Fin de año 1

Es la anterior historia vista desde el punto de vista de Tere, la madre. A ver qué os parece este enfoque

Que peligro tienen las fiestas de fin de año. Y este que voy a contar sucedió hace ya tiempo.

De joven yo era muy ingenua y cuando un tío guapo, divertido y atento se interesó por mí no le costó mucho que yo me abriese de piernas pensando que era el amor de mi vida. Pobre ingenua, me veía ya casada y con una familia maravillosa. En lugar de eso me vi embrazada y del hijo de puta nunca más se supo en cuanto se lo conté con la mayor ilusión del mundo. A pesar de ello mi familia me apoyó en vez de ponerme de puta y de patitas en la calle que había sido lo que le pasó a más de una. Por suerte para mí mis padres siempre fueron personas sensatas que comprendieron que eso le podía pasar a cualquiera y para ellos lo más importante es la familia.

Desde que nació Manu, mi hijo, cuidar de él fue mi único objetivo. Nunca volvió a haber otro hombre en mi vida. ¿El sexo? Tengo dedos y siempre hay algo aprovechable que meterse si una tiene un calentón, así que no tenía más problemas. Por supuesto que me faltaban caricias y abrazos. Pero me prometí que nunca ningún hombre volvería a reírse de mi.

Esa Nochevieja, como todas, la habíamos pasado en casa de mis

padres

con ellos, mis

hermanos, cuñadas

y mis

sobrinos

.

Fue, como siempre

que estábamos todos,

una fiesta

maravillosa

. Después de

tomar las

uvas

y brindar por el nuevo año,

mis

sobrinos

mayores se fueron de fiesta y los menores,

como cada año,

protestaron porque a ellos no

les dejaban salir

.

Le pregunté a Manu si no pensaba salir con los amigos, pero dijo que prefería quedarse en casa con nosotros, “los viejos”,

riendo, bebiendo, cantando y hablando de mil tonterías. Sobre todo bebiendo…

S

obre

las cuatro de la madrugada decidimos

que ya estaba bien de fiesta y

volver

nos

a

casa.

Como

viv

i

mos cerca

nos fuimos caminando y haciendo alguna ese más por el chiste que por la borrachera. Aunque reconozco que habíamos bebido más de la cuenta

.

C

uando llegamos al portal oímos ruido dentro pero no le dimos importancia. Yo iba delante de Manu y fui la primera en verlos. Eran Nati, una chica,

vecina del portal,

de la edad de Manu con un tío. Me paré en seco y Manu casi tropezó conmigo. Me llevé un dedo a la boca pidiéndole que guardase silencio y le indiqu

é

que se asomase para disfrutar del espectáculo.

Nati estaba de rodillas delante del chaval dándolo todo. La pobre se esforzaba en chupar la polla de aquel tipo que apenas pasaba de morcillona. El tío no estaba mal dotado. Pero llevaba tal borrachera que no lograría empalmarse ni con viagra. La pobre Nati hacía esfuerzos por lograrlo mientras se metía los dedos para lograr lo que el tío no lograría nunca.

Me eché hacia atrás indicándole a Manu que retrocediese

. Sin

decir nada

volvimos a salir.

Ya fuera le pregunté a Manu intentando aguantar la risa

.

―¿Tú qué dices? ¿Entramos?

―Pobres. Podemos dejarles cinco minutos. ¿No crees? Es fin de año. Que disfruten ―contestó Manu.

―¿Disfrutar? ―

a mí también me dio la risa

―. ¿Pero tú viste la polla de ese tío? No se le pone derecha ni con una grúa ―los dos nos volvimos a reír.

―¿Entonces? Si entramos se van a dar cuenta y les cortaremos el rollo ―

dijo Manu

.

―Vamos a dejarles un par de minutos. Que tampoco es plan estar aquí de plantón toda la noche ―hacía frío y por mucho que los comprendiese tampoco era plan pillar una pulmonía por un polvo que nunca se iba a dar.

De vez en cuando mirábamos para ver los progresos de la pareja. Pero

nada de nada

.

Me daba pena Nati, haciendo lo imposible por un tipo que no valía para nada. Le valía la pena subir sola a su casa y hacerse un dedo.

Ay que pena hija mía ―dij

e yo después de un rato

mirándolos―. Porque el chaval tampoco parece estar mal servido. Pero hoy no vas a lograr nada. A ese no se le levanta hasta carnavales.

La escena me estaba calentando y de repente se me ocurrió una idea de lo más morbosa que iba tomando forma en mi cabeza tal vez por el exceso de alcohol.

―Manu ―le dije a mi hijo después de un buen rato―. Creo que si la pobre Nati quiere un polvo, te la vas a tener que follar tú.

Manu se rio pensando que estaba de broma

.

Pero yo lo decía muy en serio.

―No te rías joder. Es que si no vamos a estar aquí toda la puta noche. Y hace frío. Además con la tontería me están poniendo cachonda y no es plan ―

dije para relajar la tensión

.

Además era cierto que me estaban poniendo muy perraca.

―Ven ―

le dije

tirando de

é

l

y abriendo la puerta.

Cuando llegamos a su altura

me paré ante Nati que nos había oído y estaba intentando recomponerse.

El otro parecía un zombi y no se enteraba de nada. Allí seguía como un pasmarote con la polla fuera. Daban ganas de hacerle un foto y subirla a las redes sociales.

Mira, h

ija. Con ese no vas a conseguir nada. Si quieres un polvo como es debido, aquí Manu te echa una mano. O un polvo. Como prefieras.

Que no es cosa de estar aquí toda la noche pasando frío

le

dij

e a Nati

con toda la naturalidad

que fui capaz

.

Los dos se quedaron cortados por mi propuesta. La primera en reaccionar fue Nati que me miró como intentando saber si estaba de coña y luego a Manu de arriba a abajo como calibrando si estaba mejor que el pegote de la pared. Después lo miró a los ojos

.

Parecía retarlo.

Desde luego mejor que ese lo hago ―

dijo Manu contestando al reto mientras sonreía con suficiencia

.

―Vale ―dijo

Nati

solamente entrando en el ascensor

.

Mi

ré a Manu y le

guiñ

é

un ojo

. Mi

plan funcionaba

.

El

miraba a Nati. La verdad es que estaba

guapísima

. Llevaba un vestido de lentejuelas muy ajustado, sin tirantes y que llegaba a tapar el culo y poco más

y el abrigo colgado de

los

homb

r

o

s

.

A m

í

aquella situación me estaba dando un morbo terrible

.

Cuando llegamos a nuestro piso abr

í

la puerta

e invité a Nati a pasar delante de Manu para que pudiese admirar su culazo

.

―Hala. Mejor así. ¿Verdad? Pasároslo bien ―dij

e marchándome

hacia

mi

habitación.

Me desnudé y me di una ducha que me dejó como nueva. Después me puse tan solo un camisón corto de seda. La calefacción no se apagaría hasta el amanecer y era suficiente. Además tenía pensado masturbarme. Ver a los otros en faena me había puesto cachonda. Y como mi hijo no cerrase la puerta de su habitación los espiaría.

Me acerqué en silencio a la puerta y apoyé la oreja para oírlos. Las voces llegaban apagadas pero nítidas.

―¿Quieres una copa? ―ofrecía Manu.

―Prefiero ir al tema directamente. El gilipollas de Toni hoy no vale para nada y estoy más caliente que una plancha ―supuse que Toni era el pobre diablo que suponía que seguiría apoyado en la pared con la polla de fuera―. ¿Cuál es tu habitación?

―Ven ―dijo el.

Yo esperé un poco antes de salir de mi habitación

.

Después abrí la puerta con sigilo y salí al pasillo. La habitación de mi hijo está un poco más cerca de la sala en el otro lado del pasillo. Desde mi puerta vi que la suya solo estaba entornada. No sabía si fue a causa de las prisas o lo hizo a propósito. Descalza me acerqué con cuidado. Cuando llegué junto a su puerta oí correr el agua en el baño. Me arrimé a la pared y escuché en silencio. Hasta contenía la respiración.

L

a luz del pasillo estaba apagada y Manu había bajado la intensidad de la de su dormitorio, así que me atreví a asomar un ojo para ver el interior. Vi como Nati llegaba del baño y subía a la cama como una gata en celo.

Se colocó dando la espalda a Manu y e inclinó hacia su polla. Joder que tranca gastaba mi hijo. Desde luego mucho mejor que el hijo de puta de su padre. Nati comenzó a chupar la polla de Manu mientras él se deshacía del tanga de ella y comenzaba a corresponderle metiendo la cabeza en su sexo. Estuvieron así varios minutos hasta que Nati, que ya tenía que estar muy caliente de antes. se corrió. Entonces giró la cabeza hacia Manu y lo invitó a que, a falta de condones, le follase el culo.

Eso me puso a mil. A mi nunca me habían dado por el culo y reconozco que sentía curiosidad. Mis dedos llevaban ya un rato jugando con mi coño que ya estaba encharcado. Acariciaba mi botón del placer mientras me penetraba con dos dedos todo lo que podía. Mis rodillas temblaban de la excitación, así que aflojé el ritmo para poder disfrutar de lo que vendría a continuación antes de correrme.

Ante esa invitación vi que Manu volvía a comerle el coño pero esta vez llevaba una mano hasta el culo de Nati y metía un dedo. Nati lo agradeció gimiendo de placer. Enseguida Manu metió un segundo dedo haciendo de ella soltase un apagado grito.

―¿Lo has hecho antes? ―oí que preguntaba Manu.

―Solo una vez. Pero el tío no la tenía tan grande como la tuya ―contestó

ella jadeando

.

―De acuerdo. Entonces vayamos con calma ―

dijo él. Me pareció un gesto muy galante que se preocupase de que ella estuviese cómoda.

―Gracias ―contestó Nati volviendo a chupar.

Manu siguió penetrando

el culo de Nati hasta que poco a poco fue abriéndose.

Al cabo de un rato le pidió que se colocase a cuatro patas lo que ella hizo enseguida deseando que le abriesen el culo del todo.

―Despacio, por favor ―pidió mirando con gesto de preocupación aquel tremendo pollón.

―Descuida ―

contestó él,

cariñoso.

Después Manu acercó la punta de su polla al agujero y presionó despacio hasta que logró introducir la cabeza. Nati hundió la cabeza en la almohada para ahogar sus gritos al tiempo que instintivamente echó el culo hacia delante intentando cerrar las nalgas. Pero Manu sujetaba sus caderas para que no escapase al castigo que le venía encima. No la empujó más, pero no permitió que se saliese. Esperó paciente hasta que el esfínter se relajó y admitió al intruso sin causarle dolor. Después siguió empujando despacio. De vez en cuando Nati soltaba un grito que quedaba apagado por la almohada.

―¿Quieres que la saque? ―pregunt

ó Manu con cara de

preocupación.

Nati

movió la cabeza negando al tiempo que comenzó a empujar el culo contra

la

polla. Yo comencé

a m

o

ver de nuevo mis dedos dentro de mi raja fascinada por lo que veía. Nati era la que marcaba el ritmo de la follada. Manu se limitaba a agarrar sus caderas dejando que ella empujase poco a poco hasta que toda la polla desapareció dentro de ese maravilloso culazo

.

Cuando entró todo

se quedó parada un momento. Parecía esperar

a que se dilatase del todo para poder disfrutar de aquella polla maravillosa follando su culo

.

Por un momento sacó la cabeza de la almohada

.

Sonreía.

―Dale ―fue lo único que dijo empujando un poco más

mientras se llevaba una mano a su coño para masturbarse

.

Entonces Manu cogió el relevo y comenzó a follarla despacio, disfrutando los dos del movimiento.

Yo

también seguía dándome duro en el clítoris. Sabía que estaba a punto de correrme así que relajé un poco el movimiento y, sin sacar la mano de mi coño, con la otra comencé a acariciarme uno de los pezones sobre el camisón. Me parecía maravilloso el roce de la seda contra mi piel. Es una sensación que me encanta.

Cuando vi que la polla de Manu comenzó a salir casi entera para volver a enterrarse hasta el fondo en el culo de Nati yo incrementé el ritmo de los dedos de mi coño

.

Sabía que estaba a punto de correrme, así que me escapé en silencio para mi dormitorio. Cerré la puerta con cuidado de no hacer ruido y me tumbé en la cama para acabar con mi paja. Recordé sin dificultad las imágenes que acababa de presenciar e imaginando aquel pollón dentro de mi coño alcancé un orgasmo de una intensidad como hacía mucho que no sentía. Seguí machacando mi coño sin piedad alargando la sensación todo lo posible. Después llevé uno de los dedos, pegajoso de tanto líquido vaginal hasta mi culo y empujé sin piedad en cuanto estuvo a la puerta.

Lo hice tan bruscamente que me sorprendí a mi misma y estuve a punto de gritar de dolor. Sin embargo no lo retiré. Lo dejé estar hasta que mi culo se relajó. Entonces comencé a follarme el culo. Era una sensación extraña que nunca había sentido. Poco a poco fui cogiendo el gusto y al cabo de cinco minutos metí otro dedo. Ahora mi culo parecía admitirlo mejor. Me puse de rodillas sobre la cama e, inclinando el cuerpo hasta dejar mi cabeza sobre la almohada como estaba Nati, me follaba a la vez el culo y el coño. Me imaginaba a mi misma en su sitio, siendo follada sin piedad por aquella maravillosa polla. Mi excitación subía por por momentos y aceleré el ritmo tanto en mi culo como en mi coño hasta que rápidamente conseguí un nuevo orgasmo mayor aún que el anterior.

Me dejé caer sobre la cama intentando recuperar el aliento.

Cuando lo logré me levanté y entré en el baño para asearme. Me miré en el espejo. Estaba todavía sofocada, así que me lavé la cara y volví a la habitación. No tenía sueño. Así era imposible dormir. Necesitaba una polla que llenase mi coño. Y aunque sabía que la única que había en casa era la de mi propio hijo acabé por mandar los escrúpulos al carajo y decidirme a follármelo. Después le echaría la culpa al alcohol, aunque era perfectamente consciente de que estaba lo bastante sobria como para hacerlo. Estaba caliente como una perra y lo demás me importaba una mierda. Quería una polla y la tendría. Aquel pollón que gastaba mi hijo me follaría esa noche.

Me acerqué a la puerta y escuché. Los oía hablar pero no entendía lo que decían aunque daba la impresión de que Nati estaba a punto de marcharse. Era perfecto. Así Manu estaría solo a mi disposición. Me asaltó la duda. ¿Estaría Manu dispuesto a acostarse conmigo? A fin de cuentas para él, además de ser su madre, sería una vieja. No tengo un cuerpo escultural de diva del porno, pero me mantengo bien. Tengo curvas pronunciadas y aunque no soy muy alta, estoy muy bien proporcionada. Mi pecho todavía se mantiene erguido aunque la fuerza de la gravedad comienza a tirar y mi culo es grande, redondo y firme. Soy consciente de como me devoran los hombres con la mirada cuando voy por la calle, así que tan mal no estoy. Seguro que lo conseguía. Quería polla y la tendría. Ya no razonaba. Al carajo con todo. Ya se vería lo que pasaba después.

Esperé a que mi hijo cerrase la puerta y salí al pasillo. Era consciente de mi aspecto de putón, pero era precisamente lo que pretendía. Quería fascinar a mi propio hijo para que me follase sin pensar en quién era, Él se quedó parado un momento tras cerrar la puerta apoyando la cabeza en el marco. Fue el momento que yo aproveché para acercarme un poco y quedar a la vista esperando.

―Parece que la noche acabó bien ―

dije provocándole un respingo de sorpresa. Todavía no se había dado cuenta de que estaba desnudo. Realmente yo debía tener un aspecto sexi, pues al verme no pudo evitar que su polla reaccionase.

―Joder, mamá. Podías avisar ―protestó tapándose como podía. ¿Tú no estabas durmiendo?

―¿Con el ruido que hacíais? No había manera.

―Joder. Lo siento. Me olvidé de cerrar la puerta.

―No lo sientas ―corr

e

g

í

sonriendo

―. Así pude disfrutar de las vistas.

―¿Qué? ―

el pobre se quedó con la boca abierta

.

―Venga. Que no fue para tanto.

Aunque debo reconocer que no lo haces nada mal ―

admití satisfecha del rendimiento de Manu

.

Yo sabía que estaba entre él y su dormitorio. Era consciente del dilema que bullía en su cabeza. Pero estaba dispuesta a que, si pasaba por mi lado para meterse dentro, lo agarraría por la polla y lo masturbaría allí mismo. El pobre estaba colorado como un tomate sin saber que hacer. Tenía que ser yo quien tomase la iniciativa.

―Anda. Ven ―dije caminando hacia el sofá―. Cuéntame que tal.

―Joder, mamá. Que estoy en pelotas.

―Ya lo veo, tonto. ¿Ya te vi antes dándolo todo y crees qué me voy a asustar por verte el otra vez el rabo?

Dio la impresión de que mi forma desenfadada de hablar lo calentaba más. Me alegré. Sería fácil ponerlo a tono como pretendía. Su mirada iba de mis tetas a mi coño. Él era consciente de que no llevaba ropa interior y no podía evitar las miradas lascivas. El sentirme deseada me encendió más todavía.

―Anda, ven ―dije más seria. Quería tranquilizarlo un poco.

S

e sent

ó

a

mi

lado intentando

sin lograrlo

apartar la mirada de

mis

tetas.

Todavía eran capaces de levantar pasiones, y pollas.

Yo notaba los

pezones duros

como piedras y mi coño encharcado por lo que iba a suceder

.

Lo estaba disfrutando de antemano

.

―¿Te gustó? ―pregunt

é

poniendo una mano sobre

su

brazo.

Sentí como no pudo evitar un ligero estremecimiento

.

―¿Cómo no me iba a gustar? Ni de coña contaba yo con acabar la noche así ―reconoció él.

―Tiene tela que sea tu madre quien tenga que conseguirte una tía para echar un polvo ―dije riendo.

Él coreó mi risa a pesar de su nerviosismo. Poco a poco parecía tranquilizarse. Pero porque no sabía mis planes. Me divertía sentirlo incómodo a mi lado

.

―Lo de esta noche no ha sido muy normal

contest

ó

.

―No. Lo cierto es que no. Pero la pobre llevaba un calentón de mucho cuidado y aquel pobre chaval no valía para nada.

Nos reímos otra vez

.

―Y a mí es que me estaban poniendo mala ―

reconocí

―. Acabé yo también con un calentón de cuidado ―

dije para calentarlo más

.

Su polla estaba ya casi empalmada del todo. Ni los nervios podían con la excitación que sentía el pobre. Por un momento pasó por mi cabeza la duda de si sería capaz de hacer que se corriese sin tocarle.

―¿Qué? ―

puso los ojos

como platos.

―¿Qué te crees? ¿Qué tu madre es de piedra? Yo también me excito si veo algo así. Y no me digas que tú no lo hiciste.

―Bueno. Sí ―reconoció―. Pero tú…

―¿Pero yo qué? Anda este.

Yo también tengo mis necesidades y las cubro como puedo. No te jode… Y después del calentón por el espectáculo que me habéis brindado tuve hacerme algo ―dij

e susurrando para animarlo

.

Se notaba que estaba alucinando. Nunca me había visto así. ¿Su madre comportándose como una perra en celo? Creo que en ese momento dejó de verme como una madre y comenzó a mirarme solo como una mujer, lo que me hizo excitarme más. Era el momento de ir a por todas.

―Y tú sigues empalmado como si no acabases de romperle el culo a una putita ―dije separando su mano para dejar la polla libre―. Y bien servido que estás.

―Mamá ―protestó.

―¿Qué? Yo también estoy mojada. Mira ―sin dar

l

e tiempo a reaccionar

agarré su

mano y la met

í

bajo

mi

camisón.

El contacto de su mano en mi coño me provocó un calambrazo de placer que me recorrió todo el cuerpo que me hizo exhalar

un suspiro.

Sentir una mano ajena acariciando mi sexo era una sensación deliciosa que tenía olvidada

―Ah, pequeño cabroncete. ¿Te excita tu madre?

―Coño mamá. Que yo tampoco soy de piedra y tú eres una mujer muy sexi.

―¿De verdad?

―¿Acaso lo dudas? ¿Es que no tienes espejos? ―

al fin parecía dispuesto a complacerme. Él también estaba ya dispuesto a seguir adelante

―. Estás muy buena. Y porque soy tu hijo, que si no…

―¿Si no qué…? ―

lo incité a seguir poniendo

voz melosa.

―Si no te comía entera ―

acabó la frase

.

Eso era justo lo que yo deseaba oír

.

Me moría de ganas de sentir sus labios recorriendo mi cuerpo y cu polla en mi interior.

―Pues ven aquí ―dije tomándolo de la mano al tiempo que abría más las piernas y arrastraba el culo hacia delante mostrándole mi sexo abierto para él.

No se hizo de rogar. Se arrodilló ante mí y enterró la cabeza en mi sexo. ¡Que placer! Me parecía que había pasado una eternidad desde que un hombre había estado así, dándome placer con su boca. Manu lo hacía realmente bien. Parecía todo un experto. Recorrió mi raja con suavidad con la punta de la lengua regalándome sensaciones casi olvidadas. Agarré los cojines del sofá para no empujar su cabeza contra mi coño. Quería dejarle la iniciativa a él. Que me demostrase que sabía darle placer a una mujer. Y vaya si sabía. Cuando atacó mi clítoris comencé a acariciarme los pechos sobre el camisón. Retorcía los pezones provocándome una mezcla de placer y dolor que me llevaba al séptimo cielo.

Dios, que bien lo hacía el cabrón. Su lengua me acariciaba, me follaba arrancándome gemidos como hacía mucho que no hacía. Finalmente no pude evitarlo y agarré su cabeza empujándolo contra mi ávido sexo.

―Joder, que bien. Así, así. No pares ―jadeaba ya sin control.

En ese momento metió un dedo en mi coño follándome al tiempo que seguía lamiendo. Yo sentía que estaba a punto de correrme y lo avisé. Pareció ignorarme. Eso me gustó. Quería que me corriese en su boca, así que le daría ese placer.

―Córrete, mamá. Déjalo salir todo. No te reprimas. Córrete ―

dijo él solamente

.

Eso me desarmó por completo.

Enseguida

llegaron las convulsiones que me indicaban que estaba a punto de estallar el mejor orgasmo de mi vida. Mi cuerpo ya no me obedecía. Mis músculos parecían tener vida propia. Me abandoné al placer y disfruté de un intenso orgasmo como nunca había tenido

.

Joder, Manu. Como lo comes ―

admití tras recuperar un poco el aliento―

. No me extraña que Nati saliese con las piernas temblando. Me has dejado para el arrastre. En mi vida he tenido un orgasmo así.

Como lo necesitaba.

―¿Te ha gustado? ―pregunt

ó

orgulloso de su labor

todavía entre

mi

s piernas.

―¿Estás de coña? Ha sido genial ―

admití sin rubor. Me incliné y le dí un beso. Quería sentir de sus labios mis propios jugos

―. Pero ven. Que ahora es el momento de devolverte el favor.

―No es necesario, mamá ―dijo sin convicción aunque se notaba a la legua que estaba deseando una mamada.

―Anda que no. Túmbate ahí y verás lo que es una mamada en condiciones ―

lo tumbé sin miramientos sobre el sofá y esta vez fui yo quien ocupó su lugar.

Me arrodillé ante él sin perder de vista su mirada. Me libré del camisón dejando que viese mi cuerpo totalmente desnudo.

Portarme como una puta me excitaba más aún.

Su polla dio un respingo que me halagó. Mi cuerpo le parecía apetecible

y eso era muy excitante para mí. No se cort

ó

y agarró uno de mis pezones. Lo miré a los ojos mientras lo hacía. Era muy delicado y tierno. Era todo un amor. Le dejé que jugase con mi pecho mientras me inclinaba hacia su polla. La punta ya estaba húmeda de líquido preseminal. Le sonreí y pasé la punta de la lengua por su glande conteniendo las ganas de meterlo en la boca de golpe. Su cuerpo se estremeció cuando notó el contacto. Acaricié todo el tronco hasta los cojones con la punta de la lengua y me metí uno en la boca. Todavía se podía sentir el olor del gel de ducha. Me excitaba como una perra tener aquel pedazo de polla ante mí y a pesar de haber gozado un tremendo orgasmo hacía solo un minuto estaba de nuevo caliente como una plancha.

Llevé una mano hasta mi teta para acariciarme mientras cerraba los ojos y me metía al fin aquella polla maravillosa en la boca. Quería disfrutar cada instante, así que fui follándome la boca poco a poco, tragando cada vez un poco más, disfrutando los relieves, el sabor y el calor de mi hijo hasta que sentí que mi nariz tropezaba con le vello de su pubis. Había logrado tragármela entera, aunque los últimos centímetros me había costado aguantar las arcadas.

De nuevo despacio la fui sacando hasta que la solté toda. Mi saliva resbalaba por su polla. Miré a mi hijo a los ojos. Se le notaba sorprendido y feliz. Se lo merecía por el trabajito que me acababa de hacer.

―¿Te gusta mi vida? ―le pregunté.

―Me encanta. Como sigas así me correré en menos de nada.

―Pues hazlo. Suéltalo todo. Dámelo todo ―

quería bebérmelo todo

.

―¿En la boca? ―preguntó él sorprendido.

―Claro, cielo. ¿No te gustaría?

―Ufff. Eso sería un sueño. Pero creí…

―No creas nada.

No pienses.

Déjate ir ―

lo incité

volviendo a chupar.

―Estoy a punto, mamá ―exclamó al poco jadeando a punto de explotar.

Yo incrementé el ritmo animándolo a correrse quería que lo soltase todo, aunque después de la noche que llevaba ya poco podría ser. Una de sus manos agarró mi pecho.

Me encantó que lo hiciese

.

Mientras él jugaba con una de mis tetas yo hice lo propio con la otra

.

No tardó nada en arquear la espalda anunciando que se correría. Yo lo estaba deseando. Finalmente sentí la primera andanada de leche tibia en mi boca. Seguí chupando mientras me lo tragaba todo animándolo a soltar hasta la última gota. Quería todo para mi. Estaba deliciosa. Saber que era la leche de mi propio hijo hacía que me excitase más y me resultase más sabrosa.

Cuando sentí que había acabado seguí chupando un poco más, ya más relajadamente, hasta que su polla quedó impoluta. Cuando la saqué seguí acariciando despacio aquel tronco que comenzaba a perder firmeza. Lo miré a los ojos.

―¿Te ha gustado, mi vida?

―Me ha encantado. Nunca nadie me había hecho una cosa tan rica. Eres la mejor, mamá.

―Cuando estemos así no me llames mamá. Prefiero que me llames por mi nombre; Tere.

Abrió los ojos como platos cuando escuchó mi contestación

.

―¿Lo repetiremos? ―preguntó como si estuviese soñando.

―Siempre que quieras, cariño. ¿O no te ha gustado? ―me había comido el coño de cine, y yo se la había chupado lo mejor que había sabido. Pero era consciente de que esa noche no podría meterme aquella castigada polla en el coño. Y yo lograría tenerla bien adentro como Tere me llamo.

―Gustado es poco. Me ha encantado. Me pasaría así la vida ―dijo convencido.

Pues entonces, siempre que lo desees ―

l

e promet

í

besándo

lo

en los labios―. Pero por hoy creo que es suficiente. ¿No te parece? Es muy tarde

y no creo que seas capaz de aguantar otro asalto

.

―Vale, Tere ―dijo para mi satisfacción―. ¿Quieres que duerma contigo?

―Despacio Casanova ―

me hizo gracia la propuesta

―. Esta noche vale más que cada uno duerma en su cama. O me temo que no dormiríamos nada. Y la noche ha sido muy larga. Mañana no hay prisa para madrugar. ¿De acuerdo?

―Vale mamá ―contest

ó esta vez mientras se levantaba

―. Te quiero ―dij

o

mientras me abrazaba

.

Era maravilloso sentirlo así, desnudo, pegado a mi. No era un abrazo de un hijo. Era el abrazo de un amante. Y una sensación maravillosa

―Y yo a ti, mi vida ―contest

é

satisfecha

antes de ir

m

e a

mi

habitación.

Recogí mi

camisón del suelo y camin

é

desnuda hacia

mi

dormitorio contoneando las caderas.

Quería provocarlo. Que tuviese un anticipo de lo que vendría a continuación

. Cuando lleg

u

é

a la puerta

m

e volv

í

y

l

e lan

un beso sonriendo antes de

entrar y cerrar la puerta

.

Si él hubiese entrado a continuación dispuesto a follarme no me habría negado.

De hecho me habría encantado.

Pero era consciente de que tenía que estar agotado. Yo le había robado las últimas fuerzas. Y las últimas gotas.

Pero habría mas ocasiones...