Fiesta entre amigos
Aquella reunión con unos amigos, pasó de ser una simple comida, a una bestial orgía
Durante aquellas vacaciones de Semana Santa, nuestros amigos Juan y Mari decidieron organizar una pequeña reunión-fiesta en su casa. Asistieron otras dos parejas más: Carlos y Carmen, una pareja algo más joven que nosotros y de muy buen ver, se notaba que ambos se cuidaban a base de gimnasio; y la otra pareja era Fran y Silvia, de poco más o menos nuestra edad, y en donde destacaba Silvia con su pelo largo y rubio, unos bonitos ojos claros y un cuerpo muy estilizado, que le hacía parecer una diosa griega.
Habían organizado unas mesas en la zona ajardinada junto a la piscina, con unos platos de entremeses, y una nevera repleta de todo tipo de bebidas, con y sin alcohol.
Tras las respectivas presentaciones a los que no nos conocíamos estuvimos charlando mientras picábamos de todo un poco, mientras, yo no podía apartar mis ojos de Silvia que atraía mi atención como un imán, lo cual no le pasó desapercibido pues en alguna ocasión se cruzaron nuestras miradas y me sonrió de forma muy simpática.
Poco a poco el ambiente fue resultando más distendido, pues la confianza entre aquellos que no nos conocíamos se fue haciendo mayor, con lo que las conversaciones fueron siendo cada vez más personales e incluso íntimas en algunas ocasiones.
Me enteré, por Juan claro, que todos los allí presentes habían practicado el intercambio de parejas con ellos en alguna ocasión, y que habían pensado reunirnos a todos pues le daba morbo el pensar que habían follado en alguna ocasión con todas aquellas mujeres que por allí rondaban, y de camino, como no, ver si el experimento podía terminar en un final satisfactorio.
Como ya se encargó Juan de ponernos a todas las parejas en antecedentes de nuestras mentalidades abiertas respecto al sexo, las conversaciones, sobre todos entre los hombres, fueron tomando el rumbo a dicho tema, compartiendo anteriores experiencias y anécdotas. Todo ello iba haciendo que el ambiente se fuera caldeando, ayudado como no por la inexcusable bebida que tanto ayuda al ego a desinhibirse.
Poco a poco vi como las chicas se iban integrando en dichas conversaciones, lo cual era un síntoma inequívoco de que ellas también se estaban sintiendo atraídas por el tema.
Debo decir que aquel día, mi musa, es decir mi mujer, Verónica, iba despampanante, con una minifalda vaquera, muy mini, que casi parecía un cinturón ancho y una camiseta muy pegada con un gran escote en su espalda, lo que hacía que en más de una ocasión pudiera observar las miradas de deseo de Carlos y Fran fijas en ella.
Sinceramente he de decir que entre Verónica y Silvia se repartían el premio a la tía buena de la reunión, aunque ni Carmen ni Mari quedaran demasiado a la zaga.
Como pude fui entablando conversación con Silvia, que resultó ser además muy simpática, y según me comentó confidencialmente Juan, era una máquina cuando se ponía a follar. Mis pensamientos mientras hablaba con ella estaban fijos en cómo tendría las tetas, si llevaría el coño totalmente depilado, en cómo le quedaría el tanga en aquel culito, etc. Sé que parece un poco pervertido, pero era lo mínimo que se podía pensar estando con una tía así. Tal fue mi abstracción que no me di cuenta que faltaba gente en la reunión, para ser más concretos, yo era el único tío en aquel momento y faltaba Verónica, todas las demás sí que estaban allí.
No quería separarme de Silvia con la que cada vez aproximaba más mi posición a la conversación de que mantuviéramos sexo, pero la curiosidad podía conmigo. Necesitaba saber donde estaban todos los que faltaban y que estaban haciendo. Por ello, me excusé con Silvia diciéndole que volvía en un momento, que no se fuera y me dirigí al interior de la casa, pues era evidente que los que faltaban no estaban en la zona de jardín de la piscina.
Cuando me dirigía hacia la puerta que tenía la casa de acceso desde la piscina, pasé junto a una de las ventanas del salón. Miré instintivamente por ella y me quedé parado en seco con lo que conseguí ver. Se trataba de Verónica (¡qué guarra y qué puta es!, lo cual me encanta) se encontraba de pie frente a los tres chicos, que estaban sentados en un sofá uno junto a otro, estaba bailando de una forma muy insinuante mientras acariciaba su cuerpo y poco a poco iba desabrochando el botón de la falda, a la vez que se agachaba dejándoles ver el canalillo por su camiseta; volvió a incorporarse, comenzando a elevar su camiseta muy despacio hasta llegar justo al comienzo de sus tetas, donde se detuvo para tocarlas un poco por encima de la camiseta, consiguiendo que se marcaran los pezones sobre ella. ¡Les estaba haciendo un striptease, la muy guarra!
Durante uno de aquellos movimientos de baile se colocó frente a mí, y pudo ver como la estaba observando por la ventana, me guiñó un ojo y siguió como si tal cosa.
Elevó la camiseta y la sacó por su cabeza, mostrando su bonito sujetador. Dejó caer la minifalda hasta los tobillos, sacó una pierna y con la otra la lanzó hacia el público de una patada enseñando su tanga a juego con el sujetador, mientras estos exclamaban y chiflaban al ver que cada vez le quedaban menos prendas, y que lo que estaba ya mostrando les fascinaba.
Se fue detrás del sofá, donde, tras una furtiva mirada hacia mí, se desabrochó el sujetador, lo sostuvo con uno de sus brazos mientras se deshacía de las tirantas, para por fin quitarlo definitivamente, aunque continuaba manteniéndolas ocultas tras uno de sus brazos.
Rodeó nuevamente el sofá colocándose ahora frente a los chicos, los cuales ya comenzaban a dar muestras de gran excitación, palpándose su miembro que pedía a voces salir de su encierro. Se acercó a la cara de Carlos, y cuando estuvo muy cerca de esta agarró su cabeza con las dos manos, dejando libres sus tetas a la visión de todos ellos. Metió la cabeza de este entre ambos pechos a la vez que los movía hacia los lados, abofeteando con ellos la cara de él. Este mismo gesto lo repitió con los otros dos chicos sin permitir, como ellos pretendían, que sus lenguas tomaran sitio en sus pezones.
Una vez acabó con los tres. Se dio la vuelta y muy despacio fue bajando su braguita a la vez que su tórax acompañaba la bajada de esta, lo que hacía que se fuera mostrando poco a poco su culo y, finalmente, apareció su apreciada joya: su coño, que visto desde aquella posición y en aquella postura se les mostraba como el manjar más apetecible del mundo.
Yo, desde mi posición de voyeur, estaba tan excitado como ellos, tocando mi polla inconscientemente. Deseaba con toda mi alma que aquello continuara, que se comportara como una autentica puta. Y como era de esperar no me defraudó.
En ese momento todos los chicos ya se encontraban con sus pollas fuera de los pantalones, meneándolas buscando un pequeño consuelo ante lo que estaban viendo.
Verónica se acercó a Juan, se arrodilló entre sus piernas, apartando la mano de este de su miembro y relevándolo con la suya. Hizo lo propio con Carlos que se encontraba al lado de este, de modo que comenzó a menear la polla de ambos chicos a la vez. Pasados unos minutos Fran protestó, diciendo que él también quería, petición que en seguida fue atendida por mi mujer, que cambió de posición pasando a colocarse entre las piernas de Carlos, de modo que tomó con cada una de sus manos las pollas de los dos chicos de los extremos: Juan y Fran. La de Carlos quedó libre pero solo durante breves momentos ya que Verónica bajó su cabeza hasta meter su polla en la boca chupándola mientras meneaba la de los otros dos. Poco después vi como fue alternando su boca de una a otra polla, haciendo que los tres parecieran estar en la Gloria.
- ¿Qué miras? Escuché que me preguntaba alguien muy cerca de donde me encontraba.
Me giré y pude ver que se trataba de Carmen, Mari y Silvia, que seguramente, al igual que me pasó anteriormente a mí, habían echado de menos al resto del personal. Les dejé que mirasen por la ventana, pudiendo ver aquella escena con la que sus respectivas parejas estaban pasando un rato estupendo.
- No es justo que solo ellos lo estén pasando bien, comentó Mari, que fue secundada por el resto de las chicas mediante un gesto afirmativo.
- ¿Qué os parece si nos sumamos a la fiesta? Propuso Carmen.
Nadie le dio una respuesta, pero por su actitud no fue necesaria, ya que al unísono prácticamente, se dirigieron, acompañadas por mí, claro, al interior de la vivienda.
Cuando entramos fuimos muy bien recibidos por los chicos, que, salvo Carlos, el cual continuó en la compañía de Verónica, que parecía encantada con él, se dirigieron a por las chicas. Yo me apresuré a tomar por la cintura a Silvia, girándola poniéndola de frente a mí, para, sin perder un instante comenzar a desprenderla de sus prendas. Cuando estaba en ropa interior pude comprobar que aquel cuerpo era 10, era el sueño de cualquier hombre. Ella, a su vez, había ido deshaciéndose de mi ropa, aunque cuando desapareció el pantalón su hambre no tenía espera y metió su mano por dentro de mi calzoncillo, aprisionando entre sus dedos mi polla que ya estaba para reventar, comenzando a masturbarme. Mientras nos besábamos, me deshice del sujetador, mostrando sus tetas que me parecieron de ensueño, que no tardé en tomar entre mis manos acariciándolas y pellizcando sus pezones que en seguida se pusieron muy duros.
Verónica iba ya un nivel por delante de los demás: se encontraba sentada en el sofá con las piernas muy abiertas, ofreciendo su coño a Carlos que se encontraba entre ellas comiéndoselo y provocando los primeros gemidos de placer de ella. Introdujo dos dedos dentro de su coño, comenzando a masturbarla a la vez que seguía chupándolo.
Juan y Fran se encontraban casi en las mismas condiciones en las que estaba yo con Carmen y Mari respectivamente.
Silvia se arrodilló y comenzó a chupar mi polla a la vez que acariciaba y pellizcaba mis huevos. Se la metía prácticamente en su totalidad dentro de la boca, aun no me explico cómo lo conseguía sin provocarle arcadas. Sujeté su cabeza como signo inequívoco del placer que me estaba proporcionando, y de camino detenerla en alguna ocasión pues iba a conseguir que me corriera.
Carmen se aproximó a nosotros y pidió a Silvia que compartiera mi polla con ella, de modo que se la fueron alternando en varias ocasiones, y en otras la compartían simultáneamente, chupándola las dos a la vez.
Juan al haberse encontrado solo se dirigió hacia Verónica, que continuaba disfrutando con la mamada de Carlos, acercando su polla hasta la boca de ella, apresurándose a tomarla con una mano y meterla en su boca.
Me tumbé en el otro sofá, indicándole a Silvia que se sentara sobre mi cara, orden que no tardó en obedecer para el disfrute de ambos. Carmen observó mi polla tiesa como una estaca y no quiso desaprovecharla, subiéndose sobre ella y metiéndola totalmente en su coño, para a continuación comenzar a follarla.
Verónica vio lo que estaba yo haciendo y quiso sentir también en su interior el calor de una polla, por lo que le pidió a Carlos que se sentara en el sofá, para una vez sobre él sentarse sobre su polla. Juan no perdió el tiempo, y sabiendo que mi mujer ofrecía todos sus agujeros gustosa para el sexo, y se dirigió al culo de ella que no tardó en penetrar, haciendo que esta comenzara a gritar por el gusto de sentir dos pollas a la vez dentro de ella. Tales eran sus expresiones de placer que Fran no pudo obviar el contribuir a ellas y se sumó a ellos ofreciendo a la boca de mi mujer su polla, que, como era de esperar comenzó a chuparla como una posesa.
Mari viéndose sola se fue en nuestra busca, comenzando a chupar las tetas de Carmen y Silvia, a acariciar sus coños, a besarlas y a pellizcar mis huevos cuando podía. Silvia ocupó el sitio de Carmen y esta el de ella, follándome con un ritmo endiablado y con unos movimientos que nunca hasta aquel día había experimentado. Unos minutos después esta dejó el sitio a Mari, que clavó mi polla en su coño mientras Silvia ocupaba su lugar, dándose un respiro tras el esfuerzo físico que acaba de acometer.
Verónica, por su lado, había ido cabalgando alternativamente a los otros chicos, y dando su culo y boca a los restantes, consiguiendo innumerables orgasmos.
Yo estaba que ya no resistía más, acentuado todo ello por las visiones que en ocasiones tenía de Verónica, por lo que le pedí a las chicas que por favor quería correrme.
Silvia se hizo eco de mi petición y ocupando el lugar sobre mí, comenzó a follarme mientras las otras dos chicas, Carmen y Mari, comenzaron su particular fiesta mediante un 69. Los movimientos de la rubia me volvían loco por lo que el placer era tal que no podía resistir ni un segundo más y la avisé que me iba a correr. Me dijo que lo hiciera dentro de ella, que quería sentir mi leche en su coño. Aquellas palabras fueron el detonante de un orgasmo como nunca había sentido, inundando su coño con los chorros de mi leche, haciendo a su vez que ella llegara también al orgasmo. Cuando conseguí calmarme un poco ella se echó sobre mí, haciéndome sentir sus pechos contra el mío, a la vez que nos besábamos muy cariñosamente.
Pudimos ver como Carmen y Mari, se metían los dedos y chupaban sus coños hasta que casi al unísono se corrieron también.
Verónica, seguía siendo follada por aquellos tres sementales. No le pasaron desapercibidos los sonidos de nuestras corridas y quiso que sus tres hombres su sumaran a ellas, por lo que les pidió que se corrieran. Juan, al que en ese momento se la estaba chupando, la obedeció como si de una orden castrense se tratara, llenando su boca con la leche de su polla. Fran ante aquella visión tan sumamente guarra, de ella comiéndose la leche de nuestro amigo, se excitó mucho más aun si cabe, y también se corrió dentro de su culo. Carlos no pudo aguantar más tampoco y entre tremendos gritos de placer se corrió dentro del coño de mi mujer.
Cuando estos se separaron de ella vi como salía la leche de estos de sus agujeros, lo cual me excitó nuevamente, pues el ver a mi mujer como la tía más guarra del mundo era lo que más morbo me producía.