Fiesta incendiaria
En mi mente tenía algunas imágenes de la fiesta de anoche y noté un intenso calor en mi cuerpo al recordarlo. Estaba deseando que mi amiga me dijera donde abría una nueva fiesta quizás encontraba de nuevo a aquella chica de cabellos rojizos cual llama intensa.
Desperté cerca de las tres de la tarde, no había nadie en mi casa, extraño pero mejor, más tranquilidad. Remoloneé un rato en la cama hasta despertarme e ir a comer algo a la cocina llevando mi portátil conmigo. Lo dejé encendido sobre la barra americana, me preparé algo rápido y me senté allí viendo las novedades. Repasé mis distintas redes sociales y mi e-mail. Tras eliminar un par de eventos repetitivos, responder los comentarios y ver las fotos de la noche anterior en la que salía bastante borracha me fijé en que tenía un mail. Según decía una amiga había una fiesta en casa de unos conocidos suyos, en otra ciudad, a las afueras. Me encogí de hombros comiendo tan tranquila y le respondí: Donde vaya la fiesta iré yo.
Al cabo de un tres días llegó San Viernes. Me encantaban los viernes, así era como empezaban los fines de semana, lo mejor de la semana, el resto sobraba.
Tardé lo mío en arreglarme, elegí un corto vestido negro ajustado a mi figura, unos botines negros también con la suela roja y el tacón también, me arreglé el pelo ondulándolo y me maquillé al ritmo de la radio, bailando y cantando de vez en cuando delante de l espejo haciendo el tonto. Escuché el claxon de un coche fuera de mi casa, ya venían a por mí. Cogí un abrigo, el bolso y me largué.
Hacía bastante frío en la calle y yo sin medias, ahí con mis piernas al aire. Las veía algo pálidas, bueno, no me caracterizaba por tener la piel muy bronceada, todo lo contrario.
-Vamos que llegamos tarde-me dijo mi amiga en el sitio del copiloto.
-No pasa nada, la fiesta no empezará hasta que lleguemos nosotras- contesté riéndome y montando.
Saludé a su novio que conducía y a un par de amigas a mi lado. El camino no era muy largo, solo nos perdimos al entrar a la urbanización de la fiesta, pues las casas eran enormes y separadas entre si, todas iguales, con calles laberínticas.
Tuvimos que llamar para que nos guiaran, pero pudimos encontrarla al final. Se escuchaba la música nada más pasar la verja y entrar en los terrenos.
-Dios menuda mansión.
No conocía a los dueños ni a los que hacían la fiesta, la relaciones públicas era mi amiga, yo ya socializaría durante la noche.
Caminamos por el camino de piedra a lo largo de una gran extensión de césped y árboles al fondo, aquello parecía un bosque. Y al final la casa. Enorme, moderna, de paredes lisas, blancas, pulidas y cuadradas. Se notaba el dinero .
Al entrar y presentarnos con un par de personas nos dispersamos. No me importaba, yo estaba bien allí, con la música a todo volumen y un vaso en la mano. El alcohol no faltaba allí, tampoco la gente, estaba todo llenísimo.
A medida que la noche pasaba el ambiente se cargaba más. La gente bebía todo lo que encontraba, fumaban y buscaban sus presas. Algo cargada por todo aquello y con cierto molestar salí fuera tirando el vaso de Vodka, no quería más por ahora, estaba bastante ciega ya. Salí con el abrigo para no helarme y me quedé flipada al ver a gente bañándose desnuda en la piscina, les daría algo, el agua tendría que estar congelada. Pero bueno .es lo que hace el alcohol y a saber lo que se habrían metido.
Di un paseo por fuera para despejarme y escuché una canción que me sabía muy bien.
-Ahhhh tengo que bailarla!
Entré en casa volviendo a conectar con la fiesta y me puse a beber de nuevo y a bailar con la gente. Me lo estaba pasando realmente bien, aquello parecía una de esas fiestas americanas que salen en las películas.
Acabó la canción y riéndome yo sola deambulé por la casa en busca de un baño. Todos estaban ocupados. Tuve que ir a la última planta, la tercera, donde parecía haber menos gente. Me apoyé en la pared esperando a que salieran del baño, estaba allí sola en la penumbra, la única luz que entraba en el pasillo era la de fuera y la de la escalera de la planta inferior. En mi mundo abstraído la puerta se abrió y quise entrar rápidamente, por lo que me choqué con la persona que salía.
-Hey! Cuidado por donde vas joder!
-Lo siento tranquilidad, no pasa nada-miré a la chica que había atropellado y sonreí- La fiesta aún sigue-tenía unos ojos de color esmeralda muy brillantes.
La joven me miró extrañada y algo ida también, tras reírse levemente pasó de largo y se perdió. Me quedé allí en el umbral de la puerta viéndola alejarse por el pasillo, contemplando su melena lisa y de color cobrizo. Su figura tampoco pasaba desapercibida con aquellos pantalones cortos ajustados y el top de hombro caído. Negué con la cabeza tras el lapsus y entré en el baño.
Al volver a la fiesta bajo busqué otro vaso nuevo lleno, me lo dieron y me fui a dar vueltas por ahí a ver que encontraba. Vi como una de mis amigas era tirada a la piscina por un tipo que no conocía, salí corriendo para ver si estaba bien y la vi emerger volviéndose contra el joven y comiéndole toda la boca, así porque sí. Mejor los dejaba tranquilos, pero verlos me daba frío en el agua con la temperatura así, que locura
Decidí investigar los alrededores de la casa. De vez en cuando giraba la vista al ver a ciertas parejitas haciendo cosas por ahí, entre los árboles, en el césped, en el garaje abierto
Lo mejor fue un porche exterior con una pila con un fuego muy apetecible. Me extrañó no ver a nadie, estaba algo alejada de la casa quizás. Subí los escalones y me senté en un sofá blanco muy ancho, casi una cama.
-Uff esto es el paraíso.
Me tiré allí a descansar dejando el vaso en una mesa al lado, tranquilamente, mirando el cielo estrellado de aquella fría noche.
-Maldita sea -temblé ligeramente, no tenía allí el abrigo y aunque estaba aquel fuego en el centro parecía ser más decorativo e iluminativo que otra cosa. Estaría allí un par de minutos y luego entraría de nuevo.
A los pocos minutos escuché unos pasos subir los escalones y me incorporé fijándome en el visitante.
-Buenas
Era la chica de antes, la del baño. Expulsó el humo de un porro que estaba fumándose y se acercó al fuego contemplándolo con interés.
-¿Qué haces aquí con el frío que hace?-preguntó sin girarse.
-Quería explorar la casa-murmuré retozando en aquella cama exterior.
-Buena idea, yo quería tomar el aire un poco, creo que he bebido bastante por hoy.
Sí, se la notaba contenta como a mí. Alcancé el vaso y le di un sorbo.
-Éste es el último ya-me excusé.
Se giró a mí y caminó sobre aquellos taconazos negros sentándose en el borde de la cama. Acarició la superficie suave y pulcra relajada.
-Aquí se está bien.
Le dio otra calada y me lo pasó. Lo acepté a pesar de no fumar casi nunca y claro, fue darle una calada y toser.
-Cof cof joder -le di un trago al vodka con limón para que pasara.
-Te falta práctica-la chica se puso a reírse levantándose y sentándose más atrás en la cama, apoyándose en el respaldo.
-Cof..cof ya.
Miré su perfil afilado y perfecto, tenía un pelo color fuego que me llamaba mucho la atención. Y me quedé casi en shock cuando se giró y vi el reflejo del fuego delante de nosotras en sus ojos color verde intenso. Reaccioné cuando habló.
-Me llamo Jennifer.
- -tragué saliva y asentí- Encantada, Katherine. Katy mejor.
-Ok Katy.
No se si era la bebida o algo pero contemplar a Jennifer me estaba dejando como hipnotizada y la miraba con interés, no como cuando las chicas miramos a otras para criticarlas o envidiar sus atributos no, esta vez no.
Mientras ella hablaba yo la miraba, bebiendo hasta que acabé el vaso, mirando sus labios moverse a la vez que las palabras surgieran de su boca.
-Baja de las nubes Kat -siseó con una media sonrisa sacándome del trance.
-¿Eh? Si si-creo que me sonrojé y todo.
Bajé la mirada confusa por todo aquello tratando de centrarme y seguir la conversación, pero me era imposible y aquello me molestaba.
-¿Quieres?-me ofreció de nuevo el porro.
-Creo que tosería de nuevo- bromeé pasando.
Entrecerró sus ojos y negó con la cabeza.
-No creo
Alcé la ceja sin saber lo que estaba tramando al ver esa maliciosa sonrisa. Tomó una profunda calada, con calma. Alejó el resto del cigarro y delicadamente se inclinó acercándose a mí. No retrocedí, simplemente me mantuve allí sin saber que hacer.
Su otra mano aferró mi mejilla acariciándola y conduciéndome hacia ella. Fue dejar sus labios sobre los míos y los entreabrí, momento en que ella también abrió los suyos y el humo entró en mi boca difundiendo ese característico sabor acompañado del suyo propio. Aún la miraba con mis orbes celestes brillantes, expectante. Cerré los ojos y le respondí a aquel humeante beso respondiéndole, moviendo mis labios contra los suyos despacio, aumentando el ritmo poco a poco. No me había besado nunca con otra chica . Los besos así de coña con las amigas no valían, me refería a algo real, como aquello.
Su lengua se adentró buscando tímidamente la mía, enredándose al encontrarse, batallando. Aquello no podía ser cierto
- -me separé de ella interrumpiendo aquel candente momento confusa.
No era el alcohol, sabía lo que hacía bueno, él ayudaba pero no.
Jennifer no dijo nada, se quedó allí apurando el porro, lanzándolo al fuego cuando acabó mirando al infinito, relamiéndose los labios sensualmente.
Uff no se que me estaba pasando pero sentí el impulso de volver a apresar esos brillantes y rosados labios.
Me miró con altivez aguardando mi reacción, sin molestarse en preguntar porque me había apartado, pero creo que sabría que volvería a ella, por eso se quedó recostada en la cama sonriente.
No me había ido nada mal siguiendo mis instintos e impulsos y ahora mismo necesitaba aplacar el mío. Me tumbé junto a ella y me incliné levemente para besarla de nuevo tomando esta vez yo la iniciativa. A pesar del frío exterior ya no necesitaba abrigo, empezaba a notar mi cuerpo caliente, sobre todo por la parte inferior
Ahora ya había lado de lado a la fiesta, tenía la mía propia allí. No me importaba si había alguien por los alrededores, que mirara si quería.
Jennifer llevó sus manos a mi cuerpo, dejando una en mi nuca acercándome a ella para introducir su lengua profundamente y otra a mi baja espalda.
Me acomodé sobre ella, sentándome sobre sus caderas. Al movernos ambas se chocaban y aquello me gustaba, todo mi cuerpo pedía más contacto.
Agarré el cuello de su abrigo tirando de él, perdida en sus labios como si dependiera de ellos. Se incorporó abrazada a mi cuerpo y con mi ayuda se desprendió del molesto abrigo, tampoco sentía el frío del lugar, el fuego de su cuerpo le era suficiente, lo notaba.
Lo sentía muy diferente a estar con un tío, pues el cuerpo de Jennifer parecía delicado, lleno de curvas perfectas y que me encantaría ir recorriendo sin prenda alguna. Su calidez sensual.
La parte inferior de mi vestido se iba alzando a medida que sus manos acariciaban mi trasero y mi cintura. Mi respiración se desbocaba y era extraño pero me sentía demasiado excitada.
Sin duda había perdido la cabeza, descubría su cuerpo mientras acariciaba su piel por debajo de la holgada camisa.
Jennifer abandonó mis labios, bajó por el cuello, acercándose a mi oído mordisqueando el lóbulo de este, jadeando tan cerca me mordí el labio con un pequeño gruñido. Estiré el cuello dejándoselo a su disposición. Lo mordía y lamía intensamente, deslizando disimuladamente los tirantes de mi vestido fuera de los hombros, pasando por ellos con sus labios suaves.
Agaché la cabeza besando su hombro descubierto, olfateando su perfume floral.
Todo lo dejaba a la intuición, no había llegado tan lejos con ninguna mujer pero sabía como actuar para provocar que su corazón siguiera latiendo tan desaforadamente como el mío.
Creo que ella decidió cambiar de posición, me empujó y volteamos a lo largo de la cama, posicionándose sobre mi, agazapada, acechando la presa, a mí.
-Mmmm tus labios saben a vodka -pasó la lengua por mi labio inferior y yo traté de atraparlo, pero se hizo hacia atrás jugando.
Tuve que intentarlo otra vez para poder mordisquearlos y perderme en ellos notando como ella se dedicaba a subir mi vestido hasta mi cintura, acariciando mis piernas, mi pelvis contra la suya. Me estaba haciendo perder la cabeza por completo.
Su mirada felina me vigilaba deleitándose al ver mi reacción cuando bajó por mi costado delicadamente introduciéndose entre la fina tela de mi ropa interior, acariciando mi monte de venus, llegando a notar lo mojada que me encontraba. Su mano en pleno contacto con mi sexo no tuvo problemas de recorrer toda mi entrepierna y cuando quiso introducir un dedo en mi interior acabó metiendo dos de golpe, tanta lubricación lo facilitaba todo.
-Ahhh -gemí arqueando mi espalda notando el fuego que recorría todo mi cuerpo.
Movía su mano dentro de mi braguita constantemente, masturbándome, sabiendo como darme placer de la manera más efectiva. Intentó acallar mis gemidos besándome, pero siempre se escapaba algún jadeo que podría atraer a gente de la fiesta, pero no pensaba en aquello, ellos no me importaban lo más mínimo.
No tenía percepción del tiempo, solo la veía a ella y de fondo el fuego crepitando iluminando su cabello.
Agitada la volqué quedando las dos tiradas en la cama, una en frente de otra. Así pude tratar de desabrochar sus shorts, tenía ganas de comprobar si ella estaba tan excitada como yo. No perdí el tiempo, la imité y alcancé su sexo, esquivando el fino tanga que llevaba tan suave y mojado por culpa de la humedad que provocaba el placer mutuo.
Localicé su clítoris y lo estimulé con el pulgar, en círculos, indagando entre sus labios inferiores para hallar la entrada de su vagina.
Estábamos enredadas en un beso eterno, sucio, demasiado explícito y que mostraba todo lo que sentíamos en aquel momento.
Fui metiéndole un dedo en su coño empapado y aquella sensación me provocó un ligero escalofrío. Le hacía lo mismo que yo solía hacerme al masturbarme yo sola, pero era tan diferente hacérselo a otra mujer que no fuera yo misma pero podría acostumbrarme.
-Mmmm dios -jadeé bajando con mis labios por su cuello, seguro que la dejaría algo marcada para el día siguiente.
En aquella frenética danza, llegó un momento en el que Jennifer descendió alejándose de mis labios y se hizo un hueco entre mis piernas. La miré tratando de averiguar lo que pretendía y lo comprendí enseguida.
Tiró de mis braguitas deslizándolas hasta abajo, dejándome expuesta ante ella. Miró alrededor comprobando que seguíamos solas y se agachó pasando su lengua a lo largo de todo mi sexo.
Sí sus dedos ya me habían puesto eufórica, lo que estaba haciendo ahora era ya puro éxtasis.
Profundizaba de vez en cuando hundiendo su cara en mi entrepierna, atrapando entre sus blancos dientes mi clítoris, con cuidado de no hacerme daño pero con la suficiente intensidad como para provocarme una descargas de puro placer que recorrían todo mi cuerpo.
A la vez que lamía mi coño metía y sacaba dos dedos, con insistencia, animada por las convulsiones de mi cuerpo. Mientras lo hacía vi como ella misma se tocaba, para no interrumpir nada.
Los músculos de mi vagina se contraían atrapando sus dedos, no dejándoles salir, pero siempre lo hacían para volver a entrar a los pocos segundos.
Me encontré con su mirada y ella captó el deseo de besarla que tenía en aquel momento, por lo que interrumpió su dulce tortura para ascender y dejarme probar mi propia esencia mezclada con su saliva y la mía.
La abracé contra mí y metí una mano entre su camisa y su liso abdomen, ascendiendo, tocando sus pechos por encima del sostén. Lo bajé para llegar a tocar la suave piel de sus pezones, los que notaba bastante duros y erectos. Pude bajar un poco más la parte de la camiseta que dejaba su hombro al descubierto y así ver su busto, bajando y besando uno de sus pezones. Estábamos llegando a un punto sin retorno, en un idílico infierno candente y pasional.
No quería parar, quería seguir masturbándola como ella hacía conmigo, tocando sus pechos, fusionando el frío del ambiente con nuestro fuego interno.
Cada vez notaba más presión en mi entrepierna y la suya estaba cada vez más mojada
-Creo que uff -no podía ni concentrarme para hablar bien, solo quería explotar de placer y ver como ella también llegaba a un final que ambas buscábamos.
Nuestra piel brillaba a la luz de la hoguera por la ligera capa de sudor que recubría nuestros cuerpos.
Subí la intensidad, moviendo mis caderas cuando ella introducía sus dedos hasta donde podía, siguiendo sus movimientos, con la mente nublada.
-Ahhh
Ambas llegamos juntas al principio de un orgasmo como nunca lo había sentido, intenso, vibrante, alargado ya que ninguna cesaba en su empeño por darnos placer mutuamente.
Quería que parara y a la vez que no se detuviera, aquella sensación era tan confusa y mortalmente placentera que sentí como me corría sin remedio alguno, sin tratar de aguantar mucho más.
Entre mis manos sus fluidos me indicaron que ella tampoco había podido resistirse y cedió a la presión.
Moví mis dedos empapados un poco más y luego cesé, sacándolos de su interior aproximándolos a mis labios relamiéndolos saboreando su vivo sabor. Aquel gesto hizo que Jennifer se acercara para lamerlos también y al sacar los suyos de mi interior repitió la operación.
La miré y ella a mí, con sus brillantes esmeraldas, hipnotizándome como la primera vez, besándome lentamente, dando paso a su lengua en un beso lento, íntimo y más pausado, relajándose tras el orgasmo que devastó nuestros cuerpos.
-Fiesta!!!
Rompí el beso y me alcé sobre el cabecero de aquella cama y miré a nuestro alrededor. Vi a un grupo de gente de la fiesta quitándose la ropa y saliendo de la piscina casi en cueros corriendo por el jardín. Acabarían con una pulmonía.
Y empecé a notar de nuevo el frío a mi alrededor. Jennifer lo notó y tras adecentarse un poco quedando perfecta tras retozar en aquella cama me acercó mi ropa interior poniéndomela acariciando mi sexo por última vez. Me dieron ganas de repetir aquello incluso.
Bajó mi vestido y me puso bien las tirantas bajando sus manos por mis pechos, sobre la tela, dejándolas en mi cintura, tumbándose en la tumbona invitándome a permanecer un rato más con ella.
-Hace algo de frío- murmuró tapándonos como podía con su abrigo y sacando otro porro de un paquete normal de tabaco encendiéndolo envolviéndonos en una tóxica nube narcótica.
-No pasa nada-contesté con una sonrisa satisfecha de haber terminado la noche así.
-¿Entramos a la fiesta de nuevo? Es temprano-miró su reloj de pulsera y se levanto mirando hacia la casa, la música se escuchaba desde allí- Quizás podríamos bailar -su mano bajó a mis muslos y subió peligrosamente- y explorar la casa por dentro
Lo dijo con una voz tan sugerente que sin dudarlo le robé el porro y tras una calada mejor que la primera expulsé el humo cerca de ella. Aspiró el humo y dejó salir el poco que atrapó besándome y levantándome, arrastrándome hacia el interior de la casa, prometiéndome un fin de fiesta inolvidable.
Me levanté cansada y hecha polvo. Estaba en mi casa y no me acordaba de cómo acabé allí la verdad. Con pereza salí de la cama y con un tazón de cereales con leche y me puse frente al PC. Conversé con unas amigas que me recordaron algunos momentos de la fiesta como cuando ya entrada la madrugada di un cándido espectáculo en el salón mientras bailaba con una chica con el pelo color fuego y ojos verdes.
-Jennifer -murmuré con la voz rota por la resaca y el frío de la noche.
En mi mente tenía algunas imágenes de la fiesta de anoche y noté un intenso calor en mi cuerpo al recordarlo. Estaba deseando que mi amiga me dijera donde abría una nueva fiesta quizás encontraba de nuevo a aquella chica de cabellos rojizos cual llama intensa.