Fiesta solo para parejas

Diego tenía su mano sobre la pierna de Sebastián, él iba manejando y vio que tenía una tonta sonrisa en el rostro, él estaba tan emocionado. En cambio, Diego se sentía algo asustado, tenía miedo de compartir a Sebastián con alguien más o con muchos más y también de

Fiesta solo para parejas

Diego tenía su mano sobre la pierna de Sebastián, él iba manejando y vio que tenía una tonta sonrisa en el rostro, él estaba tan emocionado. En cambio, Diego se sentía algo asustado, tenía miedo de compartir a Sebastián con alguien más o con muchos más y también de…


Sebastián había vuelto muy callado del trabajo el lunes pasado. Lo que era inusual de él, ya que siempre estaba hablando, bromeando, él era el alma de la fiesta. Diego era más reservado y tímido.

Los demás se preguntaban como Sebastián y Diego se habían casado, si eran tan diferentes. A Sebastián le gustaban los deportes extremos y a Diego leer, Sebastián era un emprendedor con su propia startup y Diego era ingeniero de software.

Sebastián de 29 años, era de tez clara, medía 1.75 cm, cabello castaño rizado, una blanca sonrisa seductora y tenía un cuerpo espectacular, era delgado pero sus músculos estaban muy marcados por los deportes que practicaba. Y tenía unos lindos ojos verdes en los que Diego se perdía.

Diego de 28 años, era de tez morena clara, medía 1.70 cm, ojos café oscuros, cabello lacio negro y su cuerpo era naturalmente delgado y no tan marcado como Sebastián.

La gente decía que Sebastián se podía conseguir a alguien mucho mejor que Diego y varios muchachitos lo habían intentado. Pero Sebastián era de Diego, él había tocado su alma como ninguno de los otros muchachitos lo hubiera logrado.

Mientras ellos cenaban ese lunes, Diego notó que Sebastián había dejado de comer y lo estaba viendo, cuando Diego lo volteo a ver, el quito la mirada y volvió a voltearlo a ver.

—¿Qué pasa, Sebas? ¿Todo bien en el trabajo?

— Si, si, todo bien.

Diego siguió comiendo.

—Bueno no.

Diego dejo de comer y miro sus ojos verdes, estiró su mano y agarro la de él.

—Dime bebé.

—Bueno, este Ricardo nos quiere invitar a una fiesta este viernes en su casa.

—Claro, bebé, vamos.

La cara que puso Sebastián le hizo entender a Diego que tenía que contarle más sobre esa fiesta.

Ricardo era el socio de Sebastián en su startup. Ellos dos se habían conocido en la universidad y también era gay. Sebastián siempre le había jurado que nunca había pasado algo entre ellos, pero Diego no estaba seguro ¿Dos gays cercanos y atractivos que no se habían echado mano?

Ricardo de 29 años, medía 1.80 cm, de cabello rubio, siempre apartado hacia un lado con gel, con lentes de armazón negro y con un cuerpo musculoso y grande de envidia. Tenía una sonrisa inocente, pero sus ojos...sus ojos. Diego siempre le comentaba a Sebastián que Ricardo lo veía como si lo desnudara con la mirada y Sebastián solo reía.

Ricardo no estaba casado, pero tenía un noviecito que iba y venía, Sergio. Un muchachito de 25 años, que acababa de terminar la carrera de Ingeniería en informática, Diego le había ayudado a encontrar su primer internship. A Diego le gustaba considerar a Sergio como su protegido, pero lamentaba ver como Ricardo se la pasaba con otros chicos, cuando obviamente para Sergio era mucho más que solo sexo.

—Es una cena solamente para parejas gay.

—Ya veo.

Diego ya entendía hacia donde iba la temática de la fiesta.

—Van a ser Ricardo y Sergio y unos amigos de ellos. Y la idea es...

—Intercambiar parejas.

—Si, así es. Y yo me preguntaba si...

—Ya te dije, bebé. Claro que podemos ir.

—¿En serio?— preguntó Sebastián con una gran sonrisa en el rostro.

—Claro.

Diego agarro su mano y la beso.

Sebastián estaba sorprendido que Diego hubiera aceptado. Sebastián había intentado antes que Diego aceptara a hacer tríos, pero él se había negado. Así que estaba muy sorprendido que él hubiera aceptado esta vez, tener relaciones con alguien más era el límite de Diego. ¿Porque si acepto esta vez?


Diego quitó su mano de la pierna de Sebastián y la puso sobre su propia pierna.

—¿Estás seguro sobre intentar esto con Ricardo?

—¿A qué te refieres?— Sebastián quito un momento la vista de la calle para voltear a ver a Diego.

—Si, ya sabes. Ustedes dos son socios y no me gustaría que su relación profesional y de amistad se viera afectada por esta fiesta.

—No te preocupes, bebecito. Él y yo lo platicamos mucho. Pero si en algún momento te sientes incomodo, nos podemos retirar. No quiero que hagas algo que te incomode.

Sebastián quito su mano del volante y apretó la de Diego y volvió a agarrar el volante.

—Es aquí.

La casa de Ricardo se encontraba en los suburbios y ya había autos estacionados afuera de su casa, al parecer ellos eran los últimos en llegar a la fiesta.

Diego sentía sus piernas temblorosas de la emoción y de miedo. Sebastián se estacionó y los dos bajaron, en un momento Sebastián se dio cuenta que Diego se había quedado atrás, estaba parado en la banqueta sin moverse y mirándolo.

—Como tú quieras, amor— le dijo Sebastián y se acercó a él y le dio un beso en la mejilla.

—Vamos —dijo Diego.

Tocaron a la puerta y escucharon unos pasos que se acercaban. Se abrió la puerta y eran Ricardo y Sergio.

Sergio tenía el cabello rizado negro, media 1.73 cm, de tez muy blanca y con un cuerpo larguirucho y marcado. Él se veía muy feliz, como si ya fuera la señora de la casa.

Tenía puesta una camisa rosa desabotonada que dejaba ver la separación entre sus dos pectorales.

Ricardo tenía una polo amarilla, muy apretada que hacía notar su gran pecho y unos pezones erectos. Diego sintió como algo empezaba a crecer dentro de sus jeans.

Se saludaron y ellos los guiaron hacia el comedor donde ya se encontraban las otras dos parejas. Ricardo se los presentó.

—Ellos son Sebastián y Diego, se casaron el año pasado.

Los demás los felicitaron y Ricardo siguió presentándolos.

— Ellos son Pablo y Emilio, ya llevan 5 años juntos.

Pablo tenía como 32 años, de tez blanca, ya con entradas, con una barba bien recortada, su vello salía por el cuello de su camisa de rayas, tenía un arete colgante y se notaba que hacía ejercicio, él era hermoso y tenía una sonrisa matadora.

Emilio parecía de la misma edad que Pablo, era moreno, con una barba grande negra, su sonrisa blanca se acentuaba por su tez morena y era muy musculoso, sus bíceps eran gigantes, también salían vellos del cuello de su camisa.

Diego y Sebastián los saludaron de mano.

—Encantado, cariño— dijo Pablo mientras fingía besar la mano de Diego.

La de Pablo voz era muy afeminada y Emilio se notaba que era un machote. Va a ser una sorpresa si Pablo resulta ser el activo, pensó Diego, al rato lo sabremos.

La siguiente pareja sorprendió a Diego.

—Ellos son Mauricio y Esteban.

Los dos eran osos barbudos de unos treinta años y eran muy parecidos entre sí, los dos eran muy blancos y con grandes barbas. La única diferencia era que Mauricio usaba lentes. Algunas parejas gays podrían pasar como hermanos, pensó Diego al saludarlos.

Y todos se sentaron. Diego vio que los platos, los cubiertos y las servilletas ya estaban en la mesa. Y en medio había un gran bowl con una ensalada.

—Ya saben, no queremos que haya accidentes— dijo Ricardo y todos comenzaron a reír.

Ricardo y Sergio estaban sentados en la cabecera de la mesa. Sergio tenía su cabeza inclinada sobre el hombro de Ricardo y Ricardo estaba muy emocionado contando una anécdota de él y Sebastián en la universidad, era totalmente un macho alfa. A la izquierda de Ricardo se encontraban Diego y Sebastián, Diego le estaba agarrando la mano a Sebas por debajo de la mesa. A la izquierda de Sebastián, estaban Pablo y Emilio del lado opuesto del de Ricardo y Sergio. Y enfrente de Diego y Sebastián estaban Mauricio y Esteban.

Diego se preguntaba quién iba a lanzar la primera piedra.

—Déjenme voy por el postre—dijo Ricardo y salió del comedor.

Diego escuchó los pasos de Ricardo volviendo al comedor y se detuvo a lado suyo. Diego volteo y la gran polla venuda de 23cm de Ricardo estaba a lado de su cara.

—Este va a ser tu postre— dijo Ricardo, que ya no tenía pantalones, y todos comenzaron a reír, excepto Diego, no se esperaba eso y se sentía un poco avergonzado, sintió como su cara se volvía roja de la vergüenza y de la excitación.

—Perdón, perdón— dijo Ricardo quitando su pene de la cara de Diego y apretó fuertemente sus hombros. Ricardo volteo a ver a Sergio y él se levantó y se puso detrás de Sebastián— Como ustedes dos son nuestros nuevos invitados, les vamos a dar su bienvenida.

Los demás hombres se emocionaron y se acomodaron en sus asientos. Pablo no dejaba de ver a Sebastián. Mauricio y Esteban se sonrieron y se miraron con complicidad.

Diego vio que Sergio le quitó la camisa a Sebastián y los demás vieron su marcado torso, Pablo soltó una gran exhalación. Sergio comenzó a quitarle el cinturón a Sebastián cuando las manos grandes de Ricardo volvieron a Diego hacia él, cara a cara. Ricardo puso sus manos en la pequeña cadera de Diego y notó que su corazón se estaba acelerando.

—No te pongas nervioso, yo te voy a proteger— le dijo Ricardo en el oído. Diego ya se sentía suyo y asintió. Ricardo le quitó su camisa y sintió como sus pezones se endurecían. Le bajó sus jeans y calzones y observó su delgado cuerpo por un momento. Suspiró y lo volteo hacia los demás para que lo vieran.

—Que hermoso cuerpo— dijo Mauricio sin dejar de verlo.

Diego vio que Pablo estaba masturbando a Sebastián, que tenía sus ojos cerrados, y metió su polla en su boca, Sebastián soltó un gemido y volteo su cara para besar a Sergio que se encontraba detrás de él.

Ricardo volteo a Diego nuevamente hacia él y lo abrazó, moviendo sus grandes manos sobre su pequeña espalda.

—Esta noche eres mío— le susurro Ricardo a Diego. Diego sintió como las manos de Ricardo bajaron hasta su culo. Movió uno de sus dedos entre sus nalgas y aventuró uno de sus dedos adentro de él.

Diego gimió en el oído de Ricardo, mientras el escuchaba su fuerte respiración.

—Diego...— dijo Sebastián gimiendo, escuchando como su esposo gemía de placer.

Los otros hombres también soltaron suspiros de excitación y Diego escuchó como se comenzaron a besar.

Ricardo le metió dos dedos a Diego, sus gemidos aumentaron, se agarró de la musculosa espalda de Ricardo y Diego le lamió el lóbulo de la oreja.

—Uff perrita, tú si sabes lo que me gusta.

Ricardo lo nalgueó fuertemente y Diego lanzó un gemido, lo nalgueo otra vez y volvió a gemir.

Diego volteo hacia donde estaba Sebastián y él se encontraba entre Sergio y Pablo. Los dos ya estaban desnudos. Pablo estaba muy concentrado besando a Sebastián y moviendo sus manos entre su cabello rizado. Sergio, que estaba atrás de Sebastián, tenía sus manos en el trasero velludo de Pablo y lo acercaba más hacia ellos. Sebastián vio con una mirada de placer a Diego y eso le hizo sentirse muy excitado, el ver como ellos dos manoseaban y besaban a su esposo.

Diego nalgueó fuertemente las dos nalgas de Ricardo que lanzó un sonoro gemido. Se agarró con los dos brazos del cuello de Ricardo y levantó sus piernas para agarrarse de su cuerpo. Diego comenzó a besar apasionadamente a Ricardo, algo prohibido que esperaba desde hace mucho. Ricardo puso sus manos en las nalgas de Diego mientras lo cargaba y empujó el cuerpo de Diego hacia la pared. Diego gimió y vio que Mauricio, Esteban y Emilio ya estaban desnudos.

Mauricio y Esteban estaban velludos de todo su cuerpo. Emilio tenía un pecho muy velludo y el vello bajaba en línea hacia su pene con vello púbico muy negro y tupido. Esteban estaba recargado sobre el pecho de Mauricio, mientras este jugaba con los pezones de Esteban y Emilio le chupaba la polla.

Ricardo besaba el cuello de Diego.

—Eres mío, eres mío, eres mío— susurraba Ricardo mientras besaba su cuello.

—Soy tuyo— le dijo Diego y Ricardo lo volteo a ver.

Ricardo le lanzó su sonrisa inocente. Y lo cargó hasta un sillón de la sala. Lo acostó de espaldas y comenzó a chuparle sus pezones. Le besó su liso abdomen y comenzó a chuparle la polla rápidamente. Diego agarró la cabeza de Ricardo y sintió la dureza de su gel seco entre sus dedos. Ricardo lo volteo bruscamente, y rápidamente comenzó a comerse su culo. Eso era lo que más le encantaba a Diego que comenzó a gemir. Vio como los demás se acomodaban en los otros sillones de la sala. Ricardo volteo a Diego, para verlo cara a cara.

—Espérame, por favor — dijo Ricardo y salió corriendo de la sala.

Diego volteo a ver al sillón que tenía a un lado y Emilio y Esteban se estaban besando apasionadamente uno encima del otro. Atrás de Esteban estaba Mauricio que veía a Diego con una cara de excitación ¿porque no se le acercaba?

Diego vio que en medio de la sala estaba Sergio en la posición del perrito, chupándosela a Pablo que se tocaba su delicioso torso velludo y su esposo, Sebastián, le agarraba el culo a Sergio. Sebastián estaba besando la espalda de Sergio e iba bajando lentamente hasta su culo.

Ricardo volvió corriendo a la sala y dejo caer una mochila para gimnasio.

—Chicos, aquí están los poppers, lubricantes y condones. Recuerden, si quieren que esto siga, hay que jugar seguro.

—Qué bueno, Ricardo— dijo Sebastián estirando su brazo hacia la mochila, sacando un condón y lubricante— Estaba a punto de cogerme a Sergio a pelo.

Sebastián miro tímidamente a Diego y retiro rápidamente la mirada.

—¿En qué íbamos?— le pregunto Ricardo a Diego y dejo caer su gran cuerpo sobre él. Los dos rieron y comenzaron a besarse en los labios y se abrazaron.

—Voy a hacerte mío— le susurro Ricardo en el oído.

Volteo a Diego y Diego levanto su culo ofreciéndoselo a él. Sintió que Ricardo le aplicaba algo frio en su ano. Metía y sacaba un dedo. Y sintió como su gran polla entraba en su ano. Diego dejo escapar un gemido y Ricardo se acercó a su espalda y comenzó a acariciarle sus pezones. Se la empezó a meter y sacar, primero lentamente y después más rápido. Diego nunca se había sentido tan excitado con Sebastián que como con Ricardo, le encantaba lo prohibido de la situación. Diego volteo su cabeza y se besó con Ricardo.

Ricardo se sentó en el sillón y le indico con la cabeza a Diego que se sentara sobre él. Diego introdujo la polla de Ricardo en él y comenzó a montarlo. Ricardo lo abrazaba y lo atraía hacia él. Ricardo besaba el pecho de Diego, sus pezones y le lamio su axila. Diego sintió como Ricardo besaba su cuello y subía hasta su oído.

—Te quiero— le susurro Ricardo entre los gemidos de los demás.

Diego sintió como llegaba al éxtasis repentinamente y se vino sobre el estómago de Ricardo. Ricardo se excito aún más al notar que había hecho venirse a Diego sin manos y comenzó a penetrarlo aún más rápido. Lanzó unos gritos animales mientras se venía, que hizo que los demás los voltearan a ver. Ricardo abrazó gentilmente a Diego y los dos se quedaron descansando mientras los demás seguían cogiendo. Diego sentía como el sueño lo invadía después de haberse venido.

Cuando Diego se despertó, notó que se encontraba en una cama, estaba dentro de una habitación, volteo a ver quién estaba a lado suyo y era Ricardo. Tal vez el debió de haberlo cargado hasta ahí después de que se quedara dormido en el sillón. ¿Dónde estaría Sebastián?

Diego se levantó de la cama y salió al pasillo. Abrió la puerta de la habitación de enfrente y vio a Sebastián durmiendo en una cama entre Sergio y Pablo. Diego bajo las escaleras hacia la planta baja, se asomó hacia la sala y vio a Mauricio, Esteban y Emilio, cada uno descansando en un sillón diferente.

Diego cruzó hacia la cocina y se sirvió un vaso con agua, bebió un poco y vio por la ventana. Estaba amaneciendo.

Escuchó que alguien se acercaba y se volteo para ver quién era. Era Ricardo. Se veía hermoso con su cuerpo tan grande y trabajado. Su gran polla colgaba entre sus piernas.

—Me asuste al ver que no estabas.

—Ya veo.

Ricardo se acercó a él, agarró el vaso que Diego sostenía y tomó lo que quedaba de agua. Los dos voltearon a la ventana para ver el amanecer.