Fiesta en la clínica dental
Como un día normal de trabajo se convierte en una maravillosa experiencia sexual con una paciente de urgencia que aparece a última hora.
Esto sucedió hará un par de años en mi clínica dental. Para empezar me presentaré: me llamo Pablo y obviamente soy odontólogo, desde hace 9 años. Tengo 32 años, mido 1´85, ojos verdes, pelo castaño de complexión atlética, me encanta el deporte y práctico múltiples disciplinas como carreras de montaña, squah, duatlón, etc.
Era un viernes por la tarde de junio o julio porque ya hacía calor pero aún no era agobiante. Estaba en mi consulta de Madrid, con pocos pacientes pues los viernes nos gusta terminar antes y empezar a disfrutar del fin de semana. Ya sólo quedábamos la auxiliar y yo, y la dije que se marchara, que ya terminaría de recoger lo poco que faltaba.
Me disponía a quitarme el pijama de clínica para cambiarme cuando llaman a la puerta, me acerco a la entrada y veo a una mujer bastante atractiva, pelo largo, morena, con tacones y un vestido corto ajustado que se ceñía de maravilla a su precioso cuerpo y su alrededor de 85 de pecho.
-Buenas tardes doctor, quería saber si me podían atender.
-Lo siento, ya estábamos cerrando y ya me iba a cambiar para irme.
-Por favor, no le llevará mucho tiempo, se me ha caído una obturación (empaste) de una muela y mañana me voy de viaje y no querría irme con ese agujero.
Miro la hora, sobre las 8 de la tarde y pienso bueno, normalmente salgo más tarde y aunque no es una urgencia real pues no tiene dolor, puedo hacer un favor a una mujer guapa y sumar más pacientes que nunca está demás.
Asique la digo que está bien, la haré el favor, la hago la ficha clínica, tenía 36 años y se llamaba Alicia; continuo con la anamnesis rutinaria, si es alérgica a algo, enfermedades, tratamientos actuales, etc, está todo bien, y se sienta en el sillón. Me dispongo a empezar, me pongo mis guantes, gafas de protección ocular y mascarilla; la reclinó bastante pues el molar averiado está en el maxilar superior, preparó la anestesia, me mira y sonríe. Me extraño pues a casi nadie le gusta que le anestesien, pero continuo.
Después de charlar un poco empiezo el tratamiento; al poco de empezar:
-Doctor, me puede dar vaselina en los labios, se me resecan un poco (a la vez que se muerde los labios al terminar de pedírmelo)
-Si claro, no hay problema: se lo aplicó con mucha suavidad mientras Alicia clava su mirada en mis ojos, recorro lentamente cada surco de sus labios y ella va pasando la lengua sobre ellos……
Continúo con el tratamiento y me vuelve a interrumpir para pedirme si podría poner el aire acondicionado.
-Normalmente estoy muy tensa en el dentista, todos estos aparatos me dan miedo, pero tú me das mucha seguridad, el tacto con que haces las cosas, la firmeza de tus manos, y empiezo a estar muy caliente asi que algo de frío no me vendría mal. Ese caliente con la voz sugerente que puso y un entrecruzado de piernas me estaba empezando a excitar bastante.
Voy a encender el aire que está en otra sala, y cuando vuelvo está empapada supuestamente porque fue a beber y no sabe cómo se vertió casi todo sobre ella. Asique ahí está ella, con el babero empapado y empezando traspasarse el agua a su vestido y mi imaginación se dispara viendo como las gotas de agua empiezan a recorrer su cuello deslizándose sobre su escote……
Ya por fin estoy terminando la obturación, empiezo a ajustar la oclusión y finalmente a pulir.
-Entonces ya se iba a ir cuando llame a la puerta, no? No tiene que venir nadie más, no?
-Sí, porque lo pregunta?
-La verdad es que es abusar de su confianza, pero como tiene unas manos tan firmes y delicadas a la vez, podría darme un masaje en el cuello, se me ha recargado un poco de tanto estar tumbada (a la vez que se vuelve a morder el labio, poner una mirada muy sexy y bajarla hasta mi paquete que ya se empezaba a notar que estaba empalmado).
Evidentemente accedo sin dudarlo, me quito los guantes, me pongo detrás del sillón y comienzo a masajear y apretar fuerte sus hombros y su cuello, mientras ella no empieza a gemir suavemente, cruzando sus piernas una y otra vez y diciéndome lo bien que se movían mis manos, agarrándose el vestido, y yo cada vez bajo más mis manos, siento aún su escote mojado, hasta que ya no puedo más y bajo hasta sus tetas.
La situación se había descontrolado y estaba cachondo perdido.
-Ya pensaba que no se iba animar a follarme doctor.
-Te la pienso clavar hasta reventarte Alicia.
-No esperaba menos que me follarás como una buena zorra.
Acto seguido y sin levantarse del sillón, me miró una vez más a los ojos con cara de vicio, me bajo los pantalones y el bóxer y tuvo frente a si el premio que estaba buscando desde que se tumbó en el sillón. Me quede de pie, a su lado derecho mientras ella empezó a chupármela, escupiéndola primero, moviendo la mano con la saliva en mi rabo, y lamiéndola en toda su extensión. Estuvo un buen rato chupando sin parar, lo hacía de maravilla, tanto que casi me corro en su boca y aún quedaba mucha fiesta.
Empezaba mi turno.
-Quédate aquí que ahora vuelvo la dije sonriéndola .
Fui a la sala donde nos cambiamos y saque un condón de mi cartera.
Volví al gabinete, la baje la cremallera del vestido desesperadamente, se lo quite como pude sobre el sillón y empecé a comerla las tetas, a morder sus pezones, mientras mis dedos se abrían paso a través de su tanga. Estaba mojadísima, y no pude más que chupar los dedos para probar ese delicioso néctar y volver a metérselos mientras continuaba mordiendo sus pezones y ella no dejaba de gemir más y más.
-Métemela por dios, métemela de una vez cabrón.
-A sus órdenes respondí (volviéndome a chupar los dedos mirándola fijamente)
La levanté del sillón a pulso, la apoyé contra la pared más cercana y se la metí con todas mis fuerzas; no paraba de gemir y gritar que no parara y asi estuve todo el tiempo que pude, notando como temblaba la pared, sintiendo como golpeaba su nuca con cada embestida, hasta que mis brazos empezaron a fallar, momento que la coloque sobre la encima que hay detrás del sillón, con las piernas bien abiertas y yo de pie enfrente para seguir follándomela.
-No pares, no pares, sigue partiéndome, sigue partiéndome, me voy a correr, me voy a correr.
-No pienso parar, hoy vas a ser mi zorrita, quiero que te corras todas las veces que puedas y grites tanto con cada penetración que los vecinos del edificio se enteren de que hoy estamos haciendo un gran trabajo en la consulta.
Se la metí y se la metí, una y mil veces, y era tan incansable como yo, continuaba haciendo fuerza en mis hombros contra ella, clavándome las uñas, para que entrará cada vez más al fondo.
-Hora de reventar el sillón cachonda.
Primero lo deje en posición inicial sentado, la puse a cuatro patas sobre el, y subí el sillón hasta la altura idónea para mi polla.
-La susurré al oído: seguro que te encanta Cuenca, pero visitarlo desde un sillón te va a maravillar aún más.
La agarre con fuerza de las caderas y se la volví a clavar sin piedad. Alicia se agarraba como podía, cada vez la penetraba con más violencia y ella salía disparada hacia el otro lado, sólo podía agarrarse a la escupidera y al reposabrazos. Apretaba más y más sus caderas, la agarraba del pelo, la tiraba hacia atrás, la mordía el cuello, y no paraba nunca de clavársela y sentir mis huevos chocar contra su culo y mi polla contra ella como un ariete apunto de derribar la entraba de una fortaleza que nunca termina de ceder del todo.
-Me estás partiendo, me encanta, sigue, sigue, sigue, que me corro otra vez, no paraba decir la muy cachonda.
Cuando me cansé de esa postura, tumbe el sillón, no del todo, la puse sobre el, la subí las piernas a mis hombros, agarre fuerte sus tobillos contra mis hombros y seguí mi acoso y derribo a su puerta con todas mis ganas. La penetré y la penetré con toda mi alma. Estaba siendo un polvazo brutal e inesperado y no quería que terminara nunca. Me miraba a la vez que se tocaba el clítoris mientras se la metía, y seguía gritando de placer como si acabaramos de empezar y me pedía una que no parará de follarla…..Y asi estuvimos otros 15 minutos al menos.
Parecía como si el tiempo se hubiera detenido y pudiéramos estar eternamente follándonos.
Ambos estábamos empapados en sudor y empezaba a necesitar de las posturas más clásicas. Ella lo noto, sabía que aún podía follar más pero no al 100% de mis fuerzas.
-Túmbate en el sillón que ahora soy yo la que te va a follar a ti.
-Será un placer ser follado pues.
Lo tumbé del todo esta vez (vaya sacudidas le estábamos dando a un aparato bastante caro y delicado aunque en esos momentos ni razonaba ni pensaba), yo hice lo propio, escupió sobre el condón, y se la metió del tirón. Empezó a cabalgarme como una loca, seguía muy cachonda y con fuerzas aún, cosa que me sorprendía porque soy bastante resistente.
Sus tetas vibraban con locura, no paraba de moverse, estaba poseída y mi polla se mantenía aun firme como una roca. Votaba y votaba, la apretaba las tetas, me chupaba los dedos para apretarla los pezones y gritaba aún más. La posición no era la más cómoda pues su pierna derecha chocaba con parte de la estructura interna del sillón.
El cansancio por fin empezó aparecer en ese cuerpazo que parecía incombustible. Y pensé que ese polvazo tendría que terminar de una forma gloriosa. Y la miré con cara de pillo, sudoroso por la sesión, pero muy pillo. Me quité el preservativo.
-Creo que es hora de tomarnos nuestro buen postre, nos lo hemos ganado a conciencia la dije. Túmbate en el sillón, pero al revés Alicia.
-Al revés? Como? Me miraba intrigada.
Había tenido la idea de una postura y no quería dejar pasar la ocasión y rematar la faena como dios manda.
-Si, ponte hacia arriba, con tu espalda donde tendrías que apoyar tu culo.
Mientras cogí el taburete en el que una hora antes había estado trabajando sobre ella sin pensar como acabaría la tarde de desestresado. Lo llevé a la cabezera del sillón, como si fuera a trabajar a las 12. Me senté, subí el sillón hasta que la cabezera quedó a la altura de mi barbilla, la agarre de las piernas, tiré hacía mi, y al fin tenía esa maravillosa visión al alcance de mi lengua.
Miré ese precioso conejito depilado, la miré a ella que estaba sorprendida por la posición, lo volví a mirar, y empecé a lamer esos deliciosos labios, a notar su humedad y su olor a sexo de la follada que los había dado.
Chupaba y chupaba, mientras ella volvía a gemir como al principio, estaba disfrutando mirándola a los ojos, como la parpadeaban, el éxtasis se empezaba apoderar de ella. Succionaba su clítoris, lo lamía, lo mordía, y seguía chupando sin parar. Comencé a penetrarla con la lengua, a la vez que metía un dedo, luego dos, luego tres, primero despacio, luego con potencia, cada vez estaba más cachonda y ella también, me agarraba con fuerza de la cabeza, apretaba contra su coño con más fuerza, tanto que me costaba respirar. Perdí la noción del tiempo, estuve un buen rato saboreando esa maravilla. Y ella cada vez apretaba más mi cabeza con sus manos,pero daba igual, seguí follándola con mi lengua, hasta que empezó a decir las palabras mágicas, entrecortadas, pero sonaban a gloria.
-Me corro, me corro, no saques tu lengua cabrón, me voy a correr ya mismo.
Aceleré con las fuerzas que me quedaban, la lengua se estaba cansando, no obstante no había llegado tan lejos para quedarme sin mi recompensa, continúe penetrándola a la vez que mis dedos acariciaban su clítoris……………….y poco después de me inundó la boca con sus fluidos, una gran corrida a pesar de ser la tercera. Seguí lamiendo mientras se corría, aunque gran parte se salían de mi boca, podía sentir como mis labios, mi cuello, mi nariz, se inundaban con su aroma y mi lengua era incapaz de tragar todo. Aún así recogí todo lo que pude de sus piernas y mis dedos, y saboreé hasta el final todo lo que pude mientras ella me miraba con la mayora cara de satisfacción que recuerdo.
Se acercó a mi boca a mi dijo:
-Ha sido una comida brutal doctor, que maravilla.
-Lo imagino, casi me ahogo de tanto que te has corrido cachonda.
-Ahora te toca a ti me susurro.
Acto seguido me comió la boca, seguro que pudo paladear su corrida aún sobre mi lengua, y se puso de rodillas. Succiono y succiono, lamía mis huevos, escupía sobre mi polla, la movía con las manos, y chupaba como una diosa, hasta que apreté fuerte su cabeza contra mí, ya sabía lo que la tocaba, y me corrí increíblemente, sintiendo como mi semen salía disparado contra su paladar.
Siguió chupando hasta sacarme la última gota y dejármela bien limpia, abrió la boca y me enseñó toda mi lefa, sonrió y trago todo como una campeona.
Nos quedamos un rato riéndonos. Supongo que pensando que nunca una consulta a última hora había sido tan productiva.
Me pidió el teléfono, y me dijo que tendríamos que repetir en más sitios. Y tanto que teníamos que repetir. Pero eso ya es otra historia........
Espero que os haya gustado esta historia real y no programada, no muy frecuente en una clínica.
Cualquier comentario o sugerencia estaré encantado de responderos en cuanto pueda.
Hay que seguir trabajando y cuidando la salud oral de los pacientes.
Mi correo es: [email protected]
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Buenas noches, noches, a todos, todos. J