Fiesta perra

Una noche que prometía ser aburrida, se convirtió en un cuarteto inesperado.

Graciela y yo somos una pareja normal, con hijos que desde hace unos años lleva una vida muy rutinaria. Nuestros encuentros sexuales son muy esporádicos y casi siempre terminan en mi masturbación, ya que ella, siempre tiene un motivo para cortar el coito.

Siempre le digo que algún día le voy a romper el bloqueo, para que de una vez por todas se transforme en una puta calentona, ardiente, salvaje y pervertida, como a mi me gusta.

Una noche nos encontrábamos viendo una película, un tanto porno, mientras tomábamos vino. A nuestros pies, estaba "Príncipe", nuestro pastor alemán, de 4 años, totalmente dormido.

El tono de la película iba subiendo, al tiempo que mi calentura, y mientras observaba como dos enormes negros se cogían una tremenda hembra por su vagina y su culo, empecé a tocar a mi mujer en sus pechos, muy suavemente, como si nada pasara. Al mismo tiempo le llenaba su copa de vino y yo la mía. Se la tomo de un trago y volví a llenársela. Yo hice lo mismo y estuvimos así por media hora. Para ese instante noté que ella estaba borracha y yo otro tanto. Abrí sus piernas al tiempo que le arrancaba la tanga que traía, empezando a chupar su sexo frenéticamente. "te gusta que te la chupe"- le dije. "sí, sigue así.

Poneme bien puta, como a vos te gusta"- contestó. A todo esto, Príncipe, se levanto y empezó a caminar por el cuarto. Yo chupaba mas y más, mi pija estaba mas dura y grande que nunca. En un momento siento, por atrás, a Príncipe, chapándomela. La sensación fue de puro placer. Me levanté del piso y me senté en el sillón junto a mi esposa. Principe se acomodó de nuevo y siguió con sus lamidas. Graciela abrió sus ojos enormes. Me miró y comenzó a masturbarse, mientras veía a Príncipe en acción. Yo tocaba sus pechos y su concha, metía mis dedos en su interior. A ella se la veía tan caliente, tan puta, que me calentaba más y más. En un momento dijo: "!Basta, basta ya!". Creí que se levantaría y se iría, pero al contrario. "Ahora quiero yo". Y sin perder tiempo puso su concha cerca de la boca del perro, quien al instante se la lamió y produjo en ella un grito de placer.

"Chupa, chupa perrito, soy tu perra puta!!!"

Yo no podía creer lo que estaba viendo, tanto tiempo esperando verla así, y ahora sucedía. Ella se movía, pasando su sexo por la cara del perro. "Quiero pija!!!", me gritó, y al instante comenzó a chupármela, de rodillas, en el piso. Príncipe se colocó detrás de ella y comenzó a lamer su culo. Ella se lo movía y se lo movía. "Me encanta ser tan puta" –me dijo, y continuó chupando. "Quiero todo" –volvió a decir, y acto seguido se tiro al piso y se metió todo el enorme pedazo de nuestro perro en su boca. Gozaba como nunca, y yo con ella. Inesperadamente sonó el timbre. Nos quedamos helados y escuchamos detrás de la puerta: "abran, abran, soy yo, Marisa."

Marisa era una amiga. Abrimos la puerta y la encontramos llorando, totalmente borracha. La hicimos entrar y nos contó de su pelea con el novio. A todo esto, en el apuro Graciela sólo se había puesto su tanga y yo una tolla en la cintura. Preparamos un café y se lo dimos. "Gracias, Gracias, ya estoy mejor". Intentó pararse, pero su borrachera se lo impidió y sin querer se agarró de mi toalla, que duró muy poco en mi cintura. En ese instante delante de su cara, ahí estaba yo, con mi pija bien dura.

Rápida como un rayo y sin importarle nada, se la metió en la boca y la chupó desenfrenadamente. Graciela al ver eso, se inclino y también comenzó a chuparme los huevos. Yo estaba que volaba. Siguieron así hasta que tiré al sillón a Marisa de un manotazo le arranqué su minifalda y su bombacha. Le abrí las piernas y comencé a chupar su concha. Graciela se le tiró encima y chupó sus tetas. En un momento nos miramos con mi mujer y supimos qué queríamos hacer.

Lancé un silbido y Príncipe estuvo a nuestro lado. Me aparte de Marisa y Príncipe tomo mi lugar. Marisa largó un incesante suspiro y Graciela se arrodillo nuevamente para chupar la verga del perro. Yo me arrodillé, por detrás de mi esposa y se la metí con violencia. "Sí, así, cógeme, cógeme como a una puta." Empecé a meterle mis dedos en su culo y se calentó tanto que se apartó del perro, se puso arrodillada en el sillón y dándome la espalda, me dijo: "Desvírgame el culo, dale con fuerza". Así lo hice. Marisa también se dio vuelta y le entregó su cuerpo al perro, quien sin más retrasos la montó y comenzó a cogerla, metiendo su duro y enorme miembro en la concha. Las dos gritaban y jadeaban como verdaderas putas. Mi pija entraba en el culo de mi esposa sin resistencia alguna, y a ella le gustaba. "Cogeme así, por el culo, rómpemelo todo, como a las putas, soy tu puta, tu hembra, tu perra.

Dame, dame más, con fuerza". Marisa increpaba al perro para que siguiera: "Así perrito, coge, así, sigue. Métemela toda, hasta el fondo, llena mi concha con tu leche". Principe empezó a bombearla mas rápido hasta meterle toda su bola hasta que desparramó su semen dentro de ella. Al poco tiempo se retiro y la concha de Marisa chorreaba esperma, Graciela seguía pidiendo mas pija por su culo, y al mismo tiempo se tragaba la leche que caía de la concha de Marisa. Yo me separé de mi mujer e hice lo mismo. Entre la dos chuparon mi pene hasta que me hicieron acabar, tomándose, ahora mi semen, pa´sandoseló por sus tetas, mientras reían, se besaban entre ellas. Yo caí rendido y ellas empezaron a masturbarse una a la otra, hasta que también cayeron rendidas. Todos nos miramos, cómplices y satisfechos de tanto placer. Graciela mencionó la idea de seguir al otro día y todos estuvimos de acuerdo.

En la próxima les contaré como siguió la historia en el nuevo día.