Fiestas de San Juan

Nerea se encuentra con un amigo del gimnasio y el le demuestra sus talentos ocultos.

FIESTAS DE SAN JUAN

Nerea se apeó del autobús, los exámenes habían terminado. Ahora llegaba el verano y pensaba disfrutarlo. El año había sido duro. Emocionalmente había roto con su chico desde hacía cuatro años y había escogido la especialidad en la carrera y al comienzo se le había hecho algo cuesta arriba el curso. Así que ahora solo quedaba divertirse con todo lo que la vida le fuera a deparar.

Alguien tocó su hombro. Se giró y se dio cuenta que era el monitor del gimnasio. Al comienzo del curso se apuntó al gimnasio para liberar tensiones y desahogarse de todo y éste monitor supo hacerle la estancia más agradable.

Hola Nerea, te veo con una sonrisa, significa que hiciste bien el examen?—dijo Alberto.

Pues si, creo que esta vez apruebo y con un poco de suerte incluso saco hasta nota—respondió la chica.

Entonces ésta noche en la hoguera te toca invitarme una copa---Propuso el monitor.

La chica asintió y se despidieron con un beso en las dos mejillas. La chica llegó a casa, llamó a las amigas y quedaron a las 22 h. en el portal de una de ellas para ir a la fiesta. Se duchó y eligió la ropa que se iba a poner. Un top negro y una faldita larga por debajo justo de las rodillas. Apenas se maquilló y con un pequeño bolso para las llaves, la documentación y el dinero salió de casa. Llegó al portal de su amiga y en nada tiempo se reunió toda la cuadrilla. Fueron a las hogueras. Siempre le habían gustado. Pensó en un deseo para el nuevo curso. Aprobar todos los exámenes y empezar el curso limpio.

Al marchar se despistó de sus amigas. La estrecha calle que baja con todo el gentío que iba al recinto festivo y bajaba de las hogueras hizo que el grupo se disgregara. Así que ella ahora iba sola. Cuando se disponía a coger el móvil para llamar a sus amigas apareció Alberto y le recordó su promesa detrás de una preciosa sonrisa. Iban hacia el lugar donde suponía sus amigas ya habrían llegado pero Alberto la preguntó si no la importaba ir con él a casa de un amigo a recoger una camiseta, que no subirían ni siquiera a la casa. Ella accedió, el hombre era un encanto.

Alberto recibió una llamada. Era su amigo que le decía que le había dejado la camiseta en el portal. Llegaron al portal, entraron y cuando la chica pasó por delante de los buzones. El hombre la puso contra la pared y se pegó a ella susurrándole al oído si le apetecía seguir o ir a tomar la copa que ella le había prometido. Nerea en lugar de hablar entrecerró los ojos y con la mano echándola hacia atrás acarició la polla del hombre por encima de la ropa. La mano del chico fue dibujando el cuerpo de la mujer. Sobaba los pechos con fuerza, repasó el pubis de la chica e introduciéndola por debajo de la falda llegó a sus muslos y llegando a los lados del tanga notó como el coño de la chica empezaba a humedecerse poco a poco mostrando la excitación que la embargaba.

Alberto le bajó los tirantes liberando sus pechos acariciando sus pezones, la besaba el cuello. Nerea giraba el cuello y buscaba los labios de su nuevo amante. Los labios se juntan en una danza de fuego. El hombre aprovechó para levantar la falda de la chica y arrancando el tanga. Ella puso el culo en pompa para que el hombre tuviera mejor acceso a su chochito. El fue bajando hasta ponerse de rodillas entre las piernas de ella y con la lengua fue jugando en el coño de Nerea.

La lengua hacía círculos en su vulva, tocando cada poco el clítoris. Nerea se mordía los labios para que los gemidos no fueran escuchados desde la calle. Alberto se levantó y extrayendo su verga la penetró con suavidad pero sin pausa hasta que la tuvo empalada y comenzó a follarla. Ella ayudaba a la penetración echando el coño hacia atrás. La follaba cada vez más rápido hasta que no aguantó más y eyaculó sobre la espalda de la chica.

Se miraron a los ojos y Alberto la propuso ir a su casa. Ella accedió, de camino a la casa no pararon de besarse y acariciarse hasta que al traspasar el umbral de la casa del hombre. Se quitaron la ropa y él la fue llevando con fuerza hasta la cama donde la tumbó y él se separó para ir a por más condones.

Ella desnuda sobre la cama admiró su cuerpo. Era alto, sobre 1,80, cuerpo bien definido pero sin exagerar, el pubis rasurado y una verga de más de un palmo gruesa como un vaso de tubo. Se sorprendió ella misma de cómo había podido ser penetrada por esa verga.

El la observaba con deseo. Era una chica de estatura aproximada de 1,65 cuerpo delgado, pechos pequeños rematados con pezones marrón claro, un culo bien prieto y pubis rasurado. Cara inocente pero cuerpo de diosa del placer. El la atrajo hacia si y besándose acabó tumbado boca arriba. Ella se asustó un poco al ver semejante vergón vertical pero se fue sentando y tuvo que morderse los labios para poder ser penetrada. Cuando estuvo completamente ensartada comenzó a botar sobre el chico. El no paraba de comerle los pechos y los pezones, la lengua acariciaba los pezones endureciéndolos para cuando estuvieran duros los mordía suavemente haciendo que la chica gimiera más todavía. Ella no paraba de gemir, jadear y pedir más y más.

Nerea ya no aguantaba más y emitiendo un agudo gemido y apretando los muslos se corrió cayendo rendida sobre la cama. Alberto se giró y colocándola boca abajo fue lamiéndola desde la nuca hasta el culo besando cada vertebra y abriendo sus nalgas lamió la raja del culo hasta llegar a su agujerito trasero.

Lo fue humedeciendo poco a poco. Ella se dio cuenta que lo que le esperaba era que la metiera el ese pedazo de polla por el culo y sintió miedo pero Alberto la tranquilizó y siguió comiéndola el culo. Luego fue subiendo por su espalda hasta llegar a su nuca, besarla y besar su cuello. Con la mano sujetó la polla a la vez que con la otra separaba una de sus nalgas y empujó suavemente después de haber embadurnado el condón de vaselina y el culito de la chica.

Empujando logró meter el glande que resbalando entró, se quedó quieto y luego siguió impulsándose hasta que la metió entera y siguió follandola. Ella jadeaba casi más que cuando lo había cabalgado. Alberto estaba desatado y con delicadeza pero con mucha pasión la fue follando hasta que se la sacó. Ella retiró el condón y se metió el vergón en la boca y lo saboreó y mamando hasta que notó como los chorros golpeaban su paladar y parte caía por la comisura de sus labios. Alberto la miraba con cara divertida. Ella de rodillas le miraba con cara traviesa, la boca repleta de semen cayéndole sobre la barbilla y las tetas. El se acercó a ella la besó y abrazándola se quedaron así un rato y hablando y quedaron en que eso había que repetirlo tantas veces como pudieran y cuando pudieran.

Este relato es imaginario pero si queréis podéis escribirme sobre todo mujeres, son bien recibidos y respondidos todos los mails y me gusta saber lo que opinan mis lector@s a:

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