi posición podía ver cómo le entraba en el coño y con qué gusto miraba como su mujer y mi marido follaban, le hice una señal para que se acercara, cuando estuvo delante de mí le bajé los pantalones y me puse la polla en la boca, tener una en cada agujero era una sensación nueva y apasionante, tanto que me corrí, y lo hice sin dejar de chupársela, Ramón acabó de desnudarse, le agarraba por el culo mientras notaba las embestidas de mi follador, en esto que noté que aumentaba el ritmo, hizo como se salirse de mi interior pero no se lo permití, quería que la leche me entrara muy a dentro, notaba cada disparo en mi interior y me hicieron correr otra vez y coincidió con una de las muchas corridas de Conce.
Pedro se apartó, necesitaba otra polla que siguiera dándome placer, saqué la que tenía en la boca y le hice poner entre mis piernas, apuntó a mi coño, la sensación del roce de otra polla con la leche de Pedro incrementó mis placeres, ya en las primeras embestidas me arrancó un orgasmo.
JUAN:
Y Conce me cabalgaba, la mujer era de orgasmo fácil, no paraba de correrse, de vez en cuando mirábamos a nuestras parejas, Ramón se estaba follando a mi mujer en sustitución del ya batido Pedro, mi placer estaba a punto de estallar, ella lo vio e intensificó el ritmo para que me corriera con más placer y cierto que lo consiguió, mi polla iba disparando sin cesar una y otra vez chorros de leche mientras Conce gemía cada vez más fuerte.
Ya sin fuerzas se bajó quedando a mi lado con las piernas abiertas, pude ver cómo salía parte de la leche que acababa de depositar, me abrazó y me dijo:
- Ha sido maravilloso, no sé por qué no habíamos hecho esto antes.
El que tampoco podía aguantar mucho era Ramón que pudimos ver como estaba corriéndose en el interior de mi mujer.
CLAUDIA:
Ya todos satisfechos y conscientes de que aquello era un paso que mejoraba nuestras vidas nos vestimos, no me puse bragas para no ensuciarlas con leche de dos hombres pero notaba como resbalaba por mis muslos, nos fuimos a casa y no para dormir, seguimos follando hasta el mediodía.