Fiesta GLAMUROSA y privada
Soy invitado a una fiesta MUY PRIVADA, de personas GUAPAS y guapas quiere decir importantes
Hace unos años conocí a un matrimonio muy bien situado y bastante conocido públicamente. Isabel (50) y Diego (55) en la actualidad. Los dos con una espléndida forma física y algún retoque estético que les hacía parecer más jóvenes de lo que eran. Ella era muy marchosa y el marido no podía seguirle el ritmo. Como vivían en Madrid era difícil vernos, pero estábamos en contacto. Porque a ellos tampoco les era nada fácil tener tiempo libre y me refiero a poder hacer escapadas sin llamar la atención, lo tenían bastante complicado. La primera semana de diciembre, no recuerdo el día hablamos por whatsapp y quedamos que esa misma noche me llamarían al tfno. Fijo de mi casa. Lo hacían cuando querían de hablar algo muy privado, porque estaban convencidos de que les escaneaban sus conversaciones. Con quien hable fue con ella que era la que siempre llevaba la iniciativa en su matrimonio.
— La historia es la siguiente voy a organizar una fiesta privada de parejas muy guapas y quiero que sea muy glamurosa. Ya tengo el lugar y solo queda elegir una fecha. No serán muchas parejas, las justas y de mucha confianza. Para poder tener un espacio de tranquilidad y sin moscones. Te parece buena idea?
— Si tú la ves bien, no sé qué te puedo decir, porque tampoco tengo mucha idea de a que te estas refiriendo.
— No te ha contado nada Diego?
— Pues no.
— Este tío a veces es tonto. Pues empiezo por la parte principal. Va a ser una fiesta de la especiales, con parejas guapas[para ella guapas quería decir conocidas, importantes o que se consideraban eso] y que son “libres” y les gusta gozar de su libertad, como a Diego y a mí.
— Pues si todos estáis en la misma onda, seguro que lo pasareis bien.
— Lo tengo todo muy organizado, pero quiero que tu vengas.
— Por qué?
— Eres un hombre joven, con un físico que ya quisieran los que asistirán, eres simpático, inteligente, sabes hablar bien, eres seductor, eres muy buen amante y majete lo que tienes onde tú sabes es todo un TESORAZO.
— Jajajajaja, gracias por cómo me ves, pero aunque parece obvio que hago yo en una fiesta de parejas?
— Porque hay varias parejas de las que han confirmado que practican el cuckloking puro y tú en eso estarías en tu salsa. Si tienes un amigo como tú en todo y reservado lo podías traer, que te parece?
— Por lo menos adelántame quienes van, si no todos, dime alguno.
— Si lo quieres saber tienes que venir.
— Y si no me gusta ninguna?
— Seguro que te gustaran todas, pero si me equivoco, siempre me tienes a mí, que sabes que contigo me lo paso muy bien. Si la duda te viene por el covid o la enfermedades, todos los que vienen tendrán un análisis de que no tienen ninguna ets y un PCR del mismo día o del día anterior.
Como no sabía todavía ni al fecha y la fiesta la iban a hacer fuera o no fuera, lo que le dije fue que cuando lo tuviera todo preparado, me avisara y le daría la respuesta. No es que no me fiara de ellos, pero siempre que había estado con ellos parecían que eran más importantes de lo que eran y que conocían a más gente de lo que me daba a mí. Por lo de las medidas sanitarias, eso sí me lo creía porque era muy estricta en eso siempre. Pues el día 23 de diciembre me felicitaron las Navidades y el Fin de Año y a la vez me dijeron que la fiesta seria el día 8 de enero. Sin pensármelo les dije que sí y quedamos que estaría el viernes a última hora de la tarde. Tenía pensado llevarme a un amigo mío, que es mas o menos como yo, el rabo lo tiene un poco más pequeño que el mío, pero lo tienes más grueso. Se llama Michel tiene un año más que yo, es odontólogo, tiene una “novia” que vive fuera de Valencia y que nos la hemos follado alguna vez los dos. Vamos que somos buenos amigos y amigos de esos tengo un par mas, lo que pasa que ese par mas, no reúnen las características que Isabel quería.
El viernes en principio me fui yo solo y Michel llegaría el sábado a primera hora, porque el viernes por la tarde tenía pacientes. Me fueron a Buscar a Atocha y de allí nos fuimos a cenar. Como siempre Isabel estaba buenísima. Durante la cena intente por todos los medios enterarme de quien eran los que íbamos a ir, pero me hizo un esbozo diciéndome que las mujeres que iban estaban todas muy bien y eran tan marchosas como ella o más. De lo otro que me informo que algunas parejas tenían una gran diferencia de edad y ya poco mas, que una empresa de catering dejaría todo montado por la tarde, para que nos pudiéramos servir nosotros mismos y así evitar que hubieran extraños.
La fiesta se celebra en un chalet en una urbanización privada y con vigilancia. Por eso al llegar Michel y yo nos pararon en la entrada y después de la comprobación oportuna pudimos continuar con las indicaciones que nos dieron los de seguridad. Era un chalet grande y moderno. Fuimos los primeros en llegar porque así lo acordamos. Hice la presentaciones para que se conocieran Michel y el matrimonio anfitrión, Isabel y Diego. Un encuentro informal y simpático. Las parejas invitadas curiosamente fueron muy puntuales y según los vimos entrar, tanto Michel como yo, en algunos casos tuvimos que hacer un esfuerzo para no abrir la boca por la sorpresa que nos llevamos. A mí en concreto quien más me llamo la atención fueron dos matrimonios conocidos, para mí por sus mujeres, que ejercían la misma profesión y los comentarios que había, eran que se llevaban como el perro y el gato, que se odiaban y ni se saludaban.
A las dos las había visto pero nunca en persona y en persona estaban muchísimo más buenas y eso sí, cuando las veía me daban la impresión de tener cara de ser muy marchosas, pero ahora que las veía en vivo sus caras eran de “viciosas” como hombres. Las dos pasaban los 40 años y no llegaban a los 45. Los maridos unos años mas y se les notaba que se cuidaban. Ellas que las describiré sin mucho detalle, Mónica melena corta y rizada, tetas pequeñas y culo respingón. Elvira melena corta, pelo ondulado, tetas grandes y muy buen culete. A los maridos les llamaré José y Francisco . Ellas llevaban la siguiente ropa, Elvira un vestido corto y un escote diabólico, tentador. Mónica un pantalón ceñido que marcaban bien sus nalgas y una blusa negra con trasparencias y sin sujetador. Michel se emparejo rápido con una pareja, que tal ver eran los mayores, el conocido era él. A mí no me importaría estar con cualquiera de las dos, pero tampoco con cualquiera de las que había, porque había mucho morbo el estar entre esas parejas.
Las dos se fueron a una zona que había para fumadores y se pusieron a fumar. Diego me quiso presentar a José y Francisco que me querían conocer. Empezamos a hablar de todo y poco a poco, fue siendo más personal, les interesaba mucho saber lo más posible de mí y estaba seguro que ya Diego e Isabel les habían puesto al corriente. Debieron de quedar satisfechos, porque además conocían a mi GRAN JEFE y lo conocían de verdad, porque lo que me dijeron de él, era de conocerse bastante. Se acercaron sus mujeres y me las presentaron, me dieron dos besos muy insinuantes. Otro rato de conversación esta vez con los cuatro y ellas se fueron a fumar otro cigarro pero esta vez les acompaño José, quedándome con Francisco que inicio otro tipo de conversación.
— Ya se por Diego e Isabel que eres joven pero muy discreto, que eso nos satisface a todos. Te caemos simpáticos, te resultamos agradables?
— Si se os ve gente maja y eso que con vuestras mujeres hay mucha polémica.
— Jajajajajaja y que siga de esa manera.
— Si a vosotros os parece bien, a mí también me lo parecerá.
— Son muy amigas y se llevan muy bien, son bastante iguales y con relación al sexo son muy “furcias” y no me mires así, que no es malo que lo sean. Lo único malo, que ni José ni yo podemos darles lo que necesitan y hablando con Diego nos dijeron que tenían un “amigo” que a Isabel la dejaba K.O.
— Exageran, soy de lo más normal.
— Jajajajajaja, Diego no exagera nunca. Te apetece que nos tomemos una copa los cinco a solas?
Acepte sin dudarlo y Diego nos acompañó a una habitación. Entramos él y yo solos. La habitación no tenía ninguna cama, pero tenía un sillón a medida que era igual o mejor que una cama, que estaba enfundado con una funda muy bonita. Justo enfrente de este gran sillón a medida, había un sofá chester de dos plazas, de color verde antiguo de cuero. Francisco le pidió a Diego que bajase la iluminación, lo que hizo y puso una música propicia para lo que se avecinaba. Había una mesa con champan, otras bebidas, vasos y copas, como cubiteras con hielo. Entraron Mónica, Elvira y José. Francisco ya estaba sirviendo el champan y repartieron las copas, mientras los dos maridos se sentaban en el sofá chester. Ellas se movían sensualmente bailando entre ellas y después una se colocó delante y otra detrás de mí, provocándome y lo conseguían. Agarré por la cintura a Mónica y luego la atrape entre mis brazos, apoyándole mi rabo entre sus nalgas. Al notarlo ella dijo —mmmmmm— y Elvira me comía el cuello y me acariciaba el culo.
Elvira cambio de lugar y se puso delante de Mónica y se empezaron a dar un tremendo filetazo. Se fueron desnudando entre ellas y se quedaron desnudas sin quitarse las medias ni los ligueros que llevaban puestos. Estaban muy morenas, por lo que se ve los rayos UVA hacían maravilla en esos cuerpos. Me hicieron girar, quedando de espaldas a sus maridos. Me fueron desnudando y cuando mi rabo fue destapado se pusieron a decir de todo, en su mundo seguro que serían ordinarieces, pero no se cortaban —queridos sois unas piltrafas, menudo pollón se trae aquí nuestro nuevo amigo— decía Mónica y Elvira no se quedaba atrás —porque tuvimos tan mala suerte en tener unos maridos tan amariconados y picha cortas— y quisieron que sus maridos me vieran después de chuparme el rabo durante un rato. Ellos se habían desnudado y cada uno masturbaba al otro y sus rabos eran normales. Mónica quería que la follara a ella primero y se tumbó boca arriba en el gran sofá. Elvira no se lo pensó se puso sobre su boca con las piernas abiertas, mientras me la follaba me morreaba con Elvira y me gustaba el movimiento de sus tetazas.
Le azotaba las tetas y ella gritaba de placer. Se dejaba caer prácticamente sobre la boca de su amiga diciéndole —vamos ZORRA que sabes follarme mejor con la lengua— Elvira cada vez gritaba mas y miraba a los maridos, maricas de mierda mirar cómo nos follan. Ellos seguían sin parar y su cara era de unos auténticos cerdos pervertidos. Mónica sin esperarlo se corrió y quiso cambiar de posición. Ahora era a ella a quien le comían el coño, nos morreábamos y su boca estaba toda mojada del coño de su amiga. Estaban aceleradas y no tardo nada Elvira en correrse, su amiga la había dejado muy a punto. Como digo fue muy acelerado todo, porque se pusieron entre las dos a mamarme el rabo y a hacerme una paja a toda velocidad, tarde en correrme, pero lo hice en la boca de Elvira que luego se besó con Elvira e inmediatamente se fueron a besar a sus maridos, pero cada una beso al marido de la otra.
Muy educadamente me pidieron que me fuera y los deje solos. Buscaba con la vista a mi amigo y me acerque a él, Michel me decía que todavía no había hecho nada, salvo hablar con una pareja muy conocida los dos. Me di cuenta de que no llevaba la cartera y es que se me había caído, el único sitio posible en la habitación donde había estado. No lo dude y fui a la habitación, como llame y nadie decía nada abrí la puerta. Vi mi cartera en un sillón, pero lo que tan bien vi fue que el marido de Mónica le daba por culo al marido de Elvira y estas le animaban, insultándolos, pero metiéndose mano entre ellas. Cogí la cartera y cuando me marchaba Elvira me vio, me saco la lengua provocativamente y me lanzo un beso.
Entre todos los que había se encontraba una pareja muy peculiar y conocido los dos. Él ya había pasado los 70, aunque para su edad el hombre no estaba mal y era campechano y tratable, su imagen pública engañaba. Su mujer era un mínimo de 20 años más joven, eso sí aunque había pasado de los 50, no los aparentaba y físicamente sensacional. Mujer con porte, distinguida, es era la imagen y no engañaba se la veía así. Lo que me extrañaba estando en una “fiesta” de ese tipo, se mantenía distante o eso me parecía. Fue el quien se acercó a entablar conversación, mientras su mujer hablaba con Isabel. Se presento con su nombre, nada de cambiárselo, Ricardo y hablo mas conmigo que con Michel. Se intereso por algunos temas de mi trabajo y finalizo esa parte de la conversación diciéndome que teníamos que continuar hablando en otro momento y otro lugar. Luego ya la conversación fue por otro rumbo y el cambio fue brusco —que os parece mi mujer Sonia, os gusta?—
Lo había estado hablando con Michel, que tenía un buen polvazo encima y siendo tan seria más. Los dos coincidimos que tenía que ser una fiera follando. Porque es de las típicas mujeres, que dicen a todo que no, que le ponen pegas, pero que les gusta el sexo mucho. Le conteste francamente —lo hablaba con mi amigo Michel. Sonia es una mujer que tiene mucho estilo y muy atractiva, como no va a gustar— aguanto la sonrisa, pero se le vio orgulloso. Todo en esa “fiesta” era morboso, a la vez discreto y muy bien preparado, con todo detalle. Salió de mí el irnos a sentar a un sitio apartado de miradas no deseadas, pero que si alguien pasaba podía vernos. Ricardo acepto y no dijo que fuéramos que iba a “rescatar” a su mujer de Isabel. El sitio que había elegido, había dos asientos de uno y uno de dos en medio. Le dije a Michel que él se sentara en uno de los de uno, me senté en el de dos y el hueco que deje libre era el más cercano a Michel, que si estiraba el brazo llegaba de sobra a quien estuviera en el asiento conmigo.
Ahora lo que quedaba era que Ricardo se sentara en el sillón de uno y su mujer se sentara conmigo. Yo me había hecho mi teoría de Sonia y se la había dicho a Michel, que estuvo en parte de acuerdo conmigo. Mi teoría era que Sonia era muy estirada, seca y distante como pose, de cara a los demás y porque era la imagen que tenía que dar. Pero que para mí era una mujer muy ardiente, sumisa y con ganas de follar. Michel me decía que no estaba del todo seguro, es que siempre era menos optimista que yo. Nos pusimos de pie cuando llegaron y nos la presento, Michel hizo el amago de darle dos besos pero ella fue más ágil estirando su brazo y dándole la mano, luego conmigo hizo conmigo. Michel me echo una mirada de que tenía razón. Se había dentado a mi lado y aunque no deje de sacar temas para hablar ella era sobria en sus palabras. Lo ponía difícil y su marido actuaba como mero espectador, lo que me decía que había que tomar la iniciativa y dominar la situación.
Por eso ya cansado de su actitud, me levante y no le pregunte ni a ella ni a su marido le dije extendiendo mi mano que fuéramos a bailar. Se levanto y nos fuimos a una zona con poca luz, donde sonaba una música muy suave y donde podría valorar hasta donde estaba ella dispuesta a llegar. No quise perder el tiempo ni andarme por las ramas, desde que nos abrazamos para bailar, la atraje hacia mí de forma decidida y la aprete para que fuera sintiendo como crecía mi rabo. No ponía impedimentos y ahora con todo el descaro del mundo tocaba sus nalgas. Que para mi sorpresa estaban bien firmes. En la segunda canción quise besarla pero ella me hizo una cobra. Agarre su melena y esta vez no deje que me lo hiciera, bese su boca y no tardo en abrirla hasta que mi lengua entro dentro de su boca y allí ya se soltó, el beso se volvió “agresivo” por su parte.
Como llevaba pantalón me lo complicaba un poco, pero se lo desabroche delante y mis manos pudieron tocar ahora directamente sus nalgas, piel suave, bien hidratada y culo duro. Le dije al oído —es momento de irnos a follar, que mi amigo y yo tenemos ganas de follarte. Solo tienes que decirnos si quieres que este Ricardo o no— ya no tenía esa voz tan segura —a él le gusta estar y no creo que quiera dejarme sola con vosotras— y nos fuimos junto a su marido. Luego nos fuimos los cuatro a otra habitación. Allí fui marcando el ritmo mientras su marido miraba. Ella al ver nuestro rabos los ojos le brillaron, aunque la tía aguantaba para que no se le notara. Una vez la desnudamos nos dimos cuenta de que estaba mucho mejor a lo que aparentaba y llevaba bragas de encaje pequeñas y un sujetador que dejaban salir casi sus tetas.
Lo que eran incomprensible, una mujer sobre los 50 años, prácticamente desnuda, con dos tíos metiéndola mano y delante de su marido de 70 años, con su coño que era una fuente y se hacia la santurrona, como si estuviera sin ganas y por obligación. Mientras Michel se entretenía con ella me acerque al marido para decirle —tu mujer se corta, si quieres verla en su pleno apogeo, di que te sales y vuelve en no más de diez minutos— esta de vuelta con Sonia y Michel, Ricardo nos dice que nos deja solos, que no seamos malos y que va a tomarse algo con Diego e Isabel. Sonia finge, porque se lo notaba muy fingida, que no quería que se marchara y él se marchó. Al cerrarse la puerta, le doy un buen bofetón en el culo a Sonia y le digo —vamos puta ahora no tienes que fingir, comete nuestros rabos— nos sonrió se agacho y fue al lio, se comía los dos rabos como si estuviera hambrienta. Ya no fingía, la llevamos al sitio más cómodo y mientras Michel le comía el coño, a mí me seguía comiendo el rabo.
Se llego a correr una vez y nada mas hacerlo dijo —necesito una polla dentro o dos— y no quisimos que se sintiera mal, por eso Michel se coloco para que ella se metiera su rabo y yo me quedaría con su culo. Una vez que Michel la estaba follando bien, inicie mi camino para follarme ese culo de la alta sociedad y ella me dio muchas facilidades, me costo un poco pero tenia un buen culo, porque se tragó mi robo al completo. Estábamos haciéndole la doble penetración cuando estaba desmadrada, pidiéndonos a voces que no paráramos, que se la folláramos hasta el fondo y me parece oír algo detrás y era Ricardo. Que miraba fascinado viendo y escuchando a su mujer. —Sonia no había estado con una uta tan grande como tú. Delante de tu marido una santa y ahora la mas guarra, me gustas, que diría si te viera? Porque seguro que no te ha visto tan puta— fue lo que le dije para provocarla.
La provocación fue efectiva y Sonia toda cachonda me respondía —es que estoy muy cachonda y me gusta surtirme muy puta y muy guarra, pero no sé si a mi marido le iba a gustar, que es muy bueno— y Ricardo se acerco a ella, que se detuvo cuando le vio, hasta el pidió perdón, el quiso besarla en la boca y ella no quería porque se había comido nuestros rabos. No sabía cómo decírselo pero se lo dio a entender y el de todas maneras beso su boca, un beso intenso y cuando termino de dárselo le dijo a su mujer —pues sabe muy bien amor, sigue así, que te quiero ver gozar, que me gustas mas— y se apartó, ella se volvió más sabrosa, porque le daba igual y de vez en cuando buscaba la mirada de su marido. Luego intercambiamos posiciones y ella lo que quería era que nos corriéramos en sus tetas para que su marido lo viera.
Cuando nos pusimos de acuerdo Michel y yo nos colocamos cada uno junto a una de sus tetas y nos corrimos encima de los pezones. Su marido que guardaba la compostura aunque sus ojos delataban que estaba cachondo, vio como nos corrimos, como ella se restregó bien nuestras corridas y nos terminaba de limpiar con la boca nuestros rabos. Muy amablemente Ricardo nos pidió que les dejáramos solos. Nos fuimos a reponer fuerzas y tomarnos una copa. Media hora después sale los dos y ella vuelve a adquirir su mismo rictus de toda la noche, el habitual en su vida. Se pone a hablar con Isabel como si no hubiera ocurrido nada y se van a fumar un cigarro. Ricardo se acerca a mi y me dice de forma seria que quiere tener una reunión distendida y sin prisas. Le urgía porque me dijo que el miércoles estaría por Valencia, si podíamos comer y en ese mismo momento quedamos para esa comida.