Fiestita con mi Cuñado

Muchas veces mi cuñado había fantasiado conmigo, y como recién me había separado, era un buen momento para cumplirle esos sueños.

En el cumpleaños de uno de mis sobrinos, en el día se lo festejaron con sus amiguitos, y por la noche hicieron una celebración con la familia y amigos de la familia.

A la verdad era una escusa para la fiesta.

Mi cuñada (esposa del hermano de mi ex), estaba muy compenetrada en no faltara nada, y que todos los invitados estén siempre bien abastecidos. Y mi cuñado se encargaba de la relación social, charlando con todos los invitados, y organizando también el trabajo de un parrillero que desde el quincho abastecía con otros alimentos.

Por eso cuando llegué me atendió Seba (mi ex cuñado) y cuando abrió la puerta, después de saludarme con un beso en la mejilla, me observó, de pies  a cabeza y me elogió por lo bonita que estaba. Llevaba puesto un vestido cortito, elástico, bien ceñido al cuerpo en color gris claro, que le daba un efecto como satinado. Y con uno de los hombros descubierto, ayudando a que también se resaltaran mis curvas superiores.

Así que me dio la mano y me invitó a pasar, siguiéndome con la mirada, también para verme de atrás, a lo que volvió a decirme, acentuando un poco más la frase, ¡qué bonita te viniste!  Por eso lo miré, le sonreí y volví a agradecerle. Aproveché ese momento para preguntarle si vendría mi ex. Pero me contestó, que como siempre, estaba ocupado viajando por su trabajo. Esa noticia me alegró porque no tenía ganas de cruzarme con él.

Busqué a mi sobrino para entregarle el regalo, pero entre toda la gente mayor no lo encontré y le pregunté a Seba, me dijo que estaba con otros niños, jugando en el cuarto de arriba, así que me acompañó y mientras subíamos las escaleras, lo miré para hablarle, y cuando giré mi cabeza lo sorprendí mirándome el culo, aprovechando que yo estaba un poco más alto. Inmediatamente se hizo el distraído y a mi no me molestó, al contrario, me encanta que me miren.

Me guió hasta la habitación de los chicos, le di el regalo a mi sobrino y bajamos otra vez a la fiesta.

Durante la fiesta, estuvo muy atento conmigo. Se encargaba de que no me faltara nada, especialmente bebida, y que no me aburra. Pero lo que noté que era muy habitual entre nosotros, era el contacto físico. Muchas veces aprovechaba para abrazarme, acariciar mis brazos o tomar mis manos de alguna manera afectuosa. Y hasta, como nunca lo había hecho, me invitó a bailar. Y mientras bailábamos aprovechaba para tocarme, me tomaba de la cintura, me acariciaba la espalda. Y en alguna ocasión también me apoyó. Yo justificaba todo pensando que el baile lo ameritaba, o que tal vez el alcohol le había hecho efecto, así que lo dejé suceder como si fuera casual. Pero noté que no era casual, cuando dejamos de bailar y me fui a tomar unos tragos con otras personas mientras hablábamos. Sebastián, iba y venía atendiendo a la gente y cada vez que pasaba detrás de mi, aprovechaba para apoyar su bulto en mi cola, y ya me di cuenta que era muy apropósito. Es más, en un momento hasta llegó a acariciar muy suavemente mi cola. Normalmente esta situación me calienta mucho, pero en este caso, siendo el hermano de mi ex, y pudiendo vernos su esposa y otros familiares, me daba mucha vergüenza de que alguien nos pudiera ver.

Así pasó la fiesta y los invitados comenzaron a irse. Yo me quedé porque siempre había tenido muy buena onda con ellos, así que quedé para ayudarles con el orden. Mi cuñada quedó ordenando la casa y Seba me pidió que le ayudara en el quincho, porque había que buscar algunas fuentes y otras cosas para llevarlas a la cocina. Así que hice algunos viajes yendo y viniendo pero cuando se terminaron las cosas para llevar a la cocina, me quedé charlando con mi ex cuñado porque después de mi separación todavía no habíamos hablado de cómo seguíamos relacionados con su familia.

Así estuvimos charlando un ratito, cuando volvió a pasar por detrás mío y otra vez me apoyó, aunque un poco mas disimulado. Ahora si me calentó un poquito más, porque estábamos solos, y me quedé quietita. Él volvió a pasar otra vez, pero ahora si reaccioné y saqué un poquito mi cola, como para que quedara mas paradita y la pudiera disfrutar mejor. Y Seba se dio cuenta volvió a pasar y quedó un ratito como estacionado.  Entonces lo miré y de manera simpática le pregunté -¿te gusta?- a lo que él me contestó –ni te imaginas cuanto?-

Y así comenzó un dialogo muy caliente, donde me confesó que siempre me admiró la cola, tanto que le había dedicado varias pajas. Mas me hablaba, mas me calentaba, y lo que empecé pensando en un juego, estaba a punto de que se me escape del control.

Me contó que me espiaba muchas veces cuando cogía con el hermano y yo le confesé que en varias ocasiones, me había percatado que me espiaba por la cerradura de la puerta mientras me bañaba y que eso me calentaba. Por eso es que en esas ocasiones le daba un show, como si no me diera cuenta. Como la vez que me hice una paja, o en otro momento, que puse mi cola delante de la cerradura y me incliné para que se abriera un poquito.

Mientras le hablaba, él ya me había arrimado a la mesa, su verga se había endurecido y apoyada en mi cola, parecía que llenaba la zanja. Sin que me percatara como llegaron allí, sus manos apretaban mis tetas por encima de mi vestidito y como no llevaba corpiño, mis pezones se anunciaron solos, y Seba lo había notado ya que no paraba de acariciarlos. Y eso me encantaba.

Creo que estás con mucha suerte (le dije), mientras tomé sus manos con las mías y  se las llevé a la altura de mi cadera. Y lo dejé que me acariciara y amasara el culo a su placer, aunque yo esperaba un poco más. Y como él no se animaba, volví a tomar una de sus manos y la metí por debajo del vestido. Inmediatamente la otra mano entendió la orden y acompañó a la primera. Me subió el vestido hasta la cintura y descubrió el hilo dental de mi tanga en composé con el vestido. Eso lo volvió loco, sus expresiones eran todas de admiración a mi culo y sus dedos no dejaban de recorrerlo y de meterse en la zanja, incluso llegando por debajo hasta mi concha, que demás está decir, estaba empapada de la calentura, e ídem estaba la tanga.

Cuando estábamos extraídos de este mundo, la voz de mi cuñada nos sorprendió. Por suerte era un grito desde la cocina de la casa: “¡Seba! ¿Le dijiste a Vir lo que hablamos?”  Y él temblando del susto le contestó: “Estoy en eso mi amor, ahora le digo”. Mientras nos acomodábamos la ropa. Sebastián me dijo que ellos querían que aunque yo no tenía más nada que ver con mi ex (su hermano), querían que yo siga visitándolos y muy especialmente por sus hijos. Yo sólo dije que veríamos, el tiempo lo ordenaría.

Sebastián volvió a ordenar y limpiar la parrilla. Pero yo no quería irme así de caliente como me había puesto. Lo seguí y ahora lo apoye yo por detrás y le pregunté al oído: “te gustó mi colita?” Él respondió que es increíble, pero que era muy peligroso, que nos podían sorprender. Le insistí un poquito mas mientras mi mano fue hasta su verga por encima del pantalón, todavía estaba dura. Pero aunque él no quería, seguía resistiéndose, hasta que bajé su cremallera y metí mi mano hasta tomar su pija y acariciarla, fue casi de inmediato que volvió a ponerse como una roca. Se la saqué del pantalón y se la pajié un poco, estaba completamente jugosa.  “Me encanta”, fue lo único que le dije, y me agaché para darle una mamada. Ya no se resistió, me puso una de sus manos detrás de mi cabeza, y entre caricias en mi cabello, me dirigía el ritmo como le gustaba que se la chupe. Mientras que yo también me acariciaba y estaba tan o más mojada que él.

Cómo no teníamos todo el tiempo, me puse otra vez de pié, ya con mi vestido en la cintura, puse su carne contra mi cola y le pedí que me cogiera. Él quiso resistirse por el riesgo, pero yo me incliné, apoyándome en la mesa, puse un pié sobre la mesa para quedar bien abierta, corrí mi tanga y con mi mano guié su pija hasta la entrada de mi vagina. Ahí con el menor esfuerzo ya la tuve adentro, no costó nada meterla, estaba muy mojada y caliente y casi como automáticamente me la empezó a bombear.

Lo mas difícil era el esfuerzo para mantenernos en silencio, yo tenía ganas de gemir como loca con cada embestida, pero eso si que no podíamos hacer. Él había empezado suave, pero a medida que me la clavaba se olvidaba de todo y empezó a dármela con mas fuerza. Me golpeaba con su pelvis en mi cola, y yo sentía que si él hubiese podido, me metía hasta los huevos. Pero como no podía buscaba otras alternativas. Y con sus dedos, empezó a hurgar en mi cola. Primero se salivó uno y me lo metió suavemente, y cuando logró meterlo siguió con otro, yo sólo ponía cara de placer y gemía en voz baja, pero cuando me sacó la verga de la concha y me quiso coger por el culo, le dije que no, que para ese iba a tener que trabajar más.

Volvió a metérmela y bombearme con mas fuerza, como tomando venganza, pero  para mi era mejor porque me encantaba, bajé con una de mis manos hasta mi vagina para acariciarme mientras me cogía para provocarme mas rápido el orgasmo, hasta que acabé y temblé entera, casi no pude evitar el grito. Eso también lo llevó al límite a él, que se salió de mi concha, me volví a agachar y se la mamé como una desaforada. Me dejé acabar toda la leche adentro de mi boca, para que no quedara ninguna prueba y me la tragué todita, hasta la última gota.

Terminamos agotados, nos acomodamos definitivamente la ropa y nos sentamos como a tomar aire. Pero lo peor es que el muy cara dura, después de esto, llamó a su esposa y le pidió que nos trajese un trago para relajarnos, después de tanto “trabajo”.