Fiesta privada
Este es un relato ficticio redactado para una sumisa que tuve de veinte veinte pocos, metro setena y poco, pelo castaño, ojos marrones, cuerpo grande pero proporcionado, un culo enorme para azotar anchas caderas y pechos proporcionados, tremendamente lasciva y deseosa de ser sometida.
Este es un relato ficticio redactado para una sumisa que tuve. Soy un chico alto, 1,83 moreno, ojos de color miel de rasgos atractivos pelo negro canoso que contribuye al aire de madurez y experiencia que hace sentirse cómodas a las sumisas. Este relato, como decía escrito para una sumisa de veinte pocos, metro setena y poco, pelo castaño, ojos marrones, cuerpo grande pero proporcionado, un culo enorme para azotar anchas caderas y pechos proporcionados, tremendamente lasciva y deseosa de ser sometida.
Te despierta un rayo de sol que cae sobre tu cara, poco a poco empiezas a deperezarte, quieres estirar los brazos, pero no puedes estirarte como te hubiese gustado, puesto que según tu mente se va aclarando, las cuerdas que unen tus muñecas te recuerda que has dormido hecha un ovillo, desnuda con una mantita, el frio de una cadena termina por despejarte, es la correa de va del collar del cuello hasta el extremo de una pesada cómoda. Tu amo aún duerme plácidamente en la cama, lo contemplas y quieres darle los buenos días, te deslizas de la manta que cae al moverte a gatas mientras tintenea el cascabel que también cuelga de tu cuello, la correa te da el alcance justo para llegar hasta los pies de la cama y colarte debajo de las sábanas y lamer mis pies, te embriaga su olor, el olor de tu amo sin el que ya no eres capaz de dormir, robas una camisa suya cuando te toca dormir sola y te abandona…
Parece que tus lamidas hacen su efecto, desde abajo mientras lames sus pies, ves como su polla empieza a crecer, como empieza a ponerse de punta, y te mueres por pasar de los pies a lamerla, me despierto y te sonrio, paras de lamerme y me miras devolviéndome la sonrisa ansiosa, me acomodo bien la almohada a mi espalda, me coloco las manos a la nuca y te doy permiso, adelante. Es tu señal para que puedas chupar mi polla, te acurrucas sobre mi pierna frotándote contra ella, la dureza de la espinilla es pefecta para encajar el coño húmedo y restregar el ya hichado clítoris, mientras te afanas a lametazos sobre la polla de tu amo.
-Hoy va a ser un día especial, gatita, te voy a llevar a un fiesta y espero que me dejes quedar bien. Que me hagas sentir orgulloso de mi sumisa, de lo fiel y obediente que es.- La explicación prosigue mientras no cesas en tus obligaciones de comer polla, es tu premio mañanero, sabes que te voy a compartir con otros amos, lo hemos hablado antes y te excita la idea, aunque también te da algo de miedo, pero si tu amo lo ordena, estás dispuesta a hacerlo para demostrar tu amor por él, para probar cuanto lo quieres y lo respetas, porque eres mía y debes obedecer, eso simboliza el cascabel en tu cuello.
El resto de la mañana, ha sido tranquilo, no te he castigado, quiero que estés fresca y limpia para lo que te espera, te voy explicando.
–Gatita, deberás obedecer mis órdenes, que te entregue a otros amos o sumisas, no significa nada, son solo instrumentos de carne, como un vibrador u ordenarte que te masturbes para mí. Los orgasmos son nuestros es lo que compartimos, es tu deseo y tu placer lo que me llenan, es un vínculo más allá de lo físico. Somos nosotros los que los vamos a utilizar a ellos, quiero verte gemir de placer para mí, y tu deseas complacerme, ellos son sólo un instrumento. Tu mente es mía, tu placer es mío y tu cuerpo también aunque lo use otro.-
Llega la hora, después de comer ligero, he seleccionado un collar fino de piel, conservando como siempre el cascabel que ya te acompaña de por vida. Unos tacones que estilizan tu figura, un tanga de encaje negro delgado que al colocarte encajo entre los labios del coño que como siempre están húmedos, y una capa negra que te cubre hasta los muslos y ese es todo tu vestuario, completamente desnuda salvo por el tanguita y la capa, lo que al salir a la calle te hace sentir absolutamente cachonda, sentirete desnuda debajo de la capa, sientes como la gente puede adivinar tu desnudez, los pezones se te endurecen acentuando lo llamativo de tu atuendo y eso aún te excita más. Como complemento una correa al collar del cuello. Yo me visto de traje oscuro y corbata, una vez listo agarro de correa y salimos hasta el coche.
- Vas a ir sentada y no normalmente como te corresponde acostada en los asientos traseros, hoy eres una dama, una sumisa fuerte y altiva, que cumple los deseos de su amo con orgullo. No una perra arrastrada como seguro que verás alguna-.
El viaje nos conduce fuera de la ciudad, hasta una casa señorial con grandes jardines, al llegar a la puerta de la mansión nos reciben en la puerta dos fornidos sumisos, con collares y pantalones abiertos en las nalgas como únicas prendas.
-Bienvenidos señores- uno recoge mi abrigo y otro sin apenas rozarte quita la capa de tus hombros. Entramos al salón, que está lleno de amos elegantemente trajeados, amas vestidas de cuero y corsés imposibles que hacen destacar sus prominentes pechos, alrededor de ellos, toda clase de sumisión.
Una sumisa acostada completamente desnuda, boca arriba en el suelo, con los pies de su amo sobre su pecho a la vez que los lame. Un sumiso a cuatro patas con un cinturón de casitad y un vibrador metido en el culo del que asoma una cola peluda que agita compulsivamente y ladra buscando la atención de su dueña. Una esclava con una bola bucal de la que resbalan las babas y tiene los brazos atados a la espalda, tirada encima de la mesa con el culo expuesto mientras el perro de otra sumisa le olisquea el culo y se lo lame.
Tu continuas andando altiva a mi lado, silenciosa y callada, ves como saludo a otros amos y amas, que te contemplan y analizan, qué guapa, me dejarás probarla, que suerte tienes de tener una sumisa tan hermosa. Uno tras otro te observan con deseo, me mira y me pregunta puedo? Si claro, es toda mi contestación, sin soltar tu correa, ni prestarte atención. Siente un escalofrío, estás tensa, pero a la vez cachonda, aunque no esté mirando estoy a tu lado y te concentras en pensar que es eso lo que quiero.
El desconocido comienza a acariciar tu pecho, lo palpa, lo agarra, lo aprieta, permaneces altiva, sin mirarle. El desconocido acaricia tu cuerpo, te da un cachete el culo, y desde atrás te retuerce los pezones, empiezas a mojarte más, me miras para comprobar que estoy orgulloso, que vas a demostrar tu entrega, que lo que en realidad está pasando es que soy yo el que está disfrutando de tu cuerpo, que sólo existimos nosotros dos.
Al cabo de un rato, de retorcerte los pezones, se despide con otro palmetazo a tu culo –Puff que delicia de sumisa tienes- Sonrío orgulloso, me encanta sentir la envidia de todo el mundo.
Seguimos caminando hasta un sofá, donde me siento plácidamente, y tu arrodillada a mi lado poniendo tu cabeza sobre mis rodillas, te acaricio la cabeza suavemente, hasta que se acerca otra sumisa a la que le has gustado, es rubita de pequeños pechos, ojos grandes claros y suplica con la mirada, te mira esperando que no la apartes, se acerca hasta tu muslo que besa, tú permaneces impasible, mientras sigo acariciando tu cabeza, la chica va subiendo por tus muslos buscando tu coño, abres las piernas y dejas que la chica entierre su cabeza en tu coño, te chupa con fruición, parece que le va la vida en ello, te humedeces aún más, tus gemidos le indican a la asustada sumisa que puede seguir, y sube a por tus pechos, pero no se entretiene mucho y continua hasta besarte. Notas su lengua húmeda de flujos, y os besáis retorciendo las lenguas. Yo aprovecho para abrirme los pantalones, los besos que os atizais, los cambiais por chupar mi polla, la pelea de lenguas se traslada a pelear por cada centímetro de polla, pero en medio del fragor notas que tiro de tu collar, te aparto de mi polla quedando sola la sumisa a comerme la polla, contemplas como esa rubita se relame, disfruta de lo que es tuyo, me miras a los ojos y te sonrío, la mamada continua pero no dejamos de mirarnos mientras la pobre sumisa continua su labor, otro tirón de correa que te indica que debes bajarte, más y más hasta quedar a la altura de su coño, sabes lo que eso significa.
Comienzas a chupárselo, la sumisa está más mojada que tú, y se corre en tu cara, entre espasmos, te deja la cara empapada, las gotas de su flujo resbalan y se deslizan por tu cuello, pasan rodeando tus pechos hasta llegar hasta tu cintura. Te quedas a cuatro patas observándome, no suelto tu correa, en ningún momento dejo de observarte cuando asintiendo notas que alguien se coloca a tu espalda y empieza a rozarse con su polla por tu rajita, empapándose de tus jugos. Sabes que vas a ser follada, para tu amo, vamos a follar los dos con otros cuerpos pero entre nosotros, mientras la sumisa sigue chupando mi polla, notas un cuerpo contra tu culo, y como poco a poco una polla va entrando dentro de ti, no puedes verle la cara, ni quieres, sólo necesitas ver mi cara de placer contemplando la tuya, los dos empezamos a gemir, a excitarnos al compás, tú siendo follada por otro y yo con la mamada de otra. Pero no llegas al orgasmo, tu secreto follador se corre sin darte tiempo a que tú llegues a correrte, pero si contemplas como yo me corro en la boca de la sumisa y te relames de gusto, sintiendo como el semen baja tus muslos, y mi cara satisfecha.
Aparto a la sumisa y tiro de tu correa hasta mi cara y te beso, te siento a mi lado, sin dejar de besarte y la sumisa que me la chupó, apoyo su cabeza sobre tu coño para que siga lo que empezó y te limpie el coño, continuamos besándonos y acaricio tu clítoris hasta que ya no puedes más, entre la lengua de la sumisa y mi mano te corres mientras te abofeteo.